sábado, 31 de enero de 2015

Verano de Fabricas






Ello es algo como los paises en los continentes.
Es decir el amor cede al trueno
igual que un cadaver a un gusano o la mariposa
duerme en el secreto de la crisalida
de manera oriental como
los cisnes y las 
chimeneas
ignoradas en un verano de fabricas.

Y todo ello es levantado por un cuerpo que
se dice criatura del bosque, antes
de llegar a un cementerio y bañar las tumbas 
de aceite.

Asi llegamos a ese pensamiento donde las cosas
se elevan como seres en la continudad
creando una forma de opuestos
entre la angeología de las
fosas comunes o la
opinión y el deseo, los cipreses o el universo
que rodea una casa de papiros,
los numeros del helecho allí convertidos en nombres
y baculos, en rituales de arboles que entre la 
hojarasca cayendo a la tierra.

Especulando.
Obstaculizando al sol en la arena.
Llenando los tejados de algo semejante a los mentones
o los espacios donde el esqueleto
arranca de sus huesos
los estandartes de calcio o de zinc
tocados inviernos antes por una bandera.

Por un ondear de idolos que escalan 
los tropicos y los accedos a un planetario
a una escalera donde la identidad del yelmo continua
en tu boca lleno de tridentes y almirantes
de estrepito
donde los relojes se transforman en 
calendarios y las infamias
en banderas.







Alegorìa






En algun lugar las grandes cosas
con su asonada de perlas y esmeraldas
camino de un oceano en los ojos.

Y las pupilas y los parpados
cediendo a un ardid del viento tanto
como a una alegorìa con bordes
de epifanìa, donde eran 
manchados de 
petroleo el astro y lo religioso
dejaba sentir su eco moderno de
ancestralidad en las sienes.

Luego la casa del agua
donde invadieron las rotaciones
un esoterico movimiento de hiedras
inventandose en una reencarnaciòn 
en un encantamiento
tal vez mas lejano que aquel
que tocamos para despedir cuando
dormimos en el aire
igual que rafagas que sostienense
mostrando ese aprendizaje
a la brisa
a la corriente
donde acontece la vida de los pàjaros.

Y a veces la de un hombre.







Actividad





Todo aqui puede pensar que duermo.
La noche, la habitación ebria de cuadernos y
las prendas en ella, el sonido de algo silencioso
que deja de ser lo invisible en el aire.
Loa cadaveres de hormigas que
otras arrastran.

La puerta semiabierta nos recuerda primates.
Puedo afirmarlo con ese olor a selva que traen
sus monólogos. Lo percibo con el esmalte que
cubre esta puerta desde la cual no logro 
avanzar, por las formas de hierro insertada en
ellas; hablo de una cerradura.

Todo logra pensar que duermo, pero no.
Yo estoy caminando en un sueño y ello parece
recoger postreros astronautas del atardecer. 
El cuerpo de un niño en el crepúsculo, un verdugo 
idéntico a lo que inclinandose es una tortura.
Una de hipocampos.

Paralelamente la rosaleda deja la historia de
la espina. En ella una rosa en la cual el horizonte
creía, tan resuelta como una serpiente el
engullir un velero.

Descubro que no soy aquello por lo cual
me sentaba a memorizar, soy conciente del
mediodía sin cielo y de una mosca postmoderna.

La habitación me deja ver sus asteroides ahora
me siento relativamente serenos por ello.
La mosca es postmoderna dije y eso parece
provenir de hojas y brazaletes.

Donde se desvanecen para emanar un iris.






Poesía





A veces despertamos desde los cabellos hacia
la locura. Eso es natural, forma parte de un rigor.
Uno de los riesgos es la intensidad con lo cual
viviremos en ello.

Pero despertamos, desnudamos tal intensidad
en la medida en que somos alimentados por la
hierba y el follaje, es decir, nos convertimos en
herviboros, que ante la sensaciòn de las hojas
en la lengua, despiertan otros sonidos.

No es nada nuevo, conozco vidas que cruzaron
el aliento antes de besar la noche con una especie
de cruz en el pecho, renaciendo entre casas y
ovalos, tomando la sed si era posible, desnudando
una forma de carta primordial para nosotros
o aquellas ceremonias que los cubrían
totalmente irracionales. Algunos
dirán que ese es un absoluto.

Un absoluto que ante la arena es psiquiatrico.
Empirico como una flor.
Casi platónico y suicida.

A veces despertamos desde los cabellos hacia
la locura.

Y ese es todo el gnostico sujeto que tenemos.






miércoles, 28 de enero de 2015

El Único Diluvio






He estado a un punto de la luz.

Solitariamente como quien tiene una sola
historia de lucidez entre la soledad.

Hecho de papiros y granos como los archipielagos.

Entre conocimientos y valles de tulipanes.

Como quien no tiene referencias del oceano ni
dioses buscando la altura del verano.

Inhospitamente como un navío sin precipicios.

Bajo el ambar y lo invisibles que sigue a la
destrucción.

Entre cartas astrológicas de gacelas.

Entre piletas de nidos irreversibles.

Explorando vortices y pavimentos de magnesio.

Sobre esa distancia que separa una iguana 
del helecho.

Con fábulas que siguen a los objetos bajo
pulsos inigualables.

A un paso de la circunvalación de las
nebulosas.

En una historia abordada por ciclopes y sirenas.

En sinuosidades que se yuxtaponen y sincronizan.

Bajo criterios y tallos de granizos fosforecentes,

En el arte primitivo de las ciudades-salmones.

Proyectando rigores y siluetas que se desvanecen.

Con psicologías de platanos junto a historias de
salitre.

En los cursos del parpado, siempre sobre la
conmoción.

En el ser más remoto del ser en las constelaciones.

A un punto de lo convexo y sus herraduras.


Pensando sólo en la poesía y en su espíritu
como el único diluvio del mundo.





martes, 27 de enero de 2015

Re-creaciòn de la Sepia







Esta leyenda en las palabras que pasa por ser
el lenguaje. La altura del pecho y del corazòn
entre los manantiales.

Esto que guardas como un trebol debajo de la
tierra.

Los capìtulos de los anfitriones junto a un 
pasajero y muy cerca de una nave cuando los 
puertos son re-creados por la madera.

Eso tan desquiciado colocado entre serpentinas
de modo que a diario, seguimos las formas de 
una herradura y el tallo que adoras como una
serpiente ahogandose en los deltas.

Aquello que sumerges como una oraciòn en el 
alma, con la percepciòn de que ninguna otra cosa 
lograrà vivir con el tiempo en ella. 

Con tallos y sudores de hidrògeno, con lapsos
de antinomia y bosques igual a llamas de asombro
y visiones de sueño.

Con palacios y cumbres axiològicas, ebrìas de
sombras ladinas de epistemes, a las cuales llegas
con un brazalete y un desierto en el rostro, 
heuristico y fatal como una caverna o la memoria
del rito en los parpados.

Una caverna construida perpetuamente por la
imagen, esa reconstrucciòn sin sienes ni mentones,
tan solo metàforas de arena y barcos disimiles.

Barcos que ponen una flor junto al eden o el
instante del pliegue entre lo sibilino, ese que muerdes
o mascas segùn tu propia experiencia del signo en
el hambre.

Que observas como el labio contiguo al mineral
donde se bañan las mandarinas y se desnuda en el
estallido, el labio opuesto de una hecatombe.

Que sòlo tiene una playa y un bàculo y se desplaza
heteroclitico entre movimientos de escamas, susodicho
y antiguo entre secularizadas margenes, que ante el 
sol y los advientos, dedicanse a dividir cadaveres.

Los hilos que inundan una ventana, esto con relojes
de climax y huertos inundados, huertos que nos toca
reconocer frente al vidrio y gigantes telescopios.

Los ojos de una avenida con formas de cumbres que
separanse en los tallos, donde la rafaga esteraliza un
estrabismo, el fruto desnudo de la papaya, mencionada
sòlo por los asteroides.

Eso tan legendario  que logras colgar de las anclas
y los esbozos mediterraneos de una cultura, cultura que
acaricia prehistòrica el lunar en las manos o toda
circuntancia que toma el oceano de los funerales 
del iridio y las irrupciones del ambar en los
monasterios.

Eso que es un heliotropo mientras el amanecer ondea
liturgias de crines.

Que se aleja y desciende como la intensidad, pero
proviene de una estetica que lanza al magma su
desesperaciòn y basicamente se caracteriza por citar
grutas y hierros.

Eso que finalmente o en apariencia es si mismo, fascinado 
por universos de pàjaros como los relojes.






lunes, 26 de enero de 2015

Crateres





Miles de naves sobre una xilografía.

El viento que se desvanece en un puerto.

Alguno de nuestros reflejos caminan encontrándose con
su sombra.

La ciudad es la misma y en ella los leones raspan una 
camisa hasta llevar la  ceniza de su piel a las 
lamparas.

Los botones abren maravillosos cuadernos.

Sus lecturas nos recuerdan dioses-centauros.

Muchedumbres de plata son llevados por oxigenos.

Memorias de escarcha levantan porcelanas.

Un apellido suena todavía en el interior del adjetivo
con la subjetividad de una palmera.

Un dón desmedido pasea ahora por las noches del
ancla.

A los forasteros se une la ilusión del molino.

Temblorosas cavernas que remueven la playa
silueteada por el polvo entre la muselina.

Transparentes desplazamientos de escarcha vuelven
a construir asonadas con un libro deforme.

Acariciadas por hieráticos esbozos miran la inflexion
de los tallos.

En intrepidos nombres se forman cartulinas vacías.

Donde pacientemente a una visión caminan
los crateres.




sábado, 24 de enero de 2015

Poema






Conozco esta sensación, su majestuoso peso
aún libera de si mismo un horizonte de latigos 
y carne. Veo las avenidas por las que anduvo errante
un día de cáscaras y ramas, un día en que la 
luz descendía a las hojas musitando la vida de la
nervadura, la silueta del eter, el pensamiento donde
los ríos eran siempre fugaces.

Explico porqué tarde a tarde sucede en esta hoja. Me 
lo digo silenciosamente como un día de algas con
que igual a la dimensión del mamut, en otra especie de
mundo formabamos nuestros movimientos. Trato
de inventar algo como el soplo. La melodía del tiempo
entre la multitud. El concepto del sueño, el latido 
que en la abstracción suponía un universo de aire
confundido con paises parecidos al de los
leñadores.

Días celestes como el aura, determinados por cabelleras
insomnes, donde el viento ascendía a la percusión
llevando la memoria de un travesaño, la ecuestre
posición del azogue, la luna en el remordimiento
y una historia como una ceremonia donde la atmosfera
detenía en su pecho la gravedad colmada de polen, 
colosal como una nebulosa de vanguardias en
un jarrón que enarbolado por la soledad del juguete
volvía a los pétalos descubriendose.

Hasta llegar a un mundo de adioses como el prisma.





viernes, 23 de enero de 2015

El Grito del Antílope






De formas y libélulas.
De días por donde nos libera la tarde de 
un nucleo de hadas.
De visiones y llamas de agujas entre edificaciones
de parpados.
En el ojo del escorpión y la calle.
Cuando los planetas se abren camino entre la arena
para llegar a un heliotropo.
Entre la descomposición y el frío o un neón nervioso.
En los candiles de las mariposas cuando duermen
entre la lluvia.
En el lirismo de los antropofagos.
Entre las sutilezas del valle al apagar un llama.
Una llama que no siempre proviene del amor.
De una nave desarrollada en luces extranjeras de 
las cuales proviene el fosforo y los trenes.
En la mantis de una rama que ilusionada aún
presiona lo cuchillos.
Entre los lipidos y torbellinos. 

De alientos y cromosomas.
De copos y estaciones donde ondean los nidos.
En las ruletas disecandose en los cabellos
del diluvio.
De los pactos secretos entre las corrientes de aire
y los monoplazas.
De todo lo que sucede en lo alto.
De la paleontología en el país de los cisnes.
En los labios dormidos en algún extraño beso, uno
ebrio de precipicios.
Del jornal de granizo.
Del juició y la demostración o los libros leyendose 
a si mismos debajo de las medusas.
De los tropos en la reencarnación. 
En los forasteros del mundo sin soledad.
En los hologramas del cuarzo.
Del rasgo y la proporcionalidad.
Del puerto encerrado en una doncella, tal vez en otra.
De la palabra y también de la unidad dirigidas
a una mejilla.
En la muertes de araña.
De la piel que se oxida dentro de un 
pensamiento.

De todo eso deja que me nutra, antes que oiga en el
bosque, el grito del antìlope.




jueves, 22 de enero de 2015

Azul de Azufre








Todo era de cobre, la noche estaba por nacer,
al libro de los primogenitos seguía el de los
antepasados.

Las arañas tejían elementales en el verdor
de una campana
dimensionada entre los aires por el follaje
de las taxonomías.

Las cebras confirmaban la existencia de dios
cuando las garras del león llegaban
para incrustarse en sus lomos.

Las estrellas que poseíamos en las sienes
equilibraban su naturaleza en un tallo, sin necesidad
ni cabellos.

La memoria recogía sus pulmones de la lechuza, la 
hierba en desorden por la nieve
era proxima al oceano, como un libro de frutos en el
nectar, tomando siniestras imágenes 
fantásticas.

Nos desvanecimos en actividades de colores entre 
la penumbra, una penumbra siempre
desconocida, ofreciendonos como
único adjetivo, la sombra.

Los grillos llevaban ballestas, asi el crepúscular 
incendio del aceite en la noche o la madera
de una escalera crujiendo porque ese es todo su
lenguaje.

Todo era de cobre como también de aluminio
ello semeja cierto eden
un paraíso con las plagas quizá
un invierno de langostas
un gallo llevando una cresta de fuego en 
nuestro insomnio.

Regiones de piedra, completaban un nexo.
El murcielago oprimía su muelle
escarlata en el lugar donde
aguardabanlo prologos.

Inédito era el río.
La santabarbara del oceano con peso de espuma.
La geología de cierta sintaxis
quebraba signos hasta reconocerse
en un mediodía de látigos
donde los gorriones paseaban demacrados
sus aleteos.

Las grutas escondían nuevamente el presagio.

Luminosos vestigios recreaban 
la información del lagarto colgados del velero.

Pensamos que las cosas volverían a 
ser como el viento desnudando la infamia.

Creímos en fiebres que dirigían 
sus límites, en una bandada hasta un azul
de azufre....

Un azul de lleno de regimientos
y dirigibles.

Donde la locura paseaba su belleza.






martes, 20 de enero de 2015

Inspiraciòn Cientìfica





La luz se apaga, el dìa ha pasado
como un hombre que lleva un reloj
en el cuello. De su boca brotan pasadizos.

Y yo no pensarìa en un cuello si en 
las algas hubiera màs porque vivir,
una existencia de conchas -por
ejemplo- que sostenga el latido, un
culto a una morgue que ofrezca
trascendencia, una aguja con un
don de agua.

La luz se apaga, parece un sentido
de plastico sobre la enredadera, un
jinete que observa los barcos desde
no sòlo un desdecir, un poema que
se aleja con inspiraciòn cientìfica.

Ballenas y persas huyen desde el 
interior de los planos, hasta solsticios
y menguantes, acariando en sus visiones
un tallo. El sentido del eros sobre un
manantial, donde los oxidos se baten con 
la humedad en ensenadas de tiempo.

Escencias de crotalos que en formaciòn
de estrùcturas, reconocen espejos de sed
entre antroplògicos palacios, estudiamos
nuevamente el polen, extendemonos hacia
una calavera mirando en su objetividad
ese ùnico viaje, que toca por un instante
el esplendor y despuès la mente...pasadizo
hacia los claveles, la idea como pensamiento
màs sideral que los colores, desprendiendo
una comparaciòn, intuyendo un evento
de desesperaciòn entre las hojas...y

la luz se apaga, eso significa que los puertos
duermen en una caverna, ello es semejante
al equilibrio existente entre dos palabras, por
màs que todos sus nombres provengan de
universos diferentes. Pero tambièn significa
la llegada de un sentido donde los imanes
despiertan sin un cronograma, convertidos
en platano por alguno de los racimos que
inveteradamente llevan alma de leñados
sueño de voceo que en toda su plenitud
desconozco.

Se apaga...ese y no otro es el principio de 
su espìritu.




La Cigarra de Nieve







Al unisono el reloj de nieve.
Un pedazo de alga sin irrelevancia.
Un metodo de luces entre una cruz.
La escatologìa del mercurio hoy que 
nuestras manos se alejan hacia la lluvia
llenas de santuarios y cementerios
donde cada noche una cigarra
se abre paso entre los
arbustos para 
separar
con su mirada
una estrella de un
planeta.

Y tal cigarra sabe que asi ha sido
siempre.

Y asi serà hasta el final del
universo.






lunes, 19 de enero de 2015

Imagenes del Verbo







Conozco un verbo, uno que falta siempre en
el corazón. Es uno con amplios puertos
de cera.

Edificado por libelulas y cardos.

Ornamental.

No compuesto por ventanas.

Tomado de la coherencia por la armonía y por
los veteranos.

Tiene ojos de plastico.

Recorre el oceano entre otros alfabetos.

Sin archipielagos.

Es lunar. Pasa por el movimiento.

Destructor de la niebla. Solitario pasajero
de penumbras y jardines
en el interior del mar, inolvidables.

Adolescente de aquelarres 
sensibilizado por un destino de hojarasca y sed.

Es un verbo de escama.
De peces construidos por la saliva.
De latitudes.

Desplazandose en las cosas.

Ensayo de lejanas colinas en el escrúpulo.

Desviandose a veces. Llegando a la realidad
en otras.

Incubado en la flor por extrañas geografías.

Extraña clasificación de la luz.

Complemento ignoto de la fisica cuando
desembarca.

Marea susodicha y bucólica entre los enjambres.

Analisis idealista del lumen cuando duerme.

Infraestructura de las lagunas y enciclopedias.

Epifanía periodica.

Es un verbo de quimicos pañuelos de sol. Un 
verso secreto que extingue el equinoccio
desde centellas doradas
como la luz y el standarizar
de la pua en el espiritu cuando es descrito por
espejos.

Y destellos que desde el reflejo, buscando el
pensamiento del craneo se derraman.




Principio






El poema despierta.
Lo he saludado, lo cual no implica la
caida de una metafìsica.
He pensado en èl como un sìmbolo
pero un sìmbolo siempre està desplegàndose
y deja muy atràs la metàfora.

Despierta. Està lleno de serafines
ahora que ello sucede. Uno de ellos evoluciona
a un talmudico arcangel, ello no necesariamente 
expresa un cabalismo. Es sòlo un arcangel
que cuenta los nùmeros hasta que las
palabras en ellos se convierten
en suicidas. Pero ello es
ora experiencia.

El poema despeirta. Su teorìa y practica
pertenecen a la tradiciòn del candil dirigiendose
a una llama. Si tuviera que extender estas
cosas, dirìa que toda teorìa deviene 
entre neologismo y la pràtica es
un bosque que ha superado
su estètica.

Pero el poema a veces es definido en su sueño
como sinuoso y me alegro por los buques
por las cuentas de agua y electricidad 
en esta casa
por las oligarquìas muy mal definidad en una 
hilera de hormigas.

Yo. Yo me siento tan teòrico y pragmatico
a pesar de mis propios estadìos.

Y sentirse asi es cantar sin voleas
reconocer un paso en la lluvia
perfeccionar el movimiento de los relojes
mientras se borran en el tiempo
indagar entre culebrinas la historia màs 
que la leyenda de la polvora. Yo me
siento como tù al acercarse a
este texto.

Absolutamente perdido en el principio
de la nada.



viernes, 16 de enero de 2015

Mariposa Negra y Amarilla






Los cabellos se forman en los ojos de una liebre
sòlo cuando nacen los oràculos.

Retienen verbos como un ala negra, veranos como
el desdecimiento.

Resisten como mariposas que cuelgan de las nucas en 
las alambradas.

Piensan en la inocencia como quizà lo hace de noche
un anarquista.

Los cabellos son murcielagos que huyen de una
gruta rodeados de cipreses.

Llevan puentes y luces como el rito de una hegemonia
en los tallos del helio.

Inundan la rosa de otras leyendas, como el ejemplo
de una constelaciòn colgada de los travesaños.

Lo inmediato en ellos crea faroles, bocinas de azufre
como la tempestad en el climax.

En su color los dirigibles ensartan una generaciòn, una
saeta, recrean bosques, peritonean todo elixir.

Los cabellos son sorprendidos por las panteras
que hay en ellos, panteras que en medio del
devenir abren una calle, la medialuna, la emociòn
desde un comparar abierto por pasajes de sol
en la linfa, viajando por la arena ya sin desesperaciòn
ebrios de cupulas y fardos, sometiendo por la noche
atmosferas incomparables, tempanos de cicuta
inviernos de puras estalactitas.

En los cabellos se forma el lomo de una cebra, el
estallido segùn el ritmo de los semàforos.

Es decir: un cuadrante descomunal donde la edad
del grial se bate con la melodìa de las aguilas.




lunes, 5 de enero de 2015

Los Cuerpos de Aire en las Venas





Y existe la intensidad como un símbolo.
La coherencia del azul semejante a un mediodía
estival, en que los naipes desaparecen entre 
la saliva de los mánticos.
Existe el musgo y el atardecer. 
El nacimiento y la flor en un brillo ancestral.
-algo asi como si un tarot sin naipes mientras
desciende por el verbo-
Se encuentran también el lirio empapado
de la musica del amanecer, semejante 
a un pájaro sediento entre abstracciones de nieve.
Se halla el jardín de la conmoción.
El lenguaje de la araña
como una lagartija de racimos
incomparablemente creada sólo para los árboles.
-aquellos que -en lo personal- no tocaré-
Y mientras atardece
los liquidos vuelven al paraje
descifrando en el horizonte la mistica del velo
una mistica que deja de ser profesional
cada tarde y la leyenda de la sepia sacrifica su
espíritu entre estaciones de pelicanos que 
silenciosamente doblan las agujas,
el croto del granizo,
el plañido en forma de puntos cardinales
entre rosas se siete caballos junto a los equilibrios.
Están también los tallos del gitano que se
detienen en las anclas. Un capitulo
que desciende como un jaguar
sobre los predicados de la
espuma. Existen las reproducciones y los guijarros
mientras las medusas dejan de unirse en
los platanos y giran hacia un cosmos
por la noche, mientras los molinos 
recogen los muertos que hay en 
sus aspas. 

Y lo hacen desesperadamente.

No saben cómo encontrar en esos cuerpos
de aire las venas.








Poema






Una mañana articula otra mañana.
Las claviculas del sol son abiertas silenciosamente.
El lenguaje sigue a sus figuras entre la 
nieve.
Los mustèlidos encienden las corolas.
Los sueños reaccionan ante una plazoleta.
El atrio es de cuero y es reducido al monasterio donde
son ahogadas las bicicletas. Los
peciolos construyen 
escarabajos entre los circulos.
Las iguanas continuan su viaje a los fiordos.
Las lagunas son viajes velados por cartomànticos.

Sòlo la tierra esta compuesta de horizontes.

Eso lo afirman los inocentes.





Los Dirigibles del Caballo






No era este silencio.
Ni la espina donde se empinaba la espuma
del diluvio.

Tampoco la efemerides de una noche con
el sol en la orilla, tocando en los moluscos aquello
que sòlo el dìa màs esoterico
demostraba entre la magia como providencia.

Tampoco las bandadas donde las
aves transmigraban hacia
un puerto de elfos donde los candiles arrastran
la soledad del verano en una hoja.

Volveremos a llamar a tal hoja, poema.

La oiremos en el curso del mamut entre los
celentereos y partiremos hacia un universo con ellos
que no era escarlata. Tan sòlo sentaba sus
acuarios sobre una mosca o decidìa
el relato de las circunferencias 
mientras en el oceano 
reinaban las 
dagas o el principio de los mamiferos.

Y nosotros
con aires primitivos de nada.

Con la armonìa del agua al desvanecerse
en los bucles de una mujer
que ondea serpentinas 
al vocalizar palabras
descolgandose del sonido y los ritos
como un racimo indomable.

Uno de ecuestres dirigibles
en los dirigibles del caballo.







Las Dinastìas del Eter





El puente sobre una gasa donde misteriosos
son los crisoles y abrense puertas como la mejilla
o el talento, la serpiente o el brillo de una araña
con una mochila en el pecho.

Grandes cometas que eran estrabismos
cortan el cielo con picados de agua
y de rosas, algo asi como la belleza en dìas
que el olmo comparaba la fiebre
de sus troncos con una marioneta o el hecho
de esa angustia, que sòlo el amor
desvanece en el eter, bajo dìas de platino o 
exactas muselinas 
desprendiendose del caos.

Hechos de aire donde tuvimos al oceano
junto a grandes colosos de cenizas.

Alguien dirà que los colosos provienen del
fuego, pero no, hay otros que siempre elevan
sus oraciones y sacerdotes entre la yesca.
Entre los lampos. Bajo las dinastìas
del eter.

-hoy conjuramos dinastìas de eter bajo otras
constelaciones-

Y no hay que llamarlos.
No hay que conjurarlos debajo de equinodermos
u oboes, cuando los 
quirofanos son primitivos como
un adorno, donde ronda un maravilloso
veneno. Sòlo hay que tensar 
disciplinas como el 
encantamiento o el trance
de las ramas en una primavera donde
los fractales....

Donde los tallos...

Y las nupcias de los cabellos y los tropos
vuelven a ser elementales como la escencia.







sábado, 3 de enero de 2015

La Brisa de los Dromedarios







Las palabras se acortan.
Forman submarinos, calzan liebres.

Creadoras de resplandores
o abismos, las palabras se acortan.
En su huida al genesis forman verbos y 
también espirales llegando de los
truenos. Recrean estrellas
hasta un pensamiento
que escala en la 
noche con
martillos y plateas como los que
muestran los navíos
en sus escritos dorados.

Forman discretos planeadores 
donde un iglu
diseña cada amanecer el cuadro
de una pradera
de un centinela raido por las
esmeraldas.

Inmensas e insinuadoras
de misteriosas espoletas en sus gavieros
las palabras enseñan un interior
que no está hecho de carne
pero sensualiza cada 
pradera vocalizando en el mar
gesticulando u ondeando
al ceder en la sed de
las praderas
cuando la mistica de todo objeto
sube a los mástiles con un
carbón en los labios que todos alguna
vez tocamos o amamos.

Camina de reflejo en reflejo
hasta las arañas y
musicaliza en el orden sagrado
de las escaleras y disciplinas
como un jirón alado
que escala en las ballenas
durante una noche
silenciosa.

Cuando la brisa llega de los
dromedarios.