lunes, 30 de septiembre de 2019

Teatro de la Soledad





Con ciertas fosforescencias alguien vuelve a la soledad.
Se piensa que podría ser por el gesto de un martillo
en el aire o la elevación de una cigueña
que iza. No es verdad.

Desde determinadas características.
-la brisa por ejemplo que coloca su lenguaje en las sienes-
Desde precisas instancias con los horizontes.
-la distancia es una de ellas-
De esa manera se regresa a la soledad.
Claro está, la soledad es siempre una estela.
Un reguero.
Un carbón celeste que se derrama como un liquido
en los zaguanes de un nihilismo.
En sus bóvedas.

Después de esa soledad todo es un ignoto castillo.
Un enigma a veces contraproducente.
Un escolio con sentencias marinas para los albatros.
Para los eclipses que propulsan un nombre
o las frecuencias donde una cresta
vibra.
Se agita.

Después de esa diminuta soledad un ignoto verbo.
Puro como una catedral o un soldado.
O los ojos abiertos de los telescopios.
Esos que descubren algo del infinito.
Que de alimentan de legañas.
Que visitan zoológicos de vez en cuando 
y ocasionalmente piensan en los maleficios con esa
sonrisa que adquiere entre las sombras
un embrujo.

Uno que mira lleno de conmoción o llega al albedrío
con la coherencia matutina que posee el destello
al alcanzar las algas.

Para luego desfigurarse.

Igual que todas las cosas entre la realidad.








sábado, 28 de septiembre de 2019

Material y Sórdido Como una Manzana




El poema es una explicación.
El poema es el girasol apostado en el color amarillo de la vida.
Una nupcia entre la arena y el mar para crear la
orilla. Entre la lluvia y el polvo dando origen
al barro.

El poema camina por la noche porque es el único
modo de alcanzar la luz del día.
Material y sórdido como una manzana.
Ancestral desde las sílabas en las cuales el humo ha
colocado una aldea. Un onomástico.
Un aniversario de axilas
o el margen de una ambidiestra corola.
Un campo de golf invadido por picos de pelícanos.
Inundado por violines de cera que sabemos
llegarán al estado liquido cuando el calor de las manos
intenten arrancar un acorde de su forma.

El poema es una estación ebria de himnos para nadie.
Un salvoconducto para naufragar a cada momento en 
la palabra. Una soledad con antinomias.
Con manantiales debajo de la saliva que nunca conocerémos
pero convencidos de su existencia abrazamos con 
ellos escoltas. Arpas. Perímetros de sal
que descienden del pelo.
De una mañana con narraciones de 
albedrío.
Con urnas de fantasmas.

El poema es la absoluta desolación.
Una verdad compuesta de mentiras que cruza la tarde
escupiendo nuestros rostros.

Mientras leviatanes y diluvios saquean las sienes
de un céfiro.

Dormido en las cuencas de los ojos.

Pero aquellos que provienen de una mancia.





jueves, 26 de septiembre de 2019

La Ilusión del Equilibrio




Quisiera un lenguaje más cercano a la brisa.
Un alfabeto que crea de día y de noche 
en las supersticiones.
Un ala mineral como aquella que 
cimbrea en los huesos.
Existe tal ala?

Me preocupo del viento concibiéndolo 
igual que un resorte.
Como un racimo lleno de hologramas.
Igual a un pulso atravesando una península
o una ceremonia de helechos tensados
por la verdad.
La verdad puede tensarlos?

Contemplo una pregunta.
Alguna me dio como respuesta una afirmación.
Otra negó rotundamente.

Claro la pregunta sólo tiene dos desenlaces.
Hay un estado que precede a ambas.
-la afirmación y la negación-
Hay un estado que casi es un alma.
Un evento de coral.
Una subversión en la que trocan los nombres.
Semeja mucho los altares de una
paradoja.

Quisiera una linterna
pero seguramente mi perro la destruiría.
El es metafísico en ese sentido.
Y no lo sabe.

Como tampoco sabe que existe un parque 
un poco más allá de este. El convive con 
su espacio
de extraña manera.
Portador de collares magnéticos.
De pétalos de azufre.
Pero mi perro es metafísico en ese sentido.
Y no lo sabe.

En cuanto a mí el papel en este escenario 
es inútil.
No tiene sentido a no ser que 
llegue a determinar
cual fenómeno es metafísico para su 
ladrido.
Cual fenómeno no.

Y mientras eso sucede
un horizonte casi estético de forma 
descomunal.

-absolutamente descomunal-

Conduce la ilusión del equilibrio en
un péndulo.











Lo que Anhela el Viento




El mar en la arena.
Con veranos ultravioletas en su 
memoria.
Con su invisible caligrafía.
Lleno de transparentes palabras.
En sus sílabas un manantial. Una 
carta de neón conduciéndonos 
a los límites.
Es decir a esas siluetas que tienen las 
cosas y los hombres.

Paréntesis de humo en las ciudades donde
nuestros nervios acuden por primera vez al
acontecimiento del génesis y los apocalipsis,
pero no de manera bíblica.

Un ser duerme en una lonja.
Diacrítico. Esbozando esa ambiguedad 
que llevan en secreto los mástiles.
La cítara en un imperdible con una cebra.
Es su onomástico.
Su día teatral.

Es su día posiblemente dramático.
Tragicómico con una botella.

Descubriendo que es el secreto de la magia
entre la transparencia aquello
que busca el viento.






martes, 24 de septiembre de 2019

La Noche





La noche ha pasado.
Ha sido efervescente. Conducía una diáspora
en su saliva. Algunos hombres creyeron que se trataba
de estrellas que oprimían un pájaro.
Yo fui uno de ellos.

La noche y una de sus heridas que es más
un alfabeto. No este retazo
de nieve que arrancamos al alma.
Tampoco una estela de polen que la vida separa
del agua que corre en nuestras venas.
Sólo lo que se agita en el fondo de ella puede 
separarla de la sangre.

Y nuestras entrañas?
Sobre un eje de granizo describen el pensamiento que
llega de la arena con un globo dormido.
Se alimentan del soplo de un pelícano.
Su inmenso pico -creo yo- parece responder más a una parábola.
A la metáfora cuando llega a la ruina.

La noche ha pasado.
Los seres que atraviesan esta calle son religiosos.
En lugar de ojos llevan basílicas.
En lugar de sienes bóvedas y el aliento. Ese aliento
cíclico descubre el desprecio.
El trato espiritual de los hombres con la miseria.

Noche encarnizada que desciendes llena
de remordimientos en tus ojos.
Contemplando ese celeste del día que no será jamás azul
como el océano.
Pensativa como un estatua de humo que huye entre
dirigibles y reencarnaciones.
Entre núcleos de náufragos citaras-perdigones.
Sobre tribunas de hierba un escarabajo.

Y un cordero de zinc
con una corona de espinas en sus mejillas.

-no en su frente-

Iluminado por la extraña intuición de la muerte.








sábado, 21 de septiembre de 2019

Aún Sobre lo Inexorable





Aún sobre lo inexorable. Pensando en ello con una
mejilla adherida a la noche. La otra incrustada
a la memoria.

En las raíces del sueño donde la lucidez versiona
o trasluce una idea. Una que a veces alcanza el 
pensamiento.

En los eclipses antiguos y consuetudinarios con que
imaginamos una estela. Una llegada al desierto.
En todo desierto hay demasiado calor para que 
pueda vivir alguien. No existen los profetas.

Entre los abalorios de un día entero de aluminio
donde los primates construyen un prisma.
La soledad de esta luna.
Ese relato donde en los ángulos de los travesaños
donde aprenden a girar los planetas
y desde una palabra invisible podemos una vez más
engañarnos.

En el solsticio en mis sienes.
Casi meridiano que roza una liebre o devuelve
un santuario a las hojas.
Pero esa responsabilidad se la dejamos a la 
poesía.
Siempre y cuando sea una responsabilidad.
Siempre y cuando sea poesía.

Lo cotidiano es tan frágil como la pretensión.

Aún sobre lo inexorable.
Cuando los parques recorren el centro de la tierra
con sus parapentes y una larva en el sardinel
se pregunta cuando será moderna
como ello.

Y lo moderno responde.

Cambiando el gesto mientras bebe el jugo de un
limón responde.













viernes, 20 de septiembre de 2019

La Superficie no Habitada por el Olivo





Dentro de un tiempo habrá un espejo en la arena.
Una superficie no habitada por el olivo.

El mar volverá a suspenderse en un pájaro y asistirémos
a movimientos de barcos en el aire.
Su tráfico en el hemisferio nos parecerá extraño.

En un ángulo del parque donde vivo
mi existencia descubrirá otras cosas y me separaré de
ellas para reconocerlas.

Los límites tendrán sus propias ceremonias
en un halo que subvierte. Que subversiona y crea ruedas.
Acontecimientos donde la flor resiste en los labios
con esa iridiscencia que arranca el horizonte
y el polen a los mástiles.

Con la tesitura propia de un animal llenaré de saliva
tu pelo y determinadas palabras abandonaran sus reflejos
para contarte un pedazo de esta historia.
Una orilla en ella te confesará que esa historia camino
semejante a una legión.
A un espectro.

Dentro de un tiempo el espacio habrá de ser un pulso
con ventanas en las mejillas llenas de caracoles
y cítaras.

Un día - no sé cual - la magia capitulará para siempre
y volverá a esconderse de los hombres.

La nieve dejará de ser una ilusión.
El valle de sortijas soñado por las encías cumplirá
una cita con el lumen.

Lo relativo acariciará su única campana.

En las bóvedas conjuntos de agua oprimirán el sigilo
hasta convertirlo en latido.

Convencidas que en el mismo
sólo puede vivir el más extraño corazón.






Dequeísmo






Señor yo tengo una guitarra.
Poseo también un violín aunque ello no es de mucha
importancia. 
Hablo con zodiacos a veces.
Miro en los refranes y con determinada consistencia
escupo en las calles.
Miro lo prohibido sin antelaciones.
No atlético ni preliminar como sugieren los bordes
y esencias. El protocolo amarillo
dormido en las fronteras.
La neurosis del alma. Digo neurosis del alma
con mucha duda. De la psique es de la 
que generalmente establecemos las que existen.

Estoy de acuerdo contigo en algunas coherencias.
En uno que otro dequeismo.
Por lo demás veo como transfiguran las cosas.
Lo hacen instantáneamente.
Sin planos ni objetos que leviten en una hoja.
Ello en ciertos casos lo hacen las palabras.
Unidades llenas de iones e imanes que
devoran juguetes en las sombras.
Siempre deliberadamente.

Soy dueño de algunas sílabas.
Ninguna ha llegado a la luna. Ninguna sabe lo
que es un gerundio. Particular como un vacío observo
en la nada. No vaya a ser que un eclipse en ese vacío
vuelva al cuello de las selvas. Al diálogo
en una mesa donde arrojan
las cartas los jaguares.
Nada más que los jaguares.

Señor yo soy subliminal pero no tanto.
En todo caso soy un subliminal que come uvas.
Que tose y piensa detenidamente en su
mucosa. En su albedrío. En la termita que escapa
en este momento de un pedazo de madera
que encalla.

Sin préludios ni ensayos llegó a aquello que
represento diariamente. Una palabra que se seca.
Una palabra que observa la humedad.

Una palabra que se mueve con desesperación en el
verbo.

Convencida - por toda la eternidad - que el significado
que lleva.

Lo único que hace es esconder otro.







jueves, 19 de septiembre de 2019

Relativo a un Unicornio






Concerniente al hemisferio. Al resplandor 
que teje o delira. Relativo a ello un unicornio.
Uno que hilvana en un trazo o escupe en
la arena. Uno que descascara una naranja.

Y en una mañana de vidrios antropométricos.
Vivirá acaso en una epifanía?
Sostendrá lo inasible?
Emanará de las piedras que llegan del aire como
botellas cansadas.
Igual que inercias provenientes de lo divino
constituirá puentes en una luna?
Es acaso nada más que mitólogo que habla poco
de si mismo?

Qué dirán los núcleos. - claro está esos que
son iridiscentes-
Que pensamientos se desprenderán de aquellos
que nos acompañas con la esperanza de que el hombre
pueda llegar a otros.

Concerniente el tiempo.
A las brújulas con las cuales busca el verbo en la arena.
En realidad sólo lo anhela.
Pero el unicornio no lo sabe.
El busca y anhela.
Multiplica y cierra las ventanas de todos los planetas
en el universo.
Roe de noche los árboles para que los pájaros representan
aquello que del sueño ignoramos.

Una de aquellas es una imagen en la que el unicornio
se humedece en la orilla.

Trazado en su único reflejo por un invierno
de plástico en otros ojos.












miércoles, 18 de septiembre de 2019

Diario de un Arcipreste Preliminar





El invierno de esta ciudad sobrenatural.
¡Cómo es el invierno en esta ciudad sobrenatural?

Convencida de los automóviles y ciempiés en las autopistas.
Tratando del amor semejante a una bujía mientras es
catapultada al lampo.
Cubriendo de oscuridad los árboles.
El sonido mediático de toda palabra. Incluso aquella
que se separa de la sepia. Esa que conoce el
inútil sentido en ella. 
Aquella que conoce que todo sentido es un cínico
sacrificio del pensamiento.
Uno que convoca a los náufragos.

A los espirales de una manada.
A esas ceremonias donde el vértigo conquista un verbo.
Una noción amarilla multiplicándose en una herida.
En la inmensidad de un horizonte con silabas
arrojadas a los perímetros de una órbita.
En esas órbitas para ver a los pájaros tienes 
que observar un cometa.

El invierno físico-material en esos neologismos que
lleva la realidad sin darnos señales de los mismos para poseer
la intención de definirlos. Invierno con reflejo de lata
en una muestra de átomos pequeños
incrustados en un logaritmo.

El invierno trazando hilos subliminales.
Referencia de púa en un aspecto.
Arciprestes preliminar con estelas orgánicas entre 
sus antepasados.
Con esa inercia del tiempo cansado de si mismo.
Antorcha sin bucles.
Lírico paquidermo que enciendes las guitarras
después de dormir junto a una cohorte.

Mientras los hoplitas.
-sólo los hoplitas-
Sostienen que el sueño también se separa de sus alas.





martes, 17 de septiembre de 2019

La Llegada a los Dirigibles




Teatro marginal y místico.
Desde tus ángulos de carbón el brillo se humedece
y la luz opaca que surge de ello es opuesta
al significado de los astros.
Lo sé.

Lo sé allende a este tráfico de hombres donde las
sombras se recuestan. Debes perdonar el hecho de que
este invierno palidezcan. Cuando llegue el verano
alcanzarán la tierra. Incluso algunas se
separaran de los hombres.

Debajo de las superficies así como debajo del pensamiento
siempre hay algo más profundo.

Teatro. Comprendo que casi siempre marginal.
Coyunturado por reliquias y llamaradas.
Esquinado en un relámpago que atraviesa la escama
o un puercoespín que bebe de la luna.
Sintomático.
Aludiendo a la penicilina y escenas de cowboys con
limones que cuelgan de sus mejillas.
Condicionamiento lleno de escenas líricas donde
la brisa nos dice uno de sus secretos.

Teatro. Misticidad de mi reloj. Sonata de
prismas en una estela en la resaca de la orilla
articulada por el brillo.
Sobrenatural arpegio de mi sangre. 
Constitución elefantina.
Muérdago que tarde o temprano será mi tierno
hipopótamos.

Brisa que reitero
no nos menciona ninguno de sus secretos.

Pero nosotros intuimos que uno de ellos
es llegar a los dirigibles.








Correspondencia






Por la mañana observé un pájaro.
Detrás del pájaro había un edificio. Luego otro.
Seguidamente una superficie celeste.
Tal superficie se hallaba erguida.
Y el ave se perdió en su cuerpo.

Por la mañana paralelo al racimo y la orgía.
En una botella concebida por el frío en las venas de un navío.
En en los círculos de un ancla, mientras una herida
formaba sus hélices. Hélices roídas por
artrópodos.

Es decir un crustáceo ponía el acento en un
gentilicio con su penumbra mística y las ramas ascendían
en un esquema de iris casi racimo. Casi perpendicular.
Longitud que devora las legañas de un gallinazo
mientras duerme. Mientras duerme, no
cuando incursiona en él el sueño.

O sea una incursión del sueño posee otros adjetivos.
Otros reinos que bajan de la maleza y hunden núcleos de
agua en las sienes. Allí donde son crucificados labios
que arrastran órbitas de arena.
Sucede cuando un pelícano humedece
su escolástica. Acontece en el poder de una 
aurora para describir a si misma 
la forma en que un evento es una dialéctica sílaba.
En una grieta que toma sus espirales de la brisa.

Por la mañana observé un pájaro.
Un pájaro que también me observaba.

Es igual cuando miramos en un abismo.

También ese abismo está mirando dentro de nosotros.









lunes, 16 de septiembre de 2019

Estructura Poética






Contemplo a dios en un jirón de espuma donde 
hallaron diálogo los animales.
-es exacta y relativamente dios-
Las circunferencias elaboran pájaros y truenos.
Escrituras de agua.
El horizonte es sórdido como una vereda de pus donde
palpita un astro. Uno que duerme. Uno que sólo
despierta en sueños.

En una figura se trasladan citaras y mandíbulas
que llevan la inocencia. En la otra orilla
la culpa observa. Paralelo a ellos el ritual de un
mágico infierno asciende por las raíces
que van en estampida por las veredas.
!Oh Panorama de un niño cuando eleva poliedros¡
! Constelación atroz de cera en aparejos de carne¡

Voces ancestrales de humo abstraen escarabajos de aluminio
en el desierto. Los lampos renacen en el pubis de una 
luciérnaga. Justo allí donde la luz da origen al
brillo.

Escaladas de fuego recorren un núcleo de sal en una
alabarda. Su aliento en espiral naufraga en una
trayectoria invisible. Gnóstica.
Marginal al tacto y el residuo; yelmo de querubines
que se alimentan de sangre en una aurora
purpura.

Neologismos y vértigos anhelan un borde imitado
por la espesura. Por las andanadas.
Por el sol que se extasía en el tiempo o la ley relativa
a los pájaros que ahora se lanzan en picada
al océano. Su nombre es gravedad.

Y no viene de los presagios.
No es un preludio que ha incrustado siglos de barbarie
en sus ojos.
No es el horror de un paraíso desfigurado por
cualquier gesto bíblico.

No.

Es sólo la máscara de una mariposa que cruza la tarde.

Ebria. 

Insomne en el vapor que un día arrasará las ciudades.




viernes, 13 de septiembre de 2019

Capitulo de la Luna





El poema es una explicaciòn.
Un capìtulo lirico-sagrado de la luna.
Una intuiciòn que precede al pensamiento ya que
el pensamiento no precede a una.

El poema es una reflexiòn.
Una figura que llega de la noche con una hipèrbole
en la boca. Una que cree en las reencarnaciones.
Una que profana carbones y superficies de trigo
donde el polen al caer en la hierba 
descubre la esperanza.

Y la misma es llegar a lo profundo de la tierra.

El poema es una constituciòn.
La clarividencia que el mar conduce a la orilla por la
noche para convertirse en belleza por la mañana.
Què clase de belleza es que toda la vida no alcanza para
hablar de ella?
Porquè todo en su mundo es siempre insuficiente.
Siempre es mortal.

El poema es un reloj.
Un pàjaro que recoge colillas.
Una tribuna que desnuda un aposento de miel en la
cùpula de un àrbol.

Lugar donde la soledad en el amanecer se convierte
en un himno.

En un desesperado y lucido paraguas.







miércoles, 11 de septiembre de 2019

Pretensionalidad Cognitiva




Yo escribo sobre el misterio cuando hay 
posibilidades y logro posicionarme ante el que me toca.
Eso claro està puede ser un delirio porque
es probable que sòlo yo lo vea.
De ser asì implica un extraño problema.
-una falta de lirismo es todo esto-
Conduce a un transtorno cognitivo-conductual con el que
atravesarè ciudades y parques.
Còmo saber si es el misterio que me toca o es algo que 
mi yo ha inventado.
Còmo saber si todo esto no es nada màs que una
duna o un oìdo. Una tribuna.
Un lento soplo.
Y..
Acaso no es una pretensiòn creer que hay un misterio
paralelo a mi vida.

Mira, los pàjaros no han despertado de las ramas
asì que el vuelo no lo hecho de sus alas.

Contempla el ùnico dado que dios arrojò esta mañana
a las cosas. Por lo general es màs de uno.

Yo escribo porque es inevitable que los objetos me
hablen lo cual es otra pretensiòn,
Una carencia de lucidez.
Una irrefrenable cantidad de vivir sin hacer nada.
De enumerar capitulos que casi nunca son relevantes
para el desarrollo etico-estètico de mi vida.

Serà suficiente una vida para tener la visiòn de ello?
Bastarà ese espejo que parece un navìo
o esa suerte de graficar abalorios
porque la primavera une su voluntad ahora que
el invierno anhela otras catapultas.

Yo escribo del misterio.

Y lo hago porque el misterio no lo sabe.












Breve el Crepùsculo




Breve el crepùsculo en esta mañana.
Breve porque se encuentra en mi memoria.
Semejante a imàgines que se suceden una a otra en la mente
y que no me acompañaràn por mucho tiempo.
No son como aquellas que viven en la realidad.
Allì las imàgenes no pertenecen
al tiempo. No son como los pensamientos.

Mìstica la ceniza. Tambièn marginal.
Lucida entre lo irracional. Con presagios que vuelven
de la sepia y los exorcismos; ventisca separando la
hojarasca en el pavimento para que cada una 
logre encontrar su camino. No la verdad.
Tan solo su camino.
No su destino.

Nada màs el lugar a donde una noche llegarà su alma.



El Universo Tan Real




En este instante el mundo parece màs real.
Por lo general percibimos lo contrario.
Què clase de lugar es la existencia donde se agita
algo tan extraño como el dìa y la noche.
Porquè el pensamiento encuentra cabida allì y no 
en otro lugar.

En este momento en que sin geografìas ni pàjaros
descendemos a las oraciones con algo de
magia en el pecho.
-el latido es todo lo que nos da en esta aurora el
corazòn -
La composiciòn de las raices desplaza el espacio que
pertenecìa a la tierra. Botànicas superficies reculan
en un àmbar de elixir espeso donde
las ciudades se forman.
Desde una indòmita latitud lo reconocemos.

En este instante el mundo es màs real.
Los mares regresan a la memoria con vocales que
habìamos olvidado y con la cuales formarèmos
otras palabras.

Algunas se elevaràn desde aquellas que en
la penumbra se construyen.

Y otras aguardaràn entre las sombras.

No hay ninguna tragedia ni drama en ello.
No hay idilios ni voces heroicas en el lenguaje que
duerme o espera ser evocado.

Es nada màs una manifestaciòn de la nada.

Una de las tantas con las cuales volvemos
a representar un papel en el dìa.

Ebrios de inùtiles astrologias.

Y collares gigantes.






martes, 10 de septiembre de 2019

Niño con Cràneo en una Chimenea





En el interior de un circulo una piràmide.
El hemisferio azul-cultural raso en ella.
La historia del amor en la superficie de un cuchillo.
Uno formado por cristales de arena.

En el interior de un circulo donde no hay 
peregrinaciones mas que a lineas oblicuas o perpendiculares.
Donde no hay reencarnaciones.

Muy cerca de un mòlino de barro con hèlices de zinc
que desembarca. Que mitiga o soporta
coreografìas de caos semejantes a las del hombre cuando
descubre su reflejo. Es realmente el que nos 
devuelve un espejo el que se halla en nuestro rostro?
Es aquel que nos devuelven otros ojos el que llevamos?

Pàjaros de acrìlico en las chimeneas diàlògan con un cràneo.
Por la mañana el mismo cràneo era paseado en las manos
de un niño.
-la condujo a aquella chimenea-
Cuando se le inquiriò al niño sobre el mismo èl hablò
de metafìsica.
Sobre escenciales movimientos que rozan los cabellos
mientras recogemos medialunas.
Son escenciales porque no significan nada.

Por lo demàs yo seguì con la mirada al niño mientras 
trepaba a la chimenea en esa mañana.

En el trayecto

-un tanto infructuoso-

Siguio hablando de metafìsica casi gesticulando.

Sòlo que esta vez lo hacia para si mismo.




lunes, 9 de septiembre de 2019

La Aldea Violeta





El hombre es sólo una luna.
Un tímpano mediterráneo que cruza la calle.
La aldea violeta que corona un lunar en
el labio inferior.
-cualquier labio inferior-
Esa noción alquímica de mi pubertad.
-la más desconocida-
Un árbol que atraviesa la noche en los impulsos
del viento. Un pájaro que construye su casa 
en el deseo. Una mutación. Una amapola.
El corpúsculo que con la ayuda de la gravedad
presiona la arena.
Una habitación recorriendo la brisa o viceversa.
El nombre antiguo pero no lejano de toda acupuntura.

El hombre es esa soledad con la que reconstruimos una hoja.
Un dibujo en una superficie de cera donde 
van en estampidas los juguetes.
La energía ideal construida por la razón cuando sueña.
Cuando describe las reencarnaciones y en un planeta
mordemos prófugos y rehenes.

El hombre es un zoológico de sal sin inútiles prodigios.
Por la mañana ofrece a sus parientes una liebre.
Un sentido que reporta desasimientos y coherencias según
los desembarcos. 

Una caligrafía.
El subterfugio compartido por una sombra en el miedo.
Lo inasible desde lo heroico con una pústula
de calcio en el corazón que lanza sus palabras en la distancia
que separa un latido de otro.

El hombre es esa distancia mínima.

Arrastrando a veces cabelleras de odio.








domingo, 8 de septiembre de 2019

Constitución de la Multiplicidad





Entiendo que la poesía pueda ser celeste.
Que su sudor pueda en una que otra ocasión ser amarillo.
Incluso creo en sus mejillas pero no de modo
cristiano. Puedo creerlo así nada más o formando su
opuesto. Es parte del lenguaje cuando se entrega a
la vida. Los riesgos son los mismos del alma
cuando regresa a la existencia.
Y las afirmaciones que recorren el aire
poseen un estribor en el pecho.
Un enjambre que preludia su hongo marino.
Un álgebra que cruza la nieve
mientras los dinosaurios que conocimos vuelven
a reconocerse. A saludarse. A dejar un poco
de saliva en la piel sin que podamos
evitarlo. Para eso suceden las cosas.
Los eventos.
Los sucesos primordiales y aquellos que
están compuestos de barro mientras, mientras un
horizonte dibuja el sentido más ardiente de
lo remoto. De las corolas transformadas en distancia.
En génesis y diluvio a la vez.
En intemperie que ha caminado con nosotros por
todas las veredas enseñándonos un poco del frío
pero no todo. El invierno es celoso.
A diario hace tratos con el pavimento.
Comprendo esta ráfaga.
Esa que en la inmensidad se desprende del
corazón con múltiples batallas.
Sí. Cada uno tiene sus propias heridas.
Y hay aquellas que formamos al lado del otro.
Y hay otras más remotas todavía que
tienen que ver con la ciencia y los ensayos.
Con la estadística y el pelo.
Es parte de la belleza y la belleza es un dolor
que mira las ciudades para involucrarse
de manera femoral y cronológica
mientras dios va develando las razones por
las cuales podría regresar a este mundo.
Y nosotros.

Nosotros mirando la profundidad de la noche.

Creemos que nuestras preguntas y respuestas lo saben.

Memoria




Las constelaciones. 
En dónde se encuentran sus palabras?
Por cúales orillas de la playa descenderán hoy sus reflejos?
Estarémos allí cuando ello suceda?

Las efigies. Repetirán nombres antiguos tanto como
los modernos?
Saldrán a la hierba buscando interrogar una célula?

La astrología del embrión. Sucederá en el aire a 
los cometas?
El peso de una palabra será el mismo que el del 
cuchillo?
Todo nihilismo -sobretodo el estético- encontrará
a una pantera?

Te podré decir -casi demostrándolo- que el pájaro
es de agua. Que no era cosa mía. Que la relatividad es
un arpa donde sueña la transparencia llegar
a sus cuerdas para convertirse
en sonido.

Qué atmósfera tendrá que desfigurar para que ello
suceda. Qué planos de anilina.

Las constelaciones.
Tal vez pudiera ser feliz si alguna por la noche me
contará la historia de su llegada al viento.

Pero eso murió con el primer hombre que lo hizo.

Ese hombre no tuvo tiempo de convertirla en mito o leyenda
porque jamás la narró.

no fue guardada por ninguna memoria.





sábado, 7 de septiembre de 2019

El Pensamiento en la Arena





El pensamiento duerme en la arena.
De nuevo su sueño y yo estamos solos.

Dada la inercia se abre una consulta.
Un niño es crepùscular y roe un tono de granito.
La inspiraciòn sospecha de la inocencia.

El presentimiento es un niño con muchos
caracoles. El viento toma la arcilla que emana
de un huevo. Una corola asciende del interior
del ambar.

Un rinoceronte arrastra una fogata.
Un aeroplano olvida en su memoria una carta.
Habìa un pròlogo en la misma que ungìa
y respiraba. Que se mimetizaba en
los cofres. Una dimensiòn con transparentes 
cuchillos edificados por los dirigibles.

La sed evalùa la trayectoria de una copla.
Lo voraz colisiona con el vacìo y en una expediciòn
a marte la masculinidad rota.
Pervierte.
Ingiere profanaciones.
Dìsticos. Sìlabas que entre mares de carbòn
esperaron la nada.

Aproximaciones para una quimera en mi boca
que regresa de los arquetipos.
Parpados donde la memoria es una imagen opuesta
a la realidad en todas sus formas.

Una imagen con la cual empieza el mundo.

-es todo su conocimiento-

Oprimido por luminosos desengaños.



Repertorio Mitològico





El viento recoge un àtomo.
Digamos que el mismo encierra un tropo.
Que el invierno allì tiene la mirada de un navìo
con señales de nieve. 

El trazo regresa del
infinito para partir de nuevo.
El tiempo es un pàjaro que cuelga del alma 
incrustado en la rama del àrbol.

Una palabra termina los andenes y un xilògrafo
bucea entre repertorios mitològicos.
La sal en la arena por ejemplo.
Un palacio de escamas en el deseo.
Una pèrtiga donde el polen humedece las cosas.
Claro. El polen es tambièn la lluvia.
La espuma que escapa de la ola para continuar
su viaje entre las ceremonias.
El invicto sauce en el pico de las àguilas.

Diarios de algodòn en las veredas
con actividad de algas oficiando ritos en
la penunmbra de las calles.
Verosìmiles retratos de dios jugando con el
diablo a los dados en el interior de una horda.
Voceo de un parpado en la hojarasca 
mientras aquello 
contemplado por la poesia devora 
màscaras de agua.

El viento toma una ceniza.
La barbarie asimila el granizo y la velocidad.
Alrededor de las siluetas el mundo es una paràdoja.
En los himnos se bate un sueño como
una rebelde bujìa de luz.
Entre crucifijos tensados por los abismos
una aurora construye una efigie.
Una urna.
Una corporaciòn.
Un estadio sintètico donde lo posible vibra
igual que un paraìso.

Dirigiendo la distancia siempre hacia 
una lampara.

Emitiendo en lo màs profundo de la noche 
inutiles destellos.






viernes, 6 de septiembre de 2019

Incursión Lunar





Así en la orilla el rostro de un ángel que duerme
o vomita. Un ángel que ha memorizado el paraíso.
Lo recuerda encerrado en el corazón de un hombre.
Una prueba de ello es el latido.

En el infinito una libélula que jamás conocerémos
habla del mismo como de una
maldición.
Y no se equivoca.

Los latidos desplazan por la mañana el cuerpo en 
el cual habita ese latido.
Se dirige a una esquina.
En el mismo esperará un autobús.
Su tez amarilla.
Sus ojos como tres astros tomados alguna vez
de una incursión a la luma.
Su iniciación. El anhelo por observar martillos
y ciudades disecadas.
¿Cómo es que podemos movernos en ellas?

El espacio medita o tensa.
El espacio con un exorcismo de pájaro o niebla
junto a mi única linterna encarnizada.
La que conozco.
Aquella con la que desciendo o las cosas
inutilmente se inspiran. Miran un alfil.
Un torreón. Una atalaya con otro tipo de resacas.

En una forma de desembarco los pliegues en la 
orilla muestran un diminuto brillo en sus puntas
La resaca al arrastrarlas profiere que vivirán
sólo un instante.
La creación es ahora una tribuna.
Una logística inútil.

Así en la orilla porque pudo ser en un plano
de brea. En una constitución.
En un aparejo donde la ley desfigura el viraje.
El coloquio sin imaginación de nuestras
entrañas.

En los círculos de un pubis de cisne.







miércoles, 4 de septiembre de 2019

Constelaciòn de Virgo





Es un dìa que se encuentra en medio de dos.
Su constelaciòn es de virgo.
Sus nùmeros estan cifrados en el 4 y el 7.
Por lo demàs el sol quiere salir, pero la niebla que
lleva la humedad en el hemisferio de Lima es espesa.
Parece una carga. Es lo ùnico en que se asemeja a
una cruz.

Un dìa al cual pertenecemos en forma y fondo.
No es lo mismo que apariencia y realidad. No es lo mismo
que el pàjaro en la rama y el mismo pàjaro cuando
se abisma en el aire. El aire es un conjunto de abismos
que sòlo pueden ver y enfrentar los pàjaros.
Ellos tienen alas. Ellos
saben como.

Metafìsico y plural.
Arquetìpico en el reconocimiento de los objetos.
Nuclear en el significado.
Tù duermes sobre una corola lo mismo que un àtomo de
polen lo cual significa que tarde o temprano
despertaràs.

La vida y la muerte danzan en las sienes de los hombres.
Las entrañas de los castillos son devoradas por los bùhos.
Entendì muy temprano que habìa un lugar en la calle.
Sometì los poliedros que colgaban de tu saliva.
Ofrecì lo que quedaba del invierno a los flancos de
tu sudor donde se agitaban crepùsculos de poesìa.

Imitè a algo astral mientras tomaba asiento.
Escupì sobre la quiromancia y al poner atenciòn a uno
de los tantos metabolismos de mi estòmago pensè
en el pan. En la avena.
En la mantequilla untada en esos panes.
En el reloj de miel para que se desfigurado en mi boca.
En todo eso que llamado como desayuno
se ha hecho en este momento proteìna en mi cuerpo.

-teòricamente hablando-

Las cigarras cantan.
Las hormigas enumeran.
Es un dìa donde las cigarras cantan y las hormigas enumeran
por una especie de racimo que no nos perpetua.
Lo perpetuo. La eternidad es un instante descendiendo
por el rostro de un muercièlago.

El amor es mi ùnica estrella.
Mì ùnico rehen.
La complicidad con que sostengo mi sombra.
Y el delirio. El delirio es una puerta hùmeda llena de ladridos
donde suceden  las cosas.
Donde los eventos parecen pertenecer a los labios
porque esa es la superficie de la cual emanan las palabras.
Algunas palabras necesitan que se abran o
cierren para formarse.
Algunas palabras.

Es un dìa.
Uno en medio de dos que ha capitulado.
Que mira los objetos porque todos no son mas que regueros.
Perìmetros de àngeles que conforman en la brisa
un anèlido. Un estar aquì con solsticios
y racimos

racimos de madera donde el encantamiento suspende
una gota de sangre.










lunes, 2 de septiembre de 2019

El Rigor Purpura





El sol despunta.
Hace unas horas era un ser esperando
sobre la arena. Lo observa
un pàjaro suspendido en un craneo.
A mì se me ha dado por escribir de ello.
Nada màs.

De las mejillas de tal pàjaro cuelga un suburbio.
El alma del mismo es astrofìsica.

La corriente trae una sensaciòn de vapor.
Un vapor que busca el lenguaje.
Que ha imitado el deseo para convertirse 
en palabras

son palabras irreconocibles colocando un 
lenguaje de vidrio sobre bòvedas celestes.

La barbarie en ella apunta a inutiles
levitares. No son reencarnaciones.
No son parapentes viajando en los hocicos 
de los perros ebrios de extraña alegrìa.

Cierta brisa navega entre los desperdicios
con lucidas ventanas en sus ojos.
Las estrellas grafican las calles donde alguna
vez llegamos a los significados.
El tuyo en ese entonces se encontraba en
un cometa.
El mìo no es una via-làctea que nunca aprendì
a devorar.

Un planeta se detiene en las puertas
de la penumbra y otro atraviesa aquello que
se encuentra un espacio mas allà. Posee
el nombre de oscuridad.

La oscuridad entonces muestra una catedral.
Un castillo en blanco y negro donde el alfabeto
desciende. Donde las cebras escriben en
los troncos de los àrboles
de esa hermenèutica
cuyo amanecer en los àngulos de una casa
evalua el rigor del purpura.

El sol despunta.
Semejante a aquel leopardo incandescente 
en uno de mis sueños.

Uno que no tiene ninguna relaciòn con este
texto.

Eso es absoluto.