lunes, 4 de abril de 2016
Las Rejas de los Peines
Recuerdo que el poema no comenzaba asi.
De hecho el sol llevaba medias de nylòn ese dìa y en
los tenedores caminaban muy serias algunas lagartijas.
El oceano se habìa enredado en las rejas de un peine.
Las palabras jugaban con los gallos, igual que la cicuta.
Desplazamientos de rieles y puños como los que encierra una
corona, junto al mendigo de agua que es gris y suburbano.
Desplazamientos de moviles a cierta hora del barro
en que escribimos que las flautas no recorren los baules
pero tienen cierto parentesco con las truchas.
Lo recuerdo con cierta exatitud, pero tambièn con cierto
olvido, lleno de celulas y magma despuès que -por ejemplo-
una silaba deja su grito en el circulo de los volcanes.
Lleno de penumbras como las franjas de los alces.
Inseguro en los travesaños donde soñaban las garrochas.
Inmemorial semejante a una plaza olvidada por las ranas
y los sentimientos que eriza en los balcones la espuma.
Enigmatico como los equilibrios de una encìa en un largo
y extraño amanecer de kilometrajes en el suelo o en la vida
del talòn que empieza a creer en los silos con una pesadez de simio.
No era asi. Sè muy bien que desde entonces hemos quitado
sonidos a la carne. Sè tambièn que los circuitos han
degenerado entre supersticiones donde a base de alquimias se
formaron los caballos. Sè que desde entonces en relaciòn a
la unidad las bicicletas han ido perdiendo sus cascos
y los overoles sus celajes.
Pero no lo recuerdo exactamente. El mar ha arrancado un navìo
de sus aguas. La tierra formò un desierto màs para la ira o el amor
de los hombres. Se crearon desembocaduras para la electricidad
y los nombres comerciales de los aerosoles.
Pero no es como lo pienso, el origen de aquel poema se
va perdiendo en los limites que habitan el kerosene o en su defecto
evalua dicotomìas de molino a la hora de presentarse a las sirtes
o de incubar galpones.
Recuerdo que el poema no empezaba de esta manera.
Estaba lleno de digitos y decimales que cruzan una puerta.
Deletreaba el fondo marino de las latas.
Forcejeaba con los kilogramos de carne en la memoria de los cuchillos.
Reconocìa el amor como una parte de la lana.
Era desaforado una y otra vez de los paises.
Meditaba en forma de ladrillo y despuès se hacìa veterano entre los
peces.
Ludico y veterano igual que los adioses.
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