domingo, 30 de noviembre de 2014

Iòn





Ha continuado su viaje por la noche.
Es una criatura llena de arboles y pajaros como
los truenos.
Llamada por la tendencia y los nombres que oimos
entre los paraderos. Hasta este momento no ha
empezado el camino hacia un grito. 
Hasta hoy tiene un cutis. Un record en ese cutis trae a 
colaciòn los suburbios. No sè porquè.
Ha vivido en èl a travès de millones de apodos.
Algunos se hiceron heteronimos.
Otros simplemente tomaron la orilla.
Quizà volvìan de las supersticiones y no sòlo puedo
afirmarlo por lo quiromàntico en ellos.
Podrìa decir lo mismo de su caràcter epistemològico.
Desde ambos puntos, son ciencias que han tratado del ser
y en algun punto deben coincidir sobre la magia y las definiciones que
manejan sobre ella. La supersticiòn es la quiromancia
de una epistemologìa robada a los àrboles. Ello
podrìa resolver el problema semàntico de 
este poema. Podrìa. Empero, ello
lo definimos nosotros y no la criatura que ha empezado
un viaje por la noche, lleno de yuxtaposicionres
y angeles. Un viaje lleno de querubines
y exodos. Uno de neologismos como aquellos que
existen en los diàlogos del iòn cuando una de sus palabras
queda en el aire. En la brisa.
Y al igual que Iòn tampoco Socrates
responde.








viernes, 28 de noviembre de 2014

Hemisferios Verbales







Hasta donde sabemos, no sólo el verbo deja de
inclinarse en una oración, lo hacen también
las diferencias y las semejanzas con las cuales
un grillo describe los tambores y las canciónes de
espuma que nos ofrece el horizonte.

Violines de vidrio empujan la escarcha
hacia elementales diluvios con el sonido y los
paladares de un equinoccio donde el
galope entre el agua y una tortuga
alcanzan un devenir irremediablemente.

Pensamos en ese devenir de manera cultural
como un estropicio lo haría, como un sinónimo
de lo ecuestre cuando organiza la expresión de una
tarde entre la sensibilidad. A veces caemos
en aquel verbo desde un canto deliberadamente
hermetico. A veces nada más somos nigromantes.

También se inclina en cosas como el sesgo.
En la latitud y densidad de los planos.
En los misterioros yelmos donde
el lenguaje adquiere una nausea que se diferencia
de lo sagrado porque hace poesía. Y ademas
crece punto a punto en el agua.

Pero el poema llega también de otras maquinas.
De otras garrochas con el verbo.
Y ello puede ser contraproducente cuando no
vivimos ni aguardamos mas que una pantera cruxificada
en la mesa, donde la voluntad de la gravedad
no deja caer ningún animal del aire.

A pesar que los hemisferios estèn -al igual
que los animales- inundados por ello.






Estructura de una Mancia







Aquella hora determinada por el color y el fulgor.
También la luz y el sentido tragico del valle
confundiéndonos con la hoja del puente o las 
andanas donde acariciabamos miramientos. Ese
movimiento en ella recordandonos la fiebre. La falange
organizada por dios en instersticios de libelulas
donde mi histrionismo le daba a este corazón 
los atardeceres del drama. Un drama 
en el cual colocaba una ironía con dotes de azufre.
-en el fondo sólo era el canto de otro poema-
Una paradoja casi sintética, un oboe de musgo.
Aquella hora y los relojes serpenteando en los adioses
del minutero, la reliquia y las siluetas donde yacen aún 
las imagenes de un universo donde viví como prototipo de
ningùn arcangel, desprendiéndome siempre de un jardín donde
convivían las olas con la hierba, el tacto de una hormiga
y la lejana estalactita, cumpliendo con su rol y llevando
por ello en su mirada imagenes de hielo. 
Esa hora compuesta de cigarras y arlequines por 
doquier, las citas en ella con el llamado de la providencia
en ese universo donde suspendíanse los calores entre
relámpagos y piramides totalmente de cactus.
Los candelabros que evocan huertos donde la 
adrenalina buscaba los pedazos de una mandibula
el reguero del alma en los adioses, la cruxifición
del embrujo por la magia, una noche en que
también nosotros llamamos a los sacerdotes, 
colocándonos exactamente en el agua, sin esperar
nada que no sea una palabra que se abra a si misma
para maravillarse o caer en la profunda contemplación
del arnes o el misterio, uno lleno de anclas y submarinos.
Tensandose todos o intentandose tensar en las 
garrochas de un mantico equilatero, abierto en las
corolas por las sombras.






jueves, 27 de noviembre de 2014

El Ritual de Rojo





Poseía un alma y un ritual.

El mismo río que empujan los barcos desde
hace siglos entre los sauces. Semejante tal vez a las cucharas mientras
abandona los naipes y el mito a lo lejos se viste de 
rojo.

Era un movimiento de traslación según las conjeturas
de una imagen encerrada en una plazuela.

Los bordes de un patio poseía.
Llenos de calabozos y columnas como las
que orienta el atardecer hacia los
reflejos liricos de nuestros
abismos.

Poseía un ritual
dirigiendose a las estelas del agua.

O los precipicios donde la conmoción baña
los sedimentos de lampos
con una trance semejante a los himnos y
el exhalo que derroca una araña
en los ángulos cuando la
numismàtica del silencio se desvanece.

Y ello sucede entre lineas que se unen
juntando las paredes en
una coherencia racional denominada techo
en una experiencia sólo de araña y liebre.

Poseía un ritmo.
Una luna fisico-cardiaca llevando las membranas
hacia la ficción o la nube donde
un hecho empieza a describir por si mismo
los relatos del hombre en el aura y los castillos homogeneos.
Lo cual era un movimiento, sintonizado nada más por la palabra ser
en los labios.
Un movimiento filtrando por la boca las dinastías secas que deja
en la sincronicidad una garganta.
O esa forma que desciende del tiempo con astronautas iluminados
por el vidrio.

Poseìa.
Puedo recordarlo entre los hemistiquios y el
cipres donde la onomatopeya decoraba
el agua de idearios.

Puedo recordarlo aùn y con cierta notoriedad
de sufismo proceder en èl como quien
desciende del hilo a la neoliberalidad de la niebla.

Aun logro afirmarlo.

Lo sè por el alma en la albufera
y su ritual de rojo.






De Manera que el Corazòn no sea un Gigante







Nosotros dormimos de manera que nuestro 
corazòn nunca sea un gigante. De forma en
que tampoco tengamos que orientar cada paso
a los colosos. Nosotros vivimos del existir al
resplandor con ese papel que pasa por la aguja,
sin dones ni conscupicencias; eso sì, llenos de 
ejes. Todos nupciales en el oceano mientras 
vocaliza o camina a los satelites.

Dormimos. Ello no significa que haya visto el 
mar, tampoco un tipo de apertura en las sienes
o taxonomìa en los bolidos ni la multitud de
una libertad donde huyen entre los màstiles
las coronas.

Lo hacemos, lo cual implicita el verbo dormir
y todas sus capitales. Dormir debe ser algo
como un libro mientras une sacerdotes. Quizà 
un juramento que trae anunciaciones entre 
los espirales. Anunciaciones que sòlo como 
posibilidad desatan flores entre los jinetes.

Nos reiteramos en ello con dagas de modernidad
o sinteticos amages de fuselajes. Igual a un
epigrama o el hecho concreto de una cadena
en los planos, recordandonos que el dormir
es algo que tambièn logra ser agitado; el 
neologismo aquì podrìa ser numiniscente.

Y probablemente sea una especie de talento que
huye entre la luminosidad, con potentes barcos vacìos
a la par que divisamos acertijos. 

O quizà ningun libreto en
estos valles de lampos y ocarinas, donde 
observamos manantiales, con tal intensidad, con tal
supersticiòn, que terminamos convencidos que todos
los lugares de donde llegamos del dormir
no necesariamente muestran otra
realidad. 

Tan sòlo estàn filosofando en sus sueños.







martes, 25 de noviembre de 2014

El Sol Tatuado






En las primeras lineas de los capitulos
la palabra caminaba como un ademàn.

Yo habìa recogido de sus cabellos, aquello
que ante el sol era una huella, algo como
un inextinguible paraiso de alhambras donde
vagaban paraisos.

- eran marrones y
dormìan en los ejes-

Los veleros sodomizaban en los musgos
las mechas soleadas de los girasoles, el
canto ambar de los rascacielos, la fotografìa 
de sal en las maderas, creando un amanecer sin
tradiciòn en el pecho y la figura pasando de si misma
a la imagen. 

Figuraban los aerosoles en nieves donde
el predicado encerraba su alma sin dejarla ver a la ira. 

Los parques llegaban al entendimiento de sabor violeta 
de los espejismos.

Cantos de veletas hundidos por el doquier del
presente tocado ya en el fulgor o los bosques
que la duna alimentaba hasta el tacto ignoto de la
fantasìa; entonces crecìa la imaginaciòn.

Los limites arrancaban palabras a las grutas
de la hierba. Los himnos eran sacudidas de obreros
que sobre un cisne imitaban los pliegues oscuros
de un diamante sorprendido por tatuajes
preludicos.

Los lìmites dejaban un chacal sobre la luz
de un invierno entre la crisolita. Cavidades de coral
ignoradas por las que escinde el asombro
entre astillas de escatcha que templos
y cupulas dejan derramarse
en el estambre, brotaban para que sean
tocadas nuevamente por la mirada.

Obsidianas de adios en los tulipanes donde
crecen las venas con un temblor de filtro,
con una marejada de sueño.

En las primeras lineas observaba.

Mientras tatuabamos el sol de animales.






Poema





Duermes; en la hiena o en la mariposa
en el caracter gemelo del agua y las melenas, entre 
despertares que hoy arrancan a la noche una saeta,
una especie de gema, alguna carta de sepia
trabajada en silencio por los opalos. Hoy duermes
en el confìn de los cachorros.

Y en ese dormir sin horas, junto a interiores
de latigazos, preguntas por la subjetividad que
llama a las campanas de noche
bajo el clarear de una luna iridiscente 
-en sus marcos las puas aùn llevan narraciones-
y la divinidad descendiendo de la ciudad
del grafico para sellar un nombre en el
arpegio; uno regresando de las columnas
y citaras.

Entre fuentes esculturales de cadmio.
En la puerta del zinc acrisolado de los pabellones.
En los latidos que regresan de la nieve
con yelmos de tiempos astrològicos donde
el paso del dòn llega a la inercia con
roles amarillos; roles de tallo que ovaliza
en expediciones al eter o al halo.

Hoy duermes. Ninguna expediciòn es de helio
me dices mientras te saparas del sueño
buscando la realidad.

Y yo tengo que volver al sueño para que 
acontezca.




lunes, 24 de noviembre de 2014

Conceptualidad de la Iguana






En el archipiego cubierto de escamas.
En la identidad de la iguana cuando cubre de sacerdotes el 
aire. En la conceptualidad de
las cabelleras donde se desliza un tigre lleno de tropos
en su boca.
En los estancamientos de brumas y camisas.
Junto a barones resolviendo ejercicios geometricos. En
la ciudad del suelo y las partituras durmiendo
en las escencias de antiguas escarapelas en los secretos
de una gema. 
En los peces de tigres olvidados.
En las bocinas de las antorchas.
En la memoria que recorre una tienda buscando agua
y en el agua un nombre; estructural como
las cofradìas donde empuja el silencio
su arbol maritimo que desciende de lo boreal para
sellar en una de sus ramas su nombre.
En los desfiladeros creados por eso tan boreal ahora.
En la arqueologìa de la alondra
o la navegaciòn por donde llega el amanecer
convertido en cartilago. En la transformaciòn
tetracuadrada que hay en las manos; la iglesia
y los monaguillos se acercan para tambièn deformarse y en esa
perversiòn llena de grillos y faroles, asumimos que
los dìas son de gelatina y plastico
de polietileno o bruma y espuma que corona el
movimiento de los soplos aùn cabizbajos
de las colinas; en sus faldas la nieve acaricia
terribles mundos como el pensamiento
o el caracter de la imaginaciòn
al encontrar una pantera, estivalizada en dìas
semejantes a los idilios planetarios donde
moran los dioses con un fulgor
de bengalas en sus cuerpos.

Diciendonos que cierto amanecer de fulgor
en sus entrañas no era posible.




Poesìa







Seguramente una noche volveré a las cosas. 
Tendré un manifiesto en la boca que servirá 
de muy poco  para evitarlo. Un manifiesto de posibles escarchas
y representaciones que de lejos compartirán un 
jardín con mi vida, una estación de aliento,
el soplo de una llamarada convirtiendose en
silencio; ese que llena de tortugas
su otoño; ese que llena de señales
inevitables los mùsculos.

Hablaré al otoño.
Circunvalaré algo que empujaba las corolas
al suelo y el tallo a los universos donde
empezaban los manantiales de una
ensenada; el hecho de la luz será un reflejo 
continuo del eje y los meandros donde algun
amanecer los respiros empinaban misteriosos 
objetos; volveràn a ser errantes entre la unidad.

Buscaré plantas de vidrio en la humedad.
Me acercaré a los dragones. Un día desde 
todo mi corazón de nictalope sufriré un
poco más ante ello, llegaré a 
los manuscritos incendiados en
la subjetividad de un pergamino - todo
cabalismo igual se quema en sus lampos -
Serè neofito en esos alamares.

Caminarè entre saltamontes sin tener
la velocidad de su salto.
Dibujarè una higuera donde las moras
incendiaràn los pabellones del espantapajaros
llevando un ciervo en sus helices
y una palabra encerrada en 
sus cantos.

Obviare las regiones donde el pensamiento
escarba en la nuez, con el proposito de llegar a 
los ciclos o los ruidos donde cuelga una papaya y el
sabor a oxido de las ramas no tendrà el presente
de un hoja encerrada en la madera.

Sobre un atardecer-quizà menos dramàtico-
gestarà el acero.

Ese vaticinio en el poema que lo acerca
a la tragedia.



Desplazamiento de la Palabra








Tengo el uso de la vocal una noche de fiebre.
El pájaro de composiciones como el mar cuando
deja de ser amarillo.
La estadistica del ciempies, una noche universal
llena de arietes.
Comprendo que la legaña sube entre apuntalamientos
semejantes a aquellos pertenecíentes a neumáticos
y pulmonìas.
Entiendo de escritura cuando los objetos aplazan
entre ellos, la llegada a los dormitorios y los 
dromedarios.
Entiendo que la sensibilidad no logra comprenderse,
por ello tengo espirales para la mía; son animales
que doblan de manera vertical 
una curva; asi no nacen los vortices acaso?
Entre ellos, mastodontes y plesiosaurios me indicaràn
la manera de acercarme a un verbo. No siempre acertaràn.
No siempre logran ser herviboros.
A veces pienso en las mareas acercandose a un 
ritual que desciende de las cumbres 
con gasas boreales.
Y en ocasiones...
Poseo el uso de la vocal sin transgredir, pero
siempre cediendo -inasible- a un cometa.
A la metodología del plancton.
Yo veo que en los terminos se dictan cosas antes
del neologismo, pero apenas puedo vagar en
sus nombres.
No encuentro jamás una definición.
Una definición es el bozal que empuja nuestra
boca al silencio; he tenido barcos en mi boca
que cultivan colores en los techos debido
a ello.
Si concluyo que es debido a algo, sólo estoy
ofreciendo a la interrogante la posibilidad de un
descenlace.
Pero hay cosas siempre objetos que describen
el vertigo y los espirales de los nombres.

Y lo hacen más allá de todo.







domingo, 23 de noviembre de 2014

Natural el Vidrio






Natural el vidrio que levanta una hoja despuès de 
la supersticiòn y enhebra identidades de sepia y
agujas por donde el hombre pasa. Seguro el eje
de la niebla entre la redenciòn como quien toca
el aura de quien resucita en sus simbolos, acercandose
a un bosque purpura en el hemisferio. A un
genesis de selvas. A un parpado de leviatanes.

Seguro el mastil escarlata ahora que los guijarros
cubren las sienes, que la noche guarda como descenlace de
quièn sabe què en los cipreses; allende el eucalipto 
dibujando una mancha de brea en el circuito 
donde el universo separa 
el vidrio de una adolescencia que incendiaste
como un grito de safaris entre las mandibulas; impreciso 
el ser parmenideo de una saeta en el fuego y muy cerca las 
ventanas de una idolatrìa postmoderna en 
los jardìnes donde se queman otros sacrificios.

Han pasado muchas noches y sè que entre los pavimentos
un anuncio de placentas inunda como
el sol la memoria de un rostro-rascacielos en un
verano casi exacto en las cucharas de
una viscera en la boca: grandes animales de espuma
parecìan separarse de ella; nuestra soledad
lo llamó inspiraciòn.

Pero el rostro que partìa de aquellas mandibulas a las
escolleras no tenìa ese nombre.

Y entre la ironìa iba desplazandose silenciosamente
entre nosotros.

Pensando con paciencia en su oscuridad.





Soledad Sintética






Hay una vida, eso es sintético.
Como el tambor o la nieve, no podemos saberlo.
Conocemos su sintesis por amaneceres tempranos donde
brota su anatomía con tierras de aquiescencia que
el plastico desfigura hasta los pájaros, llevando
transiciones con sus nombres; asi son halitos
los páramos. Y también son solsticios; maquinarias
que los planetas determinan
en las visiones de una parádoja, de elasticidades con todo
lo legendario que hay dentro del buho
o un himno de cigueñas; impoluto, irreversible.
Pero yo tengo una cascara que acabo de 
colar del instante, antes que el mediodía se vaya
y tengo un origen como la brea en cierto sincretismo
de los alfileres en el agua; llevando esta vez
hacia el liquido, tan solo acupunturas. Origamis.
Cinismos o desprecios según la hora del polen, cautivado
por la transparente belleza del amanecer
esgrimando un plantigrado, quién sabe dónde...
Y quién sabe dónde un telégrafo.
La correspondencia en los cordeles entre los
gallinazos y el ocultismo de una gravedad.
Gravedad donde cuartos menguantes y ciclicas esporas
abren el polen entre los silogismos
en pos del nictalope, donde 
duermen todas las tautologías del mundo.

Y duermen con un pedazo de cebra en los
pigmentos absolutos de su frente.











Posiblemente





Posiblemente es el lenguaje de los brillos
construidos por la madera.

Los templos de agua en una invasión de agua.

Asimismo el eclectico día con orgía ecuestre en 
el punto donde el aliento es ortografía sudorosa.

A continuación la tierra de plastilina
encima de la fruición despliega en un papel
en la memoria.

Entonces los papeles nos aprisionan
hasta la edad del ocaso, llenos de sedas y hologramas.

Entonces el universo nos rodea con espirales y 
juicios junto a abominaciones secretas; secreto el lado
de una flor al marchitarse. La historia del yugo en
los cabellos. El escrito en una andanada. La prehistoria,
el silencio basaltico y un velero junto al rito del 
jardín con la sepia, integrandose en una noche
de ciruelos a otro corazón; uno que jamás
puede invadirse con la boca.

Y mide sólo la locura, para volver a ser semejante
al celeste del día.

Posiblemente asi volvemos a lo racional.






sábado, 22 de noviembre de 2014

Insomnios Azules de Arena






Impregnarse siempre de una nada que al igual
que esta negaciòn, no profetiza. Aclarar como el
oceano que hay olas que jamàs son formadas
por el agua; la prueba es la serenidad con que
existen en el horizonte, convertidas en oceano. 
Pensar como la uva, cuando el tamaño de la nieve
responde a los guijarros o el sobrenombre de 
de las raices posa un molusco que el viento trae
de las albuferas. Escribir allì como si tratarase
de escolleras o platinos donde el hierro alude a 
swasticas con que juegan los trinos de las gaviotas
en el cielo; todos por ahora invisibles. Tener en
las manos el equilibrio donde las formas dejan
un secreto conceptuando lo siguiente: algunas
cosas en el poema no por ser invisibles dejan
de verse, todo lo contrario, son mas poderosas
aùn cuando encierran entre fantasmas su mirada.
Y en esas dinastìas nuestra soledad deja de ver
como surgen los brazaletes del dìa en la hojarasca
-los cipreses ya han caido- y nosotros nos acercamos
para entrever en sus cenizas, què clase de adviento
es el que nos toca para cerrar los colores o ser
como ellos entre las rafagàs que ignorando la
naturaleza del adjetivo en la tierra, corren, corren
infinitamente como azules insomnios en la arena.






El Pelo y el Craneo






Algunos vivimos en el pelo.
Otros escriben en el craneo -es otra forma de vivir-
Llevamos planteamientos y en tanto uno puede
ser el otro, al conjugarlos llegamos a la
intermitencia de otra cosa.

Tambièn existimos en el pelo y craneo porque
son incandescentes. En el fondo estàn hechos de 
gasolina y algunas atardeceres de petroleo.

Escribimos otra cosa en relaciòn a la
relatividad del craneo y el pelo, pero no dijimos
su nombre y como no nos encontramos
en el espacio y tiempo de su vida
dejamos que se incline a otros objetos:

A la nieve, a un solsticio, a una conjunto de 
astilleros, a una balaustrada....

Todo esto no alcanza para encontrar su
significado.

Se vuelca al poema sencillamente como ejemplo.





Trayectoria de Arboles y Fotosintesis







El pez que en su silbido, arrastra un graznido
de arboles y fotosintesis.

Su corazón entre la garua de la niebla.
El espíritu de los relojes cubriendo el universo 
de estéticos cadaveres. 

El himno de la flor en
la sal de los cabellos, ubicados siempre entre 
los talismanes. 

El soplo de una fantástica 
congregación de cera y en el espejo donde el
sonido desborda la ilusión del evento semejante
a un reguero, desbaratado a veces por 
infinitas coreografías de verde.

El hecho de una incognita sobre un hecho mas 
cercano: el de ahora, ambos desde una magnitud o
el espacio que borra el aceite. La casa de la longitud y
el metal; un suburbio semejante al universo, con medidas
de lluvias y lirios dorsales.

El escrito medular y la gaviota, formando una
circunferencia en la anguila y en el resplandor que
no pertenece a la imagen pero se acerca a ella.

El cirio del sinónimo entre anclas
con inmensos tatuajes de cromo, en citas 
vapuleadas de magnesio.

Los espejos de nebulosas donde los ríos
conducen espinas y plantigrados a los meandros.

El suspiro del salitre ahora que la rosa vive
encaramada en la lluvia con citas de estaño en sus 
relámpagos.

La hidraulica de zinc en las tinieblas
desatando en la escarcha un hipocampo, un lecho
de voceo desatado furiosamente por
una curva.

Donde secretamente sigue tejiendo la linea
direcciones.





viernes, 21 de noviembre de 2014

Arena





Alguna ola muere ante nuestros ojos. Es triste que ese
sea el destino de ella en nuestra mirada, lamentable que no 
continue su camino mas allà de la orilla; Orilla que nuestras sienes
construyen inutilmente como un puerto. Sin embargo el mar percibe que
ello es asi, que dìa alguno sucederà. Y a pesar de
que infinitas playas detendràn las olas, el oceano 
continua arrojàndolas. 

Por algo será dice el azul.

A esa conclusión llegan los pièlagos.

Al ver dormidos a los hombres en la arena.

Noesis






Pensaba en la intensidad.
En los ojos que podìa representar segùn el calor
o la energìa en las siluetas de inmensos
mustelidos. Yo meditaba en 
la desvanecencia de alguna episteme
iluminada en la subjetividad de las aves cuando
dejan el oido entre contenedores, donde perpetuamente
la radiaciòn quiebra los reflejos del alga. Pensaba en esa
formaciòn de pernos que desde la veleidad
situanse diariamente en una caida de la tarde; tarde 
fotonomètrica y mitografia de grandes colores. Atardecer
donde los ataudes colocan un jardìn
de noesis y numismàticas, para que los candelabros
comparen el tiempo del universo con algo que duerme
en los jacintos y tocado por la naturaleza, simboliza los
tempanos del dòn. Yo reflexionaba en la inmensidad;
lirico y ludico como el espacio entre la
diversidad -por decir del pètalo debajo 
del liquido- y conspiraba en todos
los generos del manantial hasta
encontrar los brillos -es decir-
silencios casi siderales donde la gravedad 
confunde su vida astralmente en
los periodicos y un cisne labra la envergadura
de la eufonìa junto a vanguardias
de heliotropos.

Y todo heliotropo al llegar al espìritu, no sòlo
nos inunda de noesis.










Poema





La mente roe un hueso lentamente.
El mismo se ha ido deteriorando y segùn el habla
de la providencia, su consistencia es de hilo.

-tales cosas no provienen del sufismo, pero son
antropomorficas y elaboradas por toda radiografìa-

Asi la conjugaciòn disemina el equilibrio
al que en principio el poema no podìa llegar
sino entre invisibles vidrios marrones.

Y lo reconocemos, determinamos el caracter hiàlino
de su naturaleza hasta llegar al punto 
donde las jarcias son un brote epidèmico; profundamente
un ancla.

Entonces tal mente subiendo como una mariposa
llena de legañas en los cabellos; se recrea.

Tambièn lo hace el itinerario de una noticia
ascendiendo a los bàculos con procesiones
de himnos mediaticos.

Pero la mente es tambièn la madurez del globulo.

La capital de los cohetes.

Junta paralelipedos de flores violetas.

La mente es un dios de ampicilina, la promesa del
enjambre en las noches ecuestres del libido
junto a astronomìas de mitosis.

Bajo ordenes espirituales de cocodrilos.

Bajo inviernos de mastodontes, la mente cocina
relojes de pìel en una campana.

Donde siglos antes tambièn hicieronlo sabuesos.






martes, 18 de noviembre de 2014

El Carbòn de la Nieve






Aquì la nieve oculta su geografìa y sobre otros
ejes, los animales se rodean de flautas amarillas,
silenciosos y ardientes como lejanas boinas y
veranos del origen. Principios de esquirlas donde
nace el movimiento. Inmensos proyectos de 
barro creando siluetas en el amanecer. Otros 
recogieron el fuego para encontrar las cenizas
en èl. Desde entonces lo remoto dejò de ser
el helio organizado por la yesca, para transformarse
en bengala de nieve caminando hacia el carbòn en
una escritura. Mañanas que en el pensamiento
llevaban tañidos de poncianas y circunferencias
donde escribìamos a los solidos en una oraciòn,
formando la entraña del confìn, sacrificando
nuevamente el alma en esgrimas que llegan de 
los osos y al hacerlo el espìritu escudriña jardines
de estacas y amapolas; grandes calendarios que
azulabanse en la voluntad del violìn o el secreto
racional de un reloj antiguo, dividido por estrellas.

Por lamparas donde el amanecer es un himno.

Y a los cardumenes del lampo a èl regresan.





lunes, 17 de noviembre de 2014

Primer interior del Poema





El poema no es un àrbol pero se detiene en èl.
Es un preludio que no siempre en sus oràculos muestra
en què lugar moriràn los elementos. Ello tenemos que adivinarlo.
El poema es una circunsiciòn de berilio.
El poema es esquina de espantapajaros por donde 
ascienden al tambor y al ambar.
El poema es una rana y a veces una ciudad de poesìa
convierte en alamar uno de sus poetas. El poema no es 
un grafico, pero saluda a la lluvia en momentos donde
los arquetipos bajan a la tierra para dar vida a las formas.
El poema es una llegada pero nunca sabemos a dònde.
La interpretaciòn de una bengala.
La comunicaciòn de pulsos entre los mamiferos.
El poema es un mamifero cargado por mustelidos.
La hoja antigua iluminada por ancestros.
Lo milenario, el naipe destruido por la suerte,
en dìas donde juega el azar con la memoria en los huesos.
Es un pilar donde los antepasados imantan los
anillos de los hombres.
El poema es una escalera por la cual no subimos demasiado.
Tampoco es el horizonte donde mas que otros atardeceres
los vistos hacen lo que deben con los
colores del infinito.
Los poemas son infinitos.
No vulneran el significado porque ello desde el instante
en que toca la palabra queda vulnerado.
-la palabra llega a otras cosas-
El poema es hostil como las silabas terribles de una boca
que cuelga del ancla.
El misterio de los ojos cuando otras visiones se mueven en
ellos. Por lo tanto no es un preludio quien nos muestra
en sus oràculos el lugar de los elementos
cuando mueren.
Eso es sòlo una composiciòn virgen de panteras.
Que arriban a nuestra mente
descubriendo en ella al poeta y la poesìa.
El poema es un joven
academico. 
El conjunto de sienes olimpicas segùn
las antorchas.

Y esas fogatas que dejan los hombres en la arena
para que otros en la distancia puedan 
llegar a ellas.






sábado, 15 de noviembre de 2014

Pensamiento desde lo Arboreo





Hubiera intentado ser un àrbol para vivir.
Uno que preparara las sienes entre toda articulaciòn.
Uno de fragmentos -esta vez abstractos- en relaciòn a lo 
homogeneo y coherencia en mis paredes.
(no siempre escribì en mis paredes, la mayorìa del 
tiempo que me fue dado, solo observaba mi mirar)
En tales paredes conviven arañas y moscas. Ocasionalmente 
una hormiga llegò disfrazada de dinosaurio.

Pero no soy muy poco abstracto y eso lo enseñaba
el rigor de la coherencia al multiplicarse
y extender una historia que sòlo tenìa un capìtulo.

En cuando a la inspiraciòn, dirè que solo edificaba
bolicheras.

-todos de alguna forma morimos de frìo entre las escamas-
-todos incluso llegamos a dialogar con la esquizofrenia y tirar
los dados y desvanecernos-
-todos no vamos màs allà de la realidad de una idea en las
uñas-

Hubiera deseado ser un àrbol sin hojas y con pocas ramas.
Me hubiera adecuado a las conjugaciones de los racimos en
el aire, los hubiera visto llegar llenos de himenes y platelmintos.

Pero hay muchas condiciones en mis paredes como para
que tal cosa existiera; el color pardo de la araña,
las patas de una mosca, son dos ejemplos que
a mì liricamente no me sorprenden para nada, pero que
no puedo crear. Yo estoy
en un momento patològico con mi universo. Y ese es un          
pobre escrupulo si hablamos de escarabajos.                                            

Esta bien, sè que no soy un àrbol. Que dejè mi acto
ùnico de desesperaciòn, para algo mas suave como la
destrucciòn de mis paredes.

Ellas sin embargo, no obstante, estàn allì. Silenciosas,
a veces arriesgandose en la sombra de cualquier palabra.

Aguardando temprano o tarde un neologismo.








La Cabeza Negra de la Astrología






En la cabeza negra de la astrología
junto a puntos de barro y naves de asfalto
mientras Apolo se extiende con una carta de brea.

Entre estelas de vidrio que el sol difumina en uno
de sus vortices, hasta la llegada de una cresta luminosa
de ambar, expulsada en regiones de fuego.

Bajo historias de salitre que el oceano acompaña 
hasta la orilla, donde crecen latigos y muerdagos, 
reconocidos sólo por manantiales de insomnio en los 
epigrafes; citando invisibles vaticinios de inviernos.

Entre los carbones y la tierra con olor a naranja. Descendientes
de paraísos robados a la inteligencia un amanecer; descendientes
de una mente cuajada entre la yesca e inutiles templos donde 
la sabiduría toca el mal; su cuerpo de inocencia rendido
en la hierba en tormentas donde sólo vemos el mástil
renunciando a si mismo, junto a cartas
y olores de predicados, esparciendo
mensajes de arroz en los
pelicanos.

Cuando renunciamos al oceano porque es de acero.
A los yelmos porque esconcen divisiones de yugos...

-las más sumisas en los crateres-

Y dejamos de orientarnos a la cabeza de una astrología
llevando historias de barros.

Mensajes atroces de pelicanos.

Abominables anguilas de Apolo en los pechos.

Entrenados por ciudadelas negras y redondas.




viernes, 14 de noviembre de 2014

Poema







Hubiera sido extraño recojer un papel
del pavimento.
Tomar la sed del agua para errar entre
la sal; esto es poeticamente hipotetico.
Volver a recoger tal papel, pero esta
vez de la hierba.
Intentar sintetizarnos en su arquetipo 
por ello.
Reconocer en todos los mitos del mundo
cùal era el que podrìa crucificarnos.
Caminar por una ciudad sabiendo que 
no tendremos el tiempo que 
pertenece a ese poema.
Ello significa que no somos un poema.
Esa es lirica y metafisicamente frustraciòn.
Y el poema es inaudito.
Teje escalas, borda lapices. Sacude 
los simulacros donde el universo respira
del arnes a la intensidad. Lo ùltimo 
recoge esgrimas de los dìas
viernes con predicados soleados que
empezamos a digerir en los tejados
o ese fìn del mundo llamado
universo.
Pero, yo vì a las palabras. Humedecìan
el papel para que al tomarlo
tuviera màs peso.
Asi sucediò. Y sabemos que es algo
muy triste describir una hoja con
o sin el peso del agua.
Triste como una emociòn o
un jinete.
Lejanamente triste como la bengala
inundada de faroles
y las lamparas que cifran delgadamente
sus acertijos para que
los tulipanes no
duerman o
se agiten en ellas.
Ello es algo y tambièn nos sacude
ademàs extrañamente repiten la poca
fe de soldado que llevamos
en el rostro.
Un rostro que esta mañana està
inundado de uvas y 
posiblemente 
dentro de unos instantes
de raices.







Inspiraciòn







Te iba a esperar con la escritura del arbol
pero habìa una boca en tu pecho.

Estaba allì como algo sucede inevitablemente
en las cosas.

Tener una lengua en el pecho semeja algo
como el fondo de los prioratos.

Tal boca llevaba un diario y ocasionalmente 
un niño.

Te aguardarìa como las cosas inocentes 
aguardan la inspiraciòn.

Repetirìa en mi espìritu los objetos de los cuales
estàn hechos mis abismos.

Yo tengo mas de uno para no precipitarme 
sobre la vida.

Conozco muchos acantilados, pero lo ùnico que
seduce y sacude es la idea de caer en el
interior de los nuestros.

Asi nadie puede tomarnos en la caida.

Y alma alguna podrìa recogernos.





Lirismo Individual







Porquè el àrbol tiene tantos años hoy que camino
para comprender su lirismo. Hoy que soy menos individual
que la muerte e incluso para entender la vida debo respirar
tan profundamente como un cefiro?

-cosa grotesca dicho sea de paso-

De què sirve el sol entre las caracolas o el trance
sobre los moluscos. Para què este sentido de la hipnosis
mientras mis veredas se van abriendo como calles
por donde transitan silenciosos los conejos?

De què sirve la historia del caballo enredàndose en el aire
y en la transparencia inèdita de las herraduras?

Desde cùando la imagen como una figura que llega
a los cipreses con un devenir de abetos ?

Porquè ese devenir ha puesto en los filamentos
el ancla que aplasta una colina desde las
humaredas de hollin que arrojan las
fabricas al cielo?

Porquè ese sentido para llegar empieza en una
palabra y ya no tengo màs lugares que la poesìa
creada por dios o el infierno?

-lo cual es siempre una exageraciòn-

Còmo es posible que tal exageraciòn sea un prismatico?

Desde cùando el perfume del paraiso es densiometrìa
del espiral, casa de volumenes en el craneo?

Y entre recipientes, las alarmas son poèticas como el
exterminio del liquido en la marea?

Desde cuando las plazas para los cabellos se hunden
entre las marejadas?

Desde cuando tales marejadas alejan a los hombres
de los meandros y del festìn solitario en ellos de las gaviotas?

Desde cùando los guijarros empezaron a caminar 
entre nosotros como una salva
y los menguantes recogen arcoiris de los perimetros por
màs imposible que ello sea?

Porquè el reloj apodictico ante un bastiòn de lata?

Desde cuando mi tiempo se reduce a una capital de
barcos que por regla son papiros o un deseo insomne
de no saber què cosas?

Porquè esta pregunta continùa siendo la primera,
jamàs la ùltima?

Para què el sentido de la profanaciòn si yo no 
vivo entre la magia?

Porquè este deletrear, esta sabor a precipicio y
embarcaciòn en mi palidez?

Porquè la razòn del candelabro en pensamientos
que quiebran dioses entre las bolicheras?

Desde cuando este monòlogo con indicios de 
miseria en su pecho.

Tomando inutilmente los ciclos del reptil en
mis venas.












jueves, 13 de noviembre de 2014

Contenidos Sintéticos







El poema no siempre es el sino.
Podemos afirmar ello porque lo es.
Tiene consideraciones de glaciares y dioses.
Comparte su idolatría con un fotografo. Reclina
el alma en los puestos donde un veterinario 
llega para reclamar alfileres. Tiene una 
nave de muchos hipopotamos que no
siempre se hunde. Pero cuando lo
último sucede comprobamos el
estado del tiempo. La ultima
temperatura del dolor.
La esperanza secreta
de la fiebre.

Sigue a los elementos con la cabeza fuera del
agua. Respira entre nutrias y se autoproclama 
foca que aguarda en los pergaminos del
mineral un pedazo de agua. 

Es neoliberal si lo lees debajo de los rascacielos.
El poema no entiende que cosa es lo portmoderno asi
que vive en una manada compuesta de uno o dos
habitantes.

Ello puede significar el hombre y su sombra.

Jamás una silueta porque ella se encarga de ir tras 
los moluscos.

El poema no es una interpretación pero está 
lleno de puertos. 

Los puertos son lugares donde el universo se 
desdice hasta encontrar su lenguaje.

Lo último lo decimos porque generalmete es
imposible.

A lo sumo llegamos a la aurora de una de
sus palabras.

Aquellas de contenidos sintéticos.





Episodio Poético






Quizá eres de crisolita, como los valles de una gasa
empedrada en el aire, con reminiscentes grafittis.
Y hasta donde sé tu albedrío cazaba una mosca en
amaneceres de manzanas. Yo tenía un eco robado
a todos los sonidos y aunque jamás aprendí de 
percusión, caminaba por los ruidos con una mente
desnuda. Campanas de muertos sobre la inercia,
luces que conquistamos en la penumbra; tu casa,
tu universo de morgues donde la combustión era
virgen y te estrellabas contra la pureza de un animal
construido por cometas, una madrugada donde 
las bengalas oprimían el lado antiguo de lo astral;
allí crecieron tus vellocinos. Y pienso que una
de tus respuestas disecaba la debil humedad de
las escaleras donde aún bajan las termitas. Te
recuerdo con el rostro de opalos, descendiendo al
poema sin mas camisa que un tridente y paseos
que se hicieron caminatas hasta un fín del mundo.
Y sé como eras, el pajaro de heliotropo sobre uno de tus
hombros recorría los limones que sembraste en
los grillos y lo hiciste pensando en un mundo de naipes
y boinas; todos contrarios a la naturaleza. A esa
que buscó la daga en el sueño a traves de la 
hipnosis y las madrigueras amarillas del silencio.
El asunto es que no despertamos. Y vivir en el poema
no es sino un rigurosa maldición que traen los 
pelicanos.





Teorìa De la Via-Lactea






No importa una teorìa de la via-lactea.
El sol sobre la marea como un indicativo.
Tampoco el gerundio cuando desembarca. No 
importa la oraciòn del desierto, inventando una
corola de polen para los antecedentes de la divinidad
entre lo prodigioso, ni el canto de una criatura persignàndose
en un mundo de parques agnosticos. Mucho menos la
salva de los patios -tambièn agnosticos- de ese parque.

Mucho menos el sol, si se refiere al lenguaje, un atardecer
en que los valles recorren los simulacros, con una rebeldìa propia
del muladar o los perdigones. No sabemos la conjunciòn de toda manzana
en los àrboles y los freneticos incendios -inexplicabes a veces- que crean los
dragones. Es en vano que los aerosoles de una tienda se difuminen o que tome
palacios para esa soledad sin dinastìas. Yo sòlo llevo una mitad de
lo rebelde hacia lo hialino, por lo que jamàs hago mucho caso
a los saxofones, ni los cuarzos.

Y personalmente  sòlo tengo antecedentes que caminan de la soledad a la rabia.
Iras, con el cuento de lo hormonal o la vida sintetica que he llevado entre los caballos
buscando un prisma lleno de langostas o muertos liberados por la vida, dirigiendose màs
que a la vida a los naipes o el dado en la fiebre reconociendo reflejos
como el acontecimiento o el poema cortado por la salud de los
mercurios en un objetivo- poco menos que material- cubierto de
solidos e infinitos cristales que podemos 
recrear despuès de roto el farol y un latido
de fotografìas donde lo inmenso es
tambièn vanal como un protagonista emergiendo entre las abdicaciones del
diamante o la hebilla del cuarzo.

Y no vivì entre los diamantes como para seguir interpretandome
cuando baja una gacela en este pequeño imperio de anguilas o electricidades
que desprenden una narrativa, muy cercana a los diàlogos o los
milenarios espigones que dan cabida a los ejes o las
orbitas nicrorromanticas. Yo creì mucho en esa
narrativa, tanto asi que lleguè a ignorar
las marchas de sus bengalas en los
niños que apuran los destellos
una madrugada en que las
cosas se muestran 
ignotas como
la lluvia.

Y lo ùnico que nos queda es poner un papel para que
una gota de agua, logre dormir inutilmente
en ella.

Asi habla la via-lactea, sobre el conocimiento que se hunde en
un poema y lo hace antes que los àrboles dejen de
soñar con los violines.

Y entre otras cosas, tambièn con todos los
manantiales del mundo.






Fechas de Caballos Rojos






Lo inmediato es una posibilidad.
Lo recuerda el trabajo del cisne. El caballo rojo
sobre una de las autopistas -el automovil no es sagrado
en este momento- caminando hacia colores donde
la porcelana suplanta a la ironìa. Fechas de 
claveles y onomàsticos de vidrio, mientras el viento
aleja carreteras, en ellas los pàjaros interiorizan 
hasta la tempestad, el jardìn donde empezaban
los geranios a cohesionar verbos detràs del conjugar
o el soplo tras soplo de chimeneas que
respondìan al sufismo camino a
sus templos. 

-yo casi era gnostico para plantearlo-

Lo inmediato es el prismatico
con que tal sufismo baña las raices del plastico
y quimeriza aceites y cabelleras. Lo inmediato es aquel gnostico
convirtiendo en puentes las infinitas alegorìas con que la
tarde se convertirà en arrobo. En tal sufismo el devenir
sigue escarchando los puntos de adrenalina de los animales
y el escencial ritmo, con que la arena en la playa jamàs
toma el apocalipsis que crea la orilla al romper en
la resaca y la memoria de la marea, una ola.

Eso señor, siempre serà mistico y hay que tomar
distancia del mismo como hecho.

Sòlo asi alimentarà leviatanes.







Imagenes Poètico-Inmediatas o lo Inmediato del Cisne






Como un todo reflexionando en las partes.
Igual a una armonìa pensando en el caos.
Como una subjetiva luz que imita lo racional
por la noche. En esa lucidez que planea bajo
horizontes de carne. Bajo luces de acordeones
o flautas y melodìas de sal que el universo
empala en los cordones. Igual a una reflexiòn
acercàndose a lo sobrenatural impregnada 
de refrigeradoras. En el calcio sobre el hielo
descartando gargantas sobre su fantasìa.
Entre sembrìos de citas donde extiendense 
recreos de aguas y las particulas dejan ver 
un pedazo de pubis entre lejanas botellas 
de sangre, Sobresaltos de huellas, pactos 
de impetus desde una voz huyendo de los
acantilados. Igual a un ser que asciende del
conocimiento a las fabulas con indicios de
noviembres, liberados por una ventana.
Cuando lo divino juega como una marioneta
en los adoquines de las helices. Igual al àtomo
que vuelve al pensamiento, buscando como
el todo reflexionar en las partes; en ese 
mismo àtomo que como ser de las luces
ontologicamente devana un dialogo para
otros cipreses. En el zambullior en el agua
del meteoro y no en la tierra.En inocencias
infantiles de auras tocadas por cuadrados.
En esa inocencia pensando en las calles
de manera automàtica. Y a continuaciòn
el oceano deja el agua y sus horizontes 
modernos de un caso interestelar en las
uñas. Semejante a una piramide cuya 
decisiòn depende de tres àngulos y nos
decimos el porquè de su racimo magnetico?
Mientras los dioses interpretan hasta la
llegada del cepùsculo lo sanguineo de todo
desdoblamiento. En los paraderos de los
anfitriones sobornados por pactos de agujas.
En la visiòn mientras despierta del ansia
con granjas celestes y nihilistas. Y arrobos
que dibujan en los cadmios, la estructura
del lenguaje sin recorrer epopeyas. Y lo
hace con zodiacos de estas epopeyas...

Zodiacos marrones tristes e inocentes.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

El Latido de Nuestra Astrología







No es que a la derecha existan diminutos serafines.
O el verbo que hay en el oceano se cubra de arcangeles.
Ni que exista detrás del horizonte un sol por pedazos.
Ni el reloj del humo del agua -vibrante- como una
chimenea de cobre, sea el confín de nuestras raices.
Tampoco es esa derecha una microscopica labor 
de piedras o herraduras como el mito o una luz
salpicada de conejos. Mira el acido cansino de las
cosas, tiene un calendario que sólo maneja la 
naturaleza, donde ondean lirios de tempestades
casi azules. Observa el temor - en menor intensidad-
de los menguantes; en nada nos recuerda a los
equinoccios o los ríos sagrados de una boca donde 
duermen nuestras cabelleras.
Aquí en este pulso muchas canciones de piedra
se han desvanecido por encontrar aquella
que continúa tras los rapaces del mundo.
Aquí la flor marrón es dique y azotea, alguna
constitución de aroma, buscando el significado de
las lagunas. Aquí nuevamente el porte de una oración
vive tras alambradas de yesca y entre los metales y
nombres que oigo siempre son los del ladrido y por
la noche intentan asesinar al hombre. 
Y ello sucede de manera elemental y pura como
si de nada sirviera llevar el espíritu como escencia.
Bajo esas condiciones puedo comprender el rito
del eco en todo lo que hacemos y el hecho de que
ningún hombre puede morir porque sí. Todos
nos deben algo antes de partir la piedra en dos.
Ninguno puede escapar de la vida sin que 
ante nuestros ojos hayan visto como duerme la
jabalina en sus pechos. 
Ninguno sin haber consultado de que manera los
planetas conjuraron en el amanecer
-antes que las constelaciones de su vida-
el latido poderoso de otra astrología.



Sueño y Realidad





Hoy y la trascendentalidad.
Por ejemplo: esperar astromelias a 
la llegada del ozono.
Recuperar el helio que habìa en mis
zapatos.
Mirar el hollìn de una aguja
y dibujar en el rìo
algo asi como el atardecer abriendo
su penumbra. Ver el diario salto del paìs
en ello. Ceder al testimonio del mundo
cuando muere por pedazos para revivir.
Tocar la hierba en una religiòn.
Representar algo como la crucificiòn de
la aurora en los anelidos.
Hoy puedo creer en las cosas expuestas
por el mundo a pesar de sus trenes
lluviosos
y sus barajas de muselina alcanzando
un mustelido por la tarde
donde el pie del ombligo surca la oraciòn,
la luz y el cuadrado, la clepsidra en 
las manos de una sombra
llena de brazaletes y lampos
de misioneros
cautivados por los cartones de una zoologìa
que repite codigos de agua
en la brisa
o en el rosicler con esas extrañas amputaciones
que a veces sentimos en la memoria
cuando nos alejamos de su sueño.
Y algo cercano como la realidad
nos dice que su hora ha llegado.

Y entonces volvemos a vivir en
ella.



Descripción Trascendente







Era un hombre azulado, con partes de 
petroleo en su espíritu. 

Un hombre techado por el cielo. Lleno
de alfiles y focas.

Uno que contaba ballenas en las
raices de un episodio. 

Quizá era virgen como las disciplinas
del oso o los calendarios de un rumiante. 

Un hombre de aguas solitarios
pero muy comunes al neón y el helio.

Uno comunicándose con pasaportes 
en una planta.

Nunca necesitamos recopilarlo, tampoco 
llevarlo como una fuente de látigos en nuestros
parpados.

No contenía significados por más angustia
en sus idiomas. 

Un ser en él, dabale pasos 
ocasionalmente para que llegue a la existencia.

Había distribuido la piel por diferentes partes
del cuerpo. 

Sus huesos anteriormente
hiceron lo mismo con la carne.

-en relacion al craneo, el asunto es más dificil-

Después que la realidad le proporcionara 
tejidos y organos, logramos 
reconocerlo en la pared de un prostibulo.

Hay que especificar que tal hombre parecía
veterano en asunto de la etica.

Había sido citado por bahías y guardafangos. 

Como cualquiera especulaba entre los 
mustelidos y lo prosopopeyico.

Era un hombre reclamado por los desembarcos

Y dado todo desembarco es astral.


Desde entonces aguardamos leviatanes.










martes, 11 de noviembre de 2014

El Cometa, la Explicaciòn y la Lampara





Los cometas tienen explicaciones. 
Por ello logramos entender el hecho siguiente: una
mantis arrastrando por el cuello a una mariposa o uno que
no tiene que ver nada con esa imagen: el meteoro
que quema el cielo al caer. Eso -cree èl- lo convertirà
en sobreviviente.

Asi entendemos tambièn la supervivencia del 
cachorro y de los gatos en la punta de los faroles; la
de una fiebre y su temperatura en el cuerpo; Una 
expediciòn a las nubes y a lo mejor una carta
con palabras de acero, donde grabaron las libelulas
su ley de fuego.

Pequeñas y grandes cosas pueden entenderse desde
la explicaciòn de los cometas; A pedazos el lenguaje por
ejemplo. Las neuronas sintacticas de las supersticiones
en numeros fantasticos de alambres.

Los cometas son puentes que hablan tambièn
de otras superficies. Niños poetas duermen en ellas. Por
màs que eso no tenga ningùn sentido, niños poetas
duermen en ellas. Todos ellos saben muy bien
que despuès de ese sueño.

Los contenidos de las lamparas se abren.




Hermètico el Eco




Hermètico el eco, la poesìa del lunar, el 
ruido del sonido al evaporarse, la culata
del pez en una huida de ciclos con elefantes
y misticos gladiolos radioactivos. Tirano el
eje ilusionado del vacìo. La noche casta del
velamen con aerodromos llenos de iris y
pupilas; serenamente entrando al silencio
entre voces que ayer desconocìamos. Y la
casa; mi casa de liebres donde jamàs vì
un dromedario o mi reclamo de plastico
entre los albergues, donde la asonada era
de platino y de helio...Hermètico; como
la lectura del polen ahora que el trigo es
virgen y lejano, hoy que para reconocer 
pisamos recorridos, helicopteros de sed
y los cirios y las peliculas selladas de las
tumbas...Sì, como cualquier historìa que
reproduce el sonido atravesando labores
de residuos o bàculos que llenan el mar
del poder en algo llamado arrecifes: raices
legendarias de sol que eran tinieblas; planos
fantasmagòricos de ruidiosos manantiales,
quiromancia que identificaba la belleza 
con la orgìa. Luego el lago, el aliento donde
la divinidad escarchaba su pureza, hasta 
un don que los siglos adivinaban entre 
tantas reencarnaciones; su nombre era
era el de dioses: una forma que la razòn
aprisiono entre cantos de eslabones. Sin
saber que lo mismo harìa la poesìa.











domingo, 9 de noviembre de 2014

Fisica de la Imagen





Era el tiempo en que las libelulas derramaban dragones 
por las alas y grandes ciclos de asteroides en su pelo
cubrìan la raza demacrada de los opalos.

Ignotos tierras se unìan con los techos para formar
silencios de craneos. Marcos como la expresiòn disecada por
el diluvio entraban en las hojas con voluntades de hojarasca.

Desde una sede de planetas el misterio era semejante a
otro con perdigones y frases de pianos; desnudos
y agitados como el corazòn de una 
escama purpuras colgando 
de un trineo.

Islas de platanos barrìan los mantos con que el oceano
aprendìa en la semàntica de la palabra pièlago y otros
heteronimos como el mar, bañado por semidioses que
el amanecer arrancaba de liceos hermafroditas.

Era el universo del musgo - semejante al de las libelùlas-
la voz en general de una casa con primaveras 
vacìas donde  ninguna simetrìa
esperaba el espacio.

Y el espacio al tiempo.








Pensamiento Poètico






El hecho de que pueda escribir, sòlo me convierte en 
una casa. Otro es el que pueda leer, pero al unirlos
caigo en un significado -y quieralo o no- asi en los 
muelles se rompen -igualmente- nuestros acertijos.

Hay otro pensamiento -fuera de los ya dichos- donde
logro ser embalsamado por una linea de coleopteros y
al lado de la cera -a pesar de que no convoquè accidentes
de cera- a alguno de mis dedos por ello, sòlo le quedarà 
soñar que fue dibujado por la plastilina.

-no sè, este y tanto absurdo sueño con la plastilina-

Despuès de esto, hay una manifestaciòn, inofensiva
y extraña para abrir los destellos, una que marca las
bengalas y relampagos, por donde una caricia nace
igual que una dinastìa de puros sobrevivientes. Esto es
elemental como la ternura y los cuadros. Escencial
como los grandes mitos de las planicies; Altorrelieves
de espuma sin còmos ni cuàndos; vagas alfabetrìas.

El hecho de que pueda escribir, sòlo me convierte en
onomastico, pasarela de festìn junto a una montaña
donde se forman las avispas y espera un minotauro.

Un minotauro que no escribe entre dioses.



sábado, 8 de noviembre de 2014

Aniversario de Panteras





Es extraño el cielo. Lo reconozco
por lo inèdito que viaja entre los huesos de sus crespusculos.
Sus crepùsculos; todos nacionalistas o republicanos. 

Huesos y crepùsculos bajo dioses de carne en
una academia de panteras y un aniversario de simbolos.

Plantas que son deshechadas bajo la lluvia y el sonido
agreste del limbo.

Plantas con las que ascendemos a una ecuaciòn del
rostro entre muertos de escarcha y horizontes como 
los plenilunios.

En los nocturnos de la piedra y en la luz màs oscura
de una noche escarbando en ella.

Cuando en las playas los estuarios eumeran el 
nombre del ser en una reliquia compuesta de mentones
y segùn ella, nos abrimos sudorosos de particulas
donde creanse protozuarios de manera maligna y
secreta.

En idolatrìas que estampas en los zafiros
cuando duermen entre ferrocarriles de otro amanecer
con las naranjas.

Y hasta todo lo que tiene un destino bajo el universo
regresa su tratado de obsidiana, aquel que recorre o
agoniza la arena o el cielo lleno de limites, conjurando
un fantasma en el primer pliegue de la inspiraciòn 
en la espuma. Cuando la resaca es nuestro ùnico
exilio. 

Uno que sòlo entre galerìas de soplos se religa.




Las Palabras de la Sombra






Las cosas tan diferentes.
La hierba del jardín ha perdido el verdor.
Las estrellas que más tarde, inundarán la noche
no forman su presagio. Nada hace preludiar que llegarán 
al infinito.

Los nombres se ocultan en aquellos
que duermen entre sus sombras.

Busco otro lenguaje en ellos.
Busco las palabras que sin ser acertadas me
puedan acercar a su espíritu.

Mientras tanto los hombres se equivocan
y los siguen llamando siluetas.







viernes, 7 de noviembre de 2014

Imagenes Espirituales del Lenguaje






Antiguo el mar con su canciòn probeta.

Sumergido en las fases que tiene que cruzar el reptil
para llegar a un fantasma. 

Antepasado y elaborando la canciòn del elefante
en el lomo del escarabajo.

Sobrenatural como una escama en el mentòn.

Plateada la sombra que lo acompaña.

Plateada como el caso de la mismisidad o el
enajenamiento.

Antigua la inscripciòn del elixir en su penumbra
cuando elabora marejadas.

Daga y arena que son colocadas en sus sienes
son inmensos y virgenes jardìnes.

Sobrios dìas exoticos dejando el canto del azar
en mediodìas de perdigones.

Y ofreciendo un poco de sincronicidad descubren
el espacio del vinagre.

La enramada ahora igual a aquello que se
desvanece en la silueta.

La metàfora entonces que cubre espacios de
arnes y poncianas.

Veredictos de aqui al mar para ver por ultima
vez la tierra.

Sentencias cubriendo este mar de polvo que
nos cubre sitiando ya otro.

Uno de aluminio que aùn arrojan los azufres
para separarnos del diluvio.

Un diluvio que infinitamente cifra en su espìritu
el lenguaje.









Antes del Menguante





Todo lo que se desataba en la arena, mientras el 
mar era un jardìn cubierto por la hierba. Uno que a 
veces traìa un àrbol y nuestra intenciòn cayendo
en la espuma mientras se disecaba el eter
en los sedimentos del limòn, a pregonarlo.

Aquello que llegaba con las algas.
El mar plegandose de un mastodonte.
La citara convaca del pergamino en las palabras.
Aquella suficiente en los ojos para ver
entre la oscuridad del dìa, màs no en la penumbra.

Algo como la providencia guÌandonos en
esas penumbra a los alfabetos de 
la memoria, donde los cisnes
guardan guaridas de pelo y tropicos de lamparas.

Aquello donde las siluetas conviertense en
castigo y las imagenes divisandose como un brillo
pudriendose en la arena, nos enumeran
los cantos de los dinosaurios y la
primera hojarasca baja a los
acantilados como
un plenilunio.

Mira; a esta hora las creencias dejan toda 
supersticiòn en los menguantes.

Y la cosa -tan dificil- parece tan simple.

Entonces nos dejamos llevar por la poesìa.

Para arrancar de esos menguantes los ciclos
de la luna.








Episodio del Cipres








Entonces te ví junto al cipres inundada por las aguas.
En un color donde llevabas citas de desprecio y robles,
números como el viento y su reflejo. En ese entonces
yo me dedicaba a tocar las piedras y besar la nuca 
de todos los plantigrados del mundo.

Tú te comunicabas con la electricidad de los alamos
en un otoño que no fue domesticado y escribió de 
los candiles en alguna belleza de la tierra: una
belleza vil e insoportable. Y de una u otra manera
dejaste que tu espiritu de alargara en ella.

-Por lo demas no habían muchas alusiones a la 
vida-

Teníamos un soplo, lo recuerdo bien por una luz
en la garganta dejando ver tus pulmones y 
curiosamente dejaba ver también los míos.

La gente decía que todo ello era producto de
un acantilado.

Pero dada la constitución, te ví en un puerto.
Mirabas el relente de una salva en uno de tus
ojos -por lo tanto- llevaste tus plagas a donde
cantan los racimos y también desprendíanse 
los yelmos.

Esa historia de los racimos y yelmos es ahora
un muerto legendario. Yo quisiera oirla.

Pero estabas tú y ello nos daba un perfume de
inconformidad. Como aquel que llega despues
del amor al ser arrancando de nosotros.

No puedo decir de ti sino lo siguiente: eras una luz
y cabellera negra de astrología. A veces, sólo a
veces repetían tus carbones una pronunciacion
de tu boca.

Mis carbones también lo hacían, pero nunca pude
hablar de descenlaces.

Además los planetas estaban en tu cenit y seguía
desconociendo las alusiones a un plantigrado.

Hoy me conformo con saber que ya fueron
escritas.






Poeticidad del Jaguar






El poema nos habla del jaguar.
Del escrito en la individualidad del geranio.
De los mensajes verdes de la anatomìa.
El poema oye entre las plastilinas, catapultas.
El poema es desasido ante pedazos de oido.
Respira extrañamente antinomias.
Surca limones en un dìa absoluto.
Llega a la interpretacion con focas marchitas.
Es una especulaciòn llena de balsas.
Habla de celulas y de gavieros.
No es espectacular, no trae a la tierra como
quisieramos todos, pedazos de goma.
Es silencioso como un episodio inmediato.
Posee hierros ensartados por la ingenierìa.
Es estadio de gosnez bilaterales.
Proporciona historias de madera con el objetivo
que los alfileres de una acupuntura sean siendo
salmos en la misma.
Acaricia plasticos del mastil.
Camina a la palabra siempre y cuando esta haya 
dirigidose al objeto. Libera virreyes
de las conjunciones del los astros.
-no sabemos de cuales-
Camina melancolico entre inflexiones de arcas.
Prensa kerosiente y polietileno como 
un sobreviviente.
El poema no es siempe pluscuampecto, pero 
nunca lo seguimos conjugando.
Tienes àrboles con frutos de mandarina
y tambièn de uvas.
El poema es una equitaciòn con pergaminos
de aceite.
Tiene propulsiones a gas en una ilusiòn.
Y en otra accede a manadas de escarabajos
porque de una u otra menera el poema
sòlo vive en los tiempos de brillos
màs ocultos dela tierra.
En ese lugar donde la poesìa camina un
poco màs para formar sus raices.





jueves, 6 de noviembre de 2014

Siseo del Eter





Veo el aura sobre un campo de marzo destiñendo
su casa entre los ojos, el prado marino donde la 
luna domesticaba una constelacion, la inercia con
que un dromedario iba dando alcanze a las dunas.

Sobre las gradas de un continente, el arbol rosado
dominando juguetes, cometas hialinos ofreciendo
una puesta de sol, decorada por liebres de arrobos
inmensos en el cielo: no era sòlo el poniente, aquel
que sumergìa sus colores, en los bosques donde
la liebre iba dejando los suyos. Tenìa el nombre
de la naturaleza quizà. El nombre de equinoccios
tal vez, de los simulacros entre el fuego y las venas.

Miro el tiempo sobre el espacio reconociendo las
estampas de  hojarasca, mientras la providencia
reciclaba en la distancia el sistemàtico halo de la
nieve durmiendo en el destino, observo las pautas
con que el horizonte de seda, deja ver en silencio
los barcos anclados en la playa arrojados por una
y otra marejada. Por una carta de coral en los
vidrios de la arena. Donde la playa desnudandose
abandona su overol de plata. Y deja a la arena 
entregada al eter y los ocasos. 

Hasta que logremos desasirnos en su siseo.





La Orgìa Esmeralda






El mensaje tomado por el celo.
La nota del aviòn en el agua y el tanteo
de una pocima. Esa visiòn de futuras
virgenes de plata entre orgìas
esmeraldas.

Industrial el pàramo sobreviviente de
un area. Los proyectos del sur en el guijarro
y despuès la lìnea del horizonte cubierta
por densidades de rojo; era el crepùsculo y
los màstiles llegando por la arena; la odisea
de una manada en los ojos, tocada por
caracoles y equinos invisibles
heridos por naipes transparentes
en la soledad del hemisferio.

Eventos de escalas desvaneciendose
entre sabanas universales; rojizos monasterios
de lumen en la mente, conjugando aùn
las casas amarillas de una azotea
con portatiles historias de pergolas
imitando a los circulos; en estos
religiosos animales derramaban
la poesìa en los rascacielos
inundandola de sotanos
e insomnios; marchas
desasidas de iones
por donde cada 
amanecer
sòlo el espìritu 
ascendìa.

Desde entonces existen todos
los relojes del mundo.

Y con ellos tambièn las
cadenas.






Poema






Has formado la curva en la piedra del gran
pleistoceno rodeado de ira; a un lado el manantial
que respondìa a tus ojos con una llave que abrìa 
su fondo: no puedo ver decìas y tambièn decias;
!despierta un tajo! para crear la herida y confundir
la sangre con las aguas. Pero no se trataba de 
unir tus venas con aquellas sumergidas en las 
aguas. No se trata de sumergir tu cuerpo en el
cuerpo que acuatico tienes frente a ti, observando
nada màs que las corolas. Parece que aquì hay
algo entre la contemplaciòn y los leones, algo
arraigado y autoctono como los animales que
observan, felices e irregulares, buscando sueños
antre ellos, tampoco se trata -mucho menos-
de nutrirse o subir a los observatorios intentando
descubrir un planeta entre la tierra y el sol (quisieras
que los conocidos no existieran) o que uno muy
oculto, dejara ver su cabeza de alga, su nuca mas
abstracta, su oraciòn de moluzco, tomando la 
estructura de un sabio hipopotamo y continuar 
luego del manantial, hacia otros planetas, quizà
menos complicados, màs puros, quizà racionales
como el hecho de conocerte y conocernos, llenos 
de predicados desde la poesìa y tremulos molinos
donde las aspas son de carne. Semejante a aquella
que hoy dejas sobre un manantial. Confundida con
el agua: celeste y amarillas toda.




miércoles, 5 de noviembre de 2014

El Trancurrir de un Dìa





El dìa transcurre. El dìa pasa.
Su lenguaje es de cobre, asi que tendrìa que
hablar de èl entre minerales.
Pero no es asi. El dìa transcurre en la veredas,
asi que pertenece a la brea y el cemento.
Tambièn es del puente que une dos orillas
bajo sus aguas, para que jamàs las pueda
ver el hombre. En el soplo, en la cabellera 
hialina, en el vesperal conjuro de una catapulta
arrojando una y otra vez con su honda antorchas
a los venados. En el espolòn de las cabezas,
entre la continuidad del orden, mueve 
azoteas, describe fuelles, hipodromos, unge 
de aceite a las tinieblas, celebra onomasticos que
nos son desconocidos y consonantes. Tiene
un libreto -este dìa tiene libreto- el mismo
es paradero de cofradìas, de abrevaderos
perpetrando lenguajes diferentes de cadenas,
su forma de expropiar no es la del jinete-segador
de bosques-, -tampoco del anfitriòn domador 
quizà de rieles- Tal dìa peregrinarà en los
himnos secos del higo, en las ojeras del roble
que vuelve hacia la perpendicular, este dìa -que
no dejarà de convertirse en noche- se alimentarà
de panales y almenas, dirà adios a las bujias, se
posarà entre alamos, descubrirà azoteas en las
nucas del caballo, irrumpirà en las sienes, serà
ritual en la garganta, tendra la maldiciòn de los 
ecos y algo màs: Este dìa no sabrà que puede
prolongarse y lo harà entre traversas y tramontinas,
de la cola de divinidades tomarà un  individuo
empalado por el rosicler en la marea. Este dìa se
alimentarà de palos y de pastos. Vivirà en su propio
yugo con latigos en primera persona. Este dìa que
microbiològico es pintura esquematica de un erizo.
El diario relativo a lo etereo. La sombra equinoccial
equidistando, solamente equidistando, igual que los
candiles y sus ecos.








La Palabra en la Llama








De nuevo en las sienes. El caballo despierta
el juicio con serpientes celestes y en el brillo
de neologismos que jamás veré, antiguas páginas
de hambre llegan del polen insinuando birremes.
Me observo bajo la lupa de esa estrofa que acaba
de ocultarse en el papel; llena de esgrimas y lunares
meditativos, totalmente inquieta a la llegada de las 
corolas, reino inutil de deletreo o la profundidad de 
pacto alguno con el sufismo o el cielo de dos alfileres
besando este embarcadero donde alguna vez vivió 
la luna; era el extasis esa balada de sargazos sobre 
lo que enhebrado, sustituía al mundo entero sin
componer o estrúcturar otro, con las piezas exactas
de una agonía o la perfección estètica de una
herradura; era la caminata a la salida del azur y
los velos entre agujeros por la noche que saturno
encendía en los fósiles. 

-recien hoy lo sabemos-

Nuevamente en las sienes, organizado gnoseologo,
esbozando -o intentando esbozar- el semántico
brillo que proviene del destello con una respiración 
platónica, un tanto igual a las sombras de diálogos
al pie de volcanes académicos, donde Empedocles
había descubierto el fuego encerrado en otro fuego.

Y decidió quemarse en él.






lunes, 3 de noviembre de 2014

Los Cuadernos de Sienes






La frontera de rojo con un hilo, en ella el forastero
anclado en el universo del cipres, creciendo
junto a un vuelo que era romàntico; aqui y aveces o
en todas partes; detràs de los faroles,
desnudo como la escencia.

El singular de su silueta en una nube callejera, donde
los pàjaros escondieron su vuelo y empezaron a caminar
como los hombres.

Los acantilados; la suma y resta de los que sostuvieron
allì por un instante relentes y despuès se entregaron a los
heraldos, como quien se entrega a la contemplaciòn de
una corola. Ese lirismo encerrado en ellos. Ese 
drama de cometa. Ese lenguaje sin
naturaleza.

Los lìmites que un manantial puso a sus frutos
en la orilla, los espaciados follajes del limbo; incluimos
esa soledad que un reflejo deja. Tambièn los
minerales de los solidos una amanecer
en que sòlo podemos ver acertijos.

Identidades de amuletos que
describen la niebla.

Y semejantes a nuestros cabellos
llevan un cuaderno de sienes en la lluvia.







Ciudad de Psicodelia






Al atardecer sucede esto: un automovil descubre
otra ciudad encerrada en una pista. El reloj en la
mano del leproso se dirige a las cavernas con un
misterioso predicado.

Antiguas prisiones de intensidad se elevan a un
retablo donde marcan los cipreses, el lugar del
verdor a la estampida. Los nibelungos despiertan
en un casino. Mareas de ocasos tiemblan como 
colosos desertando del agua y las resacas.

Jardines amarillos se bifurcan en el veneno
de los hierros que conforman un rostro y en
la estilistica que concierta pinos de naipes,
un organo musical invade similes de garzas.

El dìa ahora inunda algùn corzo, algun 
abedul que debimos conquistar o tomar de
la niebla mientras los lenguajes caminaban,
inasibles sobre un evento de menhires.

Y escribimos. Nos enlazamos a las
paràdojas. Centrabamos las epifanìas y
con una sacudida casi silenciosa fraguabamos
la oracion de deslucidas entrañas sobre
matinales navìos que el poniente arroja
entre coros multiples de arrobos.

Las estrellas dejaban ver aquello que
llamabàmos siluetas. El hombre despierta
a la imagen, pero abandonando automoviles,
autopartes sin edad para no seguir describiendo
de azogues, ni adoquines descendiendo entre
puertos que gimen junto a una fragata
sin sentido.

O serà quizà el pasado y el presente
de una ciudad en el verbo intentando 
descubrirse.

Pacientemente entre la psicodelia.












Aproximaciòn a la Magia





El mar duerme.
Algo como el polen se destaca en èl 
como un suave viajero de pisos
y hondonadas. 
Tiene un santuario como aquellos que
llevan la experiencia de las dagas.
El mar duerme y sus capitulos
no son originales como la maldiciòn de
una piedra en una herida, ni
el torpor de la pìel
enlazada a una
cadena o los acertijos de espuma
aprendiendo a desatarse de
la magia.
El mar sueña, febrilmente 
como la inteligencia de las dunas
en los ofertorios. Es volatil
como inubicable respiro
de niebla o respiraciòn
del olmo basando su
inspiraciòn en otros ejes. En
otra magia.
Y nosotros decimos magia con
falta de edificaciòn y apariencia; la
escribimos con esa agitaciòn que tiene
la disciplina a traves de las
boyas y los cabos cuando
sus raices buscan el 
oceano para
sellar entre acuaticas xilografìas
el acto del zaguan y la madera,
la cartomancia del sol en un
gitano; el vibrar del eco
y allegado a ese sino
una especulaciòn
de cebras que duermen en
los prologos
de los àrboles.

Sedadas infinitamente por
hojarascas.










domingo, 2 de noviembre de 2014

La Casa de Vidrio





Tenìas una saeta de vidrio, necesaria para construir
una casa. El golpe de los relojes sobre tu balcòn de 
agua donde se oscurecieron los arrecifes. El golpe
seco del acantilado sobre su espiritu y un callejòn 
donde a veces el mundo terminaba. Llevabas el 
overol que la bruma deja en los hombres despuès
de haber caminado entre ellos. Tù sabìas que no 
podìas quitartelo. Y sabìas que los vagones eran
el aliento de las ruletas y traversas pero desde
un sentido que hoy no logra normar los vicios de
latitudes y generos; a lo sumo se acerca y llega 
a la ignorancia con ellos -Todo y nada lo haremos
juntos bajo los cadaveres -

En tus ojos se extasiaba aquello donde el corazòn
aùn puede prodigarse; un dique entero, el destino
de la bolichera mordiendo una casa de vidrio donde
jardines de estalactitas se agolpaban.

Ah...la casa de vidrio donde las estalactitas te 
ofrecieron el nombre de la rosa y a veces el nombre
de la espina. Esa casa que dispusiste para el hecho
y los nombres azules de lo cotidiano; en tiempos
donde el azufre era el monasterio desde el cual
llamaste a los peces.

Y hoy que a tu alrededor las construcciones dejaron
de arrancar el vidrio de nuestras sienes. Hoy que
nuestros pabellones muestran seres de sol alquilados
en los oidos por los jinetes, hoy que son corceles los
que retumban con sus cascos el plomo inveterado en
los similes y los heteronimos, hoy que invocamos bajo
las ruinas de una destrucciòn celeste. Una que 
casi arrancò la piel de los hemisferios.

Hoy que invocamos siquiera la espesura de un invisible
cefiro.

Y tal cefiro encerrado en una casa de vidrio no responde.