domingo, 31 de octubre de 2010

Tercetos de Ataudes

Brillos Nicroromanticas XIX


Tengo un vacío del tamaño del crepúsculo
midiendo sus suicidas entre voces de plomo
suspendidas en fugaces historias de locos.

Legendarios en jardines de alas disecadas
toca unido al destiempo un iris desdecido,
un jardín como el viento desgarrado por la olas.

Auras de un camino que escinden sortilegios
aqui también nos pértenecen los que amaron
los que fueron hermeticas ciudades de ojos.

En sus miradas disueltas envuelve una tarde
el inicio mordaz de todas las madreselvas
conjurando el destino entre algas indescifrables.

Oh que yo pude en la vida haber conocido la muerte
que huí entre veces de talismanes que ardían
que corrí en muecines de liras de piedra.

Que levante entre mis urbes solo pronòsticos
y dì a la saliva nombre de pristinas cadencias
arrancadas ahigado de un angel.

Que me detuve a templar ritos en sepulcrales
sensaciones que parten sin amor de las venas
y sólo en la entre vagas existencias aman.

Tengo un vacío que adorna manantiales ebrios
durmientes donde salvas juegan entre trigonos
y se alimentan de barcos rotos por la estrella.

Mustias seducciones que arrojan en la espuma
el grito págano de un mortal con la esperanza
en el instante que todo se acerca a la herida.

Quiero pertenecer a un planeo de huesos
a cadaveres de polen en las alas de una abeja
en mastiles de morgues que irisan hemisferios.

Guardarme una constelacion para mí y después tus ojos
sepan que un brillo fue guardian de este misterio
y que ese fuego jamás dejó que me vaya.

Y que mi alma, a donde vaya recuerde que sòlo oprimiò
ataudes.



Guillermo isaac Paredes Mattos

viernes, 29 de octubre de 2010

El Pàjaro Andrògino

Ya que soy de metal, hablaré de hierros.
Si es que el acero me acompaña.

Como sé, un escrito es la aproximación a una palabra,
claro está, más no al verbo.

De hecho, hace mucho hablo entre conjugaciones
y como eso es inevitablemente ante mi vida, otra vida,
sospechar de ella
no significa nada.

Otra cosa es el significado.

Pero ya que llego a él, a pesar de mí y de los míos
puedo ilustrarme en mis pulmones, ya que jamás seré parte de
su exhalo.

Tampoco seré parte de mí y mucho menos de mí.
Pero, como quisiera no haber dejado el acento, en esa m
unida a una i.

Nunca pude doblar una acento,
tampoco improvisé para alguien que esperaba
en la luna, simplemente porque la espera
es un significado -uno más- que no conozco
y debo confesarlo, jamás he de conocerlo.

Siento desprecio por mi espíritu, o por aquella
aquella parte de él, que busca cada noche un poema,
siento desprecio porque si lo hubiera encontrado
no tendría necesidad de escribirlo.

Por ello el significado es parte de días andróginos.

Quisiera la muerte para su alma, pero eso significa que
nunca aprendí a vivir uno solo de mis días.

Quisiera la vida para él, pero ello es otro significado,
el cual me dice que jamás aprendí a vivir uno sólo de esos días.

En cada uno nos espera la muerte.

Estoy aquí, por nadie, ni por nada,
soy el pretexto que cada noche se arrastra en sus venas
sin miedos, ni pánicos, posiblemente el arte
se haya hecho cómplice de mis pómulos,
pero el arte no sabe que antes que sea convencido por su vida,
mi carne, será visionaría de otra cosa.

Ese es mi destino, muy a mi pesar.
Demasiado a mi pesar.
Y sobre todo al pesar de esa metafísica de himen
que en este instante
todos los mercurios del universo despliegan.


Guillermo Isaac Paredes Mattos.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Los Ojos del Espacio

El espacio nos busca con la realidad en uno de sus ojos.
En el otro està la existencia.

Entre ellos una extraña diferencia canta
a los barcos que no llegaron a navìos.

En ellos esa diferencia se borra como un viento
tejido por la luna.

Linajes de idiomas sin lecho
desconocen el pàramo donde los tallos
conjuran centinelas que defienden sus
cordilleras.

Aquellas que jamàs seràn conocidas por los hombres.


El espacio apenas lleva nuestras iniciales.

Escribiò de los hemisferios antes que llegara
la espina a mi lengua. A nuestras lenguas.

La saliva en ellas son otra turbaciòn,
una retahila de prefijos
para el delirio.


Planteó subjuntivos infinitos.

Erró y a favor de cualquier sustantivo
transformo su soledad en aquello
que como ser me volvìa al viento
màs pequeño.

Cada día más y más pequeño.

Asi, no conozco más que desdecimientos,
las líneas brotando al desdecirme.

Lo último es un acto más intimo y simple.

Y siempre encerrado en mis propias llamaradas.





Guillermo Isaac Paredes Mattos.

sábado, 23 de octubre de 2010

Diàlogo con una Figura

Musicaliza la arena su estirpe.
Su rùstica plaza de coliseos.

Abraza la casta de un galpòn, la letra
enquistada cuando los cìrculos, en proporciones
del agua a la magia, son un canto invertebrado.

Una efigie hermafròdita,
del corazòn al arpa.


Es sùbito el pronunciamiento del tiempo
como una corazonada abandonando la esquirla,
el invierno de la fe y la soledad
una metrica fermentada por mi època en la arena.

Escribo con el derecho a èsta
en un amanecer para nadie
agonizando en su petrea transparencia
porque el brillo de los hombres
nunca tuvo opciones en sus muelles.

En su alma todo ha encallado
en un àrbol sometido por figuras.

Extenuandose en flores antiguas como
las madreselvas o el lupulo que
muerde su corazonada.


Soles de simulacros y tramites
de semen derraman alcoholes y tèmpanos
sobre una estalàctita nuevamente.

El alfabeto corona serpientes de devenir
y èste adquiere el destino
de sedientos mercurios y gelatinosos
enjambres con la carne.


Musicalizan los mùsculos sus huesos.
Sus nervios de arqueologìa marina,
subterranea como un arquetipo
y la mistica trascendencia
rondando una y otra noche
la poètica
de su rostro.


Y sin otra dimensiòn,
sin nada a donde poder asirnos
a esa belleza somos arrojados.




Guillermo Isaac Paredes Mattos

miércoles, 20 de octubre de 2010

Brillos Nicrorromànticos

Brillos Nicroromanticos



Romàntico el vidrio de mis dedos, su infortunio
enderezando treboles de palidas diferencias
cuando llega el mar y contèmplalo rocío.

Sienes de largo esperar desde amatistas
impredecible anhelo de formas en sepias
iluminados por cantos de pergaminos.

Hay una noche allí que quiere ser liberada
y otra cuya voluntad es estar sólo presa
y contempla su anima ese extravío.

Dorado desasimiento del que no sueña
entre piedras fugaces la sangre del diamante
su espumoso crepitar juntando nieblas.

Pletórico este hojal que espinas anuda
verosimil en hojas de viejos carceleros
improntas de arcano que canta en un velero.

La lluvia y el tapiz de un sacrilegio, el sabio
de un panal hecho de crestas, el nombre
del palacio cetrino para los empalados.

Hay un sonido de malevolos caprichos
dentro de mi alma, una verguenza de estelas
cuando ya nada puede ser sacrificado.

Y un pudor que no sabe presenta sus palabras
y sangra el cefiro vencejo de mi palma,
intuición del que puebla aún sus praderas.

Sus listones de agua y sus desconocidos
estallidos de grutas dentro de ojeras
en un cetro de nieve que el devenir comanda.

Romántico el anhelo que se vuelve hojarasca
el angel que regresa de mis labios muertos
después de haber robado un beso a la sangre.




Guillermo Isaac paredes mattos

Guillermo Paredes Mattos.

La Grávitacion del Invierno.

Cuando lo petreo llena de griales un ósculo.

Y crispanse noticias que ondulándose
observan lenguajes, trasladados
por rotaciones
de exactas espinas.

Todas con finalidades
de eficiente divinidad
en la frivolidad de mis cuadernos.

De mis paginas un poco sucias,
voliciones del cuarto someter de una ira
con manticas rabias de violines.

En la deformación de planicies
de territorios habitados por deidades
donde se bañan dimensiones de sordidas campanas,
de magias en las portadas
donde el huerto es depósito,
clan de traficantes con peces sin rastros
y farsas de entrañas.

En la dimension de las cúpulas
y ya que las ruinas formarán la delicia
de esta hoguera,
es vital presentir sin necesidad
pero con escaladas de prisiones como la vida
o el latido del cuello
con temblorosas gravitaciones
en los labios, todas
descoloridas en su tregua con algo
más allá de la espuma.

Y ya que no sé que hay después de
la locura, hay que caminar hacia ello.

Hay que dejar atrás mi insomnio.
Por ello arranco de mi pelo el guardían
de una rodilla.

Del cielo palido de las columnas.
De los monumentos con fases de dudas y arrojos
como el número en operaciones de pupilas.


Y para ello hay que llegar al pulso
que haya dejado muy lejos, esa inteligencia
de mis literas. Las que bendijo la angustia
las que perdono el sol un día
de conatos.

De firmes patios donde las criaturas
desde la universalidad de una fosa
también colocaban el viento
sobre cadaveres de primavera.

Y en cada cruz de soledad
despertaban, oprimiendo su soledad
los inviernos.

Todo ello tan gravitacional y desertico.

Tan indomito y puro.





Guillermo Paredes Mattos.

Diario de la Docotomìa

No hay ejemplos de aquellos como los que
arañan la tierra bajo una ilusiòn de trances
y alargues marinos, empinàndose a otra dicotomìa.

No poseemos escencias. Una aleja lìmites
a recados, llevando carteros de agua
lùdicas epìstolas que aluden
a proas de mìticas escuadras,
otra sacrifica certificados
donde somos sinòpticas memorias
de bronce.

Està en su presencia.
En su origen perdièndose en un àrbol.
En el trivial destino de su promiscuidad
y las atroces comparaciones
de su poesìa.

Y siempre caminamos a ese poeta
con el miedo del ser o expedicionario
de arañas que tintinean al vaiven del roble
y su extraño amanecer calcinado
por tallos y catapultas
simulando pràcticas y cetrinas
extorsiones celestes.

Nosotros sobre la pus
hemos representado todo aquello
que la humedad deja como intenciòn
de indole o hermandad
de columpios.

Nosotros abandonamos trapecios
y escribimos sobre las hordas
que hay un canto destinado para
la palabra.

Un canto lleno de alabardas.
Una melodìa de etiquetas doradas
por unigenitos crepùsculos
descendiendo como una visiòn
en el cuerpo.

Y esa visiòn arrojaba mi corazòn
a las paredes.

Asi introducìa mi vida
en una luna.

Donde ventanas y gigantescos
pubis eran exhibidos.




Guillermo Isaac Paredes Mattos.

martes, 19 de octubre de 2010

Reflejo de mi Intensidad

Dedicado a mi intensidad.




Es demasiado temple para la espesura.
Un biombo vacìo sopla como viandante
de gruesos animales. Desde èsta intensidad
te ensimismas, desde èsta intensidad
bloqueas tus propios fenòmenos
y alguien camina por la noche guìado
por la llama.

Siempre cuando miras el fuego hay otro
lugar a donde ir.

Y hay que ser creador desde el fondo
de nosotros para ser corroidos.

Para escupir a una civilizaciòn
desde nuestra manera.

Si eres otro, que ese otro haya
perdido su corazòn en sus actos.

No te ocultes sutilmente en la cara
de una oraciòn
estilizada en los muelles.

Recuerda que el poema posee los escrùpulos
que nosotros, lìricos torbellinos
no alcanzamos.

Y que basta ese punto de yesca para
sentarse sobre los bosques dormidos.

O los reflejos que ya lumenes despiertan
en este instante como coyuntura de don
y avenida de gallos.

Es demasiado temple.
Un aire marsupial me ensordece
lleno de vilos.

Direcciones como la vertical o el
destino de la luz entregiran.

Es demasiado temple. Lo sè.
Sobre todo ahora que como atomos
deslizanse a otras particulas.



Guillermo Isaac Paredes Mattos.

lunes, 18 de octubre de 2010

Poema

Es extraño. Son los mismos vacìos.
Una alambrada asciende por el corazòn
elevando antiguos retratos.

Saetas de rublos, corean la inocencia
del placer y una màquina, temblores
de espesura detienen sus pòmulos
en cuyas ruecas abren acacias
y se desnudan ejambres de opio
en otros abetos.

El ser se encomienda a la luna.
Es ser pide otro ojo al diluvio.

Pero en las manos sòlo hay un dios
y la lengua de las mismas gira
desde su corazòn.

A un cientifico apocalipsis.




Guillermo Paredes Mattos.

Adagios Verde

Los Verdes adagios



Semejante a un vidrio, el oceano se desprende
antiguo y cano, como un anciano verde
arrastràndose en las piedras.


Junto a un dìa de arena embarrado de juicios
dentro de otoños,
balbuceando banderas.


Caballeros de fuego ondean,
unidos a figuras que inundan el paisaje
donde una estela
animaba al tiempo igual como
un asesino ante la vida.


Gesticulabanse purpuras entre vocablos,
maniàtico el astro que doraba en ellos
aquellas estellas insinuadas por un silo.


Abreviaturas lanzadas a una nociòn
de espejismos, el entretiempo
de esa palabra indòmita.

Un jardìn en la espuma.
La orilla donde los peces disecan
el rumbo del amor
y este se descompone hasta contemplar
su hechizo.

Esa roja supersticiòn de
adamantio.

Donde mi esperanza colapsa
una y otra vez para acariciar un sueño.

Y un sueño es sòlo el misterio
de una poètica agonìa
buscando en ese momento la
inspiraciòn de su inocencia.




II










Son pocos los seres que ascienden con el sol.
Sus nùmeros son extraños, su escribir altisonànte y trueno.
Antiguas sus reliquias, lo màs nocturno en ellas donde la antorcha
abandona su paseo de vidrio por una tibieza.

Son misteriosas sus gruas
intentan inmortalizarse encima de la tierra
cuando algùn amanecer dormiràn para siempre bajo ella.

Es tembloroso su mundo.
Su universo de cada dìa, el ojo
de sus adioses. Capitanìas de participios
han elevado sus murallas sin saber que
en ese proceso conlleva laberintos
de piedra que sòlo la soledad
conoce.


Patrimonios de columnas despiertan su
corazòn en aquel deseo, que no serà para nosotros.


Por ello se dice que hay seres que ascienden con el sol
Que se reencarnan donde los astros
repiten su actitud morada.

Su asterisco donde el bardo llena
de juguetes esa cucharada seca de estridencias
donde el fìn llega a la mirada.

Un fìn con el cual nos alejamos.

Un fìn propio y ajeno de la voluntad. Ante el cual
nada podemos hacer.

Cualquier cosa serìa abrir las metamorfosis
mas poderosas
con las cuales
ese fìn volverìa letal su imperio.

Un imperio en el cual para la humanidad
ya hemos muerto.




Guillermo Paredes Mattos

viernes, 15 de octubre de 2010

Orden Alfabètico

Nunca mostrè mi vida por orden alfabètico.
Toda mi biografìa, està en las aguas.

Aquellas violentas, fantàsticas,las que aguardan
allanando mi ser con mirada elemental de liquido.

Finalmente, todo instante es compadecer ante el oceano.

No supe de mì, mas que palabras sucias y fermentaciones
de lampos, resumiendo en su sombra, que allì
tiembla el alma.

Y por màs que la mìa fue vòrtice
sus relàmpagos no encontraron esa tormenta
que cruzò tantas noches mi existencia.

Ninguno pudo arrancarlos.

No sè si volver a ellos me devuelva al instinto
con el que la curva del insecto dijo pesebre
y los magos respondìan
entretenidos por mis pedazos de sueño.

Nunca mostrè mi vida por òrden alfabètico.
Sentado ante el infinito mis presentimientos
reconocen que sòlo existe bibliografìa del sol
una nociòn del escrito acechando
aùn cuando escribo.

Intentando oprimir ese pètalo que desprendese
por ùltima vez desde su aliento.

Yo quisiera decir a los hombres
que se trata de un soplo.

Pero no.




Guillermo Paredes Mattos.

miércoles, 13 de octubre de 2010

La Profundidad y los Dioses

Los hechos son esa profundidad donde
la vida no logra conmoverse.

Por ello la vida busca una expresiòn,
un sentimiento, la orilla de una emociòn
que semejante al aire toque las cosas.

Los hechos son una proporciòn
-a veces dolorosa- pues allì sacrificamos
nuestro corazòn, creyendo que asi
hallaremos una huella,
un tacto, que no necesariamente
tenga un encuentro con la piel. Hablo
de lo divino. Lo cual es otra catàstrofe màs,
otro muerto.


La vida vive y duerme
como un misterioso suspenso
fanàtico y formidable ante ello.

Entonces creamos en èsta un pèndulo
en cuyo oscilar,
guardamos esa esperanza
donde aquellos hechos no puedan
alcanzarnos.

Pero los hechos como la vida no
viven demasiado.

Asi en este pequeño acto
de desolaciòn asume
su papel el tiempo.


Y en un segundo acaba
con nosotros.




Guillermo Paredes Mattos.

sábado, 9 de octubre de 2010

Concierto de una Torre

Tengo el oceano en su versión divina ante la arena
cuando el destino posa en su inteligencia
una morada llegando desde el purpura
o los nombres escarlatas del silencio.

Poseo el estambre de un acto metálico
el recorrido de bronce en esa frecuencia
la percusión donde el sentido del instante
pesa más que los diluvios.

La mafia de un burdel celeste
caminando por un ficus semejante a una cosa
en esa filigrana de opciones
llamada naturaleza.

Veo una torre y una jabalina dorada
y el corazón de su grito,
en esa semblanza de amor
desterrada por el sueño.

Fúí despreciado mientras venus recogía
en sus labios, dipsómanos relojes de agua
ventarrones lacteos como una pua
la balanza antartica de todos los cabellos.

Asi pasó la humanidad ante mi vida.

Y recien lo sabe.




Guillermo Isaac Paredes Mattos

viernes, 8 de octubre de 2010

Tradición en Azul y Rojo

dada una mántica...





Un perfume tembloroso y frío.
Una proposición que descuelgase del tiempo
como un rito, semejante a un iniciado.

Las espinas suavizando el talento de una herida
mientras abandona al hombre
sólo para volver a él.

La luna sin piedad.
El mar en ella.
Azul y rojo como la noche,
cuantos sarcófagos en su mundo palidecen.
Tantos cadaveres de sal mostrando enhiestos relojes
de otras praderas
del cual nunca avistamos el tiempo.

El cuello del patriarca.
El ojo del talisman
cuando las supersticiones unían montañas.

Los hijos del agua y los suburbios.
Cantos de rosaledas suben por la brisa.
Llevan el perdido espíritu
de una inteligencia
compartiendo en su pulso naves de bronce
fragatas de símbolos.Los límites. Las calles.

Pirámides de naufragios vuelven a
arrancarme el aliento.

El eco de una perla en el horizonte como
algo que puedo llamar eternidad.

Y bajo la sacudidad del amanecer
mi única estrella me regresa a
un conocimiento milenario

El mismo dice que un poema es
el pensamiento más pequeño.

Y el pensamiento sólo uno
más grande.





Guillermo Isaac Paredes Mattos

El àrbol de la memoria

Poseo la memoria cuya inteligencia se bate
una noche, extraña y verdadera como un vidrio.

En ese movimiento de almenas, mencionadas
por muecines de aire, el destello es frìo
y en sus truenos, la fonètica brota de relàmpagos.

Misterioso entre mi corazòn y las piedras
pregunto en dònde esta mi boca
en dònde el jardìn de bruces con la vispera
el monto sobrecogedor del sueño
la ciudad del suspenso.

Es posible que descubra mi oido
como èl cuando el instante del sonido
quiebra su milagro y ese vòrtice
enseña su espìritu ya objeto
ente que entre la arboleda
y las hojas
florece como una formaciòn
de primogènitos.

Es necesario, que la necesidad haya insinuado
este momento en un instante como este
cuando no hay nada para mì en la vida.

Y lo ùnico que puedo ofrecer
a esa vida es un poema.



Guillermo Paredes Mattos

jueves, 7 de octubre de 2010

Ediciòn de los Puñales

La noche crea una palabra, dado que el viento la detiene.
Despuès de ello proporcionamos mariposas de verde a los barcos
y los rapsodas son martinetes balìsticos.

Asi nos inspiramos mortalmente pues los astros
no pueden contemplarse.

La emociòn amplia su estreno
de salado milagro en su presagio.

La inteligencia sale a las calles vestida de dudas
su redenciòn es una claraboya ascendiendo
con la piel desde un verano.


El hombre tambièn crea una palabra, al parecer
posa aquello que providencias y anarquìas dejaron.

Jamàs vislumbraron el sueño de ese caos.

De acuerdo al tiempo titularon el espacio
como lo hace la ciencia.

Y la inspiraciòn se alejò de su mundo
errante y soltario como el halo.

Dejo en las piedras su mensaje.

Era el siguiente.

Vivì en los montes y las cordilleras.
Caminè entre conspiraciones.
Me hice elemental como el hombre.

Y amè los puñales.
Pues siempre mi recogmiento les ofreciò
un sòlo camino.

Y murieron como muere mi sombra.

En la espalda.




Guillermo Paredes Mattos

miércoles, 6 de octubre de 2010

La Constelaciòn del Infierno

Yo sè que llegarà una noche en que aquello -ya lo ùnico- que tendrè- para apostarle a la muerte ya no serà un poema. El hecho y el sentido de la experiencia. Su oceano de simbolos y constelaciones. Y en esa noche lo ùnico que le quedarà a mis manos como apuesta, serà mi vida, en otras palabras la constelacion de mi infierno.



Habrà que firmarlo.



Guillermo Isaac Paredes mattos

Soledad

La imagen màs hermosa que puede ofrecernos un hombre, es la de su soledad. Pero hay una condiciòn para que esa imagen no pierda su magia. La condiciòn de la cual se habla, es la siguiente. Que dicho hombre no descubra esa soledad de mi mismo.

lunes, 4 de octubre de 2010

Destino

Mi poema es una noche.
Llena de culpas y remordimientos
lo contemporaneo. No es lìrico.

Asciende como una estaciòn en los trenes.

Toca puertas de estandartes pastoreando los acidos
y abedùles de màrmol colgados de mi pereza.

Destinado al erotismo vuelve vàndalo
toda gota de ceniza, todo rehen al acecho,
cualquier extorsiòn que sea plàstica.

Libros de eternidad y barro
elaboran un censo donde los equinoccios arredranse
a interiores de galaxias devorando
ese fracaso.

Su poesìa es ascètica.

Lleva tramites legales en una horca.

Glaciàres como el fragor del verano
debajo de la polvora.

Mi poema y su poesìa lo saben.

Porque nunca tuvieron a los dioses de su parte.

Y tampoco a sus demonios.



Guillermo Isaac Paredes Mattos

domingo, 3 de octubre de 2010

Lenguaje

Yo tengo una manifestaciòn del lenguaje.


Cuando se arrastra en las noches
màs abajo.


Y se descuelga en la aurora
sin la voluntad de devolver
una sola de sus heridas.





Guillermo Paredes

La Rendiciòn de mis nervios

Tengo cosas en comùn con la vida. Una iglesia
Una hoja, el parentezco con olor a granito,
la fosa donde beben los clanes y los grillos.

El olor a nervio y respiraciòn, a gallo
que tribalmente eleva una cùpula, una rada
donde beben del tiempo escènicos primogènitos.

Escribo por olvido del sol y las preguntas
yerro en el tarot de la cena y ha pasado
que mi hermano fue primordial como la ira.

No tengo navajas para la luz y aguardo
que mi boca pueda recorrer tripulaciones
de acidas redenciones con las puas.

Los filos no son siempre roces
pero descubren el oceano como posiciones
eròticas funciones de alambre en los brazos.


Cuando la poesìa, llamese providencia.
Llamese Divina.

O aquella que uno muerde para su propio
corazòn en los labios.

Cacada noche muerde el destino
de una representaciòn en las manos.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

sábado, 2 de octubre de 2010

A donde la experiencia Camine

Sòlo la experiencia camina igual a un castillo.

Por ello su poema està lleno de palacios.

Abstractamente ello corona granitos.

Que un destino eleva con trenes de mediarosas
conquistando un pàramo que no era para èl.

Sòlo particularmente el universo no es infinito
y de categorìa en categorìa los nombres
sumidos son en la espuma
como una maravillosa egloga de purpura.

Asi nos traicionamos dulcemente
porque la vida se convierte en diamante.

Y un diamante es dialogo de esquizofrenico.

La teorìa jungiana del aceite.

El monte y la lluvia para vivir corriendo
como un patriarca de amor
soñando en las colinas.

Un diàlogo es sòlo un manicomio.

Alguien que sume sus partes a voz entera
desprendiendose de lumenes
y recalando en un acto
donde lo inedito
toma su naturaleza.

Esa que quizà antes de nuestra infancia
toco lo verdadero.


En un tiempo en que no habìa experiencia,
y los hombres vagaban como torres
en bosques de alas escarlatas
formando hemisfericos
nihilismos.




Guillermo Isaac Paredes Mattos


Guillermo Isaac Paredes Mattos

Poema

El instante es una forma.

La definiciòn que lo acompaña tuvo
su experiencia en los àrboles.


El instante es sobrecogedora experiencia.


Un ente catapultado a los circulos
y los abrigos, podrìa estructurar su galope
como estructura el galope del agua
en una corriente el rìo.


El instante es un animal.

Una opera.

La percepciòn de dios borrandose
entre laberintos.


Porque sòlo el destino de una insomne lucidez
puede tocarla.

Decidir entre su sensibilidad como
lo hace una pantera
en los montes.


El instante es inocencia.

La colisiòn que irrumpe profundamente
en los advientos del halo.

Y por ese principio el misterio
lo enraiza en la nada.

Asi como en las paredes de un abismo
se enraizan hasta florecer
las serpientes.





Guillermo Isaac Paredes Mattos

viernes, 1 de octubre de 2010

Voluminosidad

El volumen no es una
prueba cientìfica.

Està màs cerca de las figuras
que de cualquier cosa.

Por ello se pudre entre
los solidos.



Guillermo Isaac Paredes Mattos.

Volùmenes de los Angeles

Arrastrè caminos como la belleza.
Señales de anilina y exodos.
Què hacer con la poesìa a veces fueron todas
mis preguntas.


Y ya que hablo de volùmenes
crecì entre pabellones y plenilunios de truenos
que sin muchos relàmpagos rociaron uniformes
donde el universo esperaba retoques
una acuarela de piel bañada de estambres
o los fondos increibles
con los que mi lìrica
busca una sorpresa.

Pero.

Yo debo ser un hombre rojo que
nunca viste sus sonidos.

Que cavila y vacila entre conciertos
y gritos.

Soy un hombre rojo y mis pobres idearios
aùn preguntan a la creaciòn
por lo vacilante.

Los angeles son el mejor ejemplo de ello.

Al margen del demonio.


Ningun otro cayò a la tierra.



Guillermo Isaac Paredes Mattos