sábado, 30 de noviembre de 2013

Las Mènades del Corazòn







Quièn està completo sobre este sèquito.

O esta pared de arcilla frotada a contraluz
por el enigma o la desiluciòn.

Quièn ha perdido una libèlula ahora que
el dialogo es menos religioso.

Y en la industrializaciòn del paramo
es el pergamino que devoramos
mediante la polvora o la
saliva de una ruleta
atravesando los
montes.

A quièn empieza a desatar màs este
complejo de mènades en mi corazòn...

Dònde se completan los eufemismos
del reloj como una brùjula
engañada por puntos cardinales
que algun arrobo son
màs violaceos que el hado 
o las marionetas.

Donde està el aniversario de esta grua
diseñada por escabrozos y puntiagudos robles
debajo de las superficies.

Debajo de todas las apariencias.

Donde sòlo se puede ver. 

Y a duras penas se siente o 
se piensa.

La Percusiòn de la Muerte





Me conmovieron algunos ruidos,
pero crecì en el agua.

Me debo a los archipìelagos; a 
una especie de sufismo
en ellos.

-todo sufismo es espiritualmente 
atomizado, no sè que dirà la heterodoxia-

De tanto conmoverme, mi vida se 
volviò percusiòn de una tendencia:
marina siempre, es decir naufraga.

Desde allì monitoreaba mis actos y
descubrìa el horror de mis escrùpulos.


Nimgùn canto queda virgen dentro
de ellos.


Es la arena quien lleva el nucleo
de este dìa; subjetivo como 
todo lo que toco.

Los sonidos que despiertan en ellas
son fosforescencia.

Algo iridiscente como la sangre
tarde o temprano rodearà este momento.

Ya no tendrè timpanos. A tu lado no
podràs hablar de promogènitos
rodeado de galgos 
de equilateros.

Tu frenesì borrarà todos los golfos.

Los acantilados ya no seràn una
mafia donde trafica la muerte
a travès del suicidio la vida
de los hombres.

Pero eso no importarà.

Igualmente nos arrojarèmos buscando
entre las sombras.


Guillermo Paredes Mattos


viernes, 29 de noviembre de 2013

Las Piedras y los Circulos






Ante el oceano, las piedras no
dejan de crear sus circulos. La orilla
que separa ello del pièlago vela esa naturaleza
asi que las olas romperan 
sòlo en  la arena. Esas piedras 
-al menos del mar-
estàn hoy a salvo.

Nadie llegarà, puedo concluirlo
por el ave que deja de anhelar figuras
en el aire. Hoy su vuelo es horizontal.
Para crear una figura es necesaria 
al menos una curva.

Allì se mantendrà.
Es un lenguaje para todo aquel
que escribe.
Una nebulosa matemàtico-poètica
la cual intenta decirnos 
como acontece en los objetos
aquello que no se nos puede 
ser dicho.

Nadie llegarà.
La naturaleza tomò esa decisiòn
ahora que observo detenidamente
èsta escena tan lirica
como psiquiatrica.

Conocedor de que cada piedra
es un riesgo y la ola que no llegarà
a ella, es otro.

-la arena en medio sigue siendo
despedazada-

En esta aurora, sòlo ese mar y yo
sabemos que las cosas no seràn
de otra manera.

Por hoy pueden estar en tregua 
las piedras y sus circulos.

Puedes entonces dejar que el infierno
corra hacia los hombres.



Guillermo Paredes Mattos


El Camino del Diluvio





Había algo más que el lapso. No lo conocía.

Por las fuentes y fermentaciones llenaba
de orgías la conciencia.

Puedo moverme entre lo que hacía sin saber 
con exactitud el universo de lo que
moría en ello. Puedo mover mi 
espíritu sin saber.

No sentir las cenizas que deja su
imaginación en  la carne para que pueda
arrastrarme, esa ceniza llamada intuicion;
ceniza que a veces es volcán
que rota y cunde.

Que ovaliza y va a los cementerios.
Llena de intestinos y profetas.
Leyendole el oracúlo al mal una noche
para vivir.

Que estampa y orina.
Lacrimógena y cierta como los amparos.
Insipida y terrible entre cicatrices de agua
donde sólo los liquidos bañan su secreto,
su control empirico de natalidad
y  de necrofagos con que
cierta autoridad de eufemismo
somatiza.

Y sigue una estela aun después de
haber mirado en esa intuición.

Pero igual que ella sigue
el camino del diluvio.



Guillermo Paredes Mattos





jueves, 28 de noviembre de 2013

El Presagio antes del Vaticinio







No conozco la mirada del cuervo que tocarà
el cristal esta madrugada. Vaticinarla es arrojar
mi vida tanto como la suya al azar y el hecho
no espera ello. Para que ese hecho
sea creado, es necesario que mi espera
y la mirada del cuervo se intuyan mutuamente
en algùn punto de un presagio: el hecho
aguarda màs de lo que podrìa vaticinar
ante un guijarro.


No estoy convencido de ese hecho
como una manifestaciòn que devele su aliento;
cuando esta mirada encuentre un cuervo 
detràs de este cristal, seguirè
convencido de que tengo un pulmòn.
Una radiografìa casi purpurina.
Una aleta.
Tendrà que pasar algo màs para tocar su
mirada y viceversa.

He contado los dìas porque es lo ùnico
que tengo aguardando su llegada.
Antes esperaba que en su vuelo
pudiera quedarme petrificado.
Hoy sè que de tanto pensarlo 
sucediò ya en algùn punto de mi mente.
En algùn lugar del tiempo he quedado
como una figura sin movimiento
mas`allà de los limites de su forma.
Eso podrìa ser letal.

Puedo intuir que aquel cuervo intuye
que su mirada ha sido construida en
èstas palabras, por lo tanto evitarà
a toda costa este encuentro. Este 
encuentro con el vacìo del cristal.

En este poema perdì todo lo que 
el ave hubiera aguardado de mi rostro.

Lo ùnico que me queda
-asumiendo que algo queda-
es crear otra madrugada.

Buscar algùn cristal en mi casa.

Despertarlo para que mire el cielo.

Y esperar otro amanecer.



Guillermo Paredes Mattos


La Disciplina del Gitano







No lo escribas, no para ti. Dì al pièlago
que toda puerta siempre està en pedazos
y cuando tales pedazos suspendense
en el cielo llegan al escarpìn,
a salvas de primogenitos y cometas.

Olvida el color que tiñe la noche de aquello
diferente a lo que clava en el granito 
tus manos: el astro que observas en esa
noche tan alta es clarividente y escribirà
entre otros la suerte de galaxias y orbitas.

-la que llevas en tu corazòn està perdida-

El calor de tus dedos regresarà al ruido
vestido de otra forma; cartografìas de mantis
y poderes en el agua, confirmaràn la disciplina
que tuviste ante los manantiales.

Sòlo tu disciplina debe saber que fuiste siniestro.

Que caminaste siempre buscando animales.

Lejos de la carne y la mirada: buscando uvas 
y soplos, encarnando habitaciones donde la 
lèctura se inmolaba como si fuera conocimiento
para sentir el desvanecerse.

Y ahora que ves un gitano pasar, pregùntale 
por aquella lèctura.

Pidele por odio o por amor
què palabras se incendiaron en ella.



Guillermo Paredes mattos



miércoles, 27 de noviembre de 2013

Alguna Estrúctura de la Imaginación






Poseo algunas teorías sobre la imaginación.
Generalmente una teoría es la llegada final a un
panico intelectual y siniestro en la naturaleza
de las cosas. Entonces ese llegar
se dedica a desnudarlas.
Ha sucedido en aras 
del conocimiento se dice. Sucede en
aras de la ciencia. Sucederá en aras 
de no sabemos qué, pero seguirá sucediendo.
No siempre trascendiendo: no es lo mismo.
La trascendencia parece una profesión 
de otras cabezas, mas extrañas todavía que
aquellas dedicadas a construir teorías.
Paralelamente poseo muchos ladrillos.

Pero con la imaginación
suceden cosas muy dificiles: sus ángulos
siempre están contorneandose de modo
que vemos un suspenso que ondula
y cuando decide, logra convertirse
en destello. Sus rectas llevan
runas o la voluntad de quien
recita al poder de un sueño
que toma forma sin tener 
que elaborar su cuerpo.

En la imaginación no sólo
se velan a si mismos dimensionalidades
y estadios: también hay profesores
de anagogías y panorámicos eros.

Esta podría ser una teorìa sobre ella.
Lo dice el poema mientras intenta
formular una con su mente.

Lamentablemente no pudo cruzar 
aquello que separabalo de esta criatura.

- hablo de la página-

Tampoco aquello que lo separaba de mí.

Lamentablemente en la imaginación hay
demasiada poesía.

Extremada poesía además de un mago. A él le debemos 
toda esta desgracia y -en lo personal- mi frustración.

Teórica o hipotética sobre la imaginación.

Ante los hombres
y el universo.

Y sobre todo, ante la imaginaciòn.

Guillermo Paredes Mattos



martes, 26 de noviembre de 2013

La Naturaleza de Petroleo









Alguna vez los huesos son marrones
al margen de cualquier poema.


En otra los nardos quimerizan 
asuntos de estados en ese texto.

Silueteando el oceano
-lo ùnico que puede ser silueta-
encontramos una ola.

Algo nos dice que acariciamos otro
mundo, pero no nos habla.

Ves a tu lado una enfermedad
elevando un màgico culto.

Percibes el olor de un prostibulo
llevado por una rafaga.

El cèfiro se convierte en aliento
para que pueda incrustarse en tu boca.

Rìos de gargantas enumeran
el amor en su espacio.

La vida niega otra. Una atenta
a los cardos y espinas. Seductora
de alabastros y combustibles.

Niños de petroleo nos cantan
ahora entre las llamas.

Seres de pus orientan relentes
a insomnios marinos.

De alguna forma en ellas se
reconocen.

Se tocan.

Hay màs escritos sobre la nube 
intentando desertar.

Hay tantas palabras de especie
y genero.

Pero es inevitable.

Todas atraviesan la saliva antes
de ser expulsadas por la boca.



Guillermo paredes mattos

La Carne, la Pìel y los Huesos






A los temas del precipitarse.
Al empirismo o la curva abstracta de
la libertad cuando es derramada por la nieve.
Cuando morteros o elefantes
llegan al sol con un juguete en los labios.
Alguien dirà que es un sonido,
tù preguntaràs a un filosòfo que clase
de anacronismo vibra en esa lengua.
Una lengua tan coloquial y monòtona.
Una donde las anguilas reparten
el universo con una creaciòn 
de circuitos hechos de algas
o percutores de
siglas
donde la vocaciòn por el verso
sigue siendo electrica
como una epitome
o una epilepsia
sembrada en la carne por los
dioses.

Cuando esa carne y esa piel
y esos huesos no haràn nada ante
el mundo.

Pues quien sostiene ese mundo son
los dioses.


Guillermo Paredes Mattos

La Linterna Mesopotàmica





Soy una persona desorganizada.
Nunca pìenso en reseñas cuando camino
hacia el mar.
Poseo un craneo mesopotàmico y junto
a èl una linterna.
He buscado osos y comparto con la soledad
el resto de vida que resta.
Esta es la mìa.
-generalmente de harina-
Dejò de ser personal cuando
hallò el comportamiento,
luces de salvas; el estallido 
de un pueblo doblàndose hacìa el fresno
donde es titànico o siniestro conmemorar
una fecha o el prologo 
omitiendo un siniestro clavel en 
un amanecer de mitos.
Soy una persona desorganizada que
llegò a un mito.
Que pensò en una figura medianamente.
Que devorò metales y luego uniò
a la metàfora 
sin encargo del hilar porque
el corazòn ya hilaba.
Hilar es tambièn mesopotàmico.
En ello se parece a mi nuca.
Compartimos veloces resurecciones
de troncos junto a un trance.
Esperamos que la arcilla brote
desde una entraña donde el espantapajaro
recita su estructura de frustraciòn
tras frustraciòn.
Soy una persona que nunca lograrà 
organizarse a pesar de poseer un mito
y tendra que ir de frustraciòn en frustraciòn
llenando el empedrado del òpalo
de cosas ajenas a una 
palabra, por ejemplo.

No se puede escribir por toda la
eternidad en ellos.



Guillermo Paredes Mattos

El Sino del Secreto







La oscuridad me sorprendiò hablando con
las sombras; llevaba reflexiones; a su lado,
el secreto meditaba porque no siempre 
medita. Su naturaleza es sòlo secreta.

Dialogaban las efigies y los empalados.
Extasiados los reflejos o las crines.
Supuraban los cantos el adagio llegando
del prostibulo; mi mesa era la ciencia
de otra vida.

La soledad se acercaba para contar los
volùmenes evolucionando a las circunstancias
de mis parpados; estaban ocultos
junto a una luciernaga de cruz
estaban ocultos sin poseer
la naturaleza que es secreta
y tensa el oceano bajo condiciones amarillas
y estaciones de oregano
pertenecientes al geranio.

Intentaba volver al lirismo.
Querìa vender el dramatismo de mi vida
a las moscas.
Deseaba que mis pasos terminaran y 
la noche omitiera ese desàmparo
en el cual la escritura
se convierte en desamparo.

En artificio.

Y ese desamparo era mìo.

El artificio huìa desesperadamente
de mì con lo secreto.


Guillermo Paredes Mattos






lunes, 25 de noviembre de 2013

El Idioma de las Jarcias






Existen pronunciaciones que nos hipnotizan.
Crisantemo es una de ellas.
La caràtula de una herida sin modernidades,
es otra.
El presupuesto de un olor en las paredes.
La manera como reconocen los perros
su territorio.
Las llamo pronunciaciones, cuando en realidad
deberìan ser otra cosa.
Pero quisiera que el eufemismo
-otra hecho fuera o no del texto-
pudiera extender su significado
hasta una plantacion de 
voluptuosidades, ahora que
el derecho a vivir en un poema transforma
las cosas como lo hace un nivel
de estructuras aereas
entre las jarcias.

- lo vì en un jardìn esta mañana-

El jardìn no decìa nada.
Las jarcias sugerìan y lo haràn perpetuamente.
Y convencido de otros aparatos, el jardìn
dialogaba con mi oreja hasta una convenciòn
donde evolucionaba hacia el
territorio del perro
como lo hacen ciertas latitudes.

A todo esto la longitud era de acero.

Ya habìan dejado muy atràs
las llamas.




Guillermo Paredes Mattos

El Eje del Panteòn








Tenemos islas que concentramos
como una gran recreaciòn
de acantilados.

El incendio del fuego y las catapultas
desde la ira como una dosis
de catedrales subiendo a
una neurona igual que 
velamenes.

Cùal de todas serà finalmente 
la nuestra.

Nos pertenecen las llamaradas
como el segundo
de un instante
negro
como las teogonìas.

Despistamos al cosmos
aislàndonos en puntas de cadaveres
y el oxido es de mèdanos
empalados en un menguante 
de hecatombes, donde las cimitarras
empujan un orbe, el eje o la 
esporàdica sigla
de un marco espontàneo: como
aquella neurona.

Aberrante y espontaneo
dice la herejìa ahora que
descifra el meridiano de los 
camposantos o lo sagrado que dejò
una luna, mientras miraba las
constelaciones.

Y la muerte en ese camposanto
la tomò desprevenida
mientras observaba esas constelaciones: 
es en los panteones y no en los 
cielos donde hallarè
sus menguantes.

Con o sin latidos en mi
cuerpo.



Poesìa







El acertijo verde de hierba.
El vocablo.
La inauguraciòn del sentido.
Ten en cuenta que formalizamos 
cosas dentro del aire y por sus
cèlulas no siempre
recorre un liquen
su camino a una laguna.

Pero tù, no debes perdonar
el salto de la mucosa
a lo desconocido.

Tampoco inspirarte
por la llegada tempranera
del ciclo a las incrustaciones.

Tù debes seguir a ese adolescente
que persigue veranos
con una terrible abominaciòn en las
manos: una que sòlo construye 
la poesìa...

la marcha
de los campanarios en busca
de estetica
cuando el universo està compuesto
de torres y nuestra religiòn 
es comparada con silos
donde un mundo
calla en presente anhelando
obeliscos que giran ante apolo
con dioses sin pasado.

Dioses a tu lado.
Indòmitos como una gangrena.
Providenciales vecinos de un burro.
Desechos de piras.

Tù como aquel acertijo
debes esperar que la hierba
comprenda una tormenta
y que los vòrtices
sigan el ejemplo de los plàtanos
desconcertados en la faena
de dirigibles
con expresiones dobladas
por la misericordia o el exodo
de una gran sensibilidad
donde sedamos una
ramera, hasta llegar a uno de 
sus sueños.

Porque ese sueño 
es la ramera.




Guillermo Paredes Mattos



domingo, 24 de noviembre de 2013

La Cofradìa de los Buhos






Alguna vez debes haber subido 
por un buho.
Convertirte en el alpinista de sus 
plumas y uñas
aunque no lo hayas deseado.
-nos sucede a todos-
Alguna vez soñamos con alcanzar sus 
sus ojos:trepamos
lanzamos cuerdas y dientes
fosas u ojeras donde para unos empieza 
algùn brillo.

Pero lo ùltimo es otra cosa.

-puede suceder que en esa ojera el brillo
sòlo termine para otros-

Me sucediò lo mismo. Tambièn
ascendì por un buho.
Aconteciò sin ser nibelungo, ni nictalope.
Lo digo porque si eres
nibelungo tu destino es por naturaleza
la oscuridad de algo; por decir profundo.

Y si eres nictalope, tus hechos
seràn siempre nocturnos.

Pero yo fuì un hombre cotidiano.
Domèstico
y domesticado por ninguna pàgina
de intensidad...

Simplemente porque todas son 
encarnizadas.


Alguna vez debes haber ascendido
por un buho.

En lo personal no intentarìa 
hacerlo.

Pero sè que tù alguna noche has llegado
a sus ojos.

Pero ese es nuestro secreto.

Ambos sabemos muy bien que jamàs
van a decirmelo.

Y por ende, confesarlo.



Guillermo Paredes Mattos


Los Sàtiros de los Preludios






En el todo has mutado.
Como una virgen negra.
O ese follaje que jamàs conocerà
la mansedumbre.
Y mientras tu oido inclinaba a los sonidos de
una cumbre
su cuerpo, decidiste el remanso
que llevarìan los nombres 
de tus palabras.
Eran. Siempre habìan sido solitarios.

Eso no significa nada cuando alguien
se dedica al nihilismo.
Ello deberìa ser mucho cuando nos 
dedicamos al sol y los muertos.
Pero tù abrìas notas de carne en tu 
anatomìa.
Buscabas un cuchillo para delinear
la forma del pentagono en tu
pecho.
Tù eras la criatura del albedrìo
cristiano
donde un pàjaro mordìa una cabaña:
por analogìa yo sentì que una casa
era el nombre de esa mordedura
en la mandibula de mi
parafrasis
tan ajena a un asteroide o finalmente
las batistas de plata
donde la niebla
juega enferma.

Teoricamente como una lista de cabellos
y el hechizo de una fragua
de alguien modernamente moderado
en una catedral de arcas, 
tomaste el fìn de los sobrevivientes
y lo tornaste al principio de sàtiros
o titantes.

Ambos: hijos del presagio.

Y los infernales preludios.



Guillermo Paredes Mattos

sábado, 23 de noviembre de 2013

Laboratorio de Leprosario







Se vive entre laboratorios de piedras.

Junto a un esquimal o el holocausto del
sueño que cierta demencia convierte en
poesìa. 

En esa poesìa tan irracional como lògica
de los antiguos tornasoles
el misticismo crea 
y la luciernaga abre recuerdos de
nieve transformada por los àrboles
en gotas: ese es un pensamiento
un lugar de frìo para el granizo
un esquirla de otoño
embotellada.

Se escribe con tramas de intenciòn
brotando del oceano hasta tocar 
la conciencia donde el tiempo
labora interminable en
el azufre del espacio
y la liebre.

Fabricado en la resaca
de los trapecistas, detràs de la estela
y la acuarela: con barbaries que
sòlo al silencio del demonio
permitimos...tambièn
a una garrocha
y su homologo: la pèrtiga.

Con tales dogmas estelares, incendiamos
el sino por caer del idioma, unido al
abecedario que trajina
por aquelarres, donde barre el vidrio
el sumergible cuya direcciòn
hacia lo boreal
inicia una cadena de imagenes
y fantasticas carnes.

Sòlo mi espìritu camina con ellas
hacia los leprosarios.



Guillermo Paredes Mattos


Conexiòn del Torbellino y la Estrofa









Cetaceo y 
documental
como el aire
cuando lleva una 
idea
vulnerable
y antigua como el 
sueño
de toda
ideografìa: toma
la noche.

Y como una
imaginaciòn de
ballestas: una
mas lejana 
asciende
hasta la lengua
con un punto del 
aire
que la gravedad
no pudo arrojar a la
tierra y convirtiò 
en sonido
en la boca.

Palestras de largos 
equinos
en los pòmulos
demuestran a una sien
el siniestro
capitulo de las 
virgenes.

Versatilidad como la 
vida o su reflejo
de mandibula o citara
comprendiendo
en las eras y un 
escarlata
que la galaxia
de brocales
es archivo,
entre la duda y los 
simientes: largos
planos de coral
y acuario
o los 
helicopteros
dando origen con
la marginalidad
de sus helices,
a una condiciòn
simetrica
y semàntica 
de medula espinal
como el ondular
de la playa
desde una escollera
durmiendo en la
religiòn de
un pelicano
o un muerto que
vuelve o nace
con la aurora.

Heteronimo de 
practicas 
con lo sagrado
y el alfiler
del destino en los
ferrocarriles:
equipaje de niño
con altavoces
de cuello 
junto a una manada.

Los linces gritan
ahora debajo 
de 
esa noche.

Las panteras
finalmente abandonan
a dios acompañadas
de cirios.

Dotadas de 
escatologìas: todas
en el alba de 
sus
percusiones.



Guillermo Paredes Mattos



Los Peces de Amapola







Me hace falta -como un pensador-
volver a un astro. Inspeccionarlo sin
ironìa: elegir aquel que se desnuda
entre otros.

Me pregunto si la realidad es un poco
màs lìrica.

La primera estrofa de este escrito es
todo el lirismo que poseo.

Pregunto si podrè desatarme del higado.

Si la belleza se dejarà tocar como escrùpulo
o remordimiento.

Yo, que carezco de peces y amapolas
al beber junto al geranio. Tal figura
es una contradicciòn en los hechos
-ello pienso-
pero de contusiòn en contusiòn llega
o aprende a manifestarse.

No lo hace como una fantasìa cubriendo
los pàramos.
Ni como una filosofìa que busca un truco
en los cantaros.
Es idèntica a una mimesis llena de arcos.
Al idòneo silencio del pino y el todo en
pleamar.
A metalùrgicos pedazos de cera.
A castigos de cràneos y 
formaciones de verdugos.

Brea y condiciòn de altura
siniestradas por equinoccios.
El voluptuoso frenesì arrobado
por festìnes de sabuesos y 
venus: el elfico arpòn 
sobre nosotros
como un verde
de ilimitada sincronìa
donde los objetos no nos hablan
de la naturaleza que anhelamos.

Sòlo nos ofrecen la visiòn de ella.



Guillermo Paredes Mattos

viernes, 22 de noviembre de 2013

El Nombre del Relàmpago






Un nombre es como otro: se dice 
en los descenlaces hoy que
dios es de vidrio.

Un angel toma la noche para 
recoger la sed.

Ambos -sed y angel- eligieron
el espacio equivocado.

Podemos aceptar que un angel
beba de lo divino.

Asumir que la sed espera en la 
arena.

Pero lo opuesto sucede pocas 
veces.

Los demonios se trasladan a
un cuadro a medida que 
una liquida gota
va a su desencuentro.

Dependen los icaros de otros
que caen màs alto.

-nunca he de verlos-

La fraseologìa y el musgo peinan
con una voz ronca y extraña.

No hay mucho que decir a una
araña despuès de un funeral poètico.

No existen lienzos de azafran.

Territoros de silice que alguien
lleva en las piernas.

Sòlo caminos a cuentagotas.

Vortices que son una plaza.

Los minerales abren la
fotografìa de una cabecera: ello
lo vimos acompañados de
lunas prehistòricas.

El sentimiento vuelve pagano 
al fedespalto.

En contraste, la voluntad piensa
en el tiempo
con el arrobo de un libro inundado.

A pesar del libro y nubarrones
la madrugada vuelve a colgar
su espina en un destello
donde el torno
recoge el avistamento
de una orilla inutil en el silencio.

El vacìo parece mostrar la plenitud
con que los asteroides mueren
en los truenos.

Semejante al fisonòmico ruido del
relàmpago.

Igual al incomparable sonido de
una volea entre los aros.

Guillermo Paredes

Con Excepciòn de lo Absoluto






El jardìn es un primer drama.

A continuaciòn hablamos de barcos 
en èl.

De gèneros de loto.

Si la noche es màs profunda que 
nosotros, oìremos una cigarra.

Si hundo mis manos en la tierra
estas se uniràn a la humedad
de la misma.

-en el camino esas manos habràn
cruzado la hierba-

Me unirè al barro: el devenir es
un legado en èl: no dirè que es
un mundo que nunca cruzaron los hombres.
Todos lo hiceron y lo seguiràn 
haciendo a su manera.

Creerè que ese hecho era para mì
lo exacto.

Segùn ello, este instante estaba
escrito en algùn lugar del infinito:la
creaciòn habìa dejado su espìritu 
allì para que suceda.

Yo sòlo caminaba.
Su espìritu elevò una palabra para
que acontezca.

- no habìa otro lugar màs que el
alma para ello-

Encederè una vela frente 
a mì.

Ello no traerà un mundo plagado
de simbolos, sòlo traerà un mundo.

Verè el universo de alguien desconocido.
Mas allà mi intuiciòn al no lograr
definir ese sìmbolo me enseñarà
el sentido contrario de su naturaleza.

Es decir para què no fueron creados.

Luego de sacar mis manos del barro
me quedarè eternamente observàndolas.

Sòlo el fuego de una vela
seguirà su camino.



Guillermo Paredes Mattos

Manifestaciòn del Halo







La versiòn del halo,
el ala en èl
disecàndo la humedad
como lo hace el sol
con una boca
en dìas 
nada màs de fuego.

Allego al fuego 
un sol màs escencial
que el indicativo de este personaje
como una sinècdoque
en el espinazo
donde los vivos tambièn
se extrañan y alguno
se conmueve; allego
la direcciòn en sentido vertical
a un arpegio
o las notas industriales
de la brea en
el deseo, cuando
son indemostrables las
runas y los cardenales,
cuando la ojiva se arrastra
por fìn ajena a la espòleta
junto y marcada por
dimensiones de
polvora.

Mormones de plata
que cubren los
espigones,
la iridiscencia de dios 
vuelve a trajinar en ellos
buscando un hombre:
un espìritu en èl 
narra que las fàbulas no
siempre son graznido
o  experiencia
de mantos astrales
cubiertos de estampidas
como los monasterios
y las indòmitas
catarsis
donde la runa de una oruga
espera la violencia
de la transformaciòn
para convertirse
en mariposa.

Templos de mùsculosas
fiebres 
en los empedrados,
el vacìo del atardecer
servido por el caos
la palabra desvaneciendose
fantasmagòrica
en una vena de cera: el ambito
donde las 
cosas
vuelven al encuentro con
la magia desde toda
silueta de timpanos
y oidos.

Versiòn del halo, humedecida
màs aùn por el tiempo
cuando la sincronìa
ovilla el ente
en una cuadro de luces
secas y dinosauros.

Primitivos cultos de agua
a la cosmogonìa
el batiscafo aùn contando 
el abedul donde bate
una encarnecida melodìa
la aventura de los hipodromos
y zocalos.

Neoclasicas cicatrices
periodicas enla cronicidad
del espectro,
juntando raices de alamos
o botas de telaraña
donde el entendimiento
finge la tesitura de 
los adioses
y ese desprecio
todavìa por un frenesì
que toca en las
clepsidras
el mistico ciclo del rito
al desnudarse.

Entre un resplandor de mar
lleno de pàjaros de oro.


Guillermo Paredes Mattos

jueves, 21 de noviembre de 2013

El Mar desde un Geranio





Sobre el mèdano, la palabra hemisfèrica,
dosis de providenciales efigies:
hoy que degollamos el ritmo ontològico
del misterio,
hoy que mi ser es pedazo de 
bocina reciente
como un fantasma
de sal 
contemplando el 
invierno de un pubis:
uno clarividente. 

Pero palabras hemisfèricas fueron
escritas: el
viento en ellas elevaba teatros
como un cayado cetrino
en la ilusiòn de 
los patios
cuando un sueño acaricia
una herida de aluminio
en la frente
como quien trepana.

Y en ese despertar
mientras las reglas del destino
conservan una figura de medialuna
o neologismo
existiendo como fe de lo primero: eso
tan largo y absoluto desde
el prado.

Cuando el universo respira y toca.

Mientras la civilizaciòn es la posiciòn
del pergamino en
la niebla.

Y recordamos que toda posiciòn de òpalo
es un crepùsculo sin dioses.

Un espaciar del rito fortalezido en 
los velos.

Una corbeta
donde el mar parece hundirse
inutilmente.

Una corbeta igual a una piràmide.

Expresando jardines y marineros.

Fragatas de silicio cortando el
mar desde un geranio.

Heuristicamente un
geranio.



Guillermo Paredes Mattos


Gimnasia Verboermitaña





Mi dìa inorgànico.
Con puestas de clavel:algo violaceo.
Catapultado por hiedras.
Gimnastico.
Ofertando lubricantes y pinos.
Escatòlogo de amalgamas y sauces.
Liberal como un compuesto.
Lleno de veredas.
Sin una claraboya.
Proporcionado por iconos y alpinistas.
Trepando por demiurgos.
Sumario de escarpines y resinas.
Casi de policarbonato.
Herencia de multifocàles y lienzos.
Comprendiendo en algo.
Sin paradero ni lonjas.
Mi dìa de hormiga.
Imperfecto entre semàforos: gerundio
de polea.
Con trazos de carbono.
Elemental.
Lleno de enzimas.
Sorteando aniversarios.
Enredado en la tierra.
Alimentado por garrochas.
Sin eglogas.
Sin aulos.
Auditorial o cervical.
Epitome o leprosario.
Clavadista siempre.
Especifico.
Paradero de razòn.
Palmera de espectro.
Colecciòn de literaria farandula.
Cuando no de pasarela academica,
en los interiores de sì mismo.
Este dìa sòlo.
Vestido de astronauta.
Poètico.
Desgraciadamente poètico.
Y siempre engañandome entre
las palabras.



Guillermo Paredes Mattos

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Transculturalidad de los Peces







Esta escencia es un rìo.
Despertò de las causas y las flechas.
Del imperativo junto al coral.
Del reino junto al entendimiento.
Recordò que transculturalidad no es ser marino.
Paciente de advocaciones por la acupuntura
y el estìo, recorriò las partes del sol
cuando no eran de arena.
Sentenciò que ningùn amor por la soledad
es inocente.
Soño rodeados de aerosoles y purgatorios
idiomaticos.
Se estrellò contra la identidad del ciervo 
en el peciolo castigado por antilopes.
Busco la sed antes que la divinidad
escupiera el cartilago
evocado por un ansia.
Compuso personajes en la arista
de una traversa
o el conjunto de parafernalias que
reconoce telemetrìas de oxido
en una sinonimia.
Mirò en el puerto el galpòn
donde inmaculados repertorios de 
hierro, se despedìan del aspa.
Este lugar donde yerra la escencia
de una geografìa
donde vivì sentado como un pez
alcanzado por la vida.
Arrojado al silencio por las torres.



Guillermo Paredes Mattos



La Intensidad del Sentido







En todo tràfico.
En toda dimensionalidad donde lo
sensible ajusta, segùn la andanada:
el ejercicio dogmatico 
del sonido y la palabra.

Bajo un manantial.

Cuando ese sonido y esa palabra
separan al crear un significado
como el percibir o el lampo
de un satànico
esplendor en
una màscara
instantaneamente desatada por
la cera.


En algo màs grave, como una greva
sinuosamente caminando al sentido 
o un templo de escamas
donde sitiamos 
los relampagos y verdecen
apolos sin caligrafìas
ni exodos, mostrandonos
versaciones como el paladar
o un temple nostradàmico
como el que gira en 
la nube.

En la sensibilidad: segùn
los acontecimientos del tordo
o el escrupulo guineal
del precipicio en la marea
pendiente en este amanecer
de una gnosis
de religiosa alabarda
ascendiendo mitologicamente
a las torres.

Cuando el mineral une el desprecio
por los tantos crimenes en la luz
por la llama y ese esòfago
es fogueado
nuevamente en el silo
donde vapulease el
verso por
su iniciaciòn tan temprana
en el dorso
o la temperatura del texto.

Cuando pensamos el universo
por centigrados.

Seguros de ninguna intensidad.

Recopilando en cada cueva
un termometro.



Guillermo Paredes Mattos


La Trinidad del Eolo





Romànicos ajuares: bateles como el
infinito tropico. Miscelàneas de eros
sobre un mensaje, donde la creaciòn
llega sòlo por instinto y para saberlo
debemos volver a adivinarlo.

Deltas y onomatopeyas de transparentes
fanales, en ellos la supersticiòn de un cartel
vuelve al tropel de acacias sin un rayo.

Ensenadas de particulas con un aureo rol
de prostibulos: otoñales como una mancia
estrellada en tu boca. Nunca pude tomarla.

Generoso el confìn ahora, nos ofrece un 
portavoz en su placenta: el idilio fundamental
de un trapecista en los barcos de un verano
cuando la piel huele a plomo y berberisco.
Cuando amamos sòlo por talismanes.

Voceos naturales, como el objeto a punto
de completar un circulo y la higuera...

Lumenes de bicicletas sobre una leyenda
de crotalos: el abecedario programado para
un encuentro con el hombre y otro con la poesìa.

La intuiciòn  de un opisbo en el liquen.
El laberinto del eolo, sobre tres episodios al 
intentar converger: helenicos-navegantes-hipotèticos.

Un acento del pìno rompiendo esta calle.
En ella vivì a la izquierda de la fe
y los liquidos.

En el punto donde dormìan los automòviles.

En el otro eran izados mandamientos
de titànicas banderas.


Guillermo Paredes Mattos

lunes, 18 de noviembre de 2013

Visiòn del Eter



                                       



No serà en un arcano.
Serà en lo simple y conmovedor
como el puerto.
O en la raìz de los husares
donde el norte completa
alguna empuñadura
algùn escalofrìo
ante el pabellòn y la silaba
tan cerca de lo divino y las
radas.

Las orillas 
tendran el marco donde
alguna fragancia desnuda  la tierra:
una  tierra sobredimensionada
bajo los 
tèmpanos o el animal de
los eclipses
carnivoros y australes como
un megafono convocando 
alas en una
corola: todas fueron
iluminadas por 
la mantis.

Religiosa como el hecho
que sentencia entre heraldos
que la ilusiòn es 
tambièn un paso entre el
metodo y la teorìa
antes de tocar un
artropodo y sugerir
ese poema detras 
del eco donde se hila a
paso de laberintos 
o galerìas donde 
la nasciencia
acompaña una palabra
hasta la hoja 
desde doradas
sombras.

Despertarà la temperatura
del puerto
hasta sugerir que un astillero
seda los ojos
con la distancia mientras
los buques derraman
equilateros en 
los adagios de la prenda
o la cavidad
en los panteones. El eter
y los libros 
compondràn en la
letra de las estaciones
que nuestro otoño
fue inmenso 
en la intensidad
y a fuerza de purpuras
lo que nos queda 
del amor en el espìritu
llega a su exorcismo.

Entonces
sòlo entonces
las orillas nos vuelven 
a prometer el
eter.



Guillermo Paredes Mattos

La Transformaciòn del Alabastro





Una epistola entre la madera.
El candelabro con porciones de efigies y
sobre ello el oceano, enumerando los libros
del perdigòn, la articulaciòn de
luz en el viento cuando
al caer sobre las hojas
es desmembrada por la ràfaga.

No habìa un nombre para ese momento.

En el pensamiento caminaban los papiros.

En el pensamiento se camuflaban los terminos.

El exodo y el sol, la coyuntura del libro sujeto 
a radas y precipicios. El nùmero de idolos
con la naturaleza de quien medita
ante la reflexiòn. La hipnosis
de una orgìa.

El lègamo.

El hipotalamo del puerto.

Los objetos donde la materia conformaba
inèditas sustancias de hilos.

Allì conjuramos la cera.

Allì dimos parte de cartas donde 
originaba la plastilina, el nordico veredicto
de cortina.

El juglar ante el sino o quizà la sien
del destino con un mandamiento de plata
en el carbòn; buscando fervorosamente el 
platino: prestidigitador de unciones
donde las manchas de melodias
aun son escarlatas.

Iguales a un alabastro efebo.



Guillermo Paredes Mattos

domingo, 17 de noviembre de 2013

Articulaciòn de un Grial






Junto a la armonìa las cosas
son tambièn equinoccios.

Constelaciones donde 
se originan las calles.

La voluptuosidad del cipres
junto al velo.

El orden amarillo y monarquico
de los morteros.

Un caos de acero mientras 
la lluvia torna a los dragones.

O el mar dejando hialinamente
que una contextura riele.

Despuès la humareda sobra a 
las colinas hasta un adjetivo.

O una condiciòn de almenares
ebria de rieles.

Continuidades semejantes al 
cefiro inundando una marea.

Allì conociste el oceano como
lo hace una despedida.

Peinaste seguramente algùn
alquiler en tus ojos de agua.

Proseguiste el curso de la mirada
mientras se introducìa en 
los espejos.

En ese lapso te viste entre astillas
que dimensionaban un campo de golf.

Astillas ya no arpegios pero semidioses
de polvora y griales.

Y descubriste que llegar a ese punto
era solamente otra armonìa.

- uno de sus rostros era la soledad-

Una armonìa de la cual ya no habìa
regreso.



Guillermo Paredes 

Simetrìa de las Formas






No tenemos mucha identidad con la vida.
Ello no da la posibilidad de poca o mucha
responsabilidad con un àrbol o una ironìa:
una ironìa evolucionando simètrica.

Metalinguistica evoluciona: como
la gravedad entre objetos, al no poder
sostenerse y son conducidos
entonces al fondo de la tierra.

Aquì velamos un problema con el sentido:
el literal y cosmogònico.


Un perfume se aquieta en la atmosfera, pero
es un error de la naturaleza.

Otro gira, fermentando entre revoluciones
de espirales, un vòrtice que alguna vez
vimos pasar entre dromedarios.

Todo dromedario piensa en al agua
a base de celestes ideas.

Re-piensa los desiertos con el azogue
de una figura paseando sus veranos.


Ningùn verano deberìa permitir que ello
suceda.

Y el sol no dejar que vaguemos
pluricelulares por el àtomo.

Pero el àtomo es otra identidad.

Asi volvemos al principio del mar
donde no teniamos identidad con la vida.

Y esa posibilidad era el destino de
la posibilidad entre las cosas.



Guillermo Paredes Mattos



jueves, 14 de noviembre de 2013

Homogeneos Subtitulos







Ir del lado. Conmoverse. Intentar quitar a los 
astros una gnosis, el toque de ramplas, la
fotografìa serena de los parques con adoquines
que allegan manantiales o deshechos
a su alquimia. Todo en estas...todo en 
ellas...

- volver a ser maniàtico bajo sus constelaciones-

Buscar el latido ùltimo, al dormir en sus
cuerpos: animal o centella de sangre.
Predecir que canciòn morderà, pero no
por ello entregar una mesa o
la serpentina mortal de un
gènesis: por naturaleza todo es mortal
en nosotros.
Esa es la unica belleza que tenemos.

Pero, nos da la ilusiòn de que podemos
conceder a los nombres
lirios como la astrologìas: espesos iris
de tulipanes. Ecos que fisicamente exploran
trances de tirànicas ideologìas.

Ideologìas donde los barcos
son sometidos al aire y son sometidos
al pecho para ser perseguidos.
Ideas como el agua.
O los homogeneos subtitulos donde 
se batirà eternamente un clarin
y un poco de su sordida
clarinada.



Guillermo Paredes M.

Personalidad Neurotica del Texto








Son hojas sin historia alguna: no puedes escribir sobre ellas.
Fueron estructuradas por sabrà quièn y dònde.
Poseìan palabras, màs no las que anhelaba.
El detalles es que jamàs se conoce palabra que anhelamos.

Pero en las que hablamos sucede lo siguiente:
cubrense de remansos, tanto de soledad. Alguna vez vivì
en ellas, asi que puedo hablar de mi neurosis:
trabajè y fuì capaz de crear en la funciòn que
aquellas palabras llevan.

- hablamos del plano neuròtico-

- podrìa ser del literal, podria ser otro-

Y mi neurosis llevaba un trebol.
Tambièn un naipe.
Pensaba si era capaz de ser, antes de la psicologìa
o de la psiquiatrìa. Tampoco olvido el despuès.

Mi neurosis que resolvia ecuaciones.
Que hablaba con polinomios.
Pero elementalmente
pensaba en su ser.

Tambièn era gramàtica. Es por ello que ahora
logro pensar en hojas sin historia y enlazarlas
en un texto en sì dotado para aquelarres como estos.

A mì me sirve de nada este texto, de no encontrar 
el sentido que olvide en su experiencia.
Ello no siempre es significado.

Basicamente el universo es experiencia.

Pero hay un margen que deja la experiencia...

Mientras ello suceda.
Caminarè profundamente neurotico.

Y en ese trance, intentarè imitar 
un alma.



Guillermo Paredes Mattos

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Identidad de la Imaginaciòn





La entiendo como lealtad de tres cabezas,
sobre un friso de ancas.

Una ventana de dogmas.
El cristal del àrbol.
La tumba del dromedario,
aùn agitandose.

Comprendo panegìricos
con grandes excepciones de sonatas.

Paralelas o decadas
en la balaustrada del lustro
juntando milenarias fortalezas
donde la fè llega a
encresparse.

Un frìo primaveral ilustrado
por aparejos,
concentràndose por la noche
en un nivel procedente del caos
o los numeros de la
hierba.

Dialècticos platinos de ofertorios.

Comprendo lealtades como
el oceano de una casaca
o el fosforo que encenderà
las manos; la verde reverencia
que presiona hilos automàticos
donde el tràfico llega
a mansalva de 
una puerta.

Comprendo y entiendo en
este momento todo ello
por imaginaciòn.

Pero la inteligencia tambièn
crea.

Y al descubrirla en el mismo
devenir se enamora.



Guillermo Paredes Mattos

Mitografìa del Eter






Posee una circunferencia.
Dotado de rìos y mensajes, fue oriente
del logos.

Ha buscado el oceano con pàginas sin 
inocencia. Lo vì caminar y escupir entre
sus propios treboles.

Creyò ver un titan en sus paseos
por el lampo.

Quiso detener eso tan precario y domèstico,
antes que sucediera, quiso evitar asi
el drama del presagio.

Ese presagio -tantas veces diluvio-
tenìa entonces la calidad de
inteligencia.

Era un ala desnudandose entre la atenciòn.

Buscando fardos en la emociòn
del barro.

Su persecuciòn, la edificò
entre cientificos quistes.

Se arriesgò sin nombres
cuando el espejo creaba un rabino.

Pensò misògino y misàntropo
en el nùcleo.

Tensò microcosmos con perspectivas
elementales.

Anhelo la intensidad con un amuleto.

Decapitò el adorno, la palabra grave 
o subcutabnea.

Rectilineò los contornos.

Porque linealmente no sòlo 
suceden las cosas.

Y el poema. Tambièn se abre.

Todo eso lo ha escrito en 
sus venas.

Sòlo hay que buscar en una mitografìa
del eter.



Guillermo Paredes Mattos


Nihilismo






Nihilismo es un pàjaro.
Rara vez lo he visto constituido en
vuelo, pero sè que un pàjaro.
Mi convicciòn ante èl es extraña.
Lo considero una ciudad comùn.
Un prefacio, una profecìa 
nupcial, un hipocampo.
Vive dorado entre tordos
pero los tordos son violetas
- màs no un hihilismo-
vive enumerando incandescencias.
Son fosforecentes ante la
cercanìa de un hombre.
Nihilismo en un acto a quien
sòlo el entendimiento
serìa capaz de ofrecer una vida
-la existencia del entendimiento
queda con nosotros-
con ella raspamos, antecedemos
retratamos al fulgor con una
cascara en la boca.
Camina entre los soplos.
Busca el transtorno nocturno que
precede a los sufijos del aura: esa
tan llena de auoras.
Puede ser cartomàntico.
Una lectura gradual del perfil
con un sentimiento grabado por
nuestra ignorancia.
Un dinosaurio con amplias
anguilas donde un patio juega
y uno màs depone el equilibrio
de la descendencia, por màs
que se haya traicionado 
por siglos.
Nihilismo es sòlo un pergamino.
Donde esta amanecer
acontece lo hermètico.



Guillermo Paredes Mattos

martes, 12 de noviembre de 2013

El Destino de los Eslabones






La flor desciende a las agujas con un bando
de horrores.

Serà esoterico siempre contemplarlo, pero
mucho mas pronunciarlo o escribirlo.

Me alejo de sus palabras ya sin ningùn 
encantamiento.

Me alejo entre abominaciones.

Ya sin evidencias de que continùa
en la rada: en un
providencial ensimismamiento
agonizando en
una estela o lo 
divino.

La flor desciende y mi espìritu
debìa ser sòlo un protozuario.

Una mantis que cuenta las
raices.

Un bolido donde la abominaciòn
recopilaba bellezas
en un haren
de hordas.

Una rosa a su lado interpreta 
el juicio final desde su aurora.

Y es su postrera pregunta: porquè
esa flor al descender
en una aguja
no pudo trascender hacia
los eslabones.



Guillermo Paredes M.

Nuestra Primera Condiciòn







Es la primera condiciòn, no lo sabemos.
Una visita de felinos, un oleaje de cobre.
El mestizaje del agua, con motivos nativos.
La historia latina del anda, sobre fraguas
donde escalada o ilusiòn poseen
biogràficos colores blancos y tejados.
Luego un escritorio, la idolatrìa que 
sòlo està en los pàjaros -los
ùnicos que pueden sostenerla-
y su decisiòn de construirla en las
esferas del viento, antes de 
entregarlas a la tierra. La imagen 
de una ràfaga intentando cortarla,
quebrarla como hace la mirada
con cualquier formaciòn en 
el destierro: sombra de escarnio
donde los escarpines pasaron
llevando su cirio sin golgota
su color de carne inspirado
por ningùn aprendizaje. Entonces
las cortinas aparecìan incomparables
como la leyenda escondida en
sustantivos que el corazòn ocupaba.
Ya sea en  la nieve o los ardientes
calvarios del verano, cuando 
temporadas de espectros meditan
la intensidad con que olvidamos
nuevamente los hechos para recordarlos.
Es la primera naturaleza, un corcho,
un iman pueden reproducirla. 
Nos posamos ante el infinito o 
la creaciòn con una sola efigie.
Una que en su espìritu sòlo nos
enfrentarà a la nada.



Guillermo Paredes M.

El Oráculo del Alabastro






Nadie conoce la linea que sobre la superficie
regresa a la arena: el moverse del aire entre
los templos del horóscopo. Nada está
escrito tanto como un oráculo.

Nada está tan asido a una piedra.

Ni escalamos el verdecer de esta casa
seguida por la huella, donde amontonamos
cosas proporcionales a lo divino, porque 
muy cerca olvidamos poner 
la postrera estela que 
da fín al
alabastro.

Para qué decimos tantos cometas...

Uno de ellos debió llegar a la orilla.
Quedar allí como un ejemplo de 
que el oceano se mira eternamente.
Un ejemplo absurdo en el fondo.
Al oceano no importan nuestras
palabras.
Sino aquellas que entre él y el destino
de tu espiritu descubres.
Develas.
Pones.

Y tù destino vuelve a encontrar su 
voluntad al elevarlas.



Guillermo Paredes

domingo, 10 de noviembre de 2013

La Muerte y la Forma







Lo sabe mejor una recta.
El universo al alejarse. La carta
sin destino: todos morimos de manera 
diferente.
No existen dos muertes iguales 
en la creaciòn, incluso si ello pudiera
suceder, el universo crearìa nuevamente
todo aquello que vivimos
para desnudar ese momento
arrojandolo a la desnudez: esta es
quien organiza todo escatologìa, todo 
prototipo.
La desnudez es una de las muertes
-sino- la màs perfecta.
Un de las màs poèticas.
Pero eso a mì no me toca segregarlo.
Siempre està la posibilidad de 
disgregar otras cosas.

No hay dos muertes que se igualen.
Lo sabe el criterio del libro.
La tristeza del opalo.
La formaciòn y la destruccion del orgullo.
Habla de ello el silencio cuando 
encuentra en su camino al lenguaje
y un hombre llega a ese accidente
con las formas màs elementales de la
coincidencia, mientras la luz
ondula sus naipes, siempre y cuando
no se den cuenta.

Porque no hay muerte que sea hombre 
ni gitano. Pubis y andrògina escencia
citadina.

Sòlo es una embajadora.

Y millones de formas en esos
embajadores
buscan el resplandor que los
conduce a los hombres.



Guillermo Paredes Mattos

El Sonido en las Cosas





Reconocemos solsticios con partes de
idiosincracia. El sumergible del tatuaje 
hoy que describimos objetos desde 
un vaticinio sin necesidad de observarlo
en la oraciòn: nos basta oirlo.

Està compuesto de sonidos, ese
es su encantamiento tanto como su maldiciòn.

Pero un sonido es un objeto que al fìn logra
quebrarse. Todo objeto es desgastado
por el sonido.

En apariencia es un universo sin necesidad
de tragedia que llega
para despertar alguna extraña inspiraciòn
en los objetos tanto como 
en las cosas.

-creo fervientemente que el drama tanto como
la tragedia iluminan el ente pero al desvanecerlo-

Ellos son los que finalmente cuentan 
sus horas.

Tù y yo sòlo llevamos
los relojes en las manos.




Guillermo Paredes Mattos


El Corazòn del Nitrògeno






Allà entre relàmpagos, donde nacen
los relojes.

En ciudadelas de agua, avanzando 
entre aspas. Bajo carceles y anclas
de mediodìas y tinieblas
arrancados a cualquier poetizaje: sobre 
todo el que deterioramos.

Seguidamente el torno
alimenta el agua de cuchillos
y entre rehenes, donde hialinanse
gràficos de escaparates, invadimos 
el alquiler del hemisferio: ahora
nuevamente le toca morir
pero convirtiendose
en paràdoja.

Y dado que duermen entre
opuestos que dan origen al nitrogeno
y las cenizas, descubrimos que dimos
lugar a algo màs para nosotros. Un pie,
una cebolla, la actitud de una papaya
antes de ceder entre culturalidad
al acto del estuario
cuando no medallòn
entre polvorines de carne
de pulmones y tuberculosis
ensimismados en medusas de 
extrañas probetas
que no puede sumergir el àtomo...

Y tampoco devora.



Guillermo Paredes Mattos

sábado, 9 de noviembre de 2013

Axiologìa Retòrica





Nada cae como un andamiaje.
Se necesita màs de un sepulturero para
ello, màs de uno en esas arcas.
Y detràs de la nave moral y esceptica
transportando doctrinarios ciclos
y evasiones de impuestos.

Bajo la nieve de una sesiòn
con axiologicas retorìcas,
deberìa preveer que
al azularse, el vidrio termporalizarà
mi conexiòn con los reflejos
y no trascenderà
ni atenuarà
la pureza
ni la mejilla entre las cosas,
aquella despierta en el
ombligo.

Y todo versarà al limbo del ideologo:
su decisiòn con que el trino
llega a una asonada de soldado
errante como su colosal infanterìa.

Pero ellos mimeticas falanges.
Sobre sus brazos el yelmo llenando
los desiertos de sangre
se escupie toda ida y retorno 
como el lenguaje cuando
se trata de una victima.

De un cuadro silencioso en los
vortices de una galerìa.

Donde sòlo tocaremos
el sufijo de un presentimiento
y  algùn entrenador de
espejos.

Todo esto en la estrofa
y -digamos- en una de sus
maleficios.

Esos que sòlo en las penumbras
buscan las estrellas.



Guillermo Paredes Mattos



El Resplandor del Saqueo





Hoy no tengo titulos de formalidad.
La inocencia ha cruzado el dìa con exàmenes
de organizaciòn. Un mètodo empieza
a descifrar la ceniza creada en la
revelaciòn por un retorno: uno gris
de arcos negros, en una playa donde
la tripulaciòn borra el plano de
finisimos deuteronòmios, una tripulaciòn
llegando a la orilla y dando forma 
a una exceptica lengua, contempla. 
Mi hablar tambièn lo hace mientras
llega: es acontecimiento en sus hojas
desdecir algun momento de toda
plano o nihilismo en ellos. Pero el
cartel de ambos, es una mafia sigiloza

por amor a los dìas y a la nada y no 
logro econtrarlos.
Algo de cementerio existe en ellas.
Mucho de muerte indomable.
De acertijos por lo tanto de 
desesperaciones. Hay tantos cabellos
que podrìa mojar algùn proemio
con otro navegante de exordio:este
ùltimo explicado por luces. 
Interpretado exordiamente por
una vesicula. Por el tanteo del parpado
antes de mostrar no sòlo a si mismo
esa mistica idolatrìa de un cefiro.
Esa gnostica hialina medialuna.
Donde el origen se une al fìn
buscando el saqueo.
Guillermo Paredes

La Perspectiva del Relampago







A cierta hora del conjunto, logramos
ser incriminados.

La extinciòn del espacio, vuelve a 
ser conjurada en el tiempo.

Conjunto y espacio, reverdecen sin 
lograr envenenarse.

Hasta ese instante comprende el sujeto
que del ser al oceano llega sòlo a la reliquia.

- Igual que un candelabro, vibra en medio-

Nadie nos dijo que el camino
lo habitaban esos seres disfrazados
de relàmpagos.

Sea rayo o relàmpago
poseen la perspectiva que deja nuestra
silueta: un arco con un vuelo
señalando lo atroz del vacìo
de un trazo u otro
al caminar.

Allì la linea despierta sus siluetas.

Nos pregùntamos la razòn de ello.

Evocamos el momemto del
habla reminiscente o del hombre formal
ante la lluvia; uno exactamente como un seso.

Indagamos por lo que reverdece pues 
de su azogue ibamos a vivir
esta noche.

Esta tan celeste en su dìa: donde sòlo
queda envenenarnos.



Guillermo Paredes Mattos

viernes, 8 de noviembre de 2013

Nasciencia del Racimo





Vivir es solido.
Nos da la coherencia entre la noche
y la distancia.
Ofrece un sacrificio si no estamos
preparados para ellos.
Dosifica el alma en innumerables percusiones
Mata lentamente como una araña.

Es orfico.
Perfido y orfico como las molèculas.
Es sugerente, insòlito, nos deja solos en
los oidos donde nace el bajel
con la respuesta a un
cantaro durmiendo
en un molino.

Nasciente en la posibilidad
de las colinas.
Nasciente con omnisciencias
de una versiòn que 
al singularizar el estilo de su
racimo, devuelve
una ceremonia en las veredas.

Vivir es sòlido. Y es en este
momento donde me deja elegir.

Y puedo tomar el verso
del racimo.

Por màs que este verso no 
nos diga nada.

Al afirmar todo lo contrario.



Guillermo Paredes Mattos

Tautologìa de un Mortero







No suelo llegar a una tautologìa.
Por màs que hable de dios menos de
lo que deberìa.
Por màs antiguedad en mi carne,
jamàs llego a una tautologìa.

Tampoco soy procolabico ni 
prosopopèyico: prefiero que el 
lenguaje me encierre y no intentar
ser sucio ni marginal; nada vanguardista
con los robles...

Y el lenguaje siempre nos encierra en 
un àrbol, que màs que àrbol circunda el
mundo como pagina.

Yo nunca suelo llegar a un asteroide.

Prefiero el lenguaje es cierto, uno lleno
de morteros.

Prefiero la cantera donde como hombre
llegò como forastero a mi voluntad.

Y es natural como terrible hallarse
con esa laguna donde mi fuselaje
se transforma en arrecife.

Nunca puedo contar mis horas.

Tropiezo a cada paso.

Y la poesìa es sòlo la belleza
del fulgor que ha de traicionarnos.



Guillermo Paredes Mattos




jueves, 7 de noviembre de 2013

Destino de Mar








Describimos el mar por manadas.
Todas llenas de dactilógrafos.

Ascendémos a ello entre cicutas
de flores inmersas.

Alimentàmos cipreses.

Con ese peso inclinamos la idea
del estro mientras los archipielagos
doran su primer pensamiento.

Con esa constelaciòn invadimos
la antigua hemisferaciòn 
del sentido.

El significado volviendo del agua
personificado por siniestros eslabones de
melodìas.

Por ritmos anteriores al espacio
o la semilla de ese relato divino que 
la fiebre deja por partes en un
equilibrio modificando 
en cada tornasol 
mi cultura.

Con ese equilibrio de misticas
armonìas, transgredimos.

Y sòlo el destino del mar
espera.



Guillermo Paredes Mattos

Poetizaje del Entendimiento






Voy a ser plural pero como acontece sin
individualizar.

Màs individual que el mortero o elegìa,
es decir.

Semejante a la cantera con embajador de
agua, vacìando un espejismo 
de saeta.

Aquel que seguimos desde la punta
del sueño o el instinto dejando
traslucir una inmensidad
como el arca y el sobrenombre de 
una diligencia, tomada por la garganta entre
destino de tornasol
cuando un gigante sugiere
colosalmente un miedo, hasta que su
batir halle luces con los antiguos 
espejos.

Individual porque sòlo asi una parte 
se harà poetica en el entendimiento.

Y ese entendimiento
comprenderà su sombra.



Guillermo Paredes Mattos




Percepciòn de los Bosques







Es natural el parpado como del forastero.
El dìa hermeneùtico 
o panegìrico. Un acento como a 
liquido despertando o descubriendose:
una legaña cerca al rayo
insolitamente.

Tambièn la efervescencia.

Y si caminas un poco, la mitologìa
no podrà conformarse con la estaca
del corazòn, no basta 
la espuma para ser moderno. 

Eso debe ser citado sin opuestos al
germen o la sed de su experiencia,
sin mètodos ni agonìas
dispuestas a la fe
sobre todo a un arcangel.

No hay necesidad de la altura o 
los rostros.

Del ideario o la inteligencia en
una tumba, junto a druidas
que ensartan sus colores
casi devastandose
y màs allà, la ceremonia y la necesidad
imponen una casta, la 
serenata infinita
pero no eterna 
de aquellos que
hunden 
pergaminos
en los prados.

Sin la esperanza de
que sean percibidos por
un bosque.

Y sin percepciòn no hay inteligencia
de madera.

Sin percepciòn nos dedicamos a estrellar
compuestos de nombres.

Formulas de carne...Algunas son heroes.


Guillermo P.M.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La Selva de Alevines






Tenemos registros de 
radioactividad.
Ilusiòn de titulos u oidos
de plata evanescentes.
Nos dijeron que la orilla
despertaba en las 
manos con
los eslabones mas
secretos que la poesìa
hunde durante el
diluvio
cuando el mar se mece 
solitario en
sus ecos.
A veces despertè.
Despertàmos.
A veces el nocturno del 
ciclo cegò 
este caminar de arco
con la experiencia
de su silencio
en un carton de mercado
y madera
tildando de yelmo a los
cantaros
ofreciendo un sacrificio
a la nada.
Dando cita a la intuiciòn
donde se mece una 
esquina
una arboleda de vilos
enciclopèdicos
casi fugaces
como el torno
el peritaje
la condiciòn del hoy
con un rocìo
sin naturalezas
ni manifestaciones
donde el pulso
de los mitones
logra encenderse
sobre palmeras de 
alevines.



El Conmover de la Nada






Siguiendo alguna teorìa.
Con la perspectiva del astro cuando
se borra.
Cuando no hay nada y el vacìo llega
a la armonìa con lenguajes
de acertijo.
Con los presagios de ningun 
torbellino.
Mientras las formas componen
versiones de lluvia
como santuarios que el tiempo
adivina entre 
lunas de piedras, cimentadas
por la providencia.
Mientras el aire
recoge eminencias
de vidrio o pasado
entre genes.
Cuando la ciencia indaga
con su pergola de insignia
el microcosmos del 
ladrido en
el pino que dejaste 
dormido
como un verbo fenotìpico
del cefiro
y algun alud sostenìa
sudestadas
ambientes de selvas
y un dìa personal como el
desastre y
los vagones en el oceano
la simpleza
con que la humedad 
repetìa
cantos de habitaciòn
para que un espìritu
encuentre el
verano
y la nada.
Sòlo la nada.
Logre conmovernos.



Guillermo Paredes 

Los Tatuajes de Brea






Los objetos no son tocados solo
por velorios, eso es sòlo inmaterial.

Dictatorial como las
bocinas y los paraderos: sumemos
religiosamente un semàforo.

Una asonada casi invernal donde
la nieve acampa o busca 
entrenarse -empero- los objetos
no son tocados por un ejercicio.

Ellos elaboran la piel mientras
avanza el mundo entre el
universo: uno dotado de
filos o ficus.

Uno sin experiencia pero
reencarnandose en 
las tramas de un valle alado
y su espejimos.

Yo duermo entre sus talismanes 
me dijiste.

Y asi terminaste: crea un tatuaje
de brea para poder
seguirte.





Guillermo Paredes

Residencia de la Catarata







Toda residencia es una catarata.
Un arte de papel junto al que se olvido
de crear.
Una ilusiòn de escualos en una serpentina.

Tambièn yo me olvidè de crear.
Pensè que la extensiòn que veìan mis parpados
tenìa una conexiòn y muy profundamente 
una señal de amalgama esperaba
en ella.

Eso era otra cosa. Allì danzaban
otras fuentes.

Estaba confundiendo un punto donde 
la naturaleza se inspira a si misma
con otro donde trasciende.

Donde deja pasar 
a un palacio o brotar un castillo.

Pero tambièn quisiera escribir de
torres. Oir su pronunciaciòn 
mientras la noche es una 
cumbre en mis labios.

Descifrar y componer.
Estar aqui sentado para siempre.
Derramar para asi
saber que cosa es derramarse.
Ver un aguila mientras muere.

Tambièn como la naturaleza
quisiera tener la visiòn
de otros objetos.

Y viajar en su entendimiento
separandome 
de ellos.

Como lo hacen las torres.
Como cuando se derraman
las aguilas.



Guillermo Paredes Mattos

martes, 5 de noviembre de 2013

Silueta de la Palabra





Las palabras llevan algunos poemas.
Estos se cierran sobre otras palabras.
Sean de oxido, sean de violeta. Son
escritores que unen el aceite con el
agua, el mar con el vahido: los tañidos
con la sabidurìa, donde habitan cales,
el espejismo del santuario con un
ojo, la piel empotrada contra el anda
o el misterio, la encarnaciòn de sal
con los pupitres. Despuès de ello la
piràmide de acido canta al azogue, la
piràmide de acido como si fuera de 
lluvia, su efigie desdichada con una
copa de ficus, enterrada, sumergida
indaganda en los libros antes que
la herida llegue al hombre como en
este instante, instante casi de albedrìo.
Donde parece hallar al fìn su silueta.


Guillermo Paredes 

El Fondo de la Intensidad





La poesìa muere
entre  la
desesperaciòn.

Porque para
vivir elige
hacerlo entre 
la intensidad.



Guillermo Paredes.

Religaciones Sobre la Metàfora






Puedo perdonarme cierta matemàtica.
Algun polìgono. Escribir irracional
siempre al lado de una conciencia: una
que grite metàfora.

Considerar que si camino o frecuento
uno de mis mùsculos,
mi viento fratricida asomarà
lenguaje en soplo,
de ser ternario
y entre buceos la ironìa oirà,
la soledad de este quiste impulsado 
por hojas y ramplas.

Què cacofonìa màs quiero.


Aquì, siempre se està anunciando una resta
u otro incienzo
sin restaurantes ni cafes con los 
olmos. Con un poco de aliento ensimismado
-eso sì- inevitable.

Todo lo inevitable parece estar 
unido al destino, pero aquì
lo linguistico piensa 
lo gramatical como
un trance.

Al final del trance quienes 
respiran entre la
gasolina son las
estrellas.

Y sinòpticas materias
de pus,

habràn creadose por
carencias que toda ciencia marìtima
deja en la marea.

Eso es una conjunciòn, de acuerdo.
Pero es una matemàtica 
que no puedo 
perdonarme.

Y este poema ha de morir
cristianamente - sin balacera alguna-
en ese trance.



Guillermo Paredes Mattos

La Situaciòn de Cera






La situaciòn era la siguiente: una 
mesa podrida en el centro del agua
indagando por fosas a las
que coraceros de sol no habìan
llegado.

Tal sol representaba una ciudad.
La tradiciòn de los martes con mis
pedazos de luna. La arteria o la
marisma si caminaba al
borde del aroma, donde
los moluscos volvìan
de las conchas
y tal figura 
incendiaba el relato del
guardian inundado de 
proas.

A veces fuì tal guardìan.

Todo esto podrìa ser logistico.
Satànico como un salòn de nieve
despertando hacia el agua
por una sola vez: ornamental
o excentrica, esoterica 
o fetichista en mundos
examinados 
por una protesis de cera.

Por un universo de cera
en las manos.

Donde la soledad era ardiente
para crear mi vida.



Guillermo Paredes Mattos

domingo, 3 de noviembre de 2013

Los Clanes de Aceite

 



Me llama la atenciòn la hoja de una nave.
Un autèntico equinoccio inmortal.
La coincidencia longeva de los àrboles con
los pàjaros.
Poderosamente que las cosas tengan que
forjarse solas y no posea una via-lactea
como definiciòn: al menos podrìa
huir a los astros.
Serìa mas austral entonces; màs equinoccial
como el juguete que besa
una rama con la logistica amoral del poema.
Me es extraño que no veas la proposiciòn
de acido hundida en los cabellos.
Que escriba o me detenga como la flauta
del desdicho.
Que los suburbios no lleven contingencias.
Que el fenòmeno represente los lirios
donde un reflejo se imita
con el presentimiento del clan al
vestir sus cruces.
Que muy epònimo el poema llegue
a una virgen sin recordar que 
el vestal es tambièn femenino ontològico
y eso se ajusta para perderse 
individualmente en
una taza de aceite
donde algo canta al ultimo platino
que en una rafaga, olvida 
la mosca.

Y siempre.

Siempre guiada
de alguien para
darse
cuenta.



Guillermo Paredes Mattos

Simetrìa del Coloquio







Quisiera un poema o una poesia
sin simètricas.

Un sismo sin ilusiòn para mì.

No escribir, sin descartarme.

Una obra del verso dejando mi alucinaciòn
como mi genealogìa
hasta la llegada
de una mirada en observaciòn muy frìa:
a no ser de otro paradero.

No saber porque los gatos de mi casa 
buscan sòlo un lecho. Y eso de llamar
lecho hasta en el agua suena aristòcratico
y poseo màs de un complejo: contrariamente
a lo sostenido en los tejados.

La dialèctica suspende algo parecido, con un 
vidrio en mi corazòn, sostiene algo
semejante.

Sabemos que los gatos no 
son formidables filos, pero escriben 
diariamente en mis brazos.

Lo seguiràn haciendo hasta que
comprenda ese lenguaje.

Quisiera un poema como el de ahora,
el cual me cuenta de un pan en los suelos:
no espera al hombre ni al hambre.

Mi perro a cierta distancia lo mira y 
especula sobre ello.

No deberìa especular, como el felino
deberìa encontrar sòlo lenguajes.

Si ello sucediera mi mano estarìa en
este momento en su hocico.

Y las figuras que pudieron ser
escritas viajarìan al fondo
de su boca.



Guillermo Paredes Mattos