jueves, 28 de abril de 2016

La Luz Dorada de las Sienes





La luna es una huella de luz dorada en las sienes.
Por su parte los astros liberan un ruido dibujado
por el sonido en sus orbitas.
Se encadenan a los cabellos, historias de un viento y
una brisa que son como epilogos.
Entre las bengalas sueñan los peces.
Sobre los cuchillos ondean las vainas y los tallos
transitan las sendas por los cuales vuelven a la noche
las lagunas.
Balsas de algodòn en el aire cubren de nieve las
escamas de una cigarra en los muros.
Puertos como la arena y la sed posan un cometa 
en un patio inclinado a los angulos
formados por la piel de 
un otoño.
Son otros los àrboles que forman en las ramas el
pliegue del ave en sus alas. Son otros los mundos que
laten en la hojarasca cubriendo la hierba.
El espacio empieza a desplazar movimientos de eter
y en cada racimo se desvanece una mirada.
Piramides como el cefiro o lo hialino.
Piramides donde la tarde se sostiene con un altar de
estambres arrancados a las bujìas del polen.
Son otros los àrboles.
Otros los obeliscos que caen sobre la mesa destruyendola.
Y lejanos los seres que empiezan a llegar desde
la transparencia buscando alimentarse de la madera.
Y la luna, la luna es una huella de luz dorada en las 
sienes.










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