martes, 31 de mayo de 2011

Travesía hacia la piel

Naves de inteligencia, fuí el ardiente lumen.

Un patriarca sin tridentes en el rostro
inundando de brocales el conocimiento.

Sordidas interrogantes son el pero ahora,
iluminando su deso con partes de agua aterida
a la carne, a una voluntad entre la perfección
y la lluvia.

Entonces la decisión barre el sueño y visiones
de esquirlas ensordecen ese grito con el cual
empieza el camino y su vuelo origina una soledad
que no es como la muerte, pero es.

Clandestinas ilusiones de tráficos
Máscaras de guijarro e idilios,
la gesta que acabas de pisar
es sólo un rapsoda
girando entre abracadabras.

Encinas de barcos, donde lo nocivo empina
ruinas volatiles y reflejos
en cuyas ramas se desdicen
docenas de parpados
entre venerados sonidos.

Fundas de alambres,
una colina entre la resurreción
de mi farsa, insinuando completa
la turba de una iniciación voluptuosa.

Entonces la sensualidad nace acompañada
de un rayo.

Y nuestros sentidos se unen a su frente.

A la más contemporanea.

Porque no existe otra manera de penetrar
la arena.

Y recoger nuestra piel.




Guillermo Isaac paredes Mattos

viernes, 27 de mayo de 2011

El Conocimiento y la lágrima

La busqueda del mar y un descenlace.

Un tallo más que refleja los astros.

Subrepticiamente la espina siembra un horizonte.

Follajes donde berberiscos de agua
recogen el eco de entes luminosos.


Una lápida de arena en la nuca cuando
los turbantes son a la deriva.

Una invitación a atravesar una puerta,
a recoger la vida que dejaste afuera.

Siéntelo, cada uno de tus pasos
es musicalización de vidrios.

Una sentina que cierra la noche
con una efigie gamada.


El mito de los acontecimientos
elevando un pájaro.

Y circunstancialmente...

El hábito retoma fuegos errantes
un llamado perdido
una azotea bordeando los capítulos
donde el anhelo se encierra en una lágrima.

Para crear su propio oceano.

Para conocerse un poco más.





Guillermo isaac paredes mattos

martes, 24 de mayo de 2011

La Orilla Indòmita

Un oceano descabellado, sin origenes.
Sentado al lado de un rayo, cegado por la noche
por el dìa de los pàjaros. Prelado de furores
flautista de violencia.

Y hablo de èl con principios de àtomos
como una marcha de seres continuos
prestidigitadores de citas entre àrboles y resinas.

Tan culto como el amor cuando abandona para
encontrarse en dos seres, buscando el universo.

Desenterràndolo.

Crecì navegando en ese espìritu
para desvanecerme en otros.

Fuì entonado por bocanadas de motines
izando epiteleos.


Como la sìntesis quizè pesar todo
en la aristocracia de un tallo.

Pero no conocìa el idioma.


Aùn despuès de tantos siglos lo acaricio
mientras la justicia busca òrdenes.

Plazas de miseria para mi soledad.

Patios como la feromona corriendo
hacia el polen.

Y asi los vertederos, vuelven a desdecirme.

Porque -vuelvo a cerrar mis ojos- para evocarlo.

No conozco el lenguaje.


Sòlo siento un pièlago.
Sòlo percibì su verbo Un verbo que rociado
de barcos se hizo incomparable.

Y nada mas puedo decir que es
incomparable.


Cuando en lo profundo
de su espìritu es indòmito.






Guillermo Isaac paredes mattos.

El Trajìn de mis Sueños

Allì un sonido.

Con el tiempo desarrollò la construcciòn del arte
y una vìa, donde el anhelo
llegaba ebrio de suburbios
danzando entre espigones de sagrados mediodìas.

Entonces decìas que el mar se habìa arrojado
a un sepulcro, lleno de besos conscriptos,
acompañado de ceras, guìado por botellas
de alcohol y el lirio
trashumante de una hoguera.

Pero mirabas oràculos de hierba
y no podìas descifrarlo.

Asi nacìan
las fascinantes esperas de una llama
circunscripta en las sombras
entre escenas oscuras
cuyos lienzos inspiraban
a la redenciòn de los magos
y es que la magia no es sòlo sospechar
que es el rìo quien nos lleva
cada amanecer por esas brùjulas
que corren por los sueños.


Tambièn es -ya en el dìa- afirmarlo.







Guillermo Isaac paredes mattos

domingo, 22 de mayo de 2011

Profundidad del Artificio

Yo sè que una fortaleza es una
pàgina.

Que su destreza trae a colaciòn
una raìz abrièndose paso entre
la tierra.

Yo miro ese mundo, lo ùnico
que queda es temblar ante èl
como un mito.

Hay palacios -como hay fortalezas- donde
ocurre lo mismo. Los libros en ellas
son abiertos por la existencia
o por el corazòn.

A veces por la naturaleza.


Pero toda naturaleza al existir no es objeto
y llega a la noche como lo harìa la
subjetividad en la arena.

Y subjetividad es lo màs intimo de una cosa
abordando una brasa.

Pero no sabemos donde.


Para ello hay antònimos, descuelgan su alma
entre alejandrinos cabellos.

Su ilusiòn se caràcteriza por idiomas,
idiomas reemplazando a la tormenta luego
de ser deshumanizada, de ser menos que precursora
que anochece en colores
como el vacìo.

En esa ilusiòn los pièlagos se retuercen
sedientos del aire.


A la vez variedades suscitan clanes
ambientados por apariencias.


Yo sè.

La profundidad camina como una fortaleza.

La profundidad se arrastra
como artificio.


Y atestadas de auras y laberintos
se unen por ùltima vez a las fàbulas.



Guillermo isaac paredes mattos

sábado, 21 de mayo de 2011

El Corazòn del Halo

Nos faltò narrar aquello sellado por la espuma.
Un àngel muerto. Una corona de agua, aquella
que transparente corrìa inmensamente al rocìo.

Y en el tragaluz de la èpopeya indicamos
al oceano que todo era tashumante, que las palabras
eran un recorrido por el sonido
y otras por el significado.

Fuimos parte de una torre, de la espadaña
y las feretros oficiados por los astros
cuando el universo es arboleda.

Cuando es pregunta.

Y esa pregunta camina hacia la interrogante
o la iniciaciòn desde el corazòn de
los halos.




Guillermo isaac paredes mattos

jueves, 19 de mayo de 2011

Poema de las Hordas

No entiendo a esos caminantes buscàndose
entre los ojos.

No entiendo porque las pupilas de una boca
son una libèlula.

Y quisiera liberarme, para ser idolatra
como toda piel herida por la noche.


Tampoco èsta poesìa sensible hasta el extremo,
cuando hay otras pàginas y en èstas
podemos amenazarnos como lo hacen dos hordas
que mueren secretamente en el pulso
de una batalla entre heraldos
en regiones de violencia.

Decimos entonces que el amor es una daga.
Que en la habitaciòn donde la carne vuelve a unirse
ese amor es tambièn un puñal que lograr confrontar
esa daga y ambos son tanteo donde cuatro pupilas
ascienden como a la desesperaciòn
asciende en la soledad
la poesìa.


No entiendo al amor ya que es humedo.


Porque es una constelaciòn y a veces un pubis.

Una constelaciòn de sangre bañada de interlocutores
en universos sin velas.



No comprendo a esa tierra donde lo macabro constrasta
inutilmente su naturaleza en dos mundos
que llamamos reliquia o brùjula
y llueven sobre un estigma
derrotando lo macabro
porque el amor en el fondo
es siniestro.


Y en èste momento antes que lo siniestro se pierda
recordarè que el amor es pasiòn de tarot,
encarnizado deseo rociando a todos los hombres
de sonàmbulas efigies
donde hasta lo divino evoluciona a la estatua.


No comprendo a dos seres mientras interpretan
al caminar indomables entre sus cuerpos
que para conocer en ellos
llegan a un infinito
dormido sobre
otro.


Aùn màs infinito.







Guillermo isaac paredes mattos

miércoles, 18 de mayo de 2011

El Velero

Quizà un astro. El velero donde el agua
empieza a sumergirse, hasta abandonarlo
en el aire.

Asi el viento lo lleva a donde quiere.


Y luego la noche, en ella pregunto què harìa
sin esos elementos, si sus vidas no lograran confundirnos.

Què pasarìa si dejàramos de creer que un poema
sòlo es la iniciaciòn de otro y ya que es asi...

celebramos esa noche tan contradictoria.



Pero quisiera conducir el aire donde no
hay cenizas.

Vivir alimentado por la sepia.



Hablar de òpalos y enjambres como quien
vacila ante nada.

Postrarme ante saldos que traen sòlo inteligencias.

Ser intemperie y dormir
cuando los colosos se pierden entre
sus heridas, seguros del dolor, pero no seguros
dònde yerra.

Y es menester que deban alcanzarlos.

Pues el dolor, como las cosas, tambièn acaba.


Tal vez un astro, desde èl perseguirìa a
a los cielos.

Pero sòlo aquellos que fueron capaces de quitarle
al mar un velero.

Cuando en realidad lo hundìan màs y màs en èl.





Guillermo Isaac paredes mattos

domingo, 15 de mayo de 2011

Lenguajes de Piedra

Y la piedra subiò al àrbol, buscando el veneno.





He oido de lenguajes y nudos que doblan la esquina
para ver una serpiente.

Vì a las antorchas bañadas por clanes y
reencarnaciones.



V entre dirigibles me extasiò sòlo el
sugerir entre algas otras edades
por los cuales la mañana deja la tarde
y tambièn lo contrario se eleva
como un vagòn instintivo.

Recibì trèmulo todo lo que podìa recibirse y plantè
en las medallas del agua àrboles de piedra.

Yo estoy convencido que los àrboles son de piedra,
por mas que no pueda probarlo.


Es por ello que esta aurora puede decir
que me tiene vivo, concentrado un poco
en la existencia, irrelevante, con oraciones
que desvanecen cientìficamente un navìo,
donde alguna vez mi adolescenecia se
llamo episteme.


Allì arrastre miles de juguetes hasta el agua
para que hallaran sus palabras.

Siguen allì, conozco los lugares
donde saben que nunca llegarè.

Mi corazòn ya ha filtrado esa espera.


Despierto
cierta parte de mi memoria ha desertado.
En los lumenes de mi conciencia
vivo como una excursiòn, que idolatra
nombres de pubis
ante un lugar de santos
donde el cielo muestra carnes de rameras
y sentencias de cisnes.


Confundièndose.

Desnudàndose.

Escribiendo entre lenguajes secretos
de piedra.


Donde sòlo un arquetipo
puede bendecirnos.





Guillermo Isaac paredes mattos

martes, 10 de mayo de 2011

Testimonio del Relàmpago

No amo las torres, por màs que sueñe con ellas.
Es decir una entrada es cadalzo del rito.
Posiciòn de una marejada... Pero en mis fosas
habitan escolleras de claros arrebatos
y siempre guìo mi cobardia poque es material,
incluso festìn de venus cuando llora.

No estoy convencido, pero algunas estros
hablan del tìmpano cuando persiguen a los reyes
y los pàjaros recitan el vocablo cuya
agonìa impregna ìdolos de estambres.

Despuès una borda y otra nos enfrentarà
a un ideario, donde tremulos espìritus
examinan la primera caida del respiro,
esa que rompe la linea entre el cuerpo
y la realidad.

Laminas de oro que rompen las puas
Espinas de una vacilante corona de misòginos
abriendose paso entre espadas de vientres y medallas.

Volatiles marfiles, amenazas de plomo
Esta tarde vì el pez morder un ala
y a la sabidurìa alejada de ese canto
la llamè conmociòn, porque no era destello.

Y entonces arrojè mi pena a la vida.

Porque esa conmociòn y ese destello.

No eran relàmpagos.





Guillermo Isaac paredes mattos

Los Objetos y mi espacio

Quizà no sea parte de una circunferencia.

Tal vez de nada.

La noche revela un lugar escarpado.

Un hemisferio donde tiemblan los cèfiros.


Junto a ello, el tiempo es termino reciente,
un neologismo huyendo de la luz como
huyen las penumbras, un ciclo de llamas
donde el azur teje el hialino detalle
de mi boca sembrando hojarascas
para el fuego.

Y creo que debì haber vivido en el fuego
para ver como se queman los objetos
y los hombres.

Extraño motìn de la piel en un fogon -eso intentè ser-.

Pero no. Soy un presente de motines tan propios
que ello me recuerda a caràcteres digeridos
por el agua. Por el diluvio que mece la noche
antes de abrigar en ella el tramo violento
que sea definitivo.

Y ello sucederà - lo intuyo- pero no
lograrè ver una sola de mis llamas.


Entonces evocarè que todos estaba
lleno de objetos.

Y a veces de espacios.





Guillermo isaac paredes mattos

miércoles, 4 de mayo de 2011

Los Simbolos de nuestro cuerpo

Como una cumbre, el libro borra su historia.

No sòlo el viento lo hace.

El viento raspa el granito de las formas hasta
que èstas caminan al lado de la vida.



Nocturnos valles dijeron que ibamos a unirnos
a ello.

Que sòlo nos separarìamos como lo hace una vereda,
al ser doblada por la esquina.

Y compartimos el tramo
que flanqueaba nuestro corazòn cada noche.

Estudiamos el sol, su brazo angustiado,
el sur de sus entrañas.


Obras de ensueño nos fueron arrancadas.

Fuimos desconocidos como inocencias
de espìritus tomadas por un calendario
en su pecho.


Fuera de ello y ante ello los astros
eran delicados como una caida.

Su comparaciòn con los ìdolos era profunda,
su remate, los actos de sus venas
ya sin ninguna circunstancia.

Allì brotaba -como brotaba- la resistencia de
un sur creyèndose pàpiro.


Borracho de suelos, todo recorrido
pasaba indiferente. Luego, francos azogues,
la majestad de ondulantes vitrinas
donde la poesìa era atenta al vestigio.

Pero seguìamos emigrando
como ese viento que raspaba al rozar la
punta de una cumbre.

Nos desprendimos entre recogimientos.

Tomamos los frutos màs dañinos del hemisferio.

Esperabamos, solamente esperàbamos
que uno pudiera enseñarnos el camino
que conduce a otra màgica locura a los astros.


Y pudiera encerrarnos para siempre
en su pecho.





Guillermo isaac paredes mattos

El Vuelo de la Continuidad

Estàs en los àrboles,
cual un conjunto rojo
sabatino y fugaz, complicado.


Como velàmenes de equinos y alcoholes
no hallaste la naturaleza.

La existencia dejò señales para que
que fueras tras ella.

Distante, las mareas practicaban oraciones.

Algunas no eran deletreadas. Otras apenas
podìan pronunciarse.

Ello se convirtiò lentamente en una manifestaciòn.

Como si abrieras un libro
y despertàras una pàgina.


Fue despertada. Pero nunca lograste
dormirla.

Ahora que hablamos de la pàgina. Imaginemos que
sucediò con sus palabras.

Allì, he hundido demasiadas veces mi aliento
pero no logrè extasiarme.

Para saber -a veces- antes hay que
extasiarse.

Algo asi como un pàjaro que sobrevuela
y lo hace por perpetuidad.

Semejante a una hoja leyendo el
destino a otras.

Algo como una tradiciòn
que vibra sobrenatural, incluso
lejos de ella.

Y nos deslumbramos.

Nos deslumbramos pues a ese
mìstico canto, sòlo el verbo
lo guìa a la continuidad.




Guillermo isaac paredes mattos

lunes, 2 de mayo de 2011

La Voluntad Poètica

Este poema està dedicado.





Algunas noches creo en una espada.

Apropiadamente las luces en ella me dicen
que puede ser grabado en el acero cualquier verbo.

Eso pertenece a otro temple. No al mìo.

Y con la gastada poesìa del averno, sonrìo
en la humedad de mi temperamento, devorando
una corola.


Y ello porque el verbo busca lo sagrado para
levantarse de la cama, para no atisbar
e implorar entre naves de carne
que la ilusiòn es trazo de rocìo
en el cuello, agolpàndose como un dios
de manuscritos y turbas.

Sì, el dolor es siempre màs grande que nosotros.

Yo lo recuerdo como un muchacho dorado
acercàndose al mundo en un acantilado
donde las madreselvas no escondìan su mundo
para condenarlo.

Y ya que hablamos de maleficios.

Nunca sabemos que voluntad nos acerca los rìos.

Que voluntad nos abandona ante los mares.

Y lo ùnico que nos queda
es aprender a edificar y conquistar alguno.

Y por ello mi retòrica no sabe
como cerrar sus ojos.

Y menos tener el poder para lograr
interpretarlo.




Guillermo isaac paredes mattos



Guillermo Isaac paredes mattos