martes, 30 de noviembre de 2010

Manuscritors de Agua

Manuscritos de Madera


Escribe de la seguridad cuando tiembla.
Del riesgo cuando cae de los cielos y universos
y cartas retumban entre esferas
de treboles y caballos.

Al mirar recuerda que el pensamiento
es un arpa en el pecho de los cisnes
y quiera y no su voluntad eternamente latirà
como ella.

Juzga como un planeta dentro de ti mismo.
Abre ese juicio hasta que su corazòn
deslumbre semejante al movimiento de
las catalinas en los cìrculos
de una bicicleta.

Rompe tus dedos
Incluye tu piel donde no llegue
el eter
y las auras presienten
como un gitano
en los santuarios
de una cresta.

Y despuès que percibas
que todo ello
ha sido alcanzado.


Simplemente bebelo.





Guillermo Isaac paredes mattos

Escrituras

Escribo de la arena.
Alguien ha pisado sus àrboles.
Algo atravesò sus sentimientos y con cisnes
de agua arañò el remordimiento invisible de
sus clepsidras.


Eramos piedras.
En ese tiempo eramos piedras.
El preterito de un mundo cuyos descenlaces
proferìan maravillosas tierras
de carne.

Acidos de luna.


Escribo de la piel.
Bajo ella los huesos separanse de la realidad
mientras el ajedrez de las venas
vuelve a otoñar
como un cuervo.

Y semejante a los dioses
se deja aplastar
por superficies
de arena.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Indómito Lampo

Y si hoy abandonara tu oscuridad
Y si ya nada podría volver como una tradición
a esos bosques donde las raices del sol
son el hampa profunda de un reto
con los espirales
y el estrepito
describe en una hoja de agua
la estampida
donde el ser es producto
maquina fabricada de pronto por mi casa
por mis laberintos
por esa llave del mar que nunca tuve y si yo
me comunicara dentro del ayer
con los trozos
con las galerías y los sepulcros
del tiempo
donde la naturaleza del mismo
es virginal
cual emoción o caballo.

Y mi lenguaje de burro describiera
el compas equino del sueño cuando duerme
y ese mismo lenguaje cosechara el nacar
la guitarra, un desierto profano
donde las puertas se abren
para que algo indomito pase.

Algo encarnizado que nos toma
para siempre.




Guillermo Isaac paredes Mattos

viernes, 26 de noviembre de 2010

Iniciación espíritual del Texto

Cómo escribir de los círculos.
Desde qué región llegar a ellos con
principios de purpura y desmayo,
de proposiciones como el agua
en los monopolios del aire.
Cúal es el universo del cual dispongo
para estar frente al mundo
con un deseo cuyo devenir
ilumina palabras en mis manos.

Fortalezas de mimbre,
especulaciones de espectros
incorporando tremulamente
ese archivo donde el sol
vuelve platonico a la farsa
al soplo mitómano de marionetas
y danzas de garrochas
en medio de las ráfagas.


Desde qué movimiento afirmar
que en cada revolución
hay un anhelo particular
e individual de esa silueta
durmiendo en el ocaso
de un recordatorio
de ópticas.

En cúal gnosticismo
en cúal iniciación dejándolo atras
para que la virtud de la yesca
incendie su hampa.

Y nosotros existamos reencarnadonos
en una silaba - la más pura-
esa que jamás puede escribirse
y sólo como una visión
el destino la sacrifica en el texto.



Guillermo Isaac Paredes Mattos

La Carta de Nadie

Parece un ruido pero no es el sonido
vibra en el ala, pero no jadea hasta el vuelo
escucha el latido, pero no a través de la vida
puebla caminos pero no entre ciudades
mira hábitos pero no es ceniza entre ellos
su metáfisica es nave que se columpia en desvelos
algo que es deriva de sabios precipicios,
de jardines donde enardecido como el mal
presencia movimientos de mánticas y soplos urbanos
una vida, un alma y
ello parece tan secreta pero no es el misterio
vive sedienta pero de su sed vaga lejana.
Conoce profundos manantiales de ideas
aunque no presume de formas para ir en su percusiòn
sucede que es innata vocación de maldades
de embusteros que llaman y escinden modernas
latitudes de mnurallas, carbón y laberintos de cemento.
Va a través de la hoja pero no nesecita el verdor
asciende en maldiciones donde no muerde cristales en
su boca, sabe que desde allí todo se convirte en espina
un puñal que tiemplase en el velo de lo inasible.

Y de esta carta que ahora dejo en mis manos
desnuda como una pira de sol invernando en la sangre.



Guillermo Isaac paredes mattos

Los Griales del Veneno

Debería caminar. Pero mi vacilación es antigua
como una epidemia
como el santuario donde duermen los cartilagos
y yo el prudente
el invasor
el cotejador de penumbras
tiene motivos para hundir este acto
en lo que no se llama, en aquello que labrase
con restos de ignominia. En lo que jamàs
tendrà nombre.


Entre nosotros los invisibles,
hay restos de ceremonias con los árboles
con murallas de estio
con imagenes metafisicas
y eso de la metafísica tiene lugar en los pájaros,
más aún cuando regresan del cielo
semejantes al conversar ebrios de enzimas
con armonías de celos
y abortos.


Pero hoy existo suavemente
sin dormir ni espectar los alambres ni
las botas. Hoy mi remedio no llega
desde los cirujanos ni las esculturas del opio.

Hoy sólo pienso que el poema debería
ser escena de su propio drama
y alejar, alejar al hombre
hacia cautivos dilemas
hacia lógicas representadas
por la lumbre
de un ser arqueológico
y con perdón de la arqueología
espero que algun día
ninguna de mis palabras sea ante mí monumento.

Esa es inteligencia de una ironía.

Mientras tanto hay chimeneas en el limbo
prudencias de eter diluyéndose en el barro
ya que los carbones
eligieron el humo,
mientras tanto la sensibilidad es
un goteo inservible,
un sudor a cuestas
una humedad de viles espectadores
menos viles -por supuesto- que la soledad,
esa escritura de hierbas
sobre sienes.

Recuerdo mi historia
una noche alguien me dijo que los vidrios
eran sólo la aurora de miles de pedazos destruidos
por la pasión
y el deseo.

Después de tantos años.

Comprendo que eso también
era conocimiento.


Guillermo Isaac Paredes Mattos.

Zona de la Imaginaciòn

Zona de la Imaginaciòn



La inteligencia como un beso del desprecio.
La ira de mi belleza llamada poesìa.
Expresada de acuerdo a latitud e inmensidad.
Expresada y ya que el rocìo juega entre la humedad
con el recuerdo, trazo mi ajedrez de agua
en la mìa, con el derecho a reclamar
un evangelio, una noche de nieve
una coraza que siga diciendo de la sabidurìa
como un virulento aborto entre dios y
mis zapatos.

La conmociòn. Quisiera como ayer despertar
convencerte de que la nada es tambièn otro insomnio
un fruto de papel devorado por una mosca
un parpado contaminado por odios azules.
Dimè tù que como yo has visto nada, soy el ùnico habitante
de las azoteas, reino sobre cosas perdidas e inutiles,
viajo entre trastos y como desesperado cometa
inundo de mastiles mis ojos cerrados.

Perdòn, quise decir uno de ellos.

El otro estarà eternamente abierto.



Guillermo Isaac Paredes Mattos.

Poètica del Fuego

Cae en estos navíos como
cualquier conquista.
Mediterraneo y esférico
continua la obra de la llama.
Pero mis parpados, humedos
como las sílabas de su soledad,
enmascaran todo lo que puedan decirme
y el mundo vuelve a este jardín
de predicados,
donde salvas y goletas
ensordecen un río,
una calle como el mineral,
una veste de galerías cumpliendo ciclos
con la distancia,
salivas de espinas y una existencia
elevando dirigibles,
ruidos de electricidad y bicicletas.
Por un lado estas las dunas
por el otro, una consigna
después el ideario del verbo vuelve
a las constelaciones
y es extraño respirar una ventana,
ser el hermeneuta
de un hilo roto,
acceder a batallas con los líquidos,
dentro, muy lejos de la arena.
Y es extraño como una posibildad
derramar esa hipótesis,
que mi alma teje para los árboles
respirar entre litros de laminas,
ver en el mar la postrera condición
del que miente.
Por ello antes que su poética me engañe
yo elevo esta mentira al cielo.


Guillermo Isaac paredes Mattos

El verbo del Neologismo

Cuando una vocal haya sido encerrada en una palabra.
Cuando el universo no sea de consonantes.
Cuando el fìn de estas sìlabas sean oraciones
y tan efimeras hayan cruzado mi mesa
mi paso de azufre
mi melodìa de ayuno y es que el lenguaje
es un hambre en cadencia de idioma
que coteja regiones lejos de agua y lluvia.

Y desde el hierro vuelva a mirar conjunciones
la dimensiòn de dios en una lucidez de campanas
en una razòn de veleros predicando en forma de nieve
en gramatica de sienes y ventanas
donde mira un angel los restos de un dìa
las cenizas de una hoja insinuada nada màs
en los sueños,
mas o menos asi actùa el verso.

Cuando esta miscelania
haya sentenciado un punto en los margenes
disfrazando de teatro
el màgico malabarismo que empieza
en la sepia.

Entonces, seguramente serà entonces,
el verbo me dirà de donde llegan los hombres
de què àrbol caen los rostros
en què sitio la estela ha dado
luz a un espìritu en ruta de paraìso
con religiòn de fuego e infierno.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

jueves, 25 de noviembre de 2010

Soplo de los Elementos

Las ciudades nunca son orbitadas.

En ellas tradiciones y civilizaciones de agua
cavilan dentro de una escalera.

Los seres habitanlas con una percusiòn
de veneno en la lengua.

Alguna de èstas forma labios.

Y uno que otro labio inventa una pronunciaciòn.


Sus carbones son pergaminos de angeles.
Una traversa sobre las tropas amarillas
del otoño
cuando cruza el arte
y subitamente una vocal
anuncia el fuego entre las columnas.

El espìritu sòlo es un fervor que
al tropel de misticos itinerarios
desciende hasta el lego
de un alfabeto
en la miseria de la palabra.


Las ciudades escriben de alcohol
y granito.

De bàsculas y subterraneos lapices
inundando la piel
de guerrillas.

De un suave terrorismo como el viento
extallando en ese momento
que la realidad
y el sueño
logran conjugarse.

Y lo hacen ajenas, distantes de todos los
elementos.


Guillermo Isaac paredes mattos

El Pubis de la Luna

Entre el hado y el eter hay estrellas
profundas.

Las constelaciones no llevan como morada sòlo
lo alto.


Basta caminar un poco en el desierto, basta escarbar
en la arena
para enfrentar ese temerario hemisferio
que eligiò los simulacros de la tierra para crear
y ahora que hablo de creaciòn
descubro que no sòlo la interrogante
es unico velo
que nos muestra la imagen
de una representaciòn con nombre de pubis
y luna.


Y mi universo està hecho de velos lunares
de pubicas opciones en las manos
de psicopatìas como el
progreso
y no obstante estoy sentado siempre
sobre el mismo jardìn
no obstante mi alimentaciòn
es metaformosis
de un proceso aleatorio y sagrado
como la albumina
aùn asi
percibo que esa es una tregua
que no ha de defenderme de nada.

Hablemos de la nada como vacìo.

De la nada como algo elemental
vertiginosamente en la espuma
y la cresta escupiendo al verano
con transparentes bocanadas
de piedra.

Inservible como mi mentalidad
ante el oceano.

Confundiendolo -asi debe ser-
millones de veces con la primera manifestaciòn
del infinito.



Barranco, 25 de noviembre del 2010

Guillermo Isaac Paredes Mattos

Memoria de la Poesìa

Atraviesas una orden
llevada por efigices de naturaleza instintiva
humedas como el metabolismo
secas como el remordimiento.

Cruzas un alfa
siatuado en la punta de una circunferencia
donde renacen las
piramides.

Eres objeto de medallas
pròximas al desastre
que bajo filos de principios abandonas
tu alma y no conoces luego
hasta el momento de ensimismarte semejante
a un puñan en su corona.

Reconoces el halo
Fuiste sepultado por las estrellas
para hallar el promedio
de la escencia
su canto màs violento
la unidad de ese pètalo condenado
a la flor
porpulsado a la existencia
sòlo por un tallo.

Nunca por la memoria de la
poesìa.




Guillermo Isaac paredes Mattos

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La Lìnea de la Rosa

La belleza es el corazòn del infierno





Somos un desplazamiento
el que desciende cada noche como un àrbol en esa idea
llamada naturaleza.

Tambièn un repliegue, el nombre dado por la ilusiòn
entre pronunciaciones de sueño. Una marea
Hablo del momento en que la resaca
arrastra el reflejo lunar
hasta lo màs profundo de los mares.

Y hay que ser profundo para mirarlo,
escribirlo sintiendo que esa escritura es cima de martillo
clarinada de aura en angeles de contemplaciòn,
en sinònimos que acarician el eter con bastiònes rosados
y alas de mercurio.

Ante ello, sòy un navìo purpura
un dios dentro de mì alimentado por la sed y un hambre que
usualmente es poètica,
usualmente como los tòpicos y las epopeyas,
semejante a las hiperboles tejo rìos,
tal vez remordimientos,
nunca escribì dentro de ceremonias o ritos,
son ellos quienes escriben en mì.

Y ahora hablemos de la rosa.

En cada lìnea de su existencia ha ignorado mis palabras
en cada verso, en cada trozo,
mi espìritu vive despedazado en los confines del universo,
por eso escribo en sus
noches.

Antes que me alcanze la muerte, bajo el imperio del azul
debo hallarlas.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

La Religiòn del Desierto

Sólo el pensamiento vuelve más profunda
la noche






El misterio debería saber que dentro de él no
hay razones.
También debería de vez en cuando olvidar al poeta.
La poesía es la más grande subjetividad inventada
por los hombres.
Evidencia de ello son los minotauros
de noche se acercan para tomar un beso,
ese beso claro está dejado por la mano
en árboles de sepia.

El misterio debería tener una pisada
no esperar todo porque en el fondo es caer por la nada
lo dije una vez frente a mí,
mi pensamiento sólo es la relexión de una figura.

Partes de iguanas entre mis ojos
metáforas de ruido y filologias
para llevar la sed de nadie...

El que quiera frotar lámparas
que aprenda a travesar su desierto.


Guillermo Isaac paredes mattos

Lucidez de un Encantamiento

Para entender poesìa, hay que asumir el veneno.
Demostrar paràbolas de miedo y orgìa,
ceder a la costumbre de sorber denuestos,
atropellos con forma de narìz, figuraciones sobre
indicios de agua. Lo sè porque de alguna manera
mi explicaciòn persigue desiertos
es decir ese monòlogo
que esconde sus palabras debajo de la arena,
no necesito decirles que lo crean
cada noche entierro mis manos y mis pies bajo ella.

Para entender poesìa hay que sorber metàforas
caminar en el papel pero no mucho
la poesìa va mas rapido que el verso,
el verso en el fondo es una especie de ceniza
un animal en extinciòn que muerde torpemente
es algo que con exactitud conoce la nada,
simplemente la nada.

Y la nada ahora abre su remordimiento
un escrùpulo que amotina sabidurìas
por ningùn gusto,
que tiende a romper equivalencias por cada pistola.

Hoy he disparado infinidad de veces en mi sueño
era una forma de sentar amor en la locura
de decirle que su lucidez finalmente trepa por la mìa
y que la mìa enciende en ella
el pàjaro de la razòn y la cordura,
esos ùltimos màstiles para recordarnos
dentro de un niño,
en un pubis ligero, preñado de algas
donde una y otra vez pueda morder
la resaca.


Guillermo Isaac paredes Mattos

La noche y el fusil

En la medialuna de un fusil con la noche
respira la música su historia de luces y desembarcos
como una reliquia que cae suspendiendo gotas de sol
en el hemisferio. Libaciones de atmosferas
regresan devolviendo espejos,
burla la hormiga la pericia de la tierra
y la planicie vuelve a ser geografía que recorre trechos
señales de un ansia deformando raices,
miradas de tahures sumergiendo el cielo.

Botellas que son ahora mil pedazos
de un día que sostiene agujas
en la función de los truenos.

Pero nosotros atravesamos las traviesas
igual que los vagones y el sonido es semejante
al crepitar de un ave enamorada del acero,
cuando su romance parte con las migraciones
y sus esferas se pierden entre cefiros
igual que un corazón en el pecho.

En la espada de una mano con sus huertos
abre la espora un lugar como el peciolo
y dibujamos un calor opaco como el verso
una rama de coplas amarillas,
un guardian en los muelles
cuando los barcos nos recitan ya desde sus siluetas
superficies de aluminio igual que los peces
amantes como la lluvia o el granizo
orbitando una galería en el follaje
una cacería de hierbas,
el cardumen de un veneno
recibiendo el impetu de los eslabones
al lado de los sueños.


Guillermo Isaac paredes Mattos


Guillermo Isaac Parades Mattos

Categorìas del Sueño

Categorìa del Sueño


Deberìa ser confrontado.
Empezar delante de la lluvia para saber
si todo lo que llevo, puede mirar el mar y mi espìritu
lo cual tendrìa un sentido.

Un significado.
Escribir sueño por ejemplo
y quedarme ante la idea de su categorìa,
sòlo citarè una de sus demencias
llevarme cuando duermo por
donde su voluntad decide.

Ello es una forma de locura.

Es una figura del destino.

De su lenguaje.

De esas porporciones semanticas y filològicas debajo
de una silaba.

Y una sìlaba es el canto mas desgraciado
que forman dos palabras cuando estàn solas.

Deberìa oir el sonido del bosque
los idiomas sin ninguna parte, es cierto
que ellos caminaron alguna vez ante el todo
pero escribir es un encuentro con la divinidad.

Eso es algo que puede llamarse categorìa
esta noche.

Sè que un pedazo de relàmpagos està llena de maniaticos,
pero tambièn se que dentro de esa percepciòn
si mis simbolos toman distancia
podrè sentarme sobre la hierba
mirar, hasta contemplar la muerte
de un pàjaro.

Quisiera que mi alma muriera
con su canto.

Pero no cada alma debe encontrar
el suyo.

Y construir su manantial
llamado sepulcro
en èl.



Guillermo Isaac paredes mattos

lunes, 22 de noviembre de 2010

La Evolución de los Halos

Como una dialectica de ojos secretos, esos que miran
sin precisión el misterio.

En ello parientes del alma.

Como un alambre donde la cita recuerda al desvelo
su tregua con el amor
y las figuras del fuego.

Cuando antes y después son lo mismo, tanto o más que
desprenderse por un sonido,
con esa iridiscencia que dan los tímpanos
cuando se vive sólo desde ellos.

Como una formación de antiguos madrigales donde la perversión proviene
de la sílaba y no podemos sostenernos,
sin ser más que el rostro de esa redención turbada por disturbios y tibiezas
donde inicia el lenguaje su purgatorio,
su bengala astral desdiciendo cualquier cosa,
ante esa naturaleza no hay poesía que cerque.

Que sea temeraria como el dolor. Será que las heridas
siempre están abiertas, mostrando su holocausto de carne
mientras que el verso está encerrandose siempre en una palabra,
en ello la vida camina más allá del poema.

Por eso quisiera un poco de la vida, en lo personal
su alegoría ya no me llama la atención
e involucrarme con papeles de agua,
puede ser inmortal pero termina siendo líquido.

Quizá la vida tenga más de vida que de eterno.
Que sus metáforas no estén ligadas sino a cierta fantasía
que dejó la noche en el espíritu,
quizá sepa de ella con la misma ignorancia con la que circulo
por el verso.

O quizá no.
Mirar el cielo sigue siendo cierta sonrisa.
Cierta obra que conduce a otra naturaleza.
Algun dialogo sin tener la altura ni el sonido de la boca.

Siempre empezando en los halos.

Siempre despedazado
por su evolución.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

Ciudad Roja

Debería ser como la deriva.

Digo del verbo ser, antes que la noche sostenga
mi diálogo con las planicies.

Digo del verbo ser, antes que éste se pierda en la existencia.
Seguramente caminar es aprender entre monólogos.

Regresar entre alimentos de lluvia a un devenir
que no ha de saciarse
y tampoco a nosotros.

Debería, aunque mi deber siga silencioso dentro
de mi vena
oyendo filtros donde una ciudad vuelve
a conjugarse
para encontrarse en el fluir.

Puedo suspender en este lecho ese sueño.

Contemplarlo como ahora ese instante
donde creo pertenecer a legiones de espuma
todas aún herencia de una idolatría
rodeada en sus bocas por
el agua.

Digo existencia
es decir una experiencia que llega de la noche
a mis caminos,
que digiere mesas y caballos de madera
que ilumina mi realidad
esa que se llena de caligrafías
sobre todo las que entre demagogías
se hicieron artistas de la letra.

Pero aquí en mi mano y detras de ella
sé que su naturaleza
sigue siendo vestigio de un animal que alguna
vez fuí un niño.

Y el único amor
ese que viaja por mis dedos
sigue siendo arrastrado por sus labios.

Guillermo Isaac Paredes Mattos

La Otra Dinastía

Este poema está dedicado



He visto un universo demasiado rojo y en él
vírgenes de sangre.

De ese mundo sólo los muertos siguen colgando
de una hoja, como descendientes
de otra dinastía
abriendo presencias
en el aura.


Y tù sabes que eternamente soy nada lejano
una formaciòn de aire amenazàndolo todo,
con su absoluto de àcidos
e hipnòticas ventanas.

He visto en mi corazòn ese momento que pierde
la conciencia del espacio.

He acariciado la muerte de esa conciencia donde el espacio
era mi espìritu.Lo he perdido todo. Las cosas no duràn,
-màs que leves-
son instantes talentosos de astros,
esos desenlaces quer hoy oprimen cadaveres
y como no, sepulcros incendiando
los mechones del dìa.


Dentro de este bòlido, cabalgan luciernagas
borrando siluetas hasta convertirlas en penumbras
yo no busco precedentes, tampoco giro al mañana
sòlo quiero una vena, tal vez dos que quieran apagar
una primavera en pàjaros de azogue
y estrìas de veneno.

No busco, en cada inspiraciòn decir creador para mì
es la voluntad de invalidas sepias. Yo dejo que
mueran en un pino o la fiesta de un sacerdote
humedecido por los estùpidos
de una cùpula
del buitre màs alto en la llamarada
y con esas menciones
rozo capitulos, protocolos
donde el tallo dirige su escencia sin lamentarse
y bajo un oràculo existiò un tremante
como algo embarrando su corazòn de
cementerios.

Toma uno, sentemosnos en una de sus làpidas
y adivinemos la vida que esconde el nombre
de ese muerto.



Guillermo Isaac Paredes Mattos.

domingo, 21 de noviembre de 2010

La Lìnea de la Luna

La Lìnea de la Luna



Semejante a un conocimiento arrastrando algun
vacìo de mi corazòn.


Igual a unja palabra lejos de su silueta intuyendo su
sombra en los pàjaros.

Sobre esta opciòn a nada.

En las atalayas donde cedemos a esa ave sedienta,
mutilada por los lìquidos.


Temblorosa en el agua sin poder beberla.



Cuando las lineas inquietan las radas donde
el deseo llena la espera
de recogimientos
y las encarnaciones surgen volatiles
de un clìtoris
disipado por plagas
en una avenida de algas.


Cuando la lìnea convencional de los puertos
es lunar
como el relampago que asola mis iris.

Dentro de mis parpados.

En el ajedrez de mis
sienes.

Y esas superficies que segregan
un renacimiento destinado a los iris
y las cordilleras
de una empuñadora.


Donde la conciencia ensaya en un animal
una fortaleza en la piel.


En el sudor de nuestro extraño pensamiento
un cielo de carne.

Llenando de lìricos fenòmenos
la luna.



Guillermo Isaac paredes mattos

Ceremonia del Estereotipo

Alguna sombra podrìa ser la luz.
La brisa antigua de la voluntad.
El espejo donde la morfologìa declina.

Y hoy representamos al sol desde
una balsa
rodeados sòlo de precipicios.

Entre ceremonias durmiendo sobre oceanos
de estereotipos
entre liturgias donde se fabrica una soledad
como un tallo
prepara el advenimiento del polen y su instinto.

Pero no hablo de la flor.
Tampoco de los dìscticos.
Todo es antartico ahora que pienso, que medito
en las nucas y las conjugaciones
que hallaron una puerta allì
para alejarse con la poesìa
a otro mundo.

Un mundo que sòlo te da el derecho
a vivir si tu exhalo
crea.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Planetarios Verbales

Los animales visten de verde.

Es una oraciòn iluminada por la arena
cuando ello acontece.

Es un suceso acucioso y mortal en las venas
del tiempo. Aquellas por las cuales observan los relojes.
Aquellas cuyo destino forma civilizaciones ajenas, clanes bajo
la luna. Mafias y purezas de soledad.

Volumenes siniestros entrampan nuestra sombra
en esos inviernos. Sepultureros de polvo y ceniza,
arrebatando un pedazo de inspiraciòn y revelaciones
creando adivinos y golpes de poros
en el aire
cuando èste llega al cèfiro
con tipologìas de arquetipos transparentes
entre latigos, goznes donde armamos
nebulosas y griales
dentro de lo arcano.


Un mamifero los mira. Alejado del plural
recorre los vestigios de esa contemplaciòn
incendiando la vida.

Un mamìfero los sueña.

Cartòmàntico y lirico en el poema.
Colindante entre yelmos
al vèrtigo de una coraza.

Donde algo que sòlo ofrece un soberano lamento
nos arroja a nosotros.

Con la magia de un astro maniobrando
con violencia
en los alfabetos
de las definiciones.


Guillermo Isaac paredes mattos

Los Funerales de la Palabra

Conozco la intención ardiente del soplo. La reconozco en esta mecánica que busca lo sideral como el reflejo una filosofía hasta anhelarse.

He mirado la ribera de una cúpula donde acordes de virgenes impregnan de coral los sueños del espanto.

Conozco estos funerales, más de lo que la palabra puede dibujar cuando duerme y deja a otra realidad la pronunciación, el dique para ser creada.

Ruidos de botellas caminan por el ácido trepanados por un monje, cabalisticas mentes secularizan el sol como lo haría el suspenso.

Equinos y faroles representan la playa donde los barcos beben de estanques pudriendose en el tiempo. Lo milenario a veces llena del más miserable talento las orillas. Allí donde atrapados los sedimentos, nos llaman con sonidos de granito, como fonéticas de plastilina.

Observé roquedales dentro de arboledas, desconcertado como un extravío, ófrecí mi sacrificio a un crepusculo de marionetas. Donde nacen los bordes.

Tierras de venus persiguen mi insomnio mientras tanto.

Bosques de llaves.


Sé muy poco del idilio, el amor está hecho de brea y el único lugar para él esta constituido de asfalto.

Sé de profanaciones en el interior de mi edipo. La tierra inconfesable y quieta del aparejo mordido por telas de arañas.

Sobre esas condiciones, sobre este hecho la palabra muere. Y ese agonizar es un estado que nuestro espíritu arranca de la carne.

Hasta mirar en otro verbo.




Guillermo isaac paredes mattos

Terciopelo Subterraneo XXIV

Intentos apolineos de mascaras rojas
mientras el brillo entretiene las hojas
en esa pretensiòn de mencionar en sus halos
manifestaciones de savia.

Pero esa decisiòn llega de una nave
tan naufraga como cualquier movimiento
y el movimiento es un ser que camina a la deriva
sin encontrar jamàs un espacio.

Pero esta noche hablo con las cosas.
Ese es mi mundo, mi creaciòn de ciudades enfermas
donde seguramente me extinguirè como un pàjaro,
asumàmoslo crisoles
en las murallas no hay lugar para nosotros
sòlo hay dientes y mamiferos de agua,
gruas, iridiscencias,
fuì un sepulcro que tuvo naturaleza de demonio en el alba
y como angel tuve una caida,
me pregunto cuando se darà la nuestra.

Asumàmoslo crisoles.

Maleficios de agua me acompañan
me guìan estertores de amor semejantes al ideal
de un solsticio,
ignorado por cetrinos adjetivos
aquellos que caen en esta estulticia
donde soy el calendario de un ojo
ciego como la espuma
y la orilla.

Esa orilla tan idolatra al recibir a las olas.

Y en cada ola hay una pasiòn pagana
dios lo sabe e inventò religiones
para salvar a los hombres
el detalle es que la religiòn creò su propio universo
uno ajeno a la vida,
sus evangelio buscan la salvaciòn lejos del hombre.

Por ello estoy aquì
sin ningun sentido cuando oigo al ente,
memorial como cualquier sortilegio,
no tan eterno semejante a una vida
que busca trapecios
para confesar un hambre,
lo màs terrible es que llega del verbo.

Quisiera vivir como yo, quisiera responder como ellos
pero soy un suicida en forma de nieve
sin ninguna escencia que pueda sostenerme,
el asunto es que construì mis pèndulos
tan propios sobre esta distancia
que irònica
presenta ante mì el destello de un niño
cruxificado sin amor por la belleza.

Oh, dios, estamos a la par, caminamos desnudos
como tù, sòlo vivo entre auroras y amaneceres
entre ellos hay un pàjaro que es esgrima en su vuelo,
sòlo quisiera una herida de su espada.

Y mientras los puñales adiestran
particulas de itinerarios semejantes al mercurio
escribo relampagueantes celulas con el instinto
inscripciones en el sexo de la piedra
a mì no me importa desdecir todo lo que he vivido,
finalmente ese es el destino
de alquien que ama las sombras
y cada noche entre relampagos
las besa.


Guillermo Isaac Paredes Mattos

Razòn de Mar

Dios escribía y la noche era de arena.
Dictaba líneas en mánticas de sed y era profeta
entre diluvios de arena y sueño.

Mientras tanto el insomnio contaba en las ciudades
el número del hombre, su devenir de estela
el manantial de una parábola que sin lenguajes
asomaba hacia la ruina y los cristales.

Dios escribía
como un gran metafísico posaba idolatrías
disponía ante el mar sus maldiciones
y era la luz procesión de un jardín en otro cuerpo,
la duda sagrada de quien llega hacia el insomnio oscilando
pensando finales de mar que hablan de todo
sin saber en qué lugar yerra el principio.

Ah...la naturaleza es un dón que cae de los árboles
el fruto de una idea al dilucidar,
la manera de alguna providencia cuando piensa
en el salto,
cuando escribe de mitos,
todos extraños sobre el espíritu de las cadenas.

Sobre ese entonces no hay actualidad
que sea expresión mas hostil en la palabra,
sobre ese entonces no hay un regreso a sí mismo
el ser ha empezado el infierno y no porque èste exista,
como una especie de razón es este mar
que me guía hacia el viento
y todas sus paradoja.



Guillermo Isaac Paredes Mattos

jueves, 18 de noviembre de 2010

Los Prioratos Dorados

A Agueda Noriega




Basado en promedios descendìa por la aurora.
Como un excentrico fòsil bañado de agua.
Dentro de idilicos trapos tocados por el tiempo.

Centrado en espejos descendìa por reflejos
observando la espuma incendiados por la imagen
sucediendo a los libros detràs de una escena,
conquistando imperios dorados en
los màstiles,
reinos como la sed o los demonios,
fraguas entre la llama y los palacios.

En ardientes prioratos,
desportilladose en una resaca dorada
por los sueños.

Inventando carnes, con inteligencia de arena
en el abismo,
diò a la experiencia el paso
que raspa igual a una hoja cuando
todo se han ido.

Cuando boinas y perlas edifican un sepulcro
con ventanas de barro
robadas al estrèpito.

A las formas de venus al enumerar edipos.
A las siluetas de alevìnes
exterminado en la transparencia si
està hecha de ràfagas.

Porque asi como el fuego.
Ese viento que golpea nuestros parpados
tambièn puede quemarnos.





Guillermo Isaac Paredes Mattos.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Los Vuelos Majestuosos

Poseìa una orden.
Un acto de huellas
sobre la marejada.

La estela vertiginosa
que abandona el camino
en la tierra cuando avanza.

Igual al hombre.

Operaba quirurgimente
dentro de un propòsito
desordenado en el vocablo
rebelde en el diàlogo
impregnado de silabas
y palabras discretas
como una supersticiòn
bañada de espejismo.


Busquè el cielo
amarrado a mi boca.

Diciendome que asi
y no de otra forma
desgarran los barcos
sus fàbricas
su falta de rostro
su rotaciòn igual
a subjetividades
llegando del papel
y los gèneros.

Llene de distancia
mis labios, mi pelo
el iris diciendome
de reencarnaciones
y heridas. Como
cicatrizes de venus
en un pergamino
lleno de heridas.

Donde el dolor como
la noche. Tambièn
cruza los àrboles.




Guillermo Isaac Paredes Mattos

La Imaginaciòn de los Reinos

Paseo mi alma como un tratado de liquidos
incendiando templos y promiscuidades,
amenazas de sol, yugos como la tarde.

He postulado a todos los màstiles
con la esperanza y el vèrtigo de convertirme
en una bandera oprimida por mis herejìas,
encendida en mis idolatrìas.

Entre mi corazòn y sus latidos
hay màs distancia de lo que mi poesìa imaginaba,
por eso soy de barro. De ceniza.

Y camino de orilla en vera, alimentàndome
de espoletas y piedras, de circulos presionados
por figuras de geomètricas aguas,
arrobadas por el sueño.

Memorias de sal y truenos
crean origenes y làmparas
frutos como una saliente bate el diccionario
cayendo junto a una trompeta y tratandose de lluvias
el acido dirige semàforos con maestrìas
de sempiternas agujas
recorriendo las venas.


Tengo memoria de mi alma. Inocencia de sus cìrculos,
alguna noche la acariciè intentando que ello
grabarase para siempre entre la realidad.

Pero la realidad no sòlo està hecha de hombres.


A mi lado caminan otros imperios.




Guillermo Isaac Parades Mattos

La intuiciòn invisible

Hoy la lluvia es un gènero de rocìo
avivada por el sol y las inmensidades de vidrio.

Hoy el veneno asciende al agua como un soplo
de escarcha renaciendo en un sustantivo
de gramàticos estros
renunciando al hombre.

En lo personal no sè que trae desde
lo profundo.



Pàlida la humana esquina, retumba en sus àrboles
como un ficus siniestro bordeando
un oceano de efigies
un planeta de ramplas, donde naipes
y pìramides organizan su agonìa
como un vestigio seco de ardientes lùpulos.

Indicios de museos y tumbas alguna vez.

Arquetipos entre demiurgos y sienes rondando los pòmulos
con trinos siniestros, como aquellos
alimentàndose de ìdolos
y heraldos,
acumula daguerrotipos en aurorales entrañas.

Esas fueron las nuestras.
Esas y no otras.

Guardalo espìritu en cada una de tus inteligencias
Sopla en ello con los vetigios que la magia
abandona en un candelabro cuando
todo se humedece
y los aeroplanos tropiezan
con los dirigibles en el hemisferio.

Yo fuì un hombre de poemas y razones.
De pensamientos e inspiraciones como el tacto de la cèlula
cuando es despojada de piel
y cèfiros,
de tornos e inmensidad.

Cualquiera que llegò a visitarme tenìa
una palabra en sus manos.

Una palabra cayendo de sus ojos.

Inconquistable.
Terriblemente inconquistable a
sus labios.

Fuì esa imprecisiòn asolada
por la escarcha y los pasajes que laberintos
o vagones abandonaban en los puertos
creyendo que se trataba de muelles.

Fuì la respiraciòn de un pobre arte.

El sujeto que llevaba escolios allì
donde sòlo debìa agitarse una pàgina.

Un pergamino de barro
tratado como piel por los dìas
abismado en los ocultos golpes
de carne.





Guillermo Isaac Paredes Mattos

lunes, 15 de noviembre de 2010

Estelas de la furia

Blando el comportamiento de los frutos de ocre.
Insinuante el arribo a sus poses marchitas.
Extraños los cielos que no son arrobos
ni el significado del sol bajo un flautista inca,
pleno e idolatra, heraldo y reciproco huerto,
donde aprendieron a buscar otro mar los jardínes.

Temblorosa la ignea perpendicular que hoy oprime
aquello que el amor no abraza ni arroja a lo ardiente
como algun insomnio es arrojado a los brazos de
un espejismo, para que nuestra soledad contemple
su agonía, su postrero resplandor, su etiqueta
de alambre episcopal y lujurioso cartilago,
como aquellos que rondan nuestros brazos
los que hunden su verbar más secreto,
él que nunca llegará a los muelles
aquel que vivirá en la belleza de su furia,
ensimismado, psicologizado, individualmente propicio
al infinito y todos sus simulacros.

Tenue la hojarasca, violento el resplandor
que sigue a nuestra carne como un profugo sigue a
la oscuridad pues alguien le dijo que allí estaba
la noche.


Y con ella, todas las estelas de la furia.



Guillermo Isaac Paredes Mattos

domingo, 14 de noviembre de 2010

Tornasol de Fràctales

Una noche como el agua
sombreada de plàsticos.

El lugubre templo donde los apocalipsis
cubren un dìa.

Treboles de intensidad en cuyos nombres
encorvinanse sobre sì, las praderas.

Y sumidos tornasoles
caen del arrobo como un hombre
desmedido y extraño en una sola huella.

En un brillo de pez
retorcido y silencioso
arredra
una nueva y aerea màquina
el cruze del girasol en una tumba.

Què originarà la existencia de ese cruze.

Poseidas màquinas
recorriendo marcialmente la arena
y los fractales.

El sur derrotado por mi corazòn.

Por un organo de hierba
oprimiendo una lira, un voceo de hiedras
una piedra semejante al roquedal
y los maquillajes del cieno.

Pero asi no termina un poema.

Asi nada màs resiste en los ojos del hombre
el destino escondido en sus iris.

Y no hay iris que sea descenlace
del hado.




Guillermo Isaac Paredes Mattos.

El Desencanto de la Nieve

El Desencanto de la Nieve


Mi mundo está cerrado y a veces tiene cuatro paredes
rie de sus tres dimensiones y danza cuando el dolor
agazapado maniobra hasta convertirse en sigilo.
Mi mundo parece una orilla, cualquier mar del universo lo toca
mi puerta tiene la memoria de mil manos y de mil miradas
pero ellas no guardan de mi madera una forma, la silueta
incendiando vilos de imaginación, enfrebrecidas carceles
para ofrecer corales de pulsación a los sueños.
Esta cayendo siempre en un elixir y delata a la eternidad
cuando ésta emula al pájaro y en mis manos intenta posar su cuerpo.
Tuve ya su peso una mañana y con él caminé hasta la noche
no hay en esa crepitación aquella, que aflora entre simbolos
de lluvias, holocaústos donde el follaje confiesa
a todos los cardos, camino en sacrificios de hordas,
manchando de resplandores el polvo. Es una pincel de agua
es una herencia acuarela, vago recitar de helechos
el pino del azufre donde empieza el día, su festín de piel
su habitación de huesped trasnformado en ceniza,
el candelabro majestuoso de una escafandra, incendiando
el adoquín de un minuciosa babosa, arrastrando
su estirpe de savia en mi corteza.
Mi mundo no tiene sentido, no pierde el tiempo
en abstracciones, golpea con látigos de fuego el pensamiento,
rastrea conjunciones de piel, donde el aliento presume
su soledad de pretensiones y donde la pretensión es otra soledad.
Un coro que apaga su sombra en la lira del desasimiento.



Guillermo Isaac Paredes Mattos

lunes, 8 de noviembre de 2010

Abominables Cielos

Monstruosos los cèfiros.
Monstruosa mi poesìa que nunca podrà salir
de ella misma.

Abominables visiones que el alma deja
en interiores de pèrgolas.

Atroces mis caminatas.
La mariposa de piedra y conturbenios
asumiendo empalizadas de paises de brea
como si todo estuviera hecho de
asfalto.

Lacrimògeno el sueño, que cubre la memoria
mientras èsta pudo haber caminado
a otro mundo.

Menos lacrimogeno obviamente.

Menos obvio.

Y yo llenè mi corazòn de evidencias
recoerriendo ambientes
inservibles y venenos trascendiendo
como una leyenda
en los mitos de una etiqueta.

Monstruosos los cèfiros.
Mi poètica vida, con la cual ni siquiera
aprendì a amarrar mis zapatos.

O cubrir cada uno de mis pies con
una media.



Guillermo Isaac Paredes Mattos

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Reminiscencia del mí mismo

Hoy los cascos ascienden, con pírrica dulzura
desde su desencanto. Hoy los retratos nos muerden.

La emoción circunda los fuselajes meridionales
que rondan mi encuentro. Son lanzadas las hojas.

Alguien entona en el labio centinelas y acucioso
el guardían abre una pradera para mis marionetas.

Borro mi desembarco funesto encima del ruido,
retraso mi llegada de conclusión a los muelles.

Inteligente como la inteligencia respiro el soplo
vagando por las nubes como una sirena borrosa.

Y vago su sigilo, vagas las armas de lo ardiente
cuando no hay melodías dispuestas a desertar con ella.

Plurales arcanos muestran la heroicidad del burro
en una ojera, soplando arpas y tambores.

Somos una estampa, procesiones de caidas y amamos
la nieve que entierra en su figura el invierno.

Lumenes atroces, dioses abominables nos tocan
con la sensibilidad de una garganta sin palabras.

Vocales de oido y desprecio dicen aún mi nombre
pero mi soledad es mas grande que esos titanes.

Y duermo como ayer, esperando mi despertar
en un velero y sus atalayas de bosques.

De miserable oficio de dinosaurio y primavera,
dada la mistica y creencia de sus pueblos.

Torsos de grillos encumbran la paciencia
que inherente a las sales rompen alcoholes.

Diccionarios pequeños son herramientas que acuñan
coros de bálsamico furor en los granitos.

Pequeño el oceano dice el agua. Mínimo
el hombre que oía del ser una leyenda.

Y asi entre mitos de ruinas alzo mi corazón.
Para ritualmente perderme entre mí mismo.





Guillermo Isaac paredes Mattos

martes, 2 de noviembre de 2010

El Canto de la Especulaciòn

Si te acercas a un soplo, llevado por la especulaciòn.
Si es itinerario y duermes cerca del agua
para que el oceano no pueda iluminarte.

Y entre cabellos paralelamente al sol.
Un estrado, asume un record que el desasimiento
domina, guìado por manìas de pistones,
por instrucciones de elipsis.

Y si ese soplo es imperio, una hueste
de rapiñas, donde algùn amanecer chacales
y hombres acariciaron la lujuria
con la cual el reino de aquella especulacion
enterrò el deseo en una idea.

Y en otra.
En el pensamiento perdido en los reyes.
En un oriente raspando alarmas.
En un capitan de novatos.

Señor, quise un dios que estuviera debajo
de la mesa como un nombre herido.

Por ejemplo, como el que llevan los perros.
Esos que discurren sobre vientos y brisas de panteras.
Los que no colocan su cuello ante el verdugo
y briosos como un cataclismo, observan
la postrera mirada del diluvio.

La postrera.

Pero no la ùltima.




Guillermo Isaac Paredes Mattos

Sin Truenos

Sin Truenos



No dejes que el poema inunde de barro tus noches.
No dejes a tu conciencia volver a esa intenciòn su
mirada de rampla. Su cirio sin equilibrio ni costra,
su galpòn vacìo.

Deja al oceano perder su escencia debajo de su mente.
Mira cuanta contemporaneidad hay en la mùsica
conquistado graznidos de àcidos y titanio,
oculta en los papeles, como un àngulo.

Alèjate de èl, mientras màs poeta dicte
la palabra poesìa, mas gigantesco
serà su yugo.

Cubrete de agua y cenizas prodigiosas
si es que navegan errantes en una calle.

No creas en nadie.

Ni siquiera en tu nombre y todas las palabras
que su espìritu puedan traerte.

Toma el hambre de tu piel y transformalo en carne
pues esa posibilidad acontecerà
semejante a esa trinidad
donde los cerquillos de tus labios
pierden su brillo.

Recoge el aura que es desterrada a cada momento
de tu vida.

No escribas siquiera de tu sombra.

Y cuando todos se hayan ido.

Cuando las cosas no tengan un sòlo
sentido en tu vida.

En ese momento que puedas llenar tu boca
de barro.

Sòlo allì, se un
manuscrito.





Guillermo Isaac Paredes Mattos