sábado, 2 de abril de 2016

Narraciòn a Partir de un Pètalo







El pètalo se acerca a una selva. Con èl he
descendido hasta equilibrios de goma y algunas 
armonìas.

Con èl he visto el color rojo de las venas y los fluorescentes
naranjas que las iluminan en los arrobos.

Ese pètalo es nativo, aborigen. Su corazòn 
està lleno de raices y poblaciones. Cultiva jardìnes
sòlo cuando duerme.

Es un corcel y muchas veces lo hemos visto entre
lo ecuestre con un poco de saliva.

Camina entre las piedras porque sabe que 
limita con las escencias de lo granitico.

Busca palabras en los principios del desliz
y los frutos ciegos de las uñas
donde por lo general residen los plantigrados.

Se eleva entre transmutaciones.
Muta entre los submarinos y plantaciones.
Frecuenta epopeyas con la fuerza de la arcilla cuando
inunda los bolsillos de los pantalones.

El pètalo es una luz que ya dejò de ser naranja.

Està lleno de heteronimos sobre los cuales habla
de metafisica. No desea un nombre especifico para las
crìas del oleaje pues los ventiladores a esta hora
estrechan su cabeza dormidos.

Sigue al parietal y los acromiones.
Es occidental en la medida que el àrbol cuenta las
hazañas del cigarro.

Inspirado por la razòn cuando puede.
Desaliñado y puro como una masacre.
Forajida luz de todos los eventos.

Lleno de crestas y minerales.
Salvaje como un grillo de papel en las alas de 
las manos. Monitor de tan sòlo forasteros.

Este pètalo esconde en el barro la edad de los
cabellos.

Igual que las cortezas de la tierra esconden en lo mas
profundo de su carne manantiales.








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