martes, 31 de enero de 2017

Diàlogos de Trigo





Como si un astro despertara por primera vez
de la arena para encontrar su lugar en el barro.

Como si ese barro siglos antes hubiera caminado
entre los espigones o algo màs.

En la linea de vapor del humo.

Como si alguien en nuestras sombras percibiera
las cosas de otra manera.

Como si los objetos al llegar a la ralidad
no hubieran alcanzado el proposito que les diò
la existencia.

-còmo seràn esos objetos entonces, què podràn
decirnos-

En la llegada a la indiferencia que no es sino un
extraño desprecio por nosotros mismos.

Esa indiferencia en la cual alguna vez se alojaron
la fiebre y los escalofrìos.

Como lo verosimil y la incredulidad rodeada de
sistemas y pàjaros.

Desde la imagenes que pueden ser profundas 
y llevan itinerarios de todas las escamas del mundo.

Como si un astro o la libertad hecha de polipos.
Sobre todo de polipos y extraños acentos que llegan
de las circunvalaciones.

En las grutas donde los alevines conducen millones
de palmeras y la tendencia del sur a las cavernas
ilumina la parte de un diàlogo de trigo.

Como una raza de coleopteros ebrias de sinfonìas.

En la estrecha coherencia de un nido en las ramas.
En los àrboles que unos a otros se suceden
sin ninguna intermitencia en la figura del hemisferio.

Haciendonos creer que el infinito es un bosque.
Una luna que empieza a desfigurarse.
El rol de una boya.
El salitre de alguna monotomìa.

Donde exoticos pàjaros escondidos entre la
luz liberan indòmitas palabras.









Poema






La noche se encuentra en la arena.
En la espuma incrustada en la orilla; en esta
la resaca teje algo inasible.

Una exotica dinastìa se forma en las dunas.
Posee reinos atravesados por mandibulas.
Por cortejos de violines que datan de epocas en las
cenizas junto a gavieros que entonces llenaban
de radiografìas sus pulmones.

La noche se encuentra en la araña.
Dejò que atardeciera para escribir en los flancos.
Viò la lenta palidez de las conchas en los minaretes, donde
misteriosos epicentros borraban el sol con
sus lenguas.

La noche en la distancia.
En el horror de los màs oscuros azules. 
Llena de configuraciones y un amor por la hojarasca
mientras el reflejo de un sauce ilumina las
alas de un buho.

De un aguila de carbòn errante en los cefiros.
En las multitudes del oxigeno.
En los territorios que despiden un gesto de azogue.
Un soliloquio de yeso.

Tambièn se encuentra en los màstiles.
En las ingenierìas.
En el opuesto del mar en un lirio encerrado
en las esferas.

Donde las silabas llevan leyendas de 
amominables cirios.














lunes, 30 de enero de 2017

Aquello que Habita





En esa hora uno de los sueños dormìa sobre
la playa; sus contelaciones estaban llenas de purpuras.
De parpados y antinomias.

Yo pensè en las figuras plantadas en su interior.
Incluso mi pensamiento poco a poco fue dando forma
a una conciencia semejante a la de un àrbol en 
tal sueño. Pude ver un remoto paraguas.
diarios y relojes ascendìendo a la
monotomìa de un cirio ovalado por la vida del
fuego.

-los pelicanos del aura decìan que ese fuego les
pertenecìa-

Lumenes y claras bolicheras irrumpiendo en las
garras de un leòn devorado por la inteligencia.
Un leòn subversivo, uno marginal, totalmente 
suburbano como los colores de un bozal cuando
los hocicos encerrados en ellos corean, naciendo 
asi lo policromo.

Cigarras y candelabros entre las raices.
Tonos de navajas y madreselvas conjugando en los
hilos del eter. El eter era un descenlace de àtomos.
El eter era la miscelanea de una ansiedad
que el calor del verano convierte en
desesperaciòn en las calles.

Y algunas veces el extraño ser que habita en mì
puede convertirlo en poema.





Las Raices de las Corolas






Allì la existencia del caracol.

La vida de la hoguera con dioses amarillos.
El encuentro con semicirculos que conjuran al mediodia
las panteras.
Las panteras y otros dequeismos.
Tambièn un gènesis absolutamente procolàbico.

Sobre las salivas un esbozo moderno de las sienes
se dilapida entre noticias de escamas
situadas entre los espolones; paralelamente la sed es
de agujas y helicopteros.

Sobre las salivas dirè que era la intenciòn de llegar
a la radiactividad de los rascacielos lleno de fotosintesis.

Entre los ministerios inmensas embajadas de crestas
se abren a las fraguas de insondables martillos.

Los ferrocarriles atraviesan la lluvia igual como
lo hacen las mareas en el ambar; sitiadas por iris 
y encarnizados arcoiris.

Transparente la bocina que origina la luz en una 
membrana, bajo un pais de yodo que alquila a las axilas
el vapor de algunos de sus movimientos. De alguna
de sus trayectorias.

Siglos de candiles y trapecios en un juego como
el hambre distribuida de manera coloquial por los platanos
en un abecedario donde los muelles son boreales.

Donde los muelles son boreales y algo
como la idiosincracia del barro es objeto de hiperboles
y manifestaciones de pelicanos.

De manifestaciones de sodio

uridiendo el principio de una metàfora en las raices
de las corolas.


El Piano al Desnudarse





Un piano se desnuda. La noche es lenta como
una guitarra que aflora de los orificios del pavimento.
Alguna gaviota abandona su corazòn en las 
cenizas.

En los corchos las olas pasean sus pupitres
y en las màscaras de un espejismo esparcen la apariencias
los tonos milenarios de sus idolatrìas.

Ambar y elixires entre las nervaduras. Manchas 
de exilio en esos lugares donde las palabras
circulan idènticas a la arena o es quizà el aleteo
de una silaba en formaciòn, una silaba que aùn no puede
decir nada.

Un piano se desnuda y desciende. Parece un àrbol con inviernos
completos. Semeja un bosque con estructuras magneticas.
Es un testamento del azogue luego de acariciar los megafonos.

Cintas de piedra entre los embalajes.
Cuadrilateros de silice en una cortina de hierro donde
un lenguaje de hierbas se acerca a un predicado en
el sacrificio, a una estaciòn verbal propia de 
un acantilado donde alguna vez
se dispersaron cometas.

E igual que el espìritu en el universo se convirtieron
en naufragos.



domingo, 29 de enero de 2017

La Identidad de las Venas





Aquello dormido sobre una manzana.
El lenguaje en el coral vestido de torpor. El ambar.
Las cenizas de una espina en las hierba consumidas aùn
por el verano. El idioma de los equilibrios entre
insòlitas mancuernas de espuma; multitudinarias
y arcanas como el acento de una cigarra.
Seguidamente un helice.
Una dimensiòn de aspas si quieres.

El verso entre solitarios pianos que llevaban un nombre.
La corola en el enves del parpado suspendido por
un equilatero. Un organo del sol llevado por una bolichera
en la proa y las jarcias en la memoria de un marinero
involucrandose con el salitres de la orilla. Lugar
donde tambièn permanecen las memorias.

Un arco de sueño en lugar de aquel donde la imagen
se alzaba a la corriente con un cuello lleno de langostas y la
distancia desplaegandose con una botella. Con una idea
de salitre en los labios. Con encrucijadas de aluminio
y constelaciones que aùn en los espejos, observan
la formaciòn de las ciudades. Las veletas que
enseñan al viento el camino hacia las
tradiciones.

Aquello dormido sobre una manzana.

Sobre los planetarios que llevan una y otra vez en sus
sombras

la identidad de las venas.







viernes, 27 de enero de 2017

Detràs de las Iguanas





Algunas focas llegan del aire.
Ello es como un mundo muy particular relacionado 
al oceano y la atmosfera.
Algunas focas llegan del aire, pero pertenecen
al oceano.
Seguidamente todo es estructural como un eje.

Uno de los pasillos se encuentra derramado en el
agua y por la misma fluye.
En uno de los pasillos el agua ha encontrado la
relaciòn con algunos ejemplares solares.
Con algunos ruidos profèticos.

El sol atraviesa el cielo detràs de las iguanas.
Tales iguanas llevan tijeras en sus lenguas.

La longitud del confìn es un casco.
El purgatorio donde cocinan las termitas posee
un rascacielos; cosa desesperadamente calurosa y
ardiente en esta mañana veraniega donde los
tropos han dejado atràs la anilina.

Algunas focas llegan del aire.
Lo hacen con una frase.
Lo hacen con un sentido del viento que logra
ser conjurado por lo ferenomal o quien sabe, asi
se llogra llegar a un carbòn y un 
animal salvaje
de cera
y aceite.

Pero pertenecen al oceano.
A los alaridos del mar en la orilla.
A los preparativos de las algas debajo de la espuma.

Espuma a la cual no son ajenas las crestas.

Son èstas quienes dan la existencia a sus formas.






jueves, 26 de enero de 2017

Las Palabras en una Ventana






No recuerdo las palabras en una ventana.
Las imagenes en ellas se desvanecen.

La soledad cruza la calle llena de racimos.
De diminutas aletas de trasatlanticos.
En lo personal, ello no es sino otra forma de
la penumbra. La poesìa la vuelve
sofisticada.

El mundo hecho de golpes se encuentra en
alguno de los fasciculos.

En esos fasciculos era imposible que habitara
un equilibrio.

Sin embargo seguì a esos fasciculos alguna
vez y pude dibujar los timpanos que 
sobresalìan de sus oidos.

No es algo natural que un hombre vea los 
timpanos de otro hombre sobresaliendo de
sus oidos. No es algo natural, pero a veces
como ahora se vuelve cotidiano, domèstico.

No es natural, digamos que es sobrenatural
entonces.

No recuerdo las palabras en una ventana.
Creo que es algo que a nadie le importa.
Solo yo de alguna manera soy diminutamente
relativo a ello.

Los pàjaros en las lagunas llevan caracoles
en sus picos. En sus patas hay relojes y
antepasados.

En los edificios solitarias sirtes hunden
membrillos en las escaleras.

Un hombre en el aire piensa en otro antes
de adormecerse.

Algunos hombres arrancan lenguajes del
mineral. Es un espectaculo que sucede a
diario entre las bocinas; en el espacio que
dejan los automoviles.

Yo intentè buscar una ciudad lejana para
que ello no suceda.

Intentè ademàs construir inutilmente un
equilatero.

Como todas las cosas. Los hombres a la
larga o a la corta estàn solos.




l

miércoles, 25 de enero de 2017

Profanaciones






Una melena es escarlata y es originada por el epiteleo.
-cosa posiblemente improbable-
Una melena se une a los màstiles en dìas en que el
invierno en las corolas importa mas a las abejas que a 
los hombres.
Los collares forman tradiciones de virgenes en el aceite
para un increible minotauro.
El minotauro se encuentra encerrado en un laberinto.
Tiene satelites y llantats.
Posee paraderos de buzos.

Dado que los laberintos son especies de ciudades tal
minotauro se mueve entre transitos y semàforos. Aprendiò
a trasladarse entre obreros. Se hizo original a fuerza de
lamer en los los angulos; lugar donde creaban sus lagunas
las arañas.

Sì. Sè que las sociedades llevan en sus entrañas sòlo limbos
y venas. Que las fraguas en sus pasos son como idealismos
flagelados a lo lejos por la belleza de un cometa. Que sus
cartas son ojeras de sangre por las cuales la soledad toma
la intensidad y lo ardiente.

-la intensidad y lo ardiente no es una naturaleza de las ojeras-

La intensidad es un verano con muchos eslabones.
Lo ardiente es una citara que vuelve de un perihelio. Vuelve
ebrìo de margenes.

Y de cascaras de polen, profanadas por los elefantes.









Inexorable





El verbo da paso a todo aquello que preludia.
De alguna manera se anticipa a la realidad y deja
atràs el conocimiento.

Asi surge otro.

No sè si es un conocimiento que llega de las aspas.
No sè si es una visiòn en los collares de los cisnes desde
vaya a saber uno que atributo. Quizà no lo es.

Quizà es una especie de talento en el verbo. Un talento
animal para reconocer los dones. Algo màs extraño que el
destino habita en su pulso.

Y aunque el pulso es una ceremonia del corazòn el verbo
a veces da paso a todo aquello que preludia.

Eso no puede entenderlo el lenguaje.

Que en este momento alejàndose del verbo con sus palabras.

Inexorablemente se dirige a un abismo.










Poema








Creo que se trata de un retrato un dìa de invierno.
Las luces estàn apagadas sobre una gota de vidrio.
En los relampagos habitan lenguajes para el
recorrido de silabas que no son vistas.
El amor es agitado entre inmediatos ejes.
Los carbones estàn compuestos de magnesio igual
que en todas las anatomìas.

Creo que se trata de la dialectica en un
herviboro despuès de haber trazado una cùpula.

Què lucidez tendrà esa dialèctica?

Què muelles habrà alcanzado luego de vivir
entre hemistiquios?

Cùal seràn las preguntas en sus circulos para
los pàjaros?

Còmo serà la forma del arco que dormirà en
sus antorchas?

Sienes antarcticas en un dìa sexual de cenizas 
donde las naranjas tejen radiaciones de caracoles y
salivas transparentes.

Sienes que se impulsan boreales a la lejanìa
con el eco de un ministerio propulsado por el trigo.

Un pensamiento se separa de la realidad, pero
paradojicamente lo hace para unirse de otra forma 
a ella.

Otro lo hace buscando llegar a la imaginaciòn
de un periodico desde las entrañas de los tulipanes.

Los tulipanes son verosimiles ahora.

Los dìas del sol regresan de los antilopes con una
cuchara en la boca.

Sobre los templos se organiza el reflejo de una 
membrana en los timpanos de una pantera.

Creo que se trata de un arnes.

De un origen de sal en el antomonio.

De una clasificaciòn de las gotas de vidrio cuando
duermen.

Y entre maravillosos venenos llegan a la
sintesis.








martes, 24 de enero de 2017

Aquello que Despierta





Como un oceano que escribe de las legañas de los ojos.
Igual a una cigarra que se desvanece en las hojas del acero
llevada por el numen del viento.
En la hojarasca transformada en amapola.
En el exilio del naipe en una boreal exegesis de los druinas.
En las estacas del pliegue y las bovedas donde los aluminios
escupen en las corazas.
En las dosis astrales de los cigarros en la silueta del fanal.
En el bajel que toca la intensidad y acaso regresa
con la ilusiòn de un castillo de leche oprimiendo las siluetas
de los leviathanes.
Como estrellas en los dìas particulares de un coso.
En lugares iguales a las doctrinas y el paso de los vidrios 
por alguna peninsula en llamas.
En el lacteo recorrido del mundo a un cartel de piras con
maquillajes bronceados por las urnas.
En el tràfico de los eslabones en los rostros de un niño.
En los juguetes que caminan de la alquimia a la quiromancia
con una estrella hieratica.
Durante la instrucciòn de las grietas entre lo inexpresivo; asi
es como llegan a la existencia sus murallas.
En los patios con individualidades recorridas por la lucidez
de algo racional como el sueño entre las alambradas.
Entre los puertos conquistados por baule que llegan a los 
gorjeos ebrios de bandadas.
En el punto onomàstico en las quimeras y las versiones
de un domicilio abstracto en los panales.
En el plano del silo en una envergadura de bronce.
Donde las equidistancias apagan el lumen.
Y desesperados equilibrios las despiertan.






El Unicornio de Limòn






La vida de los similes.
La vida de los heteronimos convertidos en aspas.
La orgìa en el nihilismo con rutas de verano marchitas.
El sol amaestrado por el fuego o el hambre.
Las corolas irrumpiendo en la experiencia de un 
cometa lleno de bolidos.

La invisibilidad de la lluvia y el tambor.
La pergola construida por baules y tulipanes.
El sueño o las monarquìas de un peine regadas en
los absolutos, allì los exorcismos duermen
como bocetos semejantes a un diluvio.

La vida feromonal de los trazos.
El unicornio de limòn.

El astro.
El astro cientifico de los cartones, donde el
sigilo azulaba alguna de sus avispas y entre comentarios
de espuma o lodo surgìa un microcosmos. 

Una herencia de trigo y contemporaneos eventos
donde el oceano confirmaba la existencia de los dirigibles
debajo de los lagos. En un mundo màs allà de la arena
y los suburbios.

Una herencia igual al trecho que es cruzado para enumerar
los destellos que en un velo formaban himenes de 
porcelana; prioratos de sed en una aguja eran
donde los sauces inclinaban sus
castas gelatinosas o sus alquimias de extranjeros
posando una y otra vez cartilagos.

Y el dìa?
El dìa era el presente marginal de un antilope.

El futuro de un obrero llevando a sus espaldas millones
de jabalinas.

Incrustadas en las teorìas de los candelabros.









Sistemas de Plàstico






De todas formas una mañana de agua.
Un borde de salitre al final del sueño en un principio
de imagenes.
Una calle con un zoològico donde las astronomìas se
convierten en sienes.
De todas maneras la estela de una vereda en el pensamiento.
La ojiva de un vortice en la arena ansiando tocar
el crepùsculo.
La metàfora disciplinada del amanecer en una palabra
donde una estrella en el aceite explica las palabras dormidas 
de los àrboles.`

Y el suelo de cianuro.
La poesìa llena de cuadernos como un oso.
La poesìa tejida por movimientos de crateres
y diàsporas de ludicos claveles.
El silencio donde los espejos diagraman sus reencarnaciones
entre sistemas de plastico.
El ala entre las fotosintesis de una nervadura.
De una hegemonìa en el tallo, en las coordenadas
de los hilos, en las programaciones del eter.

De todas formas un relieve.
Una maña de semidioses entre la penumbra.
Una foto irrelevante del mar brillando en un cuchillo de arena
con dinastìas de pliegues en sus claraboyas.
En sus arcoiris llenas de lociones y lucidos hocicos
de brea.

En los telescopios del plexo.

Donde milenarios parpados preparan la llegada de las
cinematografìas entre los ojos.

Oprimidos eternamente por sintesis boreales.

Todas alguna vez perpetuadas por el humo.










lunes, 23 de enero de 2017

Raices de Plastilina







Creo que alguna noche las fabricas viraron.
Que sus hechos alcanzaron una ceniza al soñar en el
interior de un parpadeo.
Creo en las maquinas que arrojan destellos en una
lonja; todos son industriales. Hay un obrero
dormido en una lonja de sus alas.

Que las brùjulas anduvieron entre brillos de escarcha.
Creo tambièn en el origen de una botella circunvalada por sienes
y minaretes, donde las melenas impregnan de buhos
todo aquello que significa la vida por la noche.

La existencia paralelamente escribe como si fuera
un talamo y sus poros refractan una especie de luz
en cada escencia del oxigeno; una escollera
al principio del camino con mediaticos
impulsos de cintas y televisores colocan una aleta
en un arnes para que ello suceda.

Escribo desde un microfono con bicicletas y frutos
en alguna que otra ironìa, donde los minerales
escarban por la noche entre los travesaños, impulsados por
estelas y ofidios que propulsaron sòlo un
mitogràfico coral en el pecho
o una brizna de carbòn sin hegemonìas.

Creo que algunos de los camellos enhebran en sus jorobas
peninsulas que recogen la piel de un talisman
y los espectrales anuncios de alfileres en un
cromo; multicolores como un anuncio vertebral de
huesos. De yescas y el lampo de una atrocidad en los
sistemas de un megàfono.

Que en cada fasciculo duerme un demonio
con pistas de helices y numeros que arrastran en 
sus taxonomìas, girasoles inundados de acido.

Que en ese mismo fasciculo observan los
birremes el espacio de eter en las acupunturas.
En las manzanas de leche.
En los planetarios donde lo indòmito recorre
veredas de iris y polisemia.

Veredas de infinitos pronombres en los limites.

Una vez han alcanzado la cera.

Y colocan raices de plastilina en ella.









Constelaciones






Has sido la imagen desnuda de un telèfono
llegando a los audifonos.

El hombre seco de una pradera en los lìmites.
El recogimiento donde un espìritu no 
llega a lo escencial. Esto ùltimo adquiere la
apariencia de un molino.

Una cresta de bronce es el amanecer
uniendo fragatas. El sonido llamado percusiòn
por las virgenes. El relato del ofidio en 
las antiguas raices de los yelmos.
La profecìa entonces era debilmente un
zafiro.

Has sido la estructura.
El plan del gameto en la proa de un vegetariano.
El silencio de un ser en medio de las escaleras; cada
una de sus uñas alojaban un otoño.
El verano del ingenio lleno de langostas y caos.
De corolas y aspavientos.

Un sur lleno de metrònomos.
De microscopios y bacterias. De lunas compuestas
de acidos y polietilenos. De poliedros
conjugados entre solares con
una sola rendija.

Tambièn fuiste la sombra de cada palabra.
Percibiste los elixires y nimbos.
Descascaraste idolos y racimos.
La humeda soledad de los follajes.
El ministerio de los lipidos en un sobretodo.

La caja -hasta donde sè- donde vivìan las
orbitas.

Un instante antes que las constelaciones de una
mirada las arranque de ella.









La Vida de los Rituales







Hoy no he llegado a la vida de los rituales.
Una parte del sol se endereza; el resto
se convierte en una extraña figura.
Entre la identidad la apariencia roza
clanes de agua.

Tampoco he llegado a la vida de los cordeles ni
las metamorfosis. A los pronosticos del humo de
parte de los automoviles. Algo semejante 
al viento enhebra caleidoscopios de poesìa
en el pavimento.

Pienso un instante en los ladrillos de este
parque que han formado veredas. Todas son
diagonales dirigidas siempre a un circulo.

Los bozales desnudan su silencio.
Las hojas de acido preparan sus cultos en el
azogue.

Un diàlogo no trajo el vuelo de la lluvia
pero trazò en el humero secretos neologismos.

Los relojes se separaron de las termitas
para alcanzar los semàforos.

El sentido que habìa en el halo fue
desfigurado por un pico de hielo.

La interpretaciòn durmiò en una membrana
de canela.

Allì la brisa llegaba identificando un
triàngulo. Un fulgor casi en el enves, una
inspiraciòn propia de aquello que llamamos
empiricos almanaques.

En ellos sòlo la vida de la existencia 
vuelve a agitarse

ante la llegada del poema.

Hoy no he llegado a la vida de los rituales.

Y en la màs lejana perspectiva, nada màs que 
una parte del sol se endereza.



















sábado, 21 de enero de 2017

Infraestructura






La brisa cubierta de infraestructuras.
Un paso escenico rodea la logistica de una moneda.
Los capitulos observan siderales y frìos desde
un eslabòn. El horizonte parece ser un
valle de eclipses y catapultas.

La luz sobre la superficie del oceano es rasgada
otra vez por las olas. 

La intensidad bate un cono de cartòn en el aire.

El bronce se transforma en una huella con
anatomìas de leòn y de cera. Es muy profunda esa
huella. Posee un libreto de cascaras que cultivaron
en el hambre cualquier heterodoxia. Todo
viraje clinico a un baul de 
psicodèlias.

Pesos de estuarios. Memoria a travès de
las ondulaciones de un presente de hollìn tomado
de coeficiente allegados a la luna. A un àrbol
con matices dactilogràficos y quièn sabe
què espesura.

Con una conjetura llena de niveles por donde
se esparcen las frondas y los hules 
fornican sobre inmensos frutos de tamarindo
y epistolas.

-algunas de esas epistolas sembraron las fronteras
de sienes y fotosintesis-

Civilizaciones de algodòn en un punta de plastilina.
Mitos a travès de los cuales el caballo anuncia
la elasticidad en los pètalos.

La versatilidad de una metàfora llena de 
minotauros.

Ebria de griales antarcticos e inauditos.

Como una vena intacta en  la playa.

Abriendo sus dimensiones de sangre entre la orilla.







El Misterio





Allì se encuentra; en un velo. En el vapor. Entre
imagenes que toman las agujas del eter.

En un manantial que vuelve a ser desfigurado
por la poesìa. Entre rojos prismaticos donde
reportan su llegada a la arena 
-desde un extraño silencio-
las constelaciones.

Despertando tùnicas. Golpeando racimos.

Pronunciando en todos los velamenes de
la noche. En los contenidos semànticos de las hojarascas.
En los bulbos llenos de eslabones.
Ebrio de giros y entrañas y onomatopeyas.

Con una llegada a los pàjaros que es orientada por la
sed y el lenguaje femenino y plural de una antinomia.

Allì los muros se deforman o se separan hasta
quedar regados en las cupulas de las
hormigas; aquellas con industrias genèticas.
Con mapas coloniales.

Lleno de marcos propios de un alba. Un alba
donde los zafiros son vistos manifestando palabras
pertenecientes sòlo a las alquimias y un color de helio 
numismatico
enceguecido por las humaredas
de los craneos, llena una dinastìa de alaridos.

Despertando en el deseo o la perversiòn.
En las cartas màs obscenas de un diàlogo.
Esas que cuelgan como parabolas entre los herviboros.

Llenas de metafìsicas entre los rumiantes.






Los Vellocinos de las Sienes





Recuerdo la hoja especialmente por
su caracter; quizà hispanoamericano. Eso està escrito
de manera volatil en todas las raices.

Por sus adjetivos que no siempre caminaron
hacia los mediodìas con una idolatrìa en el pecho.

- el pecho no deja de ser una peninsula-

Con su limòn de leche en una gota de agua
dormida en sus cabellos.

Recuerdo la hoja porque era un helice de
manera primordial en una grieta, repitiendo en la
orilla el origen que traìan los prismas.

Era un origen con bolidos en ellas.

Con jabalinas y recorridos de boyas transparentes.

Con teorìas fisicas del mar en un velo cuando los
hemisferios en èl se duplican.

En los ciclos de plastilina.

Recuerdo la edad de porcelana, en una mañana
de eter, esparciendo kilometros de arena 
en el rostro, mientras la luz pertenecìa a una luciernaga.

A un casco de hidrògeno en el sueño.
A una higuera recorriendo el presentimiento de un
asta, iluminada por espacios de eter

Por hojas que recorren el vacìo y el caos en la
tierra; vacìo y caos denominados por una maniobra 
de silabas. 

Por una trayectoria de eventos llenos de 
cartulina.

Algo asi como llegar a la primera 
cantera de sepia.

Y colocar allì la palabra que
seguramente serà olvidado por lo arcano.

Pero no por nosotros.

Ni por los palidos vellocinos de nuestras sienes.

















No sè si el Lenguaje





No sè si el lenguaje es este àngulo
amarillo. Esta perspectiva de panteras
alrededor de un coro. De una edad con
tropicos o prolegòmenos.

Luego una ciudad. Una ceremonia. La
ley del pètalo de cartòn junto a un rigor solar
o dramaticamente el silencio de un cometa
procesando gabardinas y poleras de 
bronce.

Creo que todo ello es un mundo donde
se manifiestan coherencias de hielo en una 
palabra. Entre silabas hechas de carbones y 
orbitas de polen. En estas sòlo se incrusta
una abeja.

Un sistema de colmenas tal vez.
Un hemisferio descomunal donde las siluetas
llegan a las reencarnaciones con estelas
de ambar.

Sè de ello como una marea en la lògica
irracional de sus aguas. Disecandose entre
fastasticos minaretes. Todos estructurados 
por densiometros.

Por cartas individuales de fosforo.
De galaxias llenas de yuxtaposiciones ubicadas
al final del climax. Entre los adjetivos que
pueden o no ser de dolor en las aletas
de un murcielago.

De una escayola.

De una libertad en la espuma con inhospitas
sandalias.

O lunares arrastrandose en las superficies de
los navìos.

Soñando por la mañana con espejos.






jueves, 19 de enero de 2017

La Noche





La noche ha cruzado la habitaciòn llena de fuego.
Al verla pienso en una estaciòn de manantiales que
se incendian a lo lejos.
En una hojarasca que emerge de los labios de la fiebre.
Al mirarla objeto el hecho de que sea nada màs
que un solo escalofrìo el que se asienta en sus axilas.
Debe ser mas de uno.

La noche cruza esta habitaciòn con su traje de fuego.
Con su extraño lampo. Con sus descenlaces de yescas
en una memoria. -dirè que su memoria es humana- 
Completada por segundos, casi por instantes
que pueden dar testimonio de la hoja o del soliloquiio.
De la desesperaciòn o ,lo inasible.
Siempre deformandose entre hilos de humo.
Junto a elipses con espìritu de pliegues.

Hubo un tiempo en que esta noche cruzaba la habitaciòn
y era de escamas. Sus palabras no habìan alcanzado 
la fonètica ni las alquimias. Interpretaba en
las raices de los zoològicos; todas las raices estaban
constituidas de lianas.

Las lianas provenìan de las selvas. Eso puede ser quizà 
un horoscopo.

Por lo demàs luego que atravesaba esta habitaciòn
aquellos que la habitaban recogìan las cenzias que dejaba
su estela.

Despuès de la luna - debo decir quesiempre fue asi- era el 
ùnico alimento para ellos.




Poema





El lenguaje fue devanado por la mañana.
Pero esa oración la escribió un trueno.

En sus cabellos había un sol amarillo rodeado
de lamparas.

El viento ha colocado un aroma viscoso en sus

palabras. Una sabiduría que parece de hiel.

Los barcos se unen en la lejanía en busca
de un programa con colores de higados.

Un ariete asciende por la hojarasca.

En sus arterias brilla un lirio blanco cuyo
occidente es de grutas.

De sanjas de ligamento universal, tal como 
diría aquello que se perpetua.

Que lanza acidos, que borra sudarios en el
espejo o se prepara a descubrir algún hilo.

A entender que tan profundo puede ser
el abismo entre las cosas.

Y cúal de todas nuestras palabras nos
guiaran desesperadamente en ello.





miércoles, 18 de enero de 2017

El Lugar de las Palabras




La primavera duerme sobre una de sus olas.
No sè cùal de los verbos encallarà en sus espigones y los
circuitos del alba donde es rasgado el erotismo.
Tampoco sè si los idealismos son tomados de las fogatas
tal como se toma un tallo de los girasoles.

Existen criterios de grasa en los equilateros.
Nombres triangulares en una curvatura de oxido.
Es preparado un lenguaje de hielo para que puedan
leer los esquimales.

Una lengua de papel corta el mar como si fuera un abecedario 
de nueces. Murcielagos de yodo incrustan su piel en un tono
de propiedades maritimas. Màs allà de la hoja hay un
cordòn de fuego dormido sobre un escalofrìo.
En las alambradas lanza su primera palabra un 
espantapajaros.

El mar es un petalo irreconocible.
Una flor de agua desfigurandose en la arena.
Una sensualidad que llega de lo viscoso, de la saliva
en lo lejano o el interior de un mineral horadado
por una cresta en la distancia.

Operaciones de gruas sostienen una elipse. Una memoria
que atraviesa o socava, que elige el corazòn
para escribir sobre un alfabeto de arena. 

Hay cosas que posan.
Idolos que llenan de los frigorificos.
Heraldos de pus que cruzaron la realidad entre identidades
y preludios.

Mientras tanto lo ùnico que hacìa el poema era repetirse.

Cambiaban de lugar tan solo las palabras.







martes, 17 de enero de 2017

Llenas de Mitos y Onomàsticos







Imagino el viento un instante antes de la ràfaga.
La transparencia de las cosas al llegar versadas por las
lenguas de los hominidos. 
El organo en uno de los planos del leòn.
El estandarte inundado de cera.
La amalgama ebria de tijeras en un espolòn sinuoso
como las bibliografìas y pianos.
Los peces en la orilla dilatandose lentamente antes
de alcanzar la hojarasca.
Los peces con oràculos de fisicas cigarras.
El cuerpo de una criatura llena de periscopios y telegramas.
Los automovilistas sangrando en las cupulas del gorjeo.
Las bicicletas completando sus horòscopos en algùn lugar
boreal tensado por la astronomìa.
El jardìn de leche junto a una profecìa.
El universo del jabalì en un rayo.
La incrustaciòn escarlata en la conciencia de un aullido.
La habitaciòn donde los perros arrancan el iridio del
polen. La vida del iridio despuès de las generaciones
con epicentros y equidistancias denominando
un termometro o una helicoidal
densiometrìa.

Examino el lapìz edificado a base de panteras.
El equilibrio donde una vez màs las serpentinas
muerden el telòn de una naranja. Los elixires
en los ojos de los megaterios.

Imagino el viento un instante antes que los astros
sean crepusculares en la piel, como un idioma rojinegro que
llega de los gallinazos. El poema con circulos
de niebla en cada una de sus lineas. Cosa primordial.
Cosa primigenia e inherente a los
portatropas y la sal en la frente de los juglares.

Veo el giro del templo con viceversas de neumàticos
mientras el resplandor disemina y adiestra un iris entre
erràticas coreografìas.

Entre las superficies ideales de las grevas.

Llenas de mitos y ejercicios ortodoxos.

Llenas de mitos y onomàsticos.




El Purpura en el Cielo






Son como objetos que se desprenden de las estelas.
Que intuyen en lo màs profundo de las sombras o se arremolinan.
Iguales a calles de vapor con un navìo.
Calles de crucigramas con la arcana foto de un dragaminas.
Iguales al silencio de una casa donde son dirigidos los humeros
hacia exilios de trigo. Hacia lunares de arena.
Son piràmides donde los arcoiris eligen sus minerales
y papagayos. 
Mundos donde un animal llega a los tejidos en la aurora 
clasificados de manera azul por la noche.
-estuvieron a punto de transformarse en epiteleos-
Son dimensiones donde el plasma reconoce una gaviota en las 
membranas.
Donde las dinastìas se agitan en los lenguajes de sus escrituras
con soliloquios ardientes. El espìritu del arnes parpadeando
en ojeras de medanos y vigas transparentes.
Son como eslabones y balsas que llevan analisis.
Que se dirigen al alcohol entre visagras y conocen los
atributos de un oido en los muelles.
En las cascaras y escolleras.
En los alfabetos con coreografìas de espuma en sus carbones.
Son gallinazos con plumas metafìsicas, inundando
una criatura de silice en la espuna
donde ya antes ascendieron hasta las placas de agua
los predicados. El amor y la ira de las cosas.
La dorada violencia que aguarda en el escrupulo lleno
de corolas y resurreciones violetas.

Un segundo antes que el purpura borre el color del cielo.





Entre el Hemisferio







Muy cerca del acido o del magnesio.

Entre vientos de azogues que repercuten y silban de 
manera que el sol devora las mancuernas o la espuma es
el acto subversivo en una ola. 

En un horizonte que desde este manantial presiona el
hemisferio colmado de manadas y enjambres.

De plagas y osos distribuidos en colores amarillos de
hordas de aerosoles.

En naves puntiagudas en los pètalos de algùn veneno.
En naves de azafran y meridianos en los cabellos regados
del viento o la disciplina del ayuno en mañanas
de aquello que como el hambre.

Tan lejos de la hiperbole o del ser evanescente. 
Del llegar a los liquidos con una piragua o mantenerse
en un auditorio donde las respuestas provienen
de una manzana. -eso debe ser maravilloso- Situarse
ante una manzana y responder con àrbol
nada màs.

Con un filtro o un prologo de aceite exiliado por una
litografìa.

Tan lejos de los enlaces o la lluvia.
De los periodicos que arrojan sòlo sirtes
y relojes que sumergidos en una intendencia. En una vasija
marron que es un patrimonio de la leche o la oruga. 
Con una nave de cartòn para las selvas.

Para las estrofas de nieve en un termitero.
Para las expediciones a la luz que de manera opuesta 
determinan la existencia para cada cual en la
tierra.

En el origen de los animales con sienes.

Intentando oprimir como los leviathanes el estertor
del polen

cuando es conducido por un cefiro entre el 
hemisferio.






Un Nombre en Cada Telescopio






Algunas de estas palabras deberìan llegar al diluvio.
Otras podrìan adquirir la experiencia que sueña o se ensortija
fijamente. Algunas quizà logren escribir del eter. De un eclipse.
De un paso hacia el enigma cuando se llena de alcantarillas y en
las autopistas se derriten en el verano oceanos de brea.
Pero no es asi.

Otras deberìan tener un nombre en cada telescopio.
En cada fusible. En todo cansancio que la enormidad coloca
en las veredas, como una forma de llegar al agua y las
reencarnaciones. Què clase de reencarnaciones se
agitan en las veredas. Què clase de resurrecciones impulsan
las grietas en la brea, durante veranos de
quistes e hipotàlamos.

Algunas palabras deberìan. Pero no es asi. Los objetos en
ellas no viven ni se manifiestan como se espera. Lo ùnico que
hay es un rincòn del mundo. Una aleta. Una pradera con
dinastìas de rojos elefantes en las bocinas girando y girando
hasta el desprendimiento de una feria. De un buque aleatorio. 
Inundado de espinas el corazòn del verbo.

Como las alamedas que llegan al trance en las metàforas de
un bosque. Regadas por un sol quiromantico que nace en
la efigie de una mariposa. 

Algunas palabras que duermen sobre los perihelios.
Que roen los equinoccios. Que yerran entre conjuntos de axilas.

Y despuntan -despuès de haber atravesado su reflejo- a los
monòlogos.





domingo, 15 de enero de 2017

El Amor en las Corolas





Aquí las fechas del algodón son de cuero. 

Sus prologos se levantan entre murallas que esconden 
la silueta de increibles artropodos.

Su genealogía edifica un puerto en los almanaques
de una botella; asi no sólo se accede al tiempo en relación
a aquella. Se podrá llegar al espacio?

Durante la imaginación lleva una antorcha la rama y el
gorjeo es una elipse caminando entre elefantes.
El piano devora un telescopio. No es como devorar
el trigo o la melena. No es como un lampo donde
acaricia un perdigón el aceite.

Por otra parte se encuentra el sufrimiento.
La llegada del dolor a los dinosaurios.

Un druida de papel recogiendo motores y bujías
antecede a los capítulos de brea en una ceremonia.

Regueros de sol entre la cartulina invanden los picos
abandonados por pelicanos. Es una misteriosa
escena complementada por el barro y el esoterismo.

A continuación pájaros con botones azules rasgan lo 
inmediato.

Alguien se pregunta por la luz y por aquella muchacha
incrustada en el espacio por los alfileres.

Lleva incrustada siglos allí como si fuera un tambor.

Eso puede afirmarlo el amor que pasó por sus labios
con una hiperbole. Yo ví el maravilloso precipicio de 
su beso.

Eso puede afirnarlo un gameto que es de porcelana
en la mente.

Puede afirmarlo el amor.  

Que como un misterioso demonio no deja de destruir 
corolas.














Relieves






Hay relieves donde el humo penetra.
Este mañana de dìa domingo particularmente en una 
regiòn de buhos y poliedros
con un diagrama de sal en sus craneos; alguien sostendrà
que esos diagràmas no son rectilineos. Que escriben
de helices o praderas inundadas de mangos.

Hay equilateros en la razòn como el bronce.
Relieves donde el humo està hecho de forajidos
o seres que descascaran las tinieblas.

Pero en una dimensiòn donde la gravedad posee un color amarillo
intentando emparentarse a las hojas, las percusiones bajan
de un fruto provistas de arietes e inclinaciones. De 
vidrios paralelos a las astrologìas.

-que desesperadamente eso nos acerca a la magia-

Pensamientos donde se estanca un brillo o una navaja.
La rotaciòn de un satèlite en un vaso de agua.

Lo especifico escenificado por el lenguaje en una intuiciòn
en la estrofa. Lo especifico que aùn data del objeto
y el verbo, en un tramite de cromos y rosadas
paleontologìas.

Hay relieves y semidioses en una laguna donde 
las superficies heredan inutilmente el brillo del infinito por
la tarde y eso es como un traqueteo o el desliz de un
diccionario al escribir las primeras definiciones de los astros
con una miga en sus velos o un ejemplo
de circuncisiones adheridas a alguno de los rituales en el
gènesis.

Hay relieves como las los higos en el interior de un humero.
En el interior de un relampago lleno de boligrafos.
En el interior de una palabra que adapta a un hecho una
cronica.

Un lenguaje de sinòpticas mitografìas con panteras.

Con sinonimos de lucidez mientras un holograma de nieve
presagia candelabros de arcilla.

Todo, todo absolutamente entre la nieve.








Perpetuada por la Idolatrìas






La respuesta se encuentra en la lluvia.
Perpetuada por las idolatrìas y los antepasados.
En las superficies del carbòn donde llega al oxigeno una amapola.
Llena de cascos o nervaduras intelegibles.
De dianoìas o conpectos iguales al navìo o la espina.
En la forma del sol que generalmente es de una araña
o un contenido magnetico en las margenes del yodo.
En los suburbios de las lamparas que en uno de sus latidos
ofrecen el diluvio a los acantilados.
En los inauditos margenes de las sienes.
En los planos mayeuticos de una pileta transformada
en millones de antilopes y cuando se llega sòlo se
asiste al espectaculo de una manada. 
En los ríos pronuncinando letras de aceite. Cuando se alcanza solamente los vortices o aquello que encalla.
Y el mundo es una especie de polen con cabezas azules por la
noche encaminandose a un panal. Tomando el
camino del helio entre los profugos.

La respuesta se encuentra en la lluvia. No hay nada màs que
sentarse en los parques en el atardecer aguardandola. Ella vendrà
de los parpados y las lechuzas con nombres antiguos y modernos
semejantes a los que inspiran los griales despuès de un 
monòlogo. Luego de una supersticiòn comprendida
desde el conocimiento de un espejismo al rozar una imagen.

Y luego silenciosamente caminar con esa imagen toda una mañana.

Hasta contemplar su llegada a la idea.








sábado, 14 de enero de 2017

La Azul Identidad del Arbol





La hoja que proviene del papel.
El acertijo en el rostro con cabelleras de lamparas
inundando los parques. Hasta allì el lenguaje
separa la imagen de la realidad como acontece
a diario.

Pero acaso no lo hace tambièn el pensamiento?

Son dos formas diferentes de separarse.
Dos mundos incompletos se originan a 
partir de ello. Dos dimensiones que finalmente
se acercan a otra realidad; se halla llena
de cometas entre la abstracciòn.

-eso podrìa definirse como la identidad del àrbol
o la idiosincracia de la luna-

El acertijo en el rostro. Este con cabelleras de papel
persiguiendo iguanas. Citado en las orillas por
los lobos o algùn preludio semàntico
en los abanicos, donde toda manada
respira explicando la carne en sus esferas.

Y desde la cual los miradores muestran luces que 
encallan en la arena.

En la cual desde hace siglos los astronautas 
duermen aguardando el oxigeno.




El Vapor de un Manantial





Un poco màs allà de la huella, por donde circulan
sargazos. Por esos perimetros en las que toda
estacion vuelve ciega a su mundo con un
retazo de estrella o un piano.

En esos periodicos con una copula.
Junto al oxigeno y el plastico emanando entre lo
invisible un tulipan, con dimensiòn de aguas
o estampidas. 

En los jirones de una alambrada donde las bocinas
edifican sus serpentinas con extraños aparatos
y està hecho de tejidos el manifiesto
de un pelicano que llega de
las islas.

Sobre el helecho que observa la vereda de nieve
y contrasta esa imagen con la de un cocodrilo que
construye eclipses y estacas de carne.

En esos eclipses porque no llegan de la lluvia
ni reconocen entre la hojarasca las escaleras de 
vapor por las cuales un manantial vuelve 
al hemisferio.

Un poco màs allà del solsticio
de la mueca evanescente o el patio lleno de liquenes
en el centro de los archipielagos.

En el zinc inmediato llegando de la experiencia
con ballenas nocturnas o la brisa que despunta hacia
el exodo ebria de espirales redondos.

En los navìos con raìces de leche en el oceano.

Dejando sòlo entre las olas las celulas de
una  liquida ceniza.









Horizonte







A cierta hora las ciudades se ovalan
y las ceremonias y los gritos llegan a la miseria.

El eter crece en las ojeras de dios
igual que un pàjaro cuando no encuentra
una palabra.

Los territorios empiezan a ceñirse a la piel
como un dìa en que las algas buscan su imperio
entre las costumbres y la tarde se reduce
a un plano domèstico. Entonces alguien
entre las sombras lanza al aire
una pregunta.

La vida del parpado forma un relieve en
el rostro. Un ser andrògino se acerca a èl lleno
de locomotoras.

El viento es completo o llega a una conciencia
donde el ente eleva metamorfosis en el crepusculo.

Los relojes son desfigurados nuevamente por
lo inasible.

Y sòlo una serena belleza a lo lejos nos dice
que es el horizonte.






viernes, 13 de enero de 2017

Poema





Quizà una palabra sea una forma del sueño.
De las corolas entre los emperdibles.
De los nombres si son azules-contemporaneos y radican
en los silencios de una liana.
En una peninsula abstraida por un gladiolo.

Tal vez sea la llegada al oxido.
A los menguantes de magnesio que jalan una gota de 
azufre de las lagunas y la arrastran luego a la tierra.
A los ritmos que hay en el metal despuès de una fiebre
o una larga conmociòn plagada de asteriscos.
Tal vez sea el encuentro con ese futuro donde son
esquirladas las cosas hasta alcanzar el tratado de una nube.

Mientras tanto el mar es cientifico.
Miles de epistemes se dirigen entre la marea a la orilla.

Entre esa marea hay tambièn brùjulas pero es algo que
personalmente me es incomprensible.

Todas las brùjulas viven sobre la tierra o en su defecto
atraviesan las salas y los dormitorios.
Se alimentan del tiempo al estamparse entre la realidad.
Golpean con sus sombras el espacio.

Quizà una palabra sea una forma del sueño.
Una metàfora que termina por buscar en los muelles
la naturaleza de algùn siseo entramado
en jirones de hule.

En espirales de carne.

En diluvios de entrañas en el cuerpo.

Donde el alma y el corazòn resisten.









Hoy es Viernes




Hoy es viernes lo cual es algo que siempre alienta a un
precipicio. A un vortice tomado de las aguas. A una conjetura
que puede ser boreal o terrestre en las ojeras del humo.

Què es un dìa viernes. Acaso un àrbol natural que se
prepara para la experiencia. Tal vez la paradoja de un eco
disputando un horizonte a las cascaras.

No lo sè.

Podrìa afirmar tantas cosas de este dìa viernes, pero
siempre quedarìa una. Ello es un maleficio y tambièn es
una maldiciòn ya que nunca conocerè su forma en
las palabras.

Hoy es viernes en todas las catapultas.
En todas las jabalinas impulsadas por la antartida.
En los paseos del añil en una cadena.
En los surcos de los eslabobes buscandose entre nombres
profundos y animales de yodo.

Un dìa viernes empinandose en alguna caràcteristica de
las cosas. Buscando sòlo una sombra entre los objetos.
Tal sombra es llevada especificamente en uno 
de esos objetos. No es cualquier sombra en general.
No es cualquier nihilismo.

Por màs que millones de metàfisicos sostengan lo contrario.





jueves, 12 de enero de 2017

Los Màstiles





Alguna noche recorrieron los esbozos.
Los rangos que eran de vidrio sobre algùn desierto.

-còmo saber què eran de vidrio-

El golpe de la piel contra las cupulas mientras reconocìan 
el vuelo.
Un amuleto llevado por las alas de un pàjaro era el
extraño sacrificio imitado por las algas.
Por un dragaminas portador de cascaras.

Hasta allì las esquirlas formaban de una extraña manera
las orillas y conjuntos de menguantes dilataban un
astro antes de encontrar las palabras en la
arena. Todas encendìan por la noche
los diàlogos. El color de menta
y jiròn en las silabas.

Las puertas en los zocalos donde las estrellas 
dormìan sobre el platino del eter, eran
comprensibles luces de musgo
sobre la escala de una boya ebria de mitones.

Fue asi que la noche volviò a los parques, como ahora.
Asi aguardò a una campana que se unìa a las bandadas.
A la creaciòn de las cronicas. A los dìas de acuario 
en el pelo con definiciones que buscan los
màstiles en el amanecer.

Cuando el pensamiento no halla descanso en el 
azul del cielo.







Espejo






Aquellos peces que decoran el eter, aquellos elàsticos.
El antiguo desprecio por un acantilado donde los
fenòmenos estan relacionados a las cenizas.
El polvo desprendiendose de los adobes.
El espejo que alcanza la realidad con su reflejo.
El lunar de agua en una melena creada por la primavera.
La urna dotada de veleros, tambièn de cascos; siempre
proporcionales a una aguja.
El idioma escatològico de aquello que riela en las huellas.
La escencia de un sueño varado en los predicados con 
una estrella de agua.
La visagra donde los contenidos se descuelgan entre
albuminas o magnesios.
La constelaciòn de hidrògeno soñando entre circulos.
El deseo de una lampara cuando las voces se
convierten en equilibrios o los eclipses son frecuencias
de hielo.

Aquellos peces que se integran a los organos entre
los horoscopos, mientras la soledad es una astronomìa
de sortijas.

De hipodromos y misticos proselitismos.

De albuminas con radiaciones amarillas dejadas por
las urnas en el pelo. En el lazo de un diamante que al
evaporarse humedece una brùjula o un helice
de niquel.

Aquellos peces que sòlo pueden tocar el mar con sus
escamas.

Igual que un espejo que alcanza la realidad con
su reflejo.










El Hollìn del Ocaso





El imàn tiene una criatura de hierro. Se agita 
sobre una de sus alas. Unido a las alas hay un eje
de destellos policromos. Lleno de citaras
y cultos que dibujan un acaso. Un porvenir lleno
de lenguas.

Yo entiendo por ello algo transparente. Una
gota amarilla que pisa la arena por ejemplo o la
llegada de la luz a un cometa.

Flancos que atraviesan la espuma en las manos.
Colosos de iris y sangre en una llamarada que recorre
las ojeras. Voces en los labios y la 
violacea consistencia de un
prisma en el lomo.

En el siseo del rostro en los druidas. En el ocaso
de los talismanes y nuevamente una criatura de hierro 
golpeando orillas de azucar. Silenciosas como el
alba en una amapola. 

Como el lenguaje de la oscuridad en la sombra de los
tigres.

Recogiendo el hollìn del ocaso.





miércoles, 11 de enero de 2017

El Viento sobre la Marejada





El viento se encuentra sobre la marejada.
Dioses de agua y limòn ocultan sus pensamientos.
El misterio vuelve a ser de espuma sobre las albuferas.
El pelìcano en ellas, de trigo.

Espirales de polvo anuncian sus estelas.
Bocanadas de frìo en un milenario candil donde la luz
se oprime entre algas de acero.

Rafagas de alevines desplegandose entre sirtes
de una avalancha rosada.

Y en los continentes un hilo.
El ritual del arete en los candelabros.
La cortina de fluor en las uñas o el displicente abedul
donde aparecìan las hordas. Los seres de brea
en ellas.

El viento se encuentra sobre la marejada.

Al llegar a la orilla en la ola dejarà de ser una criatura
azulada.

Durante el cautiverio de la resaca volverà al oceano.

Y en el encuentro con la marejada encontrarà 
sus idolos.





La Realidad llena de Planetarios





Antes que tù vivieras hubo una rada.
La historia de un boligrafo debajo de la arena.
En un area dedicada a linchamientos que por lo general
no encontraron lo evanescente, pero formaron dìas
enteros de perdigones. Veranos completos de 
urnas.

Creo que en ese tiempo los dioses vivìan en los teatros.
Junto a la apariencia de la realidad.
Pero la realidad no lo sabìa. Ella sòlo era una especie
de encantamiento lleno de planetarios. Una paloma de zinc
varada en los perfumes.

En lo que se refiere a las calles la misma gente caminaba por ellas.
Sòlo eran distintos los rostros y nombres.
Las cabelleras de crines pronunciadas a lo lejos por las
estalactitas en las cuevas. Allì los murcielagos
aprendieron entre los sonidos.

El oceano era un grillo, enorme y fugaz como un ciego.
Su futuro era el de una vena en un anfiteatro hecho de mentones.
El oceano era un grillo, pero tambièn era un gallinazo
con una citara en el amanecer llena de
treboles y aerosoles.

Sutiles puertos de arcilla en el polen.
Diagramas de una clepsidra en un critico evento.
Sintèticos muelles de granizo en el polen. Cubiertos de boinas
y abrevaderos, donde existìa una manzana. Un fruto
hebreo de efigies en una extraña soledad.

Una soledad escribiendo en los hexàgonos.

Y tomando relieves de yodo en sus tremantes.






martes, 10 de enero de 2017

El Secreto de los Arboles





Algunos pàjaros se convierten en lluvia.
Otros se confunden entre los aviones para
luego perderse en los aerodromos.

Estrellas de mar deliberan en misteriosos
depositos en las avenidas; si me acerco un poco
descuibrirè que son las luces de los 
automoviles.

Las bocinas se agitan al llegar al grito de las
ciudades.

Sintèticos indicios de hierro confirman que
aquì hubo una idea y tal idea fue el sueño de una
forma.

Las membranas de una criatura se llenan de
leprosarios y fuselajes,

Entre las cubiertas de las cosas se sugiere 
una antropologìa con una teorìa amarilla de las
superficies.

Algunos pàjaros avanzan entre la tarde convertidos
en solidos lo cual manifiesta una inmanencia, 
quizà una levedad.

Los aparejos son arrancados de las nubes de
una alegorìa.

Surge una epifanìa con neoliberales movimientos
de esgrima.

Los cometas riegan una pelicula de vidrio
en el cosmos.

En los origenes de los prismas la naturaleza procede
como la existencia de un don infinito cifrado
en el barro.

Allì duermen algunos hombres.

La definiciòn para ellos es semejante a la que
respira en el secreto de los àrboles.






Repertorio de Salitre






La luna en el interior del navìo es 
la figura de un pàjaro o la cronica de un pergamino
en el sueño.

Bloques de manantiales en una parte del bozal 
citado por la ira. Muelles de larvas donde la inspiraciòn
decreta un extraño devenir.

Tal vez las constelaciones con vigorosos
travesaños señalen las flautas donde la brisa es
un amuleto.

Quizà el silencio vuelva al repertorio del salitre
con un invierno de bosques y salvas en el mediodìa
de una cupula.

Y hasta los heliotropos unan sus calles en
temporadas de silabas y los margenes lleguen a
coeficientes que rasgan sus propias sienes.

La luna en el interior del barco y la coherencia
de una teorìa iluminada por un espejismo. Por una sola
gota.

Lamparas y cabelleras que se abotonan en un 
menguante.

Escaladas de mitografìas con hallazgos de torres
y brùjulas.

Veloces intermitencias de molinos son.

Por donde asciende entre las helices el aire.









lunes, 9 de enero de 2017

La Astronomìa de una Metàfora





Recuerdo palabras incrustàndose en una hoja.
Un dìa de diluvios barajàndose en el pecho.
Las silabas en el latido arrojandose a la astronomìa 
de una metàfora.
Evoco letras llenas de lamparas que aùn parecen
mostrar las siluetas de sus truenos.
Veo la libèlula en una gama de acantilados buscando
su propia rada. Su propia sinagoga.
Todo tan propio y tan ajeno.

Acaricio el eje de cristal en una hiperbole
construida con fuelles de exodos y simetrìas un alba
en que las hordas constituìan mandarinas. 

Las ciclovìas y el puerto donde los silencios eran
soledades con alcantarillas de humo.

El drenaje de la tos.
Las grietas de un pulmòn compartiendo con lo violaceo
un bosque.
La cultura hermafrodita del mar en un plano del verbo.
Los contenidos de un asta en los àrboles donde
ortodoxas hormigas descifraban
puentes levadizos.

El opuesto virgen de hiel en las sienes.

Recuerdo palabras con maleficios o idolos.
Despuntando en las torres con alabardas o cenizas
de rumiantes doràndose en un amplio purpura.
En una lata hecha de cieno.

La noche del alga con maleficios de imanes. El
parpadeo de sus aristas

en alguna imagen traida por un jabalì desde 
el sueño.




Los Alfileres de Aluminio





Naturalmente parece no haber nada en la arena.
Ni en los rincones que buscan una piedra en las dunas.
Ni en los hermeticos vacìos de los platanos.
Ni en el conocimiento que devora criaturas en 
los medanos.
Ni en los esqueletos formando con sus huesos una
historia o un relieve de la misma.

Pero llegada la luna medito en las escamas.
En el silencio que corre por la luz.
En los apriorismos de la sal donde se despliegan
alfileres de aluminio.
En el sentido del manantial transformàndose
en sobreviviente. En pàjaro de neòn
nada màs.

Naturalmente el dìa se enciende entre conjuntos 
de solidos que tomaron la forma de los astros entre las
catalinas y ascendieron al resplandor desde las
sombras de las bicicletas.

Y en este universo de periscopios y ceras.
En estas dimensiones de perdigones y formidables
clanes de densiometrìas, el sol resulta ser
un espejismo de vidrio, una supersticiòn con
collares vacìos donde los astros
equipan con manantiales un pensamiento,
los pètalos de alguna idea
o el significado del espiritu entre los trapecios.

En el instante en que su mirada es arrancada por 
los circulos.










domingo, 8 de enero de 2017

Los Tejidos de las Agujas






Una hoja. El deterioro de una cresta en la ola
avanzando hacia la orilla. El regreso de la resaca al oceano.
Algunos pelícanos sostienen que ello es el infinito.

Yo pensaba en el infinito a modo de un semicirculo
o una bandada rectilinea, asombrada por los tejidos de
una aguja en la espuma.

Yo pensaba en el infinito como un forastero purpura
que prepara la leche en el interior de los tallos.

En las circunstancias del humo crepitando entre
limones aereos.

En la boina emparentada con un conjunto de dagas.

Una hoja. El desarrollo de las palabras en su craneo
es algo natural. Incluso cuando se adaptan a la solitaria
existencia de un fruto emergiendo de un bozal. 

Sin embargo mentar el desarrollo de una sólo dice
que ese acto es algo natural. Sólo ello.

Mientras tanto un planeta es iluminado por grilletes.

Por colonias de cigarras.

Por el parpadeo absoluto y convencional de una
mimesis.








La Edad de Plastico





A determinada edad llegamos a la conclusión de que el
oceano es de plástico. Contemporaneo y azul
como la goma.

Desde esa edad volvemos a escribir sobre los muelles.
Sobre los perdigones regados en las albuferas sumergidas
todavía en los mitos.

Desde ella elevamos los pronósticos de aquello que
conocemos definitivamente como arena; no son sabios ni
llevan melenas creciendo cerca de sus oidos.

También hay una ciencia de quién sabe qué preludios.
Ello es interpretado sólo por los profetas.
Los profetas parecen seres conducidos por un molino
a la jungla.
Alguna vez ví alguno ascender a los árboles buscando 
lianas. En esa ocasión comprendía un poco de helices.

A determinada edad en ese oceano de plástico hay
nutrias que arrastran megáfonos.

Brocales que duermen llenos de subsidios en las conchas.
Cintas de veleros formando escarpines.
Cabelleras donde los artificios identifican en un plano
futuras republicas en el borde del siseo.

El borde del siseo podría ser cualquier astrología.
Un caño o el mentón del pulgar cavilando en las ciudades.

El borde del siseo podría convertirse en horizonte.

Pero luego de que el oceano llega a ser de plastico.
Contemporaneo y azul como una goma

El siseo se desvanece en otras ceremonias.



sábado, 7 de enero de 2017

Ebrias de Acidos





La existencia que es siempre de triangulos.
El lunar de un perro en la lengua.
La lògica del violìn debajo de la arena.
El vilo que esparce sobre los opuestos, polinomios.
Las conjeturas del sol en las hojas.
Los lìmites entre campanas de azucar donde rielan
hasta lo sobrenatural los agujeros de los 
poros.

Las intermitencias.
El escalofrìo en las manzanas de la lluvia.
Ese exilio de la vida entre la relatividad.
Las fronteras de todo aquello que es terrestre
en funciòn de una metàfora.
De una metàfora o una plaga de àrboles
en los frigorificos.

El pliegue dedicado a las sombras; por lo general
alimentadas por pelicanos.

El pergamino donde las lechuzas se reconocen 
llenas de tiendas o ferias. Completamente ebrias
de acidos.

La espuma de los palcos por ser inalcanzable.
El menguante del tropico y la flor que se hace cenizas
en algùn zoològico.

Lumenes invertebradas formandose 
sobre los collares. Entre las escaleras de chapas
tejidas por una cola.

Lumenes que llevan esquirlas de rumiantes
durmiendo entre praderas de encìas.

Y ello posee la apariencia de un reino de 
espinas.

De espinas celestes que danzan.

Una y otra vez entre los fuselajes.

















Muy Cerca del Agua






Muy cerca del agua, en el momento en que los
pàjaros crucifican sus alas entre la intensidad del
oceano y los predicados.

En el instante que es de bronce el soplo y las orillas
presionan una lampara en la arena hecha de 
tejidos y corrientes rasantes.

Entre las sombras que parten de una grieta en los
acantilados; en la cumbre estàn los miradores. Un ser
apostado en ellas enumera bandadas o nubes.

Enigmaticos cefiros en una prolongaciòn de este dìa
suspendense en los puentes. En el hilo de los parques. 
En los jardines donde vagan las antorchas de todo aquello
que es ajeno y descifra barbas o canteras de
ajedrez en un himno.

Muy cerca de un lago.
Del espìritu de un teleferico con vocaciones de arnes
y capitulos de brea en sus mentones.
En el eclipse de una idea en las sienes.
En los colores de una enfermedad que oprime arcoiris
y anuncia entre fosforos de madera
una piràmide.

Muy cerca del agua porque el espacio es terrestre.

Y algo ruin y sagrado lo evoca.








viernes, 6 de enero de 2017

Acompañado de la Luz





Acompañada de la luz el fuego. Sus formas
de yesca y principios sobre las agujas en llamas,
dirigidas a los embarcaderos.

Vèrtigos y precipicios sobre los cuales gira una veleta
con un torpor que proviene de los animales.
De los pulmones de toda criatura.

Veloces estrabismos en una lampara donde 
las bicicletas eran el sueño primigenio de un neumatico
atorado en una xilografìa.

Veloces como el idilio de dios detràs de los cometas
enumerando los dìas de una cosmogonìa en el 
sueño.

Torres de barro en los anuncios de un periodico.
Hologramas con talleres de lampos en sus sienes,
sienes son de escamas que llegan del vinilo.

Acompañado de la luz. De una flor dramatica.
De un astro que por la noche es iluminado sòlo por la
tragedia para manifestarse en el verbo.

Igual que todas las tragedias de los hombres.









La Tradiciòn de los Linces






En el crepùsculo hay veredas de acidos.
Proporcionados por el dìa y las costumbres caminan
entre el verdor de una ciencia que
evoca las primeras tradiciones de los linces.

Pertenezco a aquellas tradiciones de los linces
que recogen algunas memorias.

Ello es semejante a un tallo o la idolatrìa
de una rama.

A un mentòn compartiendo lògicas con un polinomio.
Con una estrella de verde incrustada en los cascos.

La duda paralelamente es un velamen describiendo 
una extraña inspiraciòn de
los lenguajes en las aletas; la naturaleza de èstas 
aùn no alcanza el idioma.

Tampoco las torres donde giran las helices.

En la noche hay una ceremonia.
Los espirales con un pròlogo de invertebrados.

De continuidades en el tambor y las efigies.
De escarapelas al final del conocimiento 
alcanzando un amanecer
en que las geografìas muestran un relieve
desconocido.

Uno donde la hojarasca no es alcanzada
por el barro.

Sòlo las teorìas en los pàjaros preguntan por
tal hojarasca.

Y entre los apocalipsis leen en ellas.













Misteriosa Imagen




La llegada a esta superficie es canela.
Por un instante aquello deja ver alguna eternidad.
Luego muestra sus nombres.

En las ventanas de las casas los brillos portan otros
objetos. Otros dijes.

En las ventanas los vidrios se cubren de manantiales
que alguna vez fueron esparcidos por el aire.

Desde el horizonte alguno es de madera.

La espuma corta el nombre de las escencias en las
alturas. En los jardines los pàjaros llevan cubiertas de
bronce.

Las cigarras desfilan buscando un crater en el
hidrògeno. Lo encuentran. Despuès imitan o crean
reminiscencias.

El hemisferio es azul en uno de sus semàforos.

La tierra deja ver algo entre lo diferente naciendo
asi las semejanzas.

El navìo se agita en una libelula igual que 
los arcanos.

Como si fueran burbujas.

En una misteriosa imagen de animales arrastrados
por los cabellos.








jueves, 5 de enero de 2017

Crepùsculo de Sal





Desde la realidad despiertan objetos como 
amarillos preambulos y el submarino es 
de agujas.

Los leviatanes recorren el oxigeno 
del alba. De alguna manera u otra manera llevan 
efigies arrancadas a los cefiros.

Desde la realidad despiertan objetos con un
nudo de aceite epistolar, lleno de nucleos.

Especie de radas se introducen en los
contenidos de espuma: uno de los secretos
que vive en aquellas es posible que pertenezca
a las gaviotas.

Una gaviota es una manzana que cubre los
circulos.

Una gaviota es una paradoja de arroz en una
escena de aluminio y entre la vida granate de las
fragatas inclinase hacia el sueño un epitelio.

Alguna civilizaciòn de campanas acaricia
un tallo de zinc en el pulso de los habitantes.

Son formados los grumos.

Los bacilos trabajan entre los aeropuertos
llenos de aletas Rodeados de un hidrògeno
estampandose en las crestas.

En el estuario boreal llenos de rumiantes de 
vidrio.

Con crepùsculos de sal en la boca.

Lugar donde perpetuamente desvanecen sus
alas los dragones.












La Gravedad de las Constelaciones





Cualquier constelaciòn podrìa ser un molino.
Una barba donde sueñan los peces.
Un periodico con hojas de barro en las que 
lee un tigre. Un dios subversivo con una 
semilla de neòn en su mirada.

Cualquier constelaciòn, igual a la humedad de 
las helices en el verano. Acantonada
en la relatividad de una letra cuando es arrojada
a una palabra...Cùal es el color de aquella
relatividad al descender por las
palabras. Cùal es la intensidad en sus melenas
de purpura.

Y aquella relatividad navega.
Abandona este dìa jueves de hisopos.
Este dìa jueves con fiebre y erupciones que jamàs
descartamos de esta u otra poètica.
Este dìa escrito desde ninguna performance.
Desde el pecho ensangrentado de un pàjaro.
Desde el yodo calzado por el trigo.

Junto a esa relatividad, el horizonte con un
misterioso legado. Con una parte de la gravedad
alcanzada sòlo por el oceano.

-y esto es algo que tù tambièn lo sabes-

En la otra parte de esa gravedad viven los
hombres.








La Mesa de Agua






El pètalo se encuentra en un àngulo del reflejo.
En el otro, se halla el verdor formando un semicirculo.
A cierta distancia estàn la luz y los cabellos.
Las llamaradas con siluetas de helices en el hemisferio.
El ambar con gotas de piel entre las trayectorias.

Tambièn los relatos de los craneos.
Las apariencias con rezagos de inviernos que recorren
una playa; en ella la memoria ha dibujado sobre la arena el
devenir de la medula.

El pètalo se agita en una figura.
Duerme en la lucidez de un muelle lejano que deja 
contemplar una de sus ideas; se trata del horizonte partiendo
a cada instante hacia el diluvio.

Hacia un eslabòn convirtiendose en el amanecer
en araña. En constelaciòn o grito en un punto donde los
veleros son astillas con una mesa de agua.

Sòlo las olas se suspenden sobre ella.












martes, 3 de enero de 2017

Entre La Luz





Entre la luz se traslada un tatuaje.
Una palabra de salitre proviniendo de una
forma del cosmos en la orilla.
Una linea de grafito entre otra forman la
silueta de un plasma en una virgen ortodoxia.
La historia de una vela desfigurada por un mito
escarba sobre las sombras de un
peciolo.
Entre las nervaduras hay lapices inundados
de colosos. Tules de grasa representando el camino
del horizonte en los velamenes.

Arboles con urnas en sus ramas prefiguran los
indicios de un piano. 
Dragaminas de sol inundan los planetarios de
apocalipsis.
Cortinas enteras de iridio descansan en los
angulos con un alfiler.
Zoologicos entrenados por las uvas dicen
que en los eslabones se diseminan millones de
unicornios; en sus superficies hay un 
jardìn de bicicletas.

Entre la luz se traslada un tatuaje.
Un helicoptero con lluvias en los hombros.
Una mesa con expediciones a la palabra en un
verano empujado al horizonte por
la dialectica.

Aquella que ha atravesado el oceano.

Escoltada por el eter del oleaje.



Reflejo





En algùn lugar estàn las formas.
El vuelo de los pàjaros y el esoterismo en 
un pliegue dorado de sus alas.
En el misterio semidormido en la sombra
de todas las alquimias.
En un punto de la tierra las quimeras.
La resurrecciòn del diluvio en una esquina
donde duerme la hojarasca
entre crepùsculos formados por juguetes.
En algùn punto la quiromancia de agua.
De nieve y calamina.
De pez que llega a la luna. 
En algùn contenido estàn las cigarras dormidas
en el pecho con una mariposa.
El susurro del gitano en el interior de una
marioneta.
El perimetro de la orgìa en un canto de
regueros y cizañas semejantes a las escaladas
del polen en un grito.
En un amanecer donde escriben los àrboles
de las ciruelas y son purpuras los
recipientes donde se
inserta en la brisa el espìritu de algùn camino,
de alguna estela,
de un manantial cegado en la arena por los
ùltimos reptiles del gènesis.
En algùn dirigible el color, el puerto filmado
por la arteria. El conocimiento que desde lo màs
profundo de la noche regresa con una
palabra, sòlo una.
En alguna ciudad de dirigibles.
De barbas e hisopos que regresan de los astros
ebrios de gasas en sus sienes.
Y en la evanescencia un naipe.
Un castillo edificado por peninsulas.
Un archipielago disciplinandose pacientemente
en una imagen.
Una llena de aletas.
De bellezas que no llegan al neologismo pero
lo separan de la metafisica que hay en todas las
cosas. En todos los venenos. 
Y en los circulos que forman las lamparas
dotadas de relieves y semidioses
en uno de sus brillos.

Uno que ahora lleno de enigmas separase de otro.

Con la ùnica intenciòn de alcanzar su reflejo.