domingo, 30 de marzo de 2014

El Dìa







El dìa es cuervo.
Eso en sentido direccional.
Aprieta bruces. Reclina làtigos
Es ritual.

Pantomìnico como un tigre o el desprecio
de una segunda palabra cuando ha dejado caer la
primera en la oraciòn y està en la historia de la saliva hallar
nuevamente la complicidad de una estrofa con el poema.
Ahora debe empezar a convertirse en sonido.
Tal sonido serà el.
Serà dìa.


Asi es como empezò su poema.




Guillermo


Momento







Tal vez en ese movimiento se creaba la luna.
No pensaba en ello ni las caidas de vidrio en las frentes
de un monje, dispersado por evanescentes grilletes.
Yo habìa leido esto en algùn lugar de la tierra
decìa el espìritu, pero sòlo hoy me decidì a escribirlo.
Yo habìa dejado que el corazòn tensara un sonido 
con el cual la tierra pueda defenderse. Sentarse 
en voz baja con una clarinada silenciosa
en sus labios, como las que llevan sus
raices debajo de la hierba.

Y siendo paleontologìa del àtomo, en cada aurora
el libro o el poema que tocaba, volvìan a escribir con
su parte de barbarie o abominaciòn, con su peste de gasa
y luminosos cementerios de eter en su hocico
despertando hacìa una hoguera de mimbre y sì, hoy
el sol es otoñal como el cuello de una virgen
que sube los peldaños de una cruz hermafrodita.

Tal vez era tambièn ciego - por pedazos-
No conocìa el nùmero de los hiatos vagando por
el infinito, ni la manera en que la gravedad
me era agreste, el rìo de la premoniciòn donde la
nieve inseminaba el culto al frìo de la naturaleza,
en uno de los momentos cuando los nombres
surgen.



Guillermo 


sábado, 29 de marzo de 2014

Sìlabas



                                                                               


Vivimos en un poema, pensando que la silaba
puede recorre aquello que buscamos.

Pero lo ansiado no puede siempre recorrer con
la misma intensidad del lenguaje una silaba.

Cosas como esas suceden más allá de la gramática.
Más allá, en mundos que son innombrables.

Y a veces los aludimos por miedo a ser incandescentes
y hundirnos más en una palabra.

La palabra es todo lo que ronda nuestras cosas. La 
palabra es el lugar por donde caminaremos.

Y veo una silaba separarse de esta historia de 
vidrio para subir al árbol, polarizada y pura como
un sentimiento.

Eso dice el sentimiento para que el poema lo deje
como ejemplo en este mar sin agua.

Pero tú y yo.

Conocemos que ello es más 
cínico que la silaba, al recorrer lo que reciprocamente
anhelamos.



Guillermo


jueves, 27 de marzo de 2014

El Linear de la Tierra






Ha escrito en el fondo del espejo como si sólo
el mismo pudiera devolver las palabras. 

- tal espejo rotaba en la naturaleza-

Montó en guardia en una frecuencia
donde la intensidad llegaba de 
las grevas.

Nosotros -como él- hubieramos arribado 
también a la luna, pero somos más fragiles y 
el viaje era solamente de ida.

Decidió que el adjetivo fuera pleonasmo
del exodo al remontar un pronombre y admitió
en residuos como el talón que el pigmento
encarna astronómicas practicas de 
vicepresidentes.

Llevó cursos de oratoria entre los nibelungos
y conceptuó el volumen del biceps
y la providencia.

Recorrió el máxilar, anduvo en las bovedas
y sostuvo en ellas que la luz es palatina u orbita
del rendimiento según la molecula, después
del clarear de una refriega.

Invitó al orgasmo a reconocer el conjunto
que se hace milenio al recibir una estocada.

-una dimensión de peninsulas respirabas aún
en sus sienes-

Yo lo conozco por los àrboles y el planteamiento
del vidrio, lo conozco por un aeroplano sembrado
en el hierro.
Ha escrito, sobre lo trashumante que se puede ser
llegada la fascinanciòn. Afirma que una casa
es sólo la consecuencia del rumiante. Poderoso y frío
como luces extraordinarias piensa que
ello crea una botánica.

- pero no es asi-

Su economía la basó en datiles ornamentales
de pavimento, con ellos
defendió el subdesarrollo del pilar, en un
estado literario como la versatilidad y el aspaviento.
Aquí volviò nuevamente a lo tectónico.

Sabía que el ostracismo degenera en planos de
mesenterio, donde la vida huye entre otros 
peritoneos.

Despidió ese regimen con una piedra en los dedos.
Antes de ello incrustó un dado en cada mano
para retar a los dioses. Escribió; la modernidad
sigue siendo algo teológico en el fondo
de las tizas y los espeleologos.

Y ningún hombre observa aquello que línea entre
sus propias tierras.



Guillermo paredes

Las Encrucijadas del Velamen




El arcano pergamino junto a lo volatil
camino al secreto; la experiencia
es nuevamente el animal
de la uva.

El fruto de mango corta la niebla arrojado por
alguien.

Invisibles heridas que vuelven a absorver
el yelmo del estrèpito.

Otoños sin encrucijadas beben la humedad
del pañuelo; algo recorriò ceremonias de lagrimas
dormido en el velamen.

Recoge un boligrafo la emociòn de uña.

El iniciado fuego es rosicler de alevin frotando
al amanecer una nave.

Unciones de serpientes.

Amaneceres donde el lenguaje avisora 
muestras de desencanto y en ese transito
del sardinel a la vereda brotan adioses y advientos.

Vuelven a ser vulnerables los cerros en la
melodìa del gallo.

La buhardilla y el origen de la fiebre, asomandose
sin premoniciòn a un enjambre.

Fabricas de piedras en los labios juntan nuevamente
carbones.

Nadie nos hablò de las entrañas de un cerro.

Nadie nos enseñò la rosaleda donde
morìa la linea de la orgìa.

Nada nos dijo que allì es envuelto el sueño
por si mismo.

Cada quien en este universo aprendiò junto
a un venado que ello dormìa entre las liebres.

Bajo linajes de gallinazos y de oxidos.



Guillermo


El Muerdago del Sudario





Alguna hoja de sacerdotes.
La silaba buscando
una triangulaciòn en el hecho.
Providenciales informes que llegan desde
el pulgar como dociles frascos de hologramas
sobre una mesa, donde la alquimia es
moderna, màs no para la mistica. 

Ambiciòn que respira entre virgenes pasos
que una huella borrò como una isla en un oasis
donde el viento trepaba junto a sudarios
de piedras formados por el mar
durante siglos
ahora que observo el traqueteo de una ola
mientras las gaviotas abandonan la bandada; ese
lenguaje incomprensible en la atmosfera.

Gotea el esplendor su ciclo entre la madreselva;
imagenes del muerdago nuevamente en 
la memoria, como si una puñalada
de trueno tocara una mejilla de niño, la balada 
de aura en las legañas, esa que tuve,
aquella que como un mastil de eter
piso las reencarnaciones y
los sucesos como quien
escupe una noche
en la soledad y su magia.

Todo el maleficio de su magia en el universo.



Guillermo


Epifanìa del Viento







Escribe por casas o empirismos.
Deja el atlas para que encuentres lo anatòmico
lo ùltimo es enciclopedico y fugaz como
los terminos que fabulamos en
una biografìa
bajo primaveras como el riel o los tranvìas.

Recoge celulas
Toma cadenas pero no muchas, se excesivo 
pero no concretamente, descubre pinos,
camina por teoremas de dioses y encuentrate
con lo màs sincronizado que puedas ser
con el mundo; una soledad que pruebe su
latigo debe responder a esto.

Pide oràculo al diablo
- es menester caminar por el infierno-
No es que los cisnes se equivoquen; tù sabes
lo que van decirte.

Intenta morir como las hojas al caer de las ramas; 
siempre de otra manera, la naturaleza
lo ha dispuesto asi, pero no
para convertirlo en poema, es otra poesìa
simplemente, una para la cual no estàmos preparados.

Lo que antecede lo percibo pues
he intentado competir con los osos.
He intentado hablar con la inspiraciòn
cuando la mente baja hasta el temperamento
llena de birremes.

Fortalezas que sòlo duraràn el paso que das
por la vida.

Ese paso que està hecho de tantos y al cual llamamos
necesidad o existencia.

Por ello me reitero. No escribir por casas o
empirismos. Envilecerme en un retrato 
que supere la boca cuando determina
la supersticiònes de mi familia
digamos.

Y desde ese significado encuentre
un absoluto.


Guillermo paredes

Poema






Todavía el mar. El resto de la tierra borrando
su intensidad con él y un después del grito bajo
el papiro.

Aún los alamos con gruesas sepias
y sauces donde el tordo cae del árbol y nuestra
educación nos lleva civilizados al lugar
donde la naturaleza empieza
ofreciendonos la educación 
del sacrificio.

Poética la muerte - escribe el gemelo-
practica entre la enramada antes de enfrentar
al hombre.

Politica la muerte, más no demagógica.

Largos plasticos de otra iniciación se anuncian
con los persas.

Lazos de ozono y helio juntando aguardientes
en las colinas; miserable el sol del arpegio
declinando el lumen cuando vuelve sin que 
esto sea un retorno.

Y entonces un apogeo tantea la soledad y toma
en circulos la estrategia de una sombra de puma
en una galería al cerrar hilos donde el mal
agita un ensayo de flores, una particularidad
de cisne que vemos agonizar a diario: dérmico
como la multitud, infierno solitario de la vereda
a la lengua, mueca de tornos impregnando
nuestra palma de grasa.

Anguila de un poliedro que seca
un sudor con las orillas.

Allí un todavía, el aún, el orificio occipital
de una casa donde se unen adolescentes
a juntar pisadas y todas vuelven
a nosotros.

Para formar una estela y su camino.



Guillermo

Los Adjetivos de Ella







Duerme sobre un azulejo.
Ha sido vista por un mito, el cual despierta
cada segundo en su cabellera. Tal mito posee
menos edad que sus cabellos, asi que es dificil anidar
en él. Sobre todo cuando no tenemos alas.
Cuando no podemos abstraer el tiempo.

En lo que a mi espìritu concierne conozco
la astracciòn del tiempo segùn la
inpiraciòn y el arte de los
dinosaurios.

Deja pasear su espíritu en el diluvio.

Los tallos que florecen en sus manos
provienen del cretaceo. Creo que hay otro tiempo
en su cuerpo ebrio de volcanes y morgues.

He visto el ascalofrío de las ballenas en su rostro.

Las heridas de un arnes como un verano sexual llegando
con una boina y citando hechos como 
la fobia de los druidas.

En sus ojos se visten de verde los halcones.

Esos ojos donde insurgentemente
los ríos y la sangre convergen buscando una
fragata de cuello.

He leido en su escarcha; un navío con pubis
de altamar es el universo con escalas
de multitudes donde se bañan los presos
y también peces amarillos.

Tiene labios puntiagudos como una fosa.

Lleva fosiles en sus sedimentos donde 
la apariencia deja de ser diamante.

Posee el enfasis del mal en su inocencia y
conoce la metamorfosis de la idolatría.

Ella es un ave de oxigeno planenado debajo
del oceano.

Un mistico fervor de cavernas es toda su
fiebre.

Acontece, representa esas epocas pero apenas
lo intuye, parece que es una especie de sabiduría
después que transgrede los salmos.

Cultiva olores.

Cultiva piedras que resucitan.

Látigos sin fé que se reencarnan.

En un sueño está trazando valles de manzanilla
todavía adheridos a la hiedra.

Ella es una saeta de puñal que desciende
acompañada por las venas de una
eliptica.

Es una superficie. Una coherencia absolutamente
de muerdago que destruirá
los horizontes.

Lleva en sì esa carne que es devorada por el deseo.

Donde el universo muere irremediablente.






Guillermo paredes

martes, 25 de marzo de 2014

Providencia








Era un vacío con el nombre del mineral.
Era la construcción de un puente por una araña
en sus hilos, un puente que por momentos
podría sostener una vida, por ejemplo, hablo
de la mía.

Era.
Una calle inteligente que no necesariamente
es crater de la poesía, el asunto allende a la
ponciana y las herraduras pluricelulares; esas 
con lámparas modernas.

Era el farol de la aquiescencia vestido por el 
modo.

Había un menguante que vuelves a calzar hoy 
que las escenas en las que vivimos
son de petroleo.

De laminas ocasionalmente con la imaginación
donde no lograrán perpetuarse; luego la busqueda,
el espinazo social, el matiz revolucionario del linaje
en el oxido tocando una imagen.

Los secretos que posee una brizna.

Cuando mantiene un suspenso que sólo lo divino
mantiene en el viento. 

Y la providencia deja morir en él.



Guillermo paredes


Cofradía de la Carne






Hemos despertado con este viento
en las manos y sin saber què hacer
con su existencia llevamos la misma
por la orilla.

Pensàbamos que un viento màs grande
llegarìa del mar para reclamarlo y asi formar
sus olas o alguna cigarra, para crear
su sonido.

Pensamos, volvimos a pensar
en las cosas que llevamos en las 
manos -como un viento- que no pueden
ser tomadas por el mar pero sì
por un insecto para regar su
sonido en el espacio.

Despuès de todo esto, nuestro regreso
a la realidad ya no era el mismo.

La ràfaga acercàndose a esta
ceremonia lo decìa.

Y las cofradìas que llevamos en la
carne lo elevaban.





Guillermo Paredes

Cuando Tenga una Aguja





Cuando tenga una aguja.

Y en sus muchos vaticinios no haya a quien seguir despuès
del alma...Por mas que esa alma muera o agonize.

Y su muerte se parezca al pelo.

A la escritura del caballo. 

A los cementerios donde la carne danza. Los que
a diario recorremos con mucho mas cinismo
de prostibulo que verdad
de leprosario.

Cuando tenga una aguja y sus elementos

se levanten de la morgue
con un trino de hierro
que llega con
los cefiros.

Mientras los alfileres en ella sean macizos
al despuntar a la luna mas que a 
los hombres.

Y las conchas donde empiezen a edificar
sus sepulcros sean de niebla, no 
de barro.

Para que al pasar tù no puedas confundirlas
con la tierra.



Guillermo paredes



Telemetrà de una Piastra






La palabra perdida y sea asi sagrada.
Esa de tarde o con los dìas dejando el secreto
en el tiempo de los nombres, cuando
todo sucede entre millones de 
silabas.
Esa palabra que anida en el misterio de
la madera y hoja.
Que sugiere milimetricamente la sensualidad
o el olvido de una metàfora.
Tambièn la voracidad de rastreo, una sed.
Llevando siempre napalm, un pacto con
las enciclopedias o las primeras flautas de la voluntad.
Y en esa palabra mi ser ortografico y orgànico
como el abrevadero, reconoce aùn 
la antorcha y valle de una avenida
donde rozan la brea los planetas.
El grial es tomogràfico ahora
y vuelve a la resina, al 
espigado planetario 
del filo al gotear
donde la escencia del poder
abandona la efigie telemetrica
de un propòsito
donde las manos son turbantes
que dejan de hipnotizar
un himno y el himno recoge del
oceano y la oquedad
sus mandamientos, su respiraciòn 
y esa movilizaciòn de sus aves
las que inventamos como crestas 
fanàticas.

Llenas de espumosos ciclos y piastras
con la naturaleza.



Guillermo paredes

El Despertar Violeta







No hay vocaciòn por los tèmpanos.
Por la fiebre o la desvanecencia que irradia
la espuma.

Ni el territorio encarna la elegìa de un
sobretodo marino en los organismos boreales
donde una predicciòn
borra la nube de su encantamiento
al morir en el aire.

Voces de espinas son corrientes
que hoy maldicen todo espejo al mostrar
un acento, aquel que duerme
entre planes de iridio.

Con diversos segmentos de cruz, sal y 
lagunas. 

Y tuvo pasos de ubicuidad,
fornidos idilios dentro del romance,
el silencioso acto de la linfa bajo
una cantera semejante
al plexo del caballo.

Definiò lo inhospito; era el reflejo
de una soledad con ordenes
de jinetes sombreados por una caverna.

Soledades sin crepusculo
en la violacea caminata de un pez,
el juramento del lecho y el giro con ademan
de radical tornasol, dinàstico geranio
sin cielo, que escupes todavìa
cada noche.

Inutilmente.

Nunca despertamos los violetas.



Guillermo paredes

Poema







He pasado por la boca. Por la cucarda 
y su silogimos.
Con algo anterior al arte y lo nocturno.
En una pua de mimbre
desgastada en el preludio de la puerta,
el llamado
y las notas con faroles que encienden 
el viento
en naturalezas de amarillas lamparas 
o arcas
ebrias de rosicler y altamar como si todo
fuera ciego, despertaban.

He caminado sin una voz que tuviera una
linterna como si el universo terminara y el rol
de los molinos describìa aspas con 
terminos aleatorios
como el sino o el detalle del bulbo
y el rizoma en lo mas entrañable
de la hierba. Còmo.

Finas concentraciones de rituales con
un veredicto, el sol del aguardiente y 
la cosmogonìa
activan el acto coloquial del zafiro y 
es esos
numeros de jade, sucede que brios
y cristales son el latido
de un esperma donde se asoma 
el acido con fuentes sobrenaturales de
encinas sobre el pico de una hiena
que raspa los cielos y desde
un canto dosificando la niebla o 
el oxigeno en orificios de follaje
lo sobenatural amanece.

Lleno de objetos supersticiosos.



Guillermo paredes

lunes, 24 de marzo de 2014

Astrologìa de la Rosa







Ascendèmos a la realidad por espejos.
Exactos en ellos como la llegada del otoño
cumpliendo el ciclo de las estaciones.

Igual que una costra de agua en el vacìo
tomamos la herida de cae del trueno
y es en las manos como el estallido de 
lampos y yescas, igual al romper de veleidad,
al martilleo atroz de un pino en los 
labios, sobrecogiendose en los vortices
que llegan desde la inmesidad acompañados 
por un libro; nosotros lo vimos enterrar
cuidades visiosas, tensamos su espìritu
mientras el estigio volvìa de un sol
que antecedìa a las rompientes; acido
y manchas de negro para la hojarasca,
los elementos oscilan hoy como ese dìa
en una cupula de sacerdotes y lapsos
con un canela aleluya y mas allà
la bolichera era de sangre, si oprimiamos
un poco mas nuestros ojos.

Raices como mayo de una catedral
sin brujulas, el escarlata sin dormitorio 
de los aires, la nube en lo remoto que parece
un hipodromo. Ascendèmos al frìo.
A la compuerta, a ciertos tallo
donde la buhardilla monta
aùn pantanos de leones
para las cebras y nuevamente
serà del labio la jaurìa del himno, el
trapezoide del polen todavìa
desnudo en la corola

Sin haber viajado en el viento.

Sin haber hipnotizado la estela.

Que se arrastra agonizando en las mareas
de la rosa.



Guillermo paredes

domingo, 23 de marzo de 2014

Episodio del Gitano






Un navìo.
La pitonisa que al acompañarlo deja
al movimiento como un trance de grandes entrañas
en las venas.

El precipicio de una mano.


Una corriente.
Mas cerca de su vida, la nuestra abre una 
posibilidad donde el viento vuelve
a sacrificarse en la interpretaciòn y es un legado
que no llega de la atmosfera
ni los rieles rosados
donde
la experiencia
camina en su democratica cronologìa de 
un palacio
en las cuales los hombres despiertan
desde sus leprosarios de 
aceite.


Una rosaleda.
Antiguamente hubiera tomado el episodio
del pètalo en su distancia
y en su angustia, reproducido otoños como
lo hace eternamente en 
un giro los circulos
de los animales
gitanos.

Aquellos que rondan la muerte.

Saben bien que es lo ùnico para comprender
la vida



Guillermo paredes

Rigores de una Daga








Toda platica necesita un titulo.
Un rigor de daga. Un puñal.
Una cabellera de ruinas llena de mercurio.
Una escarapela activando las cosas universales que viven en
sus liquidos.

Y mencione o acceda a la prolongaciòn de 
sus elixires, toda platica debe afrontar que un
nihilismo es diluviano con botellas de éxodos,
donde el calibre de una busqueda es tapir acechando
por las noches con la esperanza
de encontrar un 
uniforme
en las mirras de sus sonidos.

Sus sonidos se hallan como palabras y deben haber sido 
ejercitadas más allá de los opalos.

La educación de las mismas debe estar reñida
a la lava o el corazón del delfín
en un platano.

En el limón o la coartada de lumbre
agitando con temblor un pañuelo.

Un polinomio exacto de acidos.
Toda platica es una reunión de ejercicios
que dan paso a la niebla.

A los dequeismos y sobre todo al 
eco de una oración que cruza el babor de la
sentina.

Todo esto en un amanecer que antes de dar
paso a la aurora, lo hace al frìo de las trementinas.



Guillermo paredes

Destino de las Liebres y los Perros






No sè què origenes son los de la rueca, hoy que 
los observo, que ayunan y muestran el ombligo 
de manera que los pièlagos
son a la vez horizontes.

No saber si en el zumo de los dados, el elixir
deja de ser alternativo al espectro y el
fantasma corrige el espacio 
en cuyo manto invisible
algunas tropas 
como husares  y dragones dejan la nieve
porque en ella
se liberaban profundas palabras.

No las verè jamàs. Ese es el primer recuento
del trato ortodoxo y pleno con las cascaras de mi
vida en relaciòn a su existencia y cromosomas.

Tener un alma como apariencia
y personalidad de un bulbo donde rompen
los galpones la escena cuya prueba canta
al simulacro donde epistemes o lirismos
son fraguados, caminando
un poco màs para sostener este 
compas, ese trato con el 
tic-tac en la sangre
o el interior
bañado por el veneno de una
liebre un amanecer de neologismos.

Pero la liebre no va detras de los

neologismos.

Su destino es ser perseguida por los
perros.



Guillermo paredes



El Meditar desde el Farol








He meditado en el carnicero al
lado del farol.
Conminado a una imprenta
de pocas cosas entre las madreselvas.
En sus teorìas de muelles 
o plantas, respirè
organizado por
un sino.
Creo que asi se cose una boca
a otra.

Basado en bolicheras
puedo enteder que los universos
se balancean tambièn
sobre el agua
y es evidencial como la
manifestaciòn del solsticio
- por decir-
camino del oido en la voluntad
de una morgue.

Asi empieza a deslindarse 
lo esceptico del tiempo.

Un tiempo lirico como el torpor
o lo acucioso.

Vivì en una cabeza cediendo
a la belleza del alga
y busquè en libros de acupuntura
mi relaciòn con un espirales
donde bajaba
desde un nicho el torbellino.

Anhelè vortices, desertè a la 
herradura con la lengua consanguinea
o la felicidad de los tròpicos
cuando crean inteligencias
desde el sudario a la
mesa 
con salmones enredados
en volumenes de cera
sobre la imagen o la
cabezera que es inspiraciòn
de las tardes, donde siete cabezas
reconocen un virgo azulado.

Uno despertando en la estela.




Guillermo paredes

sábado, 22 de marzo de 2014

Poesìa





Sentirse en una cavidad sin aprendizaje alguno.
Sobre el prejuicio de la teorìa o sin ello.
Detràs de trotes que no pueden lamentarse.
Sentirse amarillo como un heliotropo.
O beber de la estalactita la ùnica gota de agua
que dispuso la naturaleza. Saberse sobre una
garua con una ilimitada lluvia de tulipanes
como si los jardines no sòlo escondieran 
un caracol despertando sin la necesidad
de un paradigma; tambièn el solsticio que
està en un gràfico se mueve alarmado por las
serpientes o la primavera de una leyenda
que era sobretodo primavera. Despuès,
si queremos, estàn algunas cosas. 

Vivir como una aceituna o caminar por
la calle herido por una pasa. Tomar un nocturno
que relampaguea citadino en el momento
del ficus cansado de la plenitud o el
oriente de la circunferencia. Esto ùltimo existe
con un craneo donde la experiencia sabe
que volverà a la idea con narraciones semejantes
a hilos dotando tormentas de sobrenombres
de pseudonimos como los que llegan desde
la barbarie con una espoleta de orilla en
el rostro.

Porque es la orilla finalmente y su espìritu
de arena quienes definen nuestro nombre.



Guillermo paredes

El Absoluto Tuyo






En este dìa de elasticidad, la coyuntura camina hacia ti.
Lleva ademàs sobrenombres y plasticidades de tallo.
Escepticos confines sin habla.
Segùn ello quisiera decir que me quedan sòlo 
hermetismos.
Y ello es ardiente y testimonial desde el relato
de los dramas. Desde la tragedia del significado sin
un clarividente. Pero ese es otro citoplasma.

Y el dìa es plastilino. No es ardiente pero
sopla por la noche tocando el significado que sigue
al significado, con la coyuntura que eleva 
un farol. 

Tal coyuntura camina hacia ti destruyendo
falanges, deberìa pertenecerte pero se aleja
para evocar la tierra.

Y yo. Absurdo màs que extraño pienso por
un instante que esa distancia
es la ùnica para tocar 
el universo.

- el sentido de mi individualidad percibe que
tambièn me pertenece -

No es asi.

Ese absoluto es tuyo.

Sòlo la maldiciòn de estar solos es
nuestra.



Guillermo paredes


Vuelo de la Mariposa en el Instinto






                                   





Nos llama la atenciòn el metal de los puntos.

Tambièn lo funesto con su deletrar de 
atomismo.

Algunos saqueos con derecho a reglajes.

La rueda cuando no vuelve a girar màs que
en el alabastro.

El deseo porque no logra explicarse a si 
mismo.

El enamoramiento de hoplita junto a la
persecuciòn de una mariposa.

Aùn no existen las alas para percibir sus 
silencios negros; lo he visto en los vidrios azules
con que tomè la noche sin remordimientos,
pero lleno de escrùpulos.

Nos conoce el miramiento dentro del pasadizo.

El latido procesado por ningun adios divino.

La conciencia de una fuerza que bebìa el
hemisferio como el postrero cadalzo que 
nos resta del granizo.

- antes de este lenguaje, el equinoccio era sed
de cadenas y puentes-

Nos llaman la atenciòn, las anatomìas y nauseas
conservando una doctrina.

La regiòn donde el lìmite toma enmiendas
de frondas lunàticas.

La esquirla de grillete devanada por
los profetas.

Por la sarta donde un neobosque silba
a las piedras.

Nos llama la atenciòn la inteligencia si
es que ayuna.

Y puede ser maleficio si canta como un 
escalpelo.

En la astrologìa de la perpetuidad y la 
balada del instinto.


Quebrada entre las mancias de
la hiedra.


Guillermo paredes



Escollera





He dormido hasta hoy con las cosas mas sutiles.
Una hipnosis, un taladro; la saeta de liebre en 
las coordenadas del trebol tomando un menguante.
Tal menguante caminó a la constelación con
utensilios de parafernalia y goma, con cabelleras 
de plastico. He dormido, pero ello es un decir
y percibo al presagiar que todas las cosas dejan
el ficus o esa represalia que la voluntad toca
en el alambre donde el sueño cuelga un espejo.
Tal espejo es consecuencia de mi sueño, empero
los lirios por el atardecer dejan su camino al
ser arratrados por la corriente - por aquí pasa
ahora un cometa- y desearía mantenerme como
la naturaleza en una vastedad de frío, donde
las ráfagas traen sentencias de granizo
escondidas en la versatilidad de su saliva.
He dormido: cuántas ciudades habrán salido
del norte pensando que la borealidad en la sal
era un peciolo: cuántas habran situado sus
páramos de carne hasta que el tiempo los
transforme en mayolica en mis cejas y desde
mis parpados un lirio de arcangeles derrama
la visión del mar en mancias de pus desde
mi craneo.

Asi desde nuestra soledad es como nace una
escollera.



Guillermo 

El Manantial de Polvora






Vivirémos como la punta del agua cuando
brilla en un animal.

Cuando las torres de espuma dejen de ser alternativas.

Y posean los ladrillos la oración profana
del libro al amanecer cuando estilizan 
las conchas donde descansa un 
craneo de mirmidones.

- sólo el pelícano asestó en ese plural su vida-


Viviémos, no hay necesidad de escribirlo.

Tratando de organizar la resaca, lo cual 
es absurdo. Sintiendo los huesos de cada avenida
después de ser gastados por la historia. Nunca terminamos
de comprender la historia y algo a medias no puede 
ser escrito.

Creo que estáremos cansados, pero no dormidos.
Ya no tendremos palabras ni oraciones.
Escupiremos si somos idolatras
para que ésta viaje sobre una nube con la
clarividencia que la idiosincracia dota a los muertos
después de haber cruzado la existencia.

-es algo que no conoceremos-

Estructuraremos la ecuación.
El pelo en el ojo.
La circunstancia o el galpón donde el invierno 
vuelve a la espoleta.

Y cada paraje antes de llegar al manantial
emite un mensaje.

Nos dicen que en ese manantial canta
el acido y la polvora.


Guillermo paredes

Mi Conexión con los Eslabones






Nunca he recibido al mediodía en una cadena.

Lo que llevé a lo sumo fue un libro de eslabones.

Tomé mitografías del liquido. Pensé que catapulta
tras catapulta se llega a una gota; no sé cómo.

Además, en una catapulta el sonido es lijado 
hasta no quedar nada más que polvo.

He contemplado su espíritu al doblar la existencia
para que no suceda. Es imposible.

Comoparé en sus pronunciaciones mientras el
universo maniobraba.

Ví la lumbre pasar elegida por las piedras.

Tomé los procesos del equinoccio en
los relojes.

Asome mi cuello al vehículo.

A su megafono y la soga.

Escribí que un astro dificilmente se equilibra.

Los tremulos pactos son ahora mi existencia.

Viví según la escatología más que el poema.

Pero el poema siempre estará allí.

Agonizando para resplandecer en uno de 
los muelles.

Lo dictan perpetuamente las olas.



Guillermo paredes

viernes, 21 de marzo de 2014

El Clavel del Hipotàlamo





Aquì viviò un clavel.
A diferencia del helecho dibujaba otra trayectoria.
La divinidad concibiò ello como un
simulacro, a veces sòlo una maniobra.
Viejas estalactitas formadas sobre una làmpara
nos decìan que aquì viviò un clavel, su respiraciòn
movìa a lo sumo lexicografìas, naves energìa,
hologramas de cemento.

Aquì junto a un monòlogo que al traer en sus narraciones
una fabula trascendìa entre sirgadores.

- debo decir que trascendencia es perderse un poco-

Y tal clavel era nocturno de lado a paso.
El ambito personal de una onomatopeya.
El laboratorio de peces alados sobre una turba.

Y viviò contemporaneamente para pensar a diario en
los iones de una escultura.
Viviò sin dimensionalidad. Viviò como un romàntico
espejo, devolviendo cada tarde al lenguaje
sus brillantes olmos.

-ello creìa el clavel-

Tempanos de ardientes crotalos ahora lo observan.

Vestales de sirgadores en medio de un precipicio
al cual su espìritu no puede llamar atardeceres.

Tenìa una fibra, un mensaje en sus yemas cortado
siempre por una hoguera.

Una poesìa rauda como una morgue.

Hoy evocò ese claver sin ninguna tradiciòn en mi
saliva.

Convencido que gira aùn entre los treboles.

Y los pergaminos secretos de los
hipotalamos.



Guillermo paredes

La Electricidad Roja







Es roja la electricidad.
Sus catalinas se abren escarlatas a la 
espera de un clavel moribundo.
La esclavitud del mar es algo asombroso
en ella. No tiene puentes asi que sòlo la transparencia
mas mortal la atraviesa. Se amamanta en lo que
espaciandose vuelve en forma de arcabuz a la
marea o el ideario de su pelo. Tiene ademàs un sable 
y tambièn un alfiler.

Es roja y a veces es conservada por un nido,
por la atracciòn de la espoleta en una pagoda
por el fresno y la velocidad del frìo abriendose paso
hasta una cueva un dìa de verano en la alameda;
en ella danza un biotipo del hado, el bozal
de dosis boreales en los hombros de
una vida al conjugar rediles terrestres
en la continuidad de la fiebre,
que como un lagarto en la orilla
se acerca para descubrir
si exactamente aquella
electricidad despuès
de tanto saqueo
sigue siendo
roja.


Y lo es.





Guillermo paredes

El Paraiso de la Araña






He salido a mi casa.
A sus jardines y botas. A pesar
que en mi casa no hay parques he salido a ella.
Al paseo cotidiano y mediatico con las luces y parafernalias
que moran en su espìritu. 

Debo decir, que respeto algunas cosas en mi casa,
la isocronìa por ejemplo de las arañas cuando 
tejen sus telas en los àngulos que forman
las paredes en lo alto. Las telarañas
son prodigiosas, preludios de que
otro universo nos antecediò
y proseguirà su curso
suceda lo que suceda.

- al menos el mìo-

He caminado por mi casa.
Se necesitan ojivas de carbòn y mètodos como el 
exterminio para ello, un aire que lleve aminoàciodos;
hay leyes y condiciones dispuestas por algunas
mareas reales para salir por una casa
-sea cual fuere- 
estas son las que determinan las que moro.

He bebido sus paredes.
Sus expresiones aglutinando montoneros en las
alas de una mosca.
Predicciones como el oraculo o la carga de una
procesiòn de hormigas llevando el culto a 
las cosas.

- hay una hilera de ellas que lleva un lenguaje-

Lo percibo en el sonido y el sonido sòlo puede
elevarlo el poder de una silaba.


He salido a mi casa. Tambièn es una casa.
Un universo como oràculo del vacìo existe en ella
y aunque siempre lo haya observado respeto sus agujas
y sus heridas ribonucleicas a las que he sido
no tan fiel ni amarillo.

Fiel he sido a las luces que hay en sus paredes...

A las que crea una araña.



Guillermo paredes

La Esfera de los Escarpines






De aquella noche eras ciega como el pais
de los espejos. Habìas trajinado en las cartas y
una proa llenaba de brea tus botas. El recuerdo ahora
es la exactitud. El poema llevaba un brujo en las manos
- no era de magia- con un poco de fantasìa escribirè que era
de agua percutada por siglos de aceite.

Era un aceite como la resurrecciòn o las morteros.
Como el hoyo del huron o el traje de la tormenta que 
toma cadenas del aire para crearse. Hasta ese momento
todo habìa sido hecho por las sombras y yo hablaba
con serpentinas y sobretodos, con el auge
decidido de los tropos, con el dolor del
cimbrearse y las manchas de aquella
cimitarra que aùn ves agonizar en 
los eslabones, con una ciudad
destruida en tres pedazos
por la aritmetica.

Y en aquella noche el cabalismo vagaba en los
faros con una citara de almendras que concentras
cual serpentina o espera raida en el arnes
de una madreselva, cantada en silencio
por una lengua prolongandose
en la sangre.

Tal cabalismo no serìa quien diera la luz
de los espejos.

Tal cabala no tendrìa almirantes de rayos
que ven destruido el mundo sobre todo...

Lo recordaras porque nos alimentabamos
de hierro.

Y tambièn de escarpines.




Guillermo paredes

El Sardinel al Respirar






Para escribir un poema hay que seguir un apellido.
Tomar la cuerda del carbòn.
Tener presente el doquier junto a una nebulosa.
Participar de los tridentes y de las escaleras.
Sorprenderse de las formas del humo.
Soñar arcangeles.
Disecarse cuando lentamente nos crucificamos.
Llegar a los huesos con otro diccionario.
Ubicar un rebaño dormido en la saeta.
Estornudar pero no como lo hace un demiurgo.

Significa que ya no viviremos en contenedores.
Que nuestro acervo volverà al mutismo como
lo hace una franja; un astro teoreticamente entre
forajidos y el aspa declinando el primer objeto
donde afirmamos que nuestra palabra es frontera;
un molino que nada tiene bajo los 
acidos ni las serpientes. Escribir es paciencia
donde la terminologìa deja de ser una manzana y
esa respiraciòn es curva como el equinoccio
al atravesar el semàforo, el ontologico precipicio
del lampo, los ejercicios rosados donde
miticos petroleros al alborear decapitan un
sabueso, un jinete semejante a una reliquia.

Una vivencia de automovil que cae del sardinel
y respira, respira con una luz de leche.



Guillermo Paredes


Poesìa






Alguna vez el pensamiento es un color.
Otras un vertigo y un solipsismo.
La idea del pàjaro sin àrboles.
La historia del platino al recrear la vida.

En otras une escamas y resplandece.
Citadino y precoz al rastrear en la pìel.
Encarnizado al morder una hoja.
Alguna vez el pensamiento es el lenguaje
del preludio.

Une el mundo a travès de latigazos.
Colecciona destinos donde el òpalo 
crece con indiferencia: es màs simple 
allì convertirlos en pergaminos. Golpe
seco y voluminoso.

El pensamiento es un lejano sacrificio
material en la idea - dicho sea de paso
es el ùnico- La imaginaciòn, la fantasìa
provienen de otras manos.

La libertad de la efigie llena de entredichos.

La idolatrìa del barco cuando acaricia la
dialectica.

Y el diàlogo que la sostiene se borra en 
los limites del universo.


Guillermo


jueves, 20 de marzo de 2014

Problemas en el Ala del Murcielago






Desde hace unos dìas el cuaderno està sobre la mesa.
No lo he tocado, lo cual deberìa haber hecho.
Ambos, creamos una situaciòn que en este caluroso
atardecer no va a ser resuelta.
Y sè que no serà resuelta porque muchas cosas
me impiden llegar a èl.
- el olor a ozono de este cuarto, el vuelo dìa y 
noche de un murcielago-
El cuaderno sabe tambien que no podrà llegar a donde
estoy.
Nuestro problema por lo tanto vive fisicamente en
un cuadrado -Un habitaciòn lo es- Hay habitaciones que
son una piramide o un triàngulo, pero aquì la existencia de
este dormitorio la formò un cuadrado. No hay 
mas absoluto.


En cuanto al hecho del cuaderno sobre la mesa me equivoco. 
Llegar al cuaderno no significa que la situaciòn
terminarà. Puede significar todo lo contrario.
En este momento hablo de contrarios cuando
sòlo deberìa estar escribiendo sobre la forma de
llegar a un cuaderno y eso debe -hipoteticamente-
terminar con las cosas.

Pero no es asi. Màs aùn en esta habitaciòn que no serà
piràmide o triàngulo y cuya naturaleza fue determinada por
un cuadrado.

No es asi, màs ahora que poseo otro cuaderno en las manos.
Y al observarlo - aquel cuaderno- en mis dedos.
Al ver que escribo en èl ahora.
El cuaderno toma literalmente el ala del murcielago que yerra
en esta habitaciòn.
Y se pierde eternamente en ella.



Guillermo paredes

La Escarcha Tatuada






Alguna vez recordò en la escarcha porque era tatuada,
los desiertos de silice en su pecho,
las colonias grises despertando en su himen.

Volvìò mientras el rigor convertìa en clarinada
lo que el abismo despertaba como dioses.

Reconociò en su vida aquello que como pez
durarìa hecho estertor entre las cordilleras...o
reloj que se desvanece en la silueta del 
sentido. El sentido sòlo debe ser gramatical
para ello y asi vuele o desgarre, en su 
nuca atisbaremos las cosas que
como elementos o nubes
amputaran esferas a la providencia.

-eso es inevitable-

Alguna vez fuè al kilometro y no porque
existen milimetros beberèmos del agua
o nos mantendremos sedientos en todas
las fases del pubis o la luna
como lo hace un valle
cuando descubre un
reloj al lado de las
brùjulas.

Una clepsidra bañada de musgo
que sòlo tù intuyes.



Guillermo paredes

De Acuerdo con el Día





Hoy camino con mi parentesco.
Con un parentesco no se puede ir muy lejos
sin pertenecer a un craneo.
Al cualquier sufrimiento del hecho.
Al siguiente menoscabo del aire.


Es una sola proposición llegando
desde el sueño con rendiciones y reglajes.

Hoy que estoy de aniversario con el parentesco
sé que abordaré un sonido de pilones.

Que las cosas serán gráficas como un
ruido alternativo.

Y la memoria posará el siguiente halo
de la colina en la belleza: uno que
antecede al desprecio.

Hoy recorreré un espigón acompañado
de mi parentesco; se percibe como el rojo
como la verde desgracia que se desvanece en
las tramas de drama, ofreciendo al oido camaras
y botines de orejas golpeados por los máscaras del
antilope.

Uno palido. Uno que sea palido.

Para que camine de acuerdo con mi día.



Guillermo paredes

Sacrificio






Hemos aceptado la arena frente al
oceano, no porque jamàs haya sido pòlitica.
Alguna vez lo fuè. Hay hombres enterrados 
bajo ella. Su aristocracia no deja de ser roja.

Por lo tanto es social. Logra sostener una
existencia y èsta en ella descansa
eternamente entre sus dunas.
Nunca ha sido revolucionaria, pero los
sueños recuerdan que fue ideològica en
las ancas del tigre. Lo acaba de 
recordar uno de sus tantos
amaneceres.

Comprendimos suceso a suceso que en su
espìritu bogan laminas ecuestres como una
frecuencia o la plaga de los invitados a las
intimas expresiones donde el hito desplaza
a la boya con el corazon palpitando en
la mano.

Nuclear aún, después del sacrificio.



Guillermo paredes




Alusiòn a un Mito






La disciplina es ese cuento entre la vida
y el oceano; a nosotros sòlo nos queda la arena.

Por ello los niños se dedican a construir
castillos en ellas.

Castillos donde no vive nadie.

- ellos mismos son las que deben destruirlas-


La mìa es un tanteo donde las tinieblas 
buscan el pulso de un velero: ello porque sueño
que morirè entre màstiles.

De no ser asi, igualmente està el sueño y
los màstiles.

Alguien se atarà a èl y se tapara los oidos
de cera.

Ya aconteciò.

Pero sòlo es un mito.

Y los hombre terminaron con ellos.




Guillermo 

Volumenes





Tengo un volumen.
Cuando despierto muy temprano puedo
crear una ojera con èl. Con ella acompaño a la vida 
que me ha tocado llevar y dejo entonces que su silueta ladre
y muestra a la manera de ser su forma de latido.

Ello debiera conmocionarme.
Convertirme en ser textual de marzo y abril buscando
en los tejados como algunos animales.

- no estoy hablando de corazas-

Podrìa tratarse de mi gato, podrìa.

Mi gato -ante todo- es elemento de la nieve.

Sagrado como un dado o cualquier contundencia, no sè.


Ello rescata ciertas retiradas.

Algunos anuncios de televisiòn donde duermo.
Donde veo el higado y la certidumbre de que
la poesìa en aquella manifestaciòn ironiza
toda mi existencia.


Pero lamentablemente mi vida es un volumen.
El rìo y su caudal no lo conocen.
No tengo equilibrio en la realidad como lo 
tiene una maquina.
Soy fabricador -a veces- fabricante de las maneras en
que una silaba abandonarìa su espìritu
para decidirse a beber el evento
y el veneno, la legalidad y los acidos,
el patrimonio del jadeo en la justicia
los mecanismos con que el acero crea
un motìn semejante al naufrago y la
podedumbre.

Yo conozco ello.

He visto como florecen ante el infinito
sus cabelleras.

Presagiè sus estertores y en los tejados
llamè nuevamente a un animal
para cruzar la noche.


Todos los seres que veo morir desde ella
son sòlo un ronroneo.



Guillermo


Auroras de Jade






Recorre el jade, la paciencia 
con la cual el limbo deja de ser palabra.
El monitoreo del espejo, la clase del ansia
despuntando al anhelo con mancias de olivo
o algun nocturno donde inspiraciònes y oceanos
registraban recintos de uvas en las manos;
era tambièn el tiempo de la espiga y
tapizabamos el agua desde
las cejas de una botella.

El final politico de una semana volvìa a
la cronologìa del mago que escupia en las sienes.

Jamàs interpretaremos el helio de
un calibre; escribìan las praderas.

Mitigaba el bosque su trapezoide entre 
las galaxias. Mirabamos junto a èl las alboradas
con sufrimiento de niño argento, niño escenico;
pocamente pua como para tocarlo.



Percibe el jade, los objetos se multiplican,
hay un dormitorio para èl en la garua.

Un recinto de promontorios.
Una antìtesis, una contradicciòn totalmente ebria
entre la soledad.
Algo homogeneo como aquello que sostiene
un diàlogo platonico por ejemplo...Tan hormonal.


Sensibiliza el jade.
No es opalo, pero es conmociòn, buzo de una
resaca cuando los nombres y sus profundidades
se acaban.

Y la aurora de otros emergen.



Guillermo paredes

Porporcional




Tu idea asoma ahora.
La misma es un jardìn recogiendo la arena.
La lluvia y las galaxias vuelven a centrarse.
Caminamos por un laberinto.
Impregnamos nuestro corazòn de otro.
Nos lamentamos del enemigo en la bahia
sosteniendo un acertijo.
Desencadenamos lo indòmito porque està
en la naturaleza.
En la espesura dividida por la divinidad.

La imaginaciòn corta el aire
reducido a un retablo de espejismo.

El amor deja de sacrificar sus espacios
como si lo hiciera un origen.

Obispos y alfanges mutilan verdores.

El obituario busca entre el helecho
la verdad.

La tierra abre una larva donde escriben
los campanarios de seda.

El loto entra por los timpanos
con una canciòn profana.

Puedes ahora dejar de ser proporcional
a todo, entre las pàginas de los patriarcas.

Ya los muertos estàn tomando la curva de
una esquina.



Guillermo Paredes

martes, 18 de marzo de 2014

Bolcheviques y Minotauros







Deje el diluvio por tratos con lo sobrenatural.

Tomé los elixires sin navegantes.

Huí del dón porque su corazón sólo puede encerrar
el talento. No quiero al talento ni al dón
me gustaría nada más un terrible amanecer luchando 
en el horizonte con una quimera.

Busqué una proa llena de verosimiles elefantes.

Tomé una poesía que proviniera del purgatorio
y me contara cosas del infierno.

Cosas que nunca soñaré ni veré.

Maldije a ese poema -proveniente del poema- con todas mis fuerzas 
porque su espíritu a cambio dejaba en el mío
su maleficio. Cosa que siempre muy a pesar de una 
sonrisa conjuntamente con su parábola.

Compuse un libro en cuya cabeza existía
el epitafio a manera de la sal que algunos hombres
dejan de regar en el desierto.

- sí, ya sé que sólo lo liquido se riega-

Tuve un día pálido, como una dentellada que por
ser incandescente ahoga una silaba
en la mandragora.

Aguarde que al caer tuviera la reencarnación una
parte osea para ti como la primavera digamos...

Pero básicamente soñé tus esferas en oceanos
de plusvalía.

Eso lo saben los bolcheviques y los minotauros.

Eso lo saben los momentos preciosos del zafiro
cuando muere.



Guillermo paredes

Doquieres







Una vida no contrasta con el corazón a diferencia
del latido.

El latido emprende su viaje a los galpones.

A las ganzuas.

A los pasamontañas del vacío.

Y aquí nos detenemos para ser tradicionales y 
domésticos como la acupuntura.

Como la versión del sol en el alba abriendose
paso como una unidad misteriosa, completando la
mañana donde el mundo adquiere en el primer
graznido del árbol
el doquier de su vida.

Los libros donde no empiezan los ojos.

Los pleamares y planeadores.

El sonido tan significativo de una reflexión al
encontrarnos. Una que haya vivido atascada
como una llanta en los molinos
que llevamos en los cabellos.

Y de la cual el agua diariamente a algunos
hombres separa.

Una vida es contraste de lo que debe ser
según la hegemonia de los días.

De la civilización y los naipes que caen
como videntes de patrimonios
de piel en una cara.

Donde algo que parece domarnos como el 
infinito - pero que no lo es- empieza.



Guillermo.

El Navìo Balada de los Sueños







El navìo delinque, eso lo presagia el sueño.

Traversas son de hidrògeno las que cultivan
el sol en su fuego, estrategias que rodeamos
de noche en los sotanos de los orgasmos y
las lanzas; saetas de rochabuses y plexos.

Centellas de postumos alcoholes. La teorìa
del trueno y de los pergaminos cayendo de
la astromelia con un fardo alado. 

Edificaciones de escarnio para una raìz en
los nùmeros, velocidad del infiltrado sitiado
en los morteros con parlantes y altavoces de
marzo cumplen entre las feromonas el acto
donde silueteamos. Asi nace una efigie y es
un arrecife interior sin paraderos, un fuste,
un parapente donde el iris y la yesca alzan
el manuscrito que alaba una herradura.

El musculo extiende la vereda con voces de
conjugaciòn y alabastros, como al despedir
en los tejados todas las parades.

En la distancia atisba un parque, una banca
donde lo espera la tierra meticulosa.

Trascendiendo en minusculos follajes donde
el nombre aguarda sòlo la metamorfosis de
la hierba.



Guillermo paredes

Los Mandamientos Creadores





Una fragilidad como la fragua, es la que
percibe los estruendos, la capacidad de
una gesta sobre lo veridico; el tropo, un
modelo convencional de filantropos en
citas de yelmos con las gaitas.

Luego el otoño ostenta un amarillo y en
ello los monasterios llegan con frailes de
entonaciòn y robustos semblantes de pus
en sus cejas dominan estrellas con un rìo.

Asi camina cierta ortopedia que deja en
la orilla a un huesped. Asi toca la reyerta 
que es exaltaciòn entera del asombro en
primaveras de añicos.

Suaves adulterios llamando al sosiego
desde la habitaciòn de las piastras.

Fachadas de lunatico hormiguero con iras
y baladas cuyo corazòn dormìa el cirro,
el diluvio y la postergaciòn, la balada del
cipres en miedos de aquelarres. Nacìan 
diàlogos y nombres enteros de mitologìas
desplegaban amantes en grises cavernas.

Mandamientos de duelos creadores.

Tejidos de masònica impunidad donde 
los diluvios desnudaban los imperios.


Guillermo paredes


La Pàgina de los Tambores






La naturaleza como una cartografìa
donde el espìritu recrea sus nubarrones
con pedazos de elastico.

Decide el simbolo la pagina
del pensamiento; el ser del àrbol en 
los liquidos.

Limites de fuego entre los astros, lumbres
de nuevo donde la coherencia acaricia 
un desangrarse entre la noche del idilio.


Intervenciones de cùpulas entre los cielos.
Extraordinarios puertos de dragones sobre
los sufijos y las bridas, llegan a la dama
de las hipòtesis y violines.

Ciclos amputados de principes.
La identidad del contrapeso
propiciando un juramento descabellado
entre los gnosticos
allì donde el roquedal empieza
con soplos continentales.

Tales principes acoplaban su instinto
en los colores.


Formulas de ira analizando estimulos de
arena en el ocaso.

El primogènito del arrebol con medias 
sucias en una lonja y el torreòn pequeño de
las gotas otoñales dormidas en sus ojos.


Y entonces concluimos: rebeldemente 
concluimos - lo cual es una fibra-
que los tendones no son màs que apologìa,
que finalmente la apariencia es difunto 
de los acantilados
que los apendices y los intestinos fueron
diseñados para encontrar hordas
en los codos.

Y que existe una mesa.

Y a veces un parque.

Donde intentas descifrar en los objetos.

Donde buscar oir sus tambores.




Guillermo paredes

El Rielar de lo Orgànico








Entre nosotros y los elementos
no todo es orgànico.

Un sueño bañado de hojas y entrañas da paso
a la iridiscencia con un pedazo de musgo.

Comprendo que tal escencia se despedaze a
cada instante entre la transparencia.

Que la sustancia camine entre vibraciones
y tambièn entre pulsos, donde las nubes al amanecer
se precipitan atmosfericamente.

Que la espuma lea donde se bate un antepasado.

Que la experiencia del autografo
no sea una colina.

Y entre las condiciones la condiciòn del adjetivo se borre
como una superficie de polen en el agua.


Formaciones de pergaminos cuyo destino
de guijarros es archipielago de un titulo.

Anònimos exhalos de cruzadas
en el croto, interceptado por el hincapìe de 
una laguna.

Una maniobra camina hacia los manantiales
como eco.

Otra libera al entendimiento que amenaza
un violìn de aura en el oceano.

El carbòn se alza en la balada
del marinero vestido de acido.

En sus labios las cenizas del
cefiro aùn tocan el oxido.

Y un sentimiento de papel 
esta tarde arrobado por la hierba.



Guillermo paredes



lunes, 17 de marzo de 2014

3 estadios del Labio y del Cisne






Usualmente el labio es el cisne. O el cisne el labio.
Eso lo decide finalmente la posición verbal de la construcción
en el universo del texto, si anhela ello.

Pero también el labio es fruto del mediodía
con una sinagoga en su estuario
y sus castas de imaginación en el estro.

Ahora el resplandor acaba de cruzar uno de los tantos
momentos que componen èste y no por ello deja de
ser un destello.

Lleva en las manos lo que los dedos dejan caer
y el acido convierte en providencia.

En divinidad de largas garrochas donde 
renace la garua.

                                 II

Pero hace mucho el cisne hablaba de manera
roja y era proclive a confundirse en otros colores
pues no diferenciaba el color rojo de otros.

Asi el labio se hizo negro.

Tal cisne continuò en actividad. Siguiò al barro
segun la intensidad del sol en el verano.


Empero el labio es a veces innecesario como un hilo
que es amarrado al borde de una lengua
para que sea seducido en la saliva.

Un labio puede ser a veces la leyenda de una larva
creciendo en esa saliva.

En lo personal eso nos conduce a muchas cosas,
una de ellas es la propiedad de una orbita.


                                     III

Mientras tanto el cisne recuerda un arco iris,
es decir un fluorescente colocando sus terminos
donde empiezan las cosas.

Una navegaciòn donde continuamos
en esta hoja si la balaustrada es infinita.

Rectilineos o curvos, como el canto de 
un paralelogramo.




Guillermo Paredes


El Resplandor del Juguete







Un cuerpo: Lo mismo acontece como resplandor
o escenario.

Las cordilleras se juntan.

Separamos ahora una estrofa para que pueda unirse
y cada verso pueda identificarse sin el conjunto
del poema.

Pigmentos y valles de luciernagas son la hojarasca.

Milenariamente se vuelve a observar escribe en
una lengua el atardecer.

lo perpetuo es auditorio de alambre en la ortiga.

Un prodigio de eter sube por las carabinas 
como una trompeta
o una soledad marina sin revoluciones.

Algunas acusticas sepultan la realidad desde 
los poliedros.

No pertenece a la intuición el hecho de que haya 
separado esta intuición de mi sensibilidad: ello
lo hizo lo abstracto.


Una criatura: realidad que fue del sustantivo.

Metódica parabola de un juguete.

Y sólo el corazón en una extraña soledad
se vuelve a hundir en ellos.



Guillermo paredes

Generaciòn





Màs allà del oceano el aura es otro compromiso.

De pronto al seguir al ave el craneo llega a la mirada
del cielo. Tal cielo encima de nosotros es el mismo
que crea el horizonte; serìa una definiciòn de la distancia.

Bajo esa distancia el color del mar lleva pedazos 
de grillos.

Realidades llenas de puas y clepsidras tambièn contienen
sus nombres.


Las cosas perciben un universo que no nos pertenece.

Las palabras toman su reflejo tanto como sus pensamientos.

Son momentos en que la libertad es una idea sòlo de ràfagas
se dice.


El equilibrio camina a un lazo de fiebre.

Sostiene el hombre el cabalismo de una herradura
donde algo como el aire o el dirigible nos despertaban
al amor con un caballo muerto.

Narraciones de rìos se buscaban nuevamente 
entre nosotros, convencidos de que nuestros pies no
habìan cruzado sus aguas.

Entre las aves los vuelos disputaban el atomo que
despertaba versos entre sus desplazamientos.

En el fondo de ese vuelo despertaban una 
memoria.

De generaciòn en generaciòn fue conservada.

La diferencia es que no son los mismos
versos los que buscan la superficie
de sus alas.



Guillermo Paredes 

La Ruleta del Oràculo






La nada inedita como un diàlogo, donde los
elixires ya no se tensan.

La palabra sin conjugar donde la casa ya 
logra sostenerse.

El inasible todo preguntando al lenguaje què
hemisferios caeràn. Què hormigas derramaràn
su sangre; lo ùltimo es lectura de piedra, estuario
y osamenta.

Al pasar de los dìas esa nada medita
y en ese interin la imaginaciòn ha pasado de largo
llevandose sus puertas, arrancando sus pubis y sus
tremantes; entre los ùltimos hay algunos de hollin que
nos recuerdan una chimenea, los molinos en ella recogiendo
ensayos de comunicaciòn con nieblas
y posibles desiertos, donde toda
sentencia es un amuleto.

Asi nace un dios despuès del amuleto dice el verso: debe llevar
un poema en los ojos.

Y respesto a los amuletos juegan entre supersticiones como 
algunas halos en la memoria; lo hacen tambièn
las coincidencias y lo profano.

El espìritu de la coincidencia es una temporada de sueño
en las llamas, un ascua; la rotaciòn en ella nos impulsò
hasta un desertar, a esa fragilidad que un oraculo
presiente en el hombre al cual
le ha entregado sus naipes.

El oràculo jamàs sabe por cual se decidirà.



Guillermo paredes

Poema







Existe la muerte como un castillo de pàjaros;
sin replicas.

Sus noches son creadas por la maldiciòn al igual
que sus dìas.

Escala en complicidad de la divinidad escalando
entre tridentes.

Su deseo y volumen son marejadas.

Igual a un baculo temblando ante la mano de
un dios existe la muerte: Tù no veras la tierra
prometida.

Lleva artisticos aros, una escritura y la providencia
camino a los espejos.

Se escribe de ella.

Se piensa de ella con algùn artificio.

Bajo tutelas del higo a la uva. Cuando la
naturaleza compara los barcos con un galactico roble
debajo de un semàforo.

Existe la muerte y su compromiso nos aguarda
muy al fondo.

Instintiva cabellera.

Dìa vulnerable, animada por testigos de alguna
masacre donde el mar significa un paso, el alma
de una huella donde la perfecciòn de uno
de sus yugos se bate entre 
los hombres:

Su nombre es agonìa.



Guillermo paredes

Dactilografìa Del Frìo





Era una cinta de tempano donde dactilaba la
fotografìa.

Era la sed del papel cuando deja una orgìa.

Cuando el tiempo abominable recrea universo y 
esa atrocidad, frecuenta asideros donde la
disciplina pertenece a las helices, al escalofrìo,
al estambre, a las pistas donde encadenamos
un tatuaje delinquiendo en la piel, en la sobria
criatura del desastre; aquella manejando el
olvido con la memoria de una tarde, donde 
esquirlan los reflejos su andanada de brumas,
su centimetro de mano; podrìa ser de latitud.

Sacerdotes y monjes bajo cantaros de aceite.
El brocal de una victima que vemos en los 
brazos de una runa; la espera, el significado
de una impresiòn empalizada por el lumen
y seguidamente las sordidas lluvias que un
hombre entiende como animal en un poema.

Cuando el suicidio en esl texto es de dios y
las ensenadas donde nace el frìo.



Guillermo Paredes





sábado, 15 de marzo de 2014

Que la Palabra









Que la palabra donde hayas elegido
pueda separarse tanto de la vida como 
lo hizo lo profundo.

Porque lo profundo no es una palabra.

Que los sonidos donde te deslizas 
conserven el significado ajeno
a la definiciòn porque no son los suyos.

Que la eternidad cruze tu corazòn sin
tener que demostrarte la existencia: no es 
necesario.

Ni es necesaria la necesidad.

Que los limites te hablen del momento
en que se convirtieron en limites
y la belleza hizo ello perpetuo.

Pero no dejes que esa belleza 
cuando escribas debajo de un àrbol
intente hacer lo mismo contigo.



Guillermo paredes 

Poesìa de Promontorio




Una casa, un pseudònimo.
Hoy los pergaminos llegan absolutos 
de crematorios y las morgues que traen en
ellos tienen un acento monoplaza, una bandera 
a la salida de la barbarie, cuando los torpores son
crepùsculares, confidentes siderales de llamas.

La mentalidad se abre a los carbones del aire.
Extaticos trances sobre un saltamontes vacìo.
Liba en la criatura el levitar y el polvo.
En la alabarda del zinc el himno alude
a una contracultura llena de miocardios.

El mundo mantiene aùn mastines de brea
en el erotismo de sus estelas.

Y estàs pasan debajo de los màstiles.

Arcanas y amarillas como
un promontorio

El Idioma de la Carne




Como un infinito que en su sino
destiempla el pajaro cuando no es de vidrio.

Dentro de volàtiles alamedas en lo aereo.

Como una vocaciòn de ruidos
en la exegesis y los primeros hunos
invocan las cabañas donde una maldiciòn
aùn llega de lejos.

Entonces primitivas piràmides
como las espoletas son veloces espadañas
donde el ensueño esgrime un resplandor con 
formas univocas de catalinas y
deseos.

Llega el tiempo en que al cerrar los ojos
traducimos el ejemplo de cualquier
manifestaciòn sobre la tierra.

De cualquier sonido.

El problema es que hemos llegado al
lenguaje, sì.

Pero no son sus palabras.



Guillermo paredes

Lo Celeste Hialíno






No sé si en la interpretación.
El equino o la carta de sensibilidad
donde elixires se mueven con cabellos
de plata.
Si al argentarse el brillo despunta
hacia coordenadas de niebla 
semejantes al madero
en la individualidad
o la intuición
mientras se desbordan
viajes de limones
y ciudades que crecen entre
alimentos de marismas.

No saber cuando lo crepuscular
muestra su razón alada
y el aeroplano en los hocicos
desentierra la efigie de un corazón
entre olmos, como un antiguo infante
que crecía sobre coros
de fiebre.

No recorrer el oriente
desordenado de la hierba mientras
relata a la corteza de los ficus el himno
indecible que lo hialino cortó
para conservar de una
enfebrecida lampara.

Esa que encendió su alma una
noche para mostrar el 
camino de una calle.

Una que el azul llevaba a la
noche.




Guillermo paredes

Reguero de Boligrafos





Breas que atraviesan un palacio. En su
dramaturgia hay un arte de banderas
donde se citan los nombres.

Las piedras atraviesan el interior de
cada una, pues el amanecer de hoy un astro
dormía en sus cabellos. Además la suerte
del boligrafo, se hallaba amarrada a 
los patios, al bibliografo de la sed
y los estibadores.

Largas filas de puertos
abrían su boca y encarnizados tordos
sobre una fecha de balcones impregnaban
volcanes.

Laminas de huestes, donde parecía aguda
la descripción del fauno, sumando
a ello rebeldías de misteriosos equipajes
apunto de la niebla y cercanamente en un trompo
el trompo sabía que llegaba el momento de
detener sus circulos.
Adios al movimiento escribía...

Estalactitas y plexos donde rutila y se desborda
el papagayo del movil al ser trasladado.

Canciones de lamparas
y estaciones en cuyas brujulas
depilabanse criaturas del sur con un mismo paraguas
y diferentes atlas de solsticios
ensayaban hechos amarillos en el tiempo
volviendo a despertar con su color amarillo: como
en una fotografía.

Pero mi espíritu seguía dormido.
Bebiendo pinos de acido.
Ascendiendo a ellos desde un daguerrotipo.




Guillermo paredes

El Aspa del Molino






Es como el pasar de la yesca.
Sugerir violentas partes junto al escarlata.
Llegar temprano a un abecedario con 
esquinas sentadas en el fín de los árboles.
Adherirse temprano a los juicios del
oceano y precipitarse con el ansia de la noche
en ellos. La noche conoce que el deseo en su ansia
no llegará a la luz.

Es percibir que ya no estaremos despiertos y 
volver a expresar que los trenes esperaban
un mundo en nosotros pero no estabamos
hechos de hierro.

Sólo teníamos carne y huesos vagando por
el mundo.

El resto del universo, lo conocimos por
una mirada.

Significa caminar con un poeta que abandona
el violín y su significado.

Trepar por los cuentos del aspa
pero sin encontrar el molino.

Es por consiguente llega a
la pregunta.

Que un aspa sin molino
despierta.



Guillermo

La Posibilidad a Seguir





Un poema a seguir: Una cabeza que 
dialoga con el viento en una ceremonia,
podría ser...

- tal cabeza debe estar adherida a las paredes-

Una diatriba en el sueño y la contradiccion
entre el viraje de sus heterònimos
con cualquier perspectiva que 
tenga del mundo.

Debe poseer la precisiòn del oceano con
las aletas.

El pleonasmo junto al espiral o el miedo.

Un formato que no sea comparable para
que no pueda develarse.

- la intenciòn es todo su misterio-

Debe girar hacìa la melodìa de las playas
porque alli viven las palabras
pero no saben donde 
colocar el acento.

Debe estar cimentado sobre un arquetipo
pues sòlo asi encontrarà su gnosis.

Entenderà el conocimiento como la uva
en los ojos del tigre.

Entenderà el conocimiento semejante a 
la lluvia que desnuda una pantera.

Un poema no debe ser
un inquilino de nadie ni pasar su vida
en pensar como salieron sus ojos
de si mismo buscando 
encontrar ante si 
mismo aquello
llamado 
distancia.

Debe ser arcano para refrescarse.
Metalurgico de la estridencia.
Descifrador de melodìas que
el jardìn afina con algo
de dequeismo. 

- lo cual es suerte-

Es genètico, la historia de sus cromosomas
està entre los pliegues de un verano
que nombra sin inteligencia
en la naturaleza
las formas del equilibrio y las liebres.

Un poema es una mucosa.
La rabia de la luz.
La agonìa incluso del antepasado en
cada uno de sus versos.

Es siderurgico. Anatòmico en las
faenas de la luz si contraponemos a ella
la mayeutica de su oscuridad.

Un poema debe ser platonico para
que te pierdas mas en èl.

Heuristico como la fisura
o el muelle.

- no hay de què preocuparse-

El muelle y la visiòn de una ola
en èl, volveràn a reinventarlo.



Guillermo paredes

Los Funerales del Hidrógeno





Una forma como la existencia es
extrañarse. Buscar una extensiòn a la
medida de ninguna brùjula. Ser expulsado por una hoja
mientras el panorama lo determinan
flores alquimicas. Una manera es
el poder del funeral en
el hidrògeno; astrofisico errantes
a nuestro lado como
forastero que llega
plagado de
enigmas.


Inseguro entre los asteroides y acentos
alterando el occipital, la expediciòn
a dios, el concepto de pòcima y de texto ronco 
como antiguedad de camisas y aros
de lluvia que saltan a lo inesperado.

Con estos relojes renunciando a fabulas
estructurales renuncia el pulgar a la extorsiòn
del calabozo, al atlas de seda 
de la mandolina, al espacio
donde la veleidad es
expresado por 
carbones y los màstiles
dejando de ser sagrados; ahora la noche
serena una luna, un arcangel de 
vidrio en la laguna, preparando 
el salitre que borra el
horizonte, el interior
del coral que deja atras
lo subjetivo.

El evento que las mareas colocan como
un sustantivo en el polen.

Antes que sus operaciones
formen una abeja.


Guillermo

viernes, 14 de marzo de 2014

Historia del Oxigeno






No puedo conocer la historia del oxigeno, menos aún
de aquel que vivió en el interior de los pulmones.

No sé la forma en que fueron creados esos pulmones
ni cómo en compañia del higado
dejaron al hombre; en su locura anhelaban
de noche otros astros.

La locura es una forma proporcional a la razón, la
diferencia es que la acompañan mas cometas.

La locura es un río que puedes sostener en los 
labios pero no por mucho tiempo.

Esa tarea es mas completa y lo puede hacer
la esquizofrenia, después de dejar atras la neurosis.

Y neurotico el hilo que se une con millones de hilos
para formar un tallo.

Demencial la tarea de entrenarnos en esos tallos
creyendo que en ellos llegaremos a una primavera.

No puedo hablar de leyendas, porque el mito
es otra forma de desesperación.

Un academicismo donde toda tierra vive
sembrado rieles.

Pero tú sabes que no puedes conocer la historia
del oxigeno.

Y de los higados e intestinos que lo
acompañaron encarnecidamente cada aurora,
a maquillar las alambras con
su propia carne.



Guillermo paredes

La Formación del Abismo







No saber de qué manera compone el corazón
la galería por donde sube el latido vaticinando
un heliotropo.

No comprender la forma del mar cuando escribe
pero en sus palabras la desesperación
es lo primero que toca las nuestras.

Asi es creado el abismo.

No aquel que hiere o muerde.

Aquel que el hombre y la naturaleza componen
porque su transparencia es una forma
de erotismo con la cual llegamos
a representar
ese teatro. Y existe un abismo debajo de la tierra
que es de cada uno.

No saber, pero en la sensibilidad no basta la
muerte de una flor ni el tallo disencandose en
el yelmo donde los alfileres 
son paganos.

No saber de qué manera nos encontraremos, pero sí
afirmar que será sin una verdad en 
las manos. Sin una excusa o un pretexto
moribundo en los ojos.

No. Sólo intentar darle al poema el amor
que no pudimos dar a la existencia. Ofrecerle nuestra
vida a cambio de otra mas triste que los palos. En paz con la
visita diaria de la muerte y sus caparazones.

Caminar, correr, preguntarle al oido si aquí
levitaron los osos.

Si tenían un cuaderno para dejar la vida.

Si supieron ensuciarlo con la maestría que
adquirimos tan extrañamente.

Prestarle a nuestro timpano cosas nuevas
como un televisor.

Ir a sentarme junto a un plasma cuando
ya todo ha sido derrotado.

Y esa victoria sólo espera el camino del fosil.

No saber simplemente.

Y alimentarse perpetuamente de arañas
para ello.



Guillermo paredes