viernes, 29 de abril de 2016

La Raìz






La raíz tiene un cuerpo.
Por ella baja el mineral con una azotea.
Por ella el pájaro de sol que escribe con un vientre
y un escarabajo que se ciñe al pulso de 
silenciosas palomas entre
las venas.

Por ella la oración del tigre percibiendo un amuleto.
La melodía que cae como la sal de las esporas.
El ejemplo de una sortija devorando el cristal que 
devana en las palmeras
con capitales de hipódromos.

Además tiene un día, un semanario fugaz en sus 
relojes que arrastra procesiones e idearios donde las sortijas
recogen tambores de un prisma
seguramente constituido 
de botellas.

La raíz tiene un día que asila una noche de todas las
encerradas en el horizonte.

Y también tiene un marco donde las saetas toman
el origen de los patios entre sudores,
alli se inclinan a los otoños, las algas, los procesos
y las galerías donde un astro
recoge los hombros de un pabellón muy
temprano, antes que el mundo
se convierta en un proceso
umbilical en los
estomagos.

Lleva identidades de caracoles sobre la tierra.
Ha visto los inviernos y los lustros sobre las llamaradas.
Observó en el barro el sonido de los bocetos con 
corolas de desvanecimiento. 

La raìz tiene un cuerpo.

Que en este misterioso momento abandona.




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