martes, 31 de octubre de 2017

En Una de las Siluetas





En cada una de las siluetas.
Donde la luz es inasible.
Donde la luna opta por tomar un cristal de un acuario.
Una prolongaciòn de carne proyectando acrilicos.
El destello que despierta arañando un caliz.
El ejercicio dormido de la nutria en una rama.
En el iris amarillo de los zoològicos.
En un parentezco de polen entre interiores de lampos.

Muy cerca de todo alarido.
En los crateres de los collares donde el absoluto
se deforma.
Sobre manantiales de hojas secas donde vivieron los
jaguares con un sofisma en la boca.
Con una historia de bocinas.
Policromas y arcanas como una entelequia que avisora
universos suspendiendo un segundo 
sus exorcismos en las fronteras.

Entre extraños juguetes.

Cifrados en las sombras del infinito por el tiempo.










sábado, 28 de octubre de 2017

Diàlogo con una Pantera





Existe lo espontàneo.
Dìas como la lluvia entre las caracteristicas de un
caracol en movimiento.
Horarios de alfileres que semejan la historia de
una pantera entre la lògica.
Alamedas donde vive para siempre un carbòn.

Se encuentran debajo del brillo.
Entre destellos que buscan exorcismos celestes
en cada realidad.
Sobre eslabones que ocultan sus bocinas
o regresan de la nieve con otro nombre en sus 
rostros.

Van de relàmpago en relàmpago.
De verbo en verbo que intentan nombrar un manantial 
o en su defecto muerden un tallo.
Una arquitectura de flecos.
Un periodico donde el pubis ha encrespado
una cultura en este momento.

Existe lo espontaneo.
Asi empezaba este escrito.
Esta intenciòn o este mundo escatològico
de silabeos.

Donde la rosa vive de noche.

En diàlogo con una pantera.
















El Mismo Vuelo





El viento duerme en uno de sus leones.
Eso puede parecer de plastico.

Entre identidades y peciolos camina la
iridiscencia con su vanguardia marginal y seca.

Atravesamos las calles y nuestros sentidos nos
dicen que aùn llueve. En los charcos de agua
se esconde una ceniza.

Pero toda ceniza es una palabra.
Una brùjula que agoniza en la distancia.
Un diario de mercurio.

Las venas nos dicen que el corazòn camina
a un pensamiento diferente esta mañana.

Pero todos lo son.

Sòlo el que se reitera sobre la luz es identico
a si mismo.

Todo lo opuesto de un pàjaro.

Que en el movimiento de sus alas nunca puede
recordar un mismo vuelo.






Que Deriva a una Latitud o un Apòstrofe




Es posible que la luz no sea aerea.
Que provenga de alguna habitaciòn donde
las cenizas rotan entre lo terrestre.
Es posible.
Tanto como inaudito que el sol sea
matizado de color azul por la noche en alguna
parte del hemisferio, de manera
que jamàs podamos verlo.
Un azul que -si especulase- homogeneamente se eclipsa.
Que deriva a una latitud o un apostrofe.

Incluso que idolatra y previene a sus
idolos del hambre.
Que sugiere a las teorìas y sistemas del hollìn
en la boca, que en cada evento de sal descansan
astronomìas,
todas recogiendo los mitos agitandose entre
los cuadernos con un hilo de desesperada sed
arrancado a las calles y las proporciones.
Al sueño debajo de los topacios.
A sus imagenes contando enigmas.

Y los laberintos donde a veces emerge la palabra.

Desde un solitario reflejo.








viernes, 27 de octubre de 2017

El Universo Prometido





La ciudad se agita entre sus interiores.
Como una constelaciòn en una extraña actividad.
Igual a una nebulosa al rastrear sus propios fasciculos.

Una teorìa de carne proviene de las cofias.
De ese irse quedando solo sobre la arena, casi
igual que un circulo de fuego.

En una peninsula los pelicanos se alimentan de cuchillos.
Las flores circulan por ese extraño metabolismo.
Las flores perfilandose entre el celeste de una nada
se perfilan por ese extraño metabolismo.
Llevan secuencias de zinc. 

Andròginos jabalìes de humo naufragan
entre hordas de yesca.

Las grietas en un lado del sol esparcen adioses.
El universo vuelve a sus contenidos. En uno de ellos
hay un selva.

La brujula llena de espinas un velero.
La inspiraciòn conquista la inocencia de un tejido
en una legaña.
El viento labra sobre un ditirambo que sueña.

Que recorre aletas.

Que atraviesa el mundo, pero no como lo habìamos
soñado.

Y mucho menos como lo habìamos 
prometido.






Igual que Todo Vacìo





La flauta es un rostro.
El violìn despierta en una de las cabelleras 
del aura.
Ciclopeo el eter lleno de apariencias.
Misterioso el verbo que supura en
un rasgueo.
En la mandibula diseñada por un tallo.
Por escoltas de vidrio.
Por estrellas disecadas en la cola de un
cometa.

Lenguas de cera entre manantiales desde
los cuales la magia es un abecedario.
Eclipse y dragamina de un eje.

Las tradiciones descienden con un motor
de luz en sus sienes.
Diversificandose en una aleta al desgarrar.
Reencarnandose o desfigurando.

Igual que todo vacìo en el caos.





miércoles, 25 de octubre de 2017

Alrededor de las Manzanas





Creo que algunas veces el dìa tiene su sombra.
En otras sucede todo lo contrario.
Y lo ùnico que se percibe es una luz en el pelo
distribuida en el craneo de manera
que este parece ser un oceano.
Ello podrìa afirmarse totalmente. Pero el hecho
es que no hay una ola. De allì sòlo
caen destellos.

Creo que algunas veces el dìa tiene tambièn
un periodico.

Miro los hilos.
Los que pertenecen a los cachorros o los que
se inclinan a la multitud con una feria en cada uno
de sus ojos.

Puedo ver el fragmento donde un corazòn
frecuenta las cenizas. Allì la soledad escribe a un
angel irreconocible en la hierba.

Uno dotado de soplos.
De multiplicidades y arengas que bajan de los
truenos.
De los rangos en la superficie de una carta
donde los molinos giran entre manadas de exordios.
Uno que trepana un tatuaje de manera
latina y hemisferica en las torres.

Creo que algunas veces el dìa posee una
hormiga que puede llegar a la cultura de manera 
irracional y pura. Tambièn crepùscular.

Basandose para ello en la informaciòn que
llevan las orbitas.

Aquellas que giran.

Esas que giran alrededor de las manzanas.





La Abstracciòn de un Lado del Espejo





Antes de la lluvia.
De la abstracciòn en un lado del espejo
donde las siglas del oceano dejan de ser azules
o dejan de ser estereotipos.

Antes de los astros dejando caer paracaidas
o ensuciando los molinos de botellas.
Arrancando la espuma a las bocinas.
Rastreando el enigmatico botìn de los abecedarios.
De los elefantes que no hacen sino
vomitar de sus trompas palomas
y silos trigonomètricos.

En un acto formado por el estro o la melodìa
que sella una curva y una branquia, se arrastra la
saliva vestida de horda.

En un satèlite fijando coordenadas de los buitres.
Nuestros ùnicos y gelatinosos buitres.

Y en un principio de navìos atesora el nombre
del birreme, aquel precipicio encerrado en una ola
con palabras contiguas al hierro.

A las placas y silabas
donde un  juguete elabora tejidos en 
las escoltas de un camello.
De un abecedario.
De una condiciòn donde la naturaleza 
descifra invertebrados junto al absoluto.
Junto a un himno que se perpetua a diario sin la
experiencia del sueño.

Pero tambièn en èl.







martes, 24 de octubre de 2017

La Circunvalaciòn del Fractal





El panorama del agua sobre un yacimiento
reencarnase. Depòsitos de sudorosos gestos
indican que un hangar no siempre
es el lenguaje de una axila.
No el de una tendencia.
No exactamente como sucede con el sudor
en las veredas.

Las criaturas de abren paso entre el polen.
Un ejemplo de ello es un poema lleno de 
invisibles costras.
De heridas que no sòlo son nuestras.
El tiempo es quiromantico en una alada encìa.

Las criaturas se abren paso entre el polen
y las xilografìas de un dorado desembarco giran
a una visagra.

Dioses de escarcha en una pàgina.
En una pregunta que camina del arroz a la
arena con esa ardiente espesura
del plastico
cuando arrastra un molino
o un fractal circunvalado por un talòn.
Por el hollìn.

O por las conjeturas donde se llega un
mediodìa a las ramas.

Y en ella una hoja
atravesando la creaciòn sostiene que debajo
del mundo los objetos no son màs
que las sombras de las cupulas.







Relativo al Azogue





Recuerdo edificios.
Puedo hacerlo porque a cada instante camino entre
ellos. La gente que los habita contempla desde 
hace siglos fue determinado por el oceano.
Este es un mediodìa en que las estaciones de
brea pertenecen a los craneos.
Todo craneo es compuesto.
Relativo al azogue. A los drones con un capitulo 
escencial en las mandibulas.
En la lluvia imaginada por un
comercio de polvo donde es alimentada una
astilla. Una nutria.
Un paradero con percepciones del viento cuando
oprime la leña. El sudario o lo pristino elaborado
por un vellocino en el todo.
En la celula intuida por el mar un segundo antes
de alejarse de la ola.
Esa celula llevada por el pico de una gaviota
hacia el cielo evanescente.

Donde los circulos se desenvuelven entre
insòlitos acrilicos. 

Y monologos de monedas.








El Hilo de Dimensiones Azules





El roce. El ejercicio lirico sobre una amapola
habitada por un barco.
El travesaño fabricando intersticios igual
que un invierno.

En la nieve el primer habitante de la lluvia
busca el granizo. Un puente. Un crepùsculo en
el cual el ser pudiera encaminarse a una hoja.

A un oleaje de cebolla.
A un organo entre la tesitura con alambres y raices
impulsadas por el bronce.

Flautas donde una invisible oraciòn porta un estambre.
Los yelmos atraviesan nuevamente esta calle
que es devuelta al eter por el ritual de una paràbola y 
los dijes suspendidos en el pubis del carbòn
reconocen una elipse.

Sobre los escalofrìos un hilo de azules dimensiones se
desvanece y a partir de un diluvio se observan tatuajes.

Todo lujo ahora es inveterado y proviene de las selvas.
Todo respiro va del relampago a un amarillo descenlace
de tallos donde se encuentra el oxigeno.
La vida cultural de los predios.
La organizaciòn de aquello que se fermenta
en el espacio.

Igual que la carne que envuelve nuestros huesos.







lunes, 23 de octubre de 2017

Trasformaciòn de una Imagen




La luna en lo alto.
Sobre un jardìn vibran hemiciclos llenos de gaviotas.
Cada uno lleva su epicentro.

En la rada quisiera ser el esplendor esa quimera
que señala una lechuza por la noche
con sus alas de nieve. 
Pero no lo es.

El granizo es una cresta oriunda del sueño donde
la silueta es izada por la fiebre
en un universo de cofias.

Los huesos oprimen el secreto de un velero
desarrollandose en los jirones igual que una baraja. 
La luz tiene un exhalo de carbòn al agonizar en
una sombra.

Còmo es el exhalo del carbòn para presentarlo
en la realidad. Còmo es su mundo.

Temas teoricos como el destello en el rostro 
de un antilope. Temas iridiscentes como el flujo de
una primavera en el hollìn.

O en eso tan cristalino que a veces cruza el 
corazòn.

Y el fondo de una misteriosa pregunta es
transformado en imagen.











sábado, 21 de octubre de 2017

Las Ciudades de Huesos






Junto al àrbol se encuentra una pronunciaciòn.
En los ojos de un ser debajo del mismo yerra un oceano de
ceniza. Los pàjaros deslizan sus primeras preguntas.
En el racimo se agita un sacerdote.

El dìa es indòmito pero eso ya lo sabìamos.
Lleno de cuervos que hoy son azules.
Los espejos se convirtieron pacientemente en visagras
y fueron aludidos por un sur de raices.

En las veletas el viento fue anudado por la
sintesis del hombre que evocaba lechuzas en la hojarasca.
Esa sintesis llevaba tambièn comboys de plumas.

Los electrodos eran alimentados por el sodio
asi que el hambre en las sienes hoy continuarìa siendo
la misma. 

Como desde hace siglos no habrìa sodio para nadie.

Tan sòlo para los electrodos.

Encaminandose furtivamente esta mañana hacia
ceremonias de huesos.












En las Orillas del Oceano






El navìo se encontraba en lo alto de una corola.
Sobre èl la llamarada dispuesta por una bicicleta
para acceder a un iòn.
Al diario atroz de un semicirculo.

Un organo pronunciaba las palabras de un arpa.
De un calìz en una experiencia de aceite.
De las historias que se derraman sobre la carne de 
un alfabeto.
De un  mundo con improntas de magnesio y sodicos
atlas de barro.

El navìo que despertaba junto a un rito.
Enquistado en estelas de fosforescencia.
Desertando de la realidad a cada latido para poder
ver en ella. Para lograr encontrarla.

Y en los carbones el peso de una identidad
amarilla y reciproca.

Contraria a los velos que descansan en un diluvio
mientras las estrellas arañan el infinito con gotas de 
prismas. Con nebulosas y fragmentos de axilas.

Y de un hermoso tigre.

Recogiendo eternamente su melena en las orillas del 
oceano.











viernes, 20 de octubre de 2017

La Otra Realidad





Lo ardiente llega de una palabra.
Llega para escribir de las ojeras que descienden
con una libelula en sus dientes. De los
prismaticos en ellos.

El universo encarna astros en esta hora 
de logartimos.
El pàjaro debe ser lunar para comprenderlo.
Entrenado por bocinas de carros alucinantes.
La interpretaciòn sacude una linea para
golpear las quimeras.

La brisa despierta un monòlogo. Es lo primero
que despìerta la brisa cuando se abren los ojos
y el mundo semeja una constelaciòn 
interceptada en su trayectoria sòlo por
el pensamiento.

Tal constelaciòn conduce una pantera.
Una especie de verbo que no lo es.
Un reflejo descifra entonces la primera llamarada.

Pero hay cosas que llegan de otra realidad
para mezclarse con aquellas que llegan de una 
palabra.

Las cadencias. Los filtros secretos.
La metamorfosis por las cuales se elevan hacia los
pàjaros las multiplicaciones.
Los regueros que forman los himnos en un
dragaminas.

En los espejos creados por las bolicheras
junto a una cadena.

O una forma de relieves.

Donde tambièn el teatro de la palabra empieza.







El Dìa Esparciado en los Troncos





Como un dìa espaciado en las troncos.
En los tomos de anilinas que resumen o pervierten.
Entre adornos de agua que transfiguran y llegan a la miseria
con una luz diferente a la que posee una ventana.
En los crotalos sobre una almena invadida de peines.
De plesiosaurios e imagenes de pus
recreadas por un cine.
Por un vuelo de oxigeno con limites.

Entre encrucijadas cuyo exorcismo de fosforo
se encuentra reclinado.
Disecando el acido en los articulos.
Estrellando ramas contra los candelabros.

En los escenarios del mar con una flauta.
Con vicios modernos que la arqueologìa dota de veleros.
De circuitos y plasmas donde emergen los dijes
con una serpentina y el tallo de un eslabon
sugiriendo, regresando a las playas donde las olas
refrescan la orilla con sus nudos.

Cuando los ideales son forjados por una tijera
y los soplos decicen lo cautivo sobre un arte de manzanas
que respira debajo de la incandescencia.
En una costra a base de mandibulas.

O quizà sea cierta la iridiscencia con galpones
o jazmines que rozan el alba esparcidos por un juguete.
Por el espìritu de una idosincracia boreal en la 
ira. Delineando las prisas. El conjunto de las demoras
y pliegues.

Como un dìa espaciado en los troncos al igual 
que en los platanos.

Mientras en la màs profunda soledad una moneda
besa un martillo.






jueves, 19 de octubre de 2017

Repertorio Proposicional





Debo a lo ortodoxo este oceano.
A lo homogeneo los circulos que vibran igual que
astronomìas en una liendre. 
Que se agitan en el viento como horoscopos y los
absolutos en cada rotaciòn. En cada pericia. En cada
cofradìa sublunar o atòmica en los cables al
recolectar. Al vocear.

Allì donde las corolas se identifican con una radio.
Y las monedas subversionan el aire para ver en el
arsènico.

No pienso mucho en las ballenas pero me detengo a
veces a meditar en los lunares de sus repertorios. 
En sus bronquios.
En sus elefantes contaminados por un purpura.

En sus constelaciones de leña a orillas de la goma.
En el salitre que es izado como un  balbuceo o una 
locomotora.
En las cadenas donde la espuma pregunta por una
lampara.

Me detengo a pensar en estaciones de ditirambos.
En traficos que conducen de la soledad a una araña.
A un dìa periferico. Fronterizo, donde los
peciolos escarban y basicamente la luna es instruida
por enigmaticos lexicos.
Por radiografìas que surcan el lomo de una avispa.
El aceite de un vertedero.

Anillos dentro de una oraciòn alojada en las agujas
de toda naturaleza.

Torres que a travès del aire recrean el vicio de una
esponja un dìa azulado. Mimetizado por completo
con una hormiga.

Con un tejido donde la silueta de una colonia ha
hecho del oceano un roce.

Conquistado por lo bàsico.

Lo màs elemental en el hollìn de los abecedarios
infinitos.







El Mundo Compuesto de Renglones




Algunas veces espero el crepùsculo.
Es lo ùnico que no tiene edad. Igual 
que el tiempo dicen las bahìas.
Que el eco de los plasticos 
y la hojarasca en el rostro del ser.

El ser compuesto de acantilados.
Que debe ser particularizado para
entenderlo un poco màs.
Que limita en cada una de sus celulas 
con los precipicios.
Un ser abrazado a la existencia
como la sangre el latido.

Enquistado en una que otra logistica.
Impregnado de eroticos patrimonios 
escondidos por la lluvia.
Expresando una sensualidad al fin y 
al cabo con un solo cometa.
Eso sì, llena de infinitos diluvios.

Algunas veces.
Por lo general en dìas de identidades que
caminan por el pelo.
Entre horarios de melenas que fijan
sus perspectivas sobre
un finisimo protagonismo de ambar
en las cosas.
En las superficies donde los solidos son
bañados por el purpura y la desidia
de los àrboles.

Un dìa en que el mundo esta unicamente
compuesto de renglones.

Y de pàjaros que duermen sobre nidos
de saliva.







martes, 17 de octubre de 2017

Las Palabras Sobre la Tierra





Debe ser la ùnica calle.
En ella se encuentran las paràdojas.
El diario de una hipèrbole que vuelve del enves sin un
titulo. Preguntando a cada momento por los sintomas del 
agua en un coliseo. En una raìz donde
vibran las silabas.

Debe ser.
Tal vez el viento sea una escalera 
o la ruta de cada letra sea la encrucijada propuesta por
los planetas una noche de humo en las mejillas.
Una noche con una voz parietal
en todos los alambres.
Con un hilo arrastrado por las nutrias.
Por la ira sideral de un microspcopio que besa
la orilla con la plastilina inusual de
un ideario lleno de fertiles
astronomìas.

O quizà sea una dimensiòn entre su transparencia.
Una agitando esos destellos desde los cuales alguna vez
se llega a la realidad para tocar aquellos que nos toca.
Esas palabras por ejemplo.
Palabras cifradas en el cemento y el polvo para cada 
uno en esta tierra.

Y nadie màs que ese ser sobre la creaciòn irà
hacia ellas.










La Pregunta por los Cuchillos





El teatro del eter crea un rectangulo.
Lirios de cancer atraviesan bacilicas entre hordas
de mielina.

Sobre la arena el viento que propulsaba mitones
escala la lluvia guiado por un vidrio.

Los chacales edifican agudas simetrìas segùn el orden de
las barbaries.

Lo nuclear es una esquirla.
Un atomo proelastico en un relieve.
Allì duerme un menguante.

En el sueño despiertan los peciolos; hay uno que
enrojece.

Prismas de oxido prefiguran encantamientos
en la temporada de una axila y en los huesos del aluminio
una gripe.

Una vida del acantilado empuja en la memoria cosas
maravillosamente profanas como el amor.
El amor en toda su inocencia es profano.

Las estrellas vuelven a caer de los diluvios.
Son aquellas que el polen tiene en sus manos esta mañana.

Un occidente clasifica y pudre sus cristales desde un
patrimonio de acrilico donde se baten cachorros
e ideales.

Escenas como el vertigo plastifican eslabones
junto a una cuchara. Yo entiendo de ello aquietado por
un espiral que acumula monticulos.
Que vive desproporcionado.
A la altura de un mito que ha pasado demasiadas veces
por una clase.

Una clase cubierta por personajes que en este instante
han dejado de preguntar por ese mito.

Y ahora lo hacen por los cuchillos.












lunes, 16 de octubre de 2017

Crepùsculo Bàsicamente Polisèmico





A proposito de la humedad existe un barco.
Una proposiciòn que tiene como origen una linea
de arena en los ojos.
Una estela de carbòn en el indice.
Una religiòn donde se expresan los anillos con una
misteriosa ojera.

Allì la rotaciòn es envuelta por una 
medalla. Allì la rotaciòn posee terrestres silencios
como los que siguen a un planeta
limitando con un eclipse
en la orilla.

O con un cuervo en el hambre
desatando polèmicas en los equilibrios.

A proposito de esa humedad el universo logra
ser elàstico.
Tanto o màs que las cascaras de una moneda.
Que una indicaciòn o una suerte de procolabismo
de los naipes en una azucena.

En un crepùsculo basicamente polisemico.
Con situaciones de imanes y bozales.

Parpados amarillos para un pelìcano que nace
muy temprano en las sienes.
Junto a un abalorio.

Linternas que llegan desde los arcos para que
alguna luz se reconozca en las sombras.
Igual que una libèlula en los tejidos de la noche
mientras las teorìas acaban.

Y la vida es roja.

Igual que las gotas de un zoològico que arrastra la
marea.





Contenidos Fìsicos del Oxigeno






Esa lluvia anclada en el aire igual que una ceniza al cuerpo.
Ese deterioro del eter en un principio.
El nihilismo en una cuchara.
El lunar donde los espirales abundan mostrando un albedrìo.
Una costra de acido.

El muro entre proporcionales cabezas de higos.
Entre nucas llenas de abominaciones.
Sobre un racimo que especula o escarba en los contenidos
fìsicos del oxigeno.
En los flancos donde los telescopios llenan de lenguajes
un rostro.
Una medula del sueño en una hoja.
En un pensamiento que forma una piràmide mientras
los dioses empuñan el significado del caos
en otras armonìas.

Velos de sol desgarrando ciclos de homònimos.
Barcos harapientos donde lucen los limones
crucifijos.
El diario de una cigarra hecho de vidrios y revelaciones.
El magnesio en la franja y en la plastilina
una estatua de hierba.
Un plastico que vaticina indòmito el iris formado por
un cuchillo. 
Por un jardìn donde el sol abstrae hasta el ùltimo 
pàjaro de un escalofrìo.

Transformandolo despuès en una solitaria idea.

Una que despeja su extraño crepùsculo
de pseudònimos.





sábado, 14 de octubre de 2017

Domèsticas Raices





Lo insòlito sucede porque el mar abraza una uva.
Un perdigòn al incrustarse.
Una luz que en las bocinas se diseca.
Y ello acontece cuando los espejos conforman sus 
circulos por la noche.
Cuando la necesidad se abraza a sus propias yemas.
Y una idea rosada atraviesa los ideales
de un parpado.

Planos donde una corola
elige las sienes de una utopìa en el invierno
adaptandose al eco de una quimera.
Sobrenaturales idus sobre un infortunio
de acido en las ràfagas.

Tropicos de sal donde alguna vez los juramentos
se tranforman en extraños griales para
que los menguantes se dilaten entre constelaciones.
Entre tipos de pulmones con semblanzas de eter.
De tejidos de prolipopileno donde
un caracol extiende 
los rascacielos del futuro en sus clanes.

Entre electrodomèsticos y pàjaros que regresan
de los con una cuchara dorada
en sus picos, va una alameda incursionando
en las manadas de las venas.

Y en sus domèsticas raices donde emerge un bulbo.

Y rara vez un densiometro.




El Cerebro Amarillo





La orilla.
En ella un hombre camina solitario.
En sus manos lleva un cerebro amarillo.

Muelles de agua a lo lejos donde los barcos son
entendidos de otra forma.
Como lo hacen los dirigibles tal vez.
Como lo comprenden las hordas quizà.

En un sueño irrepetible llega a una sinagoga una cabeza.
Durante toda su vida la acompañò un pensamiento.

Rotan los niveles del polen.
Rota el suburbio del azucar en el viraje del monòlogo.

Escamas de uranio sobre un relieve de humo
llegan a un limite donde los pelicanos enhebran

El fruto de una soledad relampaguea por diferentes
motivos en la tarde. Uno de ellos es la llegada de las sombras.

Igual que un hombre que camina en la orilla.

Tambièn lleva un cerebro amarillo en sus manos.




viernes, 13 de octubre de 2017

A Esta Hora





A esta hora el lenguaje ha tomado otras cosas.
Atravesò una mañana pensando que las piscinas eran amarillas.
Recogiò el discurso sobre los territorios civiles.
De los drenajes dentro de la boca.
De aquellos que poseen mareas sobretodo.
Se alimentò de los tatuajes de los idolos en ellos.
Abriò las crestas del sudor en los cartones.
Llenò de periodicos las alhambras.

Aprendiò del calor igual que un camello.
Se detuvo entre caminatas de mastiles propiciadas
por el oceano. Separò las silabas para poder ver los rostros
de las palabras ocultas en ellas.

Y en esas palabras despertaban los parajes.
El reflejo de los papiros.
La rendijas de humo que se dilataban.
El parque de goma con una estaciòn de solsticios.
La derivaciòn de la luz hacia un bolido donde
escarbaba la nieve.
Junto a un expreso matinal de cuchillos donde imitaba
la ira un meridiano.
La toma de un menguante con cinicos edificios.
La escalada del sol cuando ayuna.

A esta hora en que los pelicanos orbitan los medanos
de las playas.

Intentando que el pez asome su cabeza
desde ellas.




jueves, 12 de octubre de 2017

Los Barcos




Despuès se encontraban los barcos.
Concebìan la espuma de los mares de otra manera, asi
que se incrustaban violentamente en ellas.
Veìan caracoles en las olas.
Enumeraban las crestas.
Conocìan sus historias.
Su esperanza era que un dìa fueran alcanzadas por
sus mastiles.

Diarios de flancos sobre una utopìa
ahora que emerge el vapor de un pàjaro.
Diarios de abecedarios con ciclos hermeticos en
todas las palabras
Botellas y verbos de vidrio en una superficie
desde la cual el silencio derivaba hacia los racimos.
Hacia una calle donde los gritos son acuñados
por un juguete de hierro.
Por una bandera que ondea pero en realidad 
intenta decir otras cosas.

Despuès se encontraban los barcos.
Algùn dìa en el crepùsculo habìan sido navìos.

Y ello sòlo lo sabìa el lenguaje.

Desfigurado siempre entre las crestas de las 
olas.







miércoles, 11 de octubre de 2017

Los Cristos Azules




Cuando los pájaros duermen hay una soledad.
Cuando las cigarras se convierten en minotauros también.
Ello sucede en epocas de recogimiento.
En ese tiempo la miseria suele engañarnos.
Es legendaria.

Cuando los pajaros habitan o coexisten en el hemisferio
con coyunturas que también devoramos.
Que elegimos como trayectorias de salivas dirigiendose
hacia un mundo de relojes.
Allí se encuentran los ofertorios.
Los cristos azules que se alimentan de sotanos.
De demagogías y transfiguraciones.

Ellos circunvalan los latidos con una espora.
Ellos esparcen el polen de manera que a cada instante
sólo pueda recoger cadaveres.
Y laten desde una inmensidad donde entre otras cosas
las astronomías vuelven a ser asaltadas.

Para informarles al mundo que han nacido los
desastres.





Solidos




Creo que existen palabras escrbiendo entre si mismas.
En un mundo de leones que no conocemos.
Puede sonar absurdo, pero puedo afirmarlo porque
esta casa se llena de galeones.
De orgías donde nace a veces un predicado.
Un adjetivo ciego entre los paraderos. 
El mismo roza la longitud de un ciclope.
De un fasciculo de arañas.

Palabras escoltadas por costras.
Por niveles subrepticios y rangos de mejillas donde los
carbones son creados por una alameda
y las estaciones de musgo irradian espacios de sepia.
Espacios increibles a los cuales llega un
pasadizo.
Un solitario enves.
El turno del aire cuando se dejan expediciones 
de cabellos en las aguas
y en los parpados se disputan bandadas
al trigo.

Creo que existen palabras.
Todas poseen una versión de los exorcismos.
De los tatuajes de todas maneras.
De las incursiones y las frecuencias en los pájaros.

Cuando desde la soledad que los habitan
emergen otros solidos.








El Manantial de los Huesos





Es antigua la andanada.
Ancestral como la cabellera que devora el hollìn
de las astrologìas o inunda un edificio
de papeles.

En arcana no tanto como una horda o el brillo
de una manada devorando un pubis.

Silenciosos àrboles que en este dia de sal
rozan los plasticos.

Silenciosos como seres de albumina desfigurando
otros rostros. Otras fogatas en algùn sendero de la realidad
donde algunas figuras empiezan a rozar la locura.

Dioses de nieve parecen siempre entre estallidos.
Irrepetibles escarchas a veces entre la luz o el insomnio.
Entre el aluminio o un liquen.
Sobre manantiales de huesos que dejan una liquida naturaleza
para dirigirse hacia los hombres.

El objetivo es reclamar un universo de carne.

Ese que mortalmente -igual que el sigilo- nada màs
les pertenece.








martes, 10 de octubre de 2017

Principio Boreal





Aquì existe una semàntica.
En la misma describiò la luna un evento.
En ese evento la tierra dejaba de rotar para saber
que sucedìa con la gravedad.
Entonces los hombres estaban convencidos que la
gravedad estaba unida al movimiento.
Pero realmente estaban convencidos?
Yo veìa plasticos y nada màs que unicornios.
Yo veìa prototipos o submarinos arrastrandose por la 
tierra con un helice.
Con un montòn de esquirlas y muchas cigarras
desertando hacia la nieve.
Yo veìa un zoològico desde el cual izaba cada tarde
un deseo una iguana.
Un zoològico lleno de xilografìas en el fondo.
Profundamente ciego como la pupila 
de un aguila presentando a las escaleras
sus metabolismos.
-eso es en absoluto absurdo-
Sus caracteres del hambre desde un boreal
principio donde es esbozada una linea hasta la
llegada de los racimos.
Hasta la iniciaciòn de algo lateral como un eslabòn.
Desde las unciones en las que se transforma
al espejo en un rastro amarillo
para interiorizarse en los procesos de las hojarascas
mientras la tierra es un nudo con
volùmenes iridiscentes.
Con equivalencias que representan esquinas
llenas de humo.

Y luego lo escriben.

Como si ello fuera cierto.








La Historia del Frìo






Segùn los veleros.

Desde tambièn los usos y las cascaras.
Entre todavìas indescifrables donde la soledad
llega a un circulo.

En las regiones de esta mesa desde la
cual se levantan otros hominidos para encender 
un televisor. Para tomar un frasco lleno
de clavos. 

Para contar a un refrigerador la historia del frìo.
La aventura del hielo en las cartas que forma una manzana
por la noche cuando los hilos desnudan los àrboles
y en vez de silencios es oido un pàjaro que
interpreta el azul del firmamento.

Y las estrellas que no estàn a la deriva en èl.

Lo que hacen en realidad.

Es buscar desesperadas el rostro de los dioses.





La Costra Necesariamente de Adioses





El iòn sobre la escala.
La historia de una criatura alada en un menguante.
Y un poco màs allà el equilibrio de un amanecer en que
el diario del carbòn individualiza
o se separa del aceite.

Un poco màs allà el desencanto de la ira.
entre las planicies violetas de las alambradas.
Entre los suburbios donde emerge un objeto de aluminio
objetado a una cupula.
A un adviento.
A una costra necesariamente de adioses.

Y en la estrella un filtro.
En la tesitura una replica de lo contemporaneo para
que las lechuzas nunca puedan encontrar
sus relojes y las bahìas sigan llenas de nutrias tal
como alguna vez fueron halladas
por la miseria.

Esa miseria que lleva idolos sentados en el lenguaje.
En las narraciones de los elefantes que conducen en sus oidos
pàginas de astillas y veterinarios.
En alguna forma fisica de la luz con escenas
modernas en las medulas.

Donde un ambiente de raices se tensa o adhiere finalmente.

Para entender que algunos poemas nacen debajo 
de la tierra.






Panorama a Partir de un Manantial




El manantial junto a un destello donde la luz 
especula. El destello recluta en los labios 
conjuntos de prismas.

Cangrejos amarillos en los nombres de las cruces
irisadas por las heridas.

La danza de un demonio en un pristino polen.

Entre las ciudades la curva del sueño con un tejido
de hisopos y màs allà el devenir de cierta escena en la que
dios completa las silabas de una palabra. 

O es sòlo la llegada del sol a la lluvia cuando las
rotaciones son de fosforo y en cada peninsula de àire hay
un cuchillo.

Un trozo de arena en el himno.
Una presencia de almanaques donde las brujulas 
se irisan hasta la fe o una cuchara
donde llegan a la abstracciòn nuestros sequitos.
El ambar en la penumbra de los
adoquines.

El pronostico del oceano encerrado en el viento
junto a rafaga que explica el mediodìa
empujada por un origen diminuto.

Uno donde nacen las escencias o los limites.

O las fronteras que extravìan en sus huesos
auroras de parpados.

De sienes que a veces intentan reflejar el mundo.








lunes, 9 de octubre de 2017

La Espera de los Reflejos





Era una historia.
Una historia figurada por lo meticuloso.
Indagando siempre en la hierba con una utopìa.
Cortejando a los huesos en epocas de madera
en que las siluetas se parecen a nosotros.
Y dejamos de ser humanos solamente.
Digo solamente.

Tenìa triàngulos y biceps.
Artropodos y destellos invertebrados emparentados
con el roce. El roce ademàs es una especie de
parpadeo que toca lo hialino o se sujeta a
transparentes premisas de manera
inconquistables.

El roce es un extraño ademàn que llega desde 
las tinieblas con un meridiano en la boca.
En los lenguajes de los circulos mientras son
de aceite.

Era una historia porque en toda historia los
muertos siguen a las geografìas
y las cupulas para engañarnos ensortijan mitones 
en las axilas de los nombres.

En ese lugar.

En ese lugar donde sòlo a los dinosaurios les ha sido
dado esperar sus reflejos.









Antorchas




El follaje es de agua.
Alguna vez viviò allì un corazòn.
Los peces en sus manos se extinguìan como
mandibulas.
Eran los mismos peces que volvìan a los tatuajes 
despuès de un insomnio.
Hoy cuelgan de la espuma como supersticiones.

El follaje es de agua.
Hay algunos movimientos en ese follaje que son
indefinibles.
Ancestrales quiromancias indescifrables.
Tropos o cartas de hollìn dirigiendose un amanecer
hacia el barro.
Allì donde se reproducen otros crepusculos.

Miro la calle.
Las herraduras en ellas se convierten en la
astrologìa de una vereda.
De una via lactea hecha de agujas.
Con envergaduras que alcanzan el plastico en
ciertas formas por ejemplo.

Corolas de humo para un horizonte
donde giran los espejos igual que automoviles.
Astronautas entre la carne y el acero
presenciando cosas paganas.

Un idolo de nieve en la sombra serìa una.

Un idolo de nieve que conjura adioses ante el fuego 
en este momento.







sábado, 7 de octubre de 2017

Procedencia del Corazòn





Fuè conservada la longitud mientras era de arcilla.
El oceano al rotar entre los poliedros de
sus crestas.

Fue conservada la dotaciòn de un animal amarillo.
El rozar de una corola llevando ideales.
El invierno del musgo ahora que desde las fragatas
emanan objetos como la multiplicidad
en los reflejos.

Los reflejos nunca dejan de ser uno, pero tambièn
lo son. Unen daguerrotipos
entre las vìas lacteas de las iglesias.
Conforman cocodrilos en las siluetas de las peras.
Xilografìas como el sol o el pelo.

Un reflejo concatena.
Sintetiza millones de veces un racimo.
Amariza en una de las constelaciones del cuerpo.
En el momento en que la mente se coloca vacìa ante un
estadio del hambre.
Ante un retrato de la miseria.

Del polen que sigue a las siglas.
De los circuitos donde ninguna hegemonia establece 
las reglas donde sueñan los hombres hasta
convertirse en silabas o islas.

Adioses errantes en una eternidad de burbujas.
De lunares estremecimientos en la pira de un buho que
semeja megàfonos.
Que decora membranas al final del soliloquio
donde una idea al convertirse en vellocino descubre
en su latido de vidrio.

Que todo corazòn proviene de la arena.







La Palabra que Sale de la Boca






La hoja es violeta.
Tiene una sombra donde las cosas dejan de iluminarse.
Eso es evidente.
Pienso en ello desde esta cultura de aclilico donde
es licito pensar en los pàjaros.
En la tierra clandestina que llegò con una brisa a
las ramas.
A las ciudadelas.
Al nombre de las ruinas en un craneo donde los tatuajes
buscan aùn expediciones.
Teorìas de agujas.
Composiciones como el mar o el pensamiento.

Lamparas de aceite que recorren el agua.
Resortes de lluvias impulsados por una bujìa a un
pièlago febriscente.
Y febriscente el universo que toma escarabajos.
Que posa menguantes en el secreto ambar del oido, durante
crepùsculo en que descienden los cuervos
hacia la nieve. En sus ojos llevan
otros oràculos.

La hoja es violeta porque
en sus puertas se citan pretinas.
Luces subtituladas.
Verbos de arena donde los dragaminas escarban
entre limones inevitables.
Inmediatos.

Invisiblemente empiricos como una palabra
que sale de la boca.








viernes, 6 de octubre de 2017

EL Contenido de la Espuma





En cada vereda existe una campana.
Un periodico que a veces cita de la realidad cosas
extrañas. La realidad tiene sus propios periodicos.
Se encuentran entre las sombras.
Por supuesto no puedo leer entre ellas.
Por supuesto yo no vivo entre las siluetas que dejan los
astros en la hierba ni pìenso
que la vida de uno de mis gatos gira alrededor de la mìa.
Es todo lo contrario.

Y en cada vereda existe un concepto.
Una primavera inusual donde quisiera dormir esperando
el verano.
Eso es algo a lo cual dificilmente llegarè debido
a mis escamas.
A mi dìa siempre contraproducente.
Siempre con gotas y branquias desde los cuales
elige mi pulmòn una esquina.
Un salto al humo.
Un alimentarse nada màs que de escarchas.
De menguantes que irisan animales.
O el eter.
El eter con estaciones de buhos y mochilas.
Con nacionalidades muy cerca de un ventilador o
un cometa.
He utilizado la palabra cometa debido a las franjas
que suelen deducir o especular
bajo el humo
cuando la tierra es de ceniza amarilla
en los antilopes.

En los jabalies que cruzan de noche la luna.

Para rozar entre sus selvas el contenido de la
espuma.

Desde la cual son arrojados los hombres a
la tierra.





Las Heridas y las Palabras





Tal naturaleza del mar es un nombre.
El significado del mundo cuando es completado por
una ventana. El diario de una cuchara.
De una criatura alimentada por alfileres.
Por los pròlogos donde llega a la espuma el albedrìo.
Tal llegada sucede entre otras escamas.

Y en aquella naturaleza las costras.
Las heridas desde las cuales nacen las palabras.
La silaba contigua a la sal construyendo bolicheras.
La existencia de las hordas y metàforas.
El silencio de un cascabel despuntando hacia el sigilo
con borceguìes de plastico.

Y ascendiendo entre habitaciones de goma donde
llega al oxigeno la transparencia, un invierno de peciolos.
De eslabones con troncos decimales.
Con sistemas aùn de madera donde relieves de
espinas suturan un pubis.
Un universo de estructuras celestes como las
que inician el viaje en el cielo despuès de la noche.
Nosotros confundimos esas estructuras con
los aviones que cruzan una madrugada.
Con los aerodromos que duermen 
en la tierra.

Con los troncos donde sòlo la mirada de las grietas
en ellos que nos aguardan parece definitivo.





Del Muelle a la Soledad





Del muelle a la soledad hay un silencio de nieve.
Una incursiòn.

Se comporta igual que los electrodos.
Busca iones en los 
semàforos.

Pronòstica la llegada de la brisa a los volumenes.
Elige trayectorias.
Preàmbulos donde el eter reacciona a una
hoja.
A un recorrido donde el mundo parece de yodo.

Del muelle a la sal.

A la invenciòn del peciolo en una moneda.
A las escoltas que toman la luz de las sombras.
A esas escoltas con un hilo de vidrio en sus 
cabellos asumiendo metabolismos.
Trascendencias de cera
con una proporciòn de anclas.

Con estadios que algunas veces se inclinan 
a una circunferencia.
A un exorcismo en el tallo.
A un elastico.
A un pedazo de goma.

A una esfera donde el dìa logra colocar un
emperdible.

Un diario de manadas que cotejan
luces azules.

En una ciudad inutilmente iridiscente.









jueves, 5 de octubre de 2017

Versiòn de la Realidad



               

No he habitado un reloj.
Nunca he vivido en el interior de una brùjula.

Recuerdo los pianos como tallos vacìos donde
se inspiraba una nervadura.

Allì sin duda alguna crecìa un enigma.

Recuerdo la imagen de un cretaceo dormido
en una peninsula. 

La imagen de los diàlogos con una gruta de
nieve deshilachandose. Caminando siempre a la niebla.
A los principios de un dìa bañado de alfileres.
De espejos escribiendo en las sienes.

No he habitado algo terrestre en la piel como
una desembocadura o un desembarco por ejemplo.
Seguì a los travesaños en epocas de inviernos
cuando la luz se hace nada y es en el gris
donde deben ser formados los idilios.
Los dramas.
He visto millones de seres bajo ese gris forzando
con todas sus fuerzas esos idilios.

He habitado miles de vientos con una escalera llena de guitarras.
Guitarras dotadas de costras igual que una bandera.
Que un vilo en la espuma.
Que el fragmento de una moneda buscando sus pedazos
para volver al comercio.
A la circulaciòn.

Lugar donde son incrustados para siempre los alambres
en el espìritu de una linea.

Ese lugar al que jamàs llega un cuerpo.






Los Personajes de Ozono




Hay una carta en la arena.
Un universo de palabras invertebradas en ella
sugieren un destello crucial en la orilla.
Allì esconden sus craneos.

Los pàjaros se ensortijan en el aire.
Las bandadas de pàjaros vuelven a ensortijarse en
el aire.

La belleza desciende del hemisferio con una 
bocina muy angosta. Una donde el relato de los automoviles
pertenece siempre a un semàforo.

El silencio con que es delatada esta edad oprime
lo reciproco. Lo reciproco esta mañana es el candelabro
donde un pubis gira hacia la identidad en
una silaba. En un contenido 
que vuelve a ser un  protagonista de la luz
cuando teje miserias.
Cuando se arrastra entre voces que inobjetablemente
supuran en el acrilico.
Quizà algo semejante haga el hambre.

Hay una carta en la arena.
Las palabras en ella se reconocen como mamiferos
que alguna vez anduvieron entre los hombres
y crearon mediodìas. Adolescentes y
mandibulas. Rasgos de una araña sin dientes
que rodea un escrùpulo o se ejercita
en cosas que jamàs son magnificas.
Quizà sean inocentes.

Quizà completen sus circulos entre diarias peliculas
de desengaño.

Donde todos.

Absolutamente todos los personajes son de ozono.









Los Objetos y las Cosas





Creo que uno llega a los objetos un poco tarde.
Cuando ya han terminado de formarse.
Igual sucede con la realidad.

De igual manera los terminos son posibles.
Lo son de una manera semejante a lo que sucede con
los objetos.

En realidad llegamos tarde a todas las cosas.

Y el universo de las palabras se encuentra allì 
para recordarnoslo.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Rehenes




La vida de todos los árboles.
La vida tanto como la existencia de todos los árboles.
La realidad como una intuición que roza las pirámides.
El sol encerrado en los baules con un pentagrama.
El nivel rosado de una pua antes de llegar al sueño.

Y entonces los planetas dormidos en una ballesta
decoran la silueta de una errante manzana.
Decoran el silencio con que las cupulas seducen entrañas.
Esa soledad donde la poesía no hace más que imitar
inutilmente su propio reflejo. Su extraño pendulo.
Su pesada brújula.

Diarios de maderas para que este crepúsculo encuentre
sus libélulas. Para que no sean más distantes las grietas que
aún vemos en el horizonte.
En todas duerme un monólogo empujado al iris por
las bujías.
En todas hay un lirismo que precede a las escamas.
Que antecede a un monólogo.

La vida de todos los árboles.
El mendigo ante el mar buscando faroles.
Perimetros de sal donde nuestras prisiones no naufragan.

Y de nosotros infinita y desesperadamente no
dejamos de ser los rehenes.









Los Objetos en Busca de sus Sombras




Como un lugar de àrboles donde hay una paradoja.
En los lenguajes que descienden del viento con un
tatuaje en sus manos.
Con un esquimal de arena en sus ojos.
En las iniciaciones que son nada màs para las hiperboles.
Muy cerca del vidrio, donde la transparencia desarrolla
otros vicios. Otros planes con palos
y densiometrìas.
En esa densiometrìa alimentada por cascaras.
En las trasciendas. En el eter de una cigarra que
conduce una pelicula a la nieve.
A un solsticio de goma.
A un emperdible que mira un alacran avanzando sobre
la superficie de un peine.
De un mito con pisadas rojas.
Con entrañas que a travès de la soledad imaginan
solsticios o mercados.
Instalaciones donde un pubis arranca los colores
a un semàforo.
Por un momento es valida la pregunta sobre el
destino del transito.
Què harìan los automoviles en las esquinas sin la
existencia de un semaforo.
Què harìan el resto de sus vidas los hombres
encerrados en ellos.

Como un lugar de àrboles.
Muy cerca de un procolabismo o un gallo que arranca
de su cabeza una cresta. 
En una orilla donde los objetos de tanto observar
a los hombre terminan igual a ellos.
Y entonces crean gatillos.
Mandibulas.
Vapores.

Y avanzan hacia las ciudades en busca de 
sus sombras.








lunes, 2 de octubre de 2017

Los Buitres de Hielo






La aurora es una hoja.
Las cortinas del aire despiertan igual que 
muros azules entre las ramas.
-cosa curiosa-
En el interior del amor hay una corola que muere
como un pàjaro. Sus plumas de vidrio por la tarde han
dejado de tocar el aire.

Adioses formando racimos en una andanada.
Una donde los siglos liberan jardines de cuchillos.
Eslabones conjurados por indòmitos simulacros
de judios.

Por aceitunas de sol errantes en un camino 
cuyas estelas son enumerados por universos de goma. 
Todos con una idea particular y absoluta del agua.
Con un criterio de sal frecuentando en el amanecer
algùn sueño. Ese que no es habitado por 
nosotros. Ese que calza una daga
o en su defecto amenaza a las iguanas que viven
secretamente entre la
nieve, bajo fervientes cupulas de sangre.
Todas acariciadas por buitres de hielo.

Himnos de sol para esa ternura habitada 
nada màs que por una manzana.
Fragmentos de piel en un manantial donde
el sol dilata la espuma de las superficies. 
Adoquines de pus en un crepùsculo de arboles 
donde la pureza es un fidedigno carbòn
izado por los druidas
para aquellos que caen por los precipicios.
Sòlo para aquellos.

La aurora es una hoja.
Puede ser una nota. Un cirio de cascaras.
Una branquia por donde lo vertiginoso es de sodio.
Una resina de acrilico.

Desplegandose hacia la realidad.

Igual que un martillo.