jueves, 31 de agosto de 2017

Semejante a la Realidad





Incluso cuando ves animales sembrados por
la tierra como si fueran protocolos.

Cuando te retiras al mar con una hoja en el
pelo donde no reescribiràn el universo las cigarras
ni ninguna otra clase de insecto.
Apenas habràn de mencionarlo.
O aquello que se menciona en el fondo son los 
idolos que tienen los jaguares.

Cuando la brisa respira de manera diferente 
en las cenizas de una marea.

Y esas cenizas traen arquetipos de las crestas
que alguna vez colgaron de racimos.

-el oceano fuè alguna vez un àrbol de porcelana-

En las especulaciones de dios sobre si debe o no
posarse en el follaje una mejilla. Toda mejilla en el 
follaje es devastada.

En las explicaciones del agua sobre la idea 
azul de un sepulcro en los tejidos.

En el itinerario de los crateres mientras comprendes
que el mundo sòlo es otro extraño monòlogo.
Asi que te encierras en el tuyo.

Ese que a veces trae pàjaros. A veces la parte de
un navìo que escora o hermetiza.
Sobre todo hermetiza.

Incluso en los eclipses toda vez que en ellos 
habitan de extraña manera dos mundos.

-es semejante a la realidad-

Uno devorando siempre al otro.






Los Misteriosos Hormigueros





A pesar de haber vivido en las agujas.
A pesar de haberme presentado cada mañana a mis 
sienes.
Interpretado por la conciencia o la moral de 
la lluvia en aquello que aparentemente lleva un dìa
a mi casa.
Una lengua de jabòn.
Una forma cuadriculada de cabellos que no pertenece
ni se amolda a ninguno de mis gatos.

A pesar de tanto ciclo colonial y mediterraneo en
los alfileres.
Guiado por plasticos que ondulan o siluetean
entre adioses sus caras.
Entre termiteros y posibles andanadas de fluor.
Allì donde lo terrenal lleva escaparates
de hidrògeno.
Roperos con sòlo interiores de yesca.
Quièn dice que en el espìritu de esa yesca queda
desfigurado el lampo?

Bah el lampo es sòlo giratorio.
Està lleno de rehenes tanto como los crimenes.
Lleva buzos igual que cada una de las escaleras.
No ascenderà de las visagras para huir
con los primates.
No vibrarà en las huesos del viento.
No oirà la belleza de la sangre.

Que en este preciso momento inicia su periplo
entre misteriosos hormigueros.













Castillos





Los castillos estàn hechos de madera.
Toda la mañana he estado frente a ellos con la 
intenciòn de escribir
algo que pudiera relacionarse con sus muros.
Con sus torres.
Con los cristales que han quedado atorados para 
siempre en sus ventanas.

Toda la mañana.
Igual que mi sed o el porvenir de un crepùsculo que 
tarde o temprano
llegarà encerrado en una gota.
Con el solsticio que huele a voluntad e imperio.
A menguante esparciendose en la cascara de una hoja.

No sè si esos castillos estàn habitados.
No sè si la soledad es lo ùnico que reside en el interior
de sus paredes.
Si en sus habitaciones y salas lo ùnico que teje 
silenciosamente son las arañas.
No sè si las hormigas transportan las ùltimas cosas
que quedan dentro de ellos creyendo que
se trata de alimentos.

Sòlo sè que estoy sentado desde hace siglos
frente a ellos.

Y por màs que he intentado de todo.

-sè que en ese mortal silencio anida un lenguaje-

Nunca he podido escribir algo de ellos.

Y mucho menos he escuchado sus
palabras.










miércoles, 30 de agosto de 2017

La Distancia del Peciolo





En la distancia un peciolo.
La orbita de carne oprimiendo las escamas de un
diametro, por las cuales se traslada el aire
a la cola de un pez entre
la niebla.

Los objetos reclaman una zona vertiginosa
a los muelles. En el horizonte se reciclan propiedades
de langostas en el lumen. Extrañas como un desembarco
de incandescencia o una estrella de 
piedra. 

La fosforescencia vuelve a algo pristino en
sus raices, tejiendo por ejemplo una fragata.
Sacude el himno un crater de goma.
Un tallo donde escribìa del sueño de esa soledad de 
arroz varada en las sienes.
En esa soledad millones de veces reproducida.
Compartiendo naipes con los hisopos.
Con las fiebres.

Dunas de escalofrìos por las cuales la brisa del
oceano sutura un pliegue de arena en la 
playa.

-uno debe deducir que allí anidó una herida-

Continentes con escolleras donde cabe una 
peninsula.

Jardines donde el destello ilumina una
aleta.

Una promoción de luminosos capitulos de
follaje en los edificios.

Y desde las ventanas de los mismos
los epicentros arrojandose al insomnio del
sueño.

Igual que las encrucijadas.
















Encuentro con el Devenir






Hay una ciudad de cabellos.
Un final en el espacio de cada palabra según 
las frecuencias que orbitan sus
planetas.
Hay una galaxia para cada una de ellas.
Un cosmos apodictico, lleno de escalas
y voragines.
Un universo proporcional a las respuestas donde
sólo se llega a otra interrogante.
Una llena de preámbulos en sus 
mástiles.
Hay una idolatría que surge de los espejos y 
camina hacia un acertijo
con un prologo de granizo en los labios.
Un encuentro con la sed en cada hipotenusa.
En cada archipielago.
En los lugares donde las cosas resisten
a las imagenes para no convertirse en metáforas.
Hay un inedito confín donde el anden
escarba en una reminiscencia.
Existe una lata de polvo 
adorada por bueyes.

Una prolongación de nieve entre la soledad
de un castillo de arena.
Una lampara con combustible que trajeron 
cada otoño los más ineditos pájaros.
Un árbol llevando conjuntos.
Un velero donde las sienes proyectan una 
fantasía del tamaño de un triángulo
en el devenir 
de manera que pueda entender
la lógica de las olas.

El devenir es otra lógica.

Una dimensión de circulos entre el ser y 
la realidad.

Una forma de metafísca tristeza despúes que los
objetos la han atravesado.

Y vuelven a sus sombras.







Demostraciòn de las Anclas






La multitud ha caminado por una culata.
Los adverbios han sostenido ello desde una lamina gris.
En el oriente los prologos son un parpadeo que
empieza a morder una pinza.
El futuro es el elixir que muy temprano despertò
en una casa donde un murcielago mostraba 
sus anclas.

Los gritos en el anden son triàngulos.
Los cadaveres que beben de la goma cubren con aceite
sus huesos. Es verdad que habìa una edad que
respiraba en las encìas. Llena de burbujas
en las caparazones de sus ollas.
Llena de adagios o la ùnica excepciòn del amor
era el oido donde migraba una barba.

La multitud ha caminado a la dicha.
La felicidad es un teatro de agua donde algunos 
margenes imaginaban hombros a lo lejos impregnados de cuchillos.
De bordes o corolas.
De monedas con sombras de martillos.

En los latigos disipa el azufre sus cartas a la arena.
En las bicicletas son profundos los lagos que se esparcen
en las catalinas. El pasado en ellos roza el minarete
que esta noche es policromo igual que una
aventura en el monologo.

En el barro de esta subjetividad donde no terminan
los palacios.

Tampoco se originan.

Sòlo se destruyen.










Eso Posible






Quizà esto sea posible: Un ala
en alguna parte del corazòn para que las venas
conozcan el aire algùn dìa.

Y si no?

Las venas llevaràn la sangre por el cuerpo
el resto de su existencia.

Quizà.
Un viento con celulas que separandose de
las entrañas con la intenciòn de crear otro cuerpo.
La anatomìa del reglaje y las axiologìas.

Una simbòlico y con alguna semejanza con eso
aquì llamado poètico.

Poeticamente alimentandose al borde de la tarde.

Limitada por la luz o las circunferencias.
Por las circuncisiones y la cruz que muerde el olivo.

Tal vez aquello suceda.

La religiòn se convertirà en una biografìa
de la hierba.

El desierto serà la historia de una cresta.
que latea.

Que vocea o se despierta con una herradura en
el lenguaje de los navìos.

Quizà eso sea posible; Una luz de vidrio que
gime a toda velocidad.

Entre estructuras de barro.

Donde ondean rigores de polvoras
y caracolas.













martes, 29 de agosto de 2017

Descenlace de los Nudos





Puedo entender que un arrecife sea un limite.
Que la caparazón secreta del árbol nunca muestre
la saliva de sus caracoles.
-puedo entender el movimiento y la trayectoria
de esos caracoles-
Puedo respirar si esa saliva está encrespandose.
Si llena de relojes esta ciudad de faroles.
Esta materia donde se baten las ceremonias.
Esta identidad después del logaritmo y el crepúsculo
en los huesos.

Vivir o contar los muros de una casa.
Unos muros que igual que los invertebrados se
reproducen.
Se transforman y caminan hacia las superficies
con un espejismo.
Con un sofisma o que más da si las nebulosas llegan
a un concepto antes de la mirada de los aviones.

Puedo escribir antes de impulsarme a un gráfico 
donde las calles son amarillas y se sientan esperando
el hambre.

Donde los peatones escuchan en el voceo de los
maleficios alguna pregunta lejana que alude
a los higos.

A las escenas que llevan una media.

A los policromos hemisferios donde los nudos se
desatan.

Y algunos se convierten en flores rojas que caen
con el poniente.

Y otros se transforman en diluvios.





El Relieve de Cera





Cada dìa una teorìa diferente del aire.
Una aleta esceptica.
Una vocaciòn que despierta en una manada
encaminandose a un anuncio.
A una referencia de codos.
A un pliegue de hollìn que acaricia estelas
de calcio.

A diario eso tan errante en la realidad.

En los santuarios de una raìz con lechuzas
que llevan en sus ojos eclipses
y enigmas arrancados a los diluvios.

Cada aurora un universo diferente de galgos.
De nativas agujas.
Una abstracciòn del mar con un puente.
Un porcentaje de caracolas en un siseo.
En las estadisticas de las flautas o la diferencia que
separa la energìa de una causa.

La energìa està llena de invisibles celulas.
La causa es racional y pertenece al hombre.

Cada dìa.

En cada navìo describiendo sus vapores.
El sudor de un relieve a lo lejos en un bosque 
de crestas.

Un relieve que tipifica.
Que organiza el silencio en el interior de
los contenedores. Uno lleno desgraciadamente de
uvas.

Un relieve que todavìa es de cera.




El Hilo y la Palabra





Al final se encuentra el hilo; secreto y azul de una
estrella. El tejido de agua donde crecen
las cosas. La habitaciòn de un espiral que reside en
los himnos de la arena.

Al final lo ancestral con un telegrama de araña que
cruza la nieve. Con una veleta en alguna de sus 
ferias. Buscando proporciones en sus ejes.
Equilibrios que tal vez un invierno emanan del
magnesio con una cinta de carbòn incrustada a la tierra.
Igual como se incrustan las uñas a la carne en
la punta de los dedos.

Siempre amarillo.
Siempre hambriento en sus finisimas cupulas.
Desfigurando los nombres que duermen en las corolas.
Propalando efigies desde una silueta raspada
por iones.
Desertando del hueso y del vocablo.

Al final.
Fermentandose en un planeta junto a un errante
astronauta.
Pudriendose en el verbo. Al final siempre
domèsticamente ese hilo.
Escenificando simulacros para las utopìas.
Desembarcos de hiel.
Pedacitos magneticos de una cascara que mira la arena
por la tarde. Desde ella los labios dejan partir un 
sonido.

Para que en el desierto se convierta en palabra.




lunes, 28 de agosto de 2017

La Moneda en los Hombros






Un niño dormía entre cenizas visibles.

El pájaro que recorría el infinito llevaba una moneda
en sus hombros. Era de madera.

Entre los objetos previstos estaban las cupulas
en el higado. Las catapultas de porcelana en las sienes.

La lógica flor en los pétalos del humo.
La básica presencia de una escalera entre las alambradas.
En los mosquitos de goma.
En la existencia donde al lado de la densidad los
aparejos relatan cronicas de bolicheras
y lampos.

De un testimonio de bronce en las alamedas
donde llegan a las esferas los jinetes.

Y el viento es hermoso como la yesca.
Como las superficies del helio en una noche de astros
con colas y bengalas.

Un niño dormía entre visibles cenizas.

Creía en los puentes porque llevaba una amapola
en la boca.

Trajinaba en los coliseos igual como lo hace la duda
en una pregunta.

Vibraba en las equidistancias del sueño.



-según esta experiencia-

cada equidistancia en el sueño no es más que una figura.

Devorando en el interior de un poema girasoles.








La Busqueda del Eter







No siempre el tronco de este àrbol se cimentarà
sobre lo profundo.
En ese tronco habràn recipientes y otras cosas.
Manifestaciones semejantes a las figuras que
agita la apariencia.
Una luna con un biblico racimo.
Una metàfora catalogada sòlo por la sed.
Un albedrìo con tejidos propiamente azules. Como
los que dan origen al mar en lo mas lejano 
del universo.

No todos los objetos describiràn el vuelo de una
cigarra. Tambièn lo harà la energìa.
La continuidad màs allà de los àtomos. El devenir
situado en una visagra de humo.

Los seres que conozco y los desconocidos tendràn 
una palabra ni general ni particular.
Una palabra imposible de definir.
Con un parpado donde se atisban neologismos
de una edad hecha de piras.

De lògicos sacrificios donde el eter
vuelve a reconocerse entre ancestrales pensamientos
donde el lenguaje se vuelve a alojar en el 
eter.

Buscando desesperadamente llegar a la 
poesìa.





Constitución Poético-Antropológica






Mucho menos una ciudad.
El sauce de aceite en una tijera de nieve.
Tampoco un pròlogo donde el proyecto de las palabras
no era precisamente la meditaciòn ni la llegada
a una imagen.

Tampoco el sueño del iòn o un participio.
Por lo general esas son cosas que suceden cuando 
estamos tendidos en una cama
y algunos castillos en la imaginaciòn son como la lluvia.

Tampoco un diario de cocodrilos.
Tatuajes de cera en el cuello de una raìz.
Evoluciones a partir de una herida o quien sabe el recorrido
de un tallo en los semáforos cuando sus colores
son devorados por los pelícanos.

Por las esquina de las sienes siempre mitopoyeticas.
Creciendo entre la realidad a su manera.
Buscando inutilmente entre su
propia arqueologìa.

Allì deberìan navegar pero no los antropologos.
Ni los jesuitas alimentados 
de plusvalias y electromagnetismos.

Allì sòlo aquello que termina convertido en
un àngulo.

En un parietal.

En al acento linguistico de una mandibula.

Cuya historia de ceniza vuelve a descender sobre

las arpas.







El Sueño Dentro de una Manzana





En alguna habitaciòn hay una hoja.
Sobre su craneo existe el siseo de un pètalo cuando
se transforma en silaba.
En fruto o protocolo que roza la lluvia.
Que muerde las alas de un pàjaro o sus
cabellos.

Durante un universo que empieza a colocar
dramaticos idolos en las edades del sueño.

Idolos que ascienden con una primavera de 
goznes amarillos a las
dimensiones
de las crestas y los planetas esbozan gestos 
purpuras
en los jaguares.

Tal hoja no ha caminado entre los minaretes.
No ha anclado un sol en el aire.
No ha tomado los caracoles que arrancan la
aurora del bozal. Tal hoja sin embargo dirigiò una
silueta al trigo.
Una silueta con nombres que durmieron entre
lo ancestral como lo hizo una manzana.

Tal hoja es sòlo un mal poètico que
erradica dagas de los desiertos sin esperar un 
grial de la belleza.

Pero què es un grial?
Què la belleza unida a èl despuès de un
invierno en que caen lianas desde
las bandadas de carne?

Y ya no hay mucha diferencia.

Entre creer y estar convencido de que esas 
lianas que caen desde bandadas de
carne.

Anuncian una y otra vez los gritos del pavimento
en esa selva.













Lenguaje de Arcilla






Creo que todos habitan un lenguaje
de arcilla.
Los que viven en las cenizas lo saben.
Los que han rasgado el polvo
de la brisa entre los callejones donde 
màs de un iman es solar asi que
adhiere sòlo astillas de luz
y hay un inverosimil velero que hunde
los preàmbulos en las 
mejillas
con rangos idoneos de brisa o temples
hialinos.

En las piràmides o sales que habitan
las cadenas. En los violines
o el graznido de los eslabones en un
canto de agua donde
las rafagas son cautivadas por 
alfabetos de fractales
o edificios sobrenaturales
empujados hacia el destello por
rehenes.

Lamparas de cadmio en ellos.
Horarios de zinc.
Pronòsticos de iglesias en una uña.
Lances de billar suspendidos
en el liceo de una utopia.

Lenguajes de arcilla con el cual
se irisa un artropodo.
El ciclo de una horda en los huesos.
El enjambre de la piel
formando girasoles de ambar
en los sistemas del aire
donde proporciones
de sangre desconocidas imitan
planos de gaviotas.

Reflectores de espuma.
Ideografìas
o peines.

Escuadras de sueño por donde 
una noche una aleta 
contempla el rango de la luna.

Una aleta que ha viajado de la
luna hacia el tejido de
los peces.

Una que luego ha tomado el mar
para encontrarlos.

Sòlo para convertirse en 
escama.







Mar De Carbón






La hilera de árboles y después de ellas
un horizonte amarillo.
El mar de carbón.
El segmento que rota en la esquina con
un fervor que a la vez parece emanar
hacia un cuchillo.
Junto al libro una saeta.
O el silencio que fue alguna vez un 
crater buscando su
metabolismo.

La herencia del vidrio.
El puerto con siderales conjuntos.
-siempre de barcos-
La etica de la nieve en el granizo con
algunos parajes de aluminio
donde ensartabanse a la brisa los 
pifanos del bosque.
Una flor deforme.
Un aspavientos con helices
derivadas de historias en que algunos
hombres enfrentaban a los
molinos.

-pero eso sucedió hace tanto-

La carta de arcilla en el enves.
El giro momentaneo o reciproco.
Los articulos donde el mar
pertenece a algo amarillo
como la hoja que no
espera el otoño para adquirir
ese color.

No. 
Lo hará en esa hilera de árboles que
descansan y más allá un
horizonte amarillo.

Encima de un mar de carbón.

Donde entre otras cosas dialógan
jabalíes y grietas.













domingo, 27 de agosto de 2017

Invierno








Los domingos las cosas son como cascaras.
Algunas dejan sus corolas donde un espíritu intentaba 
formarlas. 

El miedo camina hacia la niebla con una libélula
de carne en la boca.
La locura es azul y toma infriltada entre la tarde
el latido de un astro transparente.

Entre las apariencias la realidad nos dice
cuales tomaremos y seguidamente nos demuestra
la razón de ello.

El silencio cautiva tus cabellos con resultados
identicos a la imagen de un racimo.
La identidad cuelga un adjetivo de las ramas
y decimos que la rama es paradójica.

Sostiene una hoja

-hecho que debiera ser eterno-

Pero sólo lo hará mientras se arrastré por la tierra
este invierno.










sábado, 26 de agosto de 2017

Los Prismas al Sujetar el Aire






Por un segundo la ola tensa una cresta
y una visiòn duerme sobre el eje de los caracoles.

Los circos son de agua ahora que vuelven
a tomar sus sienes.

Las iguanas recogen un sentido de la muerte
acompañadas de aerosoles.

Las catapultas doblan la esquina con pseudònimos
de granizo en sus bocas.

Inmensas linternas se alimentan de escarcha
en una preàmbulo de galaxias.

Botines y cofres de aluminio se reencarnan
en el interior del humo.

El cosmos vuelve a ser inaudito en una tijera.

Los prismas sujetan el aire nuevamente, pero no
se trata de aquello que intentamos alcanzar el dìa de
ayer a travès de la escritura.

Ayer todo era microscopico.

Y los jaguares.

Los que relativamente llegaron a un pensamiento
debajo de los àrboles.

Meditan ahora en el cinismo con que se despliega
una gaviota.








Sòlo por un Instante






Creo que llegaste a la flor con un arcipestre en la boca.
Ese dìa ademàs tenìas una palabra que descendìa 
del pelo por inercia.
Tal como lo hacen las cosas entre la gravedad.

Yo igual que tù sigo creyendo que es extraño caminar 
sin un solo papel por el mundo. Es algo que sin embargo
no dice nada de nuestra identidad.
Mucho menos de nuestro conocimiento.
Del higo encerrado en una hoja.

Yo al igual que tù pienso en la memoria de los objetos
porque es ajena y desconocida.
No tengo un solo recuerdo de esta mesa en la cual
me he sentado por primera vez.
Ni una sola figura de esa chispa que alude a un tipo
de hemisferio; uno ebrio de contraculturas.

Estoy convenicido de ese cinismo en la lluvia con que
la subjetivodad pasea sus incognitas.
Siempre con esa especie de riesgo en el papel.
Tù sostenìas que podìa ser el màs mortal de todos.
A veces es asi.

Creo que la distancia es nada màs que otra orilla
que se hace màs lejana si nos acercamos.
Muy profundamente sabemos que asi debe ser.

Y nosotros ante ello sòlo por un instante soñamos lo
contrario.






viernes, 25 de agosto de 2017

Grafico Elemetal





Un papel astrofìsico de la silueta para entender 
de que manera se origina el caos.
Una triada de nieve en el principio del mundo.
La silueta de una entelequia que recorre una finisima
superficie de hielo basada en principios elementales.
La gravedad en el armario con un iris
para la voluntad y esa misma voluntad desfigurando
el tejido de una moneda.

Algùn evento de poesìa con helices marrones
y en aquello que reverbera, el bosque que debe a la
continuidad sus planicies.

El hilo de la verdad en los ofertorios ahora que
tomamos el vacìo para vocear una intemperie con la esperanza
de alcanzar un adagio.

El verbo en los frutos del pañuelo en ocasos insomnes
o da lo mismo en ellos el transparente respiro
de una grieta que grafica una libèlula.

Un horizonte donde los racimos encuentran su mirada.
Un prologo en la memoria del invierno para conocer la garua
antes de trasnformarse en nieve.

El deseo del alma en una hoja inmediata o empirica.
Ese mismo deseo màs allà de su relaciòn con el verbo
o los contenedores.
Màs allà de las siluetas en sus palabras.

El velero en medio del arnes y la intuiciòn colocando
uno de sus planetas en las cenizas.

En el mentòn donde tambièn empiezan las sienes.

Cada una arrastrando mandibulas y circunstancias
de polen.

En los infinitos circulos de las bicicletas.











Vocaciòn de Cigarras






Todo astro es internacional.
Irracional y esceptico.
Posee extraños fenòmenos pero
no màs extraños que aquellos
habitados por una mejilla.
Teje orbitas y espejos.
Fragmentos de un dìa más ligero
que otro.
Conduce los soplos del
iridio.
Las ventanas donde la brisa
golpea su aliento.
Y la soledad sin quererlo
se convierte en una desesperada
dinastìa.
O mejor en un desesperado 
nombre.
Eso es màs apropiado.

Todo astro compite con las 
ballenas pero muy de vez en cuando.
Por lo general se dedica a herir sus
causas y efectos.
Sus molinos por donde anduvo
algun dios.
Las cabelleras con rigores de
otoño en un marsupial
o las llegadas al azogue.
A la mistica que renace en el color
de un pelo
atento a los desplazamientos
de aladas hormigas.
Casi ninguna hormiga 
-claro està- 
es alada.
Ellas se dedican a llevar 
cigueñas.
A deformar los picos cuando
se sumergen en la tierra.
La tierra no es liquida como para
decir que las cosas en ella
pueden sumergirse.
Sin embargo hay que decirlo.

Todo astro es expecialista en
cifrar continentes.
En irradiar ventanas de musgo
que no nos importan.
Creen en porcentajes e hilos
que pasando los zoològicos
invaden el preterito de los 
animales.
De la hierba carnivora.
De los brillos a veces de neón
cuando no de
cigarras.

Una de esas cigarras.
Sòlo una.

Busca inutilmente sus alas
en los elementos.









La Palidez de Este Invierno






Antiguas imagenes.
Extraños pájaros que vuelven a los puertos.
Todavía celestes bandadas donde el aliento 
separa el polen del trigo.
El soplo de cualquier agitar.
La vibración de una araña en el sueño.

Y en los frutos una inscripción.
Una flor de madera y de metal.
Un crucifijo en el interior de la muerte iluminando 
la vida. 

Desde ella aquellos que pueden ver el oceano.
-pero no el que miran los ojos-
La ola inspirada por lo ciclos.
La lluvia desnudando una jarcia en las 
crestas.
Un lirio o un preámbulo.
Una cita de barro secuestrada por el anhelo
en lo más profundo del agua.

En ellas el lienzo y el metal.
El purpura y lo lacrimógeno.
El estelar paseo de una corola maldiciendo.
Profanando rascacielos de acrilico. 
Raices de goma. Temporadas de espuma
o radiactividad.
Torpores o
anclas.

Antiguas imagenes. 
Sobre ellas una moneda levanta su atavismo.
Su único mandamiento imitado por el veneno.
El sacrificio en forma de prologo o altar.
Una especie de jardín rozando los limites.
Empujando en las manos las fronteras.

Hasta llegar a ese hemisferio donde habita 
el invierno.

Exaltado. Casi puro y doméstico.
Ebrio de zonas, cascaras y parpados.

Iguales a la palidez de este invierno.








jueves, 24 de agosto de 2017

El Movimiento al Oscilar





En Lima llueve. 
Entre soberanìas y constelaciones de significados.
Sobre el pupitre que camina entre la realidad
sin un rostro.

Junto al pelìcano de agua que besa un hemisferio.
Que reporta sienes.
Que se endereza en una clavicula antes que toque
lo sobrenatural. Eso que en algùn lugar de todas mis
caminatas oprimìa una alquimia.

Hay un sol de quimeras detràs de esa lluvia.
Una expediciòn de la razòn a màstiles infinitos.

En Lima llueve porque parece que las cosas
se imitan y los objetos son amarillos como una
dimensiòn donde se unen los sauces.
El destello de las lianas.

Y mientras tanto soy contrario a todo hecho.
A mis necesidades entre lo cotidiano a diario màs
pequeñas.

Por un instante siento que todos los objetos en el
universo podrìan besar una aguja.

Utopìas y chispas coronan los simulacros de
todas las orbitas; de una emerge una pantera.

Por un instante el tiempo recoge el trigo que
en la arena ha dejado el espacio; el lugar que
habitaba ese espacio es ahora un oceano.

Una libèlula con alas mojadas resiste en el corazòn
de un poema.

Ni el poema ni la libèlula saben como han llegado
a la hoja en ese poema.

Llegaron y estàn aqui, nada màs.

Y lo ùnico que puede acceder a aquello que entre
los relampagos de ese poema resisten.

Es el movimiento que oscila en las colas 
de los pàjaros.












La Realidad Como un Culto a los Fasciculos





Camino por esas alegorìas donde los pàjaros no son
biblicos y los dragones transportan sus 
escalofrìos.

Al lado de un ser que lee en el gènesis.
Entre las caravanas de vidrio donde alguna
representaciòn aloja una cadena.
Un microcopio de cera.
Un deseo lleno de talismanes y una lonja.
Una sola.

En las bacilicas derribadas por los arquetipos.
En la sensaciòn del frìo en una franja de aceite
conquistada por un temor o todo lo que desconozco.
Sobretodo lo que desconozco.

No porque sea boreal o se halle velado.
No porque exista de manera que todo llamado
inspiraciòn cubra los solidos de manera hipotètica.
Asi decimos que en ellos hay un rayo.
Una precisiòn.
Un rigor que no puede decirnos nada del aire.
Y exhorta a los gritos entre la nieve.
Justo en el momento en que estos migran
al liquido. 

Camino por mis legañas. Quizà hayan guardado
algo de la noche.
Por mis superficies de halos y tijeras.
Por mi piel donde mis neumàticos de carne empiezan
a trajinar entre la realidad.
La realidad es un conjunto infinito de trajines.
La realidad es el culto a los fasciculos.

Y mientras soy preparado para ello
camino en uno de sus parpados. 

Mientras tanto las alegorìas forman pàjaros que
no son biblicos.

Y dragones que transportan sus escalofrìos.







El Boceto de Espuma






De tiempo en tiempo la misma desapariciòn.
El àrbol con angeles antes de la llegada de la ruina.
La composiciòn de un cerebro en el agua.
Los dibujos de arcilla.

El relieve que desprende articulos de goma màs
allà de la playa.
El relieve con una cascara de humo en la
frente donde se podrìa escribir algùn texto.
El boceto de espuma donde juegan los niños en
la arena. Iluminados por un gesto de sed
igual al que debe morar en sus venas.
Un gesto que tal vez conozco.

Ese donde la ilusiòn desaparece para dar 
origen a otra ilusiòn.

Y todo se convierte en ilusiòn mientras los pàjaros
devoran sus cadenas.

Sus diminutas idolatrìas.

Su transcurrir entre la niebla y el oxigeno.
Entre el vapor y esas dinastìas donde el mal se recupera
de uno de sus sueños.

Uno donde la imaginaciòn oprime farmacias 
y botines.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Llegada Desde la Densidad






Ha llegado a la densidad y yo lo observo.

Antes que me lo sugiera sè que todas sus palabras
son puertos.

En una de ellas muerde el hambre.

Los tìtulos en sus manos son de barro.
Lleva muchos titulos en sus manos por ello puedo
llegar a la conclusiòn de que pertenecen al 
mismo.

Las sortijas cruzan el poniente sin un concepto.
La ceremonia de la racionalidad entrega uno de sus
sabuesos a las grietas.

Las grietas entran en contienda porque ese
sabueso vivirà en una sola.

Ha llegado a la densidad lo cual puede ser 
mìstico.

Algo lleno de algebra y nieve.

La orilla es mediterranea, pero tambièn es colonial
como un dado. Cada nùmero en ese dado
es una serpiente.

El horizonte despliega una raìz.
Un obrero de bronce amanece en las ramas
con una huelga en su axila.

El obrero se sorprende de que hayan miles
de hombres en su axila.

Mientras tanto aquel hombre que llegò a la densidad 
descubre que lo he estado observando.

Y me dice que todas sus palabras no sugieren
puertos.

Todas hablan de un nihilismo que a travès de la
historia ha ido devastando mejillas.














Perspectiva Desde el Soplo





Algunos navìos son rojos en el oceano del alba.
-es toda su perspectiva-
Ese color proviene del mar cuando se religa.
Cuando todo en èl se convierte en cuantificadores.
Mientras las venas empiezan a entender que la superficie
es algo suyo.
Y las entrañas emergen sobre las piras de ese
mismo oceano ya tan abstractas.

Sobre la arena los marsupiales sostienen que toda 
abstracciòn es un nudo.
Una historia de espuma con la cervical.
El paso de un oriente a otro.
Una cera de goma.

Algunos puertos los aguardan.
Ninguno es magnifico, todos poseen una especie
de cuchillo en cada una de sus palabras.

Ese es el ùnico lenguaje que deja el vertigo despuès
de la lluvia.

De los pàjaros de metal conquistando el cielo.
Del genero ubicado de manera transparente en las 
habitaciones de una boca. Ebria de tatuajes
y limones.

En esos puertos que aguardan rojos navìos hay un hombre.
-por lo general hay otro-
No terminan de enumerar los gremios que juntan los
aerosoles. 
No terminan de ser termodinàmicos por un asunto de
imagenes que se desvanecen si se entregan al
parpadeo.

Cosa que estàn haciendo en este momento.

Cosa que repetiràn hasta el final del universo.

Es decir cuando se corte aquello que une la vida
de sus existencias y las del universo a este soplo.







La Palabra Subsiguiente





La palabra es subsiguente a la ola.
Las cenizas son la historia de un mitòn 
o un acontecer.
El equilibrio deja de llevar una fotografìa
en los patios.

Columpios de sol calientan el lomo de una araña.
El silencio de una melena se levanta
de los espigones.

El sur vuelve a ser celeste como una moneda.

Allì diques y espesuras de una pàgina.
De una poètica que piensa màs en otro lado de la
noche. Justo en el momento que despierta
un angel.

Pregunto si todo esto sigue perteneciendo a
la realidad.
A la moneda en la mesa.

A las gramaticas del olivo.
Allì espirales y granitos recorren el sol.
Allì vortices y enigmas protestan en una brisa
hecha de latigos.

Una brisa que no imagina que su vida
ha sido arrojada a la realidad. 

Allì donde la esperanza agita palabras
como el viento.

Para que pueda habitar en ellas.

















El Otro Espejo





De què otro fruto.
Cùal serà el otro espejo al final de esta calle.
Cùal de todos los obeliscos.
Cùal de todas las avenidas donde dios igual que el hombre
se sujeta o pide un testimonio.
Una gravedad.
Una redondez clasica y semejante a las uvas.
Una cualidad de extrañas esferas donde la imagen
quisiera formar una parabola màs no puede.

De què clase de pàjaro o rehen sacrificando un bolero.
Un muro de escarcha sujeto a los decimales.
A los compuestos del soplo.
A las bolicheras que nos quedan.

En què otro dìa con su propio dequeismo.
En que caleta residual o vidriosa.
Llena de tempanos con civilizaciones de sombras
en sus puñales.
Con su sujeto tacito o magnetico derivando hacia los
polinomios.
Hacia las sienes con trasciendas.
A la exegesis que declina o crea un vertigo debido a 
las andanadas.
A las tesituras donde nos rebasan los pianos o los 
sueños.
Las filarmonicas del trueno.
La ira del purpura-violeta con tejidos de sobresaltos
-como -los que supongo- debe poseer
una raìz.
Un triàngulo o una botella.
Un escalpelo de implicitos juramentos en las carne.
En la indiferencia o el desprecio con
que el mar nos espera.
En la tarde a tarde de los hilos-gramòfonos.

Junto a una orbita mistificada.

O esoterizada por la luna.








martes, 22 de agosto de 2017

Esa Vida Cutanea y Poliedrica






Esa vida cutanea y poliedrica.
Esos barcos que escriben entre las superficies del
oceano.
Los recorridos de la razón en una academia
de agua. Muy cerca de la orilla.
La flor que se sintetiza debajo de esa agua.
Los parametros donde cultivos de hollín llegan a 
yuxtaposiciones donde vibra una cresta.
El patrimonio del hemisferio siempre palido en las 
coronas de las olas.
Las definiciones con que el amor nos sostiene
en la playa y las definiciones con las cuales la realidad
nos suspende en la existencia.

La marea exiliandose una vez más en lo infinito 
del oceano.
Sin embargo el horizonte sugiere un límite.

Ese espéjo donde la imagen encuentra su albedrío.
Esa cantidad de perimetros en los miles de conjuntos
del aire.
El irracional vestigio de un ancla en un dormitorio
donde principia también el universo y el día es preincaico 
o genético como un borde.

Como un proyecto subversivo de la brea.
Como un manantial rojo-irracional de cada periodico
en la gramatica de los botines.

Igual a una metódica expedición a los crateres.

Donde yerran o vagan suscintamente en otros sueños
las arenas.


El Espíritu de las Pirámides




No obstante el poema anhela una cuchara.
Un misterio del sueño encerrado en la naturaleza 
de una superficie.
Un lirismo seco que provenga de amapolas
guiadas por alabardas.

Lamparas de arroz en la aurora.
La humedad de un circo en ellas y la materia de 
un destello que levita.

Que es parte de los cristales y la experiencia
de una bocina. De un ángulo de nieve en los ojos.
De una narración donde los vortices conducen
sus expediciones a una lirica penumbra.

Pero, toda penumbra es lírica?

Toda penumbra sigue a los rehenes y naufragos?
Todas lo hacen perpetuamente buscando 
una peninsula o un estómago de dios dentro de
un archipielago?

Corredores de algas en un atlas donde los
espirales emanan de los tropos. 
De arcanos helicopteros.
De zoológicos llenos de astrofísicas y un brillo
en los parpados de los hombres
leyendo en las orbitas de extrañas corolas con todas
sus fuerzas. Eso quiere decir
con todas las preguntas y respuestas que 
pueden reconocerse bajo la lluvia.

Una lluvia estrellandose siempre con el espíritu de 
las pirámides.

Un segundo despues de haberlo hecho con el de
los acidos.










Los Plasticos del Eden





Los jardines son unidos por una ballesta.
El tacto es coloquial desde el origen de una manzana.
El invierno deja àrboles en una selva.

Aconteceres de maquinas y el silencio atroz de
algùn horizonte manifiesta un arquetipo.

El hambre coloca el misterio en uno de sus higados.
Las flautas recorren un iris de escarcha arrastrado
por el tiempo. 

Son voraces las palabras en una intuiciòn.
Alguna de ellas se transforman en
vilo.

Las particulas y su llegada a un manantial 
hablan de espejos.

Las utopias convocan leprosarios entre la espuma.

El fuego corta un jiròn de leña en las esquinas
que regresan o la finisima capa de sol es quien muerde.

Los trasatlanticos esbozan epistemologìas.
Los trasatlanticos combinan la soledad con un tallo de
clorofila en las jorobas de un camello.

Semidioses de barro trepan por las coordenadas
de una liana.

Los moluzcos bajan de las habitaciones con un
recipiente de nucas.

La subjetividad es un planeo, un escorar 
de quien escupe entre hermosos simulacros.

Junro a todo aquello que en este invierno 
entre la naturaleza y los plasticos del eden amanece.
















Estructura Literal del Sueño





En las alturas del sueño hay una hoja.
Procede de la simetrìa con la cual los pàjaros
acceden a la palabra. A los ruidos de los alfabetos
entre las tijeras. A la ideologìa poètica de un topo
cuando une cadaveres y torres. 

-digamos que de tanto en tanto poliedros-

En esa dimensiòn que se descubre sola.
En los daguerrotipos velados en las
multiplicaciones. Cuando los hombres dejan de 
limitar con los santuarios para crear sus fronteras.
Cuando los espirales descienden de una 
astrologìa; una que evoluciona
en las altavoces de un
dialogo
entre frecuencias violetas o melenas de pinos.

En las concentraciones de sal.
En el corazòn que accede a los metabolismos
de la arena para comprender sus riesgos.
En la esquina donde acarician las mejillas del mal
sus abalorios y la etica escoltada por
un bosque se dirigie a una bacilica, donde
los arcipestres entienden
las verdades de humo.

En las ventanas de los edificios, junto al rango del
violìn y el rasgueo del aluminio, de los fosiles
amparados en una botella o un talòn.

En las dialecticas del mar por no ser ojerosas
ni detenerse en los parpados como lo harìa una aleta.
Quizà un atlas.

En los muros que empiezan a trasladarse por si solos.
En esos caracteres de la lengua disputando a
los veleros una coherencia.
Un màstil que nunca podrà adherirse al sol
pero unirà millones de destellos en sus cuerdas.

En sus ojos de madera que lo sostienen.

Y adelante un policromo reguero en el hemisferio.

-entre infinitas siluetas-

Tragicamente alado.





Los Inauditos Desastre





Toda estadìa empieza con un fruto.
Si entenderìa cosas del amor o el coral devorarìa
ese fruto.
Pero no. Se mantiene en mis manos.
Igual que una pàgina o un libro.
Semejante a una estela de agua segùn los principios.
Principios del àrbol o la interpretaciòn
de una herida
cuando el dolor es ajeno a las calles
que lo pronuncian 
y las heridas que no vemos de la arena
dejan de ser siderales.

Maritimas. Boreales o agùn cuchillo
desarrolla en las sombras de los peines una aleta,
la construcciòn de una galera. La vida celeste
de esta ya casi proxima primavera
en la cual las hojas que 
caeràn sobre la tierra no dejaràn de ser 
en algùn instante amarillas.

Si comprendiera un poco màs los objetos.
La luna que camina en el interior de mi casa.
Sus juguetes en cada vacìo sosteniendose en el eco
de un circulo de nieve que es tambièn
trayectoria. Un movimiento
de azucar entre la transparencia. Un idolo
de granizo respirando entre temporadas de dagas.
Junto a la miseria o la luz que la ilumina.

Toda estadìa.
En cada impresiòn que empieza a ser sujetada.
Que parece individualizarse o toma un atomo de los
tuneles. 

De aquellos vientos que horadan una
celula y en los testimonios de inauditos
desastres los proclama.







lunes, 21 de agosto de 2017

El Regreso a los Arboles






El espejo recorriendo algún silencio.
Alguna escama con un semáforo naranja.
Un prototipo de escaleras disputando a los zapatos
un espacio.

Un candelabro entre el espiral y el sol que
enumera la oscuridad en la sombra de la luna.
Una brisa universal suspende esa oscuridad
en una imagen.
Por un instante resplandece y luego elige
el diluvio para recorrer el universo.

-no sabemos que dirá la tierra de todo ello-

Estandartes de aire sobredimensionados
por una conmoción o un sentido poético que
proviene de la anilina se allegan a las uñas.

El significado profético del mito camina en 
las ascuas del ritual.

Heliotropos entre los minerales con
un cansancio milenario que alimenta de opalos
lo arcano, esbozan un tejido.

La vida de la sepia en los menguantes consume
una gota.

La vida de la sepia siempre y cuando una cronología
de cisnes encuentre el mismo trafico de las
ciudades donde la humanidad parece
ser bendecida.
Diriase iluminada.

Y se arrastra llena de craneos.

Llena de hojas dormidas en cualquier jardín.

Hojas que cayeron de las ramas.
Y nosotros las arrojamos al aire.

Pensando absurdamente que asi volveran a colgar
de los árboles.






El Lenguaje al Recorrer la Arena







El lenguaje separa una zona de una silaba.
-también de una libélula-
Intenta llegar con ella a una palabra.
El lenguaje ni se asombra ni contempla.
Es sólo una ruina más que entre la noche.

A ella se enlaza además la duna o alguna teoría.
Los sistemas de plata según la brisa que trae
reencarnaciones de medanos.

El viento estrella una cupula contra otra
en el horizonte.
Poblaciones de lipidos representan un parentesis
entre la arena.

El desierto forma un destino de alamedas
sobre un dormitorio de peces 
donde una acantilado cuenta alambradas.

Redes de esporas sostienen una cresta
de limón en los precipicios
y entre las ballestas un tridente de humo
roza un nudo.

Esquinas de goma doran las hojas
de invisibles árboles.
El purpura recoge el cansancio de una botella
en la forma. Asi se aleja el vidrio.
Asi lo legendario es una rutina entre los 
prismas.

-una más sostienen los camellos-

La idea del piélago seca una de sus camisas 
en un puente de goma.

El meridiano del pubis es un teatro que
recoge marginal el sentido
de una epopeya a todas luces escorando
una y otra vez en las cenizas.

Allí el hollín recuerda que ya ha atravesado 
este desierto.

Lugar.

Trágico lugar donde se forman las
monedas y las sombras.









Los Circulos en los Oidos





Eso que cae de las agujas con un peciolo.
El prisma entre lo verdadero con una mito de porcelana
entre identidades de sueño.

El reflejo de una mañana en que el oceano
asciende de un triàngulo con un castillo que llega a la
humedad.

El manantial donde el solsticio agita una faena
de trapo.

La membrana en el vaticinio del lampo.
El invierno de una mejilla suspendida en un
invierno cubierto de equidistancias.

El equilibrio de los circulos sobre los oidos.
Y en las cabelleras un ascua.
Un sentimiento que cubre el azul mientras la espuma

devora una fragata.

La existencia de un prisma sobre la vida hipnotica
y polar de un exorcismo.
La inveterada reencarnaciòn de alguna imagen
colgada de la poesìa.

El sofisma del carbòn con una palabra dorada.

Ensimismada en las nervaduras del hambre.

Y los alfabetos que duermen sobre sus 
distancias.








Sobre lo Desconocido






Adquiere la dimensiòn de la luz.
Del sonido o los racimos que empujan una polea
por la tarde. Cuando la visiòn pertenece
al crepùsculo.

Pero còmo se sostiene.
Què clase de pàjaro medita allì sin una 
profecìa.

Què estrellla dedicada a la mimesis
o la semàntica, entre nombres o nùmeros
inclinados en una columna de trigo
donde dios o la providencia
suturan una ventana.
Un canal de vidrio.

Un hilo de polen sirgado por la apariencia
de un baul de oro
donde se ondula muchos purpuras del 
mundo o al menos esos que pueden
que se agitan sobre una cupula
y despuès ondean el 
desastre.

Tiene el eco.
El viraje de la conmociòn.
La libèlula tejiendo en el invierno con 
una vereda de agua
donde los equinoccios liberan presas
de acrilico
invadidas por un latigo.

Por un santuario de escarcha del lado 
del azar.
Del conocimiento y los primeros 
cadeveres que muestran
una estrella escarlata.

Una que huye de la constelaciòn
para no adquirir una forma.

Toma la dimensiòn del brillo.
Del ùnico tigre de brea en los cabellos.

Aquel que sin darse cuenta.

Un hombre deja a diario escapar
del pavimento.





sábado, 19 de agosto de 2017

Antes que lo haga un Pensamiento






Nadie cree en las hojas que llegan de los cuchillos.
En las evaluaciones detalladas del hambre
en la subjetividad de una caracola.
Ni en los àrboles enamorados del miedo mientras una luz se ahoga.
Tampoco en el oceano empujando mortales audiencias de pàjaros
entre lo invisible.
Y la transparencia no alimenta el alma con cucharadas de
granizo. 

Nadie toma el destello que se transforma en pocima o camina
a las arpas con telescopios ancestrales que opinan o dejan
caer criterios de iguanas sobre los galgos.
Sobre las amapolas.
Sobre las coyunturas.

En el vidrio o el salitre que foguea una llama
semejante al rostro de algunos animales que deshojados
por la hierba iluminan por la noche vestigios y van tensando
kilometros de barbarie en sus anclas.

Son animales iridiscentes que humedecen un
craneo antes que los astros se apaguen y las màscaras repitan
en sus imagenes aquella soledad donde los
husares
caminan por la noche
con una estela que se seca en el humo de los barcos en su
frente.

Antes que lo haga un pensamiento.








Los Bozales y las Sienes





Hay una brisa semiesfèrica. 
Que roza las tortugas.
Que se dilata o arrastra sobre la etica con
un tejido coloquial atado
a la espuma.

En sus pasadizos los vehiculos corren
con sus biografìas y los neumaticos no dejan
de allanar ministerios.

En sus galerìas hay una hormiga que recita el
gènesis, pero ha obviado la parte de la manzana
y la serpiente descendiendo
del àrbol.

Ha golpeado las veredas
como si fuera lo ùltimo por hacer en el mundo.
Ha colgado circulos en el hemisferio
mientras el aire atravesaba las alas
de una gaviota. 

Las alas son un extraño monitor que mira
desde el viento.
Un lògico azul que llega de los monopolios.
Una habitaciòn de cupulas donde
las narraciones nos alcanzan
como cefiros de
gelatina.

Existe una brisa siempre semiesfèrica.
Exenta de relives y
pseudònimos 
que arriban a una tienda
con un poco de polen en los ojos.

Una que agita las piedras
de las embajadas con un hilo de trigo
apilado en la nieve.

Con una armonìa de cetros
que en el vacìo de la identidad ensortijan
el caos.

Dirigiendose asi
a una bandada.

Donde entre otras cosas cuelgan 
bozales y sienes.








De Cualquier Forma






Hay muchas intemperies.
Recuerdo aquella que habitaba una bujìa.
La del agua con un anapesto.
Una donde los escolios trazaban rutas de animales
en el azufre.

Aquella donde los jardines son de aluminio y se
convierten en una evoluciòn que siempre oscilarà
debido al verbo.

La que sacude lingotes en el crepùsculo de
una mañana con màgicos botines.

Aquella que pertenece a los acantilados y adquiere
sobrenaturales timpanos de madera.
La de una llanta.
La de una bicicleta encerrada en un 
centigrado.
Esa que diò a conocer temporadas de un baul
consquistado por una moneda.

Aquella que funciona como verosimilitud.
Coherente y sagrada en el horario de los tulipanes.
La del albatroz en el pico de una muralla.
Esa con mimesis azules en sus fractales.

Junto a las primeras heridas donde empieza el
desencanto. 

Y por màs que el desencanto sea una 
estètica que forman los paises segùn el grado
cultural de cada una de sus astroficas.
De cada logìstica en sus arcoiris, ello siempre 
sucederà junto
a mis primeras heridas.

Aquellas que sòlo se pueden sostener frente
al ocaso.

Hay intemperies.
Infinitas intemperies. 
El dolor del higado en la arena.
La construcciòn de un imaginario que estructura
peninsulas mas no poeticas
y desfigura cada parte que forma eso llamado todo
para no llegar al absoluto.

Total.

El absoluto parece llegar de cualquier forma.







La Gravedad Sobre lo que Reside






El mundo era particular. Todos habìan llegado al aceite.
Aquello iluminado en las grietas tenìa un pàjaro de cera.
En los vidrios extraños conjuntos mecìan sus
alabardas.

Torres de purpura en un destierro de platino
incursionando en los libretos donde al adios socava
un platano, un helecho, una pradera de miel en
una curva.

Sonidos tempranos como los del alba en el cieno
mientras dios se prepara a edificar màs de una cosa.
Una que tenga una palmera, una que tenga una peninsula
en su cerebro. Quizà un alfiler.

Oh flautas de mantequilla atiborradas de musgo.
Entre nosotros y la brisa hay un campanario con ojeras
y un verdugo de cobre levanta el humo de los
elixires lleno de platanos rojos.

Sobre esos mismos platanos un fervor.
El canto de una fiebre con antropologìas y epitafios.
La lìnea de la redenciòn tal como al adherirse un
cuchillo a la sangre. A los travesaños que
sòlo se unen entre las entrañas
con bocinas y ciclos de eclipses con bachilleratos.

Sobre esos platanos un aeruopuerto.
Una transacciòn.
Una superficie de pàjaros donde el mundo es inasible
nuevamente igual que la muerte de un higo en
el interior de un panal.

O en la gravedad que empieza a morder objetos
marinos debajo del agua desde una extraña forma.

Muy diferente de aquella que muerde esos mismos
objetos cuando residen sobre la tierra.









viernes, 18 de agosto de 2017

La Inspiración






La inspiración tiene un barco.
También un leopardo y una herramienta de arcilla en 
las olas.

La inspiración adquiere una estrella que desciende
de la inquietud mientras camina entre las esferas de un
diluvio.

Tal inquietud se acopla a una manzana.
Sostiene una corola o un copo de yeso en el único árbol
del paraiso.
Medita en los ditirambos con una serpiente que
seguramente dará que hablar mucho más tarde.
Circula en las monedas junto a la libertad de los estadios.
De los pianos y frutos que caen de las sienes.

La inspiración también es un navío.
Una fragata que regresa en busqueda de sus caracoles.
Una proporción ajustandose a los morteros.
Una vaina.
La nervadura donde llegan a los prolegómenos
los obuses.

La inspiración es la tierra que sonríe o se pone triste
sus botines.
La tienda de este atardecer limeño que es asaltada.
El zoológico con partes de amor en sus limones.
En sus días con largas sudestadas de 
albumina o epicentros.
O equilateros.
O también el vapor que duerme sobre una linea.
Lleno de quistes más no de colosos.

La inspiración es una metropoli.
Un buque neoplasico.
Un juguete donde se embarcan en una aventura sideral
las cicatrices de los titeres.

No es una profecía, porque de ser asi no se 
encontrara entre la realidad. Toda profecía esta hecha
para tarde o temprano alcanzar la realidad.

Tampoco es un maleficio porque sirve a muchos hombres
para sostenerse.

Ni el uno ni el otro es mi caso.

En lo que concierne a mí, yo estoy viajando en una
fragata escondida en una tijera.

Donde espero no llegar a un poliedro.

Donde ansío rozar jamás el latido de ninguna metafísica.











No se Trata de la Claridad








No es como el amor cuando desciende del fuego
con una gota roja.

Tampoco los destellos de una noche con 
arcanos menguantes donde sobreviven los rangos.

No se trata de la claridad cuando sujeta repentina
un dinosaurio en la espuma.

Es la angustia más cercana a una horda donde
las serpentinas sugieren un lado hermetico y boreal
de lo hialino. Quizá sea eso tan hialino templado
por leviatanes.

No es la belleza teñida de ángulos en una febricente lamina
de azucar donde las heridas trazan dramaticamente
sus recorridos.

Tampoco la circunferencia de un microfono. El relámpago 
en la niebla de una cacofonía.

Y luego el pensamiento
que escribe irracional sobre todo fuselaje que
agita un estandarte en su memoria.

Luego el pensamiento con un evento
de ciclopes a través de la piel, donde historiales
de entrañas forman nuevamente este
mundo neoliberal lleno de
agujas.

De alfileres diminutos que cortan las chimeneas.
De hermeticos. Muy hermeticos bordes donde lo sideral 
sigue al estertor, a un palido escalofrío.

No es como el amor con una manifestación azul
en las escaleras.

Mucho menos la escritura que no conoce la tempestad
pero describe en ella los relampagos de acido.

Los truenos de azogue donde riela una bacilica.

Y los hombres descienden a la barbarie.

A lo atroz.

Para mostrar sus huesos.










Los Objetos Universales y el Recorridos de una Citara






Era una idea.
Un astro se encontraba intentando despojar de
su orbita en los cabellos.
Los animales eran marrones y recreaban en sus
celulas bacilicas donde
el tiempo explicaba o intentaba explicar la 
velocidad de la luz a las
tijeras.
El sitio era colonial como un dado o el
polen màs umbilical dado a la 
arena.

Las fragatas volvìan de sus relojes con una 
campana.
La soledad completaba los circulos donde una
interrogante transfiguraba a un velero.
Saturno era una geometrìa donde viraban
las alamedas hacia trineos de 
espinas.
Un epicentro era producto de un vagòn o un
sabueso.

Se perfilaban tatuajes sin alas entre las
coherencias y en el temblor de las 
sintesis las crestas se encaminaban
nuevamente hacia el humo.
Una linea espiral desarrollaba tambores 
y plasticos.

La redenciòn era un lenguaje completo de
albumina y minarete.
Una procesiòn alargandose en las sirtes de
una edad moderna
con islamicas membresìas en las mejillas.
Lugar donde cristalizabase un 
parpado.

El viento tomaba un poema gris de las uñas.
El resplandor llevaba un escrùpulo.
La tierra en las manos
estiraba sus leprosarios hasta la llegada
de un vertigo
o un presente solar hecho de pubis.

La imagen de una manzana parecia una.
El destello del paraìso en ella
destilaba un dragòn amarillo asi que dejamos
de pensar en su unidad desde
estos envoltorios.

Desde estos abalorios de acido.

Era una idea.

El grillete tanto como el bozal sombreaban
el resplandor de un yelmo.

De una particula que exploraba en sus
sienes de manera enigmatica.

Buscando una silueta.

Y en ella ese trafico animal en los objetos universales
que posee el recorrido de una citara.









El Rostro Lila





Ayer tu rostro era lila.
Si hurgas en tu memoria veràs que es algo que no mencionè.
Estuvo en mi pensamiento unos instantes mientras
te miraba.

Tampoco hice alusiòn a tus ojeras. En vez de ellas
tendrìa que haber hablado de gaviotas.
De dimensiones donde se escarchan los pelìcanos.

Muy cerca de esos pelìcanos, habìan millones de
acantilados.

Ayer tu rostro era lila, como algunos àrboles.
El espacio bañaba centurias que no podìamos mirar.
La contemplaciòn cedìa a un dequeismo que estuvo en
el devenir de nuestro diàlogo.
No todos los dequeismos -quisiera decir- se dan en
nuestros diàlogos.
Mucho menos en sus devenires.

En un devenir se dan cuellos o cerillas.
Hermosos fanzines que por un segundo detienen la
eternidad.
Pero. Acaso la eternidad se detiene.

Y tù me miras.

Sostienes que el dìa de ayer tu rostro era
efectivamente lila.

Y que la eternidad.

-aquella de la que hablamos- 

Se encuentra en movimiento a la vez.



Donde se Secan o Humedecen las Langostas





Està bien. Alguien descuelga un hilo de lo racional
y paralelamente hay un resquicio.
Una respiraciòn que presenta a los pulmones sus
procesos. 
Sus franquicias para lograr fotografiar en ellos,
todo aquello que al pulmòn no le es ni serà agradable.
Sobre todo si se le habla de telekinesis
o placton.

De acuerdo. Los siglos son ideales entre las corolas.
Entre los frutos màs amargos de un espectro
nuestras reliquias se arrastran con prados y fondos
coreogràficos donde la luz posee la intenciòn
de un poema. De tal vez un verbo reciclando verticales
hisopos de la luna.
De un fractal.
De una conmociòn con olor a horizonte con màs de
un peine.

En la existencia de una y otra idea que consideran
los astros si estàn abrazados a una dialèctica o la
intuiciòn de una flor recoge por primera vez el caos en
un eclipse. El ùnico paraìso en la tos.

O quizà las quimioterapias dejen de esparcirse
en una botella donde el oxigeno forcejea o puja.

Esta bien. Uno se queda sobre una persiana.
Tomando girasoles o safaris que llevan cascaras de
naranjas.

Vociferando en voz baja ante los dormitorios donde
se secan o humedecen las langostas.

Despuès.

Mucho despuès de haber pertenecido a una plaga.





Semàntica de las Tinieblas






Subitamente el mentòn es del verano.
Los pelìcanos toman una composiciòn de coral en sus picos
y la arrojan al sueño.
La brisa rastrea electrodos.
El silencio donde alguien podrìa descubrirse es una cita
animal en las flautas de un preàmbulo.
La realidad sigue a las citaras despuès de alcanzar los
carbones.
De ello participan los cirios.

Los teatros.
Los teatros son esas espinas donde se puede vivir o
intercalar.
Son decimales.
Visceras de ambar en un gorro.
Trajes invisibles cuando atraviesas un puente del lado
de la guadaña.
Del baul el cipres o una moneda.

Subitamente aquello que vibra muy aerodinamico.
Abiertamente en las temperaturas.
Tomado en uno de sus àngulos por hidrocarburos o un
atardecer donde las ciudades son flanqueadas
por empuñaduras. Por nombres que iguales a los nuestros
tambièn eligieron la carne para invadir 
el trigo.

Las mandibulas y las mesas de collares donde aùn 
respiran esas
frases que llevan gotas de cera.


-se sostienen y van por el mundo como demagogìas-

Arboles de sangre en sus codos.

En alguno de ellos la semàntica pertenece a las 
tinieblas.








jueves, 17 de agosto de 2017

El Daguerrotipo Ancestral





Los pàjaros han llegado a una hoja buscando un peciolo.
Un daguerrotipo ancestral varado en una bicicleta se puede ver
desde ese peciolo.
Luego hay un nudo donde la adolescencia recoge una
piràmide.

Una temporada de vidrio es esperada en una mirada.
Los travesaños cubren sus astas.
El beso de polen es de papel ahora asumiendo que la
soledad nos toma desde un silencio
donde los abalorios describen su edad moderna
en la sepia.

El mito como ayer empieza su camino atravesando
los carbones.

Correligionarios de espuma oscilan en la frente de un
angel.

Neumàticos de fiebre culminan una obra que duerme
entre los aparejos.

Hay una superficie de galeras que roza un eje.

Hay actividades de sinos o bloques constituidos
por un parpado.

Hay una superficie donde el viento es un naipe
recorriendo un cansancio.

Todo aquello llamado cotidaneidad.

Es decir un mundo donde empiezan en ocasiones 
los oceanos,

Pero muy lejos de ecuaciones y de algas.









La Alimentaciòn a Base de Eslabones





Los manantiales no son barcos.
Que alguno camine sobre ellos es otra cosa.

Los cabellos resisten entre los tatuajes 
pero no por causa de las tautologìas. Hay otro
grupo de heteronimos que son el origen de
ello.

Si alguien lo imitara, sòlo llegarìa a los abecedarios.
A los monasterios, lugar donde estàn sentados los
venenos llenos de talones beduinos.

Pero es pronto.
Es tan pronto para pedir un alfiler a las anagogìas.
Es tan pronto que intentar marchar a traves 
de los daguerrotipos, serìa intentar despertar
inutilmente un velero.
Una circunstancia marginada por el sueño.
Una obra subversiva.

Mira la luna. Su brillo devora la oscuridad del universo
con tan suave inercia.

Los girasoles. No respiran sòlo aquello que creemos
porque se desfigura. 

Los manantiales no son barcos.
Sucede que las espinas se clavan tambièn en los sucesos
y ello se da sin planes ni armonìas.
Es como un templo que desciende de lo sagrado para
ser tensado por los hombres.
A veces por vaivenes.
Tambièn se encuentra el devenir.

Mientras tanto el invierno es coloquial.
Habla consigo de los pètalos.
La ediciòn de la orilla en este amanecer es de plastico
y sobre las rocas un antilope coloca una
moneda.

Vientres de acero hurgan en los crateres.
Disposiciones de amarillo hunden las ciudades en una
veleta tomada de los algoritmos.

Sòlo un espìritu que rasga la apariencia de los limites
parece alimentarse de los eslabones que habitan 
en ellos.






Prolongaciòn Lactea





Tener un rostro siempre.
Publicarlo en la niebla o en los adjetivos de un fantasma.

Coser heliotropos entre la piel
y las foneticas, donde un universo de sodio penetra
la existencia de un prsima,
de alguna coyuntura,
de esa yustaposiciòn que sòlo nos dan los pàjaros
y los pelicanos ahora,
sumidos en una vertebra
o en una cinica figura entre las embajadas del aire.

Mirarlo o detenerse en ese rostro desde algo que 
cumple funciones màs alla de uno mismo.
Impersonalmente.
Y tambièn impersonalmente abotonarse.
Caminar a las brùjulas
cubierto de distancias o espejos.
De lumenes y gotas.
Escupir. Paradojicamente escupir en los 
equilibrios.
En los seres del invierno con almenas.
Durante vortices de quintaesencias en las
ojeras de todos los lagartos. En sus eclipses. 
En sus frutos
donde el enigma parece
una replica. Un concilio nada màs.
La bota donde duerme el 
cuchillo.

Oh tener un rostro siempre.
De ahora en adelante en las piscinas
y tirabuzones.
Ignorarse profundamente en una media.
Caminar a un baul donde se agita
un atlas. Un triptico.
La lactea prolongaciòn de una academia.

Dejar de alimentar una bocina.
Un helecho.
Un caso contrario a la luz que medita en las
sombras con una pantera de
calcio.

Aquella que en este momento sin que tù te des
cuenta se descuelga de un racimo.








Tener un Rostro Siempre





Tener un rostro siempre.
Uno que sea azul y escriba del agua.
O no sè. Uno que vea como los objetos llegan 
a los espirales.
Y se convierten en mercenarios y
juguetes. En manantiales o cuitas que
las siluetas deforman.

Llegar a la luz inveteradamente.
Denonadadamente.
Como se hacia entre lo milenario o sortear una aguja
en la arena. Un camello en el aire. Durante
su viaje al interior del desierto.
-el camello parece llamar a ese desierto intimidad-
Voceo espiritual de un proboscido que atento
a las manadas compara la ira
a un gemelo.

Trastocar.
Dejar de ser inmune al palito.
Humedecer el àngulo de algùn horoscopo perfilando
en la tierra su caracter. Su higo.
Una estructura de atalayas edificadas en la niebla
durante un amanecer por un barco.
Por un riel que se marchita.
Por una escarapela que graba el nombre de dios
en una alambrada.
En el rango de sal que atraviesa la niebla
rozando fractales.
Terminando de dibujar el iris en la sepia secreta
de la brea.

Lugar donde los invertebrados pasean con sus
escuelas de humo en la boca.

Apilando.

-siempre apilando-

Abstractas disposiciones de nùmeros.

Creciendo desesperadamente entre los hongos.





miércoles, 16 de agosto de 2017

La Epistemologìa del Universo






Es agosto.
La metafìsica ha medido en cada una de las inercias
cada forma del albedrìo. La conjetura a partir
de ello es nuevamente humana.

En un bolido la realidad ha huido con un trueno
hacia la lluvia.

Los molinos -especialmente los que dijeron 
nuestros nombres- llevan helices de sangre en sus
torres.

Es agosto en cada una de las diferencias
con que nos arrastramos hacia los tejidos.

El sol es magnetico otra vez.

El amanecer ha pernoctado al lado de un imàn
asi que no esperes que no atraiga todo aquello
que es de acero en el mundo.

Inevitablemente lo harà.

Los pàjaros volveràn a los estados gaseosos
del infinito.

En los crepùsculos el helio se acercarà a tus
pestañas.

Percibiràs como en aquellas auroras en que
el tiempo cede un murcielago de trigo a la mente.

Percibiràs igual que algo lacteo dilatandose
en una supernova.

Las espinas se humedeceràn para reconocer 
las tormentas.

Los oidos de la luz.

La coherencia de una feria.

Donde sintesis y andanadas abstraen desde la
poesìa una rama.

Igual que toda epistemologìa a la derviva
en el universo.








Espacialidad Personal




La brisa se esparce por la noche en un àrbol que es real.
Una periferia de nucleos aerodinàmicos la sigue.

El amor en ella posee la representatividad de una sortija
herida por el devenir de una pàgina.
La cultura es metropolitana y aloja a las entrañas de un
paisaje con mitografìas.
Creo que el sol ademàs de radiactivo es electrico.
Tiene graficos poeticos semejantes a los
que memoriza la plastilina.

El dìa es solo.
Parece un asterisco brillando en la caparazòn de una
tortuga.
Yo vivo allì exactamente igual que un animal.
Es toda mi espacialidad personal. 
Es todo lo que puedo digerir
o metabolizar.
Escribiendo diariamente a un gato o una araña.
Yo vivo allì sinopticamente.
En una mesa de silice que sobrevive a los peines.
A las prensas y termostatos.
A los acantilados si es que son de aceite.

La brisa.
El dìa solo.

La primera se esparce por la noche en un àrbol que
es real.

Lo segundo es un asterisco brillando en la caparazòn
de una tortuga.

Exactamente igual a un animal que bebe de
una disoluciòn.

Del barniz en un electrodo. 





Las Extrañas Fronteras





El navìo llega a una estadistica por la boca.
Despuès se presenta al lenguaje con un cartilago
que sugiere una bocina. Todo ello
es prematuro.

En este momento es alba es cientifica pero no
tanto como un poliedro que muerde
la escarcha. Eso dice la màs errante poètica.

Durante el invierno hay un pulmòn en las ramas.
-el pròximo invierno posiblemente habrà otro-
Desde hace algunos instantes al mirarlo lo vì observar
un reflejo.

En el reflejo bracea un buzo.
La cinta de una orbita.
El iris que podrìa ser de un paraguas.


Los cometas transportan a lo lejos una cola.
Un prologo existencial enumera las edades de los 
sofismas.

En los caracteres de un liquido 
lo terrestre es una gravedad que limita con
extrañas fronteras. Todas de neòn.

Los pelicanos cocinan un ancla.
Las palmeras metamorfosean un alga.
Las noticias del viento presionan un heliotropo
atorado en una cadena.

Por lo demàs la llegada de la razòn es inusual.

Algo asi como cuando despertamos entre
la realidad.

Y ninguna de las cenizas de nuestros sueños
puede alejarse de nosotros.











Panorama màs allà de la Fisica de la Imagen





Ese silencio con el cual un peatòn cuaja un sonido.
El panorama del patio con un litro de carbòn.
Las ceremonias de los veleros despuès de un cuchillo.
El instante del polen varado en una nervadura.

Cada solsticio con una ojera donde los vaivenes 
conciben una aguja de madera
en la boca, con la que incrustamos de noche una palabra.

La percusiòn de los manantiales en ella.
La ilusiòn de este invierno atòmico.
Lleno de luces en alguno de sus cartones, donde
la polilla devora un coeficiente.
Una lata de arcilla
o un mamifero relieve.
El lance eclesiastico igual a una naranja.

Un diario estoicamente cerebral lleno de idus.
De presagios que invencionan o supuran.
De latigos que arrojan los hemiciclos a un purpura
donde el espacio imita la asonada de 
un caracol
de un vicio casi azul en todos sus terminos.

Y mientras el infinito se llena de preambulos, el vaivèn
se desata. El universo musita en los pàjaros
transformados en lluvia. La silaba del telèfono
que moderniza un nucleo de
apendices alcanza un oido.

Crotalos al principio del sur donde los màstiles
calan los vidrios
y las sinagogas personifican este latear,
esta caminata a un pensamiento que se detiene en
los acantilados.

Tan sòlo para preguntar por una bandera.