domingo, 31 de enero de 2016

Citara







Citara. Un planear. Ninguna conquista es azul
como la noche ahora que te elevas transparente
entre los objetos y los objetos dejan de ser solidos.

Superficies de espumas dotadas de coherencia
caminan hacia un film de idolatría en los valles.

La historia de una cresta vuelve a la luna con una
boina en el pecho. Influenciados por ciudades donde
el amor vuelve a una uña de drill, repensamos.

Sacudidas. Flores que como simulacros de un torno,
responden a un trecho de fiebre, El navío vuelve a
los parpados. El navío lo hace a una brújula bronceada
en los tejados donde las apariciones de un cisne dejan
de ser un bocado.

Nucleos de ladrillos y ascuas. Apellidos como de vìa
láctea en el muérdago, entre continuidades de dagas,
impulsadas por la idiosincrasia de una piedra.

Aludes que desaparecen entre silabas de adobe, donde
las estampidas sonde clanes. Sensualidades errantes
por una nube donde las focas se preguntaban por los
patios y los despliegues luego de una maniobra de sal
en los espejos.

Columnas de ancas. Resplandores de grillos entre
colonias irritándose, con tapices y escolios sobrepuestos
en una mesa asolada por la vida del salmòn que regresa
de una banca, luego de ser tocado por dos enamorados.

Citara. Criatura del aire que a través del oído llega
a la imaginación de la noche.




sábado, 30 de enero de 2016

El Mundo Uniendose a Otro






Un mundo juntandose con otro en la regiòn
de las danzas.

Los parpados que escribian en ellos como 
vapores consumiendo rumiantes.

Un lecho despertaba a las aguas como un 
extraño paquidermo; marròn y cetrino 
como las espuelas.

Desde los horizontes una cabaña magnetica
cubrìa los balnearios de agujas.

Filtros y ensenadas de brisa en uno de los 
sentidos amarillos, inventado por la arena.

Calles de gruas entre ataudes de follaje,
ensimismadas en àrboles nocturnos.

Rafagas de mirras donde la naturaleza
irradiaba de astrologìas y desalojos los valles.

Un universo llegaba desde matices azules
y revolucionarios.

Los silencios recogìan la muerte del ruido
en los rincones.

Los elementos viajaban a la noche con
una escena de diamantes.

Reciprocos horarios de electricidad chocaban
entre ellos para crear una chispa.

Jazmines de neòn, sobre las barricadas de
una sudestada en un blanco hemisferio.

Las palomas se ataban a los rostros
abandonados por las siluetas.

Planetas de obuses y sirgadores volvìan a
estampar de nieve sus saetas.

Temporadas de insomnios el vuelo de una
pata de lechuza.

Reciprocos brillos de escamas sobre los
inviernos en los talismanes del sueño.

Juguetes de llanuras entre similes 
sobrenaturales en las olas.

Partes de oleajes que vuelven a las orillas
donde un pez se pudre.

Y en las cupulas de esta alborada, imagenes
aùn del amanecer devastandose a si mismo

para escribir de sus leyes.





Inauguraciòn de una Selva





El dìa forma su rostro.
Veo una palabra que en cada una de sus raìces
recuerda a los muelles. Son palida las imagenes
de sus reflejos asi que vivirè en la nada.

Oigo sus sonidos como si llegara de 
un amanecer junto a los objetos
y los mismos mostraran algo màs alla
de su realidad, totalmente extrañado.

Las calles conviven con la gravedad de un pleonasmo.
La salida del sol lo hace con una rama de 
olivo.

Es cierta la historia del pulmòn en las encrucijadas.

Muestras de elipses entre las contiendas.
Patios que en una flor se extinguen como escoltas.
Luces a traves de un ciudad en los restos de una silla.

Inviernos que a partir de los astros llegaron a
presagiar sus eclipses. Un bucle de supernova siendo 
un techo donde extinguese igual que un zocalo, vuelve
a sus praderas. 

Pedazos de circulos que caen desde
una danza de vidrio, coronada por astillas y
espinas; el gallinazo cortando una de sus plumas nos
dice que es cierto.

Catalejos que duermen en una diana
semejantes a inmoviles puntos de la frente,
encuentran una boya.

Cierta emociòn divide en dos la piel del aura.
Una laguna asciende a las ventanas llevando promontorios
en el dirigible de sus huellas.

Todo es abierto por el coral de una hoja, allì
las angustias logran inmolarse entre inauguraciones
de selvas.

El dìa forma su rostro.
Cabe la posibilidad de que el sueño se agigante en
èl como una madeja.

Quizà volvamos a cruzar astillas donde nace
su apariencia.

Quizà.

Mientras tanto el rostro ya ha sido formado entre
aquello llamado realidad.









La Posibilidad del Farol





Nadie hizo su apariciòn ayer. Los faroles
iluminaron otras ventanas. Los vidrios aquì 
fueron destruidos para que la brisa pasara y
tocara cada cuerpo.

Tuve una evocaciòn en este dormitorio que
dormìa. Pensè en lo radiante de este instante donde
nadie despierta y sòlo se ven aquellos que al moverse
dejaban adivinar algunas cosas de lo que soñaban.

Quizà ellos al despertar no reconocerìan esas imagenes
como parte de sus sueños y lo olvidarìan totalmente.
Quizà sòlo eran sotanos conduciendolos a la hierba.
Tulipanes de ceniza. Formaciones de sabrà la realidad
què chimenea.

Nadie llegò. Las linternas disputarìan a la sal una banca
por ello. Los utensilios tomarìan el celular y el bronce
con la parsimonia de algùn espejismo. Las bolsas
cubrirìan de gasas las sìlabas que se desprenden de los
calendarios; subitas y llenas de trenzas como
una galera.

Nadie. Cosas màs irremediables sucederàn todavìa.
El tronco que imagino està siendo talado en algùn lugar
del puente. Sobre el silencio una columna de sargazos
difumina el martinete de papel
donde un prado llega a la elegìa.

Una elegìa que luego olvido.
Una que no tiene memoria.

Y olvida para siempre el hecho de que alguien debìa
llegar.

Alguien cuyo mundo posiblemente estè construido
por faroles.






viernes, 29 de enero de 2016

Ritual del Lobo






Debe ser el cansancio en este atardecer.
Un cansancio con el cual no debìamos llegar
a lo profano.

Quizà pueda ser la ceremonia que llegò un
instante antes del que debìa y ahora se oculta
entre las epifanìas.

Puede ser el horario del ritual para el lobo.
Un ritual donde presenciariamos la belleza de
un aullido coronando de saliva la soledad de
un craneo.

Pero el lobo sòlo acepta el ritual. No acepta la
soledad, tampoco el craneo.

Puede ser el dormitorio al cual llega un lobo. 
Ese dormitorio que en el fondo no es màs que
un hemisferio y en el cual a veces escribe una
palabra de alfabetos de sangre plateada.

Tal vez, la casa de arena en el ser, para dìas 
en que en un amanecer terminariamos con 
todos los sueño del mundo. Asi no habrìa
ya nada que soñar.

Debe ser este cansancio, habilitado por la
realidad, entre calles de acepciones y 
mandamientos, entre calles con millones de
palabras y sus formas. Algunas parecen
estar constituidas por los hombres. Algunas
son los hombres.

Quizà la ley donde empieza una sombra, una
que resiste entre telarañas y deja la sacudida 
de sus principios, para la velocidad de una ortiga.

Sì, es este cansancio. Cada uno de mis pasos
termina convirtiendose en una cadena. Toda 
palabra dicha o escrita en una caminata, que
con todas las fuerzas intento arrancar de mi
vida.

Pero es inutil.

Y existe sòlo un manantial. Un ritual para
el lobo, uno sin nombres ni saliva en los craneos.

Un ritual que empieza ahora y en el que alguien
aparece, mostrando un respectivo aullido en su
boca.







Principio de las Sombras





Pronto el sol llegarà aquì.
Las bandadas y sus siluetas habran dejado
de moverse. Los kilometros acariciaran las mascaras
y milicias en las veredas. Las lamparas sumidas en las apariencias
derribaràn los nombres que fueron sembrados para ser
cultivados por los lances de la lengua o una iguana
verde en cuyo lomo se ahogan los presimios.

Fundamentos untados de madera.
Bolsas de agua y carbòn en los iris de las catedrales.
Espejos de nieve entre sufijos de cobre, donde la 
piel es una proposiciòn que antecede a los huesos. Nacen
los goznes. Los manuscritos preparan simientes
que para el amancer seràn purpuras.

Camiones como latigos de mistica.
Espirales a donde vayamos recorriendo oleajes.
Caballos que despiertan en nuestra mente por el sonido
de sus cascos. La historia del trebol recorre al unisono un rìo
que desata fiebres de aluminio antes de terminar una idea, mucho
antes que una gimnasia expuesta en los timpanos por las
conchas y los pasos de un velamen
encerrado encelulares 
transparentes.

Pronto el sol llegarà aquì. 
Con su llegada habrà muerto toda luz en las cosas.

Y la noche darà a cada una su respectiva sombras.




Los Bosques del Utero






Los bosques pertenecen a una antologìa.
Son matinales como las preguntas de los parques.
Se entregan a los periscopios de los almanaques
terrestres, cuando un sacrificio presagia
la nieve.

Aguardan estructuras del poema al lado de una
piscina donde yace ahogada una fragata y una moneda
de bronce.

Imprimen cabezas de plastilina entre records 
de botes pintados de violeta por enigmaticos angulos-

Tienen escritos y en ellos se alargan hasta sentir
que se desvanecen. La iridiscencia se levanta entre
ellos para que no suceda.

Sus elementos caminan hacia la transfiguraciòn.

En los espigones de estos bosques una ojera respira
o los artefactos conservan el frìo para establecerse en
una pluma.

Los bosques militan en las encrucijadas.
A diario son proselitistas bajo los eclipses.
Llaman en los atardeceres a los helechos descifrados
por las sienes de un obispo. Alzan la mirada al verdor
desde sus cupulas como si fueran tornasoles.

Exponen sus àrboles raices donde estàn encerrados los
siglos. En ellas los hombres vuelven a la experiencia
del ritual acompañados del grito de los paramos.

Tienen invernaderos en un bote.
Rastrean en si mismos el rìo comercial de un anfiteatro
cubierto por bozales. Rastrean el caudal que ofrece
un plantigrado a las cubiertas del genero mientras la
luna cae de los cielos para formar ciudades de
menhires.

Extraños. Tan eternamente extraños como esa voz que 
oigo ahora y me despierta.

-inmersa en lo mas profundo de esos bosques-

Alzandose a la brisa desde un utero.





La Membrana de la Arena





Nota a los animales cansados en el agua.
Parece que remaran buscando un universo que es inexistente.
Todo para ellos serà perpetuamente liquido.

Al otro lado dìas de olivo mecen sus anclas en la tierra.
Dìas como el soplo de la madera en esos ojos que desconocemos.
Dìas que son barcos constituidos por cementos y rieles.

Franjas estivales proyectando el sol de sus bocanadas en
una casa contigua a la que habitabas con un rostro de cera.

Flancos que en los menguantes el invierno dejaba arrastrarse
hasta un eje de poesìa o verbo amarillo.

Nota a los animales cansados al otro lado del mar o el ambar
si llegas a la playa. No son los que habitan los oceanos
llenos de crestas. Son sòlo siluetas que ondean terrestres
entre valles y ciudades y en las rafagas se desintegran.

Alguno tendrà en sus bolsillos algo de sal, me pregunto.
Alguno poseerà alguna ceniza de carne, para decir que habitò
la piel realmente. Y anduvo fugaz y absoluto en ella como
un atomo.

Como una celula. Igual a un oleaje primitivo de huesos
que desde carnivoros rascacielos nos enumera la historia de
de una sortija.

De un caballo encerrado en una piedra.

De una membrana de arena donde la orilla ha cautivado
la escencia de un presagio.

Sin vivir realmente en ninguno.









Poema






Cuando tù tengas un nombre, la mañana estarà
hecha de vidrio. Un tigre habrà llegado de la noche
trayendo noticias de astrònomos.

Los calendarios cortaran retazos de leprosos
en las nervaduras del tallo.

Conjuntos de artropodos usurparan los hangares del
iglu en una mesa de fuselajes.

Cuando tù y las palabras tomen recogimientos de 
plata de una cabellera mostrando sus sienes
a la lluvia.

Y todo sea astral, semejante a insomnios de cera.

Y en los periodicos los molinos se ausenten con
su caballo de agua herido por el polen.

Cuando en ti se requieran nombres rosados como el
plastico, desde una ciudad conquistada por las tribus.

Y en las piscinas jueguen los paraguas con crisoles
recreados por el arnes en una raìz de nucleos.

Cuando alcances el nombre y te alimentes de hollìn
al atravesar esta puerta, donde tambièn los hormigueros
se extinguen. Cuando un concepto se incendie en el
eter de una galaxia que no fue concedida a tu cuerpo.

En el ala de las asonadas o la vìa lactea donde los
zoologicos preparan el estreno de la piel arrancada a
los celajes.

En la proporciòn, en la melodìa de las nomenclaturas.

Cuando seas un mamifero que despuès de los pliegues
recibe una profecìa de manos de los prismas.

De los talismanes.

De el sol que juega herido y cortado en dos partes
por una plaga celeste.

Esa plaga que seguramente despuès de tocarnos
acabarà totalmente con esos nombres que existìan
en nosotros.





miércoles, 27 de enero de 2016

La Piel del Pez





Poseo este tacto.
El dios está sentado sobre la orilla enumerando
las olas. 
Los primates trepan esas olas.

Los cadaveres que instruyen el sentido de los nervios
entre la belleza, descuelgan estéticas provenientes de las
sienes, de los mundos donde un lemur construye un 
mercado.

Un esternón de azucenas desciende de los bancales,
asi que nos encontramos centimetros mas abajo
de los mismos. Seguramente aquí alguna vez soñaron
los dorsos.

Piedras escenciales en la cebada de una nave, donde 
las sillas constituyen peninsulas emplumadas.

Leyes de incienzo en los periodicos mientras la
sentencia es palida como una oración en los mitones.

Poseo y veo el tacto. Era sobrenatural porque 
antiguamente los acrobatas dormían junto a los osos
y a lo sumo se devoraban entre ellos.

Partes de semaforos en el cesped.
La linterna de una gama de cera sobre kilometros
de yeso, mientras oíamos por la noche y eso nocturno
parecía escapar del día como el misterio lo hace
de la realidad.

Un tacto. Lleva una urna y mira siempre en  los
colores ungidos entre los dirigibles. 

Junta las escamas regadas en los puertos para
construir de nuevo la piel de un pez por la noche.

Para seguidamente en el misterio de la misma
buscar su esqueleto.





La Constelación de los Simbolos





El invierno es un símbolo que ha 
sobrevivido a otros. El asunto podría ser
empezar a demostrarlo.

Para aquellos que sobrevuelan, es un poco
dificil -hablamos de poetas- Para aquellos como
nosotros -que caminamos- la tarea parece mas 
complicada.

Mientras tanto el invierno es un símbolo que
ha sobrevivido a otro y ello no sólo ha sido contemplado
por la realidad.

-lo último es otra cosa-

Puede ser que sea un tema contemporaneo, cuando
vivamos debajo de la lluvia. Puede que sean
visualizaciones de radiadores o funcionarios publicos
oprimiendose en el interior de los edificios.

Pero el invienro es una señal y un circulo.
Se en cuentra en todos los parques recordandonos
perpetuamente que la poesía logra convertirse a veces en un
ser de interpretaciones.

-muy al margen de los que sobrevuelan o caminan-

Cavidades teoricas de navíos.
Fractales de sal en una palabra de adobe tendida 
sobre el aceite.

Culturas portatiles de ladridos en un tendón
que la hierba entrena en un record de tallos; miradores
a lo lejos a toda costa, desde infinitos saqueos.

Voces detrás de ellas como galopes.
Ciudadelas de pelo en las bujías.
Barones en cuyos nucleos se examinaba la brisa
de un testimonio tras otro en los umbrales, donde la
paloma arrastraba en el vacío la evidencia de su sombra.

Pero aquí el símbolo deja de
ser una vida que ha sobrevivido a otra.

Y se une a otro entre la realidad.

-semejante a astros que se unen en el cielo-

Para formar constelaciones.





El Devenir de los Oráculos






El significado es el barco.
El significado es el barco al estrechrase con la carne.
El significado es como una tarea entre los simbolos junto
a un devenir de oràculos.

Es la ciencia donde los espejos nacen acompañados
de un manantial al formar meandros en los
deltas de los cabellos.

El significado es grisaceo.
Contrapuesto a las nueces y cabalgaduras. 
Constituido por feromonas a la par de algo solitario
igual a un racimo entre alrededores de huesos.

Algunos sueñan. 
Otros desembocan en la piel que logró llegar hacia la playa.

Allí la piel tenía como principio la carne.

Ventanas por las cuales el aire del verano se hace pesado
por la humedad.

Ventanas por las cuales y sin embargo un buho suele
reconocer mi llegada. Esos pasos que no sé hasta qué punto
me pertenecen y que a veces se han despertado estrabismos en
vez de habitaciones en las cerraduras de las puertas.

Por ello creo que el significado es el mismo en relación al barco
y la piel que es estrechada. En relación a los simbolos en
el devenir de sus oráculos.

Más no en la ventana que esta sobre la puerta de esta
habitación.

Desde la cual un animal me llama.






martes, 26 de enero de 2016

Bovedas Plateadas





Esa hora despertarà de cualquier manera.
El cansancio en el travesaño volverà a descomponerse.
Algunas palabras como el milagro buscaràn un cuerpo por
la noche, igual cuando un pie busca el peldaño.

Animales que trasladan sus sortijas a los manantiales. 
Pasadizos que abren una goleta para el sueño de las escafandras
con un reloj de savia que duerme entre los pàjaros como 
si fuera el tiempo.

La hora despertarà. se acercarà a los universos como la
historia que intenta precipitarse. Tocarà las ilustraciones en las
yugurales de la orilla.

Asaltarà los farallones donde el sentido del infinito
deja en la apariencia la sensualidad del grillo en los peciolos.

Orillas que redondean esferas en el sudor de las gaviotas.

Flotas que eligen la dimensiòn de una manzana por la noche
para soñar.

Tactos de espuma que llegan desde los maxilares de las orillas
con bovedas plateadas.

Arquitecturas y rangos que presentan en el helio el cuadro
occidental de una espima alimentada por los metales.

Fìsicas correspondientes a los enunciados de un meteoro 
en lenguajes escritos por vesperales crisoles.

Hacia allà la hoja. Màs distante el trueno sobre una camisa
de parpados donde herencias de barro vuleven al utensilio. Al
tallo en la mandibula y la gnoseologìa de un sueño donde la
edad de la garua es un meandro.

Colocando en las oraciones de la arena estaciones de declives
fundamentales como la hierba.

Como los fanales que pasan.





La Flor que Pertenece a un Diàlogo





La flor pertenece a un diàlogo.
Ha llegado del oceano con una columna.
Pertenece por la noche a los sonidos de los bàculos.

Es fusiforme. Luminosamente abstracta en sus
reliquias. Comenta igual que una torre las aguas y arroja
monumentos de hiedra a la leche.

Es un barco. Tuvo que escribir de cuanto farallòn
estuvo hecha antes de alcanzar el sueño. Antes de llegar a
la brisa y portar en su craneo rojas cabelleras
iguales a las que poseen los trenes.

La flor tenìa uñas. Alamedas de vidrio, sobre las cuales
se deslizaban los hombres.

Trataban a las calles como abalorios.

Desde un fondo de la vida desconocido hablaban
de supersticiones y halos semejantes a una banderas.

Buscaba cada mañana oceanos de infancias elevandose
a lo sagrado.

Llenas de bozales, ocultabanse en las hojas, entre los palabras
que escribìa la tinta.

Pero en realidad ello era sòlo un grito.

Expresando en absoluto lo contrario.





El Acantonamiento de los Pàjaros






A cierta hora la plenitud debìa convertirse en
una cigarra y los boletos de un boulevard hablarìan
entre primates.

Se acantonarìan los pàjaros.
Los toldos proporcionarìan una estaciòn que es
desconocida para un ala. Es aquella que une el invierno
a una primavera. Pequeña como una circunferencia.

De tal circunferencia desprenderiase una esfera.
Buscarìa las lamparas en el interior de un ladrido. Bajo
esa pulgada sobrenatural de una bolsa con estalactitas
elevando primicias de escalpelos blancos, respirariamos.

Y en esa cierta hora de tenazas.
En ese cierto minuto de morteros y estacas, algunas
cosas como los espejos ya no podrìan ubicarse y tampoco nos
dedicarìamos en las granjas a ensillar un protozuario.

-la temporada serìa de calor y grevas-

Cierta hora que es como un musculo. 
Un dinosaurio que empieza a comprender los contenidos.
Una exposiciòn del latigo en una radio. Junto a un artropodo, luego
de haber llenado de miscelaneas un atlas.

Listones de escamas.
La branquia del barro ascendiendo a una supersticiòn con 
una lengua. Entre fosiles que se oprimen en una garganta, con
leyendas ofrecidas a un nictalope en la oraciòn de
una curva.

Donde una parabola empieza a agitarse como el corazòn
del universo.

Buscando caracolas.





lunes, 25 de enero de 2016

Metabolismo de Neumàticos





Nos acercamos al vidrio.
A los sueños que creen que el incendio
empieza en los idiomas de una huella.

Despertamos para tomar escoltas de uranio
bajo cartas de perversidad caladas por
el espìritu de las chimeneas.

Prismas de hierba en las manos.
Arriamos ese cansancio de esa hierba que
llenaba el poema de crespondes y brazaletes y raleas
como las que terminan en un punto creyendo en ello
confundirse con el horizonte.

Nos acercamos a las ventanas para tan
sòlo interrogarnos por una tijera. Para creer en la 
hojalata como una luz terrestre.

Presentamos a los espigones
en el lugar donde una bahìa incluìa pelicanos
en sus craneos de anilina.

Ganzuas que al alba extienden sus colores.

Objetos solitarios en las ramas llevando el perfume
del destierro.

Lexicos de ambar en los idiomas de los secretos
con un jabalì incrustado en sus senos.

Tal seno diàloga polifacetico con una de 
nuestras palabras.

Y lo hace lleno de espuelas.
De botines traidos desde una habiotaciòn con
perfumes de neologismos.

De palcos en la hierba donde
los sauces ensortijan una digestiòn. Un metabolismo
de neumaticos.

Escribiendo en las citas de las rodillas aquellas
que viajan desde dragones ardientes.







Palabras Amarillas como la Relatividad




Hay palabras amarillas como la relatividad.
Tan amarillas que provienden de los dromedarios.

Hay casas de helechos y encrucijadas respondiendo
a la identidad de los peces
una vez transformados en pliegues.

Son como dìas que empiezan a formar recorridos de
liebres. Tratados de epistemologìa en el asfalto. Son un
druida junto a una alabarda, donde el oxido debe a la
lluvia otros colores en el hierro.

Descienden de las selvas llenas de mandarinas. Escriben
del cansancio en los festines. Hablan del amor cuando
se enciende  la lluvia y los recorridos del oceano
son desvalijados.

Palabras marrones de mar como las que ciencia
de cartilagos en el desierto. Palabras como las que llevan
los buitres en sus ojeras antes de partir a las constelaciones.

Hay palabras de cabelleras de mar como las que eleva
una barca o un navìo independiente del agua o los
territorios que inclina a la tierra sin elixires el aceite.

Palabras como uniformes de un sur de manchas. De nombres
que son sumergidos en los circulos entre animales polmizos
de follaje, proximos a la intuiciòn y los zocalos.

Que fueron formadas por los dormitorios en una legaña. 
Residencias que duermen en las ballenas del sol
como ciegos huracanes. Torbellinos que por un
instante alejan la visiòn de la mirada.

Que conviertense en vocales luego que sus raices son
ungidas entre urnas violaceas, conectadas con los valles.

Nasciencias de pàjaros junto a rituales de
bujìas y motocicletas.

Donde los traficos alcanzan aquello que una horda
en el centimetro llama inspiraciòn en el ser de sus gritos y
sus anclas.






domingo, 24 de enero de 2016

Composición Material





Está compuestos de puertos y cabellos.
De muelles que dan luz a una alhambras. De pabellones
que al igual que las efigies no alcanzan mas que
en la oscuridad sus sombras.

También de sudarios. De adjetivos luego de que los
girasoles fueran encerrados en una nube. De teatros que 
eran marginales pero no como el tiempo.

Lleva una hoja y en cada marea la palabra en ella es
distinta. Coloca veranos en las arrugas. Mira a los pelicanos
crecer desde lejos. Busca en el trigo la pregunta de los
cereales. Presiona en las peninsulas de su saliva.

Creo que existe desde los días primeros de la creación, es
decir lleno de microclimas, con sudores veberados por 
un rostro, entre escolleras que imponen su color por la noche
a los faroles y aquellos objetos deslizandose nocturnamente
por el mundo con las ligas de sus vaticinios.

Como un satélite que gira alrededor, pregunta por la luz o 
la sombra ante la cual es entregado hasta formar un circulo. 
Un capitulo de elixires que alcanzen una alegoría bajo un
universo de estelas.

Está compuesto de avenidas, de particulas como el sueño
en un atardecer transparente, lleno de postulados como los
gritos de las mandarinas.

Encerradas en un árbol inasible este crepúsculo como la
memoria.








sábado, 23 de enero de 2016

La Narraciòn Roja





Las agujas logran extenderse.
Alguna busca un triangulo. Otra una helice.

Se posan dìas sobre la escama y las manchas de
anilina son graniticas.

El vidente convoca a los cisnes de cada mariposa.
La narraciòn es roja como un contubernio.

El teatro del albedrìo es comentado en un horno.

El brillo se encontraba sobre la espuma cuando ello
acontecìa igual que un pàjaro sobre el vuelo.

Aquello del pàjaro sobre el vuelo, deberìa
poseer otra constelaciòn. Un lenguaje 
que pudiera mirar sin trasladarse hacia las coronas.

Màs allà de la niebla transformabanse pedazos de
destellos hacia una luz deforme.

El elefante que habia conocido en la infancia se
hacìa irreconocible como una voz sagrada. Su carne
semejaba secuencias de verdes radiografìas.

Lampos como la desesperaciòn se ocultaban.

Yescas como los numeros que habìas imaginado en
el interior del soplo escrutaban la llegada de los jinetes.

El mundo despertaba como un soplo herido por las
encrucijadas.

Como un jardìn envuelto por las torres que se
desvanecen.

Hacia un mundo de iracionales griales que se agitan
en el insomnio.







Las Cabelleras de Acido




Esto es lo que desatan los nudos de las escolleras
y los megafonos de seda.

Esto es aquello que en los callejones arrastran
sus gaviotas.

Ninguna de las palabras volverìa al mar. Algunas
para no regresar se vuelven àrboles.

El ser que habita los cartilagos escribirìa a los 
tempanos por ello.

-A veces lo observamos por ello-

Los pulpitos al descubrir una membrana entre los 
sedimentos de una garza, visualizarìan un atomo.

Los travesaños tendrìan algo màs que la espuma 
al ser objetada por la sensibilidad.

Uno de los sentidos tendrìa un sacerdote en cada pelo
con irracionales portaaviones en sus ruidos.

El astro y el aceite recogeran lo particular de un destello.
La brisa serìa univoca como iridiscentes los periodicos.

Los dìas al emerger de los ponientes evocarìan la diana
con la cual florecieron automoviles.

El paso tendrìa la apariciòn del enigma en el velo
y se oirìan en cada rìo los gestos de los jaguares que son
agiles en el mercurio.

La rafaga esparcirìa formas de vocales con mandibulas
de objetos procolabicos en uno de sus sueños.

Los parques esperarìan una cigarra de arena debajo de las
ramas y en caso que la lluvia las haya convertido en barro,
los parques volarìan de este lugar para buscar sus granos.

Para esto los parques tendrìan que convertirse en lingotes.
En expediciones de nictalopes con un subterfugio.
En soterrados manantiales profanados por las erupciones.

O tan solo muelles con elefantes transportando sus cabelleras
de acido en los lenguajes de la noche.















Las Campanas





Las campanas las componen un girasol. Uno solo. Van al
diluvio abrazadas por un griego. Encuentran un sol de
monografìas desnudo en la hierba.

Acorazadas entre planos antiguos de eufonìas, caminan
a las percusiones entre plasticas sensaciones de nihilismo.

Oyen en los elementos radiantes como un cuerpo, asoladas
por las siluetas que descifran algunos velos del orbe, muerden
las estrellas. A veces son rumiantes e hipnotizan.

Caminan definidas por conjuntos de acacias en la arena. 
Interpretan un musculo que no posee raices. Nocturnamente
imaginan ajuares de prolipopileno para las abejas.

Edifican hileras de craneos interminables que a diario
tocan el final de los tempanos.

Escriben en los tonos herviboros de un murcielago, mientras
los dìas se evocan a si mismos entre forasteros magneticos.

Se sientan en los parques irracionalmente como lo hace
el onirismo y las leyes que agitan en las dimensiones y silencios.
Todo aquello allenda a los borceguìes.

Unen las noches a los imperios del rìo en las venas
de una palmera.

Comparten puntos con los collares mientras las herraduras
atan los rostros de los niños.

Citan especimenes en àngulos de naves que se acercan
estilizadas por una suma de zocalos.

Conservan una palabra en la silueta de una asordada peninsula.

-un espejo antiguo la noche es su visiòn escarlata-

Las campanas toman una mirada para llegar a los filtros. 
Nacen con el mar entre burbujas tensadas por los pergaminos. Dejan
la flor en una cornea.

Se arriman a las mitografìas con la unica cinta que poseen. La misma
conserva la textura de la piel en la arena.

Son omniscientes segùn la vida de un trebol que avanza entre los
relampagos con una apariencia.

Amañan los sonidos del dìa hasta convertirlos en triangulos.

Untan con sus sonidos de jabòn un àrbol.

Ciudades como el viento o las cupulas donde yerran los tordos,
le deben la propulsiòn de sus percusiones.

Las intuiciones del sueño en un baño de lianas.

Las campanas estàn compuestas de girasoles y luego oprimen
el tatuaje de un corazòn.

Uno que se encuentra aquì milenario.

Acompañado de estacas y hierba.









El Verbo de un Escarabajo





Estarè aqui una noche.
Luego buscarè en el follaje esa estrella que
separaba un amanecer de otro. La constelaciòn que
era igual al agua mientras fluìa por el mundo
sobre jardines de tierra donde el verbo
pertenecìa a un escarabajo.

Vivirè aqui un dìa. La duraciòn de aquello que
en el animal sostenìa un alfiler. Escribirè en las partes
de un buzo que llega desde el fondo del agua trayendo cosas
posibles como la nave o la oscuridad. Volverè a creer
en esos espectros que la silaba deja
como un crespòn azul sobre una
criatura. 

Serè o intentarè ser màs semàntico
que mi saliva.

-presentarè a una criatura algùn diàlogo-

Serè ilustrado por una foca. Por una faena de escamas.
Por una autopsia en mis manos por la muerte de ese
poema que jamàs tuve en ellas.

-el poema habrìa descendido desde la utopìa; no sè.

Caminarè hacia la boca del higo.
Dormido como un espigòn añorarè el patio donde las
albuferas enarbolan sus himnos hasta la formaciòn de una llamarada.

Construirè los pormenores y porvenires respecto a ello.
Caminarè hasta un almendro desnudado por un pajaro. 
Insertarè los huesos de un patio en el segmento donde la anilina
incluye en la brisa el amor por una ciudad y sus
reliquias. El amor por esos violines que hasta hoy tenìan
el significado de un cuento para ramas doradas
en un temerario violeta; palido como un astro entre la relatividad.

Amarillo como un conjunto de rieles entre lo absoluto.








viernes, 22 de enero de 2016

Las Redadas de la Brisa





Las voces de oprimen contra el muelle que el
oceano ha despertado en la nieve. Son voces que llevan
cascaras de pinos como el horizonte.

Son diafragmas con conjuntos de ojos de iguanas
en las ceremonias de los bordes y los roces.

Son florecimientos en una cabellera de arroz que
las sienes sumergen en las caidas de los acantilados.

Son tambièn los precipicios de una silla con naciones 
doradas.

Las anclas en una mesa. Los emperdibles que forman
la ceremonia de los platos. El tenedor y los gestos de una
cuchara cuando es dirigida hacia el eter.

Son tambièn los labios que ya no son pètalos ni
cubren la hojarasca de un tambor en las redadas de la brisa
o los amaneceres que dejaron de ser constelados.

Son los crepusculares dibujos de una torre
en los oboes del alabastro, con mitologìas de mareas o
timpanos que vuelven al oceano llenos de 
plateados esgrimas.

Es el dios que se queda en una mesa masticando.

La cultura del mar en los hombros y la ciencia de una nuca
inventada por piramides.

Es el simulacro de una formaciòn que inclina sus fragatas
al sur donde descansan los papiros.

Entre pavorosos animales construidos entre los 
crespones y los vidrios.






Estaciòn de la Fìsica






El reloj forma el aire.
Los muelles y la estaciòn de la fisica.
La muselina de las anclas si esto o aquello deriva
de los perdigones. De los veterinarios encerrados en una
proa o los medanos, cultivadas en la arena por los leviathanes.

El reloj crea el vòrtice. El lenguaje que llega desde lo màs
pròximo y ello es generalmente la espuma en los pinos de una
tarde, ensimismada en los goznes de un arpa y las apariciones de
un velero, donde las langostas
consumen los aparejos que suspenden 
un rìo o las revelaciones del dìa
junto a los alimentos de una citara con silabas membretadas
por vagones de ferrocarriles.

Entre circunferencias de espuma nos designa el oleaje
desde el cual ansiamos los cuadrados y los tatuajes de una
bengala camino de la hierba.

En la sinuosidad nos empuja a los valles donde 
escribimos en la punta de los telefericos que hundiendose
en las rafagas crecen como lo tragico o lo hialino.

Desde negros colores de ecuestres rascacielos formando
sus yemas, su oido debajo del mar, su oraciòn
de espuma trasatlantica, llena de 
pertigas y vapores, nos deja atravesar la playa con 
el gesto de un extraño monasterio lleno 
de idilios.

Uno de ellos lleva el significado de un jabalì por la noche
conducido al interior de sus sueños.

Intentando devorar un cometa.
















Intuiciòn de una Boina





Junto a una intuiciòn la boina. 
Un techo y ademàs ese giro tras giro del viento cuando duerme.
El giro se parece a un suburbio y debe ser transitable como
una existencia. Todo este desde lejos semeja una caligrafìa, algo
que no es un animal por la noche. Pero agita como los
hombros una rueda.

Junto a una intuiciòn esa coherencia, llena de
circulos y proteinas. De dioses que se deslizan en las siluetas
de los juguetes. De castillos que se despiertan recien
por la tarde y sòlo nos queda en la memoria el
recuerdo de una mañana. Asi añoramos.
Asi volvemos a los desiertos solos con nuestras arañas; ello 
termina convirtiendose en tejido. En un casco ahora que vivimos entre la nieve
y el granizo se articula de manera extraña en los capitolios, como
si el horizonte describiera el purpura o lo exotico.

Yo pienso en esa boina creyendo que las estrellas se han apagado.
Que la ira del sol es algo ferviente en el seno de los caracoles.
Que los prismas son una liana en los paraderos.

Pienso en los transitos como una forma de decirme que las cosas
tienen un relieve que se diseca en la humedad
con un mensaje de ciudades llenas de telemetrìas y volcanes que
despliegan una forma del agua cuando sueñan.

Historias de faroles en un gris apuntalado por los origenes
de un monte donde los disturbios construyen una ola de zocalos.

Zandalias llenas de apogeos por el amanecer donde la
continuidad escribe en la verticalidad de un pañuelo o los
colores que empiezan a ser azules en una foca.

En un mundo que es igual al viento.

Da giro tras giro cuando duerme.








jueves, 21 de enero de 2016

La Existencia de una Imagen




Existe una imagen como el mar cuando reparte
su corazòn en los colores del verbo.
Una que es casi el hermetismo de una flor incrustada
en el desarrollo de los clavos.
Una imagen que camina a la transfiguraciòn con un
pelìcano.

Silenciosa como un navìo de raices inmoviles, acaso
estampando en sus citaras la vida de una ola, el area
subversiva de una pletora, las bancas donde un  tallo
se muestra como el azul que rodea los astros o los
anfiteatros que enseñan las banderas al ondearse.

Vive en una mesa de condiciones semejantes a toda
marea, donde los treboles muestran los elementos
quimicos de sus rosaledas, el factor celeste de sus
meridianos, antes que todo sea fervoroso, como una
estampida de iguanas en la mesa.

Parece una cabeza de indomita sal. Una jaurìa de
veredas que aparecen en la hierba. El almanaque que
muerde las fechas del aura en una gorra adherida al
craneo por lagunas de goma y planetarios.

Es una imagen estampando la suma de sus nombres.
Decide despertar las brujulas que por la noche parecen
exhibir los forasteros. Llena de piedras en el ozono
esculpe ejercicios ecuestres todo atardecer en cada
una de ellas.

Existe una imagen que segùn el arnes es una conjetura
o ese litro de vidrio donde se recicla una vivienda, una 
lampa, un nogal y ocasionalmente la longitud de los 
dados en un craneo.

Igual que un nùmero que baja de las reliquias toma 
las clepsidras como significados del espacio, bajo una
superficie donde los crateres del sueño posan su
primera fantasìa.

Existe una imagen que significa todas estas cosas y
existe otra.

Que desde las erupciones del sueño a otra realidad 
las devuelven.







Estrellas




La estrella viaja alrededor del poema con una
raìz. La estrella es blanca.

La estrella es un hombre que se repite bajo la
lucidez de un àrbol.

En una de sus cabelleras se oprimen los colores
del fuego.

Otra camina hacia el sol con el conocimiento de 
las venas y la hierba.

La estrella se posa en los hombros acompañada
de un ave graficada por el frìo.

Se conmueve ante la escarcha de la orilla. Contempla
un cometa mientras viva debajo del oceano y alguna
vez habla de cisnes.

Suele encontrarse con los duques en una bocina.

Duerme en las superficies del agua igual que los 
reflejos. La estrelñla toma la unica coincidencia entre
uno y otro reflejo.

La estrella es roja como una piscina.
Duerme en las bancas igual que un idealista. Arranca
los coros nocturnamente a una cigarra. 

Llega a puertos que no necesariamente deben ser vistos.

Coloca un bozal debajo del pino para vivir, recibe a
los gallinazos de manera amable detràs de las cortinas.

La estrella nunca cierra sus ojos.

Tampoco descuelga las herraduras de sus orbitas.

Ella espera que hasta ellas algùn dìa lleguen los caballos.




Los Plenilunios del Aire




Un prehispanico oceano.
Junto a èl, un edificio que logra ser primitivo
y roza las rodillas.

Selvas de omoplatos llegan con sus alambradas.

Paises y continentes con una chispa de silencio
donde la intuiciòn es de agua.

El rostro polifacetico del espejo
en una sombra majestuosa de limòn que se arquea.

Divisiones de vidrio con el mundo y tras ellas
los manuscritos del sueño en un leprosario.

Craneos donde la figura del sol en los ojos
crece igual que dioses de plastilina.

Historias de un rìo con alamedas de carne.
Constituciones de luz en un plato. La tormenta creada
por una caricia cuando los tropeles se dan entre 
los dormitorios, semejantes a ceremonias
de carne. Todo esto pertenece a los cuerpos.

El resabio de un rìo donde hubo un oceano de
lagartos. La tierra estaba untada de aceite entonces. 
Llevaba espacios mostrandonos los acantilados
de un bucle.

El bucle ya antes habìa formado una sortija.

Y la habìa arrojado a los plenilunios del aire.







Paraje de Aceitunas




Pienso en este dìa.
No es el mismo de ayer y eso tan evidente
me conduce a un nombre encerrado en la hierba.
Creo que su silueta es un crotalo.

Desde esa evidencia empiezan a darse
algunos manifiestos. La caminata a un parque para
observar un gusano de seda en las ramas es uno de ellos.
Creo que su silueta se darà en el tiempo y serà
una mariposa.

Yo no debiera dudar de esas cosas tan obvias ahora
que llevo un aeroplano.

Ahora que los terminos ya no descienden del farol y tiendo
a dormir en las escaleras del agua. El vuelo en ellas
termina siendo una forma de la vida. Uno igual
a una fantasmagorìa amarilla en los cabellos y el paso de las
briznas amagando entre sus capitulos antes de llegar
a la naturaleza.

He pensado miles de veces en este dìa y en sus ojos
que entre borrosas certezas describe la memoria enlazandola
entre otras cosas a la descomposiciòn de un jabalì.

He pensado en ese jabalì con un navìo de enero al ensamblarse.
Con el presagio de una semilla que duerme en un hilo.
En un milagroso cartòn que empuja deidades entre escoltas
ahogadas por el zafiro y las crestas, donde hierven relojes
entre principios de puntos radiantes.

Pero aquel dìa ahora se zambulle
en el tropiezo de un alga con una astrofisica.

Las bolicheras se unen en una caja de nupcias sobre los
alamos. En los corales entre acuarios llegamos a creer que
toda soledad es un destino que puede separanos por
la noche de los àrboles.

De las cajas donde son  transportadas las uñas.

Bajo un paraje marron intenso de aceitunas.






miércoles, 20 de enero de 2016

Encuentro de los Circulos




En un derecho afìn a los nudos y las placas
juntando resplandores siniestros.

Y siniestras las casas que brotan de las cordilleras
igual que sus llamas, despertando la naturaleza
de los ejes.

En los callejones marinos que bajo los acuarios
velamenes de increibles espumas amarradas desatan.

Entre la nieve que veja los cuchillos o junto a una
florerìa llena de paraguas amarillos.

Cuando las leyendas dejan el coral con una mancha
de cimbalos en sus rutinas terrestres.

Es un aposento esplendido de escolleras, recreandose
en las bocas de los mirmidones.

Cuando los mandamientos alcanzan las grevas y
paredones semejantes a un castillo recorren las zanjas
y sus oleajes.

En un derecho que borrasca de guantes en 
una cadena ensimisman. Allì las fabricas y las cosas vuelven
a multiplicarse en las preguntas.

En el diario de las murallas con un eslabon al trasnformarse.
En los astros del arnes y el tacto con un subterfugio de
cristalerìas con tumbos y zarpasos.

Bajo las acuarelas de un dìa martes en los botines
guiado por vasos de orillas en los puertos.

En lo ardiente clavando el pretil bajo una plenitud
de hienas y horizontes.

En las ojeras de un latigo a travès de los margenes
iridiscentes del follaje. En sus limites.

Cuando todos nuestros ejercicios se comportan
igual que diarios conocimientos de la tierra.

Asiduos, profundamente asiduos igual que un molino 
buscando centrar nuevamente sus helices.

Para encontrar sus circulos.








El Espiral del Verbo





El evento es del tigre con una hora escencial
de caballos. De bovedas y sacrificios en espiral
del hidrògeno.

La cultura de una hiena sube a la noche con 
prolificas atmosferas de sienes. Una coreografìa
ornamental de resortes academicos nos llega.

Se estrellan imagenes de corolas.
Tierras con un solo atardecer en el vientre.
Fuertes que llevan sincronìas de extraña supersticiòn
en un vals, en una diana, llena de siseos
y abstracciones.

El evento de este tigre con una distraìda distancia
en el hierro, en el acento del universo el lustro
sobredimensionado por romanticos espectros 
de gasas, entre la luz y la sinuosidad
de misteriosas cabañas.

Elipticas de iguanas desde un puente hacia nubes
con caravanas de rumiantes
alimentadas por los telefonos en el horizonte.

Mandamientos de naciones en las traversas
donde el trigo inunda las caparazones del sueño
y sus verticales rehenes de espuma.

Puertas con antologìas de tactos.

Esperas junto a una melodìa llevando un rango
a las leyes marrones de un hipodromo.

Entonces me poso ante esa ley y al observarla
pienso nuevamente en las cupulas.

Donde el significado màs antiguo de las cosas
escarban casi con desesperaciòn en el verbo.







martes, 19 de enero de 2016

El Nombre





El nombre ha partido en uno de los lados.
Aùn es lacrimògeno como un gas.
Aùn lleva escaleras por las que no ascenderè.

Manchas de aceite escriben en los suburbios 
de los racimos del sexo.
Extraños veranos de sauces desfilan por un
hipocampo. La tarde es un dios con algunos
balcones.

No soy proximo màs que a este instante.
A las palomas que oscilan.
Al grito que se zambulle en el sonido.
A los clanes en una piel que ya no percibo.

El graznido conjura una raza de tela a lo lejos.
El oleaje que conservaba como un màstil se
convierte en pètalo. Hay un mapa sobre los
simbolos del agua que desencadenaràn
tan solo un rastrillaje.

El nombre ha partido y ahora pertenece al 
rigor de las tormentas de arena cuando sudan.




Las Esquirlas Transparentes





Al buscar el aire.

El horoscopo que asciende como una cabeza invisible
por las ejes de la nieve, hacia un mundo de oxigeno
calado por banderas.

Edificaciones de ambar decimos
segùn las areas de los titanes, envueltos por naciones
de fluor levitando en una yema.

Lechos de colisiones y contiendas en el pulso
bajo empiricos roles de grutas.

Cosechas de langostas a traves de los talleres de
un amuleto. Fotosintesis de arena en un luto rosado.
Tenaces reflejos de baldes en las manos.

Sacrificios de mareas en una fragata de algodòn 
ligada a un cuerpo.

Sitios de angeles en un panteòn. Los huertos de
la realidad junto a una oraciòn, donde se encrespan
columnas de estambres.

Mariposas de azufre en una madeja de coral
atravesada por el polvo.

Pacientes de liquidas conexiones en esa sensibilidad 
que reclinando sus ritos en los mercados, se desvanece
inexorablemente en las cenizas de los magos.

La metamorfosis de una estrella con su agujero
de espuma lleno de elefantes.

Ese castigo sobre la arena con mimesis de verdugos
atravesando inquisiciones saladas como el pelo.

Desnudas astrologìas entre negras poses de
santuarios con matices de ficus. Promontorios
de eter en sus capsulas.

Derivaciones del lumen arrojado a un pozo
donde el horizonte oprime un jardìn de ciencia sin 
dejarlo partir de sus helechos.

Y nosotros.

Envueltos por transparentes esquirlas lo vemos.



Encontrar un Dìa





Encontrar un dìa de modo que en el mismo
dejaran de oprimirse los nombres.

Salir al manto y al clavel.

Atravesar un rapto del tamaño de la niebla.
Conquistar una sacudida de vagones.
Un estremecimiento como la mas escarlata historia
de una raiz cuando se extiende.

Hallarse con una puerta. 
Morar en el àrbol como lo hace la hoja.
Toparse de vez en cuando con un ser. Hablar de
peines y locomotoras, igual que al hundirse el pelo.

Ser errante en los plasticos.
Alimentarse de mandibulas por primera vez.
Ser espaciado por soledades de faros, llamar a una libelula
en un amanecer donde descansan los cuchillos y la
iluminaciòn de un arnes, lo presiente.

Desprenderse de una cabaña en la oreja. Insinuar
las equivalencias de una oraciòn en los continentes del pecho
cuando el corazòn enlaza sutilmente un siseo, una parte
de dios que ha abandonado el azul.

Ordenar palabras segun y desde ese siseo.

Buscar un tomacorriente en las niebla o el portatropas
que allega ciudades a su violenta sensualidad en menguantes 
hechos para las manifestaciones.

Cotejar un suburbio con otro.
Comparar los alfileres de las sienes con otros.
Llegar al erotismo pero desde una forma de rada con
una milenaria armadura de cabellos
siguiendo a los teatros .

Crecer sin orientes. Llenar de pabellones esta estaciòn donde 
los templos escriben cosas extrañas sobre el exilio y el destierro.

Guardar una noche para aquello que resta de nosotros 
mientras el lampo se propone alcanzar la orilla.


Y saber que despuès

despuès de ello, el mundo no es màs que eso.





lunes, 18 de enero de 2016

Las Divisiones del Cachorro






Según las divisiones del cachorro
en una performance, los edificios pertencen
al diario de una melena.

A la voz que empieza a predicar en una gama
de artefactos y policlinicos de astas, con altares y 
retratos de magos, relativos a la arena.

Y en aquellas capitales que significan un fruto, 
las galaxias llevan conjeturas del oceano a un cuerpo,
pensamientos igual a un enjambre o un disfraz.
Archipielagos donde danzan los espejos.

Promociones de eter sobre unigenitos. Entre reciprocos
dedales que son lanzados al agua por las causas. Desde 
ellos los cachorros deciden que es natural y heterodoxo
en el momento de los lapices.

Religiones de ascuas en los proceres. Clepsidras de 
ruedas en cada uno de los botones donde una libelula
erupciona luminosos vientres de albumina.

Prolegómenos que municiones llevan y solscticios
procolabicos.

Areas de mirra como la pubertad. Vicios de inocencia
iguales a los perihelios. El mundo perdido del vapor en las
bolicheras vuelve a las cronicas de los estambres.

Lugares de resptiles en un telegrama. Un sotano
que intuye en las caligrafias del espectro con andenes y
niños respirando primaveras de ozono.

Según las divisiones del cachorro.
En la logistica de una de sus performances. Cada uno
tiene un eslabón en el cuallo,, cada uno desciende de otras
atalayas formadas en los escualidos reinos de la vida
y se asoma de noche a un astro igual que toda
criatura.

Que bajo el primer destello del horizonte se aleja
del crepúsculo.

Llena de rituales.








La Vida de los Callejones






Los callejones recogen el parpadeo.
Uno a uno entran por las silabas de una manzana.
Colocando mensajes de ostras en sus
pestañas, se reconocen.

Estàn llenas de habitaciones y megàfonos de agua.
Presentan artesanos y estibadores al final de sus caletas
y donde la humedad trae a colaciòn la naturaleza y los
objetos, vaporosos desplieganse.

El callejòn es un cartilago.
Un poema que llega de la noche. La gimnasia
de una ley sin recorrer lo prodigioso. Una ballena cuya
digestiòn y metabolismo es a base de mareas.

Lleva en sus castillos àrboles maduros como el trigo,
ferulas de misteriosas iniciaciones.

Posee en cada uno de sus puertos hidroaviones.

Por lo general recogen dinosaurios con razones azules
junto a sus quimeras.

Suben a sus muros una carta de la tierra por mas que
pocas veces la lean.

Enquistados sobre un polo marron intuyen los ciclos
de los antropòfagos.

Sueñas con caminatas que toman de cada corazòn la
vida del acero. Buscan recipientes en ello. Saben que la
lluvia en el otoño descascarà sus paredes.

Presentan sus sospechas de lirio a inmarcesibles
violetas en los yelmos.

Sumergen sudarios en las avenidas.

Llaman a los faroles con nombres ambidiestros.
Los callejones cultivan mochilas. La texturas
de la gabardinas no le son ajenas.

Los callejones toman peninsulas de un crimen. Acarician
bozales en los insomnios.

A veces crecen unilateralmente en las astillas. En la
formaciòn del uranio en los tallos. En las narraciones que
indican a los omniciencias donde brota una aldea.

Son la mitad de una uva.
Miran los galopes de los acidos en los intestinos.
Moran como diminutas ciudadelas que resisten a los
pasos.

Y luego entre apogeos en esos mismos pasos
se deforman.












                                

Transitos Boreales






Los caracoles que duermen entre las telas 
han colocado anuncios en los televisores.

Las catedrales afloran desde los exilios con
la terminologìa de un hombre en sueños.

La metafora hermafrodita detràs de una 
boveda resulta ser un velo.

El hisopo vuelve a ser esotèrico e hipocondriaco
como una sonrisa.

Lo nocturno desnuda cosas reciprocas entre
la tempestad y los ritos de un elefante; telùrico
como el rostro de un buque petrolero.

Alguna percepciòn llega del oxido en los metales,
del acero a la caza de grilletes y la cercanìa de
un fiordo ahora que vivimos ya sin deslumbrarnos.

Pareando espectros de exordios en una agitaciòn, 
quebrando limites de granjas, caminan
esos forasteros.

Parecen siluetas de travesaños que migran entre
lagunas y huevos.

Nomenclaturas de ensenadas que arrancan una 
pestaña ciega al cosmos.

Rendimientos de flancos en una asonada de 
embriones y bocinas astrales.

Partes de epilogos cuyos espejos son sotanos 
suspendidos para siempre en una mejilla.

Antilopes que llegan desde trayectorias devoradas
por el conocimiento.

Almanaques que disputan un lugar a zoologicos
moniliticos.

Ninguno de ellos ha condenado el tiempo.

Lo ùnico que hicieron fue convertirlo en muslo.

En pelicano que muerde la pared de una casa por la noche.





Elementos de Mar






Un tanto la colina, el acento de la maquina
al ser de piedra y las gaviotas donde despertabas
para regresar al mar.

Ornamentos de lluvia e inquisiciones se arrastraban
en la tierra y el agua, formando imagenes de barro.

Estelas de flameantes cercos de hidrògeno
oscilando entre criaturas saladas.

Territorios de mar con un oleaje en la boca, yacen
en la sabidurìa de los truenos.

Elementos de vastagos tras la resurrecciòn, esperas
de una primavera en los perdigones de una reliquia.

Y a partir del minotauro el pensamiento de esta noche.
Cada propòsito es primitivo como la vida, es azul 
mientras percibo y esta intervenciòn posiblemente
no deja de ser antigua en la arena, por ello.

Partes de minerales en un occidente trepando por
los cascos de las enredaderas. Vientos como
los menguantes y los vilos.

Esquinas con santuarios de carne.

Rauda la escencia tomada de una cortina.
Silencioso el dìa de coral en los nombres de una
cofradìa. Estrepitosa el arca de un secuestro amarillo.

Y pienso esta noche. He abierto uno de los poros
en la piel de esta ciudad para ello.
Recorrì sacrificios de flautas y las caidas del presagio
en los tornos. Lleno de cavidades y pustulas he
reflexionado que desde el mar algunas cosas
son posibles.

Y ello sòlo es mostrado si adquiero la dimensiòn de
este oceano que empieza a alejarse en la orilla.

Transformado en resaca por los limites para regresar 
a las olas.








domingo, 17 de enero de 2016

Los Volcanes y el Desasimiento






El espacio alimentado de huesos.
La prisa del verano en extinguirse.
La nación del calcio en un estrabismo.

Paises de lamparas gelatinosas en las escrituras.
Poemas de espuma en las criptas de las piedras
donde un jabalí se entrelaza.

El vagón de esa yesca revolucionaria llena de
cartilagos por ejemplo y de valles con azotes de corolas.

Y en ti la arcilla colgando sus dotes naranjas.
En ti la escencia de lo sepulcral con sus miradores.

Las herramientas tomando del horizonte un puma.
El circulo de un microorganismo al dejar la arena.
La vida del placton aguardando.

Jarcias de fotosintesis para los que elevan sus
espadas en los troncos de una palmera. La sensación
de un estigma en los palcos junto a bujías de magma.

En ti aquello que comprende sólo las superficies
de los manantiales.

Los voceos del equilibrio junto al equilibrio de las
ruinas entre exhalos de advientos y crotalos a los cuales
se inclinan de noche las mitologías.

Los estuarios.
Las saetas del tempano que forman los fanales
con testimonios de clarividentes elegidos
por un bucle.

Cerca.

Muy cerca de los volcanes y desasimientos.





Esta Mañana




Esta mañana es diferente.
Su devenir solía ser como otros antes
de transformarse en legaña. Su historia era
maritima igual a una luz cretacea.

Hoy, esta mañana no expone sus cuadros
ni camina con huellas de alegoría. Ha caido de la
noche desde un sueño y piensa que quedarse en él, es
la única forma de encontrar la vida.

Píenso en ella con la existencia de un rigor, con el silencio
de cualquier ventana y sus contradicciones. 

Con la dialectica de la sal en caso de que nuestras
palabras esten hechas de aceitunas y magnesio.

Medito en ella porque la brisa sigue siendo de gaviotas
y en lo que concierne a los zocalos, el mundo
descenderá en ellos como un papiro lleno de relieves.

Esta mañana es distinta.
Bajó de los corales para deshacerse a si misma. Posó
contiendas de escarchas y capsulas boreales en
sus acontecimientos.

Dibujó a una astromelia en sus heridas.

Esta mañana se diferencia porque simplemente no
llegaremos a algo.

Los frutos seguirán colgados de las algas.

El corazón recordará las jabalinas que a través del
corazón intuyeron cosas como lo profano.

La atmosfera divisará en su espíritu plataformas
de barro.

Los sarcofagos serán extraños, las historias 
en sus maquinas, sólo un residuo.

Entre los hornos esta mañana buscara lo que no
era semejante y en ello dictará la forma en que completanse
entre la duda los tremantes.

Escribirá a la apariencia como lo hacen las crines.

Ya no dependerá de la mañana del día anterior
para rodear un uniforme.

Castigará a los margenes según el orden de los
cataclismos. Presentará en las siluetas la ley que crece
en la armonía y las estatuas.

Alquilará un universo donde los origenes no
significan una rada y el peso de sus cerraduras un nucleo.

Donde silenciosamente se baten los latidos de sus
adioses.








Capacidad Dorsal de una Noche






Esta inscripciòn social.
Su acupuntura bordada por una frente.

El limite voluntario de una rana entre ciencias
de agua y monarquìas 
de temporales.

Esta area de cenizas formadas por los trompos.
Sus periodos de fosforo con maximas preludicas
de generos.

La sediciòn y el olvido.
La intuiciòn para un atardecer en que la memoria
vuelve a una carroza sindical de obreros
elevada por cetrinos brillos
de humaredas.

La chimenea de plata en la boca para el oxido. Los
meandros que de la palabra y el sujeto toman
tejidos vocacionales como el
fulgor o el espìritu.

Esta conservaciòn de mechas y utensilios.
Esa premisa cuyo balanceo es sacudida.

Las jornadas de una maquina en el acero.
Aquellas jorobas con mitologìas
de colonias. El fragmento 
hecho segùn las estadisticas de alguien en
los grabados
donde el acontecimiento a mentar
es polinizado por los cilindros. Por las medias lunas
del principio.

Y en esta lirica escatologìa casi de antibiotico.
En este mamifero que hasta cierto punto es
continuaciòn nada màs de una duna.
En la existencia del eco en un bulto de invierno
digamos diagonal como el rayo.
En el regimen de sus bulbos sitiados por la tarde.

En esta capacidad dorsal de la noche para transformar
el àrbol en adolescente

las palabras imitan sòlo frecuencias

volumenes en la garganta de un hilo.

Sumergiendo acusticas del mundo entre polipos de
follaje e historias de virreyes.







sábado, 16 de enero de 2016

Versiòn Subversiva de las Imagenes





Esporadicamente como un follaje de piedra,
sobrecogido por la carencia en un dormitorio
de graniticos alhelies.

La inspiraciòn de una terrible inocencia en
las espaldas de los acantilados.

La piel en los angulos y los panoramas de un
liquido, contrastando silenciosamente con sus
bosques.

Bengalas de contrabando en un timpano donde
crean un quiste de lana los sonidos.

Bajorrelieves como referencias a un corazòn
intentando descifrar diversos origenes de nucas
y paleontologìas.

El craneo en areas de petroleo. Las agujas
del mastil ahora que un barco ha encallado en la 
playa anhelando disecarse.

El astro en las crines y la composiciòn de los
puentes con millones de gruas veladas por los
pasos.

El canto subversivo de una corona en los
pliegues de un juguete, ensimismado en cronicas
de saliva. Un juguete que pronunciaba
y escribìa en el placton.

La sensualidad de un limite de limòn en el tallo
y sobre el espiritu, las mangas de un mediodìa con 
lenguajes de serpentinas allegando a su vida
los cefiros.

Esporadicamente, flanqueando una veleta rosada
de hangares.

Casi convencido de que las imagenes al reencarnarse

lo hacen desde las medulas de los aceites. 














Las Uñas de Yeso





Sobre lo matinal enciende el arpa su gaviota.
Su nucleo de transparentes fantasmagorìas.
El pajaro vuelve a ser una urna.

Espejos de citaras entre redenciònes de lianas
y los mamiferos dan paso a un cuchillo.

Sobrenaturales estrucuturas de ensueño en la 
intuiciòn, con adoquines de gravedad y
palidos enjambres alcanzando el ambar. Oraciones
de yeso en las uñas.

Milimetricos parajes del destino en las huellas
de un caudal, invernando junto a un rostro, bajo ese
menguante donde las estrellas son de plastilina.

Callejones donde la ojiva examina termometros
despuès de dormir en la axila durante toda una temporada.

Versiones del mar en un hechizo, ataviado de tambores
en cada uno de sus àrboles.

Arboles cada vez màs lejos del mar, en esta mesa, en
esta silla como ahora. Traen presentes de ignorancia y
muselina.

Traen verbos como la personalidad de una herida, que 
desde los aniversarios desnuda cada travesaño del mundo
donde la avispa escribe. Yo nunca vi a una hacerlo. Yo
sòlo lo sospecho en esta orilla carnivora de letras,
bajo una pronunciaciòn que dejò de ser sagrada en 
este instante. Cosa que se deba quizà al poema.

Tierras con terrestres manicomios de banderas en los que
una palabra encierra a la otra hasta la llegada de la primavera.

Puertos de pianos ahora en las fabricas y nidos de una
lechuzas entre un cenit de destrucciòn violeta.

Ornamentos de sediciòn en nuestros ojos buscando
materiales impregnados de urnas.

Cordilleras donde el oceano cuenta en los regueros 
de arena, la llegada de maritimas disciplinas.

Todas arrastran la sombra de un astro en sus colas.








La Grieta que Duerme




La gruta ha dormido en el polvo.
Alimentada por una ceniza de barco sigue a las
ballenas en los horizontes, donde los izares 
son dinasticos.

Nombres profeticos sobre ella son terminos
de jabòn y pupilas que convierten las edades en
hojarasca.

La ley antigua en el paso se extiende en los
margenes trepanando un sol dormido en las puntas.

Conchas de musgo que inundaron el mar de
plaquetas rosadas como las alhambras en
amaneceres de hierba, destinan un perihelio
de parpados.

Emerge una estela.

La marea de oxido interpreta en una cabellera de
latas su vida de abalorio, su canto de albedrìo citado por
el limbo y aquello que se transfigura.

Las serpentinas llenan de escualos el orden
providencial de terrestres fragmentos en una colina.

Una adolescencia toma de ella una piedra.

Los numeros cuelgan hilos en los telefonos.

Las fabricas de carne diseminan en los puestos del
jiròn, cañas y silabas de arroz.

Lances contemporaneos de ballenas dividen el mar
en cartulinas.

Pesados hechos como el farol en la mesa, iguales
al sudor entre vaporosos frisos de helechos.

Inalambricos brotes de primitivas legañas
acarician las protesis de los jinetes.

Sobre una cuclilla lo religioso ha colocado un otoño
de manera primordial igual que un brazalete.

Los solidos son gramàticas de espirales que
acarician el pubis de un borde, el nexo con los manuscritos
en una remota bahìa.

Los caracoles se arrastran hasta las cortinas confundiendolas
con la sinuosidad de las ramas.

En los papiros el vigor engarza la electricidad a una imagen.


La gruta ha sido clavada en el polvo.

Màs, todos sabemos que sòlo es una grieta
que duerme.








viernes, 15 de enero de 2016

Habitantes





Nadie se sienta aquí. Es un lugar que habito.
En este lugar sólo residen las agujas y el polvo.
Inmateriales idolos que alguna vez llevaron
entrañas rumiantes.

Los pájaros cruzan palabras en él ahora, tal vez
porque se acerca el poniente.

Los hechos empiezan a sumar otras  vidas y
objetos a sus existencias.

La ciudad empieza a agitar su corazón para 
poder seguir el del hombre.

Si las cosas eran extrañas durante el día
empiezan a serlo más aún ahora, que se acerca
la noche.

El pensamiento se repliega sobre si mismo.

Las casas habitadas por los cuadernos cierran
sus páginas.

Quién habrá escrito en ellas mientras estabamos
despiertos?

Quién escribirá en ellas en el amanecer cuando
estémos dormidos.

No hay nadie aquí. 
En este lugar sólo existen palabras misteriosas
como el olvido y la memoria.

Aquí hay bancas formadas por maderas que 
vienen de otra vida y no puedo encontrar los
primeros circulos en ellas.

La oscuridad

-asi como la claridad trajo a los suyos-

traerá aqui a sus primeros habitantes.


Y ya sea bajo la luz o esa oscuridad.


Los objetos que habitan las mismas nunca 
dirán que me vaya.






Las Raices de los Leones






El sol sobre la arena como una estrella
de perversidad horadando sus cadaveres.

El universo como una piel de granito sin
encontrar respuestas en los invisibles muelles que
cada noche deja un dromedario.

El puente de jinetes en una balsa donde la tarea de
la brisa es una historia compuesta de iguanas.

Los frigorificos en el ancla y sin embargo, ademas, el
dagerrotipo inexacto de una perspectiva.

Los suburbios donde las manzanas se mecen.
El oleaje de kerosene en una cocina.

Los aposentos de una medalla junto a un jardìn
de chacales que llevan en sus verbos una cita.

La cavidad en la yema.

Aquella chimenea que encencia rastros en el pelo. 
La mayorìa con imagenes de sotanos.

La carne sobre una deidad.

Los mensajes del prisma a travès del arie cuando
un ave a lo lejos adquiere el color de una aceituna.

El segmento creado por la chispa a base de inundaciones.

El espìritu del crotalo en los escarabajos de las cebras.

Ese proselitismo en los pergaminos en los 
termiteros donde entre sueños leemos.

La raìz de los leones colgadas de los iris.

El hado como una sospecha fugaz del aire donde
los grandes incendios comienzan.

Y donde asimismo acaban.


La Imagen del Helio






Es la imagen de un lapìz
inventado por un demonio en la prisa
de un telegrama fonètico.

Cuando las piezas del agua
elevan un juicio fantastico en sus leyes
de caparazones.

En los rascacielos a los cuales llega una
tortuga acompañada de noche
por la liebre.

En la camisa de cobre de un prelado
imitando las puertas del caos entre dados
de indiferencia.

Mientras los fulgores inmolan una
ceremonia de matices en la boca, junto a una
maniobra de criollos en el suelo.

En la orgìa de los onomasticos
llenando de atentados y borrosos portatropas
las crestas de los gallos.

Bajo esas cosas que los bolidos
colocan en un siglo de caligrafìas con asonadas
de hemiciclos e hisopos.

En el instante del uso dogmatico en la fiebre
colmada por quitaescencias y pesos de 
sobrenaturales amarillos ojos.

En la madera del instinto y el requiem 
cartogàrfico del hierro entre crisolitas y
aerosoles.

Mientras primogenitas edades de 
manantiales, exhiben caravanas de alas
entre identidos mandatarios de gruas.

Bajo las formaciones del agua que
deja el movimiento de la cola de los peces
entre reinados de delfines.

En el telescopio sagrado de una
logistica, ebria de borrascas y genes
como las que suspenden una estampida.

En el significado del helio 
junto a una premisa de cardos antes de
la llegada de un cuello.

Finalmente en los nombres citados por
las lamparas cuando su brillo deja atras el
crepusculo, rodeada por callejones de azucar.








jueves, 14 de enero de 2016

Oceano de Insomnio





Desde la noche todo es sólido.
La modificación y la madera son ensartadas
por el granizo en una tormenta.
El perfume de una molécula viaja a una lancha
llena de zapadores.
La trayectoria profana el huerto donde se ovillan
orugas momentaneas.
Las profecías saltan a las calles.
Llenan el cemento de visceras y sus propiedades.
Alaban a los origenes desde articulos de polen.
Cierran los ojos al oceano que entre la playa camina
desde el alba en estado de insomnio.
Los catalogos manchan yacimientos de kerosene.
Se alborotan anatomías de sudor en las estalactitas.
Se cristaliza un arrebato entre la relatividad de los himnos.
Monarquicas intensidades de manadas reciben a los dioses.
Extraordinarios cabellos se recogen en una cola.
Fervorosas son los pigmentos de los frutos.
Geométricos y magneticos como una republica de bautizos.
De ferrocarriles que arañan los troncos.
De monotipías que llenan de caudales sus prologos.
Equivalencias de baules que se retiran de los análisis;prosas
majestuosas son, que desde lejos dimensionamos con
simulacros de farmacias esponjosas.
Prosas que colocan entre la grama calendarios.
Sillas de arcilla como hialinas muselinas.
Descomunales obras en las faldas de las aletas posan sus
valles en una linea. 
Versiones como la fotografía y la silaba evolucionan a 
las abejas.
Comunidades de saetas son trasladadas por el conocimiento
a una hoguera.
El fulgor de esas llaman semejan individuos que arrojan
antorchas a sus pensamientos por la noche.
Sólo entonces volvemos a creer en las historias de todos
los mamíferos.
de esos mamíferos cuyos ojos en la arena siguen siendo 
cerrados por el corazón de las olas.







miércoles, 13 de enero de 2016

El Espejo





A cierta hora debìa ser llamado.
El nombre que llevo sonarìa en este parque
-que a juicio de mi madre- està construido
para locos.

Frente a este parque hay un centro comercial
y a su espalda una autopista. A la segunda le
pertenecen muchas muertes, màs no autopsias.

Yo estarìa sentado cuando ello sucederìa.
Tendrìa un cuaderno y un lapìcero en la mano.
Observarìa la gente que pasa y no sè porque razòn
me abstraerìa en el ladrido de los perros.

Pertenecen a este lugar antes de que fuera
convertido en un parque. A veces logro acariciar
a uno.

A una determinada hora las silabas del nombre
que habito sonarìan.

Yo volverìa la mirada para saber el lugar exacto
de donde llegan.

Entonces.

-como sucede diariamente-

Volvì a introducirme en el espejo.