domingo, 31 de mayo de 2015

Poetica del Eter




Observè en un jardìn que acompañaba nuestra
infancia. Lo recuerdo ademàs semejante a
un mundo que sòlo prendìa fogatas en las nucas.

Te vì en la memoria que traìa ese jardìn,
donde las cosas oscilan aùn exactas
a no ser por los fosiles 
y los guepardos dormidos en sacristìas
o monasterios de follaje.

Pienso ahora en aquellos guepardos que
se despiertan sòlo entre sus sueños.

Cuàntos siglos han pasado.
Cuàntos arreboles busquè la ceniza en
tu rostro. Cuànto los buscaste en los mìos.

Aùn poseo los manantiales
donde el escrùpulo  recogìa alguno de sus pudores
y elevàndolo al viento, dejaba que sea 
devorado por ojos amarillos grasientos.

Aùn veo al eter, creciendo entre dragones.

-ello tenìa un extraño pragmatismo-

Aùn te escribo desde todos los paraderos
de langostas.

Desde el transito donde algunas ballenas
se dilatan como un pubis.

Aùn poseo las caminatas de una historia
que no llegò a lo legendario, pero
logrò arrancarla de los tallos y rodillas.

Creo que se llamaba primavera, emanaciòn.

Observè la caminata de las antenas
y cigarras.

Llamè a los ciclistas por otro nombre
acariciando el veneno.

Vì olimpiadas en los silicatos de verde.

El atlas de un record verosimil, como las propiedades
secretas de la memoria.

Donde el verbo -igual que aquel jardìn; igual que 
nosotros- camina  desesperado en busca de sus propias 
palabras.






Subcultura de Dioses





Los àrboles parecen triturar el oceano
y a lo lejos el espacio distancia una boca de otra.
-se asemejan asi a los paradigmas-
Los labios para ello han tomado su propia palabra
entre laminas inmensas vidriosas.

Posa una carta de nieve en las pustulas, allì
el equinoccio aparece dorado como un puerto
donde los solidos se desatan.

Anudase la liebre en la conciencia.

En la multitud ruedan las catalinas con
relojes prohibidos.

Liberanse de los galeones, ese lenguaje de 
ficus y ponciana, propio de una mañana de
nocturnos encerrados en el vientre de
una libelula.

Raiz sobre raiz forman un pliegue en las alas de
un murcielago; tambièn adquiere la forma del vuelo
y tarde o temprano el de los sedimentos.

La hierba que pisamos ahora es ovalada.
Las alas de dos cirros se borran.
Las linternas de los puertos se apagan.

Nace un otoño dentro de un silencio que a 
veces se convierte en poema.

Un poema que encuentra en la soledad
su espìritu.

Antiguos ciudadanos se mueven en el sur,
entre barcos de voluminosas fabricas y 
gaviotas, seducidas por la brisa.

Las manchas caen de esas lamparas
donde alguna vez creamos motivos para despertar.

Entonces tenìamos la voluntad de un zoologico.

Entonces el roce de un vagon en las sienes
era algo relativo a los huesos que florecìan 
igual que los pretiles en una mandibula.

Ebrìas cartas de juncos lloran entre los metales.
La resistencia es hialina hoy en la fiebre.
En lo pristino con aros y subculturas de griales,
es devorado un  jinete por la arcilla.

Lo hialino es algo nuevamente que no podemos
ilustrar.

Y entonces caminamos a un jacinto dormido en
las conchas.

Hacia nuestra vida de espumas olvidando hace siglos
a los dioses.

Cosa que la vida de los dioses, jamàs pudieron
hacer.







Poema




El idioma mantiene sus contornos: Un
salmòn barroco lleno de metamorfosis.
Un hecho guiado por las medialunas.
Un menguante paseando su cirugìa por las
nebulosas.

Consideramos al idioma entre la botànica
de sus morgues, en el nectar de sus plexos.
En sus calles relacionadas a la fotografìa.
En sus navìos desembarcando en lo divino, con un
labio que desgarra silenciosamente los
daguerrotipos.

El idioma es oriundo de ningùn planeta.
Es nativo y unilateral.
Preoceanico. 
Simiesco como una pintura o una litografìa
de magma.
Es una exposiciòn llena de devociones. Un
tramite que va de la observaciòn a la episteme.

El idioma es un dìa domingo sin
influencias poèticas, ofreciendo a los glaciares
un eje lleno de nibelungos, un calendario
con la fonètica autoridad de un sonido
que pasa por los dientes en su
viaje en busca de los pàjaros.

A veces es prematuro y lleno de forasteros y
embalajes, recorre las regiones donde
un telegrama llega a la naturaleza
igual que una foca natural,
que una asteroide primitivo donde los racimos
se desgarran entre diversos colores
de megafonos.

El idioma arranca al lenguaje los nombres
describiendo el lado marsupial de las saetas.

El lado donde la fantasìa descifra el àngulo
de los colores detallados en un prisma secreto.

Porque sòlo puede que transmigrar entre
un solo color.




La Intensidad de la Luz




La intensidad de esta luz se debe a otra
genética.

Lo mismo sucede con las raices de este
árbol.

Es la ilusión que cae algebraica desde los
menhires, que posee uvas y plasticos como 
un ciclo de mandolinas, en el interior
de un archipielago.

Pero la intensidad de esta luz se debe a otra
genética, precede a los bulbos en antonomasias,
tiene dietas de polinomios en la aurora y
recientes equitaciones que golpean sus
cascos en la nieve, crean repúblicas
de acuario, al mostrarse entre su brillo.

Tal intensidad es arboleda.

Industria de aferesis en el ansia.

Cualidad llegando del exilio como un velero.
Confirmaciòn del cipres en la herradura.
Volcan de carbones y cineastas.

Diluvios de luces donde el oceano no
encuentra uno de sus puntos y algo
como la sensualidad nos impresiona 
al darnos sus primeras nociones
sobre el conocimiento.

Y sòlo el sueño desde la intensidad o los
ciclos solares de la luz devuelvelo a la genètica.

Ello por supuesto en los lirios de otra
sabidurìa.





Visiòn del Infinito






Habìamos arrojado a la luz una piedra;
la direcciòn que tomò un momento en 
el aire fue el de una linea directa, luego
se desvìo hasta formar una curva, despuès
la gravedad la atrajo a la tierra donde
su movimiento terminò.

Habìamos arrojado una piedra, sin
imaginar que islas y peninsulas en el aire, 
no evitarìan su llegada a la tierra y la
fisica cumplirìa con sus leyes.

Y en esa fìsica -quizà dramàtica-
Enmohecida en nuestra mente por algùn
pensamiento que traìa venados; garrochas
y osos en otro; en esa fìsica hubieramos 
deseado que tal piedra, no perdiera 
jamàs su direcciòn y la gravedad no
la atrajera a la tierra.

Nuestra intenciòn era verla siempre 
en una linea directa.

Una que jamàs fuera atraida por la gravedad.

Esa y no otra fue nuestra primera
visiòn del infinito.

Es decir, la de una piedra que se pierde
infinitamente en el horizonte...

Sin caer.


Los Clanes del Hilo





El ser era uno.
Aquel que llamabas sobre la piedra 
era otro.
La pared era un tunica negra.

Los colosos entre los travesaños se
convertían en palabra.
El poema caminaba a la evolución con
los rituales del hombre.

El invierno construía su empedrado
ante la llegada de la primavera
y los ferrocarriles.

Uno de los relatos caía del norte, de
las sillas junto a un trapecista.

El ser era uno, tanto asi que la poetica
se acercaba al grito y lo
unidimensional con un monasterio en
la boca, sorprendía regueros
y grevas; totalmente reciprocos o
simultaneos.

La flor era uno en ese ser; una manada
convocada por oratorias, también 
la maldición de una silaba, allí
los presagios bendecían de aulos las
arañas.

Detrás, las ciudades de sedición y aceite
arrojando los dados al pavimento, a 
la axiología del pudor y los 
medanos, a la idiosincracia crepuscular
en alguna de las fiebres; una que en
toda ciudad busca el carbón para
escribir del violeta.

El ser era uno.
La narración sobre el asfalto es igual
que una adolescencia llenando
de abracadabras la noche
de un plasma,
de un árbol que entrega un
ficus a una cadena, de
una cronica que danza entre los
horoscopos, llena de supersticiones.

Igual como lo hacen ahora los clanes
entre los hilos.






Gramatical Como un Tren





Llegaré a una hoja. Oiré lo absoluto 
en ella. Seré un tanto completo como
la electricidad, percibiré la energía
desde un salto elemental, semejante
al de las olas cuando destruyen la 
orilla o los ciclos grotescos de una voz
en las raices.

Me esperará el lado de los treboles
acompañado de cintas y boletos. Tendrá
en su corazón nominas de tulipanes, 
realistas y vigorosos, como el aluminio
entre tierras de marsupiales y hechiceros.

Tendrá pautas alquimistas, estará llena
de frenos como los automoviles, cerca
de los atolones, compondrá maravillosas
fabulas de estelas escenciales.

Poseerá una carta en el granizo de
sus fosiles, instruirá a los cisnes sobre
las expediciones, contraerá nupcias
entre los asteroides, mientras una
regla de lo universal, vuelve a
plagar de destellos la noche.

Subjetiva y reflexiva, tal hoja llenará
de coral el programa inaudito de
los ríos, donde el día borda el lampo
de flamencos. Llena de una particular
ilusión que parecerá descender de lo
mistico, se reencarnará en toda sepia.

Y siempre lo hará...Gramatical como
un tren.



Sentinas de los Sirgadores





Huele a silogismo en ese pájaro que
cruza la circunferencia.

A mensaje de espuma en sus redes de
polen.

A escritura donde el vacío inunda sus
extraños rascacielos.

Huele a recuerdo de lagunas  y tramas
de una cultura que baja de los hemisferios
acompañada de constelaciones.

Huele a parábola, a garza en los faroles.

A interpretación de confín en la ciudad.

A grillete que rueda en la profanación.

Hay en ella un aroma de estilo con ceremonias
en el infinito.

A casa y perpetuidad.

A historia de la estela que camina del 
vidrio a la composición, a alfiler
que toca el verano desde
una herida.

Huele a velocidad de cartilago.

A unidades de pieles desvaneciendose en
una buhardilla.

A claraboya donde asciende el peñazco.

A estaciones sin frutos.

A conceptos indómitos de un veterenario 
acerca de una lechuza.

Huele a reflejo que toma el sol sin una
reliquia.

Y lleva tal olor un perfume de
panteras

desvaneciendose en la sentina de
los sirgadores.




sábado, 30 de mayo de 2015

Imagenes Verbales





Pienso en el verbo.
En las medidas luminosas de su vereda.
En los fosiles que diariamente piensan como èl.
Reflexiono en el vèrtigo.

Medito; hay un instante que roza la
felicidad -febrilmente- sin cucharas, ni tenedores y
mi casa se extiende como el prologo
de un subtitulo, en una ventana
convertida en camello por los
desiertos...

una ventana donde no existen lamparas,
ni craneos que frotar, cuando se convierte
en travesaño el abismo.

-como una rosa amarilla, por ejemplo-

Reflexiono en el verbo como una inmensidad,
como una intensidad
igual a tautologìas y
como un horario de parques
donde lo incandescente es semejante
a un cristal; allì las colinas
son empujadas por los
bosques hacia 
sentinas o
buzos 
con la hidografìa de un universo que
palpa, entre veleros remotos como
los cometas, semejante a los
relampagos; estos como
tigres de bengalas 
acarician la lluvia de acido que llega
de los bolidos y carbones.

Pienso en el verbo.
En su paleontologìa.
En sus notas cetaceas de agua.
En su herviboro orden de nieve cuando
escribe de orquideas y flautas 
describiendo el universo desde
espirales o regiones
que aùn nos 
muestran
los calendarios donde la poesìa
despierta sus mastiles.

Igual que un navìo quemandose 
en el fuego.





Disciplina Lunar




Tomo una lampara de raices 
tocada por la noche. Una lampara donde
los eclipses formaban un valle o
el rostro vacìo que cortaba la arena
dormìa entre los asteroides, inundado
de extraños planetas.

Tomo el barro y el antropomorfismo
en sus sienes, de manera que
todo sacrificio era el rastro
del diamante
esquinandose en una disciplina
lunar; humeda como los àrboles.

Tomo la poca ilusiòn de una 
gramàtica, circundada por un botìn
de peces, a la espera de una historia
donde la tragedia emplazaba a las
plumas y los acantilados de coral
donde el oceano decora sus
oboes.

Una lampara que empuja origenes,
que llega a los pronombres sin
necesidad de consultar en la mente,
que devana idiosincracias,
que pregunta entre la inspiraciòn
con las estelas de sus mareas
donde lo primordial deja sus
escalofrìos
en un fusil de fiebre.

Tomo los dociles estallidos
donde los nombres se diferencian
del sol, por esa caida entre el verbo y
el lumen, consultando con algo menos
real que lo imaginario.

Descendiendo de las escaleras
de esa fantasìa.

De esa dimensiòn de pàjaros

que desconozco.

De esa mistica liebre en
cada sombra.









viernes, 29 de mayo de 2015

Emanaciòn de Corales




El mar era el mismo.
Yo veìa una clepsidra encima de la 
marea. Me sentaba sobre la
eternidad, era dogmatico.
Desde esa perspectiva
relataba el extasis de 
un muelle por 
capitulos,
las epocas del aliento
si eran bañadas
por sepulcros
y en el soplo de la lluvia
dorada por el sol,
recogìa bozales en mi boca.

El mar. Caminaba al 
lenguaje con una lògica que 
no llevaba corceles ni puentes
pero desprendìa corredores
antiguos donde la miscelanea
era medida de intensidad 
marròn y purpura.

El mar, soñè lleno de
profecìas en sus ojos, toquè
alguna vez sus pendientes
donde el ateismo de sus
nucleos emanaba el
coral de una rosa
dotada de 
astros.

Como azahares,
llenò las batistas de
cartilagos e iniciaciones
de lineas, que surcaban los
travesaños con una colina
en el pecho y otra en 
algunas partes
del vuelo.

Donde hoja a hoja 
cayendo de los cipreses,
su primavera se transformaba
en hojarasca.





Teorìa Numismàtica





Deberìa estar aquì.
Ponerme una camisa.
Ser amarillo como un eslabòn.
Conocer el porquè entre las cosas 
cuando giran.
No creer mucho en la poesìa
ni su papel iluminado por
las cenizas o los helicopteros,
tener un poco màs de ambar
entre los altares donde
una letra apaga su
espìritu.
-hablo de los sacrificios-
Ver el lado de la apariencia y el
apareo.
Deberìa orientarme hacia el reves
de una colina.
Proporcionarle al sol una ventana.
Un sintesis sin rosaledas.
Un cuadrado, un vortice puramente
geometrico.
Preguntar a la soledad de cuantos 
neumaticos està
hecha.
De què teorìas numismàtica
Ausentarme de mì mismo cuando
duermo y la ciudad se llena de 
uvas segùn la proporciòn del 
misterio o la cordillera donde tambièn
nos despiden balances, espeleologìas 
de acantilado y media. Quisiera ser
un trapecio.
Oir al verbo un poco màs
pero sin ejes.
Ser herviboro o desatar
columnas
como lo hacen los màstiles
en los jabones.
Digerir plantaciones donde el 
lirismo asordase
entre milenarias cintas de 
leprosarios.







El Corazòn de una Palabra





Me quedè por un instante observando el interior
de la casa. Los cometas habìan pasado 
devorando la piel de sus paredes; hoy veìa en
sus huesos. Los àngulos habìan formado
alambradas de modo que una araña vivìa 
incrustada en uno de ellos. Olìa a palidez,
a lluvia que pasea por el granito, a superficie
donde habitaron alguna vez las palabras.

Los huesos en las paredes, sugerìan sin
embargo otro silencio, otra historia con 
una sensibilidad que iba de la noche al 
movimiento, contrastando con la ùltima
luz de la sombra.

Observè un tiempo...El aire traìa relojes
y brùjulas. En la mesa algunos cuadernos
y en una que otra pàgina arrancada a los
mismos, el verbo que amè encerrado en
una palabra.

El verbo con sus tìmpanos y el latido de
su corazòn, encerrados para siempre en una
palabra.



jueves, 28 de mayo de 2015

Cultura de una Torre






Esa cultura de torre.
Esa inspiraciòn llena de siluetas donde
el reflejo llega hasta el genesis
y los leviathanes.

Esa mantica empotrada en el sol
que no vemos.

Esa respuesta al mar mostrando un diluvio.
Un poema donde no empieza la soledad
y el craneo de la experiencia
elabora confines, sartas de jinetes, fulgores
que a veces inclinan dromedarios
y saetas.

Aquella muestra sobrenatural de un tordo
en los lenguajes de las enciclopedias
y los circulos de acido donde
el invierno empieza
a florecer como un tallo redimido por
la locura.

Ese lugar bañado de seudonimos donde 
las galerìas abren su paso de misterio
el nombre posible de la magia
entre divisiones de la razòn y los enunciados
de una raza en los clanes llamada 
a habitar los filos,
los sueños y los
seres de una anatomìa donde
la incandescencia toma la estela de 
un astro dormido en el cielo.

Un astro suspendido en la gravedad
de otro tiempo.

En los mortales vellocinos de otros
espacios.






miércoles, 27 de mayo de 2015

Diferencia y Semejanza






La noche trae un árbol transparente.

Un reino de animales se alimenta del mismo
en la sombra.

Los vemos, transmigrar o levitar,
según el pensamiento que posee el musgo 
de nuestra individualidad, de los paises 
que tenemos en ella, de sus efigies
doradas. 

También los vemos elevarse desde la noche,
desde el árbol. Esto último podría ser
otra composición, pero no seré 
quien la escriba.

Todo esto pasa ahora que la distancia es 
atravesada por una bicicleta.

Sobre ella hay un hombre que mira la noche
de otra manera.

Eso es obvio.

Tal evidencia me lleva a pensar que estoy 
escribiendo algo semejante a muchas cosas, 
muy a diferencia de lo que creí al empezar
este texto.

Quizá mi error se deba a creer que empezé 
este texto pensando en que llegaría a 
algo diferente.

Sin pensar que el ansia de aquel, tan solo
era lo semejante.





El Paso Hacia tus Cabellos




He caminado a los cabellos.
Cualquier diferencia con un adjetivo o
el amor no hubieran sido posibles para imaginar
tal escarcha, tal nombre de hierba
màs profundo. Tal ciudad
de homonimias.

Asi que hoy creo en tus cabellos.
En su figura imperfecta.
En sus sentimientos con alas en diagonal.
En los poligonos de sus escrituras.
En sus sensaciones revestidas de uñas junto
a sus antilopes.

Yo creo en sus hechos donde los aniversarios
pertenecen a eventos mas lejanos.

Los que recuerdan 
en su memoria como cabelleras.

Cabellos que hoy separanse de las
algas, practicando en las ilusiones con el vertigo,
bebiendo entre los equilibrios, tomando
la flor de una columna, que vive solitariamente
entre la fantasìa de un diluvio.

Pero los soles abren su espìritu ahora
hacia una magica barbarie de agujas,
una crepùscular, cuando los potros son azules
como el castillo donde una masa de vidrio
traza en el cielo lunas de madera.

Son soles que caminan a la brisa.
Apoderados de ninguna belleza, llevan peldaños
de fogatas, caminan hacia las cigueñas
llenos de pupilas y entre sus ojos 
el ensimismamiento del fuego llamado 
yesca, valle de iluminaciones
donde un craneo empieza
a tejer en su pelo.

Y mi vida harà lo mismo con uno de sus pasos.

Lo unirà a otro.

Hasta formar una caminata a tus cabellos.





Cabalgata





Primero fue la sensaciòn del oceano
a lo lejos. El verano mordiendo tras
las alambradas y las reliquias a trote
sobre evangelios de crines.

Luego una cabellera de agujas sobre
una linea, el nùmero abreviado en los
nombres de una caverna, iluminados
por jardìnes de peces.

Despuès constelaciones de alamos.
Divisiones de agua en un relàmpago de
aire, donde los crepùsculos dan forma
a las celulas, bajo galaxias de enigmas
y monasterios.

La existencia del coral con un fondo
de cipreses. Nos pregùntamos en què 
movimiento la naturaleza habìa escrito
aquello, en què historia de sìmbolos, en
què calles de espejos.

Nos preguntamos, igual que un jinete,
ahora que ve en la distancia, sòlo
un manantial de interrogantes.





Poema





El mensaje provenìa del agua y
en el oleaje enseñaba marismas 
de piel y nebulosas de olas.

Cròtalos de espuma hasta hoy 
desconocidos en ella se anegaban de
husares.

Virajes como un sol anclado en la superficie
del oceano; Virajes como el de un navìo
que apaga el misticismo de la
distancia desde sus espolones; allì
un bosque marino
se reencarna.

Yo pensaba en el agua, como una idea
de puertos que acababa con el mundo o una
sinfonìa que cruza la noche desde
una astro que se transfigura.

Luces de adoquines
sobre una punta siniestra 
de abedules a mi lado.

Muelles de soledad en 
alguna estancia donde la hormiga 
conducìa un pedazo de nieve fermentada
y los ladridos de una cabellera
deformandose en el sonido
de un reflejo en el eter,
disponìan del mundo.

O acaso no era el mundo.

Era tan sòlo una lejana oraciòn.

-como esta-

Que se desplegaba.








lunes, 25 de mayo de 2015

Fantasía de un Bosque Poético





A pesar de las jabalinas que cruzan el barro 
en el fondo de la tierra, buscando algo 
más que legendario en los sedimentos y sus
laboratorios. A pesar de los invertebrados en
el doquier de una fiesta, completada por
los ríos de una aceituna.

A pesar de noches que no terminan en exegesis
pero hiperbolicamente derraman el vilo y el jaguar,
el dique de coleopteros en el jardín
traficando su pelota de excremento.

Y cómo no el acento, la nube de dieresis
diferenciando al cuadrado y las escalas geometricas
de una apariencia en el seno, desgastada por
la piel, en mañanas de vortices y relampagos,
incomparables como el amor o lo siniestro.

En esa clase de oratorias de agujas a las que
nunca asistimos.

A pesar de esas escrituras que nunca terminan
de decir las cosas de las cuales está hecha la soledad
cuando sume su memoria entre madreselvas,
donde hostiles retratos de agua movilizan 
sus campanas y reptiles de veneno 
llegando desde las boyas
no hacen sino multiplicar nuestra vida
caminando hacia el aliento, igual creo yo
que un forastero.

En esa exposición de los pubis cuando
son ante la lluvia, algo asi como espigones
que cruzan lo nocturno en una carta de
trementina y solsticios, en una calendario
lleno de bicicletas y osos y minaretes.

A pesar de tales jabalinas que encuentran
husares, que dominan el agua en el aire y
buscan el naufragio en las silabas interiores
de una palabra, para asi nunca estar en el 
fín ni el principio.

En los ligamentos del ambar, del suplicio
esmeralda donde el violeta encanecido del
atardecer rompe en millones de pedazos
sus maleficios y esa cultura del orden
uniendolos en el instante univoco del 
milagro o aquello que una distancia nombra
como prodigio, emerge.

Prodigio de las orillas donde las peninsulas
encuentran el barco que fue borrado de sus
fantasmas con la sentencia de un himno
destruido en la boca.

Con la sentencia cuya naturaleza de saliva
pesa litros de fantasía en sus bosques.

Sólo para encontrar los árboles.







Columnas de Latín en los Simios





Como un inasible la nieve.
El diario sexual de un moluzco.
El cefalopodo lleno de atrios.
La momificación de un paraje en la
palabra.
La coyuntura perpendicular a los robles,
mientras al fondo lo sinuoso detiene 
un simulacro, una aparición y desaparición
de las grutas, donde la existencia era un auge
según la constitución del molino, de un
sueño que despierta; allí cuando la
incandescencia, rota.

Igual a un gas radioactivo de
disciplinas resplandecientes o el lado
oculto de una nave, desarrollandose en las
estelas, la idea que una ola ilustra
en una resaca,
en los parpados de una memoria.

Como un estrabismo en los peciolos y la
coronación de teorías laterales entre sacristías
con estancias de lagunas con origen divino.

En el culto solar a los plasmas.
En la paradoja de un mundo textil en una moneda.

Cuando la estrella atraviesan plastilinas
y letrinas que se difuminan
y los horizontes son semejantes a pretiles 
con historias de archipielagos
derramando una pregunta
una concepción de teas y todas
las columnas en latin de los 
simios.

En ese momento tan extraño y sutil en que
puedo creer un poco màs en los
sargazos.

Cuando el lenguaje llega a lo grotezco con una
figura gelatinosa.
Y nosotros nos arrojamos tras ella con
un camello en los hombros, con
una historia
de diminutas revoluciones en la escarcha
(monopolios de transparencia en el diálogo)
encontràndonos invisibles y diferentes
como una columna en latín
donde los simios
eligen un idioma 
para transformar sus peces.

Y todo vuelve al oceano.

Sin ningún prologo, sin un solo epilogo.




Adioses




Mi ciudad llena de redes o estas cosas
tenìan una camisa y algunas xilografìas 
de gas en sus cabellos.
Ante ello conocì la duraciòn de mi paso
solamente, los
racimos de un holograma...

La tarde que vaciaba de resplandores el 
avistamiento de una huella escrita por 
los tahures en un flanco; esa tarde
aprendiendo a diseminarse en las hojas.

No eramos sabios cuando hablabamos del
sol o el milimetro, pero confeccionabamos
bocinas. 

En cada avenida pensambamos en
la abstracciòn como
los ojos, sin poder despertar debajo del
oceano;el agua salada los cegarìa.

Quise pronunciar aquello que el sonido 
escinde en las algas.
Caer por una alcantarilla.

Creer silogisticamente que era fecundo como
un angel extraño, visitado por las raices
o plagas.

Lo ùltimo lo reconocì en un semàforo y los
recursos estilisticos de todo màstil y
los eslabones que encuentran
una presiòn existencial,
el roce de una alarma,
el filo de una ambulancia con cabelleras
andròginas muy cerca
del follaje.

Pero no estoy hecho de adioses.

Mi historia es una identidad cerca de las
escalinatas donde la noche
reconoce su visiòn de plastico.

Borrandose entre la multitud.






Epifanìa




Que sea esta epifanìa, un
encuentro con la magia entre los 
pètalos y sea el crotalo lo que sostiene
una historia perteneciente al fìn de los cuervos
en el ancla o las cabezas azules dormidas en
los talismanes.

Que absorve este màstil
donde la madera es preludio cristiano
de un amanecer y los sonidos se pierden hermeticos
entre sacudidas de huesos.

Y en la pubertad del nihilismo, el vaticinio
sea la deriva del yelmo, descrito entre
giros de electricidad y abominables
clanes de energìa.

Que hasta los transitos del agua
llegue la posibilidad del enfasis; enfasis que
por lo general domina las superficies, las cartas con
axiologìas de espuma, los transitos del sueño
a una implicaciòn con el nervio
entre instantes que son detonados por los
nibelungos.

Y sea este lenguaje de estro mi carencia
mi libertad donde deambulo con una cigarra
o una flor intermitente que alisa la tierra
preparando la llegada de los fabulas.

Que se humedezca en mì la entraña.
El vicio sucio del papel dormido en la hojarasca.
La abominaciòn donde una baraja
asciende a una corte de pelos.

Baraja encerrada, infinitamente encerrada
entre enciclopedias miticas de luces.





domingo, 24 de mayo de 2015

Escenografìa Poètica de una Estrella





Las estrellas son formadas por los cristales de un reloj.
-nos preguntamos de què manera salieron del mismo-
Las estrellas acompañan a los salmones en su peregrinaje.
Pero lo hacen caminando desde riberas de piedras.
Para ello es que adquieren botines.
Las estrellas son vanguardias neoliberales del gesto.
Historias de civiles mezclandose en el polen.
Estaciones de trigo al lado de los olivos.
Desfiladeros de ozono donde termina el mundo.
Avionetas de sal creadas por los fuselajes.
Casas postmodernas al pie de un vocablo. En arenas
de sustantivos llenan sus frentes de impulsos como
los que llegan de las nebulosas, con hordas fantasticas
de -via lacteas- por ejemplo. Las estrellas son el
lenguaje de una existencia que ha definido la
organizaciòn del infinito y segùn el trineo que 
contempla la vida de los corales en los puertos,
un obrero es amarillo como el vientre de una abeja.
Yo estoy lleno de trineos muy a mi pesar y a pesar
de una luna que mira en direcciòn a las agujas 
escribiendo entre disciplinas de fotosintesis y eter
que comparado con las civilizaciones, forma otro
obrero debajo de las aguas con la cual inmortaliza
una fiebre del prado, una coherencia de orbitas
y grilletes volcanicos . Sòlo que debajo de las
aguas no existen volcanes ni grilletes. Y uno de 
los colores del vientre de una abeja, es nada 
màs que esta ilusiòn.








Poema





Lo màs probable es una caverna.
Una gruta de piel allì.
Los dirigibles en ella con solitarias cucharas de
aceite.
El pensamiento que en el atardecer dibuja cigarras
en las nubes.
El epilogo lleno de seudonimos.
El monumento junto al obelisco donde trepa la
hiedra con un corazòn desconocido.
Y mientra tanto el idolo ebrio de jorobas en el  
pièlago, se convierte en ballena.
El heraldo desprende de la tibieza las cosas 
que vuelven de una ciudad empinandose a un pubis
con el desesperado recogimiento del trance
cuando regresa a la realidad.
Y lo màs seguro es impredecible: una antorcha donde
caminamos de puntillas.
El pavor de plastilina en uno de los ecos desprendiendose
del lenguaje, en una de esas palabras donde
la elasticidad recoge cada amanecer 
una cirugìa diferente
de plumas.
Un violeta de sangre y constelaciones ruidosas.
Una de estrellas de miel transformadas por la lluvia 
en fuselajes.
Pero no. Yo creo que es una desesperaciòn donde los himnos
no terminan de unirse para respirar en otra
cosa que no sea algo semejante 
a las helices.
Es una desesperaciòn que sòlo en la hipotesis encuentra,
una llena de albuferas y oboes
uniendo craneos al amanecer a los
epitafios, que en sus circulos
muerden infinitamente el tiempo de todas 
las conjugaciones en las hojas.
Pues sòlo asi, acarician los candelabros y los
relojes del espacio.







Rieles de Cera




Puedo crear si alguna arboleda se sienta,
logrando percibir entre fuentes de litografias, donde
una leyenda duerme solitaria enumerando
opusculos de azogue y velamenes de arroz.

Caminar hasta una rosaleda sol, llena
de ecumenicos solsticios, donde el adjetivo
contempla las agujas del polen, encarnando 
en él, revelaciones de acidos y el aura ...

Describir el papel ribonucleico del poro
cuando duerme en las epístolas del vortice, con
una bocina de petroleo, descubriendo entre
cordilleras -a cada instante- el sentido de 
la razón en nuestros sueños.

Puedo transmigrar junto a rieles de cera y el adviento
proposicional de la vida trayendo adioses de piel
enuncian lo sagrado como una deliciosa composiciòn
buscando de una u otra forma el destino.

Logro desnudar la historia que no es de mi época,
pero pertenecìa a los buhos, incendiando por la noche
los metodos de un satélite en el iridio del cosmos
o las galaxias vestidas de leche en las uñas.

Pienso que pertenecì a ese mundo donde
la hojarasca llega a la plusvalía creada por una torre
en las uvas, mientras la mirra derrite el aliento
o los teleféricos desvanecìan en la ciudad la
ceremonia casi transparente de sus siluetas.

Pienso en ese poema teñido de escrituras
borradas por los pergaminos de noche, mientras
la mirada de una sentencia develaba en el polvo
el vaticinio recorriendo un trineo en las algas 
junto al lado celeste del invierno ...

El lado que tambièn es un celeste angulo.

Donde se agitan los pergaminos de una cuchara.




Solsticio de una Sombra







Podría afirmalo.
Las cruces cortan las hojas en 
sus labios.
La unión de un cisne con otro crea
una bota.
Los angeles empezaron a desteñirse 
y se preguntaron a dónde irà el riesgo
cuando olvidamos una metáfora.
Me vuelvo a preguntar en una calle por 
la costra en una de mis almas.
Respondo que ello es sagrado.
Perseveré en una regiòn para escribir que
los menguantes son siempre aquiescentes, ello 
cuando nos quede un poco de espuma en 
la boca.
Caminè fetal y neurològico por todas mis 
paràdojas.
Fetal y neurològico fue una cosa muy importante
para mì, al tener que cruzar este siglo
y el pasado.
Pero en alguna parte de mi vida me dediquè a las
sistoles y los palacios. Fuì errabundo.
Me vestì de crotalo lo màs ortodoxamente posible.
Fuì a la luna y observè los prostibulos 
desde otra forma del placton.
Busquè solsticios con flores que mutaran 
simultaneamente convertidas en 
panteras que muerden 
una selva.
Ese es un trabajo. Un trabajo que no podrè hacer.
He caminado con un poco de nada, asi que en esa nada
no me parezco a los otros. 
Todo a mi alrededor es absoluto.
Lo cual lo convierte en 
una piramide.
Y en relaciòn a ello, yo soy sòlo una
sombra.






Poetica de una lmagen





Hay un espejo. Toca las lìneas rosadas
del orbe paralelo a la mistica, en una tierra 
donde los emperdibles inundan las citas de un paramo
seducido por ballestas de sueño o de viento
semejantes a las alegorìas. Hay un 
espejo y es tambièn una herradura alojando
ciclopes en sus cabellos.

Existe un espejo y segùn leyes del estuario
dispersa sus reflejos en noches de soledad como
el exilio o la historia de los jinetes que el azul
convierte en barcos o bicicletas
que queman una hoja.

Puedo llamarlos por el nombre de bolicheras
o los circulos que el eufemismo toma
del rìo, con una oraciòn desteñida 
en los labios por una
extraordinaria 
sensaciòn
de disciplinas que yerran en la lengua y las
historias de un puente mientras el sol retrata en
los ojos de un hombre, las
antiguas cabañas que el tiempo
hunde entre
miscelaneas de zinc y sacerdotes de cobre.

Tiene reflejos como composturas.
Legendario a la hora de pisar los robles,
completa en ellos agonìas del verbo,
la explicaciòn absoluta de azogue, el
universo trascendente en una
fuente de lineas
y como consecuencia en los puntos de èstas,
el eter decide recitar las formas de 
agua derivadas de lo policromo, de la monotomìa
con que conjugamos nuestras vidas a diario
como si fueran estilos de lluvia
y periodicos hechos de
vidrio.

Pasarelas del fin del universo en un poema.
Lluvias de modelos consanguineos del
cual no escapan las estrofas.

Del cual no escapan porque el poema 
-entre otras cosas-
revela al fìn sus venas.



sábado, 23 de mayo de 2015

Lenguaje de Màstiles





Ya antes he visto este patio.
Me siento en èl y siento como si lograra
tocar el jardìn donde los barcos no dejaban de incrustarse 
en unos cabellos. Mi tarea en ese tiempo era
arrancarlo.
Los dijes ese dìa estaban compuestos
de gaviotas y el panorama era mas o menos como
sigue: los botes no estaban muy lejos, ni las redes de
los pescadores llevaban siglos de montañas en
su corazòn; tenìamos que hablar sòlo de
decadas.
En el fondo un puerto, -lejano- inmensos barcos
que la perspectiva volvìa pequeños.
Inmensos barcos que encerraban otros hombres
en sus sueños y nosotros  -cada ser sobre la tierra-
a veces inunda los sueños de otros hombres
sobre el mundo, no siempre sucede.
Como tampoco deja de suceder lo contrario y 
entonces preguntamos a los opuestos como si lo 
hiceramos a la dialectica y caemos en un hoyo griego
y hondo, donde el vacìo habla de semànticas
noèticas, de pueblos en el diàlogo quizà. De otras 
multitudes.
Ya antes he visto este patio.
Lo conozco por los olores a sal y pelicano en
su piel. A humedad de espigòn y barcaza donde juegan
viciosos albatros con la brisa.
El patio, con rafagas que traìan peces podridos en
su espìritu, conchas fermentadas en una 
brisa màs suave pues era detenida por una amalgama
de faroles.
-de noche la luz proporciona otro rostro a los muelles-
Pero eso no lo sabemos.
Conocì ese muelle en el dìa.
Trabajè en èl como los acertijos y me hundì en
los oràculos de los gitanos que encontraban el fulgor
mientras se ahogaban.
Y en la distancia, es un punto muy lejano, seguìan
incrustandose a una cabellera, los barcos.





Las Mariposas Negra de la Luna




El dìa apocalìptico.
La silueta del cielo en un mensaje de
dunas.
El lenguaje profètico donde el diàlogo
relata las palabras sagradas, antes de convertirse
en figura.
El desierto en las cabelleras, mientras las estrellas
maniobran en el agua entre
estandartes de plata.
El lenguaje nuevamente, posterior a la espuma
y los puertos donde lo fragil se sorprende
de una silueta
en la intuiciòn describiendo relojes,
siniestros tiempos de agua, historias de carne y de
brillo
manteniendo el paso por la febrilidad,
en un fluorescente, en un trazo con las nebulosas y los
astros y entonces, en ese punto, las cosas preconizan
la ciencia de un sentimiento bañado de gallos
y rumbos como los que irradian
una noche 
de filamentos nocturnos e idiomaticas
travesìas de fiebre
hacia el lugar donde empieza la tibieza.

El dìa apocaliptico, mistico, apodictico
en los ojos de una lechuza
o la brisa fraccionada, aquietando en un velo
la herida que en el fondo de su espiritu toma una
pregunta de la noche, de la psicologia,
de los rasgos esquizoides del agua
cuando toma el caso,
inverosimil de los trovadores,
cada uno -muy a su manera- intentando dormir
en las mariposas negras de la luna.




Hoy Buscaba





No he escrito el poema que hoy buscaba.
Quizá mi error fue hacerlo. 
Debì sòlo aguardar, sentarme en la hierba,
alimentarme del barro y los escarabajos.
caminar a un acantilado, observar el mar.
-tambièn en el oceano empiezan
las palabras que forman el poema-
Es diferente al que escriben los
hombres porque está hecho de agua.
Y no todas -las palabras- llegan al mismo, algunas
sòlo se enlazan entre ellas para crear un barco,
una goleta, un galeòn, un birreme.
Para ellas el viaje es màs importante que
un dìa lirico, entrando por el verso a la
metàfora o la imagen entre los hombres.
No he escrito el poema, no por ello
dejarè de caminar a un lugar que 
no sea la playa o los acantilados, no
por ello me dedicaré a cultivar telescopios
o esperar telegramas en la hora en que
el polen decide descender de los cerros
en un teleferico. Ello traerá como 
descenlace lo siguiente: que una abeja lo 
busque desesperadamente en las alturas.





La Forma del Poema




Tengo estas cosas: un gesto que habla
de què forma puede ser nuestro el dìa
cuando llevamos ensayos completos
de genesis y deuteronomios al
pie de las raices.

Y percibo mucho esa sombra que
se aleja de un hombre dejandolo sin
oscuridad..."Ya crecerà otra, sostiene al
alejarse"

(tal percepciòn es de brea para ser exactos)

Reconozco la labor hieràtica al
lado de maquinarìas de frìo en una estaca.

El vaso de una manìa y aquellos del
pleistoceno... estelas de aristocratica sangre
buscando un astro en la arena de pelo.

Buscamos la expresiòn con esa sensibilidad
que data de una torre, robusta en el marfil y las
cosas posibles de la humedad y las 
saetas.

Direcciones de lienzos
inventados por una reliquia entre bastiones
de medallas, dorandose sòlo entre 
gimnastas.

Excursiones junto a territorios rosados
de hambre y pensamiento huyendo 
entre virajes de pura porcelana.

Advientos, sobre ustedes el diluvio
deja silenciosamente una espora, 
construida por los latigos de 
los televisores.

Y la posibilidad del movimiento
cuelga dunas en las puertas.

La posibilidad del movimiento deja
de ser una hipotesis.

Y se convierte en una forma del poema.







Ideografìa del Lampo





Emulo a los vidrios.
Alguno està en mi corazòn.
Otro se encuentras en las algas de mis ojos.
Existe el de mi espalda con sombras de
granadas en su pecho y motines
de verbos que cuelgan de
una soga, un amanecer
de lluvias.

Respiro este silencio.
Esta identidad de delfin sobre los farallones.
Este caballo de seda alimentàndose
de los principios con un
resplandor de agua
en el lomo, un
resplandor
en el cual se puede tocar
una sensibilidad como el destello, digamos,
tambièn otra como la fosforescencia 
y

medito en la fiebre por la cual
fuì capaz de soñar en el fuego de una 
hoguera y ahora los prados con esa estalactita
antigua de adornos con la yesca
y la ideografìa del lampo
en la idea del màs secreto verano.

Aquel encerrado en el calor de las 
piedras.

En las piedras escribo, mientras recogo
una que llega de los molinos y las
helices. Una donde 
el acantilado dejaba su piel para lograr
encontrarse con sus huesos.
Una sin corceles.
Sin herraduras.
Pero llena de jinetes heridos.






Poema




Què solitario es este minuto.
Tan silencioso como una caminata
o un sueño por donde pasan los rieles.
Què extraña calificaciòn para su sed.
Què misteriosos nombres coincidiendo
ahora que duermo en sus travesaños.

Què extraños son los adioses que empujamos ahora
desde el espìritu, llenos de cofradìas y pergolas,
con tendencias al mar y el disturbio,
al reflejo de los pinos en la unciòn
de un gesto en las planicies, uno
diferente en relaciòn a esa
cantera que ayer traìa el 
lenguaje de un demonio,
de un exorcismo en
un parque,
de un trance en el jardìn donde
el velero describiò el acuario, la 
forma dialògica del oceano
con una de nuestras celulas, con 
uno de de nuestros pensamientos.

Sòlo uno.

Aquel que podìa volver màs profunda
la noche.





viernes, 22 de mayo de 2015

La Pisada del Arbol




Siempre con una pisada de àrbol
dirigiendome al mar, a la acustica no tan 
diferente del zumbido en el aire,
elevado hasta la iniciaciòn 
por una mosca y lo
sinòptico.

Y en esa pisada un diluvio.
Un yo poetico rascandose la nuca.
Una inspiraciòn alternando entre los minaretes
de un cauce,
un apocalipsis de gabardina y cera
en el limbo, penetrando las agujas que 
sostienenlo; todas de eter.

Siempre, buscando una relaciòn con 
los pajaros; los veo como semidioses que juegan
entre lo prodigioso y lo extraordinario
que puede significar una luna de
gabardina en sus pechos,
suspendida entre 
rafagas.

La pregunta es: còmo puede vivir una 
luna en el corazòn.

El hecho es que tambièn  he visto esa luna entre 
los pajaros diariamente.

Lo que no puedo entender es porquè
està rodeada de mastiles...

Porquè no hay navìos que este amanecer
nos guien.







Elegìa




Un aguila sobre un fondo de carbones.
Su silueta sobre la hierba, mientras un gallinazo 
encuentra sus alas y allega el vuelo a ellas.
La altura de una casa donde tal gallinazo
se posa; lleva un cultural oboe y un
tremante.

Hostiles dìas de clarividencia en el pelo.
Historias de amor sobre helicopteros que resucitan.
Fundas de helices que recorren las astas
con la pasiòn por el fuego.

Y tal fuego como vicioso calendario
busca en el preterito, esa sintaxis amarilla de
decadencia, ese puerto donde los marginales
sueñan otra vez con grises cenizas; esas
que no nos dejan ver los candiles.

Y una vida cruza por la noche la eternidad de
ese candil, la primavera que arroja a los
ojos de un libèlula.

De un reptil describiendo las formas de su
veneno hasta ser conquistado por la belleza o
esos aires donde el sol reina con
palabras inasibles
imposibles.

Es entonces que buscando esa palabra,
me pierdo.





El Sonido de una Palabra






El lenguaje configurò un paìs.
Despuès trascendiò. Alimentandose de
hermeneuticas al lado del mar, dejò la sigla exacta 
en la orilla. Esa sigla es contemplada
hoy por las olas.
Me pregunto què clase de contemplaciòn hay
en una ola para lograr aquello.
Què forma de hilo.
Què escrito capacitando a las conchas y el olor
del eucalipto en algùn jardìn que crece entre superficies
marinas.
Yo no sabìa que los jardines tambièn crecen como
sòlidos antes de las lineas que llamamos horizonte.
Yo crecì entre distancias sin jardines, no exentas 
de rumiantes ni bolicheras que
encendìan el universo.
Y siempre percibì ese universo, encendido.
Arrojando jabalinas y relàmpagos.
Tambièn lo vì alguna mañana
donde las albuferas son
màs altas que los
rascacielos, recogiendo un patio en
el invierno, uno cubierto por madreselvas.
Pero no fue el rascacielos ni las
madreselvas que traemos de la
arena, quienes recogieron la arena de 
nuestros botines.

Fue algo legendario que lleva
la naturaleza en su boca.

Algo que el poema escribe, pero no logra
pronunciar.




Las Puertas del Agua





El pensamiento es alguien desconocido para
mí. De noche -sin embargo - suele pasar que nos
encontramos y caminamos buscando encontrar
una puertas de agua.

Toda puerta de agua es una pregunta.

Toda pregunta es profundamente un poema.

Una garganta donde el lirismo es el caos donde 
emanan las primeras palabras. Esas que 
cambian de destino en el solsticio.

Y creo.
Que además de desconocido el pensamiento
es un rito que aún no encuentra su ritual verdadero,
pero se une de noche a la magia a través
de unos ojos, de una mirada,
de una caminata que solitaria al pisar la hierba 
la hunde.

Sin darse cuenta que la hierba en esa pisada ha formado
su propio pensamiento.

Uno que se une al aire.

Buscando también encontrar las puertas del
agua.

Y en ellas la tragedia en la intuiciòn
de una pregunta.


Poema




Los astros llegan por la noche y a veces
traen hormigas en su pecho.

Descubren el lirismo que queda despuès
de la lluvia en los alamos.

-la arboleda ceñida a los troncos lo sueña-

Los astros tienen citas con los druidas
cuando estamos dormidos.

Sus mundos se expanden con sonidos
incomparables y amarillos en las paredes.

Al amanecer organizan safaris, es
por ello què desaparecen del cielo.

Los astros como este corazòn hablan del
cielo en esos cristales debajo de los barcos,
de los universos desnudos en los cabellos.

Son cabelleras que no siempre cuelgan 
de un craneo.

Diseminan colores en extrañas 
parabolas.

Son presentes de una traversa montada
por satelites, instantes donde la existencia
es una menciòn a un otoño de huesos
con un nombre prohibido de arañas
en los roperos.

Pienso en ellos con este silencio de 
plastilina en mis mejillas.

Con esa historia en los parpados en una
mancha de faroles, donde la vida vuelve a 
ignorar una ciudad, una fuente de escaleras,
una amarga sudestada como la que devasta
espigones a travès de las crestas y los barcos
siguen llenando su espìritu de agua, mientras 
acontece.

Y son extraños los manantiales por
los cuales sus relojes atraviesan este mundo
para conocer el tiempo de los hombres,
de los tronos y clanes, son extraños
desde la cubierta de aquellos
acertijos
que se alojan prehistòricos
entre neoliticas flores
donde se llega a la experencia de una medula
en el huerto.

En el alumino del jardìn.

Donde aquellos astros crean otra estela.

Una donde reproducen las focas.

Uno donde reproducen las focas entre 
crucifijos postmodernos.






Y Sòlo el Pensamiento la Sigue




La palabra oceano llegò en una hora de 
relaciòn espiritual entre el lenguaje y la naturaleza.

Descendiò de una ortografìa salvaje como
la que tiene una nube.

Fue sobrenatural entre naipes de acido.

Acaso ahora veo una tierra de fosforescencia
bañada por idolos.

Acaso la escarcha que separa una regiòn de
otra, llena de tatuajes el silencio.

Y lo interpretaron las nubes en noches en
que un talisman sigue a otro.

En que esa interpretaciòn es un oido y un
caracol detràs de felinarios.

La palabra oceano alude a una ola.

A los oceanos, pero no totalmente.

A la abstracciòn por la noche
cuando muerde el concepto.

Y sòlo el pensamiento 
la sigue.







miércoles, 20 de mayo de 2015

Los Nombres Sagrados





El arbol se detiene para formar microscopios.
También lo hace para recoger espirales.
Tal obra nace en la energía y en otras ocasiones
nace en la electricidad.
De sus ramas cuelgan felinarios, días de hojas
y calendarios de todos los meteoros que
cuelgan del infinito por la noche.
Tales meteoros también cuelgan por el día.
Pero nosotros no podemos reconocerlos.
Ese es un drama más para cada una de nuestras
mejillas y la intensidad del paso
según los dijes y la estimación, según las operas
y los nombres que encerrados no desplegarán
su sonido por el mundo.
Pero nosotros tenemos la esperanza de que los labios 
puedan encontrarlo.
Y algunos esperan en la orilla ese nombre sagrado.
Otros lo descubren en un beso.





El Devenir del Poema





En cada amanecer un muelle.

Una voz exhalando de manera diferente
el oxigeno en sus venas.

En cada àrbol una semàntica
para poder continuar la vida.

Y en toda pronunciaciòn un eco
de remotas planicies tanto como plenilunios.

La noche rosada como el mar
que sigue a los muertos.

El entendimiento extraño de una xilografìa
en los troncos.

La composiciòn quimica de un ladrido.

La marea sin puertas por donde los caballos
trazan la idea general de un craneo bajo 
las sombras.

La canciòn de helices subiendo por un riel.

El equilibrio opuesto del paisaje
contrario sin embargo a una armonìa.

Los diàlogos cerrados del sueño.

La dialectica inspirada por la sensaciòn de que
todo ha terminado.

Centurias de truenos para una leyenda 
de agujas y de truenos sobre 
el eter.

Los bolidos de azufre sobre reinos de mitones
organizados por el sentido.

Los patios de la nieve en relaciòn a una flor
donde las galerìas son personales como cuando
el mundo vuelve al papel.

Y el devenir del poema empieza.









Los Puertos y las Cosas




En los puertos se mueven las cosas.
Entre ellas estàn los volcanes.

Dìas semejantes a un puerto, desde 
ellos parten los hombres.

Caracteres de agua en donde son 
creadas las aves.

El registro hidraùlico del aire en cada
una de sus alas.

Y, a cierta distancia de ese puerto
se encuentran las casas de una fibra.

El prisma voluptuoso, el alamo donde 
a cierta hora baja el magnesio.

El asombro de la rada, la silenciosa
muralla donde se desnuda una mirada
hasta llegar a ese nudo prehistorico
con una escencia: el frìo de la noche
precisa que es su elemento, que
derivò de sus jardines hacia
las flores de la tierra.

Entonces encontràmos una rada.

Un tiempo rodeado de pronosticos.

Una red encima de todas las 
casas donde los advientos se 
pronuncian.

Y las ràfagas en el universo se
convierten en dioses.

Para poder ser devoradas por los
hombres.


Leñadores de Verbo





El sonido del sol en una pared
muerde los nombres con catedrales
de cera, algunas se diferencian de 
aquellos que nombràbamos en
la voz del papiro sumergido 
en el agua.

Y pareciera que el mundo
se pudiera sostener sobre alguna
palabra, esa que mueve las pinzas 
entre los lunes cosmeticos de los
overoles, donde los mandamientos
son triangulos de madera para
los leñadores del verbo.

Y es que el verso en su interior puede
ser semejante
a una esquina donde se retrasan
los trenes y los relojes son de arena
como una frecuencia en las
esquirlas de los husares,
uniendo porcelanas
entre horarios donde
una pared es
de plantigrados, de similes
que reciben a los arrecifes entre 
extrañas paradojas
donde nuestra propia maldiciòn es
de acechos.

Nosotros las recibimos como lo hicimos
con el lenguaje en alguna epoca lejana
donde los insomnios podìan sostenerse
en celestes de pìedras o barricadas
de manantiales creando aquello
que llamamos todavìa
otro mundo; uno 
que nos 
recibe entre las garrochas.

Y me pregunto, algo debe vivir 
en esta palabra y en la otra, algo como
la mente o el fulgor de una cadena
tan fuerte como la vida o los sonidos
de los huesos, tan ardiente como
la sabidurìa al volver
sobre la nada...

Con esa paciencia de quien espera
el amanecer

Y toca el alba.






Poesía






Un eco, un lugar
de miscelaneas como el aire, una
garganta de sueño dormida en una quimera,
la posición de una vida penetrando en
la existencia desde la niebla
y esos lugares que dan origen a una casa
donde el lenguaje cree que hay
algo que quemar aún en
sus cenizas.

Y en alguno de los altares de su poesía...

Lo hace.












martes, 19 de mayo de 2015

Aproximaciòn a lo Mistico





Estoy aquì.
Lo mismo ha hecho la vida.
Ahora empezamos a contarnos las reproducciones.
Los contenidos de no sè que acidos.
La luna vagando por el territorio de las runas.
Eran realmente runas?
O sòlo eran destellos que la magia posaba un dìa
en que nos creìa antiguos, un poco muertos como la
sangre entre lo mistico.

Pero tampoco puedo saber si era lo mistico, hoy
poseo tantas agujas como palabras lo milenario.

Hoy me debo haber tanteado tanto que
mi sensibilidad se ha alojado en otras
radiografìas, en otras mitografìas
de carne,
destaco la lengua en ellas
destaco esa ideologìa que motiva a los sueños
a dejarnos encerrados entre nosotros mismos,
sin salir màs que a una realidad donde las
cosas no pueden ser sumergidas 
ni enterradas.

El poema le da el nombre de ceniza de barro
o de templo.

De langosta incendiando sus propios 
neologismos.

Aquì. La silueta que poseo se alinea a una efigie
y me dice que escribir no es la 
disciplina donde el àrbol estudia nociones de 
angeologìa o los crepitares
son el respiro con ademanes de suburbio
contemporaneo.

Escribir es sòlo una legaña.
Un puerto ocultando su enigma en la playa.

Para que las ciudades y esas ceremonias
llamados hombres no puedan llegar.





Leviathanes






Otoño de francotirador en 
las medallas.

Semejantes a esos destellos 
donde duermen los veterinarios.

Llenos de petroleo y lampos
preguntando cual es el origen de
los vilos.

Otoño ciego con un solo hueso
en el lado siames de tu frente.

En el lado occidental donde se
baten entre adornos los cachorros.

Escribo de tu corazòn en el instante
donde los antilopes devastan las residencias.

Otoño de palacio con un talmud lejano
y aprioristico.

Otoño, escribimos aunque no pueda
leer en tu frìo, ni en tus embarazos
inmediatos.

Y me sobrepare en tus herraduras 
hasta la llegada del caballo.

Otoño que doblas en angustia 
todo dromedario.

Linterna que aùn puede ir
junto al prologo de una ensenada.

Manantial de acopio entre las
madreselvas.

Pelicano de uva en las uñas.

Poderoso muerto de cosmogonìa.

Lenguaje de inquieto astillero 
frotado por el sueño.

Vocaciòn del desman inundado
de alfileres.

Patrimonio de gas sarin en 
alguna de tus cabelleras.

Rastreadas por el universo 
hasta lograr que escribas entre los
hombres.

Con o sin industrias rodeando

tu pensamiento de leviathanes.













La Fragua de los Peciolos






Por ese puerto de sal en el corazòn, dirìa
que las grutas crecieron muy lejos y los barcos
ceden en una madrugada a la aurora.

Tambièn dirìa que el mar es un heliotropo.

Que toda piel fue construida por
estalactitas.

Por ello sentarìa mis pedazos de carne entre
la hierba, como en crepusculos donde
la inspiraciòn se bate con la inocencia y las
formas que brotan son bloques creados por 
adioses de cigarras, por balones de gas
y astromelias.

Asi desbordarìa el contenido de fantasìa
que religan en esta habitaciòn los espectros.

De esa manera toda menciòn a una 
caverna recogerìa sus fantasmas de los dados
donde viven engarzados a un nùmero.

Si tuviera un poco mas de pileta en los nudos
y los altavoces podrìan inundar ese texto
de cohortes y lunas tanquedas.

Por ese lenguaje de zinc en los hombros
donde los espantapajaros vibran
entre viciosos oleos.

Junto a un tacto policromo que inventa
una tarde de peciolos para los animales.

Y alguno de nuestros animales llega
tarde.

Intentando fraguar en los peciolos.










Plano Astral





Cuando quitas la voz al agua y oyes el
de las piedras por las cuales esta fluye.
Cuando empujas un monitor hacia un acantilado
donde una hoja espera.
En la hora de acido de los portaviones.
En el sentido de la rosa en la arena y aquella
capacidad de la brisa.
En las formulas de los botones màs liquidos
del oceano.
En la electricidad.
En la sofistica profundidad del terciopelo
tejiendo una aurora entre sus dialogos.
Entre las formulas de las procesiones 
y los imanes.
En las madrigueras donde el viento se
refugia como una alameda en las sienes.
En la idea dotada de levitaciones.
Cuando te toca retirar las raices de la realidad
y cuando no.
Mientras la practica vuelve a sus ejercicios
de hierro en un talisman
o las mareas se retiran del sueño con
una alegorìa en la boca.
Cuando buscas precipicios encerrados en 
una planta donde hierve el sonido de
una infancia suspendida en la escama.
Cuando el puerto es de seudònimos y yelmos
que limpian la noche de atomos
En la longitud de la mimesis en relaciòn al
ambar de una cultura.
En el dibujo de una celula en el barro.
En la escena de una infecciòn 
en la frente y la respiraciòn es un 
lecho ordinario donde lo ortodoxo toca
sus extraordinarios juguetes.
En el salmòn juntando sus victimas.
En la respiraciòn peinando las paginas de
un cuaderno perpetuamente, como 
si ello fuera todo. En la respiraciòn 
al vocear.
En los bloques arcanos de las ciudades
con imitaciones tempranas de las bolicheras
enredandose en un pacto de follajes
con los puertos.
En los muelles de forajidos y extrañas
reliquias que guardamos de los suicidas.
En los bloques de una semiotica
varada en las piernas.
En las interpretaciones boreales de los cometas
- eso siempre sucede en el cielo-
y el marco del cosmos situando paraderos
y cementerios donde el brillo
no se apaga.
Donde tal brillo escarba hasta llegar a un sabueso.
En los candiles con marchas de psicopatìa
y bloques de espinas que acarician
los guijarros.
Cuando las silabas son galerìas que transitan
por un cuervo.
Y la historia de estas, viene a ser como un 
escrùpulo que intenta dorarse entre
dibujos de gases.
En lo grotezco de un grito debajo de 
una laguna.
En las narraciones del poder en un
anochecer donde la voluntad ha dedicado
un epitafio a una galactica psicodelia
de asfalto.
Cuando los asteroides te toman de las manos
para que en algùn instante no puedas
sostenerte.
Y aquello que acontece en lo 
astral, sucede.





lunes, 18 de mayo de 2015

El Craneo de una Boina




Hoy tienes que llegar a una carta.
Tensar los fardos que conociste en ella.
Oprimir el latido en sus corazonadas de nieve.
Ser intuitivo, tanto o màs que la intuiciòn y escarbar
en el pàjaro colgado de una lanza, hasta el momento en
que otro pàjaro brota de su pecho, empalado.
Tal cosa es objetiva y linguisticamente posible.
En este instante el lenguaje lo demuestra.

Hoy tienes que escribir de las cosas como si nunca
fueran a existir o suceder, como si jamàs esperaran eso
que llamamos a diario cotidaneidad, definiciòn abierta de
la libertad en las cosas o el limbo encendido por
fisicas y piedras que dan lugar a los bolidos,
a las estrellas y los rostros ocultos de los
ficus, transformàndose sòlo en nuestra fantasìa en cipres, en
el muelle màs antiguo del alba, aquel que convierte 
el callejòn en ilusiòn, en reguero toda clandestinidad
y ofrece al oceano el solitario puesto de la
apariencia en las llamas.

De esa apariencia convirtiendose en
teorìa cientìfica de una boina.

Despues de haber aprendido durante lustros 
sobre el craneo que cubrìa.



Diluvios de Acido






El hecho asciende por las calaminas entre
manifestaciones.

La poesìa de un compas alude a los estados
de una estaciòn en el aire
donde el verbo se aleja hacia el sol convertido en
saeta.

Lo denominamos idilio, palmera que crece 
con el drama, bengala azul entre virajes de los
sentidos...Puente del brillo a la acequia
donde las cabelleras son estrechadas 
por un monologo.

Civilizaciones de linternas multiplicandose
entre los himnos que dedicamos a 
una efigie.

A un pretil en la duna.

Al medano en la distancia.

A ese medano con una ballesta en las estampas
de sus nubarrones, en sus encrucijadas por siempre
amarillas.

En sus traficos de libelulas y los semaforos 
transparentes que son lo ùnico que logra detenerlas.

Pero ello es sòlo un instante.

Luego prosiguen su camino.

Y entre diluvios de acidos se inmolan.





Estructura Espiritual de una Palabra





Es una palabra sobre el espìritu.
Devolvìa a la realidad una calle donde
sobrevolaba el destino. Parecìa un
interior de la lluvia, un saber
de flautas, un verano donde
son alados los 
molinos.

-Era y es cacofonica, es menester admitirlo-

Llevaba inscripciones, la
abreviatura enjuta de una goleta,
conducìa pasos como los del girasol
mientras inspira las condiciones en una mesa
donde un extraño ser dispone los objetos
en una mañana y luego
el moderno llamado
del pan y el agua.

Es una palabra...
"Tengo tareas inmediatas"...
-pronuncia-
"Circulos que debo cumplir y realmente
no poseo palmeras ni ventanas y asi
volver a una selva y completar el
trabajo de los saurios"

- alguna vez fue un primate en el interior de
un herviboro-

Y todo lo que menta en esta ùltima estrofa
es tan imaginario que debe cumplirlo.

Mientras tanto nosotros alcanzamos serenamente 
el sueño al oirlo.





Una Puerta




Las puertas entornadas, dejando ver
una colina de huesos.

El canto rosado del alabastro agolpado 
en una colina de enjambres, donde 
la citara forma la historia de sus sienes; el
sonido nos dice que es lejano y por ello
logramos oirlo.

Una botella de aluminio sobre la marea
y luego una gigante
concepciòn de los lìmites y helechos.

La espuma es una rosaleda ahora. 

Una forma de pàjaros que reencarnanse 
entre transmigraciones de un poema con lirios
o grevas.

A travès de esas puertas ves el lanzamiento
de un signo por los tallos.

Ves el sumergirse de las corolas.

El verano de aceite entre las supersticiones.

Ves el craneo de amapolas y una constelaciòn
de sal en el corazòn, al mismo tiempo el vibrar que
sacude y apaga una sentina, un yacimiento
de extasis. Los travesaños son tocados
por el insomnio ahora, frecuentados
por otros hallazgos.

Historìas de prolegomenos.
La residencia incautada por un planeta de oidos
al mar.

Ese mar sindicado por una pericia de alambres
ahora que cabalgas entre la nada, con
equilibrios mortales como el vacìo, la contusiòn,
las entrañas.

Pero tù sigues mirando.

Y ves la sed derramada por los artificios.

El siglo de los parpados creciendo en las lamparas.

Las melenas del desierto volviendo al oceano
entre las resacas de las olas.

Tù sigues mirando.

Porque esa puerta que empezaba a ser 
entornada.

Ya fuè abierta.





Otoño de Brea





Otoño sobre una casa de brea.
De aceite en una nave de exilios.
La doctrina del relàmpago en una secuencia
de flexiones, donde el universo vuelve
al desplazamiento con una soledad
de homicidios y rayos; los
que podemos ver guiados por la 
fosforescencia en el interior de un
hormiguero.

Otoño de descomunales estambres
e instrumentos que ingresan a una sensaciòn
en un bolido, en la multitud
donde simultaneamente los rìos se encadenan
igual a silencios que se purifican.

Nombres contrarios a las fraguas.
Identidades del mundo en una experiencia
dotada de crispaciones y 
farallones cabalgando entre corales 
de vaporosos confines de reflejos
de ciudades despuès
de su ciclo con la tradiciòn,
con extraños heraldos donde emergen
las acupunturas, los arquetipos
dorados de
nieve.

Otoños mas fuertes desde la estridencia
o un colosal dormitorio donde la ley es de
estigio y extendiendose en la silueta de
una palabra -ensimismada en la silaba-
detienen la hojarasca que
inunda la oraciòn de
sintesis.

La detienen hasta esparcirla por el
universo.



domingo, 17 de mayo de 2015

El Espacio y la Luz






                                                                                     

El pájaro se desarrolla en las cumbres,
bajo oxidos de diamantes.

Lo vimos llegar ungido de neones de plasma.

Vuela con preferencia en horas en que 
la lluvia se diseca.

Nosotros pensamos en su corazón como
en el nuestro porque está lleno de antiguedades.

Tanto uno como otro somos una metafora 
para ambos, la única diferencia es el elemento en
que nos movemos.

Ambos llevamos azogues encrespados en
el pecho.

Ambos recordamos qué cosas transportan en
su espíritu los adioses.

Los vuelos donde el corazón de los hombres
subasta los dados en su pecho.

La llama donde brotan esos llantos de los 
idolos como un pensamiento, reclutado 
por lo sobrentaural de el
follaje.

Tan solo por lo sobrenatural y el nombre
de la carta y la imprecación del lado fosforescente
de un viento hermafrodita que a ambos
-el pajaro y el hombre- 
golpea en el rostro.

Asi como el espacio y la luz, nos golpea en
el espacio en que nos movemos.





El Poema





El poema ensucia las cartas.
Mancha las pupilas, deja las clepsidras en
un habitación de candiles
donde el pavimento cede a otras luces sin
rostro
y ante ello se dan, algunas maneras de 
escribir como sondear el lenguaje
en una especie de enigma que
vuelve por los elementos
con un muelle de 
descifrares y una luz de simios
entre sus encias.

Pero el poema imagina sus puertos
sus espigones,
es una canción de brazaletes,
de brazas ungidas por canteras ungidas por
ritos de polvora, por telarañas magneticas
muy propias de una ciudad donde
se unen tres lineas, dotadas de estrepitos.

El poema lleva volcanes. Leyendas
de espumas donde los desplazamientos son
de olas, de nidos de hielo, donde somos
inmunes a un tren, a un berberizco
semejante al talento
que multiplica los árboles
la sal en vilo
en las marionetas en las cuales los vagones
dejan de ser grises
como la unción y ludico que pueblan
los arenales.

Más o menos a como tú y yo poblamos
la existencia.


Presiono lo Aereo







Presiono lo aereo.
El termino posible prehistorico
en una corriente.
El personaje metalico del racimo
en una aceituna en la
rafaga.
Loa activistas son de polen ahora, se
acercan a la profecía buscando
una palabra.
Oprimo el acero con la misma intensidad
espiritual de un homonimo.
En las partes de una alambrada
desfilando entre alfileres con un punto de
ozono.
Pienso en los terminos
en los tintes de una estalactita en su propia
sombra. En los dioses
modernos situados en la silueta de un ancla,
mientras la creación se hace tallo
o las paredes se buscan y parecen 
secretamente enlazarse.
Toco lo fugaz.
La mosca adherida al adjetivo.
Lo cotidiano del mastil en un navío me habla
de la responsabilidad ante el oceano.
Vuelvo al meridiano.
Percibo el morral de carne.
El filamento arqueado del cobre.
La angustia pertenece ahora a la memoria.
Escribo de la sien
la nuez en ella derivó hacia los
palacios occidentales de una boveda,
el canto en ella providenció
cortes lunares entre las cicatrices.
El fuego llenó de crepusculos la llama.
Y todo aconteció entre el día y las nervaduras
sumidas entre neones y polvos.





El Rango del Heliotropo





Por allà el dìa, el huerto alado
sobre la nube, la 
corona de agua en una laguna
generalmente hecha de crestas, una
higuera en un jardìn,
un bajorrelieve de gramàticas.

Un cròtalo
-cabalistico-
Un pliegue de nortes grabado como
un signo en la arena, la estrella de barro
sobre una sensaciòn de muelles 
donde los himnos
quedaban extasiados por colores de
hiedra.

Y despuès el rango que describe un
heliotropo, la seda amarilla
de un adolescente descendiendo como
un fìn entre los gavieros, donde
una vida elabora liturgias de azar, nombres 
propios de poesìa
en los cadaveres, entre la melodìa
de los silogismos, donde indòmitas estrellas
de arena gravitan en hemisferios de 
colosos.

Cordilleras  de rùidos
en un oleaje de zonas donde la 
imaginaciòn doblaba el mar y las cosas,
entre otros nombres que les
pertenecìan, entre otros
objetos.

Los ùltimos no cuelgan talismanes
pero escriben de otro mundo.

Y nosotros volvemos a explorar
en ellos.