lunes, 31 de julio de 2017

Poema





Alguna parte de esta esquina fue antes de agua.
Deliberadamente sus mitologìas abrieron la tierra para
que llegara al fondo de las entrañas del mundo.

El agua en su camino a las entrañas se encontrò 

con la naturaleza. Asi surgieron las raices. Las raices
dieron paso a los àrboles.

Las ramas de esos àrboles fueron habitadas por los 
pàjaros que en su vuelo originaron contrastes 
en el hemisferio.

Tal hemisferio entonces hablò de performances.
De rafagas que se superponìan  unas a otras para 
suspender sus vuelos. Asi brotaron
las heterodoxias.

Alguna parte de esta esquina donde respirò 
alguna vez el salitre.
Donde el pròlogo de un libro hablaba del
devenir en los deuteronomios.
Donde los objetos aprendìan a sujetarse de la realidad
igual que un sonido en la boca.

Justo en ese instante donde se adhieren a èl
las palabras. Un segundo antes tal sonido acababa 
de incrustarse en la boca.

Semejante a los huesos cuando se incrustan en la carne.

O la piel  mientras mientras envuelve un organo.







Principio de la Sabidurìa





Amanece en los labios rojos de una tijera.
En la sal regada sobre el ambar con otro frenesì.
En las embajadas del helio en algun lugar del mundo donde
vibra o se agita el sol. En la naturaleza del tallo donde
-extrañamente- la magia sujeta para luego
dirigir hacia la brisa una corola, un nombre de polen
que sòlo como lo inasible conoceremos.
En una tesitura de hierba que en la madrugada
era escoltada por los relieves.
Amanece en una luz que en el transcurso del dìa
serà desfigurada.

En el reflejo de una criatura en tus ojos 
que aùn miras. Que aùn observas convertida en movimiento
o pupila. En acordeòn o cinta de raices que navega
como una fiebre entre tus entrañas.

En las melodìas del hambre sobre los edificios de
sodio. En los adjetivos despuès de la palabra arnes que
todavìa piensas. En las sinuosidades del verbo
en la llama de una lampara.

En los alfabetos de una hormiga.
En la cabellera de un cisne que busca a otro para poder
hablar en plural.

Amanece en el microcosmos arcano de todo corazòn.
Donde el infinito a puesto como principio de la sabidurìa a
aquello que tù y yo llamamos latido.






viernes, 28 de julio de 2017

Escena del Limbo









Escena del limbo sobre una tijera.
Reflejo de un  marco de sueño en el mismo, supuesto por un tatuaje.
Las estatuas de helio.
El marco de sueño percibido por los cuchillos.
El león caminando sobre el agua con antorchas de fuego
colgando de sus melenas.

Escena que te descuelgas sobre un aire de fiebre.
Sobre una amapola de adioses o las lenguas donde se cubre
de arena un daguerrotipo.
La fabula del viento y el arnes.
El graznido por el cual las corazas del viento ascendían a
las sienes inclinandose.
El único árbol del paraiso resucitando en la nieve.

Muy cerca de una linterna de granizo.

Tomando un retrato de la luz antes de ser cautivadas por las
sombras.






jueves, 27 de julio de 2017

Poètica






Una silaba penetrando el opalo llega del iris o la evoluciòn.
Ello da origen a una poètica.
Descabelladas sinfonìas de acrilico son atadas a las
ojeras esta aurora de cometas.
Nacen los barcos como un errante enigma en la parte que
pertenece al plasma. Es dilatada una escollera.
En los albedrìos la existencia vuelve a dormir tal como
alguna rotaciòn prefigura. Prologos de sirtes
alcanzan un ideario. El arte fija en las entrañas uno que
otro velero.

Las corolas sobre un dìa de yodo escarban hasta 
llegar a una lata o un procolabismo.
La espuma es de escarcha nuevamente en las islas
aunque presumiblemente podrìa tratarse del polen cuando
es esparcido. El reloj detalla los origenes del universo.
De un vagòn de plasma articulandose al caer
del sol o las manzanas devuelven a la piel
la vida de los simulacros.

Nuevamente eso milenario en el espìritu vuelve
a un àrbol del cual colgaba una manzana.
Los planetas crean genesis paralelos.
Uno de nuestros silencios llega a ellos.
Dirìase la alegrìa o una tarde completa de
estandartes.
Dirìase el oceano enquistado en una dorada
bacilica.

En los destellos el equilibrio es una campana.
Una pantera que encuentra la libertad en una aguja.
Una pantera que encuentra en la arena el peso de una
astrologìa. La inspiraciòn abandona los arquetipos
en ella.

Pero entre las sombras. 

Debajo de espectros y fantasmas
vuelve a ella.







Llegada al Eter





Como un conjunto de aceite o pieles en un desembarco.
Como una realidad de espejos sobre lo hiàlino.
Entre los obuses y el sol invadido por repelentes.
En la habitaciòn contigua a los plexos donde calzan 
las fronteras un tiempo de aluminio.
Una hoja que regresa de enigmaticos surcos.
Una cascara descartada por un horizonte de nieve
y girasoles embalados en la nervadura de 
un heliotropo.
De navegantes que hablan y miran nihilismos.
Por expediciones de tijeras que asumen un hombro.
El nombre de una raìz en la hierba.
O el azulado sino de un crater empujado hacia los
tallos.

Como una estructura izada por los platanos.
Casi un pronostico cientifico de la realidad en los gremios.
En los pasillos culturales de una lechuza con increibles
cronicas de agujas. Con sorprendentes orbitas de
carne ante todos los hormigueros del mundo.
Igual a una performance de bronce en los idolos.
En el interior de las iguanas o lo indomito vestido de
fragata o cuchillo esta mañana. Dorado en el empeine.
Misterioso en un inutil torneo de alabardas.
Allì la escarcha devora un silencio.

Igual a un precipicio. A una luna en alta mar.
A un peritoneo de apariencias y mascaras como en el
principio cuando las religiones partìan de los mitos.
O las bengalas. O los cuerpos religados en
una mancuerna llena de prosodicos titanes. Ebria
de limbos o yescas como las que se derraman
de los higos entre las sienes.

Como en un conjunto de pieles y adoquines.
En los nombres de los relieves y volcanes.

Asi es como regresamos al eter, a las siluetas
de los lampos.

Despues de haber atravesado la realidad.






Lenguaje





Lenguaje antiguo. Cabellera que por la arena juega
incandescente con los presagios del agua. Para ti una hoja.
Una linterna colocada de manera amarilla como algunas
palabras que duermen en los petalos. 

Para ti una espalda. Una edad de pliegues iguales a
una caña. A un molino. A un pàjaro que conduce griales
de humo en sus alas.

Lenguaje antiguo por donde lo arcano pasa o se registra
con una vena de sangre. Con un lingote de vidrio en
el pecho. En la oraciòn o el segmento. En la existencia
o la curva. Y desde allì un manantial donde la
experiencia rota o bordea. Lanza o sobregira. Duerme
o se transforma en estaca.

En diario frenesì. En un àrbol de gotas. De composiciones.
De lustros que por lo general asumen andamiajes.
Veredictos de carne. Nutrias que se derraman en una 
calle de cera. En un traspies de yodo.

En tus escaleras la arena.
En tus bolidos la nutriciòn de un paraguas.
En tu sombra el espiral que gira sobre un cometa
extasidado ante una ventana de sepia.

Millones de grietas contemplan desde su mirada.
Miles de equilateros con un desliz
en las sienes.

Como aquellos que casi semejantes a un pensamiento.

Tocan el cielo por la noche.








miércoles, 26 de julio de 2017

Ceremonia





Con una ceremonia amarilla en uno de los pètalos.
Con la historia de un tallo alimentado por visagras y huesos.
En un planteamiento de olivo que se agita muy cerca
de la sangre.

En un atardecer de sienes dirigidas por martillos o
secciones de musgo que humedecen el calor de una alameda.
En una forma de llama o jabalì especificamente en las
tijeras, donde el polen llega en el amanecer 
iluminado por reencarnaciones.

Con una profecìa que se desprende del racimo y en su interior
desplaza cartones de cera, iguales a los que lleva una araña
en sus alas, una hormiga en su desasimiento.
En esa hormiga con algo tan inasible como las antenas en
su cuerpo.

Con un telescopio. Con una cabellera de zinc
devorada por los frailes y los equinoccios que contiguos
al mar llenan de manzanas un devenir de goma.

En la soledad triàngular del magnesio y las cartas
que recogen los astros para que creamos en los vilos y
estupefacientes.

En las regiones donde un artropodo se baña con la luz
de una uña y el soplo que se adhiere al metal
proviene de una gruta donde emanan hacia la realidad
los espejos.

En las cronologìas en cuyas parte de agua
se tiñe una coraza de velos marrones semejantes a la
clarividencia.

Con una ceremonia. Sì. Con una golpeando los 
griales en el poniente ebrias de bandadas de dromedarios
y aurora llevando el canto sobrenatural de un grillete.

Con una ceremonia.

En lo màs profundo de la realidad que es sòlo el
alejarse de ella.

Mientras la luz busca carbones.

Hemisferios de lamparas en su viaje hacia la
porcelana.






martes, 25 de julio de 2017

La Llegada al Caos





El viento desfigura una de sus calles.
Sobre lo propicio algo elemental y onirico embala
destellos de plomo. Dioses de arena en
la orilla descascaran frutos de 
platino.

Dentro de un silencioso ribete sueña el plastico.
En ese silencioso ribete tambièn los alfabetos de 
una vereda de ladrillos.
De espìritus con radas e himnos de bronce
tensados por cucharas.
Por grilletes que giran ante el descubrimiento
de la luz entre lo platònico.

El caso es que el arco empieza a describir
su miseria.
Esas exactitudes como las que pronombra un dìa
entre el salitre.
Exactitudes con navios en el corazòn y 
la memoria.
Seguidamente una fonetica es devueltas a 
la realidad luego de haber alcanzado el horizonte.
En una de esas llegadas se encuentra el origen
del sonido.
El vilo del arnes.
La teorìa de los peces.

Cadenas y cuchillos deshilachando el humo.
El tambor en una voz.
El colmillo en un muro que avanzò de los 
acantilados a las plagas.
A los mitos de los precursores.
A las sienes de las langostas.
A la sal en los labios secos de un rumiante.
De un ademan con la tarea de 
dirigir minotauros o 
legiones.
Mastiles de sodio o de leche.

El viento desfigura una de sus calles.
Pero ello es un preambulo nada màs para
reconocernos entre lo desconocido.

Y entre las figuras de ese preambulo.

Aquello llamado inspiraciòn vuelve
al caos.








Transformaciòn de la Arena





Sobre la estaciòn siempre hubo una corola.
Dormìa en secreto rodeada de acorazados.
Caminaba hacia el mar con una raìz en sus manos.

Regueros y racimos la escoltaban.

Tal corola crecìa un atardecer en que el ocaso
dejado atràs el meridiano y ello parecìa alcanzar
el significado de las cosas.

Luego surgiò el lenguaje en esas cosas.
Los proboscidos y una que otro rostro amarillo en las
ojeras. Justo donde eran colgadas las bandadas.
Y los heliotropos -como casi siempre- eran
de carne.

Sobre la estaciòn.
Es decir las huellas que forman en silencio los pasos
mientras el sol es de hule.
Y las cabañas son proporcionales a los adioses.
A las enzimas.
A los juguetes que parten hacia la sed con una
red de lipidos.
De industriales veleros como los que muerde
por la noche un niño en su boca.

En esa estaciòn que prefigura volumenes de piel
en la arena.
En los medanos donde las estalactitas duermen
en un profundo sueño compuesto por la eternidad y 
los faroles.

Por las linternas.
Por las fotosintesis.

Y uno de los pliegues  de luz que rozan bajo un
menguante la arena.

Un segundo antes que el hombre la transforme en
acrilico.





lunes, 24 de julio de 2017

Fragmentos





La piel està sujeta a los lances.
Al voceo de la linterna en una apariencia.
La piel es un ciudadano que baja de la noche a las
mareas. A las estrellas y los pasadizos
verticales por donde se adhiere al silencio una
foca. Un liceo. Una atmosfera con
relatividades lunares casi iguales a las que 
prefiguran terrestres el atlas de un coloquio.
El vortice de un procolabismo calzado
en la noche por un buitre.

Propiedades de escamas derivadas de esa noche
en que el lenguaje en el amanecer es desfigurado por
una daga en el vuelo de un racimo.

Caracteristicas de zinc en un las expediciones.
Embajadas de higos y cometas con propulsiones de
cotas y ejes incursionando en una
aleta. En un ideario. 
En un menguante con lamparas que desprenden
un zoològico.
Un abecedario que cada uno sobre la tierra carga
con una cronologìa de polen.
Con una disciplina solitaria de humo
cuando se camina detràs de las cigarras.

La piel està sujeta a la experiencia.
A la mirada que rota bajo un arpegio.
Al buitre que calza nuestro procolabismo cada 
noche en la arena.
En la fiebre.

Como si se tratara una temporada de fragmentos.

Cuyas partes deben ser buscadas a diario.

Para intentarlas unir eternamente.

Sòlo asi la piel encuentra el poema que le
pertenece.







Los Circulos de las Figuras






Algunos espejos se enquistan en el interior de la lluvia
creando el reflejo de una gota.
Otros resisten entre los bozales con un nudo semejante
al presagio.
Entre los que se orientan al mar existe uno sujetado entre
la realidad por el sueño.

Acantilados de sirtes empujan colonias de prismas en
sus superficies.
Universos de pliegues coexisten sobre lunares de sodio.
Entre la oraciòn y el barro los cometas rozan una citara.
Las ballestas son de cera ahora que el pulso es oprimido por
el vidrio. Por un mensaje de dioses que inclinan
una de sus sombras en las hojas; algo en esas sombrass
arranca a su propia oscuridad una
palabra.

Quizà la trayectoria de un astro era semejante a la linea
que se oculta en el horizonte igual que una ballena.

Tal vez en los cetros individualizaban los mitos
una herida. Un corte dado por la hegemonìa a los cabellos.
Una visiòn de una figura cuando duerme
y en algùn lugar de las sienes son atraidos los diluvios.
El aliento que es de ambar.

Quizà. Las epopeyas son como prologos de un arte
que es complice de todas las escoltas. Algo asi como 
redadas que tensan los vapores en los hombros 
de un poema.

En sus relieves.

En todo aquello que es ideal en las esferas de
las catalinas.

Antes, mucho antes de que unidas al neumàtico
den rienda a los circulos de las bicicletas.














sábado, 22 de julio de 2017

El Tejido de un Cometa





Algunas frases son creadas por las cosas.
Otras son hechas por intermitencias o descubiertas
por las flores.
Se encuentran las que miran el ozono desde sus
preludios.
Los que exilian un instante o sòlo pueden tomar
el verbo desde la sangre.
Las que descienden como embajadas.
Allì precursores ciñen a la lealtad el caso de un buho
que vivìa entre espirales.
Que se alimentaba de prismas.
Y llegaba a la oraciòn con el tejido de un cometa.

Sueños de lamparas dormidas en el albedrìo.
Fragmentos de marismas oteando entre las fiebres.
Universos que los escalofrios dejaron para un tallo
oprimido por el pulso en un invierno de
eslabones. 

En un invierno de fantasmas irisados
en un dije.
En una conmociòn.
En aquellas siluetas donde el equilibrio
conquistaba algo reciproco.
Una sed.
Una rada o los colores de la ira
en el interior de conos fosforescentes.

Preguntale si quieres a un poema.

A veces asi comienza la furia.








En las Entrañas





En las entrañas del agua los carbones lucen corolas.
Los hombres llevan craneos entre las manos mientras la
realidad los observa. Son hombres extraños con crestas
azules. Son hombres inclinandose a un abismo
de estrellas.

Tales hombre sujetan un rìo en una de sus bocas.
En otra hay un alfiler lleno de encrucijadas.
La herida de un abismo que parte de sus heridas
completa esta secuencia.

Contemplaciones para una soledad que vuelve a las 
avispas. Exhibiciones de musgo en una de las alamedas
donde el dòn de un emperdible toma de los cardos
un riel de abanicos.

En las entrañas del agua, pero pudo haber sido en
uno de sus capìtulos, no en sus carbones.

Pudo haber sido en el sol que lanza jabalinas.
Que rodea las hojas o presiona racimos.

En el viento que ahora se arrastra a la orilla
cristalino.

Despuès de formar una ola en el oceano.









viernes, 21 de julio de 2017

El Sonido de un Trueno





Alguien oye dentro de un caracol el sonido de un trueno.
El mismo ser camina hacia el desierto con ese trueno.
Los brillos focalizan o gimen. Las estructuras de un lenguaje
que desconocìa se dirigen hacia los monòlogos.
El peso de la realidad vuelve a precisar que la finalidad de
una silaba no es siempre vivir o crear en una palabra.

En el desierto al cual se dirige ese ser hay un osculo.
Un molino y la trayectoria de un aspaviento. Un sacerdote
y el fragmento de una guitarra con aladas ecuaciones.
Todas completadas por arcipestres y catalinas.
Algunas enarenadas por el sueño.

A todo esto en un lejano mar habìa un cuchillo.
Las envolturas con que se reencarnò entre la realidad
formaron manantiales de aceite. Al no existir agua
bebimos de ellos.

El tiempo pasa. Con una religiòn o el proyecto del
aire entre las marionetas.

Con una iglesia especificada por el oraculo en la
mirada de una nutria.

Alguien oye dentro de un caracol el sonido de un trueno.

Pero ya los pàjaros lo habìan hecho mucho antes.

En vano es que aquel ser camine con ese sonido al desierto.









Para que Aquellas Cosas






Para que aquellas cosas vuelvan a suceder es indispensable
un giro. Una veleta inundando con sus ejes el sur.
Un dios mediatico y hormonal rasgando lo màs poetico en
el diario de un elixir.
Quizà un vilo.

Para que el universo caiga del infinito objetandolo todo.
En los huertos donde el pètalo de una flor raspa el aire para
ver que cosas en el interior de su espìritu acontecen.

Tambièn es necesaria una hoja.
Un valle de incandescencias respirando.
Un tono lleno de iones donde la perspectiva del sol es humana.
Ardientemente humana como una fragata incrustada en
la frente de un niño o la secuencia de un pubis
atravesando un nucleo de centros 
escarlatas.

Ademàs una lampara donde el brillo se deteriora o se ciñe.
Un plano de admoniciones y adherencias.
Un conjunto de flancos o preludios donde la idolatrìa
calza un pez y los demonios resguardan 
el aliento de una andanada.
De un sonido que con su roce corta un horizonte de girasoles.

Para que aquellas cosas toquen la realidad es necesario
un juguete entre la transparencia.

Una sombra de carne llena de linternas.

Sòlo asi volverà a rodar por el mundo lo invisible.








jueves, 20 de julio de 2017

Orientaciòn a las Nueces





El lenguaje es el mismo.
Ha colocado su apariencia encima de las raices para
convertido en hierba poder tocar el aire.
Camina en una habitaciòn donde las escamas llegan a
supurar porque existe en esta mesa un lago de cera.
Una constelaciòn nada màs que de sol.

El aliento es una de las causas por las que escribe.
El vapor.
La dicotomìa o la ambiguedad de toda pupila.
De especificamente un neumàtico donde los parpados
se incendian.
Donde se queman todavìa los dirigibles.
Las homogeneas angustias del hambre en un aniversario
de virreyes; ese destello mediterraneo que peregrina
orientandose a las nueces.

El lenguaje es el mismo.
Podrìa afirmarlo con alguna selva en los ojos.
Caminar a travès de èl como lo hace una primavera en las saetas.
Existir extraño y desamparado en su vida igual que todas las latitudes.
Que todas los animales.
Podrìa llegar a una de sus aletas, a uno de sus perdigones.
A una tabla periodica de color marròn donde pasean las diamantes.
Los pergaminos elevandose desde el magnesio.
Desde los tanques de oxigeno.
Desde las marejadas.

En los antiguos lugares donde ese lenguaje toca los circulos
de las crestas hay un opalo.

Una cigarra que en el atardecer se posa sobre una membrana.

Entre dorados coeficientes sòlo porque son hiàlinos.







miércoles, 19 de julio de 2017

Invierno Otoñal y MIstico






El invierno es otoñal y mistico.
Las palabras se alejan de si mismas en él con otras proporciones.
El viento vuelve a naufragar en una de sus torres
y ello es como regresar a una superficie donde un hipotalamo
arrastra sus cadenas. Tal hipotálamo
me pertenece. Eso hasta cierto punto está bien. De alguna
manera u otra yo crecí igual que una cigarra.

El hemisferio se golpea contra mis sienes.
-es empírico y semivocacional-
El hemisferio que ha traido tradiciones y lampos.
Que camina por las calles semejante a una vaca.
-sólo las industrias preguntan porqué-
Que determina el criterio o la existencia de los lampos en
una escalera. Que llega a la ojeriza
o los talamos.

Este invierno es otoñal y esotérico.
Alquimico y puro como las contradicciones.
Ebrio de dos o tres aguilas y talones.
De jabalinas y escalas y cardos psicodelicos.

-todo cardo es sujetado por la albumina-

Lleno de lenguajes comunes iguales a los que rotan en
esta habitación. Aquí sé que los lenguajes no llegarán a 
los poliedros. Jamás a los estambres o las
exhibiciones del polen.

Que las medidas de la arena en ellos invocaran lampos
y multiplicaciones. Espíritus de escarcha.
Menciones donde los espirales sustraen un punto de
una linea.

Conduciendolo hasta la estructura de un vortice.

Donde formas como recipientes o acantilados
descubren entre sus limites una linterna.

Un arcano origen del sol llamado poesía.






Configuración





El cuerpo rodea el azul de una mandarina.
Entre los perimetros como en una narraciòn coloquial
la fonètica del vacìo recoge un presente
compuesto de hormigas.

La historia de un mundo con performances de 
estaño vuelve al yodo.

Cilindros de anilina
entre los volumenes de alguna palabra
incrustandose en el verbo.

Cilindros sobre las cabelleras de un hilo
representados por la etica.

Profundos inviernos en los objetos apilan de manera
heterogenea un velero lleno de neologismos.

De manera otoñal despierta una silaba
en los organos. Igual que una flauta.

El concepto de la belleza extiende su abstracciòn
sobre un pliegue de aceite. 
-¿Despertaràn otros mundos en aquellos pliegues por ello?
Volveràn a desfigurarse en  la realidad como gotas o
tallos de alfabetos.

El silencio es profundo como las esquirlas.
Gira hacia los menguantes.
Se desencarna de los perihelios.

El silencio es profundo semejante a un crotalo.
Al nivel de una estrella que ciñe entre la realidad 
su fuego.

Al gesto de la constelación que en este instante

se desvanece en un bozal.

Oprimida por un extraño absoluto.

Por una configuración hecha de piedras.











martes, 18 de julio de 2017

Teoría de Cascaras







Existen peninsulas -creo- basadas en las teorías de
las cascaras. Sistemas de sangre en un planeta de escamas.
Un planeta de escamas que además disemina lianas
y minaretes.

Sobre ese mundo se encuentran los patines y ciclos.
La certidumbre de una piastra con higos.
La manzana de agua en movimiento.
El latigo sobre una superficie de torres con
estructuras inverosimiles.
En una de ellas el átomo.
La identidad de una edad de silice.
El beso de antimonio dorandose en las batistas.
Las sirtes de una dimensión donde llegaban a las ciudades
para ser tatuados los hipopotamos.

Veleros de carne en una configuración de mejillas.
Testimonios sobre un jabalí acariciado por el orin del cielo.
Imagenes que rondan las galerías de los parpados
para crear sus grietas. Encuentros 
de sal y aluminio ahora
que contemplamos aquello que huía del sol
con un espejo sucio
para asi alcanzar la miseria.

Existen peninsulas, Desfalcos. Pacientes entre una 
y otra gota donde la memoria divisa los ángulos de la arena
en los muelles de los pájaros.

Sólo en los muelles de los pájaros.

En este momento uno de los mismos toca el cielo con
su vuelo.

Y todos nosotros nos juntamos en algùn lugar del mundo
esperando igual que èl que logre convertirse en pelícano.







Las Mandibulas de la Brisa





Algunas veces esta casa posee un significado.
Un libro de arena ortopedico.
Una araña envolviendo con su tela una mosca.
-eso sucede en los rincones de los muros-
Un tejido de papel con silabas que fue dedicado 
a la transparencia por el insomnio.

En contraste de ese algunas veces está el siempre.
En esta casa siempre cuelga del aire el oxigeno.
Las mandibulas de la brisa.
El día con su opuesto la noche.
El animal terrestre y el subterraneo.
El que desciende la escalera y el que asciende por
ella.

En esta casa siempre hubo una silla.
Un tenedor.
El calculo amarillo en la mesa.
Un circulo donde la locura posaba sus jinetes.
Su abracadabra.
Su sol lleno de adioses y máscaras.

Algunas veces esta casa posee un significado.
En algunas ocasiones un valle de trompos en alguno
de sus dibujos. Una veleta. Un diario voceando
efemerides junto a un espejo meticuloso.

En contraste esta casa es una cronica de sal
diariamente.

La apariencia de un dequeismo.

La sintaxis de una mosca,

Durmiendo en la idolatría de una tela; evento por
lo general proveniente de la idolatría de la
araña.







lunes, 17 de julio de 2017

Lo que Contempla la Luz






El viento separa los huesos del agua.
Alguno de ellos alcanza la arena. A través
de los esos huesos contempla la luz.

El día es sujetado por el tiempo en una
manzana. Noticias del sueño y dorados exorcismos
desbordan un pensamiento.

Emergen los manantiales muy cerca de los
presagios.

Lo reciproco en el aire vuelve a trepar entre
la brisa y el viento. La dialéctica traza 
un camino de barro que a la larga obrará siderurgico.
La ráfaga es omnisciente.
Mistica bandera.

No será en el iris donde borden los cisnes sus 
catapultas. 

No será entre las industrias donde se apile
la miseria como un balde de sodio o la espuma
encerrada en la anilina. 

Se suspenderán los contrastes
de un arca desprendiendose a la vez en lo hialino
con aceitunas violetas.

Cada una nos dirá que volveremos a los zoológicos
un día.

Buscando entre la sal del camino las figuras
que se arrojan al universo.

Entre himonos de lumenes y piedras.








El Buitre - Franz Kafka



El Buitre


Érase un buitre que me picoteaba los pies. Ya me había destrozado los zapatos y los calcetines, y ahora ya me picoteaba los pies. Siempre daba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego continuaba su obra. Llegó un señor, se quedó mirando un momento y me preguntó por qué aguantaba yo al buitre.
-Estoy desamparado -le dije-; llegó y comenzó a darme picotazos; yo traté de espantarlo y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy salvajes y quería írseme a la cara. Decidí sacrificar mis pies; ahora casi me los ha destrozado.
-No se deje sacrificar -dijo el señor-; basta un tiro y el buitre se terminó.
-¿Cree usted? -pregunté-, ¿quiere ayudarme en este trance?
-Con mucho gusto -dijo el señor-; sólo tengo ir a casa a buscar el revólver, ¿podrá usted aguantar media hora más?
-No lo sé -respondí, y por un momento quedé rígido de dolor; luego añadí-: por favor, inténtelo de todas maneras.
-Bien -respondió el señor-, voy a apurarme con mi revólver.
El buitre había escuchado con calma nuestro diálogo, mirándonos al señor y a mí. De repente me di cuenta que había entendido todo; voló un poco, retrocedió para darse el impulso necesario, y como un atleta que arroja la jabalina ensartó el pico en mi boca, hasta el fondo. Al irme de espaldas sentí como me liberaban; que en mi sangre, que llenaba todas las profundidades y que rebasaba todos los límites, el buitre, inexorablemente, se ahogaría.

Franz Kafka

sábado, 15 de julio de 2017

El Espacio que Separa un Latido de Otro






Aqui debería haber una determinada cantidad de
árboles y de frutos que a la larga podrían ser picoteados 
por la llegada de la arena.

-eso no deja de ser paradójico-

De cosas que caminan hacia la identidad o reiteran
un lenguaje de matinales espiritus que se arrastran entre la
materia.

Aquí deberían existir amuletos y también horóscopos.
Crines de hierba. Limites de pájaros.

También deberían habitar espolones. Quizá todos
pudieran ser de aire. Brisas con imagenes de
yelmos recogiendo literas. Mundos de adioses llenos
de fotografías.

Además un limbo donde tejieran las cosmogonías una
pirámide. Un evento muy cerca del tambor con ciencias
escapando de noche entre fasciculos.
Entre las venas del daguerrotipo.

Aquí.
Entre las vocaciones de las estalactitas y la percusión de
los heliotropos.

En los travesaños y las catapultas.
En los meridianos con sombras de hipodromos.
En la ventana con triángulos rojos en la boca, llenos
de rangos y geologías.
En los dones universales que giran o sobrevuelan.

En esas palabras que tiene su origen en el corazón.

Y brotan eternamente en el espacio que separa un latido 
de otro.







Los Jaguares de la Luna






De aquel mundo de jaguares cayendo de la luna.
De los manantiales sin peces encerrados en los pergaminos.
De las siluetas y armónicas en una lampara de nieve.

En los organismos de cera y contenidos de agua.
Entre energías de objetos representados por una corola.
En el inicio de una lamina que corre hacia el oleaje.

De aquellos universos sumergidos en una parábola.
En una cruz de aceite inclinandose sólo a un tercer movimiento.
En las arpas donde volea como una figura un filamento.
Un crepúsculo nomade.
Una instancia con buitres llenos de congresos azules.
De alfiles y dormitorios llenos de animales rituales cuando 
toman carbamazepina.

En las noticias propensas a los buitres y el cancer.
En las astrologías del sueño casi por doquier y las cascaras
de un circulo entre las mandarinas.
En lo policromo de un ave que confunde un pelícano
y avanza entre sus hordas.

De aquel mundo de jaguares que en este momento siguen
cayendo de la luna.

Lo digo porque un instante supuse que aquello se había detenido.














viernes, 14 de julio de 2017

Poema





Cuando uno duerme sobre las hojas sin sonidos celestes.
Cuando el ala surge de los objetos que también rozan 
el aliento o una que otra pregunta sobre la nieve.
Mientras el oleaje en las dunas nos engaña desde sus
monarquías y un aire de profetas suspenden en el sueño
un racimo.
En ese engaño que postea la duda en la carne.
En la verdad a veces.

Entre los árboles´poéticamente amarillos como la
hojarasca o todos los oceanos que decidieron ser transparentes.

Cuando las particulas viajan esmeraldas a través de los
retratos llenas de sal y tenedores.
Portando cuchillos en una de sus lamparas.
Contemplando galerías o inviernos para los monólogos.
Observa. En el viaje de la linterna está el génesis y los
lenguajes de las marismas.

En los estandartes que representan las selvas de los
minaretes o el espíritu de las sirtes, imaginando un tallo
siempre arcano entre los esquimales.

Entre los embajadores de los circulos mientras la luz
escala por una pared igual que la sombra de 
una araña.

Mientras la voz se transforma en alegoría.
El espliego en corcel. Lo fantasmagórico en brisa que
allana la escarcha en un universo de chimeneas
y alambres.

Cuando uno duerme.
Cuando la existencia lo transforma en dermatologo.
Y las corrientes dan por sentado lo general hasta en
el último atomo de hambre o escama.
De lapíz centrifugo.
Irradiando alveolos y cometas.
Serenos frenesis compartiendo desembocaduras y 
lacteas encrucijadas en las bocas.

-tiene que se en las bocas porque allí anidan
los  labios-

De ellos parten hacia algun sueño incrustado en
la realidad las palabras.











jueves, 13 de julio de 2017

La Estela que Dejas






El día que sigue es de la luna.
O de repente es el oceano encerrado en una danza.
La medalla envuelta por un luminoso desastre.
Una tormenta de sol por ejemplo.
Una calle donde articulamos el ambar con los huesos
buscando nuestra genética.
Nuestro paseo por esa flor que duerme entre carbones
de oro.

El día que sigue o proporcionalmente este silencio con
el que quedo suspendido en un collar de arena,
especificando inutilmente el silencio después de un paraguas.
Mucho después de una piscina.
De un estandarte cohesionado entre el aire con un lenguaje
de aire arrancado a la lluvia.

O de repente a una melodía sin idolos.
A una edad de numeros en el interior de la yesca.
Del helio en un principio del mundo.
Antes que lo diluviano devorara las primeras corolas.
Mucho antes.

Quizá el relampago sobre la hierba.
El destello sobre una pantera que amamos desesperadamente.
Una pantera que a veces nos muestra la inteligencia.
El sendero por el cual transita.

Y sobretodo.

Sobretodo la extraña estela que deja.














Helices






Te he visto en todos los dormitorios. Azul como un helice.
No sé si realmente en todos llevabas una silaba. A veces eras
nada más que una imagen. 

Una imagen puede ser un doquier.
Algo sobrenatural en los talones. Un derrame de crudo en el
oceano.

En todas las casas. 
Relacionada con las cítaras o el vuelo de un hexagono.
Totalmente en espiral respirando.
En la identidad del equiangulo.
Buscando pulmones en las vertientes de los muros.
Rozando los neologismos velados en los aparejos.
En la conmoción de los izares y quizá algo semejante a
ello es el perpetrar del limbo en una esquina
cuando crea el azufre.

En todos los cabellos.
Cada uno de ellos nos dicen que las figuras incendian la
anilina de manera monologal-oscilante y a continuación 
secuelas de ambar se desprenden de un yambo
cortejado en el agua por toda profecía; digamos que allí
se ovala un protocolo.

Toda profecía es un jirón.
La peluca de una nutria cuando camina entre los hombres.
El menguante de tu vida con o sin cadenas.

Te he visto en todas las habitaciones en las cuales pronuncie
o deje de pronunciar un sonido.

En los sectores donde el silencio se volvía una longitud.
En el tallo del árbol en una infancia secreta
cantandole nada más que a los molinos.

Tú y yo provenimos de sus helices.









El Desayuno de Madera





Creo que los elefantes no limitan con el agua
y las palabras poseen un propio curso.

Que nos encontramos en el infierno en la medida
que atravesamos el paraíso. Esa podría nuestra
médula.

Que la experiencia es un corte de sal en el oido.
Y detrás de las brújulas hay nombres como el tiempo
de manera amarilla.

Creo en los rostros habitados por las agujas durante
la noche y en aquellos gelidos amaneceres donde a cada instante
parece despuntar un alba que sólo al final despierta.

En las ramas donde los pájaros habitan formas de puñales
dormidos en los craneos.

En las cabelleras o los universos de sol con heliotropos.
En el lirismo de alguno de mis sueños descendiendo por el
espíritu de sus propias encrucijadas o acertijos. Esa es su única
relación con lo divino.

Creo en algún rinoceronte que ví alguna vez en mi infancia.
Aún en ella debe estar destruyendo las ciudades.
Las ceremonias. El ambar y el solsticio de todos mis 
rituales.

En el verbo.
En las iconografías. En las xilografías.
En mi desayuno con un pan de madera todas las mañanas.
En las bandadas de nieve que memorizan la estructura del naipe
y alguna que otra tesitura; bandadas que veo en este cuarto
llegar a las serpentinas o el relieve.

Creo en esos relieves.
A modo de espirales que cruzan mi pensamiento creo en ellos.
En su color celeste-azul lleno de monografías.
De conventos y lapices hundiendo sus rasgos entre los papiros.
Entre las bocanadas.
En esas temporadas de aceite que un niño coloca sobre un higo
para ver la tierra.

Y lo primero que encuentra es una idea.

Donde un pensamiento se forma.

Y el mismo afirma nada más que un elefante no limita con 
el agua.

Y sobre cada aguja del universo las palabras encuentran
su curso solitario.














miércoles, 12 de julio de 2017

Clepsidras





Todo escrito recorre una vaina.
Una nervadura donde los hilos exhiben voluptuosos
espirales.
Vortices de nudos iguales a un sistema planetario
hecho de oxigeno y radicales esquemas.
Allì el vidrio comulga con el sueño y las imagenes que
despiertan como reencarnaciones; es el momento
en que todo objeto poètico es envuelto
por una tradiciòn.

Una tradiciòn ata iglues y fogatas.
Forma superficies en alguna de sus intuiciones con
las cuales suele llegar a la aurora.

-es lo que diariament hago, es lo que tambièn
hicieron mis antepasados-

Escoltas de esquimales basados en la alquimia.
Los nombres -hasta cierto punto- son 
preàmbulos y presagios en ella.
Los nombres presentan mandibulas y sienes.
Hipodromos y cuando no, sòlo nomades 
destellos.

Dìas semejantes a los lìmites y tròpicos
en una asonada de hierba.
Dìas contrastando con los relojes.
Con los estuarios donde lo reciproco desnuda
un juguete. 
Un sol de arena en el rostro.
Una cavidad con muchedumbres azules en una
de sus grietas.
Nadie sabe còmo llegaron a ellas.

Todo escrito recorre una vida.
Un universo de aceite antes de llegar a las 
dimensiones del tiempo en el mar. 

Aquellas enclavadas siempre en las crestas
de las olas.

-siempre en las olas-

Cada uno de nosotros puede comprobarlo
por las clepsidras que se agitan en ellas.











Incandescencia





Creo que antes uno podìa escribir sobre las fibras.
O la escritura era algo asi como observar junto a un 
cuchillo el alabastro, mientras oscilaba en un ritual de zinc
una que otra mariposa, transcurriendo en ese mismo
ritual sobre el vacìo.

No todos los rituales fueron siempre de zinc. No toda
mariposa persiguiò el vacìo hasta que se hizo semejante al
hombre. El hombre se estrello durante siglos contra el vacìo 
y el caos antes de caminar.

Eso parece tener la forma de un enigma o de un eclipse.
De una paradoja o un planeta ambidiestro.
Lleno de capitulos e informalidad.
Clandestino como los ojos de una serpiente cuando esboza.
Ebrio de eslabones y serpentinas que atraviesan la 
realidad completando en un àngulo de nieve las orbitas de
extraños espejos.

Hablo de espejos que duermen entre mitologìas.
Llenos de mamiferos como cualquier zoològico.
Oprimidos por el gozne y la energìa de los cuellos.
Ardientes como el flujo de una mandarina o el otoño de 
increibles particulas recreando un escrùpulo.
Un universo de algas.
Un universo con profesiones antiguas como la que
posee una cacha.
Una invenciòn del musgo.
La fosforescencia de una ruleta en la conciencia
del agua.

Mientras millones de oceanos.

-Ojo, millones de oceanos-

Corren hacia la incandescencia.




martes, 11 de julio de 2017

Performance de una Palabra






Seguramente no hay mucho que habitar.
Ni pajaros ni relojes hundiendose entre las metamorfosis.
Ni collares que hablan de transfiguraciones.
Ni ciclos o cometas en un perimetro determinado de
esta calle donde hace años vive o se agita una vereda.
Una uva.

Con sus dioses contemporaneos.
Neoliberales como el trigo.
Sagrados desde los adjetivos del bronce.
O las escencias de un prologo siguiendo a las performances
de una palabra.

Seràn realmente performances?
Acaso no pueden ser escrutinios o eclipses de un cielo
que se aleja desde la sintesis de una mañana.
Desde las teorìas que prolongan los vuelos de la sal
como habitos que llegan de una realidad propensa a los iris
y los metabolismos del eter.
Tambièn de las sinagogas.
De las estatuas de sal con algunos movimientos.
Con algunas nucas donde orientan los corceles un universo
de mandarinas y trigo.
De aceitunas y bolidos donde se mece un jabalì
con tamaño desencanto.
Sin esperar reencarnaciones.

Solido y amargo como una superficie donde cae el sol en 
el verano.
Una superficie que en ocasiones da vida al destello.
O en otras aguarda los charcos de agua que deja la lluvia
en el invierno.

Charcos que llegada la aurora quedan convertidos en 
higos y astronomìas.

En lances subrepticios de dragones.













Debajo de la Gravedad





He imaginado el magnesio como un alga.
Semejante al vapor donde una visiòn comulga
con los estereotipos.
Igual al fragmento de sangre que alcanza una
bahìa.

O abstrae una temporada de arpegios.
Una evoluciòn acompañado de un paraguas
que sin embargo no evita
los truenos ni las rasgaduras de los alfileres.
Tambièn de los alfiles.
De los monosilabos y aquellas escalas que
yerran por el mundo como yugos o
profanaciones.

Iguales a coherencias en un atardecer lleno de
usuarios y crestas.
De erotismos o rojos caballos bañados
por metafisicas.
-La metafìsica puede ser un plano de dialèctica
cuando infinitamente se despliega-
Entre semirrelieves que escoran por la noche 
como una poètica de agua.

Entre las maquinas e hipnosis.
Sobre las culebrinas que han alcanzado 
ribetes de escenas donde oscilan las rafagas
igual que nebulosas en los
hemisferios.

He imaginado la vida de un periscopio.
La estaciòn de las trayectorias.
El lirio y la direcciòn polisemica del polen
al descender de una flor.
El retrato de un tallo concreto y escencial
en una escenografìa de huesos.
De un mutismo que se empina sobre todo
aquello edificado por el acrilico.
Por las secuencias de los centinelas ante
las constelaciones dormidas entre
las marejadas.

Mientras las estrellas elevadas en ellas
circulan acompañadas de los buzos.

Y del peso de la vida cifrado en sus
balones de oxigeno.

Y todo.

Todo aquello debajo de la gravedad.










Panorama a Partir de una Escama





La escama se encuentra en el confìn.
Para una celula en ella tù eres la palabra.

El viento de agosto en los àrboles encaja
una imagen.

Sobre ella hay pedazos de estigio.
Nervaduras de sueño de color celeste.
De forma helicoidal.
Con un satelite de hierba deduciendo un
sonido en los mentones.
En una luz ultravioleta.
Oprimida por el sueño igual que un racimo
en la duda.
En el pensamiento que llega a una 
habitaciòn fosforescente.

Piastras de helio en una llamarada.
Jabalinas que regresan de 
un triàngulo fantasmagòrico, donde las
figuras colocan 
poèticos volcanes en el veneno.
En el recorrido de una corriente de carne.
En el albedrio con siete peces
tomados de las arañas.

La escama.
La voz del leviatan en un asterisco.
El sonido como la tendencia de una penunbra
que mece una edad de faroles.
De trigo en el plastico.
De unidades de arcilla o vinilo
trazando una idea sobre los metabolismos.
Sobre la elocuencia de la sal.
O los plantigrados.
Los electrodos.

Los volumunes de tierra que llegan
de una ciudad
ensortijada por cinicas ceremonias.

Una de ellos debajo de los
emperdibles

formarà en las estelas del amanecer
un latido.

Y el violento trazo de los rinocerontes
lo convertirà en ritual.







lunes, 10 de julio de 2017

Los Pàjaros sin Habitar el Oceano







Hoy los pàjaros no habitan el mar, pero eso es necesario.
Ademàs de cotidiano y evidente. Lògicamente
habitual si se quiere.

El mundo en todos los objetos vuelve a ser material
como una hoja donde yerra una palabra.
La idea era que esa palabra pudiera sostener una
brùjula. El color de un molino.
La vida de un almacen donde la identidad llevara
caparazones y xilografìas.
Daguerrotipos formando escamas en un cuerpo.

Las ferias y circos llegan al hambre guiados por
una estaciòn policroma.

Lo sutil devela el panorama de un alfabeto
exiliado en un arrobo.

En el mismo son las copas y los idearios quienes
multiplican lo mistico.

Milenarias ortografìas descansan en las cupulas
como lo profano.

Articulos de fantasìa rasgan un omnibus y entre
cabalas la imaginaciòn lanza un tropo.
El lince frente a una fogata sueña.
La percusiòn envuelve un marinero lleno de efigies.

Las embajadas crecen en los polipos con
pocas frecuencias.

Las variables del mar son uniformes segmentos
antes de adquirir el pensamiento de una ola.

El pensamiento es sòlo un relieve.

Un condiciòn celeste y amarilla.

De aquello que en lo màs profundo sigue entre
los crateres.

Igual que la naturaleza.












La Medida del Polen





Hoy quisiera llegar a la apariencia y dormir.
Igual como lo hace un hilo.
Como lo logra el eter, asi sin darme cuenta.
Involuntariamente igual que una
intuiciòn cuando cruza la realidad para colocar
en ella un triàngulo.
Y sòlo los pajaros son concientes.

Hoy.
Con la misma medida del polen en los huesos.
Del calcio que propone verbos o cinematicas.
Del martillo que mastica un trueno.
O la la figura que descascara un neumàtico.
Una configuraciòn de heliotropos.
Una sombra carnivora llena de silabas profanas
como las que adquieren las grietas
en los automoviles
junto a cintas de predicados o adjetivos aùn
inmoviles.

-a lo lejos parecen adquirir las legañas de 
los sabuesos-

Entre semicirculos o melodìas de eslabones
colgados de la hierba de modo que sòlo el interior
de la tierra pudiera llegar a su interpretaciòn.

Entre porvenires de inmensidad que dan color
a las liebres o enumeran los nudos y crines en las
figuras.

Hoy sobre escolios o anomalias universales
en una amatista.
Entre representatividades de esguinces
o colmillos terrestres que dan forma a los venenos
en un teatro marginal de alcohol
y acromiones.

Sobre fragmentaciones o usos epistolares de
la alquimia en una copa
donde bandadas de jinetes sobregiran al todo
con una parte crispada por siglos de
civilizaciones.

Desde las cuales tambièn se llega a la apariencia.

Desde las que tambièn se adapta el jugo de
un limòn a la realidad.

Igual. Casi igual a como lo hace en este momento
alguno de mis sueños.











Al Formar Manadas





La vida tiene un reloj.
Sus palabras escriben del tiempo en una rama.
Pero esa es una alegorìa.
Al sur del molino la existencia es de los angeles.
De los dijes cortos.
De los presupuestos con alguna moneda
o el sol en stereo. Lleno de bases de acrilico.
Legal o ilegal cuando revela periscopios.

Posee ademàs una daga.
Un dormitorio de carne legitimado por el roce.
Por el mundo donde brotan los caracoles con
pintas de humo en el rostro
y nomades pliegues
dan inicio a los fluorescentes.
A la existencia de lo primitivo en el neòn.
A la imaginaciòn de las cupulas
en un estertor rosado
como las capas en los iris de los buitres cuando 
duermen.

Cuando forman manadas.
Cuando avanzan otra vez en el desierto.

Buscando desesperadamente a las langostas.










La Religiòn de los Dados





Antes de la experiencia el viento buscaba el solsticio.
Tambièn las iguanas y lo contemporaneo de los parques.
En ese tiempo una aguja era un paisaje.
Proporcionalmente una silueta.
Mentalmente volvìan a escasear los jirones.

Un plano de ambiguedad completaba el razonamiento
del agua. Los paraguas escribìan
sobre fronteras dentro de un abecedario. 
El idioma seguìa lumenes y prioratos.

Helicopteros de escamas escaneaban cohortes.
Salmos de espuma arredraban escenarios de limones.
Nombres de alcantarilllas derramaban fractales.

La silaba del ingenio colocaba medallas en una
vacilaciòn. Presagios y lapices susceptibles de tempestades
ensortijaban naves suspendìdas en los escalofrìos.
Rozadas por las encrucijadas.

La bicicleta dormìa en ofertorios de leche.
El alambre pronunciaba el nombre de la axiologìa en
el medano. El teritorio era afìn a esas envegaduras donde
emerge el trigo con su velero amarillo.
Con su velero peruano de similitudes y poeticas 
confidencias con la pus.
Con la correa imaginada en el sueño o el despliegue
de la nausea.

La coyuntura era de sienes con politicas de embarcaderos.
De utopìas.
De marineros o valles concentricos: tipo energìa
con visiòn mitopoyètica de un dado.

Lugar donde empiezan a veces las religiones.








Los Circulos de las Piràmides





Algunos espejos se encuentran dentro del significado.
Otros maduran igual que las manzanas dentro
de un episodio de madera.
Se hallan aquellos que limitan con los perdigones
un amanecer.
Los que roen los collares de los buhos.
Aquellos entre profecìas siempre unidas a los desencantos.
Todos elaboran y evaluan fronteras.
Cabelleras o castillos de naipes en las escaleras
de un plateado vertigo.

Algunos espejos cubriendo los solidos.
Iluminando animales rituales en las superficies.
Despertando a las peninsulas como lo hace un helice
o un topo en el aire.

Todos llevan menguantes y jeringas.
Patrimonios de cera en sus encìas de bronce.
Cubiertas de plastico en las crestas de antimonio.
Señalan las cubiertas de las hojarascas un instante antes
del diluvio. Pronostican el borde de un epiteleo
en una aleta.

Esparcen el sueño en una idea de la luna.
En una idea del mar.
En un mito donde los àrboles escriben aùn mediterraneos.
Llenos de efectos y plasticos.
De jabalìes que devoran murcielagos.
Placas o cintas de escamas soñadamente magneticas.
Adheriendose al flujo de un tornasol.
De una velero de plasma insinuado por los escalofrìos.
Con la fiebre decimal de una calle.
Por los iones de un vertedero.

Algunos espejos se encuentran en el interior del 
significado.
Ello puede ser una luz o una tautologìa.
Una membrana de anis cruzando el idilio.
El drama astrofisico de una tiniebla.
El roer metafisico del canto ahora que todo se desliza
entre rutilantes efigies.

Entre modernas piràmides oprimidas en la arena
por los circulos.








sábado, 8 de julio de 2017

Mèdula de una Ecuaciòn





Toda ecuaciòn proviene de las agujas.
De una luna con menciones y referencias a una anillo.
Todo yambo o sobrenatural herida en el eter 
disputando un velo mediterraneo a los cocodrilos.
Una estepa medieval a los pulmones.

En el andamiaje de un astro que exhibe embajadas
de pètalos. En la conmociòn y la sacudida 
de los rastrillajes en una caravana donde los
monasterios desertan o transfiguran hacia las
peninsulas.

En las astrofìsicas que naufragan o se posan 
en el interior de un articulo con inmensas veletas
de espinas o sudarios que acontecen en la medida que
el destello se asombra de algo inimaginable en
el brillo. Què cosa serà que jamàs pudo
ser contemplada. 
Tratada como multiplo o herida.
Transcrita a los espejos con su especie de dolor.

Què cosa serà que llena los mercados.
Las intenciones. Las conciencias.
Que intenta acceder a las multitudes por doquier.
Que reconoce sentinas igual que una iguana.

Oh noche de sirtes donde lo ideal se dobla entre
la plastilina como un muñeco.
Noche de acrilico lleno de estrofas.
De paseos o tramites con las catalinas de las bicicletas.
Con las regiones donde el olvido es el sargazo de
una memoria.

De una escama que llega a las citaras 
concibiendo escalofrìos y crateres. Dosis de tambores
y alambres. Espinazos y medulas semejantes
a las que posee ese pàjaro que convierte
en linea recta una curva.

Buscando allì encallar.







Circulos Paralepidisticos





El silencio puede desnudarse en una ojera.
Tejer un trasatlantico o el caos de todo principio 
en un planetario hermetismo. 
En una gravedad semiterrestre.
En un circulo paralepidistico.
Incluso puede dedicarse a enumerar manantiales 
de silencio en un culto hermafrodito, donde una logia
de crepùsculos escapa a la piel 
inhalando.

En una mandibula donde corrientes y aletas
desatan bengalas de las apariencias y entre condiciones
naturales de sombras, una se eleva al interior de un
herviboro celeste. 

Entonces surge de otra manera la naturaleza.

Paralelamente alguno de nosotros respira.

Incondicionalmente como lo hace la luz.
Y buscamos entre la realidad cosas semejantes a un enigma.
A una solucion amarilla de alquimia.
A los vortices en el origen de una quimera.

De un edificio descrito individualmente por la existencia
de la brea o los fasciculos.
De los mentones.
De lo inasible con una plaqueta hialina que
proviene de los lipidos.
Sì, paralamente desde una nervadura o el criterio
de un balcòn azulado por pelìcanos.

Entonces los objetos despliegan figuras como 
un contenedor. Un civil cruza los ejemplos de un medano
en la voluntad de la arena. El caso de un obrero con
una brùjula en el granizo es escaneado por un otoñal 
peaje industrial. Las murallas chinas
hablan de los ejes.

Y los poros evolucionan hacia las sienes emanando.
Juglares de petroleo dicen pertenecer nuevamente al acero.
Estelas de cisternas rozan la dialèctica de un buho
que duerme en las sìlabas.

Y ya no logra despertar.













El Impulso en el Aire





Ahora el impulso del aire en el vuelo.
El tacto de la sensibilidad rozando otras estèticas.
El rìo de un pàjaro que besa luces antediluvianas.
El invierno como parte de una cigarra que muerde el humo.
Ahora las conchas de color azul llenas de tripulaciones
en las orillas de las playas.
La fragata a lo lejos que puede ser un limòn o una osamenta.
El calìz silencioso en una bahìa donde danzan 
los peces tal como hace siglos lo hacìan los argonautas
frente al fuego.
La soledad de una imagen representada por un huevo
incrustado en una silueta de oxigeno.
El viento que miles de tardes nos condujo a la hierba
hoy tiene un recuerdo humedo de las glorietas.
Una memoria llena de treboles por
donde inhalan las cigarras espigones de azucar.
-no todos los espigones son de azucar-
No todos llegan a concatenarse dentro de un abalorio
o un acto de magia -por ejemplo- donde una
hormiga circunvala una gota de sangre en 
una oreja transparente.
Sienes y saetas en una escala de menguantes.
Cada uno con su hemisferio de alcohol esparciendose
en el infinito.
Cada cual con su lampara de trigo reclinada sobre los
jinetes. El peso del coral. El peso del mar
en una lamina de aceite donde las escoltas se
hicieron de brea conforme el hombre llegò a los dirigibles
desde las ciudades.
Eso lo saben las jabalinas.
El tintineo de los zoològicos.
Los frutos amarillos en los peines de los gatos.
De eso puede dar fe el testimonio de un abanico que
horada un intersticio de ambar.
Una alegorìa de fosforo.
Una laguna de fiebre que mira el sol como si fuera
un limite.
Uno lleno de banderas. Completado en cada amanecer
por tijeras amarillas que cortan silenciosamente
un estandarte.





viernes, 7 de julio de 2017

Indòmitas Linternas





Cuando se habla del albedrìo del pulmòn.
Cuando tienen que ser evocaciones, distritos y cosas
relacionadas a la lluvia y el diluvio tan particular
en los ojos de una adolescencia.
De un helice en la misma digamos.

En el porquè del santiamèn.
De las colegiaturas y las sobredosis.
Cuando se abren paso entre la luna y la miseria las
armonìas. Tù sabes muy bien donde llevan su pulso las
armonìas. En què clase de misterio impulsando 
vanamente un secreto. Todo misterio lleva una
orbita que conserva para si mismo.
Casi como un velo.

-eso sin embargo no lo hace el misterio-

Lo es por otras cosas.
Una cabina.
Un telefèrico. Una silueta esmirriada.
Culturizandose en los puentes con un libro raido.
Un libro donde los racimos aprendieron a esquinarse.
A ser paraderos. Coloquiales transeuntes que
soñaban desastres o maravillas.
Monasterios de pus
o saliva.

Eso sin embargo no lo hace el misterio.
Lo hace una corola que se evapora en la carne 
por la noche y asistes a ese movimiento con una cadena
en los ojos, portadora de enjambres y pus
cuando no de azulejos.

De prototipos de anclas que vocean humanas.
Con algo de dolor claro està.

Con una primavera que es manifestada en cada atomo
de las libelulas cuando elevan un objeto.

Por lo general transfigurando a un ciclo
de indòmitas linternas en su vientre.







Poema





El salitre deja de ser amarillo.
-lo sè por un fervor-
Los limones no dejan de masticar
un agrio sabor dentro de un circulo.
Allà a lo lejos, escribe un murcielago.

A todo esto era uno de color verde.
Tenìa un collar en la boca.
Limitaba a la derecha con una manada.
A la izquierda lo hacìa con una 
langosta.

-el pensamiento crecìa en la hierba-

Seguidamente volviamos a respirar
en una carta de hidrògeno, donde los 
mitos comparaban y los acertijos
con miles de variables en los cabellos
se inclinaban a los perimetros.

Voces de siluetas sobre un sino de 
papeles. Simulacros de espejos en una uña.
Diarios a estribor con un mensaje de
madera representando por un 
prologo. Por una astrologìa.
Por un poco de sal colocada entre 
el eco de un dragaminas
y la acustica de una trompeta.

Antes que el viento la convierta en
peninsula.

A travès del sonido.







jueves, 6 de julio de 2017

El Verbo de un Oso





La luz se hace definitiva. Como la aurora
en los navìos dormidos de los parques. 

Linternas de sino o de hierro
disciplinan escoltas de polvo en la tierra, oceanos
encerrados debajo de la gravedad criteriosos,
sinòpticamente devenires tan ambulantes.

Seguramente el tiempo es un espacio entre las
crayolas con un solo triàngulo o la vida del tatuaje
aùn se remonta a los apendices.

El vacìo es de acrilico por si no te has dado cuenta.

Primaveras de escarcha como alguna vez decimos
o pronunciamos. Escalas audiovisuale
para los minaretes. Escenas de 
mitones en una paràbola o fabula.

La luz. Esa que se hace definitiva segùn las 
palabras de un oso. Segùn sus rugidos. Tambièn su
hambre y sus ejercicios generalmente
gimnasticos; en cada uno de ellos hay un abalorio.
-un conjunto de escamas que asumimos 
son interplanetarias-
Un puerto donde la abstracciòn recoge 
la expediciòn a una fresa con testamentos 
impulsados por manzanas y 
daguerrotipos.

Nosotros que nos encontramos en algun estado
de la naturaleza comprendemos ese oso.
Convivimos con èl a la altura de las sienes y los
perdigones. A la altura de las bancas con petroleo
y amuletos.

La luz se hace definitiva. El aire posee un exhalo
de navìos que duermen en un  parque.

Y sòlo los escarabajos parecen edificar un
verbo singular para èl.












Dimensiones de Porcelana



                                     Orfeo



Una pupila se encuentra sobre todas las ediciones.
Entre casi todos los seres de los parpadeos.
En los vortices de un prologo.
O la vida de los eclipses dorados en una aguja.
En los escritorios de la brea donde llega al 
vapor un segmento.
Un cuaderno. Un pètalo convencido de playas
y recipientes.

En el fragmento inasible de una hoja.
Allì donde los relieves son articulados por
la soledad del plasma o la citara en los 
cabellos. 

Entre fotosintesis de granizo
y catalinas con secuencias de zinc en las puertas
de las tradiciones.

Entre contemporaneas epifanìas o sintesis
de hipnoticos 
elixires forjados por las mandarinas.

Sobrevuelos de perimetros con balaustradas.
Consignas de aceite en las sienes
descendiendo al barro convertidas en filarmònicas.

Astronomìas que volvemos a aplicar a la melodìa
de la sed en la arena cuando nos alcanza; la misma 
lleva un dialogo de magnificos espeleologos.

Columnas a base de jabalinas con
dimensiones de porcelana, heridas por la tarde
donde se filtra un crepùsculo.

El tacto del hilo que dorase como una tendencia
entre toda percusiòn con erotismos completados en la
noche por una cigarra.

Dìas de estandartes que aceptamos con una 
erosiòn en el equilibrio y un eclipse de aluminio en
los templos que propone la distancia.

El adiestramiento del verbo en una cuchara.
Un eclipse transparente en el verano.

Ruinas de vidrio en una contienda de reflejos
en la marea. En uno de los mismos celulas milimetricas 
son liquidas aùn como el oceano.

Y a veces pareciera.

A veces pareciera que sus cantos provinieran del
infierno.












La Forma de un Prisma





Hoy hay una especie de cansancio.
Una especie de dibujo con algunas monedas.
Un monopolio de papiros donde descansan los
grifos y en el cual nada màs que el sol
transfigura hacia un anillo.

Hoy la burbuja y su enigma espacial en todo caso.
La comunicaciòn con mis legañas.
La ruta de la leña convicta y confesa.
Urdiendo zoologicos de azufre dentro de un monasterio
o el pliegue de una cùpula.

Hoy las cosas con una apariencia de brillo 
como el que limita con las sombras o se deforma
en un aparejo junto a un semidios o un
relieve.

El ritmo del ave que no es sino el de una
muchacha representada por alfileres de purpura
contenido.

El canto solitario de un tigre a traves de la 
niebla con pasadizos y galerìas como los que levitan
sin uñas o un color rojo.

O el giro del enves que rota.
El giro del escarlata, multiplicando adendas.
Giro autropopulsado y stereo como una marisma.
Igual a una ostra encerrada en un peine
o un historico reflejo de langostas en
una playa
dormidas para siempre como los antepasados.

Hoy las estrellas.
El vuelo que acaricia un salmo de piedra en
la orilla.
El vuelo que oprime eso llamado ser o inspiraciòn
en un cilindro.
En un precipicio de ambar donde se expresan
indòmitos objetos boreales.

Como las orbitas cifradas màs allà de las
constelaciones.

Y que posiblemente.

-para que jamàs lo sepa el hombre-

Encierran en lo màs profundo de su espìritu
la forma de un prisma.






miércoles, 5 de julio de 2017

Aquella es la Brisa





Aquella es la brisa. El pliegue ortodoxo en una
de sus ràfagas explica silenciosamente algo arcano.

Las aristas descansan en un peso de yesca
conjugandose.

Por los tallos ascienden manadas de hormigas
con la esperanza de llegar al polen.
Creo que hay algo sobrenatural en ello.
Algo que en cada una de esas manadas lleva la
lògica de un naipe.

El dìa es racional, por lo tanto magnetico.

El dìa es una caminata que una vez màs tendrà el
olor de la papaya.

El sabor del oxido y tambièn del himen.

Paralelamente se van desvaneciendo contrastes.
La espuma que posee el aire traerà otros antes que haya
pensado. 

-¿Serè nuevamente convencional en ese 
viraje de mi mente?-

Un heraldo descenderà del autobus para 
demostrar el devenir de una pantera en el interior 
del mismo. ¿Habrà algo de irracional en esa demostraciòn?
Por ejemplo, la llegada de un ciudadano al trance.

Aquella es la brisa.

En el fondo no es otra cosa que una pronunciaciòn.

El reflejo de la naturaleza el el momento donde un 
àrbol es de algas y cuchillos.

Igual que nosotros.











Pretensiòn




Yo sè que este peso no es el de una araña.
Que en los angulos de mi habitaciòn los perimetros
del sueño no son especificos y tampoco tienen
porque serlo.

Tambièn sè que los animales que habitan esta
casa piensan mas en los relojes que en alimentarse.
¿Què misteriosa relaciòn tendràn con el tiempo?

Conozco de lo apolineo en la medida que diviso
un cartilago donde se tensan las sienes del mundo.
De alguna manera describo en la imagen de una
marea un exorcismo. El duplicado de
un romance en la niebla. Su duda cuando llega
a la lluvia rozando un monopolio.

Yo creo saber que algunas constelaciones desembarcan
en la orilla del oceano pajaros que son de azufre.
Que el amor es boreal como una serpentina.
Como el respiro de un bozal trepanando los cascos.
Que las sortijas se miden por eventos de sal
entre la iridiscencia.
Y los oceanos limitan con el agua al pie del azucar.

Yo  pienso en las gotas que duermen sobre
una corola. Entre diluvios o leviathanes de color
morado igual que las algas. Que los contenidos
de coral en el magnesio o las ventanas donde
contemplan el horizonte los relieves, son
de alguna manera identicos a un barco o el sol
que abstrae su razòn en una flauta.

Yo sè pero esa es una pretensiòn casi profana.
En su interior siempre se pierden maravillosos sacrificios.








No Muy Lejos





No muy lejos de este hangar hay un libro.
Una presentaciòn del mundo bajo otros planetas.
Otras aquiescencias y platanos caminan
desde los arrecifes hasta las maquinas.
Las industrias son celestes nuevamente
entre escolios y sobre pacientes de cera
valvulas y herraduras se comunican.

No muy lejos el sonido del pico es una voz 
escarlata que piensa siderurgica y deforma
el argumento hialino de los hemiciciclos.
Digamos de un hemistiquio sin agujas.

Profetas y liebres -como aquellos errantes
en las antiguas religiones- despuntan a un sur
de afirmaciones. Lamparas de escarnio
movilizan el pulmòn y la tos entre frases de 
aluminio. Las sienes completan circulos
en la mesa. Los dibujos lo hacen en las torres.

Sinòpticas ceràmicas proyectan un desliz.
Estaciones enteras de humo arrojan veleros
a la brea. Langostas y pieles de cometas
son ofrecidas en un mercado de arena.
Igual al que venerabas entre los presagios.

Estrellas de agua entre ceremonias de
torpor cavilan sobre identidades de sueño.
El mar es una linterna con proyectiles
y orbitas.

No muy lejos de este carbòn.
De esta circunferencia ovalada en la hoja.
En un tallo desde el cual las nervaduras
responden con citas de espuma a los
coeficientes y los relampagos
inician un viaje no tan sagrado a lo
ardiente y las entrañas. No muy lejos.

Si es que -claro està- esta vela que veo
derretirse ante mis ojos.

Me dice como llegarè a travès de ello
hacia la poesìa.








martes, 4 de julio de 2017

Reencarnaciones





La finalidad se encuentra en si misma. Creo que 
eso es todo. Y què es la finalidad por si misma.
Tal vez una alegorìa anterior a un ejercicio de eter.
Quizà una sintesis que desnuda un opuesto
que tambièn es de eter.
Ambos habràn llegado a lo reciproco que
-valga la redundancia-
es de eter?

Mientras tanto ten en cuenta el yodo.
La construcciòn de los teatros. Los sonidos de la
escarcha en el viraje del pulso. En el conocimiento de
aquello que arroja a las agujas un fantasma 
de limòn. Un iris al final de una iguana, cuando la 
vida de la misma cuelga del destello.

Ejes de carbòn en relaciòn a los craneos.
-cada ser en esta ciudad lleva uno que pasea en 
sus relojes-
Vilos de brazaletes y àrboles de algas con terribles
densiometrìas. Esferas ebrias de piramides donde vibra
el aluminio con jabalinas de platino
que rozan el sol semejantes a un buho
o un escalpelo.

Pero tù. Tù no intentes llegar a sus escamas.

Sòlo ellas pueden morder en esos buhos 
y escalpelos las reencarnaciones.











Mitografìa Espiral





De aquì al oceano me separan algunos 
neumàticos.
Miles de muros y sacerdotes.
Decenas de helicopteros y un tridente de goma
encerrado en un edificio.
Tambièn hay una lupa de aceite.
Un rango de alfiles sexuales.

Arzobispos de zinc escoltan los tambores a un
universo plastificado donde el silencio deriva de
una implicaciòn o un silabeo entre
injerencias o escamas.

Extrañas latitudes siguen a los simulacros.
Foneticas de una aleta adherida a un ofertorio
imprimen volumenes de tìmpanos
sobre una daga.

Voluminoso es el bloque que sigue a las
efemerides con un pentagrama dorado.

Lirica la estaciòn que desarrolla una estela
en practicos idolos que sobre las
laminas de los jaguares evolucionan.

Arcos de tierra difieren de los portatropas
con escaladas de sal en el aluminio.

Almanaques que transportan mitografìas
y lances en un racimo lacerado.

Esquelas y nebulosas naufragan en un resorte
con la material soledad de una palabra.

Fractales que exhortan una mañana bàsica 
para los zoologicos se desnudan entre la 
vocaciòn por la niebla. El segmento de una 
idolatrìa mece sus rituales
porque las crestas sisean en las siluetas
del conocimiento.

Lugar.

Lugar desesperado lugar donde surgen las
brùjulas.







El Movimiento Entre lo Solido





Por lo demàs la hoja es sòlo un movimiento
entre lo solido.
El relato del dìa en la escarcha cuando es ideal.
La orbita de una aurora merodeando
entre los astros.

Por lo demàs aquella orbita intentando leer
en el universo descubre un alfabeto.
En el mismo se conjugan idiomas de carne
o ancestrales estalactitas.
Periodos de velos con una metropoli
eventualmente sucedanea.

Y entonces la coherencia del epicentro camina
a los cuchillos.
Al misterio que arranca una galaxia del agua.
Un meridiano con espuma incandescente.
Mira. La resaca roza un conjunto de arena que
llega a la playa sin ningùn adjetivo.

Los adjetivos llegan bordados por los pelìcanos.
Mejor dicho los adjetivos son asunto de 
los pelìcanos.
De las grietas donde viven.
De los pasadizos y galerìas donde el mundo
compara minerales.
Nùmeros que escinden un relieve de la boca.
Titulos de sol que son enjugados dentro
del aire como si llevaran una lagrima.
No.
Ciertos dolores no necesitan una lagrima.
Escavan y escavan entre las heridas.

Y de noche solitarios.

Regresan a sus sueños.








El Unico Momento






A cierta hora del mundo cuando los objetos
regresan del dìa. A esa misma hora cuando otros
objetos no vuelven a la noche.

En el instante donde un pàjaro abre sus alas entre 
las cenizas.
En un menguante que arroja palabras en el hollìn.

Cuando tomo la idea de la geografìa perteneciente a
un nudo.
Y aquella de la astrofisica desprendese de los
cabellos de un tren casi igual a una melodìa.
En las constelaciones de esa melodía.

En los cuerpos del crepùsculo apilados en una
escolta o los fragmentos de una playa dormida en
una gota.

A determinada hora en que los objetos regresan
sin saber exactamente como.

Dentro de un segundo que pertenece a una cronologìa
o una secuencia de iridio.
En el interior de un oceano de carbòn que alguna 
vez naufragò en una inmensa rama.
En el drama de una manifestaciòn que toca nuestro pelo
ahora que ignoramos.

Porque es el ùnico momento en que sucede.