viernes, 28 de mayo de 2010

Poesìa

Poesìa


He habitado una palabra para lograr que otras pasaran.
Fuì el huesped inoportuno de mi mismo y aunque otra vida
llenara mi existencia, igual habitarìa una palabra
para lograr que otras murieran.

Entre ellas y yo no existen diferencias.

No creo que la poesìa vaya muy lejos cuando
no se tiene un poema, ni el verso en èl
que haya digerido las luces mortales del vacìo
los personajes del sueño, los anfitriones del hado.

Sucediò porque nunca en otras manos serìan escritas.
Es semejante a alguien que cruza una calle con la
seguridad que esa caminata era sòlo para su corazòn.

Que allì enfrentarìa su simbolo,los esquemas
que el destino deshace cuando aquel desliza
su estrella desde un parabelum de espuma.

Esa es una metàfora de la desesperaciòn.


No poseo mas rostros ante mì, sino son aquellos
que el laberinto inmola con instintos aureos
dentro del aura y las catalinas del hambre recogen
la ediciòn perpetua de una cabeza, cuyas moleculas
recogen estìos de gusano.

No tengo una sombra, las etiquetas que debieron
cumplir ese papel aùn retuercen sus lechos
y bàsicamente el sol recorre los àtomos
con la seguridad que en las escolleras
los estuarios besan una làpida.

Con la mortal convicciòn con que
las cenizas oprimken la tierra.


Guillermo Isaac Paredes Mattos.

Sintaxis Azul

Sintaxis Azul


En cada herida vibran recuerdos de una batalla
como en la tinieblas la evocación de una luz,
en los ojos la memoria y su zigzagueo espìritual.

Yo suelo en mis bosques recoger sólo vortices
que aprendieron a llevar en sus cielos
la estela de su sintaxis quebrada por la orilla.

Y resucito en la lumbre de algas y esporas
en la celula que bebe su interior de oxigeno
sobre indescifrables rastros de eras amarillas.

De colores y de formas entre lo más profundo
porque no sólo en la superficie ofrece el brillo
su fruto de anilina pastando junto al aire.

Y presiento en equilibrios de ráfagas y cetros
junto a maquinaciones de hordas y auroras
en pesebres de angeles y luceros.

No importa el destino si no tiene la silueta
del idolo que extiende su corazón de llama
sobre cada horror del universo.

Y me detengo en posibles llamaradas de verso
aunque sepa la luna que soy un misterio
de estrellas y bardos rastreando su peso.

Todo es un rapto de niveos palpitares
caldea un azur que es es representación
de apariencias huyendo de los labios.

Ofreciendo la boca a los astros, irradiando
presas de venganza en la mentira, quieto
meridiano que has vivido en sólo pétalos.

He bebido ya la savia de tus venas
he arrancado sus paises aurora
ví en amaneceres mi desesperación de bruma.


Y el amor gira en mis dedos igual que el espanto
en los laberintos de seda que juiciosos son arduos
crepitares de caballos que estilizando
las cenizas del hado.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

Los Viejos redentores

Cristal
La poesìa està buscando otro mundo



Un día rojo es sólo la existencia del vortice
donde se bate contra el sueño un corazón.

Recuerdo que entre visiones iluminaban heraldos
la escalera invisible de toda reliquia
el canto que inasible era brújula
y montaraces memorias
seguìan sus pisadas.

Pero hemos visto perderse lunas que jamás
se involucran,
astros que no saben como detenernos
que apenas pueden escoger un aliento
en el hemisferio y pervierten raices
de fuego y de mercurio en sus balsas.

Manantiales que agitan extrañas promesas
y elucidan numeros para algebras de miedo
para desencantos ruines
lejos del amor y el pensamiento.

Desde el cristal yo renuevo
mi música de astros, vieja como los redentores
en las paredes
estentèrea como crepitar de algas en las murallas
encantadora de chimeneas cuando aplaza un cenit
su espera de tinbres inocentes con la muerte.

Dudas de cierto número, de aquel que es puerto
una cosntelación desciende mientras cae la hierba
y su luz forma centellas en los labios
una superficie que esconde la divinidad de la tarde
y entonces se hacen postreras para renacer
todas las ràfagas, inmortales porque
apostaron el ùnico pedazo
de su existencia a las algas
y tomo un navío, sólo uno
para defender sus angeles y demonios
de sus propias heridas.

Porque asi fue dictado en el
infierno.



Guillermo Paredes Mattos

Tràfico de Pàjaros

Tráfico de Pájaros

Nosotros amamos los pájaros porque ellos
parten de cualquier superficie
y su vuelo se pierde entre lo lejos.

Y asumimos los clanes que giran en su pensamiento
porque la idea más profunda no sea liberada
y siga brillando en lo remoto.

Porque la intuición nieva en rieles
como todos los temporales y mis trenes
abren desde sus ventanas
silencios de lluvias donde agoniza el agua.

Nosotros llevamos la sensibilidad
donde no puede sostenerse ningun sueño
y la razón toma alas extrañas para desnudarse
obra ya de divinas, paciencias de misterio.

Pactamos en alas a pesar que nunca nos muestren
su vuelo y despidan su corazón de la tierra
cuando estamos dormidos,
cuando pregunta por su casa el sueño
y pregonan los barcos mitologías profanas
percepciones escalando un velo.

Y nos desplegamos sin saber por los finales
del mundo hasta que
el amor deambule en las mejillas del fuego
igual que un astro
en las del relàmpago.



Guillermo Isaac paredes Mattos

El Guerrero y la Rosa

El Guerrero y la Rosa

Alado cardo, despunta en los yelmos de mi veleidad
que el mar está sangrando
y mi oración no respira en los barcos ni cesa en su empeño
de creer en el aire
como en un soplo de pubis
encerrado en un cometa.

Alado cardo, repito este sonido muchas veces
para que sea el último
para que mi pubertad siga rompiendo ciudades
y algo como anciano en los àrboles me dedique su herencia
su legado de aguja
su pasado de brujulas lastimadas por eros
por ardientes resquicios
donde las piedras contemplan en sus siluetas
la vena pedida del caballo.

Y mira el río, el manantial pesando vestigios
para el sueño,
la calle iluminando bastidores sobre el desvelo
el cristal de un pedazo de hormiga
resistiendo entre heroes
sus proas azules, sus mentiras que alzan bosques
sólo en los dedos
y después nos dejan morir al lado de
esa inspiraciòn
que sòlo èl toco de la vida
y luego la dejò huìr a un poema
a un pobre verso.


Guillermo Isaac Paredes Mattos


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Verbo de viento

Verbo de viento


Palabra de viento, como el amor y una hoja
el cristal vencido de una desolación
el brillo agreste de un camino sobre el agua.

Voces de luna que sueñan entre campanas
primaveras de cenizas besando mis labios
evoco un monólogo de péndulos dorando
el silencio fortuito de una serpentina de fuego
iluminando un rocío de iras luminosas.

Palabra de viento como una habitación cerrada
la puerta de un barco empujando mareas
el hilo de bronce una mañana
invitando a los naipes a escalar ensueños.

Es el azur de una savia invadiada por trenes
la hojarasca de sal de una vendimia
el cantaro de seda de un terciopelo.

La noche amarilla de cada murcielago
la tierra de aprendices uniendo llamaradas
espadas de estelas y ninfas sobre el iris.

Es un brazo de alambre en cada curva
la nieve podrida de un cementerio
el helecho de piel de los cometas.

La muerte de un árbol en todas las esquinas
el paladar de anilina de una quimera
la llave de polvo que esconde la tierra.

La palabra de viento es un ave sin costumbres
el sepulcral mediodía de una nave
secreta en una laguna de piedras sin sombra.

La sentina de un sonido sin nombre
el halo que camina entre luces iridiscentes
brotando como un mar sobre la distancia de una hoguera.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

sábado, 22 de mayo de 2010

Oficios de Sangre

Oficios de Sangre


Recogìamos palabras traidas por el sonido
derramadas por la luna.

Ninguna decìa lo mismo.

Pero una palabra es dios linguistico
que en una escarapela
busca crear la nebulosa de
los estandartes. Ninguno
està a salvo de ella.

Una palabra es centauro borroso
ante la nieve, un velamen de iridio
cuya sacudida abre las tinieblas
y los suspensos indòmitos,
encarnizados.

Manantiales de carne muestran sus huesos
el desenfreno de la enfermedad enseña
la fiebre de su desesperaciòn
enfrentàndose a si misma
pensada hasta la reflexiòn por
un grito.

Pero nada puede hacer la reflexiòn
con las palabras y su sombra.
Hablo del hombre.


Levantàmos un aura
el alma oscura de los templos
entre los iris, nos ocupamos
con oficios de sangre
en los artificios
que la realidad
ofrecìa como ùnico contenido
a las palabras.


Asi que despuès de recogerlas,
aquellas descubrieron que poco o nada
podìan hacer entre los hombres,
y fueron arrojadas nuevamente
a su mundo.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

viernes, 21 de mayo de 2010

Epifanìa

Epifanìa


Este finalmente es un diàlogo con la arena.
Porque es su corazòn
la madre del
desierto.

jueves, 20 de mayo de 2010

Segùn el Sol

Segùn el Sol





Andarà mi espionaje sobre tu ojo izquierdo...

Dice el mar, he visto muchas veces tus piernas
al ritmo de ningùn pensamiento
pero has seguido a travès de la noche
igual que un himno que desciende de los astros.

Dice el àrbol, bajo mis ramas buscabas la divinidad
igual que un pàjaro, pero tu cuerpo encarcelaba
tu alma. Entonces cùal era la brùjula en tus sienes
quièn despertaba acechando dominios e imperios
quièn recogìa el sol que lucìa el fuego
para que tu mirada se cegara.

Dònde hablaba el eco si ningun sonido
formaba la garganta
y las palabras habìan confundido
su destino y hacia manantiales
de brillo lo guiaban.

Asi nos engaña la poesìa corazòn.

Dònde el mar, cùal secreto
anhelo detràs del frenesì, porquè
esta pubertad de sigilos
dònde adientes caballos en mis parpados
detienenme para empezar desde
la imaginaciòn cuando liba un sextante
una ojera y un barco
dentro de sus ruedas.

Y entonces hablar dentro de pinaculos
eludiendo el eter
para luego emanar su tibieza.

Y entonces sè, entonces vuelvo
a la estètica de mi propia derrota
y ni siquiera mi espiritu
puede ser el profeta de
de mi alma.



Guillermo Isaac Paredes Mattos

La Palabra del Cèfiro

Palabras del Cèfiro

Palabra de cèfiro como amores y hojas
cristales vencido por la desolación
el brillo agreste de un camino sobre el agua.

Voces de luna que sueñan entre campanas
primaveras de ceniza besando mis labios
evoco un monólogo de péndulos dorados
inviernos fortuitos donde serpentinas de fuego
iluminaban un rocío de atrocez iras.

Palabras de cèfiros, habitaciónes cerradas
la puerta de un barco empujando mareas
el hilo de bronce de una mañana
invitando a los naipes al vèrtigo.

Ello era el azur, una savia invadiada
la hojarasca de sal de una vendimia
el cantaro de seda del terciopelo.

La noche amarilla de cada murcielago
la tierra de aprendices uniendo llamaradas
espadas de estelas y ninfas sobre el iris.

Es un brazo de alambre en cada curva
la nieve podrida de un cementerio
el helecho de piel de los cometas.

La muerte de un árbol en todas las esquinas
el paladar de anilina de una quimera
la llave de polvo que esconde la tierra.

Palabra de iridio, ave sin costumbres
el sepulcral mediodía de una fragata
secreta en lagunas de candiles sin sombra.

La indiscreta sentina de un sonido sin nombre
el halo que camina entre luces iridiscentes
brotando como un mar entre distancias de infiernos.


Guillermo Isaac paredes Mattos

Dioses de Papel

Dioses de Papel



Dioses de carbòn, lògicos y puros.
Sobre una pàgina los hombres cautivan
aquella inspiraciòn precursora
de ensimismamientos y soledades,
con un rastro de oceano acercàndose
al suspenso del nombre
en las tinieblas.

Entonces añoramos el inicio
del lenguaje.

Prisioneros del agua.
Pristinos porque la memoria asi lo quiere
y esta imagen deslumbra el corazòn
pues allì los reyes deformanse
encontrando una lira, un arpa
una libèlula recorriendo
auxilios de alhambras.

Herramientas de nervios
iguales al horizonte
donde los juegos se sacuden del niño
para instruir su corazòn
entre los astrolabios
de su inspiraciòn.

Sutil el olfato vuelve al almendro
los tallos lamentan los ofidios
del hambre, como transeuntes
de columnas y supersticiones
escribiendo en los pèndulos,
agitan el conocimiento
las civilizaciones
de los espacios hermèticos.

Y a nuestro lado solo un protocolo
un devenir de circunferencias
porque iluminamos nociones
de pliegues al sembrar un velo
en los boyas del mar
como una pronunciaciòn
el funeral del màgico entredicho.

Y en los santuarios que
la providencia
arrastra hasta el corazòn
de nuestras manos.



Guillermo Paredes Mattos.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Lunàtica Belleza

Lunàtica Belleza



Cùbico, escènico, simultàneamente al oido
y el pulso, disponiendo postraciones de gèneros
e imanes de violencia, asi renguea el fenix.

Sonoro, algo de nube, tambièn acero,
una claraboya donde la ràfaga no se despide
del cèfiro. Ello lo conoce bien el presagio
del timpano. Que extraña curiosidad la
del prodigio.

Litùrgico, primado de estribores, ese su lecho:
una flora de vidrios, un forajido del margen
y las dimensiones subitamente tensadas por
el abismo.

Sin condiciones, invisible en la naturaleza
y rotares, pensando la posibilidad y la fortuna
de una rama citada por la nieve, la fàbula
y sus espejismo, asi cegamos los poros.

Y en ese tacto, representaciones de auras,
un lienzo a todo halo, el destino crepùscular
del galope a tablarasa, personificando
el destiempo.

Hasta escora, logrando vibrar un capìtulo
su idioma de sol floreciendo al azogue
del hàbito y sus practicas con las cadenas,
lùdicas, mìticas, allì
prontuariados de entrañas transforman
legendarias esferas.

Y quieraslo o no,
su demencia es envuelta por
bellezas lunàticas.



Guillermo Isaac Paredes Mattos.

viernes, 14 de mayo de 2010

Poesìa

Poesìa


Nunca seràs una la vida a donde vayas. Habrà otra.
En cada soledad de tu corazòn habitarà otro cuerpo
y caminaràs con èl porque asi fue decidido.
Ubicaràs lo verdadero en los pàjaros y habitarà
la muerte en ello. Comprenderàs que es sòlo
el universo quien desencadena el rocìo
cuando oprime los nubarrones del cielo.

Oiràs del cefiro las palabras y ellas
traeràn el partir.Diràn, estamos sòlo de paso
y cada dìa es lugar donde el destierro
nos devuelve a las sombras, trayèndonos
aquellos que vivieron y murieron con nosotros.

Contemplaràs sus voces con una espada en la piel
como la intimidad del estigma en el tiempo
separàndolo eternamente del espacio.

Elegiràs una madrugada para el poema y otra
lo conduciràs a esa tumba donde los pinos
crecen como sauces amarillos.

Nunca tendràs el acido que traìan los efebos.
Nunca separaràs opciones de lluvia en la
enfermedad de los calendarios.

Desde los planetarios, la providencia
volverà a despedazar con un làtigo nuestras heridas.

Sin darse cuenta que esas heridas eran ya
el imperio del dolor.



Guillermo Isaac Paredes Mattos.

Poesìa

Poesìa




Yo tuve un alma
y su espìritu aprendiò
quemàndose en el
fuego.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

miércoles, 12 de mayo de 2010

Eclipse del Recogimiento

Eclipse del Recogimiento


Recogemos de la experiencia esa exageraciòn
satinada de boyas.

Un clarìn de piernas anunciando la inspiraciòn
como un pronunciamiento del alma
cuando es purgada inmigrante
a los incienzos
a los eclipses.

E idealiaba ante la orilla de un astro
que el infinito ante mì
es de fuego para ser enunciado
hasta una fronda sistemàtica.

Algo que lleve su morada
una introducciòn de sabias cadenas
y purgatorios, porque en medio
del brillo tambièn hay catalinas
que limpian el brillo
y ese brillo circula sin saber a dònde
como una interrogante plagada
de opciones pero no
de silencios
y siempre he buscado ese silencio
donde acaba todo.

Ese silencio que se lleve todo
y lo pueda comprendert mi vida.




Guillermo Isaac Paredes Mattos.

El Espejo de la Creaciòn

El Espejo de la Creaciòn




Creador de la noche para extasiar
sòlo eso.

Pertrechado por un ruido o
el volumen del sol girando en
la silueta de la luna.

Asumo el papel del bastardo
para vivir como un espejismo.

Yo soy un lider barato de todas
las perversidades,
de todos los planteamientos,
liderè el oceano a falta de esgrimas
mientras mi carencia se dedicaba
a deletrear.

El temblor en mi codo es
apolineo.

Mi amenaza es acercada a las gruas
para saber como nacen los espolònes.

En el vilo de la intensidad
como lo ardiente me he visto.

En la estrìa de una corteza
purpura.

De una liendre poseùda por el hinojo.

Quien quiera cantar a los arboles
debe saber demasiado de su nausea
ser aprendiz del vòmito màs espiritual
reconocer en todos los espejos
aquel de la creaciòn
y caminar emparentàndose
con todo lo que es mutilado
lo que proviene de fragmentos
y dimensiones de martillos.

Me vì enla ansiedad porque
era parte de mi nùmero.

Coloquial y trascendente.

Ecencial y discursivo en
la imaginaciòn.

Vertiginoso como las azoteas.

O el sueño que hiere
cuando estamos despiertos
recordandònos que en realidad
sòlo estàmos dormidos.



Guillermo Isaac Paredes Mattos

Funeral de los Barcos

Funeral de los Barcos




Siempre he visto pasar a los barcos
con un poema, ese era mi rito.

Llueguè al bisturì con una ventana.

Atravesè el instinto sin deidades.

Me confabulè con todas
las esquirlas.

Deberìa tener una razòn para vivir
pues no he muerto.

Pero no existe esa razòn.

Deberìa ya saber porque escribo
una palabra, una letra
pero eso serà -estoy convencido-
imposible.

A cada segundo la sombra del verbo
nos persigue
y no podemos explicarlo.

En cuanto al frìo siento que el verano
es una especie de premoniciòn
no menos dolorosa
encallando en una hoguera.

He visto a las alas cruzar la noche
sin un vuelo.

A los hombre los vì arrastrando una cabeza
que coronaba sus cuerpos.

Los ejemplos del polvo son oprimidos
por ramplas y su abrazo artificio
de supersticiones.

Delicadamente señores no se lee ni
se encuentra a nadie.

Delicadamente, ingenuamente sòlo
repetimos las cosas.

En lo personal, eso significa nada.


Siempre he visto a la idea convertirse
en pensamiento
y por màs que la idea sea una metàfora
precediendo a cualquier pensamiento.

Igual que el sufijo precede
a la vida.


Guillermo Isaac Paredes Mattos.

Antologìa del Tù

Antologìa del Tù


Tù querìas seer mortal, pero
no era necesario.

Tù pensabas en la naturaleza como
otra derrota.

Y eras ideològico, polìtico
aristotràtico con leprosarios
de lluvia cuando encallaste en
la carne.

El dìa a tu lado era hipnòtico.

Tu mentalidad iba a ciegas.

Aquello por lo cual decimos cerebro
a duras penas recogìa las
acometidas del sueño.

Esto sucedìa porque en cada neurona
habita una hiedra.

Tù buscabas que nada nos iluminara
para desvanecernos
y en rìos de oscuridad hablar de
nuestras sombras
como lo hacen los idòlatras.

Buscabas un heroe que llevara
el color amarillo de una herida
en sus ojos.

Y en esa antologìa poètica del tù,
el yo mamìfero de la piel creciò
semejante a todos los suburbios.

Y ese tù y ese yo se hicieron marginales
como marginal es el destino
al susurrarle a una hoja
a una encrucijada
a una estela de cera o un jardìn
de plastilina
durmiendo en las radas
del veneno.


Guillermo Isaac Paredes Mattos.

Los Arboles de Piedra

Loa Arboles de Piedra


Ahora despertemos en una calle para
transformarnos en humedad.

Por un segundo nos aplacaràn los sinos
la yesca, los asonantes mamìferos del hado.

Luego veremos como se profetiza en el agua.

La clse de veneraciòn
cuya existencia desliza su razòn
a otra vida.

La nuestra es sòlo un instrumento.

Libros descomunales abriràn sus rostros.
Las crines del tiempo
convertiràn su esìritu en huesos.

Crematorios y morgue
exhortaràn al letargo
en el desasimiento que llega
por ùltima vez al principio.

Serà dicho el nombre porque
jamàs pudo vivirse en èl.

Y desde los cirios un grito de polen
elevarà su trueno màgico
para despedirse de una màscara.

Nuestras veredas seràn frisos.

El abedul de campanario
suspènderà en tu craneo
arboledas de granito
porque los universos seràn siempre
del aire.

Està fìsica de mi papel es
el atravesàr de la mìmesis.

Luego nos iremos, asi como hemos llegado.

Y alguien que jamàs conoceremos
vivirà por nosotros en este poema.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

lunes, 10 de mayo de 2010

Visiòn Hermafrodita II

Visiòn Hemafrodita II



Lo vì.
La exactitud era un hombre y centenares
de pubis dominaban la tierra.

Yo deseaba la poesìa para ser metàfisico
y hallè sòlo un pàjaro andrògino.

Lo andrògino es tempetamento cayendo del vacìo.

Lo vì,
las momias eran tambièn escolleras
convirtiendo en guiones una playa.

Pues siempre hay lineas descendiendo
con lo aleatorio.

Asi destruimos los sentidos.



Supremos bastidores oprimen las mejillas
palestras de iones allendes a la vena
reinan entre los aquelarres.

Entonces escribimos de hombres derramados por
la boca.


De la antiguedad magnetica de los
espejismos.

Del testamento, ùnico tèstigo de lo equinoccial
y sus menguantes ungidos
por cirios.


Y convencidos que los menguantes
para ser iluminados por venus
deben conjugarse un poco,
elucidamos
que el instinto no es origen
del soplo.


Tan sòlo es algo perdido en sus manos,
igual que un incesto.



Guillermo Isaac Paredes Mattos

Visiòn Hermafrodita

Visiòn Hermafrodita




Del lugar que vuelves.

Del rìo despertando en sus huellas para en ese recuerdo
acariciar la memoria de sus
pasos.

Su remeniscencia iluminada por una torre
cuando el alfil de los sueños
es complice de otro idioma,
dictando al espìritu aquella vida
rezagada en su pubis
ante otras
con la mimesis de arena y sinuosamente
en la playa.


Cuando hoy, en los libros hermafroditos
la visiòn desciende sobre un santuario
donde lo ùnico heroico podrìa ser
el lìrico prontuarido de
la lira.

Esa es otra forma de descubrir la palabra.

Pero en el corazòn de èsta todo agoniza
todo muere representado por el mar
y abandonados a esa voluntad
como la creaciòn volvemos a crear
un destello.

Asi cristalizamos el pasado.
Idènticamente a un higado, como lo hacìa Prometeo.

Y fieles sirviente slos cuervos
ayuan en esa metèfora.


En anàgogicos columpios
construidos por la humedad
cuando la lluvia deja de serlo
y sòlo los muertos pueden encandnarla
sòlo los muertos se elevan sobre ella
con una sola idea
y con un anillo.


Guillermo Isaac paredes Mattos.

jueves, 6 de mayo de 2010

El Mar Vulnerable

El Mar Vulnerable



Abàndonaras una mañana como lo hace una botella
cuando lleva un mensaje secreto
y te arrojaràs al mar.


El fuego te parecerà precioso porque descubriràs
que en su iris no existe el destino.


Conservaràs el frìo, lo oculto, la direcciòn extraña
Encogeràs tu corazòn en el latido
cuando sabes que pudo abrise paso entre tu pecho
para acariciar una reliquia.

Las llaves del trapecio te oiràn.
La desiciòn cubrirà nuevamente tus ojos.

Asumiràs finalmente que entre los relojes y tù, sòlo
ruidos de sangre.

Las filarmònicas del bebedor volveràn a tu casa.

En tus manos sabràs que no existe otro lugar donde
crean los rìos,
las furtivas caràbinas de los foràsteros,
los terminos donde la idea viaja
hialina
con trances neuròlogicos.

Dejaràs las briznas, ya no màs equinos
el juego de los escrupulos y las supersticiones
recogeràn tu edad de los caminos
y entre sentinas
la malicia traerà a tu amanecer
una espora.

Y en el talento triangular de tus sonidos
volveràs como un palestino al record del aura
a esa tormenta escupiendo en tu cara.

Esa tormenta que recuerdas sin rostro.

Seràn posibles los estallidos,
la cirugìa del mar vulnerable
rompiendo las dos claraboyas de tu casa,
el epispdio cronològico
y su peso exterior rozado por una bandera.

Tendràs un òsculo, un temor.

El poema con talento de àcidos
donde se citan los funerales
como ayer
como hoy
se citan sin labios
a morder un beso.



Guillermo Isaac Paredes Mattos.

La Estrella de una Lìnea

La Estrella de una Lìnea




Nunca recogì una estrella de la arena.
Dejè que murieran en su espìritu.

Allì en esos estuarios, lo ùnico que aguarda
a mi corazòn son cementerios boreales y azules.

Una podredumbre esotèrica para
dejar el lado nictalope del barco
encallado en un trauma a lo lejos.


Allì los cristales son llamados a convertirse
en agujas.


Allì la existencia prueba la existencia del ser
con una muestra llamada hombre.


Antiguas vivencias que la realidad escribe
en estrenos de poses y violencias,
en naves descartando la profundidad
que dobla lo siniestro.


Jamàs acariciè un resplandor,
todo lo dejè a mis ojos
todo lo encerrè en mi alma
y èsta durmiò en los nombres, lentamente
abriò la paciencia
dibujo las sectas de los aires.

Allì donde escribì un poema, habìa otro
que detràs esperaba su sonido
ese lamento propio sin persecuciones
amenazando las heridas
que el viento inhala de los polos
y en esos viajes cardinales
amè por ùltima vez,
la lìnea poseìa en una estrella
como una criatura
agonizando y renaciendo
en un artificio,
y el palido anfitriòn
con la cual llega al fìn este
poema.


Guillermo Isaac Paredes Mattos.

Los dioses Verdaderos

Los Dioses Verdaderos


Los dioses verdaderos del rocìo.
Los muertos del brillo escribiendo en una trampa.
La memoria y en ella espejos
de desasimiento. Es por costumbre,
imitamos a la noche
como lo hace la identidad al ocultarse
y pensar es la ùnica dialectica sobrenatural
del muercielago, del encantamiento,
del sobreviviente, los iris, aire.

La espuma como una confesiòn del deseo
El mar allì perdido como un ser dentro de
una sinagòga, la làmpara mortal de esta imagen
visionaria con altura del pelo,
del corte, la cicatriz y el señuelo
de un pez desconocido como el tiempo.

La ternura insidiosa de mi ùnica calle
la que embriaguè de medusas para que murieras
y en cada hecatombre
mi profesiòn de diluvio
mi certidumbre de que la locura es
es escrito preparado para la muerte
mas que nosotros
màs que el pulso y la sacudida del latido
destruyendo el pecho.

Què pensabas. Lo nocturno es una ensenada
mi absurda efemèrides
la vespera de una miscelànea
atravesada por trenes
rodeada de traviesas como las que
despistaban mi espìritu de la vida
de aquel ser que llame de tantas maneras
siempre desconocido en la bruma
convocado una y otra vez por los naipes.

Para ser arrastrado hasta èsta màntica.



Guillermo Isaac Paredes Mattos.

Desvìo en el Cielo

Desvìo en el Cielo



Para los mìsticos y para los daltònicos.
Para la mètrica y sus idolatrìas
en su cultura de cuatro paredes y
de tres dimensiones.
Para los que no pueden ir màs allà de sus ojeras.
Para los que temen que la sombra vaya
màs rapido que ellos
y se esconden ante la velocidad de algo inasible.
Para los que no pueden descender de la cruz
y miran como se desangran sus manos
y la herida en el pecho va cortando el respiro
hasta un musitar que huele a poesìa.
Digo huele para excusarme
y poder burlarme de mi excusa.
Para los que creen que la poesìa es una ramera
esperando el vicio de su yo
ese vicio metafòrico
cacofonico.
Para los cacofònicos
sobre todo para ellos
este es mi mar
aquì el que sabe ahogarse caminarà hasta
la muerte.
Para sus astisticos caballos
sobre todo los que dictan evangelios
y se repiten cada noche
ciclicos en el tedio de un barco que no
calzò jamas sus botines.
Para mì que nunca voy a intentarme
y supongo mil veces antes que algo imagine.
Y alegòrico
voy semàntico en cada luna
en cada astro
en todos mis retornos
sobre todo cuando cuando jamàs se parte
cuando no se abre caminos.
Yo que estoy cansado de las cenizas
y nunca miro atràs cuando llega el veneno.
Para los que rebotan
fieles entre sus pedagogìas
de uniformes.
Entre sus sepulcros
donde la hormiga es paradoja
de los que conspiran de noche con la araña.
Para mì que asesino complices
que grito al mar como en un claro vellocino
para que sòlo una paradoja
de luz
vuelva a encontrarme.




Guillermo Isaac Paredes Mattis.
Azul Venereo


Por lo ofrecido soy sòlo
un craneo.

Una mezcla de agua en el lenguaje, el silencioso
redentor de
un idioma basado en mondadientes y
estrofas.

En esta noche de francotiradores.
En este azul cancelando antiguas argucias
de mi vida
me pregunto què serà de mi equipaje,
de todas las cosas que sugerì a la soledad,
para que arrastrara al lado de una llama
su tribunal, su paso erguido, ese
lampo al levantarse,
acompañado de efemerides
y crònicas de agua y sol
remedadas sin contratiempos
en lecciones de violìn y lluvia,
en celebraciones de granizo.

Tambièn un espacio,
Un poco del titan, quizà del siglo,
de mi època y apareadores
acercàndose sin motivos hacia ese palco
donde un teatro de ansia
muerde mi papel de infamia,
inmigrante en angeles de papel
despedazados por el verbo.

Y a veces -como ahora-
por el hombre.



II



No soy este que aquì vuelve a una ceremonia.
Tampoco soy el otro, ese anciano niño del lenguaje,
nadie fue ese tambièn que sin ropas
se deslumbrò en las esferas
del aura.

Cuando el universo estaba hecho de hados.

Yo creo que el mito, nos reconoce
cuando olvidamos el nombre y la partida,
la conscupicencia o la silueta, esa sustancia
con forma de rampla
donde fuselajes y dirigibles
cierran los ojos entre automoviles.


Y creeme, yo soy postmoderno,
un decadente vanguardista del mar,
un nihilismo conduciendo su anarquìa de
cera sin palabras
o sìlabas, yo soy ese bàculo
para subir a la azotea del redil
y caminar en làpidas insignificantes.

Todo en este mundo llena el mar de cementerios
y sepulcros, todo se defiende nocturno
en evangelios y trigos,
si el polen me dijera de que pàìs
llega su sonido, de què regiòn su acustica
dormirìa en mis manos ya sin parsimonia,
y sin duda acontecer serìa podredumbre
fuerza y làtigo de fenòmeno
practica de ortografìas
y estrenos.

No camino ni deletreo seres y calles,
mis epigonos buscan màstiles
como un espolon,
con excusas de ayer y tropos
literalmente exordios.

Tampoco falto a ladinos cumpleaños.
Decir ser es un aniversario, alguna ilustraciòn
con bordes de cintura y civilizaciòn,
un seno donde el aguila
ha visto que es una mujer quien amamanta
a los hombres, digo hombres.

Y no este azul
venereo.





Guillermo Isaac paredes mattos


Barranco, 7 de setiembre del 2008.