sábado, 23 de abril de 2016

Nervaduras






El lirio tiene una gota.
La escama se aproxima al guante con
un nervio. El poema toca la vida de un saltamontes
en el ruido de una colina llena de
abecedarios. En el cosmos de
una nervadura.

Las casas vuelan al verbo entre conjuntos de
deseo, incrustandose en los projimos. Se esbozan
prologos como la garua.

Se elevan cosas iguales a los dirigibles.
Construimos otro metabolismo para esas combustiones.
Tocamos el olivo hasta sentir su peso.
Recogemos un altamar en
los relieves.

Objetos inconquistables como un exorcismo
reparten culatas al lenguaje.

Un periodo de estrellas inundan los
espirales de una torre que alguna ve fue un faro.

Liquenes donde las supersticiònes descienden
morenas de un castillo de gitanos. En sus cartas
vuelve a tensarse un mundo amarillo
de vagones y azabaches.

Regiones de relojes que abandonamos al canto,
luego de haber colocado un sonido en las
cenizas de la naturaleza.

Cavernas de espuma en el agua
donde una ventana fue calzada en las crestas.

Manantiales que seguiràn siempre a los crateres.
Jardines llenos de repertorios como en una
confesiòn donde las calles
asocian su relatividad a las escoltas que yerran
por el mundo.

Un mundo que podrìa ser fantastico.

Pero en vez de ello se dirige a cabelleras de 
sangre.

De la cual alguna noche bebieron los demonios.










No hay comentarios:

Publicar un comentario