domingo, 28 de febrero de 2010

Mensajes del Aura

Mensajes del Aura


Este mensaje del aura con cabellos descoloridos'
la seca humedad de la arena y su ciudad paradòjica de ensueño.

Esa curiosidad de haber escrito temprano
para ver las cosas que suceden muy tarde.

Esta convicciòn de que el ejemplo es decir las cosas
mas de una vez y basta una.

Mi cabeza contigua a la formaciòn del papel
donde los veleros detienen su conocimiento.

La aventura que no forma parte de nada,
aqui arrojarè ordenes que llegan en cada amanecer
desnudas por un cirio.

Y sobre ellas la hecatombe supondrà como yo que
no hay aguilas, pero sì elementos para empezar
sobre los faroles igual al buho
que detiene una clepsidra.

Vestido de estrella.


Aquì el retablo de humana medicina, la cirugìa profunda
ante dios, el despistaje de ese encabezado
para un suicida que mira en sus heridas
para ver su màgico fracaso.

Empero una herida es sòlo eso, no posee fracasos.

El fracaso es el final del prodigio.
La abstraciòn del milagro.

No camina como el hombre ni deja estelas
ahora que el tiempo trae el instinto
donde el origen camina hacia una fortaleza.

En ella doncellas de arena alientan el furor
del seno en maquinas donde gritos de alcohol
presagian su sonàmbula experiencia.

Las palabras con enves petreo
en su cultural generaciòn.El cientìfico desarrollo
de sus nervaduras sacrificandose en el cèfiro.

Como lo hace una ràfaga.


Guillermo.

sábado, 27 de febrero de 2010

Entrada hacia la Lluvia

Poesìa


Nosotros que dejamos atràs la razòn
para dejar una raìz en cada sentimiento.

Que fuimos abandonando aquello para lo cual
estabamos preparados.


Que desertamos a cada momento de todo lo
que nos ofrecìa la vida.

Que repartimos angeles entre la madera y
pendientes azules en los mercados.

Que nos satisfaciamos con muy poco,
una situaciòn con algas y estuarios donde
los niños se convertìan en medusas.

Aquellos, sin mucho que decir, sin nada que buscar.

En ese prodigio crecimos y no fuè
por hambres y acertijos que recogimos del aire
banquetes de encinas, una ancestral demostraciòn
donde las cenizas que recogimos en nuestras manos
sabìan que habiamos leìdo en su fuego.

Aquellos burlando y amando la fè, el estilo del temple,
del yermo màs viejo donde el silencio
era un escrupulo de la providencia.

Y la mortal caricia de la divinidad.




Guillermo Isaac Paredes Mattos.

Mientras

Mientras


Mientras una daga enciende sus palabras interpretamos
que en ello a la vida de èstas se asemeja.

Nunca dice su nombre.

Y celosos como una noche de nieve en las
alas de un pàjaro volvemos a ser desconocidos.

Lo siento.

No tuve el cristal de la centella.

El vidrio expresivo relatado por una mirada
al borrar sus ojos de la realidad.

Contuve el aliento pues sentìa mi corazòn en
los labios y nunca supe que hacer
con su mundo.

Mientras en las calles borrones egipcios
y nebulosas con la espalda
despistaban embrujos
una vìa lactea recorrìa el destino
que el horizonte
determino para un libro.

Y tuve miedo de deshacerme de èl
porque la noche seguìa siendo una daga.

Toda daga no es mas que una palabra.

Y como èstas jamàs dice su nombre.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

viernes, 26 de febrero de 2010

La vena de los Perseguidores

La vena de los Perseguidores


No se inventan calles para que todos se sometan
al uso de la niebla. Tan sòlo se crean.

Ni se desdibujan fàroles de siglos con radiografìa
de goma en las pupilas.

Yo reconocerìa algo de mì cuando la noche
se alarga en la caida de un àngel.

Y los pasos despuntan como naves o revolveres
llevando fragancias de pensamientos.

En el fondo la figura conduce el corazòn
a algo màs profundo como el polvo.

Y en los centinelas de los estandartes sòlo
la brisa te mira pasar en secreto.

Y tù y yo momento, adivinamos que toda manìa
es espìritual y reconoce el lenguaje
como un navegante con el cual se abre
un estambre de niños
sangrientos
en lo màs lejano del diàlogo.

El diàlogo tambièn corta el lenguaje pero
insinua como que la noche
algo espeluznante en
lo remoto.

Una letrina. Un cerco de muelles, un dios
al pasar, la vocaciòn religiosa de
saludo, una ojera, un metodo
de hambre ideològica.

No caminè entre mis venas con aire de persecuciòn,
tampoco hurdì retiradas de larvas cuando
el universo llenaba su rostro
de luciernagas. No.

Vivì como todo el mundo, pero un poco màs.
Eso no es todo, simbolizò rellenar la pereza del
cadaver que unìa alamedas
con un artificio
signfico implicar lògicas que arrastraron
el desencanto a la
iluminaciòn.

Y la razòn a otra
lògica.



Guillermo.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Escenario Morfològico

Escenario Morfòlogico


La escena verdea en el remordimiento una cùpula
un angel amarillo ejecutado por la arena, antes
del sufrimiento, el pavor y las aguilas.

Morfologìas de piedra ayunan entre vainas
que humedecen el devenir del azogue y los acidos
encienden una luna en sus senos.

Patios de perfidìa levantan una trampa
es de añil emergiendo en sus techos
como una ley de marionetas arrimadas al agua.

En esta escena de lenguajes interiores, subjetivos
un sol cubre relentes de pistilos antiguos
donde mercurio era marte despiadado entre alcoholes.

Los personajes descubrìan cadenas, eslabònes,
tercetos sin lugar, en su vibrar originario
el funeral màs absurdo era heroe nihilista.

Ambientes nocturnos, la mariposa incoherente
muerde el vidrio con la paciencia mistica
de un hombre descendiendo en sus entrañas.

Maestrìa de venas que buscaron el suplicio
que añoraron estrenos y fragatas donde el timpano
pudiera ser oido para interpretar el oceano.

Reos dogmaticos, absolutas naves sobre lìricos ojos
el ver equinoccial del azar convierte fuselajes
en discusiones de grillo dentro de una pantera.

Y entre cabezales de ira desciende el vinilo
con su ediciòn de versiones buscando la hoja,
el pètalo de papel donde enterrar sus halos.



Guillermo Isaac Paredes Mattos.

Elasticidad de un Lunàtico

Elasticidad de un Lunàtico



Yo fuì creado por esa cobardìa llamada soledad.
Nada tengo que perder entre sus sombras.

Sea dìa o noche mi espìritu es enfrentado a mi alma
y mi conciencia no posee escrùpulos
para que suceda.

Por lo tanto jamàs sè que sucederà con mi vida.

No tengo una nociòn del mundo como la que hoy poseo
se que dentro de unos instantes cierto talento
harà que esta desaparezca.

Hablemos con propiedad, no necesariamente
talento.


Esto como un hecho es un pronunciamiento poètico.
Quisiera llamarla belleza pero en el fondo es enferma y lùnatica
como todos los vidrios, asi empieza un poema.

No el que escribo, el citado, es un susodicho que busca el amor
entre los filos, en las dimensiones donde el abismo
es capaz de reconocer la arena
en el viento
o el mar en un caballo.

Me rìo de imperios y civilizaciones, de jardines o huertos,
señores yo siempre escupirè sobre todo poema,
incluso del que se jacte de llevar poesìa.

Esos son los màs terribles, lo digo con la experiencia del
que vago entre sus suburbios con el perfil sonàmbulo
desquiciado y astuto del desprecio.

Esta es mi elasticidad, un miedo indòmito que reclina su cabeza
a cada momento para ver que hago,
un relato tan inocente que da pavor desnudarlo.

Por ello me pudro en su inocencia.

En la inspiraciòn de esta metàfora sin destino.

Quièn nos ha engañado, aqui encontraràn sòlo verdugos o esclavos.

Y debes saberlo poesìa.

Ante tu latido jamàs serè lo uno
ni lo otro.




Guillermo isaac paredes mattos.

Trama del Suicidio - Oràculo del Granizo

Trama del Suicidio

El Suicidio es un poema que sòlo se escribe una vez



Ya sea por indicios o molèculas de aire.
Ya por el vidrio donde un purgatorio se detiene
al pensar en madrigal y un bosque rojo
irradia continuo en la perversidad
y su imagen.


Entre naipes y màrtires boreales.
Cuando sucedemos en forma de campanas y una
vez màs los interiores reflejan un sujeto
una caverna de hilos,
la aguja psicologica de mi boca
el subterraneo confìn de mi lengua.


Ya sea por el vaya y el tambièn.
Girando con exactitud y errores
describiendo y descifrando como lo hace
un tren en los vagones,
conciente de vivir suspendido entre rieles
y en ese nada màs sorber las crines,
decir hacìa los pètalos,
en realidad esa idea es un feudo
la ignorancia de este cosmos
el pergamino cojo de mi saludo,
mi hambrienta coronaciòn de versos en
el aire,
en la posiciòn de un jardìn pensando
en su pomulo,
en la reticula de su màscara
en el urbano deletreo de mi abecedario
seco y humedo al descender
hacia un hemisferio
donde un màgico maleficio
nos conduce hacìa tribunales de nadie.


















Oràculo del Granizo





A veces uno puede ver en lo inasible.
Caminar una vez màs sin darse cuenta en el habito.
Ser el animal de una costumbre
carnivoro y asolapado de la ceniza y la huella
sobre todo de aquella que se ilumina tan nuestra
debajo de la providencia y una balada de dioses.


Y tambièn respirar seducientes
fabricas de alcohol y albumina, desprender minaretes
ahogar serpientes dentro del agua,
no digo debajo, eso serà un artificio.


Y de todos prefiero el que empieza a llevarme.


A veces todo es epifanìa,
repetir el mismo indicio biològico
caminar tejiendo cavernas de monòlogos
estropicios de amoniaco, balticos techos de raices
comparàndose con armonìas de viento
y en todo viento la clarinada del presagio
trae oràculos de granizo. No hablo de adivinos
ni pòcimas, de alquimias o cadaveres entre
los arboles.


Hablo de sonidos sobre la nieve.
De la lentitud en mi gramatica para conocerse
y conocerte, incluso para conocer.


Si imprimo es para detener el discurrir
de las cosas,
pero ello es la pretensiòn màs cara del espacio
y sòlo soy un antiguo caballete de piedras,
un mal integrado debajo de la marea
un suburbio escarapelandose
donde las yugulares baten seres de insomnio
columnas de huesos,
caratulas de fè e hilos.


Serenas espadas donde las iglesias
gritan un nombre.


Y mi locura de celeste razòn les da
su velo.


© Guillermo Isaac Paredes Mattos

martes, 23 de febrero de 2010

La Ira y el Fuego

La Ira y el Fuego




"El pensamiento es sólo la reflexión de una figura"





En el inicio los árboles caminaban muy lejos de nosotros.
Y eramos dos árboles.


Los objetos aprendìan a sostenernos
pues esa es su naturaleza.
Los objetos, raramente asimilan cualquier desencanto,
todo inútil espejo.

Y la realidad es uno de los nuestros.



Pero antes de pensar,
logra herirse a si mismo, ardiente y luminoso
como el fondo de una piedra
como el encaje de una estación o el bacín
encaramado en anaqueles de húsares
asilados por el miedo.


En el inicio, era la ira y era mi fuego, la ceniza
se recogía como una esperanza lejana
y vana, todo un remordimiento.

Una venganza incluida por el mar en los papeles.

A veces en ese mi momento más personal todo
es reliquia y debiera dejar de escribir
para ser más poeta,
para embriagarme como la marea y los tridentes,
para ser colonial y llenar
de mercenarios la cima donde bebe mi contusión
un invisible cuerpo.

Y ya que alguna noche pronuncié vellocino, lo hice
por experiencia y casi fenómeno.

Lo hice como un hecho, el más subjetivo de mi vida.

Y sólo soy una inteligencia a base de vacíos.

Algo más, migro e higienico resisto en los baños
menguantes de espermas
condiciones muy largas al buscar su pecho.Esa cara
que miro de noche atravesar la luna
es sólo un seno.

El resto de algún pubis, la pus del torno,
el ensimismamiento dado que los giros
e inflexiones llegan de violencias
y sólo violencias,
una, la más superficial
escupe su nombre esta madrugada.

Y entonces nosotros los cuervos, somos vetereanos y gnosticos

ànte toda filosofìa.



Guillermo Isaac Paredes Mattos

2006

El Cristal Forense

El Cristal Forense


Ciega oleaje y no dejes tu mentalidad para una fosa.
Que arañas de òpalo unan cada amanecer la vibraciòn
donde tus despojos quiebran horòscopos, velàmenes
con erotismo de salvaciòn y talismanes.

Sobre la sensualidad del carbòn vuelve
a disponer del pellejo,
de sus ciudades de piel y medita un poco en esa historia
llena de màgicas evoluciones.

Arranca del monòlogo un grial
la noticia del amor por un espejo
mira al lado de tu figura y pregunta porque
jamàs -como el hombre- poseiste ojos
en tu nuca, asi hubieras observado
todos los desplazamientos de lo ùnico
que puede seguirnos.

Su nombre es sombra.

Despierten objetos, la cultura nos aguarda con
fechas de hipocrecia en el pecho y hay cantinas de sol
para sacrificar los monologos vidriosos
que el destino empuja a las cicatrices del hombre,
a los asteriscos del ser
a la explicaciòn amarilla que la hierba
hunde en flotas de piedra
y novedades
con anfitriones de palidas feromonas
de extrañas plastilinas.

Llamemoslos funerales, cristales forenses
de mejilas croatas, torna aquì el tiempo
declinarando como tu nombre entre articulos
de la memoria, goznes donde la intuiciòn
es deshdratada hasta la entrada
de un imperio
en los nichos, preparados
por mi anhelo
para un ave.

Oye este martirio, es màs mìo porque
no me pertenece, està lleno de fraudes y calamidades
de circuitos de platino bajo el helio
de un escarlata cadaver.

Ciega oleaje, deja que alumbren la palidez
esa anemia de una partida, ese habito de implorar
lleno de lujuria en los brazos de una ventana.

Porque dinastias de neurosis
llegan hoy con el metabolimos nocturno
del tremante.

Acuchilla el tornasol por ello, no dejes vivir màs
que aquello sirgando en la flora de un ingravido estreno
donde la belleza camina atroz
hacia las cosas.



Guillermo Isaac Paredes Mattos.

lunes, 22 de febrero de 2010

Yo termino citando

Al Terminar



Termino citando la destreza de una alegorìa
al arrastar el ritmo indòmito y versatil del òpalo
sentado en làmparas sin cosmogonìas.

Dame un poco de belleza propalaba nocturno
ese despertar donde las espinas destilan hialinas
trovadores con puntos, sirgadores inviernos
dotados de culebrinas y extremos cerca, tan cerca
de una visiòn que todo convertiase en espejo.

Entonces empieza a mirarse una gramàtica, un fondo
de acidos urdiendo creaciòn como un obrero,
un civil de rodillas, una conversiòn
para que las dimensiones del paladar
escupan otro canto.


Asi el universo empieza a liberarse
-si es que alguna vez hubo condena-
Asi el marmol recoge una flauta y ensaña
-si es que alguna vez hubo existio una boya-
y los calendarios dejan su dìa ante el sol
para que sea incendiado.

Eso no sucedio conmigo poesìa.

En mis manos fuiste al fuego, eso es tan
cierto, como tu viaje al poema.

Creo - de creaciòn- para no ser entendido
que la interpretaciòn es una morgue
donde el desmayo pervierte vacantes a un reino.

Es un reino. Un imperio que desde esta soledad contemplo.

Y allì mortalmente yerra un principe.


Guillermo Isaac Paredes Mattos.

http://www.youtube.com/watch?v=5Mum6ggkBJs&feature=related

Poema

Poema


Nosotros, los silenciosos.
Los que fuimos asignados a una marea.
A esa puerta que empujamos pero que nunca terminarà de abrirse.
Los que llevamos tridentes y tambièn ocasionalmente mareas.
Los que desestimamos. Los que vagan. Amamantados por el cielo
o una ubre de pustulas sorprendiendo al semen
bajo un menguante de hiedras.

Que nos fermentamos y pudrimos, que ideamos cachorros
cuando todo ha caido y hasta un exhalo se llena de larvas,
de sepias como un bosque donde vibra la multitud igual
a cantidades de follaje, a aritmeticas que rozan el exilio
para quedarse solas.

Nosotros que jamàs seremos matemàticos, triangulares si se quiere.
Espiralmente el recorrido del vortice cuando llena su pupila
de tristeza, hablo en singular, la otra no sè por donde yerra.

Esos que llenan de cicatrices los excusados y retienen
en cada arpa lso recorridos de un arabe, de una miseria
en la nieve vestida de agua, cuando la ceremonia
pertenece absolutamente al granizo.


Que -en apariencia- quemaremos los cielos
Que -en apariencia- no resistiremos los centimetros
de ningun hemisferio.

Nosotros, los bordes, la linea atroz del poema.

Aquella que esconde otro en sus venas.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

domingo, 21 de febrero de 2010

La Belleza del Mal

La Belleza del Mal



Se potente como la brùjula del rocío.

Inunda y presagia sin que el amor lo sienta.
Envuelve cada expresión sin que la sensualidad
sea armonía, equilibrio de elementos
que descienden cada noche
como un parapeto donde son izadas carnivoras
exploraciones de vinilo.

Da voluntad a cada muerte de la tierra.
Que el universo sea barrido por sí mismo
y la naturaleza, capaz de triturarse en tu espìritu
y tú en el de ella.

Grita y despierta al monólogo que hay en la locura
es el unico que por irracional dirá la verdad
de cada amanecer.

Yo que sòlo puedo vivir la tempestad puedo decirlo
esa es mi verdad, una pequeña muerte
sumergida por la aurora
masticada por los ríos
ensortijada por papeles y aguas
mientras la creación presiona algo lejano
una plaga distante
una mafia
entre la vida y la muerte.

Escucha al mundo hablar de ello, pero al hacerlo alejate.

Pon distancia entre tù y todas las cosas que oyes
o percibes.

Y finalmente.

Se màs artista aùn para que esa distancia no deje
de involucrarte en su realidad, es decir
esa belleza - una de tantas- que el mal
ha dejado en nosotros.

Llamemosle esta noche por antonomasia
existencia.



Guillermo Isaac paredes Mattos.

Los Clanes de la Muerte VIII-IX-X

Los clanes de la muerte


VIII



He seguido el eter de todos tus pedazos
por ello sè que la noche donde nos encontraremos
serà deforme, abierta como el sol
un funeral tan grande cuyo ser desprenderà
y desprende todavìa.En boga con el vidrio
y narraciones noeticas.

Pero tù escribìas un discurso con
metafisica de pulga, tù fuiste ignorada
a pesar de los alfiles y si creamos
mas de una guillotina, fuè por ello.

Pero miremonos, hoy no existen descenlaces,
el rostro del penal nos empujo al homicidio
sin llevar un crimen en las manos.

En eso erramos, esta etiqueta de papel
lo era.

Y medito en esa soledad de tu empujòn,
creo que alguien deberìa reconocer
que esto tan inasible
responde y recita liendres anagògicas
disputando a si mismas,
el credo del amor, un diezmo purpura
y elemental para
un planteamientos para oprimir
un sepulcro.

Ese por donde entro igual
a una regiòn de naves, a un territorio
lleno de inmensidad como el gorjeo
al buscar el sueño en una cupula.

Y mi espìritu tan distante.

Tan Coloquial.

Tan venereo.




IX



Tengo una aguja. Era felìz, al menos despertaba
con esa figura. Luego era alcanzada por la furia.

No sè de sus pronunciaciones tanto como el sonido
de las ràfagas, me deja entrever su pronografìa oculta
en las huellas de un templo cubierto de llamas.

Por cierto, hay que dar por msentado que el amanecer
es superficie de rameras.


Una aguja, una entrada a la piel para crear una puerta
a la sangre, un animal indomable, encarnizado
desde la pureza donde el mundo es un verdugo irreal,
el maquillaje de la vida en una pretina,
la fiesta solitaria del monje que grita al pasado.

Y que pasado no sacude una tormenta entre presentes.

No quisiera.

Realmente no quisiera.

Pero la ùnica manera de oir su partida
es evolucionando en sus
clanes.


X



Mi opciòn es de adobe, lo cual simboliza
paradòjica pureza.

Perpetuidad del que agoniza riendo un poco màs que
la aurora, que este idioma en hogueras semejantes
a nichos o constelaciones, humaredas de lata
que indolentes recogen una bala, proporciones
de escarnio y veletas.

Y sòlo pude mirar, ese extasis fue vedado para mì,
mi espìritu guardo cultos para su soplo
tendido en lo invisible.

Los Clanes crean acompañadas de lo invisible
y ello se mueve en dialècticas exactas,
con perfecciones que desearìan un trozo
de hombre en sus cirios.

Pues ellas originan en el fin del mundo
otra misa.

Y la inspiraciòn llega callada,
como un milenario desorden
al lado de diezmos de
sangre.



Guillermo Isaac Parades Mattos.

Iniciaciòn espiritual para un Buho

Iniciaciòn espiritual para un Buho

36



Junto a una masacre està el mar, el vidrio de un extermino
ascendiendo en las hojas, la estructura de un sentido marino
boreal y abstracto como el sueño.

En los àrboles canta un buho su jardin venereo y azules
de plata nos indican que el pensamiento y el verbo, incluso
la poesìa, nunca seràn antes que la aguja quebrando
en dos los pedazos de una mañana,
la història donde un articulo memoriza titanes
algo como un sentimiento,
irrumpiendo en los astros ebrio de imaginaciòn
con victimas de fantasìa
y verdugos de hierba.

Pero esta noche la medialuna lleva nombre de aire
donde aparece y desaparece mi nombre
y son los circulos del ave
depredando mi soledad quienes
insinuan barbaries de olvido,
liquenes donde el ansia antes del anhelo
y el deseo camina al corazòn
como una sombra.

Yo vì mi oscuridad, era de noche en ese follaje
llamado devenir, era de agua, tanto asi que los liquidos
representaban sustancias
y dos voces dejaban que mis ojos
fueran la manifestaciòn que en los bordes
recoge inalambrica
un aliento de màgica pesadilla
y barcos de cera.

Porque mi vida y mi mar
son sòlo ardientes manuscritos
donde la providencia es instinto
una simulaciòn de mis manos entre los pergaminos,
los gorjeos de un bosque
asesinados por dioses y
dinastìas de heridas,
dejando sus ùltimas esperanzas
en el dramàtico amor de
una tronera.


Guillermo Isaac mattos.


De iniciaciòn espiritual para un buho, poema 36. Lima Julio del 2006

Balada Marginal

Balada Marginal





Uno dice que escribirlo es no poder volver de la experiencia.

Uno dice que las calles son sòlo estribillos.

Que los marginales descienden como pètalos de un

maleficio llamado providencia.



Uno dice.



Despuès estàn los halos.

El recuerdo ardiente de que viviste con una ley llamada corazòn

y con una llama denominada sangre.



Que me importa a mì esta poesìa.

Ella es una columna atravesada por imperios de latrocinios

y heridas.



Y me recreo en esas costras.

En esos muertos que aùn intentan existir como una herida

y ofrecer, ofrecer un pedazo de corazòn por màs que

sea el ùltimo.



Este es un canto marginal y es subterraneo.

Camina sobre el odio y los papeles amarillos.

No cree, no ama, no està convencido del sol ni las estrellas

por ello los ama con esa desazòn

que sòlo la existencia de algo religioso puede darnos.



Este es el combate de un grillo que corta mi piel cada noche.

Y eso - me pregunto- no tiene sentido llevarlo a una aurora

conducirlo a tu silla o tu ventana por la

que jamàs vas a mirar.



Una ventana es otra ciudad, un nombre sonambulo

para las cronicas y los idearios, no tengo la mìa

el dìa que intente encontrarla me alejarè

hasta ese lugar donde ni siquiera mi espiritu

pueda encontrarse.



Yo juego.

Muerdo como un perro y a veces me aviento sobre la pus

de un escenario humanamente bastardo.

Y vivo sobre ello, canto sobre ello para esos marginales

que nunca responden a nada

y los vì pasar como un suburbio

como un dios

casi como el destino.



Pero nunca prostituyo el destino.

El destino no es una ramera.



Es facil hablar de èl cuando no se lo ha vivido.



Cuando no se arriesga nada.



Asi que ni siquiera hay que reirse de ello.

Tampoco sentir parabolas o metamorfosis.



La vida es aquello que siempre miraràs desde lejos.



La vida es aquello que soñaras vestido de verde

un dìa de centauros o ideas

que ciñen a la maldiciòn

inviernos de fuego y maleficio.

Guillermo Isaac paredes mattos


Septiembre del 2007

jueves, 18 de febrero de 2010

Ciudad de Venus

Ciudad de Venus
En memoria de un duende














Es nuestro el ojo del desasimiento, la fronda

en la oscuridad se mueve frìa

y grandiosa.



Como los carniceros

aprendiendo nuevamente

en extraños sacerdotes, todo en tu corazòn

vuelve a los precursores

a los ancestros del aire

al talisman del agua en el poema

o la magia de color pidiendo auxilio.



Antiguas catapultas, nosotros nunca

recogimos abundancia de todo movimiento,

nos atrevimos entre los àrboles

a soñar una caida, incluso aquellos

donde no existìa el tiempo

y el espacio era un lecho

de almidòn rodeado de

sorbiendo estrenos.



Brillos de mortal remordimiento

pues los astros elegìan

cada amanecer por nosotros.



A dònde fuè esa voluntad

que no llegò a la desiciòn, a dònde

esos jeroglìficos de piel

con estatura venenosa.



Cùal de las avenidas

consumiò esa jerarquìa de liquen

la multitud labrada por jeringas

y mùsicas de hibridos terciopelos.



Yescas antiguas, vimos la piedra

del maleficio traicionarse.



La mirada vagò en el desprecio llevando

coronas de supersticiòn,

altares de bolidos,

esa visiòn del momento

en un tormentoso druida.



Y vimos el trance del talento delirando

en sus propios umbrales, una arboleda silenciosa

una ciudad de venus

buscando enfebrecidamente

el miedo de su magia.





Guillermo.

Ciudad de Venus

martes, 16 de febrero de 2010

La Tradiciòn de la Luna

Tradición de la Luna


para ellos, yo era el manicomio entero.



Sí mi corazón evolucinaría entre venus con un martillo en
la mano, como lo hace una estrella.

Sí, dejara de humedecer cada objeto que toco, para involucrarlo
como si tuviera que representar una existencia, un objeto.

Sí pudiera escribir un poema con o sin tradiciones, como si esto
importara a la poesía. Cómo si esto fuera
importante a la historia. Es más a las cenizas
de la humanidad.


Cuando la naturaleza perdona el estigma, mas no la incursión
de un brillo, cuyo espíritu es mortal porque en el fondo
como el mío está hecho de barro.

Y al mirar mis paredes vuelvo a confundirme con el barro,
sencillamente porque está solo.

Porque no hay líricos fundamentos en sus hojas, ni en la realidad
simplemente bordeamos una letra
y son árboles detienendose subjetivamente como
un huerto, o un jardín de espinas.

He dormido en alguno...pregunto.

Acaso he representado en mi vida el brillo que
un cuervo detiene al lado de alguien que agoniza
devorando silenciosamente y con inteligencia
su craneo. Ahh, mis pobres cuervos.

Acaso este remordimiento intelectual de mi frente
podrá ser inasible como la pustula
de un niño absolutamente profético.

A quién miento cuando estoy solo.
Cuando no existe nadie ni nada donde escenificar
bastardos planteamientos de siluetas
viajando publicamente a las sombras.

Y amo las que jamás se pronuncian.
Las que vibran en la soledad como una nave solitaria
que el pulso debe llevar para
no traicionarse.

Y me he traicionado muchas veces.

Inteletual o vivencialmente.

Como lo hace un pájaro cuando lee hemisféricamente
y los colores de sus alas
no pueden ni tienen nada
que explicarnos.

Pero mi intención viaja
al presentimiento de ese brillo llamado conciencia
sin poder ser iluminado
por el fuego de su prodigio.

Cuando tradiciones de velo se detienen porque
mirar en ellas es moderno
como un prostibulo
de mágicas vanguardias.

Lamentablemente no creo en los magos.
Hablo de noche solamente con ellos.

Con la dialectica de un escrupulo
que despliega su espíritu entre manantiales
y violentas gravedades.

Manifestemos y manifestemonos fisicos ante una
de ellas esta noche.


Guillermo Isaac Paredes Mattos.

VII

VII


Hay simbolos que por snobismo se borran en conjuros.

Planes de dolor escribiendo al lenguaje, cuando su muerte
es sensibilizada por los sueños.

Ante la muerte como ante la vida, somos sonàmbulos.

Esa locura nos mantiene lucidos en cada calle, en cada suciedad.

Por ello somos tambièn lunàticos.

Si alguien o algo desfigurara su rostro ante el mìo,
explicarìa al espacio, que ellos no conocieron
el placer de anhelar, de ansiar sin ser provocados.

La muerte es tambièn una maldiciòn temeraria por ello.

Su idea o sus vocablos se arriegan ante
un juego de balas, ante una ruleta de sangre
donde escribimos identicamente a esa infancia
donde las làpidas eran niños despertando
en los oceanos de mi lecho.

Cada uno entro lleno de amor por mis heridas.

Asi empezò este conocer.

Y concluyamos.

Para evolucionar, hay que cruzar el abismo.



Guillermo Isaac Mattos.

domingo, 14 de febrero de 2010

VI

Los Clanes de la Muerte


VI


La muerte es otro significado.

Un reloj como el brillo, un pendiente entre la luz,
la gangrena de un barco al ser mordido por
una quimera en la arena.

La muerte de noche es otro significado,
una ràfaga abriendo su universo con violencia
una taquigafrìa de cualquier manera,
al lado de la acustica, sembrada
por la percusiòn
en una lampara de ficus y relatos con
el vidrio.

Ese que jamàs huirà del espejo.

Cientifismo del radio con tridentes
de escolar evoluciòn, su indiferencia
abre tocados de etiquetas donde se revelan
esencias de estructura, cupulas de alcohol
una metrica donde el lirio
juega con otras manos enloquecido.

Unas manos que extrañamente esta madrugada
me pertenecen.

Y yo a ellas.

jueves, 11 de febrero de 2010

Los Clanes de la Muerte

IV


Fuì roedor veneciano de quimericos abrevaderos
los astros dejaron en mi pecho su zozobra màs
que toda existencia, vì boreales de contemplaciòn
llevando en sus sueños una lira, una peste
con escrùpulos romànticos, me hice sutil y lleguè
a la providencia sin màs que este cuerpo.

He allì mi frente, imitadora de legañas y ejes,
làpida de sombra entre mi desengaño, lumbre
que rodea escarlatas sin tiempo ni medidas,
faz que circunvala la tierra con un orificio
en las manos.

Por allì cae una palabra.

Generalmente una palabra busca de noche el suicidio,
lo hace de manera sintètica, con una entrada
al santuario y otra al brocal, entre monasterios
de plata y embalajes de verbo, etilicos como
la crueldad del misterio. Sacerdotes de entrañas
buscan circulos y bicicletas allì, catalinas
como porciones de otoño robadas entre primaveras.

Pero antes de mis manos hubo una balsa, un velero
que despiadado empalaba su infancia, con sabidurìa
sacudiendo epitetos de hierba, nociones de pus
y reencarnaciones de etiquetas cientificas,
todas mudas como el alba.

Esa que insinua el instinto encima del tridente
antes que lo apague el aura.



V



Nunca tuve necesidad de un solo pajaro
en mis hemisferios.

Mi espìritu desde antes de la vida
tomò el lugar de ellos.

Los Clanes de la Muerte

Los Clanes de la Muerte


II


La Luz se cierra entre la trascendencia
como un lugar sagrado.

La revelaciòn te ha dado hoy una cresta
para oirlo.

Una luna de espuma lleva el borde
del ensimismamiento.

Otro dios abre la muerte.

Con ello descubres un templo, allì
la silueta encarnizada,
el universo idèntico al paraje
de arcanas respuestas al cielo,
ya sin un solo anfitriòn,
ya sin poetas.

Y en esa luz coloquialmente se piensa.

Los monòlogos abren diagramas
o nombres sobrenaturales
en balaustradas de abismos.

Huertos donde la piel
siembra como un fantasma el obrar
de su propio hechizo.

Y tù percibes espìritu
que el lenguaje de la muerte existe
pues està lleno de clanes.

Busquemos un idioma de sangre
entre ellos.



III



Alguien adentro, muy adentro de una expresiòn,
por ello su destino fuè herido
por la sensibilidad
que separa
la noche de las sombras.

En mi frente, ello era aprioristico.

Una fìsica de pocos dilemas.

Una cabellera sin misticismo.


Algo muy interior
llevando la duda que eleva fortalezas
de navegantes extraños,
los que no forman parte del aire al respìrar,
los que leen en sepulcros y tumbas sin ojos
y la lìnea de esa mirada se dobla
buscando el vortice,
el fracaso de la necesidad,
quizà posea garuas como la naturaleza,
puedo creer que perpetuarà un poco màs
este acento en la pràctica.

Pero es lamentable ser interior, gramàtical y mortal
a la vez, pues estos objetos
tendràn que descubrirse a si mismos
desde la nada.

La intenciòn de su brillo es leer
infinitos imperios
que cuelgan desnudos sobre sus formas.

Este poema termina citando sòlo uno
de sus sueños.

lunes, 8 de febrero de 2010

Los Clanes de la Muerte

I


La muerte recoge su palabra de otra palabra.

Allì es abierta con pronunciaciònes de ràfagas,
con alientos bebiendo aires y ciudades de làmparas.

Pero no lo sabe, no conoce sabidurìas pues ellas
se borran en cada polea,
camina sonàmbula entre lo desconocido
simulando encuentros con hados,
eter y propòsitos
allì oprimimos simulacros cuya sombra
es infinito convirtiendose en tormento.

La palabra de la muerte tiene mas de
una para cada ser
en la vida.

Y ella muerte recoge ese angel desnudo.

Su espìritu ebrio de alas y supersticiones.

Esos talismanes de interioridad
iluminando boreales ciudadelas de piel
degenerando en lluvias de acido
sus palacios de alcoholes.

Esa providencia entrando nictalope
una noche a la linea
sin que ella misma
se mire.

Porque la muerte no tiene mirada.

Es sòlo una nihilista paràdoja
donde se originan los cielos
y hasta las serpientes.

La muerte es sòlo un rìo.

Y ese es el epistolario de su ùnica
palabra.

Visionaria y perpetua
en las orilla de su mundo.

Expedición al Diluvio

Introducción a los Clanes de la Muerte


Yo pienso más de aquello que escribo
y escribo menos de aquello que pienso.

Allá a lo lejos la noche es otro pensamiento.

Quisiera hablar del día, de su devenir, de sus pasos
tan alejados de mi vida, de mi extraña realidad, de todas
y cada una de mis huellas.

Quisiera pero sólo soy un extraño de mi mismo.
Un pobre animal que a veces se convierte en criatura.

Que habla y gira, que enciende velas y promontorios
que recoge griales en el interior de una lápida,
ninguno se reconocerá como lo hace una idea
ninguno volvera a la creación
a ese instante donde la inspiración abre con devoción
cada una de sus venas
y las ofrece como un canto amarillo a la vida.

Sin saber que en ese canto no sólo es arrojada a la agonía esa vena
también el canto epistemológico de sus entrañas.



Guillermo Isaac Paredes Mattos