jueves, 28 de abril de 2016

El Jardín que Recorre la Vida






El jardín se encuentra en una moneda.
Es errante como un vilo o un invierno en los
muelles, donde comparte una
historia con las agujas
y los nombres voraces del pelo.

En sus flores hay un oido oprimido en
su pelo, por animales que existen en los bordes,
donde las palabras limitan consigo mismas
hasta el encuentro con un fosil, éste las
devuelve a la yesca y lo 
milenario.

Pero qué hay en la yesca y lo milenrio para 
que el jardín se acerque a un fosil.

Qué hay en los bordes para que el jardín
camine a ellos con la esperanza de
encontrar sus fronteras.

Qué hay.

El jardín podría ser un travesaño colgado
de un verbo citado por los polos
o también una llegada a la orilla cuyas
espumas son lexicograficas; el jardín creo
que encuentra en esas espumas
sus sombras y en las lexicografías
sus escombros.

Lo cual no tiene nada de extraño.
Todos al igual que ese jardín encontramos
nuestras ruinas y nuestra botánica.

Todos en algún momento recorremos
el significado de todas nuestras huellas.






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