lunes, 4 de abril de 2016
Esta Luna
Esta luna de azabache y encìa.
De leche que duermen entre los polos.
De salvaje corazòn de niebe donde se adivinan la
vejez de las palomas.
Esta esfera de mineral que escribe de los templos con
invertidos jaguares de ceniza en uno de los juicios
donde los latrocinios se desvanecen igual que
los dramas.
Esta noche de metal y corolas.
Que es antigua y tose como lo hizo nunca un plenilunio.
Que recoge las ultimas horas del mar entre los que mastican
y arrojan barbaras estelas de color en los objetos.
Esas salas de muchachas ya irreconocibles llegando
de la lluvia con un invento de fluor, que avisoran y marchan
igual que todas las bengalas entre verosimiles percusiones de
ozono.
Esa carta de dios en un espejo, reflejada en el pico de
un buitre con imagenes de caucho e invierno sumergidas en
legendarias penumbras.
Este fluorescente de algodon sobre los panes. La vida de
la soeldad en la nervadura. El tacto en las arterias de un niño
elevado por los curazos dirigiendolo a su vez a un
grisaceo pleonasmo.
Ese planeta en la luz hecho de polen.
De perdigones que se arremolinan. De leones que
disputan a una llanta su xilografìa.
Ese acento metropolitano de la urbe.
Los eventos antiguos del oxigeno en una alameda.
La diàspora en el cetro. El canal en la urna.
Este casi cetrino movimiento -ya en la noche- con
que se hunden en la tierra mis pasos.
Y tambièn se ahogan.
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