martes, 30 de junio de 2015

El Deseo






El deseo es una invenciòn que se alarga
por la sensualidad.

El erotismo llega a èl con habitaciones de
espuma que siguen a los tordos
o las criaturas que han dotado al sol de 
brea.

El deseo es una adolescencia que resiste
millones de años en las arpas
y pronuncia en los griales de una estaciòn
esas cosas de las cuales està hecha una casa, una
narraciòn o simplemente un presagio
en los angulos, donde acontecen
eventos como la brisa
dormida hoy en los rincones y con
ellos pedazos de araña; telas de las mismas que
siguen evolucionando sin necesidad
de generaciones.

-tradiciones de hilos que miran claraboyas y buhardillas
desde lejos-

El deseo es un muelle para un animal.
Un espigòn dotado de televisores. 
Una calma que desciende sin helices, casi
comprobando el nombre que duerme en los mensajes
de la materia.

Donde se combinan en un celeste de climax
alguna vez los elementos.






La Mañana Escribe





La mañana escribe.
Su escritura es como un navìo que lleva una idea.
Su escritura es como una marea.
Un pleamar.
Un regimen de acusticas en su primer brillo,
luego despierta el destello; serà este quien devore
las estelas.

Relampagos.
Todos traen un eco que significa la luna.
Que significa la luna y un planeta sin aire.
Tambièn sin pulmones y grises que interpreten
alhambras.

La mañana escribe. Ha dejado su tacto y la 
recuerdo como una sensibilidad 
de espejos mayores como 
los oceanos
cuando reflejan cirros del
hemisferio; tambièn tornasoles donde
acaso empieza el primer violeta del universo.

Y algo como la magia lo transporta a los
objetos de la tierra.





Cotidaneidad Primitva





Puedo caminar todo un día si fuera necesario.
Podría escribir en todo su transcurrir si de ello
se tratara.
Darme cuenta de que forma el diamante
rodea una escama.
Vibrar mientras esa esquirla se convierte en
aceite.
Puedo estar solo un instante sin que eso apague
lo que en conjunto es mi vida.
Escribir en la soledad de la rafaga
y sus contenidos antiguos que
podemos llamar
yacimientos o travesaños.
Podría recorrer el suelo antes que la brea
constituya su mundo y deba viajar a un universo
de angeles donde una rosaleda dibuja
prodigiosamente una silueta, un frasco, una desazón.
Incluso dejaría de pensar en mí
mientras trazo esa palabra que no logra hundir 
una plaza, ni entiende de bozales
y duerme sobre equilibrios 
que hoy circundan una honda, un arte primitivo
tanto como nomade, en algun circulo que
en el fuego forma la hoguera.

Un circulo porque después debe formar un
cuadrado.




Sueño





Como antes del sueño o después de él.
En las colinas de un despertar sin jirones.
Cuando el oceano llega en el pelo de los embajadores.
Y los medanos que obsequiamos al mar dejan
de mostrar conjuntos de espigones.
Bajo un sol de solsticios junto a amaneceres
que traen pifanos en sus zafiros.
En esta soledad que es casi preliminar como
un eco y lleva orquideas con baladas de cera.
En la ficción del torno. 
En la confección de un silencio que trae memorias
de aceite mezclandose con el agua.
- no siempre es asi-
No siempre tenemos un calendario para alguien
que ha visto las grutas.
Y entonces el sonido en una perpendicular.
La caida del satélite en los planos del vidrio
donde se cuelga un prisma.
Los vicios del plasma en medio de un vortice.

Como antes del sueño o la locura descendiendo 
por fosiles religiosos que traen cantos
de filosofía.
En ese lugar de la piel que jamás toqué pues 
estaba lleno de arcangeles.
En los girasoles que todavía arrancan un 
instante a las abejas, a veces todo una primavera.
Y yo al mirar todo esto parece que me
contentara. 
Es decir me encerraría en un pequeño pedazo
de helio, hasta que pasen los siglos.





domingo, 28 de junio de 2015

Las Raices de Cedro






Alguna oraciòn de pinos.

Alguna hipotesis del agua cuando las
cartas vivìan y en medio del manantial el
verbo te esperaba, escribiendo en el aire otros
nombres.

Esos nombres...

La astrologìa del mar que escribo para ti en
un lugar secreto.

Los horizontes...!Dime si alguno no es de pìedra!

En ellos la orgìa del elixir te encontrò
en un borde acariciando la periferia del granito.

Y ese momento hizo de ti, una flexiòn, un
hemiciclo, un nicho de luz como el ambar penetrando
un portico, una alhambra, donde se hacinaban
los treboles igual que una fibra en las
caletas.

Alguna oraciòn domèstica.
Hialinas, homogenea.
Compuestas por imagenes sagradas de sintesis.
De poesìas fabricadas siempre por un lampo.

Un lunar hacia la retòrica en ellas, escalando a
la yesca donde las civilizaciones conjugaron 
la soledad de los puertos, el espìritu del
jaguar, la herrumbre de gris y el
vertiginoso regreso de la espuma 
al oceano, atascandose sòlo
en las raices que los
cedros
habìan dejado crecer aquel amanecer en la playa.

Y de las cuales el mar no se habìa dado cuenta.

Igual que tù ahora, mientras se atascan tus pies 
en la orilla.






Despertar







Iba a vivir en un huerto.
A tener cenizas y citar lo indispensable.
Iba a trepar las murallas en busca de 
una huella y si podìa acariciarìa lo sinòptico,
iba a desear como lo hace un patronimico.

Pero el genero llevaba liebres.
Transportaba gènesis en alguna de sus bocinas.
Era tecnocrata y evocaba a cada instante
las esperas que posee cada
golondrina.

Me dedicarìa a tensar puentes
y espiralizar en el ùnico punto que posee la herida 
de un cuadrado.

Iba a ser cuadrùpedo como una media.
Pronunciarìa tu nombre sin necesidad de ser
referencial. Pensarìa monològico.
Casi habrìa aprendido a ser
un murcielago.

Iba a presentarte a dios y no porque asi 
lo buscaban las sienes, sòlo era un trato entre
los rieles y los telescopios cuando yo estaba dormido.

Y en el fondo de su corazòn -pensaban- de que
nunca iba a despertar.


sábado, 27 de junio de 2015

El Nombre de la Imagen





Sè que esta era la imagen.
Sè que es asi, porque a su lado el reflejo
proyectaba solsticios, menguantes semejantes 
a una reuniòn de caballos. Lo sè
porque viviò sòlo una vez.
Y la recuerdo por sus tres o cuatro silabas.
Por sus hexagonos y segmentos.
Por mi corazòn sin elixires donde la
sensibilidad arrastraba un astillero, un
dirigible sin helio. 
Esta es la imagen, no hay nada de alquimia
en ella como sucede con otras, donde
la monarquìa de la uva
sumerge en su reino, àrboles y hombres.
Esta imagen es. Imagen que separase
incluso de sì misma para integrarse a las
siluetas.

-la silueta es un misterioso planteamiento
de las sombras-

Podrìa perpetuar una andanada.
Subir hasta un helicoptero para robar sus
helices.
Es; su ser es aùn la infancia de si misma
detràs de los trayectos.
De las lagunas.
De una especie deportiva de laguna 
sobre alfanjes.
Su ser es aùn hemisferico como la
llegada de los horizontes.

Esta es la imagen.
Y acontece de manera enigmatica
cuando no tiene nombre.






Numismàtica





Conozco la entrada a este oceano.
Està en algùn lugar de la orilla, varada
en un punto de la arena.

Conozco la puerta al mar y no porque 
me lo hayan enseñado los unicornios; es
algo màs. 

Y si no fuera asi, igual
conozco lo que me han enseñado 
los unicornios.

Yo me pierdo en la arena porque puedo
decidirlo. 

Yo me olvido de mi mismo en la marea
porque asi vuelvo al dialogo con las olas.

-las crestas de esas olas baten el polen ahora-

Miro las ventanas de las casas de esta
ciudad, donde sòlo las constelaciones buscan
su reflejo.

Y miro el planeta que conservò tus senos
para un dìa prohibido sentado en los arpones
de la sangre, entonces los demonios se
dedicaban a la numismàtica.

Y algo semejante a nosotros traìa
estampas para ellos.







La Naciòn de los Pròlogos






La palabra duerme sobre la lluvìa.
Uno de sus verbos està enterrado bajo
el agua.

Territorios de astros se mecen en 
los monarcas con otro vacìo, con otra identidad
y el arca de pelicanos que sostiene una
ciudad, una ceremonia en los
cabellos extendiendo una marea,
vuelve a citar lo voluminoso.

Se constituyen platinos. Se constituyen
galeones.
El oxido describe un craneo con la historia
de una mitografìa con escamas de
sol en uno de sus hielos.
Avanza la astrologìa en las entrañas de
un arquetipo.
La desapariciòn del aliento despierta
llamaradas donde alguna vez tomò lo diurno
la noche.
Vemos estalactitas que el viento hunde en
una rama morada; color adquirido 
dado que miles de moscas se
pudren en sus hojas.

Nadie sabe como llegaron a la muerte.

Mucho menos como descubrieron la vida.

Lo cierto es que la palabra duerme.
Alguna vez lo hizo sobre la lluvia o alguna
piscina.
Se extendiò sobre los capitulos del invierno
con un gris paìs en sus hondas.
Recogiò catapultas para que cada hombre 
sobre la brea viviera a base
de subtitulos.

Sòlo uno

-sin darnos cuenta-

Llegò a la naciòn de los pròlogos.



Poema






Es un desconocido tema sobre la nieve.
Parpadea en los epitafios, asciende a la piel
de los barbaros.
Toma la noche de todas las superficies
del agua.
Parpadea en las conchas igual que la mirada de
un velero cuando es batida por las olas.
Construye mochilas y a pesar que el desierto 
es inmenso, basta una percepción para
lograr crearlo.
Hasta aquí las cosas no dejan de pertenecer
a un tipo de sensibilidad, a una forma
de abstracción; de eso también
trata lo poético cuando
habla de la voluntad.

De las sienes.
De la quiromancia como un acertijo que
muerde un árbol mientras un astro
desciende hasta el petroleo.

Para beber de él.







El Sol del Poseso





En las manos del oceano palpita este agujero.
Este sobre de sal acompañado por una 
virgen.
Este diario de la providencia
dormido en una túnica.
Las palabras siempre han caminado por él,
sobresaltadas.
Han examinado el diario, donde el abismo se 
bañaba, han intuido las cosas de metal ardiendo
en los valles de la monotonia y lo 
imprescindible...
Ese fue el principio de la historia.
Después tocò a los goznes edificar el uso de los
candelabros.
Beber del aceite ardiendo en sus urnas.
Después nos tocó escribir en el punto donde
la maldición se une al prodigio.
Y contemplar como se 
elevaba al sol un poseso.




La Vida de los Objetos y las Cosas






Según la vida de los objetos
la noche se reencarna, luego las
calles perpetuan algo pasajero; una ilusión,
un despertar en la hierba, cuando todo
regresa al amor atravesando la arena
desde el mismo tropel con que
invocamos.

Y entonces una noche, un rastro de piel
en las formas, un velero recreando el acuario
de los templos, con esa eternidad que durante
un instante es el vuelo de una luciernaga.

A lo lejos los barcos elevan una piel.
Una casa de tejados con una isla en sus
mandibulas. Una sensación de haber escrito
porque el día es un tallo vestido de 
gelatina, una integridad por llegar,
una oración de plastico golpeandose en 
las sombras contra la madera y ese sonido
parece colmar tu ambición y las historias
de una carátula en tu pelo.

Y según la mirada, vuelvese a crear;
brota asi un ofidio para la melamina, al
amparo de equipajes y exordios de un astro 
en la palabra y asi diferenciamos un oceano
de platino de una ballesta, asi podemos 
separar la llegada del zinc a la de un poema.

De un solo poema.

Donde a veces - a diferencia de los objetos-
moran todas las cosas.





viernes, 26 de junio de 2015

Los Prismas de la Piel






Es posible e inaudito
que lo extraordinario sea y a su lado
un reptil quede seducido por la niebla.

Que los epistolarios tengas señales
como las que ensamblan los relampagos
en sus articulaciones.

Que viva a destiempo y me detenga 
en el atrio donde un jardìn yace
sumergido en el cemento.

Es necesario que vaya detras de
una carta donde las palabras son gemelas
para asi evitar un poema.

Tengo en mis labios la saliva
que busca un paraguas mientras la
tormenta crea su delicia.

Tomo noto del sol cuando coloca
una escafandra en su cuerpos para ir
en busca del oceano.

Creo en los batiscafos.

En un solo telescopio y su drama de 
paralelipedo, hoy que la muselina
inventa una foca.

Creo en los dialogos con un riel.

En el platonismo de una cabeza que
estrellandose contra la pìel,
abandona su migraciòn de hierba.

Creo en puertas de huesos.
En otoños hipocondriacos en el torax.
Creo en los telescopios.

Porque es la distancia que nos muestra
lo ùnico que puede recoger los prismas 
de la piel.









El Ciclo de los Buhos




El ave tenìa dos ojos inmensos.
El poema estaba situado en uno de sus cometas.
Nos dieron a elegir entre una caracola y un puente,
pero nosotros veìamos la serpentina en
el aire, contemplando un
ciclo de aquellos buhos.

Y simplemente no pudimos hacerlo.




Percepciòn de los Dragones




No sè si como una mente en el momento de su caida,
en los galerìas del acantilado, buscando
en las grietas otro pensamiento.
No sè si como el sueño devanando en sus propios tejidos
y despertando una flor a la vez, pero desde el lirismo.
Quiza sea la identidad en la cual el sol es aleatorio
o desmedidamente eterno.
Tal vez, la sensaciòn de que el mundo se destruye para 
vivir a cada momento.
Quizà la intuiciòn de que en mi corazòn el 
latido pertenece a los dragones.
Tal vez la escalera de arena por donde un oso hormiguero
recoge tulipanes.
No podrìa decir dònde proviene, pero siento que poseo 
aquello que podrìa sostener en mis ojos la inmensidad de un verano y
hasta podrìa llegar al otoño si el follaje asi lo permite.
Escucho el paso de otros hombres, siento que no debo hacerlo
pero tambièn son una fuerza de la naturaleza.
El poder llega ahora de una voluntad que en el papiro
no puede reinar. El poder llega de esas fragatas
en los patios de sus constelaciones.
De los puentes.
De los eventos de lo hialino en las membranas
de una corona.
Un poder llega ahora, es semejante a un poema.
Y es inevitable.


Poema




La noche es ligera.
Tiene un balcòn y un poseso.
Una historia donde los rascacielos encuentran 
su edad. 

La noche es ligera; como la definiciòn de 
un neologismo, sobre todo de aquel que llega por
primera vez del acido, lleno de diques
y legañas de fuego.

Los angeles, recuerdan que el polvo
es su escolta.

Màs, aquellos que tocan lo nocturno con
una red, escriben que el relampago despierta 
desde el ojo de una lechuza.

Pensamos en ellos, tanto como en la noche
que los alberga.

Pensamos en ellos desde esta 
conmociòn.

Racionalmente jamàs hubieramos
sabido que existìan.






El Arte de los Eslabones






Yo vivo en una bujía.

Luego desde ello puedo imaginar la hierba.
También el poema, logra ser mencionado en ese
momento navegando entre las dagas.

El mar a lo lejos, -antes de él- un astillero.

Antes -también- los puertos entonando 
baladas bilingues, mecanografiadas por un barco.

Fosiles de ardientes hombros constituyen el 
verano en las orillas; describir ese verano no es
profano. Es sólo una media, una encia, otra ciudad.

Profana también la convención de los versos.
Los mecanismos que cifran los pétalos y el atardecer
grisaceo y sucio de este otoño, en las enredaderas
de sus pájaros amarillos.

Girasoles de piedra son epistolares dianas.

La esquina mediterranea sale a una herida
que aún es nueva.

Tal herida es una esquina sin pavimentar,
un secretario tardío.

Una escritura de convenciones geométricas, 
ecuatoriales ampliadas por la brisa.

Nocturnas y tipicas en las plazas.

Están cubieras de extraños veranos; sobresale
una que muestra a todo ser autoctono 
cobrando impulso en el aprendizaje
del arte entre los eslabones.

Asi y no de otra forma es como llegan a la 
historia de todas las cadenas.






La única Posibilidad





Parecen intensas las palabras que ascienden
por un analisis.

Llevan días de martillos y planos de originales
convenciones.

Los barcos crecen en ellas rodeadas siempre
por límites.

En sus sílabas se mueven impresos, los
procedimientos de un perfume gótico en una
manzana.

Son fundamentales las auroras donde viven y 
según los planetas amaestran la trinidad
desde la conciencia de un
mastodonte.

Son intensas -más intensas- como una de sus dianas
-casi impecables- al final de un canción orquestada
parcialmente en lo univoco, junto a un simulacro
donde lo vertical abandona una pirámide.

Son intensas las palabras y recorren el aliento
con una cascara.

Dejaron alguna vez metros de altura sobre
la nieve.

Nunca dejan de embalsamar y embalar
como en algún tiempo sucedió con una momia.

Parecen intensas las palabras, pero no he llegado
a una tarea con sus brújulas...

Esa es en la soledad toda mi hipotesis.

Y mi única posibilidad.




jueves, 25 de junio de 2015

Regreso a la Luna





Una ciudadela construida con paìses de agua.
Un plural inconfundible cuando el amanecer
parece singularizarlo.
Algo como esa misma ciudad pero esta vez de barro 
y escaleras.

-para que pueda vivir el hombre-

Hecha de atardeceres de violetas y medusas.
De ventiladores que son prehistorìcos como una
tarde.
De cavernas que cuelgan marionetas en sus
estalactitas.

En esas ciudades que avanzan en el pelo. Con
situaciònes anàlogas a la poesìa. A los 
eventos del oceano, a las heridas de
una moneda pelirroja.

Como un territorio de silencios.
O una estela de mineral donde se aguarda.

Una ciudadela que antes fue una ciudad
mostrandonos los documentos de identidad de
una cuervo. Parecida también a un pensamiento
verde.

Fabricada por un borceguíe o una industria.

Ciudad de descripciones metalicas
adaptandose a las fuerzas de una sacristía,
de un marsupial que absorve los imanes de una
cadena exacta en el palido dorso del estambre,
mecanizada y sus longitudes
redondeandola hasta lo mas representativo 
de la noche en sus cielos: una estrella.

Y en uno de sus maderos, escuelas.
Puertos mamíferos acompañados de definitivamente
un espejo, un principio creador de perlas
de criaturas-acantilados
de seres compuestos de nuevo por el vilo.

Una ciudad de obispos.
Ordinaria como un brillo de idearios.
Compuesta de niños radiactivos y la obra 
poética del diamante.

Heredera o descendiente.
Instrumento de coplas.

Una ciudad con ciudadelas de martilleos
donde las republicas se organizan.

Llena de teatros andróginos.

De terrestres paquidernos.

Extravagante y con muy pocos adjetivos...

Como para regresar a la luna.






La Libèlula de Cuarzo





Aquella, la libèlula radiante de cuarzo.

La que se llena de nombres en las aristas de
nuestra tempestad.

La que descendìa de los terminos con una
gota de estaño y buscaba sìlabas en el hierro
como si fuera una presa; en ella los peñones 
ahelando el detalle de los siglos, el tramo 
del agua y el batir de los colores en una
escaramuza, semejante a una vertiente
increible entre los hilos.

Y el ulular de los cielos en compañia de
los satiros y la fiebre de un camposanto donde
se baten las higueras y he allì -tambièn- los
frutos de un amanecer, con castas de tortugas;
un amanecer admirandose en los jardines
del hombre y las formas de la hiedra
donde las espinas nacìan un amanecer
lleno de dragaminas tanto como liebres, 
de aposentos furtivos para los mensajes
sin nombre entre los candelabros y 
las casas de adobe, atrapados por la 
quincha de las paredes.

Aquella, la criatura de ventanas mordidas
por las aletas, el lunar en stereo del bulbo y
el secreto marginal de un oboe sobre ese
tiempo de husares reducido a los desfiladeros,
a los veleros boreales del virrey, a la minima
aguja que jamàs domesticamos y entonces
surge la electricidad arqueando el lunar
de una bolsa conquistada por osos de
acido.

Esos mismos que hacen del punto una 
metropoli.




Mitologìa de Terciopelo






Hay algunas puertas de un leòn.
Un amanecer incompleto para la gravedad.
El lenguaje de uno o dos astros plateados.
El soplo demiurgico de una bota
de agua.

Existe un imperio de brujulas raido en las
muñecas. 
El juguete imperial entre escepticos àngulos.
La torre de arena que la armonìa deja en los 
latidos.
El corcel rojo de la infancia despedazandose entre
canciones de brea que separanse.
La prolongaciòn de mi geografìa en el
polen.
La estaciòn de llamaradas con olimpicos dibujos
de escamas.
Tenemos la sensaciòn de este puerto de neones
sembrado por los aspavientos.

Y hoy que las marañas dejaron de pertenecer
a los globulos, tocamos el ser
desde algo prieto y coherente, oscuro como una
tiniebla dejando aparecer y ver la direcciòn 
de una avispa, hacia una ponciana sedienta 
de hologramas.

Hay una proteina y nichos de sal entre
cementerios que levitan.
La araña de huertos al lado de sus sustantivos
cuando los inviernos son de predicados.

Existe una constituciòn allende al oceano donde
el mar recoge la ley nominada por el sol en
sus carbones.
Una constelaciòn con eventos de àrboles y 
circunstancias en las chimeneas oteadas por
adoquines.

Alistamientos de prados entre la lìnea.
Hambres de bosques donde no te has contentado.
Silvestres porcelanas de agua que busco
para que alguno de tus poros encuentre el sueño
en los molinos.

Junto a una mitologìa de tierra.





miércoles, 24 de junio de 2015

El Puñal en la Piel





Acepta este puñal. Este ritual de hierro
encerrado en una forma y que hoy empujo
con las manos.

Dejalo que se traslade en tu cuerpo.
Que transforme tu superficie y allì
donde brota la sangre, acompañada
de una herida, emerjan flores.

Deja que sea la intensidad quien
marque este instante de tu vida y nada
en el universo pueda comprenderlo.

Deja que fluya. No lo dejes a mitad
de tu piel.

Que atraviese la misma para
desplazarse en tu carne.

Que vaya màs allà -incluso- de
tu corazòn.

Y desaparezca en lo 
profundo.



Historia del Poema






No conocemos cuanto hay de brisa
en esta página y cuanto hay de verdad
en sus palabras, dibujandose como 
estertores en sus silabas dejandonos
como un sello inevitable -a la vez- de 
otro mundo.

Y si observo en el tallo no he llegado 
a saber quien poetiza sobre el verde o
en la ciudad de pigmentos, donde 
otros matices se bifurcan buscando 
remolinos, casas, himnos mortales
de pudor en las frases, donde los 
hombres se agitan como el plasma.

Feromonas de cefiros que caen por
la boca, verosimiles espacios de
palmeras donde los desfiladeros 
estimulan navìos de plastilina. 
Hasta aquì las cumbres son un
sueño insurrecto, la incursiòn y el
deseo de vivir como un heteronimo
del alma.

Bancos de agua representados por
el sortilegio, embarcaderos de plomo
donde seguimos alfileres con ensenadas
de instinto, albergando furiosas laminas
de deseo.

No podemos deducir el vibrar de esta
pàgina, su tonno y el camino hacia la
orilla, con expresos fervores iguales
a lo autoctono y la identidad de los
muñecos entre flores de marionetas.

No conocemos cuanto hay de brisa en
un poema. Cuando hay de sal o agua 
en el. Sin embargo una de las pocas
cosas que podemos afirmar es la 
siguiente: si lo dejamos frente al mar
desaparecerà de nuestra vida.

Porque de tantas olas que vemos en 
èl. 

Hay una que lo espera.



martes, 23 de junio de 2015

Iglesias de Musgo





Como aquellos que toman el ala
hasta cifrarla entre contenidos que 
dan forma a una rosa, a un comportamiento
del tallo entre los escalpelos; algunos 
se conviertieron en figuras para 
llegar a la naturaleza.

En las muchas sombras de un demiurgo 
que hace siglos fue rodeado por el agua.

Como aquellos escritos donde se liberan
de los botines, todas las iglesias de musgo,
igual a aquellas que verticalizan sus
algas.

En el prolegomeno del invento junto a
publicaciónes de arcas.

En la profecía que toca sin darse
cuenta un pasajero.

Y nos detenemos en ella para decir
lo siguente; el corazón de una profecía
es el presagio. 

Y el presagio....Cómo corre detras del 
del tiempo y las alegorías.

De los salmos donde nace una tragedia, 
semejante a la que lleva en su corazon
una langosta,

un día que abraza al reptil, que
lleva consignas de dinosaurios, hasta que las
flores sin edad son compuestos por los musgos.

Y ello, todo esto aqui que repta debajo de los
astros no es sino cita obligada con la bibliografía.

Con las cavernas.,,,

y  los tempanos.

Acantilados de una Selva






Como algo antiguo lleno de fantasmagorías.
Igual a un seno que atraviesa el lumen
antes de ser conceptuado y de haber
llevado un satelite sin
comunicación en sus labios, en los lobos...

Hablamos de una fantasmogoría
en el seno. En la propiedad rota
de la multitud en las leyes quebradas por 
el ritmo.

-yo sé paralelamente que en algún lugar
de una paralela se citan los nombres arcanos
de la poesía-

Y conozco hombres que duermen
debajo de los árboles o su llegada a las azoteas
evocan vestidos; vestigios que la escarcha deja 
en la madera luego que es destruida una claraboya
y la situación de un apostolado en el papel
despierta interacciones de garzas,
de escarbares en la magia, entonces
en una oración conjuramos pilotos.

Luego la ironía y el paseo de dos ancianos por 
la tarde que son empujados a un
mandil, a un reglaje de estandartes
separando de los pañuelos, deja encontrar
un hocico, una cita con goticos dinosaurios
que viven simultaneamente en una 
selva

Y abstraigo la melodía que oigo sin poder opinar:
baladas uniendo centros comerciales, por los 
cuales camino sin necesidad de la punta de
un ombligo o el hambre que leo a distancia
y los ambientes pensativos, recordando
la manera en que circularan los prados.

En el ambiente del  papel vicioso
entregado por una coraza al mundo, donde 
lo colonial reina con portavoces y alambres,
con nudos colosales de multiplos
y megáfonos de aceite.

En ese ambiente, coloca el aceite sus
alamares de la tierra.

Tal aceite que aprendió a gritar por
si solo.

Y lo hizo de noche en los acantilados.

Acompañado de la divinidad.









El Pensamiento del Desierto






Viviré al pie del agua.
Entre orillas que atan sus circulos.
Entre periodicos que amarran el mar porque
es una forma de observarlo distinto
desde todas las poleas.

Me detendré en el tallo para pensar que 
algún sufrimiento no puede ser como el aire
ni las grandes escaladas de pelícanos inmensos
trayendo la tormenta en sus picos
y afirmándola de paso.

Mi sonrisa será devuelta por un espantaparo.
Inundaré mis manos de esa poesía que un adolescente
declina en su boca. Lo observaré porque
es un adolescente con peninsulas
como el fín del universo
en las bahías de su frente
cuando las lechuzas traen una
archipielago helicoidal. Una mesa
de invierno y sal en todos los movimientos
es parte también de ello.

Además en su espíritu
yerran conmociones de moscas. 

Nunca sabemos  que hacer con ellas-

Conmociónes de una salud dialogica, un titulo sobre
de exodos, traidos por las  piedra que escondía relojes, 
trayendo una ilusión a las gaviotas que
ensortijan en ella, representaciones
y ensayo en las columnas de cefiros
desnudas como un garrochas.

Viviré en una sola puerta.
Creo que de esa forma adquirimos sólo un
un hueso,
el ombligo del nucleo de plasmas
bajo la madrugada, es otro de esos huesos.
Heterodoxo como un hipodromo.
Violento como un ser de 

es asi como el coloquio de los trenes
inclina en el hombre sus naranjas,
su puerto de linces asolado por la humedad
de un telescopio amarillo como la seda,
como un batiscafo que cuenta 
los angulos de un automovil que cruza
y crece entre las uñas.


Semejante a un saurio entre
la arena.

Donde siempre lo único que despierta es
un pensamiento, es una luz guiada 
a las celulas,´para poder 
hablar con nosotros de
desiertos.







El Cielo de los Jinetes





Era como una aparición.
Un viernes en las pupilas como una boya
donde esa cola de plastico
invadía desordenes de 
travesaños y
cotas.

Entonces nos veíamos
entre sucursales de botellas de carne y nos
recreabamos en lugares donde los 
mitos eran oscuros como la mirada de 
los ciegos. Asi sucedió para poder llegar a 
la exegesis, con la esperanza 
que un agujero negro en la magia, pueda
nuevamente arrastrar el hilo de
un anfibio tocado por los griales.

-esribiré en este texto de griales-

Y todo era magnetico.
La cabeza del ión tenía el perfil de 
aire rosacruz, que empuja una barcaza en el
cemento.
Los ramajes traían nigromancias insertandose
en los ciclopes de los tallos,
en las expediciónes a vanos santuarios,
donde los hombres cultivaban ballenas,
huesos oprimiendose junto a un
prototipo de esferas,
allí los cadaveres unían a 
la piel, fanales y
perihelios y arremolinandose en el equilibrio
de un gozne,
montaban historias 
de destellos entre las bengalas.
Pero toda bengala se aleja con
la primera corriente que
vemos del agua en 
el río.
-el caudal vive conjuga mas el futuro que el
presente-
y ya que se trata de conjugar, antepondre
el singular ante los patios del plural en 
la lluvia-.
Pero toda bengala se aleja después
de haber tocado el crepúsculo en el
fondo de los manantiales.
Es como una fantasía.
Una habitación donde los gatos convenían
en cual sería la palabra que 
como una extraña invención 
sería entregada a los celulares de agua
en los martillos.
Y los nombres de todo lo que recordamos
cuando se unen los caballos.

Estrañandose -igual que la atmosfera-de que
son devorados el cielo de los jinetes.







Los Bozales de las Constelaciones





Esta mañana no hay continuidad en los
árboles. Lo que hay es una disciplina como
la que poseen los días

 -los días y sus calendarios-

Cierto arte como el de los hombres se acerca
a los gallinazos. Cierto arte como el matizar de una
cripta o un desdecir o algo semejante a la
caligrafía de la hierba en un prisma.

- algún trebol parece inventarse
en ese arte-

No existe tampoco en los árboles una ceremonia
como el viaje hacia marte. 
-las aves las arrancaron todas-
No vela la transformación su pulso.
No el reflejo sobre la nieve
trayendo cronometros de limbo
alguna vez alineados en el eter. 
Lo escribo porque
a esta hora la longitud es mas cetrina
de lo que siempre esperamos y la tormenta
frente a ella, pronuncia pristinas 
palabras. Todas de ira en
los racimos.

Se desprenden záfiros.
La llamarada de la antinomia, el ladrido como
un vestigio de que aqui vivió el verdugo 
con su victima responsable con las nebulosas,
con las cebras encerradas en una reliquia
en un candelabro expecilista en digerir
alamedas.

Y el espíritu de la arena parece devolvernos
el cayado y la nuez, el fondo del pielago
con marinos electricistas de fuego; anapestos
que descifran en ese fondo el plactón, el 
plan estoico de los mundos cuando
los juglares son quirománticos; planeadores
entre esoterismos quizá,
pero planeadores al fín y al cabo, siempre
entre enfermedades poéticas.

Enfermedades cuyo destino es colocar bozales 
en las constelaciones.

lunes, 22 de junio de 2015

Gramàtica de una Pantera





El ejemplo boreal de una noche
sobre una de nuestras estrellas. El mundo
quieto y puro sobre la inocencia 
de un naipe. La marea del desasimiento
un poco en la taxonomìa del lampo y luego
esa silueta con rascacielos que 
respondiendo con labios secos a un
velodromo, fue elevando jinetes; lo logro
sòlo un poco y es extraño que el lenguaje
deje de velar sus licencias, mientras nos
abrimos pasos en èl, con una vela
o la nota de fuego en el candil 
golpeando en el amanecer
un edificio
una nota divina
un perfume de providencia en los oxidos 
del hierro.

Es extraño que todo estè lleno de gramàticas
como en una pantera.

Almenas, alamares de esas mismas panteras 
ya en la arena.

Pautas hoy que es astral la yesca.
El pozo de elefantes en el interior del baùl.
La nota de individualismo con un paso de hule
en las cortinas y en la marejada
el mismo ritmo de una 
calle disputada al oceano por los mitones.

Pautas de hegemònicos espacios donde
el silencio despejaba una casa
de habitantes, hasta
una jabalina amarilla rozada por el
viento por ultima vez pues ya habìa adquirido
en ese rozar otra forma.

Una que descendìa con un peso de
plantigrados.

Una que llevaba en su madera la mirada
de un oso.







Poema






Recorro la vìspera.

El trueno anunciando en ella
un lèxico, una ilusiòn donde los
pàjaros se dividìan como latidos
que llegaban de uno solo.

Uno que comprendìa
toda la vida.

Ese que a cada instante se sigue
separando de nosotros.





Operas de Madera





Acaso en este otoño
el jardìn sea una via-lactea
cubierta de jarros como los que
ofrece una uva.

Acaso tambièn
un perdigòn sea la contusiòn ideal
de una llama, con historias de hidrogeno
en una de sus selvas.

Y las lluvias sean de madera.

Y los diluvios de escarcha
como aquella que empuja el vuelo
de un murcielago.

Y existan otras operas detràs
de las flautas que caen.

Otros silencios donde 
los jinetes son sistematizados por
las anclas.

Otros flujos embanderando los
tropos de moviles.

Acaso el horizonte sea una
canciòn donde los hombres migran y los
peciolos encadenen su carne a esa luz emplumada
que todo contorno muestre en sus palabras...

Todo contorno digo...cuando muestre sus
palabras...

Yo provengo de ese diàlogo.





domingo, 21 de junio de 2015

Lejano Ambar




La noche se reproduce.

Igual a un lejano domador de
ambar.

Semejante a una estrella de
seis angulos.

Igual a la estela del diamante.

Es corpulento el agua que enumera 
las raices en su corriente; las quimicas
fabricaciones del sudor narran dictaduras y fiebres 
marìtimas en ella.

Toda quiromancia busca un lugar en la noche
para guarecerse y asi seguir
recreandose y recreando.

Tenemos biologìas donde sumamos los barcos 
que llevamos en el pelo a aquellos
que tenemos en la lengua, como 
un fosil probablemete.

-la noche conoce ello-

Tambièn nuestra garganta es la fiebre que ya antes
habìamos soñado.

Parlamentos en el craneo, ponen la nota
antonomàsica de los acertijos.

Tras la barrica un fuselaje es prematuro y 
urbano como todo lo legendario que
hay en el papel; asi cruzamos
la eliptica.

Asi dejamos atras el prefijo dado a la
honda, al andamio, a los jazmines
donde son violetas las
dimensiones 

-que como ahora-

terminan con el dìa.









Estetica de Papagayos





Alguna especie de resplandor cuando las
cosas se encierran en el nombre y ello es 
incandescente como la caida de un
meteoro.

Y pregunto a la yesca en el interior de
aquel resplandor, evitando un yo psicologico o
las constelaciones que cada noche se
muestran en las grietas de los ojos,
aprehendiendo de la reminiscencia y el riesgo,
tambièn pregunto por las cosas que son inasibles
y profundas, como un planetario que se
estira en el saludo sexual de una semilla.

Alguna vez el riesgo en la estrofa anterior
descubriò sus àrboles de sangre en primavera.

Y alguna vez particularizò las olas en los bozales
en uno de los barcos; esas olas que no regresan
al mar, que visten uniformes distintos cada dìa
y sòlo nosotros logramos particularizàmos para 
acariciar su mente, llena de naipes e hialinos
esoterismos.

Yo creo en ellos, acompañado por espantaparos
en el instante que el corazòn si saber porquè
deja en un apocalipsis sus entrañas.

Entrañas que llegan espirales en el hocico de la
nutria y la misteriosa belleza de los citoplasmas.

Y la estetica de los papagayos al desvanecerse.









Identidad





El día es diferente.
Piensa en la latitud y el genero.

-en eso se parece a la gramática, también a
la física-

Piensa en la civilización.

Recrease sobre espejos de brea.
Toma la densidad del aceite
en el candil.
Mide la altura del petroleo en
el chubasco.
Lleva prosopopeyas de una angustia
dorada por el precipicio.

El día es diferente como un cristal
que no pertenece a las ventanas
e intenta volver de noche al vuelo del
murcielago.

Extraño entre las páginas de un
cometa.

En la idealidad y contemporaneidad
de ese verso, que invade los parques con 
un cronómetro, con un puerto de hierro en
los labios.

El día es diferente pero también es
semejante en la respiración y el alamo,
es explorado por una cigarra que llega después
de los adioses. 

Lleva expediciones de sarmientos
en el cuello; allende la imagen de un venado
al mediodía, parece completar su
astrofisica.

Diferente.

Es lo único en que se parece a cada uno
de nosotros.

Y lo único en que tú y yo somos
semejantes.





La Era de la Ceniza





Allì el sueño.
Los peces optan por el mar.
La estadistica me dice que el numero de habitantes
en esta ciudad es el mismo. 

Yo asumo eso como un termometro o la
escritura de un paleontologo secreto entre la espuma
o un sol lleno de caimanes, de celibatos donde
se impulsa la liebre con pligues adormecidos por
una cisterna o la enciclopedia de los nucleos.

Los nervios viajan solitarios a 
los anacronismos.

El vibrar de un anatomico telefono
divide la ciudad en alambres y objetos, tambièn 
en hombres y animales que se llaman.

Tales hombres y animales escriben.

Las palabras màs claras son de aquellos 
encerrados en una gruta.

-no son animales ni hombres-

Oyen el sonido de los papagayos
y alimentandose de cascaras
y polvo
nos dicen solitariamente que la era
de la ceniza ha empezado.





sábado, 20 de junio de 2015

Policromìa





Llegaron a la arena con gestos de amarillo
en su deriva, mientras los alamos crecìan a 
lo lejos desde esa composiciòn que sòlo 
lo monocromo tensa; se trataba de una 
orientaciòn a un dorado universo.

-no eran pues mundos de verde-

Tenìan siglos de acero en esa evocaciòn.
Ministerios de largas consonantes con la energìa.
Eran estructuras de mimetizaciòn con una imagen
donde los emperdibles viajaban dorados
a las prendas y las hormigas eran 
articulos que el sol habìa disecado en un evento
de arena en los desiertos.

-tal evento era amarillo-

Imaginaban escrituras y pergaminos como el dìa.
Variables como el texto en el escrito.
Tautologìas y encuentros con lumenes de vidrio
en las maderas.
Tenìan a la belleza como escarnio y a la espuma
como arte de animales esculpiendo 
corolas de tulipanes entre la brea, manifiestos
comparables a la cupula de las
iglesias donde las torres no eran bendecidas por
el verano y el aguila parecìa reconocer 
fiordos en cada una
de las grietas 
de los campanarios y gametos.

Escarbaron el brillo de un camello en los colegios.
Procesaron adolescencias con el fuelle
y los dormitorios que eran utiles 
al reloj de lo cotidiano y los pasillos donde 
extrañas galerìas daban paso a los dinosaurios
con un submarino celeste.

Amagaron en las estuarios aquellos capitulos
pertenecientes a un batiscafo, sometido por
el universo boreal de un poema y el riesgo
de un caso rojo como las entrañas.

Tal rojo se hizo violeta.
Llegò al marròn con una legaña.
Fue sintetizado por la oscuridad, que casi todo
lo crea.
Desprendiò màstiles que llegaron a la carne 
para reconocer lo inhospito.
Y lo inhospito no era mas que otro pigmento.
Un color transparente reclamando el
espìritu de sus huellas entre la transparencia.








Que la Noche Sea





Que la noche sea otra realidad.
Que descienda entre conjuntos de piel 
con ese aire soterrado y puro de las alegorìas
y las silabas enteras escribiendo en las puertas,
sobre las agujas, los patios y los rieles.

Que la alusiòn al oceano sea inmensa 
como los prototipos de cera
que yerran debajo de los bosques, cuando
aluden a un verano de goma semejante a las marismas o la
energìa del medano es un proceso lunar
o una expresiòn arquetìpica de luz
en las columnas, junto a una
antorcha
donde viven y se agitan las equivalencias.

Que sea un presagio la vibraciòn de los
corales, en un sonido de piedras directamente 
con el helio o la vanguardia secreta
del pleonasmo en la pira
de un alfiler, donde
se citan los baules y la conmociòn se posa
en las alas del mar, allì donde los sigilos de la
contemplaciòn son la fantasìa de las 
edades.

Y los lances?
Los lances como oboes que invisibles
encarnan el sol de un mar con luces de galeras
inmediatas, como el despertar de la ola en la orilla
o la formaciòn de una corona en los cabellos
donde las interrogantes son capitales
de inquietud o estrepito
derivando a las preguntas.

Que todo sea como el poema que està escrito
en el cielo.

Y sea el vuelo de los pàjaros quien
a cada instante lea en ellos...

A cada instante y sin decirlo...






Astrologìa del Oceano




Recuerdo el mar por una botella en los labios,
robusta como los arlequines de una
ciudad en los cabellos; todos encrespados
por astrologìas de carne; semejantes a los 
que en secreto llevan los relampagos.

Evoco el mar sòlo por las medialunas de 
esa astrologia.

Recuerdo el mar por los imanes en sus ojos
iguales a olores de violìn en una huella.

Tengo presente el arpa que muerde las estacas
en sus olas. Sus constelaciones como un arte de
bajorrelieves, cremando su camino desde
una solitaria estrella.

Recuerdo la presencia de carbòn de ese astro
embanderando de oscuridad su azul.

Lo recuerdo como una pantera dictando verbos
de metal en los bosques, donde no siempre una
sinfonìa empieza.

Lo veo llenando de helio los dirigibles, junto
al gramado del fuego en la corriente.

- aquella que sòlo la mente recrea-

Lo recuerdo por esta especie de nube en el aliento.
Por la envergadura del helio en sus columnas
precediendo al eter donde lo primitivo ascendìa,
desde un medano cortado por la tunica.

Tengo la playa, el paladar en ella de una foca
con extraordinarios felinarios en sus sienes. 

Està presente en mi memoria como mamifero
que trota en una rosa, con la idiosincracia
de lo inasible y el portento de un jardìn al
llegar a su idolatria; pulsaciònes de
volcanes y crateres lo 
guìan.

Recuerdo el mar, màs de aquello con que
podrìa imaginarlo, oigo sus puentes, calzo a
sus demonios; esta presente como toda mi
juventud detràs de las cigarras.

Veo en èl, ese territorio de dimensiònes sin papel.

Esas dimensiòn aladas de las grevas, bebìendo
del aceite; esas dimensiònes de pelicanos con el
corazòn enturbiado por el climax y los
elixires donde el viento estiliza aspas
de un estuario soñando en el tiempo
con faroles y acuarios de
veletas.

Recuerdo el mar porque es una pared de plastico.
Un universo de antorchas, ahora que duermes y es
el que reclinase en nuestras espaldas.

Ahora que reclinase en nuestras espaldas y tù y yo
tomamos el camino de regreso hacia los hombres.





viernes, 19 de junio de 2015

Aquello que la Eternidad Asombra





La planicie en vilo.

Y en una de las piedras el canto y 
las castas, agitandose como una inflexiòn; el
enigma de uno de sus bordes flanqueando 
el oceano en libertad, tomandonos desde
una rotaciòn de papiros donde
lo cotidiano
aborda templos de
mimesis.

-una frecuencia donde el aliento dibuja cada noche
sus sacudidas-

La ilusiòn de una luz en la nuca donde la
desesperaciòn, imagina dìas de magnesio con 
sus sueños y el aceite que gotea de una 
lata, en circulos con llamas de puertos
que otean los crepùsculos de un
suicida en el vuelo, se eleva...Nosotros los 
llamamos pàjaros. Olor a pez debajo
de la nieve.

Disfrazadas de agilidad en el aire las puertas
entonan adioses de lirios y aleatorios balcones
inundados de obuses; creanse.

-maligna sed de 
cuadrupedos talvez; anclas quitando del 
cielo el ozono- 

Faenas de helicopteros y cautiverios
diluyendo un frasco al atardecer, volumenes y lampos
de siseos y nictalopes, donde el infinito dobla
el hilo y la fiebre, la mirada de los
manantiales, el eje inmediato
de una grieta.

Aquello ùltimo que la eternidad asombra.




Poema





Iba a reflexionar sobre los druidas, sobre el 
sonido y su eco, en los eternos mandiles de la multitud 
cuando impregnan de purpura las silabas.

Iba a pensar en el violeta llegando por
la noche con sus travesaños.

En los relojes que son clepsidras al final del
invierno, cuando caminamos por la arena y la melodìa
de nuestra perversiòn los trasforma en idiomas y 
cometas; en cometas e idiomas.

En la transfiguraciòn de las perlas.
En la matinee de los vicios y placentas.
Iba a reflexionar en el nùmero escencial detras del
uno: exactamente el que lo forma.

Iba a meditar en la oscuridad cuando se llena de perlas.

En lo ovalado del puente y el olor a petroleo
de todo ras convertido en ojera o albedrìo; universo
sensible del atomo cuando los puertos del amor
llegan sin una escritura.

En el invisible gramado que posee la poesìa.

En las banderolas al final de las 
torres.

En el eje disputandole una raìz 
al pañuelo.

Iba a reflexionar.

Para descubrir que no es el acto el que
queda despuès de la metàfora.

Es siempre el pensamiento.








Palabra Navìo





Falta la palabra navìo para terminar el poema.

Tal carencia parece provenir de lo intelectual que
puede ser la palabra navìo.

Tal carencia es un jardìn paseando por
el oceano con sus alamares.

O la glucosa recorriendo la sangre.

Tal vez el mineral o el farallòn encerrados en un
manantial...Quizà esto tambièn sea propicio...

Pero la mariposa varada en el mastil posee una
proa de leche.

Su historia llega de los caracoles y los reglajes.

De las dimensiones concientes de àngeles y barcos
que llegan hasta el hermetismo del semen en
los rìos.

De este otoño y los galeones como
cernicalos de humedas uñas que unìan los buitres.

Las llamaradas del anden; predicando ojos
de agua en la vera, dinastìas de replicas.

Ordenes como el rango en los adioses donde
la intensidad deja de multiplicarse.

Hasta que la palabra oso y gimnasia llegan.

Concluyendo que la palabra navìo
era innecesaria.









Extraña Geografìa






El barco dormido en un sacrificio.

El puerto donde una borrosa luz lo esperaba.

Un album de lenguajes en ese silencio desde el
cual partìan los cipreses.

Los objetos de un parpado como aquellos que 
acontecen por una mejilla en la mañana, cuando 
la mirada confunde el brillo con la luz.

Y cuando la aurora no siempre es el alba.

La melodìa como cierta terminologìa de
la percusiòn.

Y entonces
escribimos preguntandonos:

Para què este oceano...

Para què este barco en el sueño llevando 
nuestras visiones...

Porquè ese poema encerrado en el aire que
rueda en los pulmones.

Un aire extrañado...Sòlo extrañado de esa 
extraña geografìa.




Devenir






Elevas una sien.
En ella un pensamiento, dorado por la idea.
Es cierto, en algùn lugar del mundo se 
hace tarde, pero en otro el tiempo
empieza.

Las raices son de piel ahora
porque todas enseñan las historias de los
hombres; unas màs que otras aferradas
en lo profundo a la tierra.

Y en esa sien, un acto intelectual.
Una horda de celeste que es casi periferica,
pero no, hay una castillo de piedra 
en cada casa de dragones
en el pensamiento
aquel que aprende del sol y aprendiò del
oceano en la arena
cuando los nombres llegaban hasta las manos
escondidos en la olas.

Igual como en esta noche llega la poesìa
a un poema.




jueves, 18 de junio de 2015

Aproximaciòn al Simbolo




Entiendo que aquì vivan otras cosas.
Una brisa, una manada de papel serìan 
los ejemplos de ello.

Tambièn yerran otras cosas, pero eso
lo deciden los platinos.

Comprendo que cuando imitamos 
la reminiscencia està en un esplendor
de un desplazamiento llamado gnoseologìa
y lleva una carta astral en las manos.                                                                         

Y trato de entender el ciclo de esa
astralidad, acompañadas por esferas que 
generalmente guardan la forma de una boina
y quizà -sin ir muy lejos- de un alevìn.

Lamentablemente no soy gamado como el
sol para decidirlo.

Yo no llevo swasticas en ese sonido que 
empieza su sonido en la garganta.

Entiendo que un naipe no llegue a un
pergamino, como tambièn entiendo el 
hecho de una corteza mirando con 
desprecio el ala.

-el ala pertenece al murcielago-

Y nosotros intentamos escribir una historia
de señales porque en ella el simbolo
deja de existir eventualmente.

Pero lo ùltimo no es asi.

Es sòlo el devenir donde se re-crea.











Para Ser Original




Para ser originales hay que ser autistas y ciegos.
No tener conciencia del rehen y el secuestro.
Situarse ante uno mismo enteramente antigravitacional.
Y hay que caminar sin zapatos, intentar recogerlos
en las esquinas, es uno de los menesteres cuando
tenemos la intenciòn de ser originales.

Pero la oroginalidad es otro menester, la hallamos
entre la incertidumbre, en el ingenioso desarrollo
de cualquier sospecha. Y tal originalidad estiliza
un astro a cuentagotas. 

-es otra de sus caracteristicas-

Para llegar a la originalidad es necesario pensar
sin tercetos, vadear a la caligrafìa no siempre, es
necesario caminar en ella con un poco de 
esquizofrenia si se quiere, pero sòlo un poco, màs
allà de ello no podrìa la originalidad ser
complementada por el entendimiento.

Para ser original hay que aprender sobre drenajes.
Graficar en ocasiones lo variopinto. 
Llevar un linterna que pueda quemar el papel.
Dosificar los paisajes que nos deja ver la mirada.
Convertirnos en candiles, amagos y ciertamente
cuentagotas.

Es indispensable llamar a los liquenes.
Volver a quemar una daga en las corrientes de
una riachuelo.
Llegar a saber de una puerta por requiem.
Oir del baul por refriegas y archipielagos.

Para ser original es necesario llevar un
repertorio de lo ilògico.

Sòlo asi podemos tocar por un instante
esa lucidez que lleva lo irracional cuando
es una sombra.






Tema De Helices





Me refiero a un tema que trate sobre 
lo helicoidal.

A uno de los helices agrandandose en
el interior del río.

Al pasar de un hombre uniformemente
lleno circulos y veneraciones.

Pero esa no es toda la realidad en estos
versos.

No es toda la realidad y algo de sintesis 
es quien merodea la espuma, los cables
y la era terciaria del balón de gas y los
hierros.

Seguidamente una casa y la puerta que se
abre dada la criatura de nervios en la 
frente y sabiendo de ello, presagiamos asi
un desencanto.

Ese desencanto es antiguo como el tema de
los colores en la oscuridad.

Podría ser la historia de juglar entre el
idioma castellano.

La metafora con espacios marrones y 
casi abrileños como una pared.

Podrían ser las venas con temporadas de
vellocinos. Pero yo me refiero a un tema
helicoidal.

A algo en el idioma que no siempre habla
de helices.







La Tradición del Presagio





Te ví en un país de atletas.
La ciudad era la misma en los cabellos 
de arena.
Los crucifijos despertaban al relente
renaciendo por la tarde.
Lo hacían sobre notas que prolongabanse
entre notas de eucalipto y platino., de nombres
formados por el sueño. Te vi, disecando
ciudades de enredaderas esparciendo 
en las avenidas límites de nieve
sobre las hojas.

En un país de báculos
-difrente en absoluto al de atletas-
donde las citaras recogían el olor podrido de
los tulipanes en el agua.
En libretos de horizontes reflejando un manantial,
un episodio religioso con marismas
de lluvias.

Te he visto. Los jardines encanecen en la
inmensidad del hierro. Tragedias como la flor sobre
el cuaderno, respiran racimos de encías
sobre los puntos. Brillos clasificados por el oceano
dan pie al verso de los amantes sobre un
acantilado de asteroides, de espinas que duermen
en el sueño de los planetas observando la noche, el indice
de los idearios en ellas, con una presente cronica de
lámparas, de candiles que avanzan hacia
el sur con un travesaño de seda en 
el oido.

Y una tradición de absolutas astromelias en
su presagio.










miércoles, 17 de junio de 2015

Las Catalinas de los Caracoles





Historia de un voceo.

Apartado de vibraciones en una llamada
que objetivamente llega de un archipielago,
desde el cual un modelo de espuma intuye 
el ámbito, el género, el grano que asociamos
a un menguante, llevando tonos pequeños
de sal en el rostro.

Y prontamente un insular paseo por la
dinámica, por conjuntos e instrumentos
en sensibilidades de brasas y esa resplandor
que acaso nos presiente como una
cabellera hialina, contrapuesto a lo diafano.

Y de nuevo llegamos al lenguaje del sedimento.
A un ejemplar rudimentario como un niño
Y la historia de una catarata sobre la prensa
estiliza en la arena muros atronadores
para cada silaba, para toda forma y entonces
el aire desnuda periodos de lustros,
habitaciones para una sola ojera roja.

Ión. Ramaje helicoidal en
todas sus denominaciones, terrestres flores
representan un teatro de molinos
acompañados de lecturas de feldespato.

Historia de un siseo. Sobre nuestros
caminos, un diario de tortura cotidiana hecho
de pasarelas, programaciones entre los
alfileres de las dunas, en la belleza de esta noche
cuyo tiempo está marcado por un epitafio.

Por una bicicleta a vapor que ha olvidado
los circulos. 

Y se arrastra silenciosamente, semejante a
las catalinas de los caracoles.







Aminoacidos




La capital pertenece a un mamífero.
Verticalmente la pulsación llega a la 
casa de una cigarra donde emergen los
pueblos y diametralmente somos el
opusculo que practica una relación 
con las cuerdas, con las sogas y los
bucales aparatos de las operas elficas
-a veces- mediterraneas. Extirpamos una orilla,
lo sé, comparamos escarabajos y entre
territorios de resina, llegamos al esmero
de un caracol mientras resuelve ecuaciones,
monotonías de anillos y diametralmente 
son domesticados los prados y en su yesca,
la fantasía del helio es un ventilador que
recogemos de una semilla, después de
caminar entre pequeñas inmensidades
geométricas. Pantanos de exodos, la grafica
llanura del sueño donde la línea es curva
entre introducciones de timpanos y catedrales
donde la materia vuelve con frecuencia
a un país, a un organo de teorías azules,
a una ciencia del astro en el verso. Y entonces
vemos en esa capital una vida social, economica,
neoliberal como todo acuario en un acento
caso luminoso que proviene de la historia.

De la historia, pero sobre todo de los
aminoacidos.









Los Nimbos de Aceite




Recuerdo las palabras con las cuales
viviré este día.

Los objetos que sagrados y vacilantes 
corren por el agua.

Las deidades cayendo desde un fruto
vaporoso entre la ráfaga.

Evoco el vacío que tiene que cruzar el
aguila; algunos lo llaman inconmensurable.

Veo ese lenguaje en los parpados, lleno
de dorados balnearios y músicas que
llegan desde las ballenas.

Escribo en las voleas.

En las esquinas donde no nacen los
presagios.

Al hermetismo de las santabarbaras.

Al doquier de la barbarie en un piloto
de cera que crea un adagio.

Y más allá miro el equinoccio entre él
y los monasterios las avispas avistan
marejadas de uvas, territorios de olas.

Recuerdo toda caminata hacia los
cabellos igual que recuerdo nimbos de
aceite.

Conozco la historia. El sauce y la tierra
donde la noche escribe de brujulas.

La soledad de un buho entre los sedimentos.

La nota mas larga de ese mismo buho al
estrechar el cosmos.

Medito en los pasos. Aquellos que llegaron
a la noche convertidos en palabras.

Los que encrespaban el verbo hasta el
magnesio.

Los que llevaban amuletos tanto como
necesidad.

Recogo aquel buho.

Bebo el agua del metal entre los nombres
que exhalan sus alas.

No es necesario que la poesía crea
despertar entre torres.

No es necesario que cubra de otros
dioses su mitología.





Historias de Crótalos





No es esta la sensibilidad.
El tacto autoctono de la fiebre.
La rigides de un día expresado en lo 
celeste.

Y no es tan lejano el desarrollo
donde la urbe del aluminio posa su palidez
de alamo, su significación de parpado relativo al
gorjeo, a una luna inmediata,
a la asignatura de un pez junto a una boina
donde el poema estrella sus
caleidoscopios.

Ni el atardecer con sus exodos marinos
en el semblante de una comunión que une épocas
precisamente porque el balde era de lluvia
y los cometas recogían el sustantivo de la piel
entre minutos de perspectivas enteras; allí
las filarmónicas eran preparadas por
el bulbo y la conciencia entera de
un santuario medieval
sugería historias de 
crótalos en la 
medula.

Allí donde los árboles no eran de 
madera.

Pero bajo las sombras, brotaban.




Las Mareas de la Tierra





Llevabas un retazo de agua
en la linfa que sostenìa el otoño
en superficies de polen.

Y los jardìnes de barro se dilataban
al sur de un sinoptico anden plateado,
donde un gurbiòn recogìa 
celestes sintaxis.

Tenìas una seda colonial.
Una piràmide de aceite, escrita
desde intenciones cromàticas
y a la par de ello
el equilibrio de una astrologìa
al emparentar lìquenes y selvas,
gametos de antigua conmociòn
con el limbo y las siluetas
donde las lineas
formaban el agua de manera
quimica y dinastica.

Te orientaban los coloquios.
Una cabeza representando el oido.
Una luna cervical donde la divinidad 
dejaba el ser amarillo del otoño,
el halo a veces enlazado al eden
el paraiso de un fruto mientras llega
al climax o la circunvalaciòn.

Tomabas un enjambre.
Una caratula de ambar.
Desconcertado por la piedra y las
capitales invadistes enciclopedias,
escamas y lapices de goma,
volumenes que alguna noche crearon
cuadros de jinetes, jefaturas 
fantasticas.

Sobre la mesa dejaste la masa.
El tono aereo del torno.
El resultado de un planear debajo
de la tierra cuando el polvo resultaba elegido.

Y tù tenìas que formar mareas
con la tierra.

Patio de Langostas







El verano como una noche a definir
y seguramente los olmos en una primavera
de opalos en el ala que se derramaba.

El barco dilatandose
entre galeones y corzos, allí el universo
creaba su manantial, su túnica de huertos
que un jardín marino desnudaba, mientras los hombres
se levantaban hacia la jabalina y los azules.

Imagenes de patios donde la inspiración
dejaba ver el más lejano piélago
hundiendose entre evangelios de lamparas, entre
nocturnos de languidas inclinaciones; Imagenes 
de patios que dejaban ver el mar donde 
bordabamos langostas una y otra vez.

Hasta ser tejidos por ellas.



martes, 16 de junio de 2015

Origenes Marítimos





Este era el día.

El modo del caracter sobre un
pájaro que empujaba una grua.

El lugar barroco del pez.

La neurona con trayectorias de nieve.

Supimos de él por los extasis en
los alfanges.

Por los ojos textiles de una llama.

Por los fragmentos donde se articulan las
celulas.

Pero, también era un día a orillas
de los espeleologos.

Trabajaba día y noche entre los
hipopotamos.

Buscaba alegorías en los
zoologicos.

Lo ví acariciar su cabeza entre 
los diamantes.

Desenterraba el sol de las lagunas.

Y tenía tal día un fondo marsupial
de hipotalamo.

Un sendero de algodón donde escribía
una mantis.

Una correspondencia entre el nervio
y las emanaciones.

Este día.

Con temporadas de tejidos.

Un titan de algunos pasos si se quiere.

Con legiones de barcos que se derriten.

Con leyendas de viento disputando a 
la soledad un hipodromo.

Un día profesional, fisiologico, semidios
de pabellones de ceniza; lugar donde
todos los origenes son maritimos.







Los Antilopes de las Sienes





Bajo esta adolescencia, son antiguos
los antilopes en las sienes.

Marchan hacia el vapor con levantamientos
de minerales.

Beben del cefiro y descuelgan sus entrañas
desde imagenes que generalmente toman
minaretes del diluvio.

Y en esa adolescencia
el hallazgo de una nave, el placer sagrado
de la luz junto a un horizonte.

Y después, racimos de arena.
La intemperie en el ocaso con valles de 
circulos.
La salida del mar en una esfera.
Ese inicio sobrenatural del relato en las
cebras.
El acento de un vuelo y hacia el sol
ese espectorar de los barcos
en sus mástiles.

Goznes de entrañas. El aliento
descendiendo paulatinamente al oceano,
lleno de ríos y maquinas procelosas
en la industria del eco y las
bandadas.

Bajo esta adolescencia el vahido 
de la escama.

La silenciosa bengala cortando los
destellos del mundo.

Lo fundamental como un territorio de
avispas colonizando la marea.

Lamparas de ensueño inclinandose
hacia los papiros.

Liquidos de verde junto a un candil
donde vibran asteroides; aquí nace un
jardín y el hecho providencial del 
lenguaje como una transparente
academia de sol en los labios
enciende sus limites.

Hasta un amanecer donde los 
panoramas se hunden.

Y todos los antilopes del universo
vuelven a las sienes.

Poesía





Reconocer un día.

Escribirlo en el interior de los
árboles como ejemplo de una cigarra
marcando el origen de un plano,
de una luz organizandose
según la dialectica del opalo. Según
el cronograma del helio.

Empinarse sin trascendencia alguna
en ese plano. Poner un techo en
cada una de sus estalactitas, ser diafano con
un tanteo de nucleos en el agua,
mientras introducimos algo atomico en ella, 
mientras un roce camina,
hacia un boreal aleteo lleno 
de pristinos ejes, de sedimentos que 
esperan en cada marisma,
mientras la arena muestra en la distancia
las palabras que evoca
un dromedario.

Dotar al fondo del mar de otro vacío.
De esa sensualidad como el ingenio,
un ingenio lleno de prolongaciones,
uno ebrio de corolas, donde alguna noche
el maleficio sea capaz de crear
su propia esfera.

Aquella que encierra en su corazón
un pelícano.












lunes, 15 de junio de 2015

El Navìo Sobre una Casa




Aún sobre la tempestad, se teje un 
puesto de oxido y menguantes, que
los bordes de tu corazón y el agua, derramaron
entre los naipes-manantiales donde el purpura 
dejaba un universo que tal vez nos amo como
un juicio, antes que como
vaticinio.

Pienso ahora en ello con toda la fuerza de
los dequeismos.

Del barco encima de una casa.

Y sobre aquella misma tempestad, veo el 
descanso del espiral, los planos sobrenaturales de
la flor cuando se convierte en jinete entre 
las superficies.

-fenómeno extraño como numerosos 
poliedros-

Ritualidad del alfanje que cubre caminos
sobre la ley entre la poesìa del muerdago y el
color invisible de una cimitarra 
en el barro.

Allì donde el polvo se unìa a la ceniza.
A los atomos desgastados de las pìedras.
A las espinas heterodoxas de algun ser, oyendo
por la noche el silencioso deshilachar de
la escritura, en fondos de tactos romanticos,
neoredentores de versos como el
agua
en la inmensidad del viento.

-allì vive aùn una gaviota, yo lo sè-

Allì donde el final de toda rafaga desnuda entre
el lumen sus colores.






Poema






Determinado evento del lenguaje nos
confirma, ese simulacro de angeles en
las constelaciones y la elasticidad
de una cita donde alborea
el sueño.

Angeles son que vuelan al papiro llenos
de legiònes.

Angeles que escriben en el pez donde
se cristalizò algùn infierno; autèntico
esbozo de aquello que presidirìa
la teconologìa de un simil
por pedazos.

Que llevarìa doctrinas como el indicio
de una pronunciaciòn; azulada por la palidez 
de un demonio.

Determinado espejo como la sangre.

Convicto ciclo de un peaton de gris en 
las marismas, iguales a èl, ascendemos por 
las escalinatas de una expresiòn.

Como tal escalera de crispaciòn 
contemplamos la silaba declinando un opuesto,
una caminata al sol acariciada por
flores de acrilico.

Navegantes de una antigua calle con
la reminiscencia. 

Dialèctica del brillo que
hunde monarquìas de elefantes en el
horizonte.

Donde los navìos se confunden con 
los arreboles de sus primeras palabras.




La Aurora del Alamo






Pensamos que ibamos a vivir sobre
el puente de una aguja,
buscando la tarde o el lirismo para ser
adormecidos,
y que saldrìamos al frìo una 
vez màs intentando convertirnos en 
fraguas de nieves. En milimentos
por donde yerran los desiertos.

Organizamos ponientes dorados de
impetu o los sacrificios, donde 
un santuario humedecia las crines 
de toda boveda.

Creìmos en esos amaneceres donde
las noches vuelven a la pàgina
luego de afirmar que no todas las 
cosas elevan sus resurrecciones.

Caminamos por el filo de la costa 
buscando un arquetipo, un dìa que 
tuviera mas de un significado 
en el estìo de los astros.

-aquellos que se reparten el cielo
por la noche-

Y se terminan de derretir en el 
alba.

Bajo una aurora de alamos.





Ese Fervor Magentico





Perteneces a ese fervor, alimentado
por cada legaña en las esquinas,
donde un esquince brota.

Eres la uva en el cuello 
asolando las palabras mas cercanas en el 
tiempo: la simetrìa ondeando entre
cabelleras violetas de sueño es una.

Tambièn otra: la carne
con referèmdun de hihilismos; llaves
de costras en un lejano planeta 
donde se divulgan y recrean los continentes 
y los paises, diriamos.

Tu ser como una edificada por el heliotropo.
Tu ser conduciendo palabras de contenido 
hieràtico.
Palabras de apellidos magneticos.

De epistemologico verano en
la casa del neologismo
y el sentimiento cetrino de una vereda,
donde una sensaciòn como el
asfaltado vela foneticas siembras de
pavimentos, a partir de una estrella 
en los hombros.

Palabras sin mas arquitectura que 
el soplo o la brizna errante en la fantasìa,
concluyendo la obra de la imaginaciòn.

Palabras que llevan historias como el
hueso o la radiografìa de una libelula 
sumergida en un parque.

Palabras, todas en los puertos de una obra
con madrugadas de sienes.

Como ellas vì la escencia 
descorriendo los equilibrios del trueno.

Elevandose entre cartas donde
el verbo equivale a
una piel de augurio; cartas que
inundando con su imagen
un patio, dejan ver equipajes de 
contenidos en este 
momento.

Un momento que no puede ser detenido
por el verbo.

Y tan sòlo es descifrado por la imagen.






sábado, 13 de junio de 2015

El Velo de los Labios





Veo el labio.
El velo en ellos.
Miro los palacios en ellos rodeados
por el fuego.
Por la inspiraciòn en el momento mortal
de su inocencia.
Veo el labio percibido por la lengua. El
motivo o los motivos para tocar la intensidad o
la inmensidad llegando de un trebol en aquel.

La casa de diàsporas.
El gènesis de una acupuntura donde el brillo
de los alfileres toma de noche una decisiòn; miro la
estrella azul sin una palabra en las
ceremonias de sus amuletos.

-hay siluetas borrosas entre los graffitis
que colonizan y forman-

Tambièn miro el exodo en tal labio.
Su ontologìa plana. Su historia de minaretes
que vagan por el mundo con un zapato
en las sienes; veo el elixir de un
pergamino acompasado por
una deliciosa nube violeta
encaramando 
un purpura.

Ese labio donde quedan ignotas, algunas
naturalezas.

Su universo donde estructura el ingenio 
una ingenierìa sin dones
ni racimos de crepùsculos, fabricados
inutilmente por las cupulas. Veo el tordo
que empieza a construirlo.

Veo el pensamiento en ellos como
un predicado que no alcanza el sujeto,
el suero de la anilina en un borde, la 
canciòn automàtica que significaba
en la oraciòn, la vesperal caida de
las uvas.

Veo la boca a la cual pertenece.
La herida siempre abierta en èl, porque
esa es su condiciòn...

No es necesario que sea llamado
maleficio...