lunes, 29 de septiembre de 2014

Viaje a la Estrella Filarmònica






La estrella es filarmonica.
El sol desaparece en sus poros.
Cartas como los rompeolas descifran sus tardes.
Una sensaciòn como la luz y el navìo adelgaza un tiempo
ebrio de plasmas.

Entonaciones monòtomas de reclutas toman
el sesgo de los almirantes.

Cordilleras de multiples azogues
deslumbran el leprosario de sus cruces nictalopes.

Pero cierta estrella describe que no es sòlo filarmonica,
que sus ciruelos son un punto argumental si permanece
y constituye telas e imborrables tejidos; publicas impresiones
como el neòn y la cultura.

Cualidades hiperbolicas de espejos.
Teorìas de constantes en estaciones luminosas
donde labra el megàfono su invierno de extasis. Su
traducciòn imborrable del lago. Esa fantasìa que 
igual a un ser deja al tropo la imaginaciòn, la estela
por donde gira el elixir de un planteamiento.

Teclados reinantes en un opus, llegando con individuos y en
sus labios las herraduras nos devuelve esa tendencia
a la garrocha, a los minimos animales
que un diametro en su fantasìa señala.

La estrella lleva un meseta
-era antes filarmonica-
Un alcaloide situado en los extremos.
Un suburbio donde el torax asimila aùn pastizales.
Un dueño desconocido y atlantico llega hasta ella
con los primeros espacios primaverales
y asimismo una hebra
descompone infinitos vocablos entre los crimenes
de su logos.

Y nosotros, tan sòlo esperamos que tales
estrellas desaparezcan.

Lo filarmònico es lo ùnico que quedarà cuando
suceda para interpretarlas.







Cromosoma









Como un cromosoma.
O una amapola de aerosol que
reune liebres entre juicios
de mariposas.
En ese amor de yelmos donde
los atomos suplantan las corazas.
Igual a un dìa enterrado entre 
los periscopios. 
Semejante a un prisma que
baja de las nubes con un atentado de
neuronas azules en la boca.
Cuando los dirigibles traen campanas
sin artificios. 
Rieles por donde
sòlo caminan los trenes.
-nosotros creemos que pasan-
Como una libelula antes
del sentimiento y los dìas rosados
llenando de escencias la 
gravedad hasta que el 
eter bebe de ellas.
Igual que solsticios.
Tanto o màs que papiros.
Y hematomas y humedades
de druidas elevados
hacia el sol 
por la silueta de un misterioso
fuselaje.

Como un cromosoma dije y como
una atmosfera estructural 
donde empieza la vida.

Sin darnos cuenta.






Una Casa






Existe una casa.
Los nombres en ella no buscan los nuestros.
Los seres en ella no llevan los que nos pertenece.
Pero es una casa, llena de lagartos
como un templo, latiendo en el errante
lugar de una calle, en el cual
volvemos a la inquisición con un
poco más de hielo.  Es una
casa con todas las imagenes que desata ese
hielo al convertirse en agua. Proporcional al lago
que puede ser un girasol. Proporcional a las ventanas 
cuando tocan la sensibilidade que es de brea.
Casi exacta y perfecta para el crepúsculo de aneroides.
-a no ser por lo exacto y lo perfecto-
Es una casa. Lo único que conocemos en ella
es el texto que no llegó al poema. Lo unico: inviernos
como la espuma de una gacela inventando un ser
y otro ser en ella que ya casi memorizamos sin necesidad 
de la memoria. !Ah la memoria!
Llena de soledad como un martillo. Cromática
en la era de los linces. Perversa como un
idioma que derramamos en el interior del alfabeto
un amanecer de lenguajes en que nada es posible.
Y entonces dejamos una pregunta en el
interior de la niebla. Entonces descubrimos la humareda
llevando radiografías de palacios devueltos
por ecos y xilografías que
junto al daguerrotipo crean un boulevard 
para el apogeo de los ejes. Tambièn una 
x muerta.
Y ante tales ejes cerramos esa casa.
Nos dirigimos a las calles.
Y en ellas disecamos una mandarina dormida
en el subsuelo.
Y nos sentamos ante ella en un cualquier lugar 
de esta densidad llamada universo hasta que florezca.
O sea un desayuno de los chacales.





Poema





El reloj escribe un pensamiento en sus minutos.
El mismo proviene de los oleajes, asi que la imagen
sin el mar no està completa. Las caracteristicas
llegan esta mañana de la aurora, pero
desearìa que fueran de la soledad. 
Toda invenciòn es dogmatica ahora.
Toda la anatomìa camina con tallos de religiònes que
son interiores de suburbios donde esos tallos crecen.
Tambièn los pianos.
La equidistancias de las flautas.
Las reencarnaciones paganas.
La vida romàntica de ningùn paradigma.
Estoy ante una flor industrializandome.
Ante ella como ningùn designio, un poco extraño quizà
pero sè que aquello manteniendome en la extrañeza
es un periscopio. A la vez un termometro.
Una linea donde el papel se pregunta.
Què clase de reloj es aquel que
escribe en el pensamiento
del minuto.











sábado, 27 de septiembre de 2014

El Cerco Profanado






Comprendo que los relojes sòlo se abren en el agua.
Que los juguetes llevan los patios hacia un adios que
suele ser muy profundo. Vivo profanando cercos para
llegar a ello y tambièn pedazos de rediles y rieles
como las que posee un mastodonte en los cabellos.
Logro interpretar que entre corales no desprendemos
el hilo que cala la llamarada de los buitres o el
atardecer donde encaminamos una hiena hacia el cielo.
Sè -podrìa mas saber- que los relampagos son clepsidras
que citan la arena en un dìa escondido: un puente y 
por decir alguna traslaciòn de papiros cumple con
esa edad de zafiros, mientras el infinito duerme
o la eventualidad de los idolos me lleva a pensar
que los hechos plagan la vereda de citaras y un
lirio despidiendose de mi corazòn es un reinado
que contemplo del ion a un ciclo desde el cual
no se puede responder pero...Es invierno y como
tal, debo mi yo a las procesiones, a los pinos del
arco de manera tal que mi cronologìa sea de estas
calles moradas ante la percusiòn o los travesaños
de un idilio. Luego puedo regresar para intentar 
construir otra estrofa o la conciencia de mi intenciòn
agonize . Ademas -es evidente-lo mas dorado
en relaciòn al sol es sòlo una polea.






Las Aguja Cifrada del Arbol





La aguja esconde un àrbol. -Una genealogìa
de papel dicen los plasticos -Es temprano y
los dioses caminan por los tejados. Luces
y garuas buscan entre la gravedad, aunque
por lo general eso acontece siempre. He 
vivido como no lo hace la flor en alguno de esos
opuestos. Me ha cansado literalmente en
esa flor para tocar el gramado, la greva, el
indicio donde podìa contener mi emociòn,
desde lo sobrenatural digamos. Y digamos
que los horoscopos son espectros que se
cuelan por el vidrio, a traves de sintomàticas
liebres, donde nace la pureza de una ideologìa.
Pero pienso en el mar y a pesar del cansancio
a ese pensar en el mar, le sucede un nictalope
èste escupe y estaba lleno de estrellas en
sus cicatrices. Asi lo encontre y por ello
agujas y àrboles eran hombres renaciendo: tan
solo catàlogos de dios en ningun paraìso.





El Universo de la Liana






El animal ha cumplido con el dòn. Ahora 
empiezan a separarse y sumergirse.
Lo percibimos con paises y capìtales encerradas
en ellos, màs o menos como la miga percibe que 
se encuentra encerrada en el pan.
Pero un dòn es cualquier objeto que lleva una 
zapatilla o busca un tigre en horas del atardecer
acompañado de claviculas -aquì deberìa
sentirlo por los huesos- pero
el animal llega a la huella o asienta en 
su piel todo lo legendario que oxigena el fuselaje.
El dòn en èl observa lo inutil y la particula.
El don parece rozar un nucleo con formas plateadas
de lavatorios. Se situa ante el sol sin una liana.
Mira algo que muevese muy seducido por follajes.
Parece una manìa por el verso o
la destrucciòn de los muelles. Es el 
acontecer del sedimento o la funciòn quimerica
donde las manos recogen una reliquia. Una funciòn
pagana del sol en las sienes lo guìa. Un acto recopilatorio
de alambras tambièn. Una provisiòn de miscelaneas
para ventanas donde nos saludan los
helicopteros con estilizaciones que arrancamos
para una imagen. Y es curioso hoy que no
lleve un anagrama para entender 
sus faunas exploradas por emperdibles
y el suelo que besa tal pesadilla.
Es curioso y casi tan imposible que aquel dòn
requiera de tulipanes como la mucosa. Tan extraño
que sus galerìas sea siempre de legañas
Y que al caminar al margen de todo
esto, sea mi corazòn el que 
busque una respuesta en ello.







Elegìa






Dado el ovulo en la hoja y la terrestre inteligencia
iridiscente. Segùn los cantos de ninguna hegemonia y
el tropico de arreboles entre invisibles naciones 
donde los rìos son ceremonias del agua y los acentos
que emanan de ellas, limpian calles de aerodromos. 
Desde el espacio de ondas donde las caracolas
persiguen de noche serpentinas
llenas de relentes variables y fugaces como el
peso tomando del alba una de nuestras
mejillas; esteriles angulos o ese
perfil de fantasìa que
anhelamos alguna madrugada mientras
los navìos en la distancia son puntos de disticos
y espumosas batistas de microfonos...Segùn la artica
espeleologìa de los ojos donde los elixires bajan
llenos de artificio a recopilar el sueño
que se pierde entre fantamas y
aùn depila el oceano ese deletreo que
absorve una afonìa o decapita un
evento diseminado por la belleza
que se desvanece. Ahora que la naturaleza
es contigua al castigo y los verdugos toman el
espejo de la tierra como si fueran continentes y muy
cerca del poema, ancestral es la angustia
como una ballena de plata 
insinuando en la arena
la historia celeste llevada por simulacros.
Ahora que no existen melodìas sobre 
los relojes y los castillos son soledades
donde vivimos para creerlo y el acido
del candelabro canta a lo atroz
con esa inocencia de carbòn
despuès de madurar en los jinetes. Hoy que
la capacidad es un misterioso veneno
cumpliendo su cita con el mensaje
entre los intestinos. Hoy despuès de todo 
esto; abandonarèmos realmente una palabra?
Buscarèmos nuevamente el sentido lejos del mito
y los poemas.
Y volverèmos a cerrar nuestros ojos 
acompañados de bozales que trituran a los pajaros...?




viernes, 26 de septiembre de 2014

El Color de la Tùnica





Tal vez el mar.
Entre sus mensajes el acento de una constelación.
Tal vez el sentido de tunica de las ojeras
y dado una frase vacía ó aquellas llenando el sentido
con deformaciónes antiguas de suburbios, nosotros
creabamos también una respiración. Una pared 
marginal para los epicentros y las cortinas
de oxido. Un alabastro de sueño donde
las hormigas y el ideario subversivo
de un tenedor dejaban de ser
misticos.

Y en los timpanos
germinaban mitografías y yelmos avistando
colores y surgian días
inmediatos como la sensibilidad
y expresiónes según la orgía que tomaramos
del sueño y la resurrección del salitre en epocas de 
zinc y cadmio. Y todo esto como un relato
donde los carbones culminaban alrededor
de todo purgatorio
una fantastica ración de eucaliptos.

Sí, aquel mar. 
Con su piano y helechos.
Con viseles de trompos en sus manos.
Desencantado sólo por alguno de sus dioses.
Ese mar de rieles negras.
Ese mar de purpuras trayendo en el amanecer
el teatro de los astros.
Dejando en la resaca un juego de molinos
una agitación como aquella que
esconde la carne en los paraderos de la
nieve. En las polvaredas
donde no sòlo el fuego vuelve a la ceniza.

Ese mar de ignotos inocentes empalados.
De victimas como la habitaciòn de perdigones.
O la leyenda del bucle perdiendose en 
la cera, con inmensos martillos donde 
los amuletos, todavìa cuelgan el
ùnico ritmo que nos queda.

Aquel que es amarillo.










jueves, 25 de septiembre de 2014

Alineaciòn de los Homogeneo






Lo homogeneo.
Una alineaciòn de jazmines segùn el orden de 
lo reciproco.
El nivel de una horda
en el brillo de las hienas. Las amadas. Las que
conjugamos sin pètalos
ni vidrios. Esas que el basalto constuyo 
sin estipulaciones.
Y una calle desde el rigor del planteamiento
al caer por lo boreal.
El hilo que une lo acuatico. 
El torpor submarino
sobre la gravedad del simio.
El espejo donde una pelicula mece su mitologìa
con disciplinas lluviosas.
La estampa del coral.
El sinuoso relieve de inclinaciones de llaves
como una pantera.
Los componentes mediaticos del alba
al dejar una proa.
El solsticio del adjetivo reclamado por una ojiva.
El solsticio de una hiperbole.
-que ojea espiritual-
Los puentes de aire donde paseaba
el balcòn su verano de gruas.
El pinaculo sobre
convocatoria de grasas
en la historia del cuaderno.
Los molinos y en ellos el
mar recrea un moluzco y la expresiòn
del pasto entre las andanadas
donde los simulacros
ondean hacia
una isla
que por en cada madrugada
encienda sus antorchas.
Y la oscuridad sea
guiada en ellas.







Pensamiento








Pensaba en ese instante donde el reloj dobla en 
sì mismo la aguja rompiendo el tiempo. En la visiòn
en ese tiempo de su espìritu. En los ojos de la realidad cuando
sòlo el agua en sus superficies nos devuelve su mirada. Pienso en
el eco de un sonido que se transfigura segùn su ascenso a las
ramas y el canto en ello de algo infinito. Descubro que
pensarlo no es imaginariamente la lectura del ancla
rodeada de peces -lectura que ademas es 
milenaria- es tambièn caminar entre la
fantasìa de un eco que preludia,
de un exorcismo siempre al mediodìa de todos
los menguantes -algunos de ambar- de todos los meridianos
donde el sol deja de mirar en los sargazos y entrega esa tarea al agua.

Pero el agua nos engaña. Nos dice que el oceano
lo ùnico que agita son peces.






miércoles, 24 de septiembre de 2014

Caracteristicas del Ente







Se encuentra en el escrito.
Al lado de la propiedad y la hierba...
En el relato del tema en los papeles. En la
didactica y el sol. En una biblia y los
jardines terrestres sanguineos. Como un
bulbo en el horizonte se encuentra. Destinado
a pronunciar lenguajes que llegan de la madera...
Lenguajes que se tensan sobre poesìa y la luna inventando
redenciones como la edad media y los nùmeros del cataclismo...
En esos nùmeros escribe cartesiano.
Como un hecho numismàtico caracterizado por similes o
el cartòn de graznido azabache con variedades
de entrañas màs oscuras en aquello que
reconocemos o abandonamos semejante
a un reloj metafisico-campestre
en arboles de obituarios....
Hallase en la silueta de una palabra.
En las venas del punto cuando cierra un significado y
extrañas goletas -todas entre perihelios- suben a las goletas.
Perdigones que cantan al polen y los bucles. Manantiales
que hacen del poema una temperatura, una isocronìa
donde se alejan los protozuarios...
Entre palabras y versos volviendo a separar el rito
del meteoro, la diagonal del fuselaje, el enlace
budista de los dinosaurios. Se encuentra en el
escrito, en el enlace orfico de la metaforfosis, en las
banderas del acuario...Allì donde a veces se 
tocan los colosos y las pergolas.
Sin comprenderlo nunca.




La Armonía Dromedaria








Describimos el neón con una diferencia.
Nos instruimos de manera inutil entre sus praderas.
Economizamos un trazo de luz si es posible.
Llenamos de emperdibles la nieve por si uno de
nuestros botones se pierde. Nos encadenamos al siglo
de las palabras para que se sumerga en las epocas.
No vemos jamás entre sus apogeos porque
ello sería ilustrarnos. Allí surgen bocetos
de calaminas y otros estuarios recorriendo el vidrio
donde se angustian los soplos y las cartas hermeticas
de una foca en la boca. Edificamos historias que
no llegarán al territorio de la leyenda
-no somos legendarios- apenas colgamos raices
entre astrologias en las que apenas
se alimenta la osamenta, el simil, la duración
de propagandas celestes caminando
hacia la tierra llena de gravedades.
Agitamos el corazón en la nuca del seminario
construido en bibliotecas por el polen. Le
decimos al tiempo que el momento no
siempre es la constitución del basalto, pero 
el tiempo es armonía de dromedarios que
empiezan a descender por el agua.
Y nosotros constituimos el desierto.








Poema






No conozco este invierno. En él los platinos
guardan el eco de otra vida, redentora de álamos
y huertos al lado de dinosaurios, signos de
subrepticias columnas donde el mar inclina
un farol, el jardín de una linterna, la extensión
desvaneciéndo el sol en una forma. La llamamos
perihelio de las saetas que pasean por los
edificios inundadas de santuarios, les
damos el nombre de balletas y días que cruzan
la silueta de una jabalina creando la pirámide.

No sé de este invierno y ese conocimiento es
una ciudad invernando, una dialectica de luces
que atraviesan cebollas o en todo caso el pino
posee en su tronco una gaviota de arcanos
elementos en el aire. Nosotros lo conociamos
mientras lo ignorabamos. 

Ese es un principio.

Asi brotó la belleza.


La Otra Dinastìa







Memorizemos intensidad. Disponìas relojes y relampagos.
Mirabas la antigua poesìa del mar en tus mitones y procedìas
en ella, delicada y geomètrica como un eufemismo.
Pero un eufemismo es la playa. La escritura de las pocimas
cuando sabes que caminas con un abismo
terrestre y las antorchas mas semejantes a
la glorieta y la pergola; las buscabas como
un glorioso estrabismo de venus
desarrollandose mediterraneo entre los alicates.
Y tal desarrollo te volvìa a lo cervical,
al cuerpo del titan en el magma y su escindir.
A la migracion de sintesis en un boceto donde el
entendimiento supliò tu presentimiento en las imagenes.
Y estas al decir memoria describìan obispos.
Libretos subversibos de sueño. Lanzas e hijos de
pàjaros tumbados sobre la fiebre
de la escama.
Memorizemos intensidad; todos los castillos de tus noches
eran otras dinastìas.



martes, 23 de septiembre de 2014

Engranajes de una Daga





He dejado un barco, por si el amor tiene dagas.
Està anclado. Sòlo olas y crestas como un engranaje
forastero anidan en èl. He dejado una silueta por
si ese amor tiene estelas y por màs que sus relojes
hayan crecido entre puñales, yo creo que el amor
es evento de animales.
-basicamente marròn o miscelaneo-
He abandonado el sol como
si se tratara del amor en dìas mimeticos -planetarios-
ensortijado en juicios de cabellos y
planos de reminiscencias y junto a ello
un pensamiento que se rindiera como lo 
hace el tiempo en las brujulas. He dejado un hemisferio
para las estrellas y otro para los articulos.
Uno para las visiones y aquel para la balaustrada
donde el mineral hunde en el magnesio
las antiguas escarchas del himno
ascendiendo a las prisiones del prologo
del apice y del cuaderno, de la proclividad al
musgo o las sentencias que ahora caen por los acantilados
como flores de un barco que agoniza en 
sus propias estrellas. He dejado un barco porque
en su proa el martinete es la osa mayor
del ideario llegado del basalto, porque
en sus ojos la mantica puede ir mas
lejos que la visiòn de una bahia.
Y nosotros- pequeños y amarillos a veces-
Escencialmente lo estrechamos.




lunes, 22 de septiembre de 2014

Iniciación de los Grillos





Tenemos un pétalo.
El lenguaje y los días donde una langosta
abre el desierto. La arena donde el viento se
desliza como un empirico dato. Un
dato tendiendose hacia lo
vulnerable. 

Radiante escritura del horizonte llena de 
mitones. Tu túnica sobre el topacio. La 
expedición hacia ti con oboes de barro y la
vocación del mal, devastada por silabas atroces
de un poema. Todas improvisadas como superficies
que en las estelas activan idolos y
coronas.

Tendencia de menciones infinitas con lluvias
o las siluetas que las columnas advierten
y los astros dejan fulgir en el vidrio.

Asteroides hechos de crotalos
ensimismados entre finales de lluvia.

La proyección del navío entre las puas. Las
astillas de un universo y seguidamente llenos de
academicas nucas creas territorios
de oceano y teorías
de flores como las supersticiones.

O un canto enigmatico de bicicletas
que asciende entre la iniciación de los grillos.






Poema





Conocemos al mar porque no està hecho de
vidrios.

Los prados en èl no pueden ser bosques ni
frondas.

Sabemos que nunca se despedirà pero està 
hecho de adioses.

Sabemos de èl por todo aquello que no es,
pero tambièn por otras cosas.

Sentados en una orilla reconocemos las
mismas sin necesidad de mucha 
experiencia.

Ademàs pensamos en la experiencia como
algo mas delicado que 
un objeto.

Y a expensas del tornasol, sabemos del mar
porque tiene largos encuentros
con los pelicanos.

Lo recordamos y somos reminiscentes por ello
sin estadistica alguna.

Caminamos por los monederos y alfileres con
una ensenada en el pecho.

Conocemos el mar porque dormimos en su soplo
semejantes a lo sagrado.

Bases elasticas como los ruidos son tomadas
entre sus olas.

El plan ideològico de la luna entre alfabetos de
matrices espumosas.

Donde parece que una foca acaricia un ancla, pero
no; se trata sòlo de un trasatlantico, que va
desesperado tras un
dirigible.








Aurora de Rosa






La aurora de rosa es una idea.

Un castillo con pensamientos donde lo 
nocturno se acerca rodeado de nihilismo.

La rosa es sìmbolo que viaja entre estadios.

-por lo general metafìsicos-

La rosa es una puerta perfectamente 
mineral cuando suda.

Un colegio de validos anfiteatros.

Una rosa es estadìo de un anestesico 
que jamàs se reencarna. 

Sus pètalos son frecuentados por 
un sintètico polen.

La aurora de una rosa es penetrada 
por el devenir para que sea creado el mediodìa.

- el poniente es inspirado por los dioses-

Es un aire que no vuelve a reencarnar.

El veredicto del placer cuando muere.

La rosa es la proclamaciòn de independencia
de la estaca.

La rosa es una orquidea de manticas sin
llegar a la belleza.

Las coincidencias con ninguna casa de
neòn.

La rosa extiende sus palabras antes 
de platinarse en una hoja.

De conversiòn en conversiòn gira a 
los aludes como oxido.

La flora y fauna ascienden septentrionales
en tal rosa.

Los hoteles son derramados sobre ella.

La rosa es un kilometro.

La divisiòn anagògica de todo cuadro
expresionista.

La rosa es una ruta de agua sin ningùn
tono programado.

La rosa es una moneda que teje bajo
el agua. Extrae idolos y circunvalaciones.

Relampageante cerca de un exorcismo 
llegando a una manìa; manìa alguna vez
de Apolo y los tropicos del hipotalamo.

La rosa sabe que con sus ùltimas estrofas es
despedazado algo màs que lo terrestre.

Y silenciosamente, gira.









sábado, 20 de septiembre de 2014

El Nombre del Maleficio






Hoy olvidaré las cosas. Para ello tendré un espíritu
de agua donde ningun tornasol pueda verse. En la memoria 
habrán dormido cosas paganas y sentencias transformadas por
una pergola junto al albatros muerto en el agua.

La sal desenterrará las figuras proporcionales al estuario.
Identificarémos el sauce en los cabellos. Lo llamarémos equipaje.
Tomarémos de él aquello ignoto y marino con fondos de inteligencia
o mica despertando en bosques amarillos, ahogandose en los prados
y bosques donde las frecuencias descifran igual que los oraculos
significados de antiguos diluvios, epigramas donde
predicados al buscar alevínes reinaran
entre solsticios nocturnos, donde lo absoluto derrama una pira.

Intentaré llamar a ningún vuelo, absoluto.
Pensaré en el ave de la existencia como un punto diferente
segandose en el interior de la estetica. Intentaré
-volveré a intentar- tocar el universo que
incrusta su corazón en el aire. Tomaré las versiones del atomo
disecandose entre los acidos. Ilustraré un poco de mí
sin necesidad de presentarme como objeto a las
aves.

Observaré una particula renaciendo entre garajes de hockey
Observaré uno de sus frutos avanzando por la noche de 
manera visual como el placton. Buscaré cadenas y juglares
de misteriosos estrabismos en ello. Tomaré plenilunios
enceguecidos por la epoca del astro que incendia
la miseria del olivo en un santuario 
donde aún corta la silueta, el sacramento del sueño
llamado visión.

Y su primer nombre al avanzar entre la realidad
llamado maleficio.







viernes, 19 de septiembre de 2014

Sacrificios






Te pertenece esta casa incrustandose en alguno
de mis sueños e irisada.

Los muelles quemàndose en fraguas desconocidas.

El hecho del deseo derramandose en los parpados
y automoviles embanderados de gasolina. 

Y debo ese muerto
con valles de fuego.Con cipreses de oboes
y una carta de aceite en las esquinas en cuya
inmensidad despertaba el silencio
del latido con un arnes en la 
boca para que un ladrido 
tirara de èl entre 
nieblas.

Asi se hiceron extraños los paraisos.
-sobre todo de sol-
El aguardiente de la escama continuando su viaje.
El vahido con temperaturas de escarnio 
como aquellos que sacrificaban 
su religiòn en los labios.

Ese marco filosofico de feromonas y la adoraciòn
de las cruces una noche de inmensos periodicos
con los frutos y la mitologìa adolescente
entre emperdibles de pie
entre dramas.

Incluso los signos donde el magma nace con 
la coherencia del lirio en un pais dotado de amapolas
y volcanes.

Ese espiritu de barro e insomnio enfrentado
a las paredes de una habitaciòn donde reclamaban 
los peces un banquete y las truchas llenando
el horizonte de oropeles sangrientos -esto
tambièn lo debo- una puesta de sol
con una medalla extranjera
dormida en los cimbalos.

La intensidad del muecìn junto al botìn que
recorrìa los hechos con la propiedad de alguien
que sumergia entre la transparencia un cometa, una bengala
citada por la explicaciòn de una luciernaga
entre discursos sagrados.

Todo eso y un pedazo de lluvia.

Iluminada y siempre desvaneciendose
como todo sacrificio.








La Lluvia Geomètrica








Segùn los dragones, toda lluvia es geomètrica.
Se extiende y puede diferenciar un diluvio
de una tormenta. Un vortice
de un dormitorio. Una huella de 
algùn equipaje. La espina
del ancla.

Y se equilibra desde misteriosas serpentinas
originando una pregunta. Un gran salmo
de tijeras. Un nido de liebres.

Sobre ello han reflexionado arzobispos y 
santabarbaras de muy poco sueño. 

Segùn esos mismos dragones
tambièn existen lexicografìas y trasatlanticos,
algunos veleros. Sinos de caligrafìa entre 
el azogue que abandona esa mitad 
del mar en el pelo.

Medito en todo ello por una sola razòn.

Mitad del mar no es nuestro.

Es sòlo un panico entre las transformaciones.

El ideal mefistofelico donde las
algas construyen un puerto. 

Un graffiti de dicotomìas.

Donde algo semejante a la ira centellea.





Astrologìa Parietal





Me organizè segùn el mundo.

Busquè una expediciòn que fuera semejante
a los lunares.

Despertè sin una oraciòn en los labios y tuve 
un telescopio de saliva dirigiendose a todos los
menguantes.

Por lo descomunal preguntè inutimente en 
las sìlabas. Fui tectònico como
un pez nativo.

Digerì sacramentos y algo de regiòn septentrional
emigrò a fuentes donde nombraba el archipielago
todo aquello que entre dromedarios se une
en el yelmo.

Me arrastrè entre terrenos
invadidos por novelas y en el secular
desarrollo de las plantas màs
grises.

Fuì el secretario tàcito y mortal de
un caracter, de mi personalidad sin tiendas.

Vì ejercicios laboristas
de precocidad en los cabellos esotericos
del moho.

Conservè la monarquìa del termitero
o los grupos occidentales de barro
y asambleas donde discutense
autores modernos de monografìas.

Avanzè en los moluzcos varados en la 
orilla y pènsè què serìa de mì
sin sus catastrofes.

Maximalista de mandibulas o torres
que anidan en el pecho.

Mi craneo fue comùn
a una ceremonia de dirigentes
preguntando a la soledad de los
espantapajaros.

Difundì pinturas entre los cuervos
y hasta la llegada de la primavera
descansè en una cabaña
construida por la hegemonidad
de industrias que elaboraban
azafran y pinos.

Como una asonada neolitica de trovador
cronològico, ascendìa la lluvia
sin embarcaciones dotadas
de rayos.

Escribì de dimensiones como el oceano
que genericamente desarrolla el 
sentido de la trinidad desde
un poseso y la reciprocidad paleontòloga.

Caminè por eslabones donde deja
una azotea su cosmogonìa
enhebrada por liquenes.

Todo eso hice y si mas no recuerdo, todo
se debe a las helices.

Y a las entrañas del heliotropo
en la astrologìa...




El Libro de las Sienes






El pensaba en oir.
El pensaba en sentimientos donde
cala la sed o la expresiòn del desprecio
llena un puente con agujas
y blancos minotauros.

Pensamiento de los reflejos y las superficies
donde los eventos se detenìan a 
retomar el idilio con
la rosa.

Pensamiento de las figuras con ponientes
o los auroras donde es cientifico el
dossier. Celeste el cadmio.
Telemetrica la hoja.

Y bajo la madreselva se decìa què
clase de himno es aquel que
une la luz con la sombra.

Què oraciòn bebiendo enredaderas de
sepìa y grandes estalactitas donde
la atmosfera recogìa el 
espacio.

Y luego...
El tiempo en la arena.
La orilla del sargazo donde se columpia
un rehen esperando el verano - tenìa el libro
de las sienes- o el gran esbozo de coral
renaciendo entre los arrecifes, tenìa...

ese dogmatico aposento de una idea
que decapita toda doctrina del trueno y
lo hialino...

Asi penetrò en los dormitorios
de una colina, diò penumbra al entrecejo,
fue animal de grandes inspiraciones con la
nada. Eran horas de vacìo con los dinosaurios.
Aquellas de las que aprendemos
como extraños lunares entre
lo misterioso
algo del poema que pasa
algo de sus sienes en èl inauguaradas siempre
por pulmones y nada màs
que aquello que colma las venas y los
interiores hasta la llegada de otro 
talisman en ellas.

Llamemosle entraña esta aurora.





jueves, 18 de septiembre de 2014

Treboles Marìtimos






Una pagina atraviesa el horizonte.
Luego otra y otra en formaciòn 
de exegesis interpretan la 
soledad de la lluvia.

Confieso que es una tradiciòn...

El lenguaje oscila asilado quièn sabe dònde.

Desenterramos el drama y el idilio: parece una
tragedia.

Tragedia de lampos. De eter entre conjunciones.
De paisajes donde se dobla barnizado el
sentimiento original del astro.
La cabeza de la luna.
La saeta del mal esculpe en el hollìn.
Otra en el desmàn asiente ante los primeros
sacrificios con una traslaciòn de cera.
Idolos de escarcha son el pensamiento donde brota
el espacio; las formulas de genesis.

Oteas un universo de papiros
y rascacielos donde la flor no es primero. Lo
es la noche. El ciclo del prismatico
en el interior del pelicano.La
objetividad del veneno.

Serà para otro frìo atardecer
en que las hojas atraviesen el carbòn.

Distintos los nombres y palabras que 
logren formarlos.

Nada semejante el sonido que agita
la respiraciòn en tu pecho.

El eco de los secretos, vivirà abyecto.

El de la inspiraciòn recorrerà la playa
con treboles maritimos.

Tendràs al ozono representando de otra forma
las cartas.

Al paso del àrbol le seguirà el de misteriosas
eufonìas, bañadas por otros ejes.

La historia volverà a ser oprimida por el
mito.

Las civilicaciones seràn aradas por  mùsicas
de otras corrientes.

Traeràs un rìo crema para el veterinario.

Otro para el mastodonte.

Seràs clinico. Silencioso en las escamas
del nectar que tensa en los elixires un salmo.

Tu oraciòn sanguinea.

Estremeciendose en los àrboles y valles.

Debajo de los hombres y la nieve.

Antes de aplastar las colinas.

Y ver el caminar del saltamontes.





Alameda Elemental






Con la memoria de un pais organizado sòlo 
por los rieles.
Con la fuente matinal del abrevadero cantando en
las dagas.
Entre actos que llevan situaciones de una palabra
buscando el lenguaje.
En los sitios de adioses y nocturnos.
Entre epocas separadas de los siglos siguiendo
a los pàjaros.
Junto al requiem. Junto al fruto colocado de manera
que llegara a un poema sin necesidad de
telemetrìas ni flores numismàticas.
Entre ceremonias y condecoraciones de cipreses.
-alguno en la legaña, otro en el cuadrante-
Mientras los juguetes eran de plastico y el oro
metafìsico de las estrellas volvìa al desencanto.
A la ruina del yelmo en los semàforos.
A los vestigios de una melodìa reportandose a
toda colina.
A una turbina creciendo en los alpes o a lo sumo
la ideografìa en una torre alimentada por
las rafagas.
Con el ideario de alamares sobrecogiendose en la
estela.
Con buzos de coherencia desprendiendose de
las ramas, pero no del agua.
En superficies de lipidos y liquenes siempre.
Autorizado para convocar a nadie.
Y preguntar a veces por quièn duerme conmovido
entre la nada.
Entre zocalos y moscas y disciplinas como la nave
y su trascienda de polietileno.
Bajo la plastilina que no sella el iridio de los puertos,
pero anuncia en el magnesio
un cientìfico.
Y todo cientifico siempre duerme entre presagios.









Estadìo





Viviò por racimos.

Entrò a la simetrìa
como un planeta a la hierba.

Poseido por el verde
de arcanos brazaletes
inaugurò un rito.

Devorò la espuma
de inmensas ensenadas, donde
el alba descifraba 
un destello.

Canto al torpor
a la dedicaciòn del violeta
en la uva
y al pàjaro escarlata.

Bajo un paraguas de sol
bordò la soledad de 
silenciosas tinieblas: todas
parecìan llegar a un signo.
Todas tenìan un
horoscopo.

Viviò en la esquina de
una placenta, oteado por 
un mediodìa.

Buscò acentos de agua en
los cartones. Predicò la
fugacidad en toda aurora.

Presentò emanaciones
de su horario alquimico
junto al sudor de una 
palabra.

Juramentò en la nieve.

Desplegò propiedades en lo
profano de una falange.

Sembrò divisiones meioticas
y semiòticas entre paleoliticos
fragmentos.

Buscò el megaterio debajo
del reposo.

Suspirò violentamente
entre equipajes de trasatlanticos 
que llevaban ferrocarriles.

Lo vimos morir en sus vagones.

Lo vimos perderse entre
extraños telescopios.

Y eso era todo...








miércoles, 17 de septiembre de 2014

Poema



                                           


Esta es la tierra donde jugó la alambrada el papel
de la vida una noche. En ella se estamparon la piel 
y otras anatomìas. Crecimos allí sin la vanidad que
el sol teje en los tigres y asi su corazón nunca 
lograra inundarnos o sólo la poesía en el silencio
de nuestra soledad arroje a nuestra frente una piedra.

No era la primera y todo era heuristico.

Ya antes habiamos devastado los relojes junto a 
los capitulos y habiamos arrancado al jardín esos
frutos de miel y gasolina.

Mucho antes, bajo el amparo de otros diluvios
cuando los ejes encarnan monologos con el petroleo
o el papel de la ira en electricidades y cenizas con
una bolsa de jaguares, llega desde la sudestada
con proas vertiginosas.

Este es el sereno universo donde aprendimos debajo
de jaguares y tigres, conmoviéndonos con el rito
euclidiano que ensartamos al lirio, al romance
conjurado por un mirlo. Eran tiempos en que la rosa
llenaba de cadaveres los templos y ninguno de 
nosotros podía conducirla hacia los símbolos; sabemos
hoy que no era su único destino.

Y aùn si lo hubieramos sabido, no podiamos
evitar el asalto de dios, la masacre entre las cavernas
o el sol pudriendose en las regiones besando
el silencio de los suelos. La inteligencia
brotando de otros parques. 

No. Apenas invocabamos la sepia de los patios.

Entre silencios de esquirlas y petroleos.


-Tampoco era la primera vez que invocabamos-

Y todo era heuristico.





El Exorcismo de los Peces






Esta mañana veo un poeta. Sus ojos han formado
una curva. Entre sus pies el voceo es rectilineo por màs
que no logre tener la visiòn de ello en el aire. Las 
cosas aqui son horizontales, es toda la selva que tenemos.

Se ha dedicado a escribir como lo hace una rafaga.
Ha mirado segùn lo sobrenatural entre la clarividencia.
Ha tomado la flor electromagnetica de esa
estructura, forastera de culturas y equinoccios.

Pensè en èl mientras los relampagos disputaban
un rascacielos que no tomò el fluor de la silueta.

Pensè en èl sin esa piràmide que
ataja los sobrenombres y los neologismos. Con la 
perspectiva de una bruma que despeja las palabras
del hielo en las campanas.

Esta mañana vì un poeta. Tenìa muchos nombres 
porque estaba compuesto de uno. Sus contenidos
empujaban el hierro y toda nuca a los feretros.

En sus hombros los leprosarios desnudaban 
helicopteros.

En sus piernas todo se habìa contentado con 
lo existente, asi que no buscaba otra cosa que
no viviera fuera de su camino.

Esa es toda la pronunciaciòn, la juventud marron
con que hilvanaba una utopìa.

Ese todo su manifiesto, todo su reflejo o la 
inteligencia con un ladrido que animales 
arrastran por la noche porque en lo profundo
denominan supuestamente la belleza. 

Hoy vì un poeta. No sè si llegar a èl sea una
conjunciòn o un propòsito. No sè què funciòn
es el invierno del planetario donde seguimos
escribiendo y dialogando siempre con leñadores.

Y aùn lo veo. Contrasta multiplicaciones.
Cena en los esgrimas de una azotea.
Visita prelados y ceremonias cuando està 
cerca de una profecìa.
Corta deuteronomios con visiones de tijeras
en las preguntas.

Todo esto -claro està- determinado por las
medusas.

Que apresuradamente regresan a la orilla.

Para que el exorcismo llegue ahora de los
peces.





Cronologìa de Madera





Puedo creer en este abecedario. En su palabra 
sobre la colina bebiendo el aceite o las expediciones a
una corola entre significados de greva o noches
de alcantarillas con babosas que se humedecen. Allì 
las grutas y caligrafìas 
ensayan olas que casi siempre
buscan semànticas o teorìas en el olmo. Puedo.
Inventar menos de mì segùn los interiores con
que el deseo logra una fugaz continuidad
entre los helechos, desde los cuales
medito y por lo general mentalizo
cada temporada de aerosol
que inventa hipodromos.

Pero soy un ser de pocas herraduras.
-Lo llamo poeta a veces-
Escribo en las escolleras sin esperanza de ver
en un tejido a los corceles. Eso sì, me siento
en los ensayos de la lluvia; me maravillo
cuando las paginas son de agua.

Tambièn soy un ser de minimos hipodromos.
No tengo tiempo para oir el oceano como deberìa.
Apenas alargo mi vida mientras sueño o desvanezco
la edad de lo profano en mis huesos. En mi
temperatura sòlo hay un oxido de sol
que es desmàn de los parpados
entre paredes y siempre oscilo. Oscilo y 
describo alguna cientificidad en las bengalas. Sobre 
todo las que son originales del sur sin una
piedra.

He salvado cometas de un color inutilmente, porque
antes los dragones hicieron lo mismo conmigo.

Me mantuve en pie sin ninguna necesidad
de llevar una ilusiòn en las manos.

Me mantuve en pie junto a extraños edificios
de voracidad y otras veces templaban la conjunciòn
de una antorcha con el fuego en la punta 
de su ser maderero.

Tambièn me alimentè de madera.
No puedo mencionar nada que no haya sido tambièn
mi alimento o haya caminado conmigo hasta
las cruces donde duerme un volcan
guiado por flores de lava.

Guiado por flores de lava. Por màs
que su cronologìa sea de madera.







Entre Nosotros y las Velas





La radical experiencia de pavimento.
La atrocidad del buho en el cuello de 
una jirafa. La oraciòn con àrboles y obuses.
El precipicio sin amor de las rocas.
El elemento de agua entre nosotros y el antilope.
La magnitud del elixir en una rosaleda.
La adaptaciòn de las brujulas a las latitudes. La
coherencia del don cuando sus dìas transcurren
entre pàramos. La responsabilidad de aquello
que puede convertirse en acento. El sentido 
de las feromonas en la alameda. Los recuerdos
del faro junto a un acertijo y la vereda de escamas
o vaticinios monocromos; expediciones de nihilismo
a los palacios, meridianos por donde caminan los
maleficios del crepùsculo con su hormiga 
dormida en las sienes. Trapos de 
alquimia en el exhalo de la 
identidad, la memoria de
nuestra idisioncracia ondulando el paisaje
del vertedero donde una colina inventaba los 
jardines para la imaginaciòn, el dònde y el cùando de
los trapecios hasta ser opulencia
de los dìas numerados en 
lo espìritual como misteriosas visiones
buscando espolònes en las raices.
Mandibulas y herraduras como el sino
en la carta  de los predicados, la
sentencia del vilo en un niño dorado por juguetes
de agosto semejantes al pretil
al peritaje dorsal de una cortina elevada por
nupcias de uñas con desencantos ò si
nos emparentamos a la fiebre
lograrìamos enfrentar la humedad con dìas
de calor densiometrico ò aùn màs; està la escalada
del cometa en funciones a las cuales
llegan todavìa los faquires.
Estàn los saltos del tahur ya sin tiempo 
para reconocer la caligrafia de los gatos al
derretirse por la noche.
Pero tù los miras. Tù escribes en ellos. 
Sabes que en lo profundo de sus ojos se agita
perpetuamente una vela.


martes, 16 de septiembre de 2014

Consideraciones Astrològicas






Me hallo entre pasajes que a veces interpretan el mar.

Entre peninsulas que se inclinan a una noche, igual que
un cientìfico -no siempre- a los objetos de un laboratorio.

Un poco extraño en las silabas de una repùblica.

A veces solo, perpetrando en una llanura la etica
de quien no logra edificarse. Y por ello solamente
edifica.

Segùn ello mi comportamiento es subdesarrollado.

Y si es asi, deberè existir en locaciones de esquemas
pseudo-revolucionarios. Aquellas que dejan tan sòlo
una particula; un atomo; la escolaridad del trazo sì
es de neòn y otras cuitas vesperales.

A veces pienso en mì como una frontera; ocasionalmente
lo pienso y camino sellado por mis lìmites igual que un
pedazo de cosmos en el infinito: Tambìen hay yugos y
banderas. Asonadas como el sueño.

Solitario entre acadèmicos tràficos, intento detallar el
sufrimiento de todas mis alegorìas
-la calle -debo decir- es màs grande que tal 
reciprocidad-
pero vuelvo a eso tan solitario, intentando tramitar
palabras con lo espìritual.
Eligiendo vegetaciones entre mis depositos.
Y acariciando treboles de civilizaciòn, toda actividad de
mi alma parece regresar al principio.

Polìticamente siempre estoy agotado.
Fisicamente lo ùnico que hago es enumerar al final 
de la noche, aquello que descubrì geogràfico
y terminò como geografìa del atlas
en esas extensiones que llevo como milimetros
de fugaces morgues.

Metabòlicamente toco el artefacto màs docil entre
mis entrañas. Aquel que huye a los astros, sin necesidad
de mirar astronomìas. Hablo del espìritu.

Polìticamente tambièn existe la dinàmica y aunque viva
agotado, està la hidrostàtica y una relatividad del caos
segùn el devenir en este caso. Pero me detengo aquì
porque es el punto donde llega todo explicaciòn feromonal
de mis pañuelos.

No sè si calido o soleado analice el conciente.
Si ese conciente me pertenecìa o vivì dedicandome a 
esquilar heliotropos; no lo sè. Pero en la pared 
evangelica de este miocardio se reencarna
un opus que combinaba menhires con el 
azar y los universos del mercurio.

Y ello sucedìa como particularidad
en todas mis cosas. Esa es la genetica en toda
consideraciòn astrològica que pueda o no
suceder si transmigro en los alamos.

Y si la palabra deja que
suceda.









lunes, 15 de septiembre de 2014

El Pensamiento entre la Fogata






El pensamiento era una fogata.
Debajo de los cabellos el mar lo interpretaba.
Los dioses se perdìan entre jardines sin puertas.
La bandera seguìa el movimiento del agua.
Los bozales esparcìan dinastìas.
Nieves calzando telefèricos recordaban enigmas.
Para nosotros las puertas del solsticio y otras
donde los menguantes emigraban
recogìendo astros. Tomè aquel
de lo hialino luego de
haber atravesado las cenizas. Toquè
sin que la sensualidad de una avenida al crecer
decapitarà sus cartas. Allì despertaban 
felinarios y helechos. Pensè 
-ya no en el pensamiento-
en los clarividentes empujados por el
devenir a una balsa. 
Acariciè la presencia de miscelaneas que
tapizaban algun recuerdo; un astro ausente
y semejante a los castillos.
Para entonces la palabra ya habìa encontrado 
otro objeto.
Y se preguntaba en dònde se encontraban
los nombres para definirlo.










El Daguerrotipo de Aire





El rìo camina con un puerto entre sus espigones.
Todo el mundo sabe que un rìo no tiene espigones
y tampoco fue sembrado por estuarios.
Deberìa sorprenderme de ello pero yo sòlo puedo 
reencarnarme, frustrarme
seguidamente entre metàforas.
Llegar a la providencia con otros fusibles.
Lo ùltimo es indispensable. No sè si es lo
mismo que necesario. De ser asi
no habrìa ningùn riesgo en 
la escritura...

Yo soy sòlo un hombre para intentar
llegar al interior del poema, sin embargo
puedo encontrar en èl una y otra 
coincidencia. 

Ello desde una coyuntura que
es la siguiente: la poesìa
velada en su ser obviamente. 

Coincidencia de azogue dirà el fruto que 
el lumen reclama en una ciudad de enlaces
y seres.

Sincronìa que como definiciòn no deberìa
llegar a esa pureza donde una extraña demencia
encuentra sus sìmbolos.

-hablo de la que me pertenece-

Y ella -menos sincrònica ahora- es pequeña; rudimentaria
como el pètalo de esos enjambres que el granizo
devuelve a las cenizas. 

Carnivora, supina de los pàramos cuya
soledad es jonica entre los volcanes
y sòlo el sueño deja de conjurar
como un viento la nuez donde
los dormitorios
duermen.

Y sòlo sus caracoles de follaje anhelan...

Un rìo.
Uno con heridas de aluminio y por ello quisiera
recordar los retratos de mi pulmòn una noche
de otoño en que recorrìa el
culto mortal por un 
daguerrotipo hecho
de cuarzo o 
labores 
de policromos topacios.

Todos semejantes a una sola
fotografìa de aire.











Versatilidad de un Demonio





Nunca he sido elastico. Eso es para 
los trances.

Ni conjuguè alguno
de mis soplos como lo hacen entre
cantos de nieve cualquier exorcismo.

Yo quise ver al diablo, asi que debìa
alejarme de todo. 

Con el tiempo el diablo
descubrio que yo y alguno de mis
ojos deseaban catapultas. El otro 
vivìa emparentandose a las
sienes.

No sè a quièn o a què le debo la 
versatilidad con que el ente desvanece 
su visiòn del paraiso.

-asumamos hoy que el paraiso es 
poema-

Yo quise ver al diablo, sòlo me 
bastaba arrastrarme en una hoja, tomar
el sol por alguna de sus mejillas, 
buscar un escalpelo u oir el
grito de los paleontologos
en la runa junto a los
colosos y adherido
a un paraguas.

Yo quise ver mandràgoras o nictalopes
que evolucionan a los huesos
sin mucha arquitectura pero
con muchos sesos.

Y exactamente 
como pasa en una uva, intentè
que el tiempo de la siega 
no llegara a los precipicios
con la balada màs secreta de la
epifanìa.

-toda uva es màs que religiosa- 

Yo quise muchas cosas para el mal
antes que se convirtiera en poesìa.

Eso lo sabe muy bien un demonio.

-no es lo mismo que el diablo-

Tambièn lo sabe lo divino.

Dios a veces es la màs poderosa de sus
cartas.





Lenguaje a Partir del Dinosaurio




Hoy mi encuentro es con una estela
y las lamparas son rojas. 
Debo caminar hacia un lugar donde se 
ubican los dinosaurios
con su espuma. Los dinosaurios no
son rojos; son escarlatas. E igual se
desvanecen. Su espuma tampoco
posee color.

Hoy esta cita tiene formas de ir
o percibir -completa la figura de
una constelaciòn en un lomo- Junto
a inundaciones donde lo ùnico
que resalta la muerte de todo es
una corvina, tal pez completa esta imagen
de pobre constelaciòn o desliz.

Hoy me construì deteniendo una luz.
La sortija en esa luz debìa describir 
en la imaginaciòn, pero no fue asi.
Lo ùnico que fue o sucediò es una
arteria sin kilometros. El holograma
del agua en la pira del clavel. La
precisiòn del baul cuando tiñe de
oscuridad sus àngulos. Y uno de 
nosotros en los alamos de la tierra
piensa que es por nosotros.

Hay un yo a quien volver pero no
es suficiente.

Hay un espìritu desde el cual seguimos
caminando, sin embargo...

Este encuentro con la estela y las 
lamparas no era visionario.Tampoco 
lo era el poema en latìn que
podìamos o no convertir en prefijo.

-en realidad dabanse algunas oraciones 
que no pudimos unir-

Hay tambièn un alma, pero ella siempre
es forastera en cualquier goleta.

Y lo ùnico que mantenemos en la boca
es la voz de un alacran.









La Quietud en el Corazòn






De un geranio a una pelìcula.
Desde el girasol en las manos rodeado de grillos
hasta la llegada de misticas acupunturas.
(todas de hielo)
O la parte quimica del olivo en el mercurio.
Paralelamente a las adolescencias y el
lugar petreo doblado por una cucarda rosada o
la imitaciòn del vidrio como escena de aquello que 
ciñe a los ojos un iris. (Tambièn una
circunstancia)
Desde una conversaciòn, mitad hombre-pàjaro.
Resplandeciendo en los tonos naturales del diàlogo
con preseas o caracteristicas que plieganse en el oro
del diamante-turquesa donde abundan por antonomasia
los idolos.
Desde la vida al ejercicio.
O los ordenes romànticos de inquisiciòn, donde
el desman sigue a la sangre
con una coherencia electronica silbàndonos desde
la soledad de la calle con
emperdibles esmeraldas.
En una comedia esmeralda con portes de albumina.
En el jardìn del acromiòn y el mineral tomado
por la hierba que solitariamente 
construyen un huerto, un jazmin para las entrañas
entre terminologìas oseas como el sueño de
una cucaracha en el hilo de un tren con
caracoles y cofradìas de babosas
buscando temporadas 
de tallos.

Y en ese momento algo procediendo desde el corazòn
deja de elevarse con nosotros.

Algo que nos quiere infinitamente quietos en el pulso.

Porque el prodigio del caracol entre los tallos
empieza a reclamarnos.





domingo, 14 de septiembre de 2014

Las Aves de Madera





Los pájaros son de madera.
No es una metáfora, ni siquiera llega a ese rango.
Quizá es un pino.
La estela de un cipres. El veredicto de una
ponciana hoy que el universo duerme.
Si son de madera entonces algun amanecer fueron
árboles y si descubrieron el amanecer
rodeados de transparencia en
esa transparencia duerme un relato escrito
por el eter para ellos.
Transparencia y eter no siempre son lo mismo.
Pero el lumen agita tal sentencia ahora
que los setos se llenan
de nebulosas como la inspiración o amuletos
como lo sobrenatural o el espacio del cobre suspendido
en los días del cisne o el arpa elemental
de los tramos con los
diluvios, mientras
una bengala
resucita.

Los pájaros son de madera.
Antes que la luz los convierta en leña.
Hagamos un hoyo del tamaño del punto
en su pecho que nos muestre una
minuscula categoría
de su corazón.

Un punto minusculo para que sólo
el aire y la mirada puedan pasar.






Danzas Grises






Medito el sobrevuelo.
Es como una mitad del planear. 
Como un hecho que de no ser por leyes fisicas
no tendría ninguna explicación para mí.
Pero gracias a ello lo tiene. Y eso me
ofrece la seguridad de convertirme 
en particula sin la premonición 
que lleva un átomo en el
recorrido hacia las celulas. 

Una premonición donde se ve convertido
en carne.

Medito y muy por el contrario a la intuición
-la cual medita hasta convertirse
en presagio-
tal meditar me conduce a la sensibilidad.

Pero hablo de sensibilidad como un corazón 
que no quiebra los ríos. Ni auspicia
la vertiente de un equipaje ondulando una
extraña vereda de fiebres y clarividentes.

Reflexiono, tal reflexión debería mostrar
los contenidos de una equitación arrancada a las ojeras.

Tal hecho debería ofrecer el sentido del
sacrificio que inunda toda ceremonia cuando danzamos
entre grises y los adjetivos en ellos, buscan el repelente 
para universos de mosquitos como la aurora
o el gurbión donde muta la selva.

Primaveras de transformación para mares indómitos.
Cascos de aire para una araña sin entendimiento
cediendo a las pupilas esa sensación de vacío que 
luce en la atmosfera, ese misterioso amor
que sólo puede ser tratado por 
veterinarios y transfiguraciones. Por pliegues
y uno que otro candelabro
alejado de las ciudades
y los hombres.

Donde lo imposible es sólo lo inasible
midiendo por sí mismo el tiempo.












La Caminata del Pelícano






Siempre caminamos por los mismos vidrios.
No sabemos -sin embargo- las cosas que hacen que
cada caminata pueda ser diferenciada de otra,
pero sucede. Y sucede como el acontecer de 
la gota en el manantial. Sucede como los
primero grillos del sol cantándole a la
edad de la luna y los planetas.

Caminamos. Parece algo elástico o anatómico
según el velamen o los pedazos de un 
submarino llevado por un pelicano
en su pico, en días como el 
reguero o la hoguera.

Pero nosotros no estamos -en escencia- compuestos
de caminatas. Nosotros tenemos el pecho
al reves y siempre estamos mostrando 
el corazón que como una superficie
oriental -en esta ocasión- empieza
a evocar mandarines.

Las caminatas son diferentes, esa es la idea que
sostuvo la primera estrofa en este poema. Es
también la idea con que debo sostener
cualquier silogismo o la propiedad
de los susurros cuando elaboran
la tendencia a las percusiones
y acusticas. Eso en lo concerniente
a este poema. Podría decir texto
pero ello significaría destruirlo todo.

Es la idea  -me digo- pero no siempre
el pensamiento.

Y aunque no siempre logre diferenciar idea
de pensamiento. Doy fe de que la rubrica es una
forma de pantano, donde el vuelo de las garzas
es un elixir semejante a los semaforos y la 
enajenación de los frutos vuelven al opalo
donde el pergamino empieza.

Y donde todo -en apariencia- termina, pero
no es asi.

En este momento -al observar en el poema- quisiera,
pero no puedo redormularlo todo.









sábado, 13 de septiembre de 2014

Ensayo sobre los Barcos y la Sangre





La sangre de los calendarios se marchita, por màs que
llegue acompañadas de mariposas.

La sangre de los rituales donde la personalidad no es
de la piedra, sino del sacrificio.

Donde una y otra vez las venas no terminan de entender
porque viven bajo de la piel.

Confundidas entre la carne.

Dependiendo del latido 
del corazòn.

Perpetuamente. En una perpetuidad que dura el tiempo
de la vida al cruzar la distancia entre un santuario y todos
sus crisantemos.

Distancia, que sòlo cubre la mirada.

La sangre que acompaña a los ovulos y cromosomas.

Que es dependiente de nada porque vive
debajo de nosotros.

Que desprecia el papel. Y si lo recuerda lo hace entre
jardines de abejas bañados de corolas.

-es sentido allì es hermetico-

Esa sangre que no necesita ejercicios.

Que se decapita a sì misma para que nosotros la
llamemos suicidio.

Que camina entre la dialectica y lo reciproco.

Que acaricia el miocardio con violencias
de leche. 

Que elabora presentimientos segùn el
preludio de un oràculo.

Que somatiza y llama a los barcos desde
hospitales psiquiatricos.

Esa sangre a la cual sòlo esos barcos
responden.












El Hilo de Poseidon





Recuerdo con cenizas este sentido, donde los
archipielagos eran una mascara de lo profundo. Una
forma de acero para no llegar a èl.

Tengo en claro que no todos los movimientos 
logran dirigirnos a las estrellas y esa es la misma 
experiencia y sabidurìa del pajaro.

Me comporto sin ninguna originalidad y a no ser
del puente que trasciende -como olvidarlo- especulo
entre jardìnes sin eventos.

Cùantos plàsticos existiran ahora que dibujo
en el polietileno, cuàntos veràn la historia donde me 
alimentaba de acidos. Esa historia de olvido porque 
yo no tengo memoria.

Yo sòlo tengo los presentes de una cruz
la oligarquìa de los techos 
el momento que no es sagrado, pero sobrenatural
como un espejo devolviendo las astillas, vive
ensimismado.

Y sòlo es mìo el mastodonde de 
ribonucleico vuelo y los carbones donde
el jade nunca roza el diamante.

Me pertenece el hilo inmovilizando del tiempo
en un lugar donde el pasado, el presente y el futuro
no tienen el poder de conjugarse.

Yo toco ese hilo. Tambièn lo estropeo.

Para no siempre memorizarlo. 

Yo veo en los eslabones
el dequeismo de su playa. Su linguistica de platano
escalando las vallas de los acantilados
con dones silenciosos escarlatas
y llevados por la rafaga
a un campo de golf
a una mañana sin feromonas ni bodegones.

Y recuerdo ese significado puro
de hipocampo en sus lianas. La enciclopedia de la anatomìa
donde el pièlago imita en el romper de
las olas su clarinada. Todo,
todo en absoluto parte
de ese hilo cuando lo olvidamos; hasta casi semiòtico
asciende entre atavismos.

Yo recuerdo con cenizas este atavismo, no tengo 
porque reprocharmelo. Sè por donde empieza en relaciòn 
a los patios. Conozco en funciòn de sus reminiscencias
y hasta la pergola deriva hacia una matinal economìa
con los tridentes, muy a expensas del teorema
de poseidon en la espuma.

Ademàs, poseidon sòlo es conciente del agua.

El se deshizo de la palabra
hace milenios.














La Oraciòn del Meandro





No es como la tierra
de un amanecer con las mismas incognitas
desplazandose hacia las preguntas.

Tampoco como los helechos en las
gargantas de un ideograma
cubierto por medusas e insecticidas.

No es el parque donde los gigantes
dormìan acurrucados entre los colosos.

Ni el espìritu del oceano recogiendo
la lluvia de los baldes.

No significa un puerto donde el diluvio
reconstruye las espirales del
mitòn y descansan las astromelias...

Mucho menos la tierra despertando 
entre la gravedad igual que un hombre.

Ni el mediodìa ni los semiciclos 
del atolòn orientandose a los huesos.

No es la metafìsica de la escollera porque
nosotros vivimos entre astronomìas
para morirnos.

Tampoco el recogimiento de la muerte
cuando entra en trance en la existencia antes
de encontrarse con los telefericos.

Ni la proporciòn de los sistemas boreales
ahora que podemos cantar sin birremes.

No es como la tierra
donde el hombre siembra castillos
para despuès arrancarlos.

Ni el polen que adivina entre los
manantiales el surco por donde el agua
huirà para convertirse en rìo.

Ni el meandro en la playa que
al intuirlo...

Lo reclama en la distancia.






Poema






No soy inteligente. No como los capitulos y los
gentilicios. Mucho menos que el oceano y las cronicas
de los peces cuando suben a las superficies.

Soy poco inteligente. Ello lo heredè de los vidrios
y las pocas estaciones que tuve para contemplar
los paisajes. Tambièn de las aletas y las branquias.

Mi nombre doblò las esquinas pero dejò al lado
de ese àngulo la astrologìa de una serpìente
dormida en los griales.

Y en ese ritmo amarillo de trasatlanticos
y mirras, tuve la opciòn de ser barnizado por 
la sangre de los idolos cuando deja de
ser liquida.

Yo vivo allì, despuès del mar...

Cuando la sangre forma estalactitas
y precipicios cuando se seca.









La Psicodelia del Plesiosaurio






Poseo una versiòn del hilo pero no tiene color.
Yo poseo una versiòn de la estalactita con fuertes
sacudidas de azucar y horizontes de plomo. Una
versiòn o proposiciòn de los huertos cuando
toman la diferencia entre dos olas de arena
sobre x circunstancia.

Yo tengo una versiòn del mundo cuando las quimeras
dejan de arrojar el fuego 
-su elasticidad es de platino-
y su vertical es nada màs que horizontal dado
que un triàngulo ha sido tumbado por
las sombras.

Y tengo una versiòn del mundo sin escapar a las estacas
ni los puntos miscenicos para que suceda nada y
segùn los arboles mamiferos y los ovarios miro
frontalmente en las señales de algo moderno
como la utopìa.

Sin embargo sè que para vivir todo sol es
terrorista y en los liquenes un paquidermo debe
respirar el mercurio antonomàsico del papel
que cruza lleno de virgenes el anuario
docil del escrùpulo o la 
idiosincracia ebria de abedules como
el tulipan ante la llegada de un
magnetismo infinito.

Yo poseo una oraciòn como los instalazas
o asceticos mediodias cuadrupedos en
los decimales, cuando todos los nombres
se transforman estructurales.

Y son saetas como
los galgos camino entre fabricantes
de escalas industriales; miticos rituales
entre las psicodelia de los
plesiosaurios...

Montados sobre extraños jinetes.














Dìa Abrevadero





El dìa que pueda vivir por sì mismo.
Ese dìa de plantas carnivoras y de naves pre-ludicas.
El que sòlo puedo equilibrar en mi existencia. 

Ese dìa botànico
como las nucas milenarias de las andanadas.
El dìa subjetivado.
Interiorizado por el pubis del helecho y los musculos de
la argamasa. Lleno de lampos que tomamos por guitarras.
Doblado al escarpìn, inutilizado por la
tierra.

De escencias submarinas como los templos o
los horizontes raidos por un velo celeste. Domado
por la hipocrecìa. El dìa sin
poema alguno de revoluciòn o el celo vanguardista con 
que elaboramos en entes barrocos
hasta el filoso abrevadero donde las luces...

El dia...El dìa doceavo de los redentores o la voz
inmaculandose entre juncos de madera. 

Comportandose de manera jungiana
en la sincronicidad o a lo mejor entre los tejados
cierta propiedad de serpentina
elegìa gases policromos 
hasta la llegada del lumen en
el atardecer y los crepùsculo pueden
batirse en los prehistoricos centuriones de
todo movimiento como ahora...

El dìa... del que no me puedo ir sin un halo.
Del dragòn y la curva entre la yuxtaposiciòn
y la clarividencia, con algo de mitomano
y bordes subversivos como los que
hay en toda vocal desnuda
entre la consonante.

El dìa en portugues con una tabaquerìa en
el pecho y el humo del cigarro entre los ensayistas.

El del predicado para movilizar a las sienes
y en el mentòn disipando el territorio disputado a los
elefantes con un tercio de ladrido.

Ese dìa burgues.
Imaginario. Corpulento y dialògico como
las grandes estrellas que toman
los brocales.

Y cada amanecer en la angustia de llegar
al alba, los confunden con 
abrevaderos.








viernes, 12 de septiembre de 2014

El Sentido del Vacìo





La enramada extiende su ser.

Al hacerlo evoca mensajes y miscelaneas
que -tal vez- provenìan de lo altìsimo.

Pero lo altisimo està abocado a edificar 
pedregales; verdaderas palabras de piedra creando aves.

Y el ser que me pertenece llega en mi
interior a un hermetismo que desconozco.

-son clanes y ruinas, manifiesta el platino-

Ahora es cuando reconozco palabras sin necesidad
de escribirlas.

Ahora es cuando vuelvo sobre la creaciòn sin que deba
disolverla. Las deidades junto a los neofitos
ya dejaron la moda, eso es mencionado
por la infanteria.

Creaciòn y palabra se emancipa entre nosotros.

He caminado hacia la luz sin necesidad de un sacerdote.

Me hundì en las señales de la flor oteada
por los himnos.

Abstracto como un puerto de lenguajes invisibles.

Abstracto en la leyenda donde las cosas del 
sueño son lunares.

Verdaderas palabras creando el vuelo de
los pàjaros.

Sòlo aguardan que el martillo corte el 
mismo.

Y ellas de una forma u otra desde
su vacìo puedan continuarlo.






Alegorìa





Veo el circulo.
Se desprendio de la circunferencia y ya que
la circunferencia no es un circulo
-puede ser un ovalo- 
veo un cìrculo.

Miro el violín a su lado,
la canción de acero de otras sinagogas llegando
sin apariencias.

El viento de geometrías como las que tiene 
la experiencia de una silueta
rodeada de carne al ser
algebraica.

Pero...Eximio de laberinto alguno, veo el circulo.
La rueda comportàndose de manera lirica para que 
el lenguaje convierta sus versos en mitografía.

El imperio de la linea observado por 
un diluvio que no era holocausto, pero selló
las nebulosas en un advenimiento donde el requiem
presentía los adioses.

Sí, nosotros podemos decir que al final
de todos los elementos
la quimica de las cosas es sobrenatural.

Que la vida es un fantasma de agua con recorridos
que algunas descendencias recorren
aùn entre los vertigos.

Que ese silencio que precede a todas estas cosas
aùn conserva en la espuma un idioma.

Y nosotros logramos transcribir y
reconocer astronautas en ellos.

Veo el cìrculo y ninguna apariencia ha llenado las
torres de agua.

Ahora podemos abrir las puertas de las 
que estàn hechas esas torres.

Aùn entre sus nùmeros, nos mostraràn la 
existencia de los hombres.

Algunas veces seràn circunferencias.

Otras nada màs que 
circulos.







jueves, 11 de septiembre de 2014

Invierno







Es invierno. Un invierno que compromete todas
las casas en una raìz.
Un invierno con abandonos en las arengas de 
sus suburbios.
Uno con extrañas hegemonias en el rango de 
los espirales.
Es invierno con subsidios y huelgas trasladadas 
por una aguja.
De oraciones polìticas en el estambre de zinc.
Invierno de paleolìticos con entidades de luz
frenetica: una barricada de revoluciònes entre
orillas de petroleo.
Tal invierno comprende vocalmente pielagos,
antepasados de carbones comerciales, orfimos
corpulentos.
Es invierno con yacimientos de visir y orondos
califatos de fusibles, inconciente en la gravedad
de reinos antropològicos.
Un invierno de gasas que se extiende tambièn
entre suburbios.
Este invierno que es talante de limites entre
la versiòn aristotèlica de una medusa, lleno 
de organizaciones apolineas en las cartas.
Este invierno con lineas de perseo.
Este invierno megalitico; druida de mefistofèlico
ascetismo.
Extracto relativo a lo diabolico y los cromosomas.
Invierno de actividad fisica de insomnio moderno.
Micronesimo obuz de las avispas.
Este invierno de pura melografìa con el pasto.
Un punto religioso con agriculturas de azogue.
Invierno de extraña veleidad e hodrocarburos.
Nupcia de antropomorfismos nada màs.
Este invierno semi-demagògico en el lenguaje
principal de una mosca.
Donde suele acontecer que sus predicados se
pierden en la lengua de las ranas.

Pais de Pètalos





La serpiente camina con el sol hacia un
pais de pètalos.

Lanzas de espejos tribales suben con las jabalinas
al cosmos.

El muestrario de lo que el pensamiento 
recicla, forma nuevamente lo humano en la boca
y allende al protozuario
la libelula de escarcha es la postrera estaciòn
del plenilunio.

Un hombre observa en otro y concluye: los
rieles con nuestras anclas.

El caracol sobre la nieve es el rito que jamàs
quisimos ver.

El atletico invierno se convierte en atlas
entre la primavera
y màs que un cornucopio, su ser es cementerio
de primates y heliotropos.


Pero la serpìente camina hacia la piel y ello
es semejante a una rodilla
atesorada por la piedra. 

Marcos de proboscidos
vuelven al arte del ensamblaje
con ruidos de arena enlazados por la necesidad
del hilo y los prostibulos.

Dioses de qumieras.
La fè en lo absoluto sigue su caminata en la hierba
acompañada de chacales. El gurbiòn empinase en una nave
cuya destreza està en el canto del alga que lleva
como una estampida en los ojos. Para ello fue 
creada la mirada.

Subimos a un templo, llenos de visiones
y corrientes como en una lampara.

Completamente en un trapecio de violentas islas
donde el universo describe los objetos del agua en
las maderas.

Pero ninguna de estas cosas eran necesarios para
ser alimentados.

Ninguna para esa soledad ardiente de un espìritu
inclinandose a la boina.

Sòlo bastaba que una serpiente en nuestro corazòn
sea alimentada por la hierba.








El Aire Rojo





Es extraña mi burocracia.
La de escualo obviamente. Es misteriosa
la saliva en ella y las glandulas. La predestinaciòn
sin motivo y encadenada a un antilope o
la carta del màs lejano encaje. Y quizà
un yelmo, una visiòn acorazada
de silicio.

Es extraña con o sin adjetivos.
Con la radiactividad del sustantivo que pesca.
Esa radiaciòn con algunas consonantes somatizadas
por mi dìa de calor en un ritual o 
la espiga que abre el labio 
escondiendo en su
carne una
palabra.

Y sigue adquiriendo esa cualidad a pesar que
sus hechos intenten alejar las orillas
donde la adjetivaciòn contempla
con desprecio el fìn del
jardìn de mis espejismos.

Podrìa recorrer a lo religioso, pero lo religioso
es sòlo un sentido individual de la experiencia.
Y mi experiencia es un cartilago.

Yo conozco pocas grietas.

Es cierto que empezè a componer menguantes
pero ello fuè por otra razòn. Y en esta mañana es
inutil evocarlo. Sin embargo la reminiscencia...

Sin embargo las plaquetas donde
se forma el color rojo del aire me dicen que voy
por las escolleras con pocos escarlatas, 
muy pocos.

Es misterioso este papeleo en mis sienes.
Estos tramites de color amarillo cuando llega el otoño.
Esta cinta de rìo que vaga inteligente como
el sino detràs de un diseño o el 
servicio post-moderno del
gris, del sauce dotado
de blancos por una
alameda.

Es extraño fijar los colores entre mi burocracia.
Intentar que persiga a la conciencia
mientras llueve o la idea
vomita sobrenaturalmente el indicio con el
cual correrè hacia otro poema. Hacia otra desvanecencia
de lo inasible.

Casi, casi rectilineo.

Y desesperado.