jueves, 30 de marzo de 2017

Episodios de Neumàticos





Algunas cosas definen esta mañana.
El regreso de las cenizas del lenguaje en una ola por ejemplo.
La percusiòn del hollìn en un muelle. La performance seca
de una melena en un mèdano, donde ya antes una 
libelula se hacìa ciega o desconocida. Igual que un tremante.

Loa huesos vuelven al mar paralelamente.
Las hipotesis lucen sus truenos rozados por hojarascas.
El mundo despierta en un devenir que tiene mucho
de relieve en sus escamas.
Las marionetas escriben en los nombres del desasimiento
con una teorìa acerca del ambar.
Se orienta un juguete hacia toda industrializaciòn.
Astrofìsico es el horizonte en un dormitorio, lleno de
branquias y astronautas.

Episodios de neumàticos se ciñen a las ondulaciones.
Es sinuoso el eje que gira en las alcantarillas.
Versatil como la belleza de una lampo al atravesar su
miseria; idolo de barro o materia que recoge de
la espuma una cresta. Una entraña.
Un relampagueo con emanares
de siseos que atraviesan el infinito.

Ese infinito que tiene que ver mucho con recipientes
y prismas.

Ese infinito que arranca crepùsculos de yeso
en la memoria de los pumas mientras se desvanecen.




miércoles, 29 de marzo de 2017

El Azul de la Franja





La franja que deja el astro no es azul. Lo es su fondo.
El limòn se esparce en una regiòn otrora alimentada por peces.
La brùjula se sostiene sobre algo maritimo esta noche
de lechuzas. Un navìo de neòn cuelga de una
bacìlica.

-tal bacìlica podrìa ser boreal-

La franja que deja el astro. El universo ideal en
alguna terrestre forma o es tal vez que la hojarasca procede
de una linterna camino a un manantial.

Pisos de alambradas prehistoricas uniendo miscelaneas.
Capitales de torres objetadas a una isla por los perdigones.
Extraña simpleza con la que hoy las esquinas son
movimientos de eclipses, de hiperboles, de
luces examinadas por un angulo
bajo ninguna luz.

Sedientos helices sobre los cuadrilateros del humo.

Recipientes en cuyo contenido durmiò la amalgama.
Planos de aluminio que rozaron la orilla y los alfiles.

Y bajo ello un tatuaje en las uñas del soplo.
Bajo ello el halito desfigurado por una mandarina.
El exhalo sobre un rango de astillas que eligieron
el andamiaje y una que otra trayectoria
entre performances
de medulas arrancadas a los girasoles.

A los cuerpos que se arratran al mar llevando reptiles
en los labios.

Coherentes enlaces con la exitencia eran.

Como decir que una gota de piel duerme en el sueño.

En ese tipo de sueños que despiertan a cada
momento.

Recorriendo nucleos.

Frotando jabalinas.












lunes, 27 de marzo de 2017

Los Jaguares Policromos





A esta hora el mar sobre el pavimento parece una escala.
El rostro que tenìa un solo color por la mañana posee ahora
mas de uno. Hasta darme cuenta de ello los jaguares y yo
creìamos que ellos eran lo ùnico policromo.

Las casas atraviesan una hoja convertidas en humo.
Ello tiene que ver con cierto hermetismo pero en el fondo y como
todas las cosas tal acto lleva las raices de un enigma.
Eso nos dijeron hace siglos.
Es lo que repito ahora.

De distinta manera, eso es lo ùnico que cambia.
Quizà de igual forma, no lo sè.

A esta hora el mar sobre el pavimento dejò atràs el mediodìa.
Los ojos de un pelicano arrastraron una boya.
La simiente en el cuello predijo la llegada de una hormiga.
Una medula despunto hacia una ventana donde
aguardaban las sirtes.

Alguien en la espuma buscaba un relieve.
No era un semidio y tampoco era un hombre. 
Eran tal vez esos objetos que caen de una alhambra por la
noche y toman la forma del verbo para 
mirar de lejos una interrogante.

Es lo que tambièn hago por la tarde. Cuando los ruidos
parecen secarse y los epicentros reclaman
en los mentones del cielo
un naipe matizado por el sueño.

A esta hora en que la realidad sigue siendo ella misma.

Y los colores de un jaguar llenos de desesperaciòn
al saber que no son lo ùnico policromo.

Se ahogan en el cielo.








Los Nudos de Fuego





Uno no sabe. El viento apartandose de las tijeras
eleva una cronica llena de repertorios.

Los mandarines caminan por trapecios de luz
con un himno que en el amanecer transforma los cuchillos
entre las palabras.

La miseria rastrea el perfume de aquello que parece
inaudito.

Tù caminas por las guitarras con una memoria.
Tù despliegas un plano forense y clinico en las citaras.
Pero ello no es importante.

Lacteas paredes tejen eclipses de barro.

Entre las bovedas un arco de pus fija su heliotropo.

Coordenadas de silos avanzan entre temporadas
de crestas arrancadas a las olas.

La naturaleza se fermenta en una equidistancia
donde el caos empuja uno de los nombres.

Cùal de ellos serà se preguntan los àrboles.

Cùal de ellos ahora que los bosques se alimentan
del misterio y andanadas de trigo.

Uno no sabe. Nadie sabe. Yo no creo en la obra de las
pupilas ya que existen cosas ajenas y amarillas que
palidecen, que buscan los craneos en la hora del
almuerzo y llevan cuantificadores, algo asi
como quien explica el musgo a base
de follajes donde escribe un antilope.

Eso es algo que puedo comprender.
Caminar con ello hasta las puertas de un poema pero
nada màs.

Las cosas atraviesan solas ese paraje que es el
limite para los ojos y la carne.

Y tambièn para aquel que desenreda nudos de 
fuego entre los tallos.










domingo, 26 de marzo de 2017

El Camino sin Nosotros





Camino por una mañana. El tallo deduce 
vilos de hilo en la melena de esa mañana.
Los objetos bajo la luz parecen amarillos.
Hay algo semejante al eter
en una de las tantas deficiones, pero
es imposible precisarlo. Es lògico, mi mente
es sòlo un hombre.

Veo la lucidez con sirgadores. Una demencia
reproducida por escoltas.

Aparte de ello busco el sol que apartaba los relojes.
Anhelo el mar con la idea colocada en su
sintomatologìa. Tal sintomatologìa es amarilla
porque desciende de liquidas proporciones.
De articulos y limones de leche.

La sangre entre las pistas trae a la memoria
un circulo. Un indicio fosforescente del mercurio
cuando se aboca en veranos como aquel 
compuesto de silabas, de abecedarios llenos 
de hiperboles y esgrimas. Abecedarios ebrios 
de ruinas donde duermen los obreros
con un alfil en la boca. Casi con
una hiema.

Hay puertos.
Uno sobretodo empuja las torres en el cuello 
de las aguilas.
Otro -lleno de navìos basicamente- vuelve a las
cosas con una idea ancestral del humo en sus
mentones.

Camino. La mañana es violenta como la caida
del verano en un arquetipo. Hay algo escondido en
los almanaques de las paredes que podrìa ser
un centauro.

Las ideologìas enhebran en sus uñas folios de
plusvalìa sujetados por un nudo.

El ocaso -ese de las nociones atroces- vuelve
a mostrar el origen de una realidad.

Las trayectorias de hacen verosìmiles.

Versatiles como una estaciòn que escapa al tiempo.

Y busca en el pasado todo aquello que como un
universo paralelo siguiò su camino sin nosotros.









El Siguiente Sueño





El siguiente sueño es la luna.
Alguien tendrìa que responder por ello.
No serà asi. 

Los parques se muestran vacìos porque 
algo en ellos ha rotado.

Sin ser satèlites los parques han rotado
y se sumergen en las visiones de eso tan infinto
que es llamada hemisferio.

- ¿ de què otra forma podrìa ser llamado?-

Pienso en las cartas sobre el acuario donde
los naufragos fueron reencarnados entre la
inocencia.

Medito un tanto -no mucho- en los clanes
y sarcofagos sobre la brea.

Camino junto a un nomade que coloca en
el aire un aullido.

-¿ serà el aire o es una pequeña corriente?-

Vuelvo a pensar, pero esta vez el pensamiento
toma la direcciòn de las arpas.

La oreja pertenece al hipopotamo - ya lo sè- 
pero el pensamiento toma la direcciòn de las
arpas.

Los cascos se desvanecen entre manantiales.
La pericia eleva un mundo entre perspectivas
y opuestos.

Lleva una incursiòn la aguja sobre la lana, eso
lo sabes.

La sal es el ùnico estereotipo que alcanzarà el
arroz sobre la mesa esta tarde.

Tal vez no lo harà igual que el polen.


Pero sì, igual que un higado.







sábado, 25 de marzo de 2017

Los Dìas de Yodo





No todos los dìas son de yodo ni los sistemas
recogen caravanas de aceite de las alcantarillas.

Hay aquellos sobre las esquinas creando lamparas.
Otros sobre la penumbra anudando girasoles
o espejos. Se encuentran los que suspenden
su corazòn sobre el pulso durante una primavera
de hierro iluminada por fanales.

No todas las melenas guardan el zinc en sus labios
y escudriñan el hemisferio con el equilibrio
de una zona grisacea, donde retornan a los muelles
bolicheras que palidecen con una cinta
de plata en sus tìmpanos.

-los leones pertenecen a la edad de esos timpanos-
-los telefèricos con granos-

Los microscopios recogen el tiempo de otra manera.
Los bolidos son inundados por yemas de arcilla
y semilunas de espinas incrustandose
en las medulas de un oso.

-tal oso era sobrenatural segùn los rehenes-

Es sinòptico el amanecer en aquella mirada donde
la luz en los ojos devuelve un rito. Un pasaje en  las 
canteras propalado por el azul.

Performances  de vidrio giran hacia la energìa con un 
baul en sus craneos. 

El viento se llena de escarapelas para cubrir una
rama donde los candelabros suspenden relatos de higo.
Es cosmològico el ser que sumerge un collar en
la piel despuès de haber atravesado una palabra.

Es cosmològico porque el ser no se sumerge en un
collar.

Eso sòlo pueden hacerlo los eslabones.

Mientras resplandece en el sueño una palabra.







Escamas





Alguien toma de las puntas a las cosas.
Luego enumera la escarcha esparcida por sus superficies.
Hay un rigor transparente en el viento pero eso no
lo hace de barro. De barro es el pensamiento
que prefigura o llega a la metamorfosis.

Las estructuras fuerzan el peso industrial de la lluvia
ebria de acido. Las estructuras piensan en un cometa fusiforme.
Lleno de legañas si es que ha cruzado la noche.
En algo se asemeja a un concepto.
A una cantera ideal pero es dificil precisarlo. 
Es inasible precisarlo.

Alguien toma el sueño del ambar, ese que no llegarà a la
realidad. De esa realidad emanan castillos que semejantes a un
espejo al formar un circulo rozan la nieve.
Miles de heliotropos oprimen en secreto ese diluvio.
Pero nosotros no lo sabemos.
Nosotros vivimos debajo de una serpiente, en el momento
en que pierde sus escamas.

Y descendemos de las cascaras con un tallo en los ojos.
Abrimos las alas de los cuervos. 
Colocamos una historia de trigo allì donde las venas 
convirtien en sangre un hemisferio.
Nosotros o aquellos seguimos suponiendo frecuencias.
Miscelaneas de agua en un peciolo, muy cerca a la nervadura 
donde se deforma un huevo.

Alguien toma las cosas.
Ha esperado el invierno para reencarnarse en ellas
igual que un crucifijo.
Se ha detenido en los elixires.
Presentò melodìas de vidrio mientras caminaba hacia
el hambre con una pergola donde
irradian los huesos
fasciculos de calcio donde el sueño de otra realidad
es empujado hacia la penumbra.

Pero todos lo ignoran.
El universo entero no conoce de ello.

Al igual que nuestros nombres habitando en cuerpos
que viven debajo de una serpiente.

En el momento exacto en que pierden sus escamas.








jueves, 23 de marzo de 2017

El Destello de la Miseria





Desde hace mucho te conocìa por los horizontes
que posee toda dimensiòn. No habrìa dimensiòn alguna
sin ellos. Creo que eso es obvio.

Aunque no lo creas, no siempre me manejo por obviedades.

Tambièn lo hago por lugares donde no 
hay cartas ni relojes. Ni ceremonias a las cuales
uno llega muy tarde por esas cosas de la crispaciòn.
Por esos efectos que se encuentran en el interior de un
manuscrito con nùmeros de quiromancia
y polen.

Quizà sea dificil aceptarlo pero tambièn me muevo
en un diagrama de futuros acertijos para nadie.

Desde hace mucho -no sè como decirlo- sè que existe
un inmenso oido. Tiene el tamaño del oceano.

Su labor es llevar todas las palabras que son pronunciadas
por los labios.

Hay otro oido. Su tarea es guardar en la memoria
esas que fueron pronunciadas.

Asi algunos seres vuelven al lenguaje.

Otros lo hacen al verbo.

"Desde hace mucho"

Existìa ademàs una referencia a las dimensiones
y horizontes. Asi se lee al principio de este por decir
escrito. Es posible que tambièn sea un cesto de
manzanas.

Es obvio. No hay necesidad de decirlo.

Es extraña la naturaleza de una evidencia cuando
es congregada por tomates.

Es misteriosa la orden del resplandor mientras
se reproduce entre los silos.

Hablo de aquellos que escarban perpetuamente.

Siempre entre destellos de miseria.











martes, 21 de marzo de 2017

Conclusiones de una Hiena





Recuerdo a la poesìa por sus ojos.
Por sus pasos recorriendo la vida de los animales.
Por sus adjetivos que se alejan segùn la reciprocidad
o los opuestos. Por lo que vira
en sus relatos con monotomìas o tumores.
Con heterodoxias.

Recuerdo la poesìa como la conclusiòn de una hiena
en el interior de un platano.
Muy cerca de un àrbol que empezaba a 
presentirse como una mandarina.
En el sujeto explicito de alguna coherencia
resistiendo en las astrologìas.

No creo que posea la naturalidad del hambre o 
los sargazos. 
¿Cùal es esa naturalidad?
¿Cùales los principios que sòlo toma el carbòn de sus
colores para multiplicar un poliedro o
estampar en una lupa toda reflexiòn que tenga que
ver con una mañana
en que los dioses cambian de linternas en sus 
manos.

Quizà intentò escribir algunas palabras entre los
camellos.
Tal vez quiso abrevar y reconocer la sed de un
capìtulo en el higado.
Tal vez.

En ese sentido la distancia puede llenarse de
despropositos y yo lo creo como una extraña enfermedad
ensañandose en un litro de carne, superando asi
la sintesis de una escama que por momentos
era inasible.

Asi està escrito entre el algebra.

Asi es como es arrastrado por lo hiàlino.






El Mar en Tiempos de Racimos






Asi se ve el mar en tiempos de racimos
cuando es considerado una alegorìa celeste.

Lamparas de tristeza van detràs de los tigres
con sindromes de lepra.

En la espuma se transforma lo inaudito en
una calle atravesada por lo hiàlino.

En los màstiles los craneos respiran
la parte màs alta del mar, aquella donde se
encuentra a la deriva el oxigeno.

Miro una estrella. El manantial donde la
naturaleza escribiò alguna vez que lo sagrado
es empujado por lo divino.

Yo pienso en lo ùltimo con grandes resabios.
Con inmensas catapultas. Entre inservibles horas
de individualidad contemplando las ojeras
del humo.

Asi se ve el mar en tiempos de racimos.
No siempre serà considerado una alegorìa pero
lo serà. Tendrà sus siluetas para que los simios
lleguen a una idea el dìa de mañana.

A eso que en la hierba no siginifica una
abstracciòn.

Pero igual està llena de cometas.

Y todos 

-quieralo o no- 

Proceden de la luna.






lunes, 20 de marzo de 2017

Al Bordear la Imagen






Bordea la imagen de un telescopio bajo una lluvia de 
zinc. De un mundo eclipsado por las palabras que llevan
ciertas hojas.

Pero las palabras tambièn son llevadas por las alas de un pàjaro.
Por el silencio inconmovible o no.
Por el atardecer de una historia domestica y artesanal en la
lengua, donde se citan los navìos con sus objetos de vidrio.
Busca el peciolo, tensa la ciruela.
Muerde todavìa la identidad de la leña.

-para las iguanas podrìa tratarse sòlo de identidad y no
de leña-

Muerde los territorios celestes donde llega al disturbio 
una aguja. Donde alcanza el oceano un nomade o una enciclopedia,
una secuencia primitiva de minaretes arrastrando perdigones
de lodo. Medialunas de visceras.

Cimbrea un megàfono.
Las pintas que llegan con una secuencia.
Las temperaturas del hemisferio al unisono con detalles cerrados
de un olivo. De una mecha. De una dinastìa que parte
a la lucidez con ancestrales esquirlas de locura
o da igual si la estètica allì
conjugò tempranamente un inutil hermetismo
procedente de los girasoles.

De los jardines de plasma.
De las pergolas donde los huesos giran entre caracoles. Entre
envases de lirios y rascacielos oscilando sobre
cuellos y dragaminas. Sobre dimensiones
que imitan o reconocen. Que tejen una luz ambidiestra
en los panoramas del helice.

Bordea la imagen de un telescopio. La lluvia de zinc en ella.
Su mundo eclipsado por las palabras anegadas en las hojas.

Palabras llenas de exordios.

Inundadas de dirigibles y cuchillos.






sábado, 18 de marzo de 2017

Las Palabra Entre las Mitologìas





No he hablado con mitologìa alguna esta mañana.
Basicamente me he dedicado a comer hojas.
Partì una estrella en cuatro pedazos creyendo que 
ello podìa tener una relaciòn con el norte, el sur, el este
o el oeste. Por supuesto que eso no es asi.

Partì en cuatro pedazos una estrella y despuès reparè
en que sòlo era un fruto, despeinado y azul como
el matìz naranja de una mandarina. Profundamente
yo debo seguir enloqueciendo.

Una acustica promulgaba algo sobre los reflejos
en los travesaños. Un olor a cisne devoraba el silencio
que debìa ser la condiciòn para un poema o la
poesìa en general. Tampoco fue asi. Sòlo hubo reinos 
inutiles de cascaras y papagayos. Luces 
discriminadas por bengalas y una que
otra cuenta de melenas besando algùn oso.

Los neumàticos procedìan entre prologos donde
se envanecìa el verbo. Ese verbo fugaz y lleno de 
maleficios y tenedores como las esquinas,
como las transgresiones y el deseo fugaz en 
alguna memoria que afirma lo siguiente; aquì viviò
un molino. Un episodio de claveles y lazos.
Una disciplina de lianas que llegaron jamàs de
las selvas.

Relatos de piras que llevan espigas a los cartones.
Almanaques de polen en los dormitorios donde los
escarabajos eran preparados para morder la leña.

Adioses con pontifices de sal en un sequito de
abalorios donde la lluvia llegaba inundando los enigmas
de un satelites.

De una orbita que no pudo ser coloquial. Que
viviò entre monòlogos y monòlogos.

Sencillamente porque yo no encontraba las palabras.

Aquellas que pudieran dirigirme a sus 
mitologìas.








Los Ganchos de Carne






A nadie es posible rescatar de la vida.
Se rescatan de ella sòlo los suicidas.
Los suicidas y un gran conjunto de telegrafos
donde la comunicaciòn brota como aquello que 
realmente parece: el fragmento de un
diàlogo marchito.

A nadie.
Ni los animales que habitan los zoològicos y las
astronomìas. Ni los ejemplos de los batiscafos que 
penetran el olor de las chimeneas con sus 
regiones transparentes, donde màs de una mosca
piensa en el sol y el hecho de sòlo pensarlo
la diseca.

Pero tù te encuentras en las bolicheras.
Entre aspectos del gasa y los galpones que arrastran
las mochilas. Tù apareces con una sortija de piel
de nutria por la tarde, con un caracol sobrenatural que
los faros tejieron en tus sienes.
Esa cosa tan sobrenatural a veces es una idea.
Otras veces un logotipo.
Una escatologìa y la miseria de un enjambre que
se seca o humedece.

Fuimos añadidos por las crestas del mar a las bocinas.
Respiramos segùn las màscaras igual a esos
entretelones que inspiran las pupilas en la arcilla. en el
parpadeo de los codigos, en los relieves, entre
suscintas manchas de brea
presionadas por un jabòn o el diario de un astro
que en esta ocasion mostrarà su menguante porque
es la luna.

A nadie es posible recoger del aire.
Esas cosas sòlo las hacen los pàjaros como un secreto.
Las heridas comulgan en la soledad con variopintos vilos de
cucharas.
El oceano es infinito porque en el horizonte hay un bozal
escondido.

Yo puedo ver desde aquì los ganchos de carne que cuelgan 
de su boca.








Aquello Lleno de Galerìas






Yo intuyo algo proveniente de la marea y entonces escribo
que està llena de galerìas.

Luego miro el so y es real como un nucleo.

La idea en este caso, es manifestada por un estereotipo
reciclado por la nieve; èsta se mantiene en los girasoles 
suspendidos en un muro.

No sè mucho de la mecànica de ese suceso. Sòlo sè que
està allì. Que se alimenta y defeca como cualquier otra vida.

A veces -no està demàs decirlo- construye equinoccios
para las lavanderìas.

Cuelga papeles. Arrima higos.

Yo intuyo mientras la luz busca un pliegue en su vuelo y las
palabras de la resaca son como expresos de aluminio girando
entre las reencarnaciones.

En los hemiciclos.

En los dequeismos y apostrofes amarillas del sauce.

En los linces que llenan los aspavientos de truchas y legamos.
De trascendencias o lupas a la larga escarlatas. Lupas a la larga
tambièn envueltas por lipidos y crucigramas.
Por nociones de acertijos.
Por dimensiones de veleros que cruzan una pista
o incendian de manera invisible un cuervo.

Y pienso. La esdrùjula es la voluntad del carbòn entre
un rìo de barnìz desplazandose entre el silencio con paisajes
de larvas.

Con peninsulas de cuhillos.

Y sintesis de fluor desterrados por el sol de un manantial.

En su intento de llegar al reves de una moneda.








La Abstracciòn del Limòn






Como principio estàn los lìmites.
Un aire de barro y limòn desprendiendose en los objetos.
La eternidad de una raiz con luces transversales.
La coherencia de una lechuza con vicios animales y propiedades
de humo.

Seguidamente se encuentran los huertos.
El espìritu del sueño siguiendo de noche a una palabra
entre naufragos y rehenes. Entre longitudes de solsticios y barcos
de cartòn que llegan a las albuferas con eventos de yodo
en sus crestas, cultivados sì o sì por el oceano,
por los platanos

por la cercanìa de los espejos hundiendose en la cera
semejantes a litros de nihilismo que nunca tendràn el peso de la lluvia
pero trazaràn en las apariencias alaridos de quincha
y saliva.

 -esta ùltima sumergida en el hocico-

Como principio. En una cantera de hierba iluminada en el 
amanecer por el crepùsculo de una luciernaga. Por el contenido
de una lengua de vapor uniendo los rigores de una lampara.
El epistolario de algùn vertigo; esos que por doquier 
son desfigurados por cadenas que titulando el granizo
esperan acontecimientos allì como el invierno.
Como el latido.
Como la duraciòn o un escrito que vuelve a supurar.
A transformar el limòn en abstracciòn.

Y el espìritu de un poema en concepto.






viernes, 17 de marzo de 2017

El Nombre de la Silaba





Cùal es el nombre de la silaba en el circulo de la sangre.
El llegar o sentir igual que la tierra que vuelve del
cristal entre los corales de sus origenes.
El partir de una xilografìa hacia los adoquines.
Ese recoger nada màs que espigones.
Ver o contemplar sòlo un preludio entre conjuntos de àrboles.

En què demagogia.
En què estado mental lleno de hisopos.
Bajo que concentraciones de hipotalamos rondando la
mesa de la mosca y la alegorìa.
Digamos, en què metafìsica.

Cùal el nombre de la isla entre las herraduras.
El simulacro de la escarcha muy cerca de un silencio o
un patrimonio con cefiros planteados entre
chimeneas de laca
por la hegemonìa de otros seres.

Quiènes son esos seres.
Cuàles son los ecos donde yerran irreconocibles.
En què alfiler deambulan como secretos o enigmas
con revolucionarios tejidos esotericos.

-todos saben que no es cierto-

Què lampara o individuo camina hacia la porcelana
con mareas escenificadas por albedrios y los cuervos
son muestras de un instante donde brota un galeòn
de las uñas. Què caudal nos dirà por lo menos
que la realidad no es una coraza.

Què dios o esponja tomada por ninguna iluminaciòn
teje vainas laterales y el equilibrio en el pàjaro
dimensiona siluetas de nueces.

Cùal la silaba rompiendose por pedazos en una espina
de tela, sorprendiendose de este invierno en los ojos
igual que una brujula helada.

Bajo què estereotipo o psicodelia
las hormigas lograron acercarse a las puertas
con noticias ardientes de demonios.

Cùal es el nombre de la silaba en ellos.

La que llega trayendo el espìritu de los aros.

Esos que parecen llegar de la fisica del infierno.









miércoles, 15 de marzo de 2017

El Significado de la Araña






Desde esta esquina se pueden ver las cosas.
Los seres en ellas como cigarras o nubes. El dìa
empezando a conquistar tejidos o juguetes.

Por supuesto hay una amplia gama de fasciculos.
Novelas o extraños prototipos que llegan de un diluvio.
Un niño acariciando leviathanes.

Desde esta vereda, producto de los hombres pero
no de la nieve ni fogatas. Si fuera asi estariamos
hablando de inviernos o cenizas.

Aqui los alhelìes trajinan oscureciendo sus rostros.
Las pocimas llenan de garzas las propiedades de los oleajes.
Las playas derraman disturbios como si fueran
limones encerrados en una tijera.

Escolleras de plata iluminan sus exorcismos con la
identidad de un epicentro, presionando metamorfosis
dentro de un higo.

Las naranjas cavilas en los muelles una vez màs.
Las anarquìas llevan sus pensamientos a la orilla antes
que la espuma se deshaga. Un indòmito cuello de
heliotropos se describe.

Desde esta esquina que no fue construida por la hierba.
Que nunca recordarà su existencia de aluminio o girasol.
Que de repente es una ojiva o el presupuesto anual
de un artropodo, un dìa antes que se anuncie
una llegada de cometas.

Pero no. 

Tal artropodo seguirà dormido en los àngulos de las
paredes.

Preguntando por el significado de la araña.













La Cascara de Trigo






Llegada al espejo con una estaciòn de pliegues.
Con un travesaño. Una legaña.
El calar del peciolo en una habitaciòn.
La ceremonia del marfil en una vaporosa costumbre
debajo del calor, cuando la intensidad elige
objetos poèticos como la axila o un pubis.

Fanales donde el pasado del sur aùn coloca
pergolas en los acantilados con un aliento de bujìa
que trae una manzana. En esta manzana la
cascara es de trigo.

Craneos de efigies dorando conversiones en 
un desvìo de purpura. Linternas de oxigeno entre los
tambores eligiendo el parpadeo que camina 
detràs de los nucleos
con una escencial intermitencia. Con una liana
donde cohabitan selvas y nombres desfigurados. 
Verbos y rascacielos de petroleo.

Llegada al espejo. A un desembarco de trenes en
una utopìa. A un lenguaje desgarrando ese universo
que nadie busca en las palabras, que llega semejante
a una lluvia o la noche llena de trenzas
rosadas.

Llegada escarbando en los coeficientes.
En los diàmetros donde seguramente el espìritu de
esa llegada no anhela el encuentro con la luz.

Igual que nosotros.






martes, 14 de marzo de 2017

Los Arboles Rojoa






Los àrboles son rojos.
Describen alguna cupula por la tarde. La cupula
proviene de los eslabones.
Los àrboles son rojos y trascienden en un diminuto
espacio. Lo mismo està sucediendo entre
los collares. Los nùmeros vuelven a lo
primitivo con un fleco.

El silencio se desvanece en las ramas regado por el
resplandor de una cascara. Es distante el eco de algun metabolismo
ascendiendo por el vientre hacia las sienes.

Los ecos sueñan entre huesos alejados del sol, los ecos
orientados hacia un lecho de ambar con mareas
de aluminio.

Alguien recorre la hojarasca que precede a aquellas palabras
que un poema encontrò en los muros. Eran palabras 
rodeadas de purpura.

La coherencia describe el agua en una aguja.
En una librerìa duermen los osos con sus interrogantes grises.
Los barcos llevan epicentros a los alambres.

Teorìas de preludios se desprenden sobre las sinagogas
y en un rigor que es astral, los astros desgarran
los hilos de una manzana.

Es extraño el satèlite. Su orbita cubierta ahora por
pupilas. Por un lampo de carne en una gota que habla del
diluvio. El manuscrito evoca sus anillos. Sus àngulos
llenos de plasma.

Los mentones descifran menguantes.
Los navìos son alejados de las apariencia igual que
un reloj del espacio.

Sin embargo es inutil.

Un reloj siempre se encuentra en el espacio. En los
castillos azules de la carne.

Midiendo el tiempo.











Idea Bàsica Entre los Jazmines





El mar terminaba de devorar la yesca y esperaba
en los vortices de la arena. Unguentos y arrecifes crecìan 
en las axilas con la violencia con que crece el vapor
en cualquier catalogo del mundo.

Luego una manifestaciòn en el interior del termino.
Un crater iluminado por escamas.

Los vaivenes recogìan sus profecìas y entre
epiteleos tanto como enjambres eran seducìdas voces 
de cadaveres guiadas por la niebla.

-ellos apilaban fantasmas sobre la escarcha-

El mar alcanzaba el hidrogeno lo cual representaba
un gesto de iris. Un voceo de melamina en la arcilla.
Un conjunto de veleros que llegan al pavimento llenos
de fragmentos. 

Tierras de porcelana en una idea basica de jazmines.
Del dòn o los sacramentos en el tronco de un sauce
donde las palabras recogen banderas como el crepùsculo.
Perimetros y devenires de arrobos.

El mar empuja un poco de leña pero en realidad es una 
quimera que regresa de los simios, un acto del sol sobre un 
dìa de criterios o un pròlogo escrito por langostas.

El lenguaje despide un purpura en el agua donde 
muerde el azul un otoño.

Una brujula a la deriva.

Una veleta que alcanza en uno de sus giros un sueño.

Marcado por relampagos y temporadas de relieves.







lunes, 13 de marzo de 2017

Poema





Es lunes lleno de gimnasias y entarimados.
De cables y racimos deslizandose por las playas.
El mundo que ayer era ojeroso hoy es hambriento.
Las plagas siguen a los griales y en un fuerte
los acordes de una guitarra traen vilos de espuma.

La distancia se pudre en alguna eufonìa.
Los rostros dejan la inmortalidad del instante. El instante
busca ahora entre la individualidad algùn suceso. Procesos de
polvo se arrastran sobre la tierra llenos de eufemismos.
El sol muestra su rostro pero eso es algo que
despuès de muchos siglos quizà definan las galaxias.
En los cristales del aire hay una manzana de
carbòn besando su magia.

Escenas de lampos transfiguran en los pellejos
y es quimico el secreto cuando se abraza a lo sobrenatural.

Traficos de epistemologìas cubren hemisferios de vahos
con alfileres uniendose a una mandaraina. En los helechos el
silicio deja el idilio y el fedespalto calzando un
reguero. Una manada primordial avanza entre el humo.

Es lunes. Un lunes al que se vuelve sin ninguna experiencia.
Sin ninguna ambiguedad. Totalmente ajeno a las circunferencias
y las cupulas. Oyendo bocetos de anclas en los prismas
donde una herida absurdamente conceptua con 
pudor su indiferencia. Tal pudor es una antigua naturaleza
de los platanos. En ella un nomade oprime
una luna de bicarbonato.

Gramòfonos de acido sobre cuerdas transparentes
formando en la despensa un nudo. El animal callejero del agua
enseñandome el oxigeno fermentado en su boca.
Yo lo oprimo como una cascara ya que eso es todo lo que sè
hacer. Y el animal se sobrecoge. El animal busca en
la realidad una trascienda. Un baul de mirra.
Una estadistica de purpura entre la 
soledad. Una melena que
roe las sombras de los jaguares.

Antes de la caida de los satèlites y la llegada de dinasticas 
plastilinas.

Enloqueciendo entre bocetos.









La Razòn Amarilla






Parte de la razòn es amarilla, debe ser por el verano.
Yo vuelvo irracionalmente a algun punto de la orilla con
ella. Las olas rompen llenas de extrañas semiòticas.

Otra parte es de aceite. Creciò en las brùjulas y en un
ciclo de edades encerradas en los àrboles.

Parta de la razòn es amarilla pero en ello tienen que
ver mucho las cohortes. Una platea de hiedra. Una flor
hecha de cocodrilos.

Los barcos llevan murcielagos en sus ojos asi como
ancestrales asonadas de verbo en sus cucharas.

Los filos representan el himno donde un ser camina
alimentandose de bulbos. De vortices y precipicios que
escribìeron en una medula o la vida màs azul del
heliotropo.

Yo pienso en un electrodo.
En la existencia del magnesio muy cerca del botòn.
Yo veo a los pàjaros crecer en un vuelo lleno de mancuernas.
De pètalos y desesperadas antorchas.
De filtros.

Alguna hojarasca desciende de las amapolas.
La lechuza trota sobre un giro que no es impecable y en esas
cosas indòmitas propias de los hombres, brotan entre
sobrenaturales coherencias, sistemas.

Yo vuelvo a pènsar en un electrodo.
En la punta de la media con cabellos fijos de algodòn.
En el mundo devastandose entre lagos de tijeras.
En el pseudònimo y los anònimos movimientos de los legionarios
que aùn yerran en el eter.

Como forasteros.

Igual que exactos extranjeros de la tierra.




sábado, 11 de marzo de 2017

Esos Inmensos Telescopios






Los hechos llegan a veces de un liquido.
Poseen grandes proporciones de barro aunque eso no
tenga sentido. 
-textualmente no parece tenerlo-
Los hechos llegan a veces de un liquido. Las silabas tejen 
a la vez piràmides sobre lo indòmito y en las cascaras donde
se dilata una cuchara, el ala de una 
avispa roza sus hilos de bronce.

Los hechos o manifestaciones.
Las reproducciones o vilos con estandartes segregados
por voragines.
Las indicaciones de la sed en un muelle proclive a las tendencias
y arcos. A las garrochas donde escaladas de musgo
regresan de lo primitivo con transparentes
mamiferos.

Dìas de granito y escolleras.
Linternas cuyos idiomas desprendense de los rìos creyendo
alcanzar un cometa. Eso es imposible. Las linternas
desprenden sus idiomas cuando hay una
cupula, nada màs. Ello sucede en el ambar y todas
las revoluciones que son grises.

Prologos de àrboles donde sueña un devenir con la hojarasca.
La cigarra y el halo sumergiendose en una pupila de brea.
El pulmòn sobre una vereda de bicarbonato y rapiña
oscilando o dirigiendose entre cultivos de agujas, hacia un
poderoso resplandor de entrañas.

Hacia un dirigible cuya voluntad es de granizo.

Los hechos llegan del color, del estambre.
De los peciolos con nombres que aùn no adquieren los del devenir.

Y yerran en los puertos de la piel, llenos de esos inmensos
telescopios.







De Alguna Manera






Las palabras pertenecieron en un principio
a los solidos. De alguna manera descendieron desde ellos
a los hombres. 

Las palabras descendieron guiadas por catedrales e ideografìas.
Entre contenidos de plomo que por lo general eran
de goma.

Eligieron el peso y las contradicciones.
El verso de una lengua en el invierno, rodeada de
alquimias y ladridos. De fanales.

Se solidificaron en la arena.

Eligieron el mar con algunos escrùpulos.

Las palabras llegaron a la igualdad. Guardaron bacilicas
en sus yemas. Anunciaron epistolarios donde
las vanguardias tenìan el sabor del cartòn
y el aceite.

Ascendieron nuevamente a si mismas sin redenciòn alguna.
Escupieron en los hocicos y vellocinos de las
reencarnaciones mientras la espuma completaba el origen
de un pseudònimo en la fantasìa.

Llegaron a la esquina de una lupa donde giraban placas tectonicas.
Incursionaron en los epicentros.
En los megàfonos encendidos por la noche en una flor.
En los paises donde las habitaciones llegan
con proyecciones rosadas de fe.

Las palabras pertenecieron en un principio a los solidos.
Siguieron a la religiòn segùn la politica de los elefantes.
Destruyeron la distancia desde un acantilado porque ello era
imposible.

Las palabras caminaron por las epifanìas, pero no tanto.
Llenaron de bloques congenitos las alegorìas.
Conjugaron hormigas y flotas marrones de petroleo.

Las palabras descendieron desde los solidos
a los hombres.

De alguna manera entre esos hombres encontraron 
el camino al espìritu.




viernes, 10 de marzo de 2017

Quimericos Enjambres





Durante una campaña con barcos o inercias de peciolos.
En el idilio encaminandose hacia la soledad con un dromedario
en sus helices.
En la boca de un anhelido que muerde tijeras.
Que coloca superficies de añil para una historia donde el 
verbo pueda verlas. Cùal de todas serà.

En las elipticas y cantos de antimonias, sujetados por
naipes donde un nihilismo cruza la noche con su corazòn.
Con el albedrìo de un fragmento pagano donde
se irisan los paraguas. Claro, sabido es que un paraguas
no se irisa. Puede parpadear pero es otra cosa.
Puede ser iluminado lo cual sucede entre diminutas 
temporadas.

Durante el sequito de ambar en una moneda mientras
el sol es una corola incendiada por megàfonos.

En la configuraciòn de una elipse en las sienes.
En las constelaciones de un rostro entre las marejadas.
Entre escalofrìos que siembran sus colores en la
arena y por un instante se cree que todo pertenece
a la arena. No es asi. Ese instante pertenece a una
mosca igualmente.

En el futuro de las quimeras en el interior de un plano
donde las cabelleras son alcanzadas por espinas.

En esa misna espina donde la intensidad precede a 
los coloquios llena de recolectores y alamedas.
En las antropologìas de los hemiciclos.
Con una flor de acero intentando devorar un quiste.
Una ley programada por el sol para un tiempo en
que los opuestos empujan teoremas de acido.

Sedimentos donde las linternas recogen de la oscuridad
su cultura.

Una cultura llena de fasciculos.

Y quimericos enjambres como el hombre.









Diagrama de Xilografìas y Nucas







Alguna vez se puede ver un cometa. Eso es ancestral y
quimico. Esporàdico o sinuoso. Alguna vez las sienes
reconocen sus medialunas. Medialunas reencarnandose
en una orilla de dagas con practicas epicas-hegemònicas.

Y en ese alguna vez los muelles y espigones. 
Los avatares del abalorio. Los crucigramas con
esguinces poèticos. Las circunferencias o los
epistolarios donde el mundo no deja de tejer eventos
con circulos de arañas. Esto ùltimo posee un
fondo espìritual donde tambièn cabe un buho.

Alguna vez entre las resurrecciones. En el ùnico lunar 
de la carne empujado por la mesa. En el diario donde
espontaneos olores de cicatrices dimensionan la espuma.
Las crestas que vuelven a esfumarse en los tejidos
con leyes de brea y capitulos de entrañas amarillas.

Quizà es posible ver un cometa. Llegar a una primavera
llena de trapecios. Ver como se incrusta un vortice entre la
realidad. Percibir un logaritmo de polen. Observar el
inicio solar de la gravedad en el hemisferio, cuando las
bandadas son inspiradas por membrabas de petroleo.

Alguna vez se logra mirar un cometa. Ejercitarse
entre sus puas con un diagràma de xilografìas o nucas.
Lleno de veleros marrones en el pecho, en un fenòmeno propio
de aquellos hombres que se adhieren sòlo a los
àrboles.

Hombres que de noche la poesìa arranca a la lucidez de 
otras raices.










El Oleaje de Barro





Se hallaba sobre una figura. Exactamente en la parte
donde la silueta de esa figura formaba su cuello.
Lo recuerdo por la brùjula en ese cuello orientandose
a una curva. Lo recuerdo por el sonido de las silabas
intentando unirse para llegar a una palabra.
Luego un poema se convertìa en husar.

Castillos de madera este dìa de asombros; asombros
boreales para poder llegar. Estelas en la orilla llenas de
cangrejos y puas.

Versatiles nombres con los cuales se cifrò alguna vez
un sentimiento. Una clase de sensibilidad que fue
adolescente. A este patio siguen llegando sus legañas.
La leña llena de transfiguraciones en la lejanìa de
un puerto, lleno de pelìcanos y astros.

Piastras en el lumen del betun dormidas en una bocina.
Catalejos de carne recogiendo sus huesos de una alhambra
donde el cefiro...

Tupidas atalayas de eter donde bebe del aire el veneno.
La liana con frases de pavor o escrutinio durante el
viaje de las anclas.
El arnes sobre la estepa con nùmeros de prolipopileno.

De costras de vidrio hundiendose en un pantano.

Bajo el mismo, serpenteaban oleajes de arcilla y de barro.






jueves, 9 de marzo de 2017

El Destello en una Lampara






Era una lampara. Un destello en ella se acercaba
a la realidad. Era un horizonte, como aquel que
separa la luna del bronce. Una esquina donde el
verbo no era suficiente y la necesidad llegaba
con un àrbol.

Despuès fue un baul. El oxigeno encerrado en el 
mismo pertenece a los clanes; su reguero de
en una pergola descrita por los arcos es 
de arcilla y escarcha.

Primaveras de relojes para un universo continuo
de espinas y alambradas en el lenguaje.

Iones en la punta de un iceberg con nervaduras 
caidas de los tornasoles. Arrobos en
la velocidad de un cristal arriado por planetas.

Era una lampara. Llegò de los manantiales, pero
pudo haber llegado de los crateres. Formò epifanìas
y tactos de uvas que siguen a los leprosarios.

Escribiò en la burocracia de las cenizas.

Tenìa el presente del trigo cuando desciende por
el hambre con una gota de humo.

Llevaba pulmones conviviendo con el yodo.
Intermitencias y planos. Medulas de plomo en
una orilla ebria de siseos de helices.

Era una lampara o la existencia de las sienes
en los objetos de un manantial.

La llegada a anonimas ceremonias de tinta.

De tinta y papel como sucede en un trazo.

Un trazo cubierto por naves de clorofila.

Por constelaciones de hipotalamos.








miércoles, 8 de marzo de 2017

Las Orillas del Mundo





Como un pedazo de oscuridad encerrada en algùna grieta
del dìa. Un pedazo que no puedo regresar al azul.

En los miles de pliegues de que se forman entre
la luz mientras el sol deja caer sus rayos.

En la naturaleza inmovil o en movimiento de los àrboles.
En la armonìa o el caos en el temple de una hoja
en la rama. Allì donde muerde el ave el aire.

Como una forma de agua que se vibra o se agita entre
sus demonios, emparejada a rosadas citas de albedrìos.

En las apariencias y las cascaras que vuelven a disecarse.

-ya lo hicieron otras-

Entre los apellidos de los hombres, colocados despuès
de los nombres.

Como un martillo que se aloja en un reflejo.
En una historia de zinc conservada por los manantiales 
en los techos.
En la protocultura con que cada copo de nieve se forma.
En sus carencias epistemològicas y dado que aqui hay una
ceremonia, el sonido de las puertas en una corola.
En una estela.
En una alborada propiamente de aluminio donde duermen
ciertas cosas. Ciertas propiedades.

Como una lampara o el ojo de la linterna descendiendo
por una nebulosa de fosforo.

En los martillos nuevamente porque en ellos se encuentran
los carbones con que escribe la luna.

En el follaje del interior de esos carbones.

En los galeones y junto a ellos el vaticinio de los dragones.

Los dragones sobreviviente de orgìas boreales
o algo terrestre-mitològico como las silabas en un unicornio.

Mirando todo aquello que es capaz de escarapelarse en
las orillas del mundo.








martes, 7 de marzo de 2017

Teatro Maeginal y Mistico II






En el lecho de un cocodrilo untado de anilina.
Sobre estructuras celestes poeticamente organizadas.
-lo cual dista mucho de la realidad-
En el lecho de un cocodrilo con una primavera 
en la boca. 
Allì alcanza una efigie su teatro.

Tal teatro es un cuerpo que aterriza ocasionalmente en
la brea. Tal teatro es una definiciòn con enigmas extrañamente
contemplada. Dotado de jirones y alamedas, como no
de suburbios, lapices y quintaescencias
forcejeando en las helices.

En este teatro se llega a lo marginal de manera inminente.
Con bolsillos y mochilas de bronce.
Con el fragmento de una tabla equinoccial como las que portan
esos seres denominados virreyes.
En aquel donde se llega a lo indòmito de un puerto que 
deja fermentarse un poliedro.

En el lecho de un cocodrilo untado de anilina.
Untado de espigones y pensamientos que caminan a las cosas
con el temple de un cable o la electricidad
de una libelula en el vientre de un collar por la noche.

Untado ademàs de peciolos. De nervaduras o algo solido
en las cascaras que oprimen las astillas. Puede ser un kilometro.
Puede ser una tiza y hasta es posible que sea
una mañana de horoscopos
con un salitre de ambar en el pecho
cubriendolo todo.

En ese teatro semejante a esta vida buscando otra vida en
la que llevo.

En ese lecho -por no decir teatro- marginal y mistico. 

Allì es donde el polen -no en otro lugar- vuelve a sumergirse en 
en el jadeo de sus expresiones.














Episodio Dialèctico



O Antìlope Racimo

Es una palabra. Al final de la mañana el viento
la incrustarà en una hoja. Para esa palabra no hay
otro sentido.

Una palabra cubierta de amaneceres y llagas.
Buscando el mar o el oxigeno en una trayectoria.
Pisando a cada instante el abismo.

Nada en la composiciòn de esa hoja es ajena a
lo siguiente: un diario hiàlino. Lleno de entelequias.
Palidamente axiològico.

Inundando por momentos las ventanas que 
aprendieron a decir sus nombres en los filos de los
cuchillos.

Escarbando en las algas como si ello fuera el màs 
tempranero movimiento de la duda. De los candelabros.
De esas azules sospechas debajo de una rama
cuando el pàjaro que parte lleva en sus alas el color
del oceano.

Y en sus sìlabas la fantasìa de un tallo en la
orilla cita episodios de dialècticas. Fraseos de agua
entre conjuntos de sepias varadas en el eco de
un antilope racimo.

Talismanes al borde de descenlaces en la silueta
de un olivo. El dìa sobrenatural perteneciente a una horda
de la cual se desprenden elipticas manadas.

Pronunciaciones de sol en los travesaños
conservados por el galpòn y las catapultas de un vilo
acariciando la espuma entre los rastrillajes.

Entre los promontorios. Bajo un horizonte de sienes
de madera, ensortijadas nuevamente en un tronco.

En un tronco que hace siglos sòlo era la naturaleza
de un tallo.





lunes, 6 de marzo de 2017

Orientaciòn del Lenguaje






El lenguaje desciende por el carbòn con una hoja de nieve.
Los tambores de mercurio hacen lo mismo.

Antigua es la inteligencia que roza sus ancestros con un
hilo de carne. El verbo? El verbo como casi siempre
anhela el agua.

Sobre las siluetas un punto de sombra llega a una pregunta.
En los fosiles el dia es de algas y cofres.
De mochilas que se prolongan. De una ciudad como la
que habito; En una de sus puertas son oprimidas
epifanìas.

El lenguaje vuelve a las calles, pero para ello debe ser
abstracto.

El silencio oprime alguna de sus etiquetas; todas estàn 
llenas de pròlogos. La nada empieza a renacer sobre si misma.
Bien sabe que todo renacer sucede entre las cosas.

Elixires de jabòn en un evento contemporaneo de sirtes.
Voces y columpios en las ojeras de un niño que lleva
una mandarina en la boca.

Los edificios vibran psicològicos en una medalla de
hambre. Parpadea el violìn entre las nervaduras.
La palmera alcanza un monòlogo.

El lenguaje desciende por el carbòn. En ese lenguaje
las efigies esbozan manadas de heliotropos. Epicentros
de galaxias donde se forma una especie de luna o en
su defecto las sienes de las iguanas.

Barcos de limòn parten hacia las alcantarillas.
El estuario vuelve al desierto reclamando sus escamas.
Parte de un archipielago llega al deterioro.

Nombres de espìritus sobre los templos despertando
entre circulos de magnesio.

El lenguaje desciende. 

-no es nada que no sepamos o ya haya sido dicho-

Se debe añadir ademas que  viento aguarda tal como 
entre antorchas era esperado.

Es decir con un fantasma de carne en el pecho.







domingo, 5 de marzo de 2017

La Gimnasia de la Entraña y el Aceite





Las galerías escoltan sus grietas.
En una de ellas una libélula de agua medita en
la gravedad desde ese meditar de alguien que posee
alas.

Se moviliza la fisica entre axilas de jabalíes
domados por reencarnaciones. Algún hocico dirá que
tales jabalíes son indómitos.

Lo increible dilata sus fasciculos en el tejido de un
hisopo arrojado a las controversias de una mandarina
orbitadas entre imagenes de telefericos.

Los paramos seducen escamas de brea. Aletas 
que llegan desde el principio de los mandamientos con
una bisuteria de cobre extasiada en un pesebre, orientan
hacia el sur sus espejos. 

Escupen las habitaciones en las bacilicas y racimos.

Las galerías escoltan sus grietas, pero no es todo.
Sobre los plesiosaurios el aullido es amarillo y proviene
de un lobo edificado por pseudonimos entre las runas.

Mascaras de agua en la arcilla con novedades electricas
y dicciones de sodio allegadas a un valle de salitre
donde un escarlata de sangre dorase.

Pristinas elaboraciones de colas en la orilla,
en las resacas del aluminio, donde miles de crestas
provenientes de una olas por un instante
se juntan.

-pero la orilla a lo lejos se pregunta por la ola-

La orilla a lo lejos recoge los abecedarios de un farol
convertidos en lechuzas y en un proceso de fotosintesis
la ciencia de un sueño edita sus zoológicos.

Carbones de hierro en un muro de papel donde los
acantilados presionan la sepia llenos de balsas aún 
humedecidas.

Entre gimnasias de entrañas y aceite.








Vocabulario de Goma






A cierta hora salen a las calles a buscar las mareas.
El ritual es el mismo desde hace algunos años.

-sin embargo nada puede afirmar que tal ritual es milenario-

Las casas que caen de la nieve afirman que hace siglos
los rituales eran otros. Claro, los animales no eran los mismos.

Yo camino al lado de los collares y pienso.

He dormido mirando como eran lanzadas las jabalinas
durante toda la mañana. Sólo las ví cruzar el hemisferio.
No tenían un punto de partida ni uno de llegada.

Están allí en el aire eternamente.

A cierta hora salen rodeados de automoviles.
Entre rafagas que llevan microscopios y anforas.
Sobre cartilagos que empujan hacia la sal el 
conocimiento. Creo que más apropiado es decir hacia
la sed.

Audifonos de plata se mecen entre los auditorios.
Brotan alguaciles y anfitriones de barro ebrios de sediciones.
Se levantan musculos en los juguetes con un vocabulario
de goma. Con una paradoja de plastilina el iglu
serpentea entre los vandalos.

Voceos de barro que elaboran juicios de arcilla en
el platino mientras los minerales exhiben el filamento de
un pulso en la radiografía de un enjambre, lleno 
de morgues y xilografías.

Y a cierta hora. Obstinada. Casi desesperadamente.

Ellos salen a la calle rodeados de automoviles.
Buscando las mareas.

E intentando verlo.








sábado, 4 de marzo de 2017

Hidraùlica del Peciolo






Del peciolo a la nuca hay toda una hidraulica.
Una dicciòn en los cabellos con sintomas de vocabularios.
Un diàlogo que emerge ya sin ninguna arquitectura.

Las estrellas se irisan o silban despertadas por las
fraguas. Los motivos en ellas poseen la lealtad de
un buitre a la luna. Se irisan o silban como un 
trascendental espejismo
donde el diario 
de una transmisiòn escinde una fabula.

La elasticidad vuelve a los objetos.

Llegan al bronce las cadenas.
A la edad de los capitolios con espumas de escarcha
incendiadas en las facultades de un pino 
en la duna; inauguradas por la hoja
que entre lo milenario llegaba con 
una grieta o la melena celeste llena
de murcielagos. De prototipos.

De escalas segùn la particularidad de un espigòn
en el vilo de las plantas. De las lupas.
De los unguentos con caleidoscopios. Con himnos
y suturas para que cada vez màs se pueda
ver en ellos.

Del peciolo a la nuca hay una hidraìluca.
La conmociòn o el extasis preguntando por algo
exotico configurado en la electricidad.

En la energìa que atraviesa el novimiento
o el pubis.

Alineados entre parajes y demonios
dirigiendo una idea de barro hacia el azucar.





Hay Dìas






Hay dìas como el cimbalo o el violìn en los ojos de un gallo.
Un dormitorio con jabalinas azules. Un cartilago. Hay dìas
donde la mirada intenta explicar la llegada de la imagen a la
razòn; inutilmente. Entre la razòn la imagen pierde una 
parte de su existencia.

-yo creo que asi llegan a la vida los epiteleos-

Hay dìas como el jabalì. Iguales a los manuscritos de dios
encerrados en la arena. Junto a edificios o cupulas que narran
en las siluetas de las efigies el espacio de un triàngulo, la
vida de un ciempies.

Dìas dormidos entre composiciònes hermeticas.
Duraderos como el segundo o el latido de una mosca en las
digestiones del vientre. De las sienes con articulos.
De los edictos legales de los peces entre circuitos parecidos
a una alhambra.

Estàn los cabellos con lamparas.
La ira de los vortices en un bergatìn de uvas.
La llegada a la luna esparcida por algùn adjetivo. La
silenciosa diestra de un nomade cuya vida es ensayada dentro
de un poema. Cosa extraña y siempre incomprensible.

Està eso que es llamado incomprendible. Llenando
una habitaciòn de agujas antes de la llegada de una astrologìa.
Antes de la llegada de un helicoptero con helices que
giran desesperadas.

Hay dìas como la teorìa o la puz de un hocico
imaginado entre recreos de limones.

Entre manantiales -que sin saber porquè- se dirigen a 
los acidos.

A los pròlogos donde respiran los capitulos.

Completamente ebrios de adioses.











Composiciòn de la Carne






Recorrìas un peciolo. No poseìa espacio
ni tiempo.
Era como un animal lanzado al interior de la porcelana.
Igual a una piastra de trigo donde las esporas crean sus alabardas.

Despuès de ello creo recordar que viste el sonido hace siglos
atravesando la noche transformado en materia.

-fuè un fenòmeno que guardaste entre inocencias y quimioterapias-
-fue un eufemismo, algo que percibes sin necesidad de mastiles
ni intuiciònes-

Te alimentaste del tallo.
A diario yo hacìa lo mismo. En el fondo, sin embargo en cada cual
era diferente y no lo digo por el metabolismo ni las
zancadillas. Tampoco por el hecho de que una lagrima descienda
del techo con su gato. En el fondo ya no son importantes
esas cosas.

Despuès te reencaraste en las piedras.
En la unidad de los helechos que por regla en un diluvio siempre
van a estar mojados. Lo curioso es que no se ahogan.
Se mantienen allì  -no sè si de manera indòmita- pero colocan
sus muelles y sus olivos, sus cebras y cuantificadores.

Recorrìas un peciolo. Un estìo de aceite. Una màscara de
huesos donde el hemisferio desplegaba un veneno semejante al
calor. Los dìas obviamente pertenecìan a un abominable
verano.

Yo escalaba un sudor.
Yo subìa las escalinatas de un vapor constituido por vagones.
El viento era alquimico como una hiena.
El sigilo era mistico como una pantera.
Detràs de los fragmentos se musittaba que las ceremonias
de las ciudades eran ciertas.
Que los secretos sòlo tienen sentido si nunca es rasgado 
su velo.

Pero no.

Ambos sabìamos que el viaje continuarìa a travès de ese
secreto.

La finalidad era saber de que estaba hecha su carne.











viernes, 3 de marzo de 2017

La Noche es un Cuerpo






La noche es un cuerpo. Alguna de sus figuras
son suficientes para ocupar la extensión de una hoja.
Otras formanse en el hemisferio.

Tales figuras rigen el cultivo del himen en una citara.
Tales figuras -hasta donde veo- se encuentran llenas de
recipientes y cigarras.

-lo de las cigarras puedo entenderlo-

La noche es un puerto.
Sobre él hay una cultura de latas y equinodermos 
entre la intensidad. Sobre él la composición del sodio
en una herida adiestrada por el genesis. Una sin
olivos.

Pajaros negros cruzan el espacio.
Fantasmas -a excepción de los espectros que escriben
otras cosas- escriben entre los objetos.
Las luces son distantes. Luces son llenas de iones.
El oceano es de neón pero eso ello pertenece a la hojarasca
de otro genero.

La noche es un cuerpo que resplandece sin ninguna profecía.
Yo lo miro y trato de entenderlo.
De comprender el significado de las calles que ha habitado.
De los seres que amó u odio.

Yo lo observo ahora que aquellas figuras que se formaban
en el hemisferio alcanzan finalmente su forma.

Y en la corona de un árbol, brota al fín un circulo.












jueves, 2 de marzo de 2017

Las Superficies de los Galeones






A veces, en ocasiones, lleno de flancos y articios
el lenguaje forma una caverna. Un historial de silice
o de seda. Una maniobra en las circunvalaciones
del sol cortado por el barro.

Para un sol cortado por el barro debe existir algo
escencial en ello para que suceda. Por eso deja su razòn
al borde del universo. 

Asi es posada frente al precipìcio.

Los precipicios llevan ganado y avispas. Cartas donde las 
revelaciones eligen algo sobrenatural en las particulas
de jabòn. Lease una deformaciòn.

Los precipicios conciben angulos historicos
en las medallas. Las medallas son intocables como
las escamas de una iguana, un atardecer donde
se moviliza entre telefèricos.

Hasta allì el lenguaje parece haber llegado a la
apariencia.

La apariencia es una realidad con uniformes 
oscuros tejidos por limones.

La apariencia es el acertijo de quien tiñe las mareas
de rojo entre los decimales.

Coloquios y enjambres de carne entre autobuses
de carne, donde la inteligencia reproduce las palabras
oprimidas por los rangos.

Monòlogos -en apariencia, nuevamente la apariencia- y
sequitos de estrellas que rozan el albedrìo
de un pelicano en la fuente
donde todavìa yerra una uva con perimetros de sed
y temporadas de plasma.

De talones de arroz en el pelo.
De escalinatas inexorablemente en el mineral
de una colonia empujada
por los griales hacia una cupula.

Hacia un dòn compuesto de millones de bozales.

De millones de lapas y dragaminas.

Escribiendo palabras que en conjunto crean
algo muy parecido a la poesìa.

Todo esto en las superficies de los galeones.





Metabolismo





Antes del sueño el sur era un moneda amarilla.
Un recorrido del astro en un pubis.
Una escala terrestre de alfiles.
El vientre de un pelìcano ascendiendo por una
gota de aceite.
Un evento posmoderno de escenas donde los simulacros
sugerìan o llegaban a la luz con una esquirla.
Antes del sueño el sur era un labio que propalaba
veletas.

Y a pesar de ese sueño
ello serìa asi hasta el fìn de los tiempos
ello destilarìa voces y transfiguraciuones

los idilios del sol en un anillo.
el timpano de plata exhaminando cenizas de carbòn
en algùn vuelo.

Para esto debo decir que todos los objetos volaban.

Antes del sueño los objetos no se desprendìan del
vuelo y las figuras se empinaban en una
curva para escribir sobre el meridiano de un 
proceso, de una galerìa cubita y dorsal 
como un peine en el interior del
hemisferio.

La electricidad se agitaba en las sienes.
En los craneos de arcilla en los relieves alimentados
de peces.
En la brisa que era posterior a los nombres
donde el espacio posee animales
y silvestres diluvios para quien humedece una mesa
con lupas y orillas burocràticos.

-cosas asi tambièn hace el poema-

Cosas asi resucitan del viento buscando un anèlido.
Una pantera invertebrada con purpuras axilas.
Un veterano cometa que sigue a los colores.

A los navìos que impregnan de serpientes los muelles.

Creyendo que ello es el significado - el màs azul- de 
todos los metabolismos.





El Sueño de las Constelaciones





Las constelaciones duermen.
Algun espìritu descifra en ellas las orillas donde
se desprende hacia el mar nuevamente 
la espuma.
Las bocinas guardan entre cajas de fosforo una
libèlula.
El prologo es inedito como las selvas de los 
opuestos en una nave reciproca.

Observo en los yelmos. Empirico y amarillo
como un tropico. Como un festìn de elixires entre
las cavernas. Entre el astro con rituales
y ejemplos de salitre incandescente.

Las constelaciones duermen.
En algunos de sus sueños se encuentran las
palabras de la realidad. En alguno de sus
sueños el vortice y el velamen
donde los filtros
incrustan el caracter del lampo contra una
ciudad. -Incrustan tambièn la naturaleza de la
yesca-

El eter se inclina en las puertas
de una cascara y misteriosos pupitres de algodòn
devoran candiles de yodo.

Luces intermitentes como en una manada.
Temporadas de carne en la razòn ocupada por el
verbo de un molino.
Pergolas donde el sol devora un digito.
Un complemento de sal.
Un tatuaje en el pico de una botella.

Las constelaciones.
Narradas por las orbitas o no tienen un curso 
de balcòn o epopeya.
De topacio o espiral arrancado del agua.

Narradas o no los nomades se preguntan
por la llegada de ese dìa en que los 
manantiales
se perderàn en los àrboles.

No sin antes haber intentanado formar otro 
oceano.








Las Puertas de las Helices





Era como una efigie de color azul. Dormìa en
las hojas de un invierno. Un invierno
sin talismanes. Ebrio de espuma. Un invierno 
lleno de ramas.

Como una lampara que adiestra superficies de luz
en edades de sombras o el trueno que cae en el enigma 
de un antilope dorado.

-¿acaso eta su su ùnico enigma -es màs- acaso era un
enigma?-

Igual a una urbe y un lenguaje en ella
prolongandose hasta el final de la madera, sobre
gelatinosas edades de plomo o quizà, tal vez
la extraña coherencia de
aquello que
solamente se presenta en el infinito de los màstiles 
donde
las velas ondean.

-esa coherencia pertenece a la naturaleza del oceano-

Era como una estaciòn de puentes. Una regiòn
de matices purpuras entre los despliegues
de los dragones
y uno que otro movimiento escribiendo en el
principio de los cabellos
con un tallo.

Las partes de las helices que caen del agua.
El muro de limòn que desprendese de una estrella definida
por las profanaciones. El cefiro que roìa lo hialino
porque despuès de lo hiàlino la transparencia
encuentra sus relieves. Sus cartas de 
vidrio.

Su lenguaje, porque todo lenguaje roza el ozono antes
de hablar de la atmosfera.

Y esos destellos entre sus silabas, aludiendo a 
esa diminuta.

A esa pequeña lucidez en ella.

Donde el universo encuentra la verdad.







miércoles, 1 de marzo de 2017

La Linea Emparentada a las Cosas





La linea està emparentada a una aguja. Ello
quizà no sea todo. En la aguja se encuentra cifrado un 
desierto. En su vientre parpadea una araña.

-emparentada tambièn a la magia, pero eso es otra
cosa-

La linea que alguna vez fuè unida a los circulos.
Que determinò el sequito para los fragmentos.
Que llamò a un obrero. Que cubriò la realidad de violines.
De saetas y sartas como las que llevan en sus melenas
los unicornios.

Que naufragò debajo de los molinos junto a los rehenes.
Que llenò de cupulas la inmensidad y el ùnico rito de
una corola; rito deformado por una avispa. 

Que despidiò a los preàmbulos y en su digestiòn metabolizò
cosas como las uvas. La linea que crece a diario en 
los lagos con la mitad del torpor en los ojos de una lechuza.

Que lapidò animales aerodinàmicos en los alfileres.
Y distribuyò a los jaguares en la arena de manera inhospita.
Que se ensartò a una teorìa de cartones en el alba, cuando
los precipicios eligen de la realidad los nombres
màs puros del vertigo.

La linea que dejò de levitar al contemplar lo sagrado.

Y lo sagrado era un gesto metafìsico en las uñas.
Una politica de algodòn conducida por una bandera.
Una serpentina en la cual las nutrias desgarran los epitafios
con el sonido de un arnes en sus bocas.

La linea con esos paises de sudor, casi de hidrògeno.
Colectivo animal de inmensas patrañas en el oido
junto a miserias constituidas por frases y palabras rojas.

Que fue contemporanea sòlo en los micròfonos.
Sòlo en los cartilagos de una manzana. Vanguardista de
escolta primitiva yo no te conozco.

La linea que atraviesa una manada de peces en las autopistas 
del viento por la tarde.

Cuando los crepùsculos en la distancia muestran sus aletas
y el desesperado frenesì de sus bocinas.

Desfigurando el sonido inutilmente entre los ecos.