Espero que sea tarde cuando las cosas
empiezen.
La brisa se habrà encontrado con una
palabra en el vientre.
Los buzos llegaran a nuestros cabellos
con una horda de barro.
El pubis al cual retornaban las cartas
tendrà un plebiscito de carne en
uno de sus perdigones.
Entre la piel -donde descansan las
celulas- recordaremos un planetario
donde miraban las constelaciones
extrañados los insectos.
En la cascara donde nace el abismo ya
no explicarèmos la reencarnaciòn de
los trenes.
Habràn coleopteros y rìos.
Seguramente habremos llegado al
principio de la tarde con una cadena en
la boca, donde los pàjaros tejen sus
casualidades. Ya no hablaremos de las
nuestras, pero invocarèmos al mar que
no es la suma de los rìos y oirèmos en
el rostro palido de una cresta, el nucleo
distante del limbo.
Tarde. Todo barco serà ya una clepsidra.
Nosotros que no calculamos el tiempo
nos perderemos en el mismo, llenos de
sonidos de cartones.
Buscarèmos en las plazas el sueño.
Respiraremos como lo hace un demonio
al recorrer una alameda.
Respiraremos semejantes a un modulo
o una parcanta.
Entre cisnes y contaminaciones tocaremos
el plexo de una barricada.
De un concepto tal vez derivado de lo
poetico, mientras inmensas orilla de luz nos
muestran el camino hacia el infierno.
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