viernes, 29 de noviembre de 2019

Los Antílopes y las Ciudades






Hay un día semejante a la oscuridad donde la misma 
emana de la luz.
Un lenguaje en el lado oculto de la luna. Allí donde las
panteras escriben por la noche.
Levitan en las andanadas planos sexuales de abalorios.
Líricos algoritmos de un viaje ebrio
de represas.

Existe un destello donde los ojos anuncian la llegada del
brillo en la cúpula de un salto de esgrima.
El siseo de una babosa en la rama.
El estertor suspendido en un invierno de tu pelo.

Veo la flecha que no avanza en linea recta. Todo lo 
contrario, se ampara en el zigzagueo.

Hay una imagen que institucionaliza un producto material
del verbo. Sólido en ocasiones como la penumbra
o la sombra.

Agita la llamarada el calor de un cuerpo muy cerca de otro.
Entonces lo ardiente coloca entre la realidad su trazo.
Entre la realidad de la piel.

Y sólo los antílopes que beben sangre en las ciudades.

Sólo ellos lo conmemoran.





miércoles, 27 de noviembre de 2019

Dimensiones Para la Imaginación




Día de intermitencias para no saber.
Día donde la imaginación regresa a la inocencia.
Calculo de la enfermedad que asciende por un faro.
Velero al final de la calle sin volver jamás al mar.
Diario de mi inútil personalidad en esta
aurora casi enfebrecida. Neologismo y existencia
pero sólo como posibilidad.
No es acaso la posibilidad un desenlace?

Vacilante día, en el cual las cebras persiguen a los
navíos en una hoja.
Vacilante collar que sube por las cascaras de las 
mandarinas con siete caballos en sus ojos.
Con torres de babel rojas.
Nutria polisémica en una distribución de ámbar
llena de canteras que alargan sus sombras
entre los sufijos.

Ubre de trasatlántico en el que mis espinas
deambularon como ráfagas de aire que siguen el
curso de los veleros. De los más sintomáticos.
De aquellos que alimentaron a los venados
con piedras en un invierno mitológico.
No sé si era como el mío.
Y el mío?
Nunca supe en el fondo se me pertenecía.

El silencio cae y las estrellas se pierden en la mañana.
Las hordas llenan ahora el hemisferio de azul
pero lo ignoran. Victimas y puñales en el oxigeno.

Raíces donde extremas palabras
toman los círculos abandonados de las
nomenclaturas. Aquellos
que desde los halos reencarnas sus cascaras
en prosas de jabalíes.

En constelaciones que seguramente han seguido
todo el amanecer una miseria.

Porque de alguna manera
- que no es poética-
Duermen ahora en la puerta de mi casa.







Una Copa Regresa a la Luna





En una era de astros una copa regresa a la luna.
Un fruto de agua pertenece a las incandescencias.
A un teatro de fósforo en el trigo.
En el musgo es elemental el vicio y el sufragio.
La cadeneta con mustios girasoles.
Eso llamado libertad cimentado como una sutil
idolatría en un eje.
Fantásticos bordes oprimen un panal y en una 
libélula compuesta por prefijos emanan a
lo sobrenatural los relieves, los
menguantes de vidrio provenientes de un tiempo 
donde los gorjeos golpeaban las sienes
desde bóvedas extrañas que aún hipnotizadas por 
la descomposición muerden una diéresis.
Toda aquiescencia.
El hambre que se siente a veces en las puertas de 
los equilibrios. De los desembarcos.
De ese ovulo universal con el cual representamos
el idilio de un parpado antes de 
llegar a una conclusión filosófica después de un
diálogo con nuestra sombra.
Esa que en un primer momento conocimos como
una silueta.

Y ahora yerra en las calles 
-no sé sabe como-
convertida en estatua.




lunes, 25 de noviembre de 2019

Alrededor de un Trángulo




Los árboles situados alrededor de un triángulo
semejan una idílica geometría.
Los nidos en sus ramas son como misteriosas hipotenusas.
La piel de las criaturas en los mismos está compuesta de 
fractales ahora. Que duda cabe.

La noche evoluciona y su destino es la aurora.
Pero el devenir no puede explicarlo.
El devenir sostiene que acontece.  Con cierta intensidad 
sucede.

Y con determinada ansiedad las burbujas toman el camino
de tu casa y en una estela de zinc
lo trágico inunda el vacío con amapolas transparentes.

El mar vuelve a ser lírico pero una de sus olas
respira anhelando las sienes.
En las cabelleras que forman sus crestas en la orilla el deseo
crea un médano. Riela la noche.
Bifurcase el anhelo entre convexos gorjeos que toman
los espirales del lenguaje desde sus
propios meridianos con sílabas invictas.
Esas que se unen en la esperanza de rozar
el corazón de una palabra.

De recrear la visión de su latido.

Y en sueños.

-solamente en sueños-

Tocarlo.








En Esta Mañana





En esta mañana los círculos incrustados en el cielo
enseñan el camino de las figuras a los pájaros.
La inercia con que observo ello aquí en mi corazón 
es ardiente. Claro. Todo tiene su umbral.
Y más allá de cualquier significado todo tiene su cúpula.
El ámbar es una insistente curva.

Esta mañana en que instintivas cigarras duermen en
algún punto de la hierba. Lo hacen sin contrastes.
Hegemónicas y por decirlo, puras.
Con esa inocencia que inspira lo terrible.
En otras palabras lo maravilloso.

Los hombres construyen una hoja.
El estrépito de una coyuntura se llena de aluminio
o de animales. Vacilantes ladridos huyen de las calles
con un mito en sus cejas.
El lenguaje es actividad y diáspora.
Diagrama material de otra 
esencia.

Una enciclopedia nos dice que los húsares evolucionaron
sin ser dragones y en el ala umbilical de
todo termino algo agnóstico
con adjetivos nihilistas alcanzó la síntesis.

En esa síntesis fue deshecha la magia.

Y junto con la aurora nació la abstracción.






viernes, 22 de noviembre de 2019

El Piano en los Equinodermos





Han pasado algunos instantes así que me convenzo de que 
no he sido creado por esta hoja.
Y las palabras en ella vienen desde lejos.
Las mismas son básicamente extraños habitantes.
Su sombra consta -entre otras cosas- de verbos.
Evito obviedades y dicho sea de paso el viento
desfigura su propio leprosario.

Han pasado instantes que convieronse en círculos.
En algoritmos.
En esporas centrales y en relación a los advenimientos
todo crustáceo tiene tres paraísos.
Un fractal con motor a vapor.
Una sola pupila.
Una inédita nostalgia con panteras azules.
Dos ornitorrincos y un plano territorial con el ladrido
de una foca. Se hallan allí también el nervio de
un pensamiento. ¿Cómo es? 
Y además cabe la interrogante:¿ladra una foca?
Hasta donde sabemos una foca aplaude
o escupe.

Los pelícanos quejumbran.
El sustantivo puede dejar de ser un monolítico aro.
La ceniza asciende y luego un juguete amarillo regresa
al sentido del plástico.
Al escrúpulo sin ninguna pirámide.
A la distancia que hay entre mi vida y las cosas.
Todas son subversiones de cualquier manera.
Un todo deseo que baja por una bujía.
Por algo más grisáceo que un
plátano.

Para el árbol hay una tijera de trigo.
Para los dinosaurios he elaborado un rito que espero
sea semejante al que formaban a diario
hace millones de años.
Al día le guardo una dedicatoria.

La misma adquiere una única imagen.

En ella tocan piano los equinodermos.



jueves, 21 de noviembre de 2019

La Naturaleza de una Mañana de Iris





La naturaleza de una mañana es un iris.
La referencia a un indicio terrestre bulle entre sus sòlidos.
Esta lluvia -debo confesarlo- es un plural de iones.
Una garrocha por la que desciende una hilera de hormigas.
Un plano sòrdido que conduce la experiencia a 
los lìmites. Todo lìmite no significa sino una renuncia.
No es un dìa metafòrico ni un claxon.
No tiene relaciòn con el peso de una hipèrbole.
No es un abstracto dirigible en el semen. No.
No es esa percepciòn del mar antes de alojar una ola.
Tampoco la naturaleza en una aurora de manzanas.
Es material como todo sujeto que va a un mercado.
Incògnita de destellos abandonados por los nombres.
Por el vilo que se humedece. 
Por el soplo de un planeta mientras dios busca para èl
un predicado. Uno que no escupa vanguardia.
Que sea un tanto xilogràfico.
Que nunca haya tenido la capacidad de aprender
o ser educado. Sintomàtico como toda prestigitaciòn.
Aunado por melenas de polvo.
Guijarresco o rectilìneo.
Grotezco desde una hoja que se sublimiza o un tanteo
de racimos morados en la puerta de un colegio.
De la salud adolescente de la esquirla.
Del colonial iglù.
Del primitivo insomnio donde lo dorado mella.
O las escaleras son purpuras.
Semejantes a un desesperado helio incrustado en 
tu fiebre.






Naturaleza de las Cosas






Te encuentras sobre un sonido de nieve.
En una hora lunar.

El lenguaje es un recorrido.
Una diàspora absoluta pero no en sentido hebreo.

La historia del viento es simultanea.
Lo boreal es intermitente como el brillo de
una lucièrnaga mientras parpadea en la penumbra.
Dios es un mìstico. Ahora lo sè.

Hay algo reciproco en las calles.
Algo semejante a los relieves y nihilismos.
Los navìos son idolatrìas que yerran por ello.
Febricentes adioses.
Escandinavos papagayos en una fuente de cera
donde el mar toma el sol y las agujas
beben sangre.

Te encuentras en ese principio donde
la luz resiste entre las sombras con un insòlito latido.
Con un reminiscente soplo o da igual un tintineo
del lenguaje en las cosas.

Cuando descubrimos en ellas
que una de sus naturalezas es la palabra.





miércoles, 20 de noviembre de 2019

Devoración del Opuesto





El silencio es el mismo.
-drástico vestigio de una corona-
Las cucharas en él despuntan urnas invisibles.
El universo en uno de sus rostros deriva
epistemológico a una cresta 
de espuma.
Una ola se enciende en un rango de trigo
sobre una superficie de hierba.
El destello es atávico.
Reminiscente el deseo en las parádojas.
En el movimiento de una constelación oprimida por
los candelabros. 
El génesis evoca con un diluvio en sus labios.
En una de sus palabras.

El silencio es el mismo.
Adquiere la soledad de un poliedro.
De un fantástico oleaje procedente de una quimera.
De una franja donde se bate la ilusión
y lo desconocido memoriza
artículos de polen. 
Avenidas incrustadas en las veredas 
que de una u otra manera articularonse como
andanadas o elefantes desfigurados por
axilas. Por un encuentro con
el violín o un piano
estremecido por ese aliento en las sienes
herido por una amapola.
Una deslumbrado por los pájaros.
Por figuras que irreconocibles
exiliaron su alma entre parques de rocío
con voces de anilina.
Entre fantasmagóricos escenarios
con alfileres de agua
donde el sol recitaba en la penumbra su
amor desesperado por una sombra.
Su carácter de fiebre.
Todo eso acompasado e hialino que
devuelve la noche
a un mundo de pudores.
De escrúpulos de selva.

Contrastados por un círculo que no cree
en el devenir.

Y devora su opuesto.













lunes, 18 de noviembre de 2019

Visión y Palabra





Los objetos son envueltos por el tiempo.
Y más allá del mismo recorre el espacio sus dioses
con infinitas circunferencias de limón.
Todas aluden a la eternidad.
Todas allegan.

Mientras sueñan dormidas en los parpados de
la luna.

El Microscopio de Neón






Desde hace algunos días el mar dejó de ser una 
metáfora. 
El río abandonó un nido de ángulos.
El céfiro colisiona en ellos y eleva intermitencia.
Un verbo de carne multitudinario desprende en 
los objetos del aire el absoluto.
Y qué es el absoluto?
Quizá una imagen que desfigura un velero en la cresta
de un gallo.

Desde hace algún tiempo todo eso contrario en nuestros
ojos formó su opuesto. En la distancia entre lo 
contrario y lo opuesto una linterna de agua.
Un microscopio de neón.
Tiene un eje.
Un tálamo y un epicentro.
Una manada de pianos.
Una oración vestida de aeroplano y cerca del envés
la curva en la que se presagia una cúpula.
Una atroz inocencia.

En las orilla la arena evoluciona.
Sus escamas desarrollan historias de albedríos.
Conjuntos de brea se humedecen.
Constelaciones de escamas que se forman en nuestra piel
según los volcanes y el vacío espejean. Lo hacen desde
sobrenaturales reflejos.
Uno de ellos pertenece al aluminio en el árbol.

Al corazón del arpa en el interior de la madera.
Oprimiendo la subjetividad si es que ello puede hacerse.

Mas o menos como acontece en un poema.









viernes, 15 de noviembre de 2019

Destemporalización




No siempre.
Entre la noche y el balbuceo las ramas.
Entre biotipos o el polen de la lluvia
trajinando en un soplo.
En una bóveda.
En un significados de arena.
En una orgía.
Sobre canteras donde el infinito describe 
a un gallinazo. Claro una hiena
se despide de la luna
pero otra la interroga en un estadio
semejante al que se extiende en un rito.
En un aparejo.
En una noción espiritual mientras intentamos
separar nuestra conciencia del otro.
Llegar a aquello que la hace
individual hasta su llegada al océano.
Eso tan delicado que nos separa
de los pétalos.
Eso que casi es poético.

Que es casi poético con adjetivos donde la epifanía
ya no logra definir ni los muérdagos
incluir en su listado de plátanos.

Sí. No siempre. O sea usualmente 
lo particular es la excepción y empíricas latitudes
confunden la experiencia del vórtice
o el asunto latino de una esfera.
De las escoltas donde un semilúcido hibrido
rozo los collares.
Los acuarios. Las veredas donde 
el estilo contrasta con la intensidad o el velo.
Con la desolación y el enigma.
Entre platos de brea
que aluden a los trópicos un animalito recomienda
el lugar donde se encuentran sus oráculos.

Y un ser que pasa por allí al preguntar
por los mismos.

Recibe la siguiente respuesta.

"Todo empieza y termina entre mis sombras"







La Conversión del Ladrido





Existe un lenguaje perdido en la niebla.
Uno errante como el silencio en medio de una calle
a la que arriban los pájaros.
También los desasimientos.
Los sacerdotes con melenas negras.
Profetas con cargos políticos. Undécimos. Genéticos
en el instante en que el mar se convierte en tiempo.
En pulso de hierba o maldición.
Están las unas y las otras cosas. Las diéresis. Los eufemismos.
Todo aquello que adhierese o certifica nuestro 
recorrido por el verbo.
Buscando brújulas en el pavimento.
Diarios que no anhelen eternidad ni viceversa.
Conjuntos de relieves 
donde la soledad llega del sueño o se irisa.
Donde las urnas descienden con una mandarina en la boca
o un león en el pecho convertido en hoja.
Existe un hipotálamo.
Un aneroide junto a una ceremonia.
Un collar de humo mientras el desdecimiento aloja
un alfiler en la brisa paralelo a campañas
de nieve y fascículos-mandíbulas.
De cráteres y grafitos.
De yacimientos donde las entrañas describen la intuición
de una corteza. El istmo proveniente de una
placa tectónica. Fuelle o rampla
de antiguos remordimientos
en los que la distancia recopilaba la oración de
un búho.

Y el mar.

El ignoto mar lo convertía en ladrido.








miércoles, 13 de noviembre de 2019

Poeticidad de un Panorama






Se encuentra dormido entre el verbo.
Mística o diástole de esoterismo donde los nudos se encrespan.
Soledad de arciprestes que rozan de noche la luna
y responden a los sólidos.
Diluvio sobrenatural donde ansiamos una raíz.
Una silueta. Nada más que la silueta de una
manzana.

En un lugar en que la sílaba se estrella contra el vacío antes
de convertirse en palabra.
En el pubis destruido en tu adolescencia por los minotauros.
Durante crepúsculos donde toda semántica elige el
grito antes que la voluntad de los presagios
y los preludios donde se bate la inocencia.

Se dora en los caballos.
Disputa a lo ancestral un unicornio amarillo con latitudes.
Con jardines o puestos donde la clarividencia muerde
las cúpulas de esta ciudad sin brújulas
e himnos donde las liturgias invaden el camino de las
plagas devorando sus resacas.
Sus estelas.
Su lampo más atroz.
Su paraíso -eso sí- meridional en cada uno de sus acentos.
De sus trasatlánticos.
De esas liturgias con que adrede despide la humedad de
las centellas antes de encaminarlas a los relámpagos
que se separan del fuego.

En la intensidad.
En las parábolas con las cuales llegas a un desayuno con 
una abeja en las mejillas.
Una abeja dorada que arrastra una colmena en sus alas.
Colmena democrática.
Neoliberal. 
Derechista o zurda en cualquiera de sus telegrámas.
Neopoética.

Conduciendo un cisne tuberculoso en una de sus 
imágenes.

Aquella donde el diminuto criterio que posee de la belleza
colisiona contra el infinito ámbar.





lunes, 11 de noviembre de 2019

La Soledad del Verbo






Aguarda en el interior de una palabra. No herido por
los hechos. Abdominal como toda inocencia. Raído por 
uno de los bordes donde nace un equilátero o el celeste
latido de un poliedro.
Las cebras?
Se alimentan de astrologías en esta aurora; aurora
de margenes. De horizontes opuestos.

La sensibilidad es en este momento un presagio.
El amor concede a la niebla el deseo.
El secreto de la luz al final es develado. A su alrededor
tienen que agitarse las sombras.

Barcos y números de agua al superficie de una piel
donde yerran los arquetipos.
Pétalos de urnas que vuelven al trigo luego
de reconocer un verano en las sirtes.
En el lenguaje que elige las esporas.
En la salud dionisiaca del verbo los naufragios se enlazan
entre misteriosos precipicios.
En uno de ellos el insomnio pertenece a la magia.

Circos de arena en el reloj donde roza la fantasía
un húmero de polen.
Un onomástico de arroz es sorprendido en el viento.
El lecho donde se irisa el devenir posee
collares semejantes a un velo en ese segundo donde
la intuición recoge sus preludios.

A través de ellos

El corazón que habita en cada ser sobre la tierra
encuentra el camino a las hojas

Y a la soledad del verbo.






sábado, 9 de noviembre de 2019

En Qué Raíz de Nieve






Qué otoño aguardo?
Qué raíz de nieve donde empiezan las palabras?

En qué ciudad el universo muestra su talón amarillo?
En qué ceremonia vuelvo a impregnar este corazón de vacío
porque sólo así se conoce lo absoluto?

Qué hebra de cisne que reconozco en tus cabellos
-igual que una noción dorada del albedrío- es un relato
purpura de otros ojos.?

-unos que llegan al insomnio durante una primavera
de iones y escatologías-

Qué mañana es sórdida como un relato de vidrio
o una narración donde las hipérboles se encuentran de 
forma amarilla en una horda de rocío?

Qué lenguaje desnuda el respiro?
Cúal de ellos llega por primera vez a la palabra?
Háblame de esa noción donde tus sílabas muerden un 
paraíso prohibido. Constituido de algas.
De extraños cuadriláteros llenos de cebras.

Que día?
Que representación del sol en la superficie del mar
se hará sabía para representar el orden
de la luz cuando desciende a las sombras?

Qué espiral?
Que búho iridiscente dormido en tu pubis con
determinados travesaños. Todos atómicos.
Todos en el relente de una casa
con espejismos donde vislumbrase un tatuaje.
Un collar de agua.

O un adoquín de polen.

Con el cual en el amanecer tu rozas las estrellas.







lunes, 4 de noviembre de 2019

La Religión de los Dados






Tal vez alguno de nosotros no es sólo aquella silueta que
tú humedeces. Tal vez un análisis de los eventos mas azules
es también contrario.
Tampoco somos una llegada a la imagen mientras las calles
son amarillas como un barco de humo el cual posee
el rigor del color de determinadas cosas en la naturaleza; el ala
en el otoño de una hormiga por ejemplo.
-no voy a hablar de lo objetivo, hasta cierto punto lo objetivo
no determinó jamás nada en mi vida-
Quizá provenimos de un universo donde las formas navegan
como espirales que rozan sus propios crepúsculos
en el pubis de una estrella.
Es posible que no todo este hecho de inasibles catedrales.
No creas, mi esfuerzo por ser lírico se detendrá algún día en 
el agua. Veré allí mandíbulas de ecuestres planos.
Me pregunto -empero- si habrá sido realmente un esfuerzo.
Me pregunto -empero-, - incluso- si la interrogante es valida.

Tal vez irrumpimos en un velo con el álgebra que promete
el corazón cuando estamos dormidos y las sílabas que llevamos
en nuestros latidos muestran sus ojeras.
Debo decir que las ojeras son la mas firme determinación del
ser humano. La irracionalidad mas pura cuando se trata
del abismo. No hay otra cosa.
Es posible que nuestras noches sean días en realidad y los
días. Bueno los días sean noches.

Y según el mar hemos tenido una respuesta diferente para 
cada ola que vimos. Yo recuerdo muy pocas.
Mi memoria no guarda en su trasfondo aquellas que el 
mar hoy desde su propia memoria idealiza.
-evocar sus imágenes para el mar es una manera de 
idealización-
No sé si hay una película en ello.
Un simulacro o una linterna de pus.
No sé si en cada relieve hay una redención.
Observa el tiempo que gira en los muelles es dorado en
esta aurora donde los pelícanos se han convertido en
cisnes, pero no por obra de la magia.

Las vocales eligen.
El invierno reprodujo el frío en todos los parques mientras
pudo. El calor toman el vapor para cómplice.

Yo en este amanecer creo que toda religión proviene de 
los dados.

Y esa es su única mística.





sábado, 2 de noviembre de 2019

Contemplación





Uno de los lenguajes se encuentra con el verbo.
Hecho que acontece en el interior de una raíz.
Una que cuelga del pubis de una araña.

Tal araña reflexiona. Habita. Condiciona.
Se estanca en la naturaleza. Roe.
Tal araña duerme en mi casa como un ladrido o 
la cintura de un pez a través de la arcilla.
A veces piensa en las reencarnaciones.

Los objetos son boreales en este momento por ello.
Rastrillan sus siluetas.
Eligen el punto en la noche donde se oprime un alga.
Un punto que ha girado entre la eternidad llamando
a los collares.

A las silabas donde el anhelo empieza.
Donde el árbol surge en medio de volúmenes.
De extrañas trayectorias.

Yo miro un reflejo.
La figura que lo enlaza a la realidad describe la
inclinación de un prisma.
La metáfora que se desprende de ella
pertenece a un mar invisible donde cada palabra 
tiene que empezar un viaje a través de océanos de silencio
para encontrar la pronunciación.

Yo las observo hasta llegar a la 
contemplación.

-no era el objetivo-

Sobretodo a aquellas que han elegido el silencio.

Y han decidido no tomar ese viaje.