viernes, 31 de octubre de 2014

El Arbol






Tengo un àrbol. El grado de concentraciòn en èl
està dado por velos y rigores. Tengo un àrbol y en
èl abundan las concentraciones.

Durante el verano se introduce en mi casa y me
recuerda que desciendo de sus hojas. En invierno 
se dedica a edificar murallas de madera en las
claraboyas y ventanas. No vaya a caer un diluvio,
y arrastrarlo todo, me dice.

Pronuncia rapsodias y tambièn adioses. Como ello
lo hace de manera arcana me siento cada atardecer
a escucharlo. Y como mi espiritu oye de manera diferente,
al final de alguna de sus melodìas me pregunto si
habrè oido como tal àrbol quiere. No oir tal como 
su copa y raices esperan, puede convertirse en tragedia.

Tengo un àrbol. Hay una especie de voluntad en èl
definida sòlo por termometros. Empero mi alma
no aprendiò a medir temperaturas. La misma se dedico
a emparentarse con la arena y los oceanos, con las
piedras y los candelabros. Con la soledad que hay en
un mito.

Un àrbol; es insòlito para mì que no pueda concentrarme
entre sus perdigones, que ya no logre pensar como sus
pergaminos, que no halle en su silueta el inicio de una
palabra y que su sombra sòlo sea un recreo donde se 
baña cierto adjetivo de la inspìraciòn inutilmente.

Tengo un àrbol y no significa ninguna profecìa.

Es sòlo el maravilloso canto de otro maleficio.






Interpretaciòn de una Casa





Una casa responde al mensaje. En su interior
la objetividad cuelga sus palos de granizo. La casa
en este momento posee un color celeste.

Guijarros de nebulosa comparan tal celeste con
atmosfèricos pètalos. Allende la civilizaciòn del farol 
con vagones de helechos y circulos de pinos.

Los habitanes en ella construyen el aliento o terminan de 
organizarlo en un eje. Diarios de peliculas llegan
con la dialectica dormida del empedrado. Todo
un origami.

Adoquines de vidrio tensan su universo y en anuncios
de devenir brotan otras tradiciones en esa casa.

-un pulmòn aùn cuelga en los àngulos de sus paredes
llevado allì por una araña-

La especie del pàjaro inunda sus pabellones con
uñas ciegas. Extraño el vuelo del tenedor
ahora. El trigo es tambièn un enigma 
en sus muebles.

Manifiestos de esos enigmas caen descoloridos
entre lenguajes que nos cercan. El fluor de la brisa
entrando por sus ventanas es nada màs que un escalpelo.

Los fisicos elaboran en ella archipielagos. Prelados
de luces fantasmagoricas enhebranse en una  de sus corrientes
donde vive un molino mostrando sus subtitulos.

El todo parece representar en esa casa 
ortigas autopropulsadas de liquenes. 

El todo como un ser de pianos. De gaitas y primaveras
de zinc; tan sòlo soledades gaseosas como el
nervio.

Todo esto en nuestra oscura, siempre oscura interpretaciòn
de una casa.

Paralelamente la casa por si misma ha caminado hasta 
otra interpretaciòn.

Nuestro espìritu se quedó de la definiciòn sin darse
cuenta.












La Escalera de las Constelaciones






El amor no es un ritual, pero se quema en esas alas.
El amor es un artificio que sin paciencia llega a la unidad.
Una historia de ira encierrase en la violencia de sus labios.
El amor es la mente si proviene de la lucidez del agua.
Esa lucidez de agua sobre lo considerado objetivo.
El amor es una mafia reciproca, una escalera del subsuelo.
El amor es la estrella por la que a veces inclinase una piramide.
El objetivo multiple dentro de una amapola.
Se extiende sobre lineas cuadradas de poesìa y religase
en leyendas sagradas de verbos. El amor es un àrbol 
sin raices suspendido en el aire. Dibuja dioses muy 
cerca de la divinidad y es estilizado iracundamente por la providencia.
El amor diariamente filma dados. Construye plasmas, ofrece
agua a los ofidios. El amor es sòlo una motocicleta. Es 
sinoptico dada la logistica velada de la espuma y es
fonètico dado los ciclos de la luna. El amor es resistencia
de anguilas que juegan en los regimientos. Lleva fardos
conoce de elementos que supuranse o sufren segùn las
mancias que dejamos escarchar en el pelo. En el amor
estrenamos voces que no son inocentes, pero sì amarillas.
El amor dibuja cavernas en los truenos y tambièn lleva
estelas de cebollas en sus panteras, se desnuda en los 
bosques con la aguda pronunciaciòn de una escala
donde reinan los botes y las anclas primigenias. El amor
es una cultura donde el riesgo a escribir no es detenido
por la palabra. El amor es un huerto, una fila de barro
como tambièn de hormigas desatando del hierro la
piel del hombre, el amor es esa piel que era de cobre
de acero dibujando la nieve en iracundas inocencias
de corceles. El amor es una definiciòn que ocasionalmente 
llega al concepto o los sargazos. 
El amor es sòlo un ambar de leche que por las noches
crucifica sus luciernagas. Una temporada de religiòn en 
los musculos. Una escalera por la cual descienden las
constelaciones.







jueves, 30 de octubre de 2014

La Palabra en la Pronunciaciòn






Habìa llegado a un momento donde las palabras
cerraban sus labios, sin importar a quièn
llevaran en ellos, sin importar 
quienes leyeran en ellos.

-cuando los labios se cierran, se vuelve inasible
y ajeno el significado-

Y yo provenìa de alguna
pronunciaciòn lejana, imaginada por
los murcielagos. De puertos donde
la cera tanto como el amor colocaban el desengaño y
la furia al lado de la belleza para intentar 
llegar a los plasticos. En un universo
donde todo es de agua
ello es imposible.

Y es dificil en regiones de plastilina que todo 
eso pueda ser revelado. A lo 
sumo, suponemos que existe y tal
existencia es lo ùnico a lo cual accedemos
como una fibra de hilo dimensionada por la 
transparencia en el aire. Fibra que
desesperadamente amamos.

Nosotros sòlo llegamos a los
cometas o al oceano 
desnudo, como 
una caparazòn de marfil en las
azoteas del agua.

Era el momento y las palabras se sostenìan
a sì mismas y con ello al hombre.

El hecho de sostener al hombre era el adjetivo de
una oraciòn donde yerra sin sorpresa una aguja.

El hecho de mencionar al hombre en sus mentones
implicaba una ciudad de asteroides.

De imagenes con sudores violetas 
en el pecho.

De imagenes pisadas por las muletas
de un camello.

Los hombres dejan partir a las 
palabras que pisa ese camello.

La pronunciaciòn, a aquellas
que pierden en la brisa su significado.









Geografìa de la Realidad y el Polen





Al final del dìa està la realidad. Es un
coro de arcangeles robados a 
la miseria. El fluor donde una noche
dibuja su craneo de dragòn. Su ombligo de gema,
su historia de sal en el relàmpago.

Yo pienso en ella con los mismos peces que 
caminan en la ubicuidad,
incluso intento llegar hasta su corazòn mordiendo
alguna de sus reliquias,
acariciando alguna de sus lamparas. Y acontece
en dìas muy semejantes a los grillos
y la evanescencia; acontece.

Pienso en ella con los tomos de sed que sòlo
el oceano divide y crea como extraño tumor en 
los cipreses o en el baldìo evento de los trenes.
Pienso habitado por un puente o el signo
verosimil del escrùpulo en los 
apellidos de los eslabones.

Al final està la realidad. Vive entre telescopios.
Transpira junto al vilo, define las autopsias
sin necesidad de cultivar un muerto. Tambièn
acaricia artropodos.

Poetiza. Crea relentes. Nosotros lo
afirmamos con el soplo de una oraciòn
inventandose en lo hialino: estaciòn de diamante
quizà, en los griales de la sangre.

Poetiza: historias de carne son en ella 
dibujadas por la voluntad de una linterna en
una noche donde todo parece ser llamado
por cantos de geografìas.

Donde habita el polen.






Sentido y Forma





Simultaneamente un anuncio de paraderos
donde las cavernas de salitre desaparecen.
Ese anochecer de nupcias arrancadas a una
cabellera, el solsticio de los prados semejante
al de los hemisferios. Incomparablemente la
imagen descifrada por el velo pero jamás por

nuestra boca y los labios dilectantes, como 
sinceros azufres, vuelven al helio.

Desesperadamanete; acaso la consonante del
mástil en un adios de secretos, donde el misterio
es un don alquilado por ignotas posteos; alguno
conduciendo una palabra. Otro prensado por
cigueñales, donde los automoviles se abren
como enigmas automáticos al silencio
en la hierba de lejanas economías.

Vibrantes, tensas como la ola antes de llegar a 
una orilla. Paralelamente al adviento y las corolas.

Asi en el poema se conduce entre la forma. 

Intentando encontrar su sentido.








miércoles, 29 de octubre de 2014

La Estela del Ritual






Deseaba llegar a ese lugar donde los muertos
también interrogan y pasan de la luz al papel
con un tratado muy oriundo entre las sombras.

Ello es un sistema muy antiguo del significado
donde la oscuridad camina hacía la nada.

E importaba -era importante- ese lugar errante
y bendecido por el espacio más que por el tiempo.

Sólo asi explicabamos la eternidad...

Y sentíamos los astros como un juego extrasensorial
de un espejo donde los reflejos son paganos tanto 
como relucientes, semejantes a cosmogonías.

-lo último alude a la divinidad-

Tan sólo reconocer en una bota el castigo del pelo,
el gurbión de carne, el salmo que descencía hacia
inmensos jabalies de plastilina buscando propulsión,
no presagiamos nunca a dónde. No tuvimos listas
de abecedarios de pájaros en la niebla para adivinarlo.

Apenas vivimos en un lugar donde los muertos se
convertían en cadaveres con un lenguaje diferente y
semejante en  los ojos.

Por ello encendimos la melancolía del meteoro
-la contemplación habitaba ya las veredas-
donde las moscas se pudrían junto al trigo
con molinos sin signos ni escarcha, intentando
descifrar en ellos.

Hasta extasiada la contemplación dirigía el trafico
de los agujeros en las veredas y los meridianos creaban
la raíz de una palabra oscilando en el verde.

El todo en el lenguaje desnudaba su espíritu de inutil
patriarca: temblorosa ceremonia de lo que roza el alma
de esta enigmatica sentencia para en sí misma 
conmoverse.

Y las cosas parecen finalmente llegar al ritual.






La Pared de Barro






Caminar por la distancia con una señal.
Creer en el sol como lo que es: una infinita hermeneutica.
Acariciar eternamente la esgrima.
Soñar en una pared de barro otro tipo de experiencia.
Ajena y màs afìn a los barcos. Temblorosa 
como un vestido de vidrio tendido en el jardìn donde
los muelles se baten dolorosos. Extenderse en
un cipres de platano. Alegorizar y desasirse
segùn los extremos y las unidades
de soplo huracanado del ciempies
y la ira. Ir de vez en cuando a
un manicomio. Hablar nictalopemente a las 
raices, lleno de escalofrìos como los
que colman la hojarasca. Tengo tanto que 
aprender de ellos.

Responder al mar con estudios magneticos
de escamas. Ir hasta un precipicio
donde nuestros estudios tambièn
sean escatològicos. Representar al amor
como quien no logra trascender en èl,
relatar la idiosincracia del hipopotamo tocado
por una media. Entre los informes del habla
comprender el aparato logistico
del hambre en el mundo. Tener parentela
semiotica en los tallos por ello.
No ser sino el verdugo de 
nuestra propia marea crispando en la
inteligencia los olores del grillo
despuès de haber pasado su vida en una mesa.

Atravesar esa emociòn bañada por castillos
de gasas o criaturas donde la providencia deja atras
los dioses. Llenar el horizonte de
amatistas sin responder al llamado
de los sedimentos. Obtener un documento de
arena hasta confundirla en el agua
con el proposito de construir una efigie.

Una que sea semejante a todo lo pronunciado aquì.

Y en las sombras de las silabas, no viva
demasiado.





Tautologìa de las Cebras





Tomo esta palabra.

Este perfume a inocencia y mal.
Este color de zoologico.

Sobre ella lo homogeneo participaba
silenciosamente como un proyecto 
heteroclìtico de papagayos.

En tal apariencia se conmemoraba el
erotismo de la flor en una bujìa.

Y se procesaba el interior del cosmos
en una casa. Se diluìan las planicies que
objetamos siempre a los analisis en 
las paredes.

Tomo esta interpretaciòn con màs
de un signo en sus jabones.

Con relicarios y veleros al final del
aposento-murcielago.

Acariciò en ella lo frenetico y el
heteronimo.

Discurro hasta la canciòn de los
sonidos-anzuelos. Tomo su rostro
de cebra y su oligarquìa de
chimenea.

Intento deshacerme de su quiromancia
para que deje de ser moderna.

Conjuro esos amuletos con mas de
una raìz en los cabellos.

En ellos se mecen inhospitas
jabalinas sin armonìa.

Pero què es la armonìa sino el pavimento
de los himnos dorados de verde.

Què es la armonìa en su ley casi exacta
de plantigrados y copas.

Què, sino la busqueda del leñador en 
un amanecer de àrboles de lluvia.

Tomo esta palabra que peyorativamente
escala en los tèmpanos con luces
de sinagogas.

Que evalua en los templos la continuidad
de la matemàtica y la fisica.

Y se muestra como otra palabra.

Una que ahora contemplamos
en la tautologìa de las cebras.










Descenlace de Porcelana






El corazòn de una huella en las pupilas.
El viento recogiendo en ellas sobrenaturales
sonidos de campanas: Tù dices: es un ejemplo
del ser trepando por los acantilados en el cristalino verdor
del muerdago y la madreselva. Pero el mismo se pierde
en borrosos contenidos y ahora la imaginaciòn
salta a la lluvia, crea un lago, un lecho de 
agua donde los brillos se descuelgan del
resplandor hacia otro mundo para no
ser arrancados por la palabra; apenas descritos y
esto lleva el significado incierto del
preludio, de la mancha individual en el
espìritu donde llega al alba cortada
por una tijera como un juguete rojo
que se desvanece. Y entonces una plaza de
huertos donde el velero camina al oceano
inmolando en sus trayectos casas
de helechos: todas creìan en la
poesìa hasta llegar a los rituales. Todas
buscaron el diamante de una ceremonia empalada
en la doctrina del pètalo: solitario confìn donde
soñamos aùn lo remoto, el
hecho de vidrio sobre los cometas.
La milenaria canciòn aùn màs antigua enredada 
entre la porcelana.




martes, 28 de octubre de 2014

En el Origen los Sacerdotes






En el origen los sacerdotes tenìan 
el color azul de las alhambras.

Llevaban como ùnico misticismo
un botòn de pìedra en el pelo.

Sus engranajes historicos recordaban
un beso particular de la nieve.

Respondìan a las agujas con un pedazo
de angel en el pecho.

Respondìan desde una clase de rumiantes
muy ligados a lo profètico.

Oscilaban entre pabellones tal como antes
lo hicieron entre estandartes.

Reclutaban paredes de aluminio en los
puntos donde yacìan las de cobre.

En el principio los sacerdotes eran animales
que sudaban siempre ante el mar.

Que dedicados a ubicar el lugar de las fresas
aplastaban el espìritu del trigo.

En el origen los sacerdotes tomaban de la
sed lo que jamàs puede ser conjurado.

Deformaban practicas de escudos en una
saeta donde vibraban las zanjas.

Eran como reliquias de uvas que no 
se rendìan a sus antepasados.

Se confesaban nada màs entre dirigibles
y componìan canciones a los helicopteros.

"En el principio los sacerdotes eran 
palomas que frecuentaban a los dioses"

Tenìan secuaces procedentes de los higos
y los abordajes a la luna.

Daban por descontada la era del limòn en
los lenguajes de los rascacielos.

Pensaban segùn el equilibrio y dejaban de 
pensar segùn el alma.

Desencantados por los dados, seguìan la
direcciòn de los peines.

Creaban el sol diariamente de otra manera
pero nunca lo sabremos.

"En el principio los sacerdotes eran palomas
que frecuentaban a los dioses"

Pero eso ya lo hemos escrito.





Tema Confuso del Universo Sobre la Transformación





Tenía un tema sobre el universo, pero no era completo.
Hablaba de la lluvia. De la manera como vuelve
a los cielos a través del vapor. Una narración
en esta con antiguas matemáticas en los
cabellos descifraba la obra de la
noche. Una que empezaba a 
obrar en los cartilagos
como lo hacen 
los médanos
cuando se dirigen a
la arena: siempre a través de las transformaciones.

Y si toda transformación evoluciona a base de
estrabismos, pensé en mi espíritu
derivando del eter
hacia simulacros que rompen una nube
que ensartan en sus dedos el recipiente de musgo
donde se bañan incendios naranjas: todos 
antiguos como el mar,
todos arcanos como el limón del venado
entre los equilibrios. 

Comprendí que para llegar al sentido en tal tema
debía dividir el temple y la teoría
durmiendo en aquel tema. Lo cual es otra ciencia. Una 
casa de mandarinas quizá. Una habitación donde
los alerones del agua
se convierten en fuselajes y estampidas de trigo.

En ello y seguramente en una y otra 
melodía más.

Pero no necesariamente, para seguir escribiendo.







lunes, 27 de octubre de 2014

Poema








No lo hagas por esta casa donde se cocinan animales.
Tampoco por el torpor donde mencionamos los ríos
ante la ruina majestuosa de los caracoles. Piensa un
poco en la rosaleda que empina a la cordillera, aquel
riguroso templo en su corazón, bañado de esquirlas.

No incendies el brillo que de alguna forma jura por
ti en el silencio, donde la locura se gesta en la razón 
semejante a un tridente llevado por un dios entre
la ilusión y la profundidad de las aguas. Se remoto,
un poco remoto como el iris que descascarando 
angeles, anuncia profeticos verbos en el caso del
mar y sus neologismos. Por último no intentes ser
profético como las enredaderas.

Ten por cierta alguna de las ideologías con las que
recopilaste en la hierba la variedad del verdor y la 
extraña caida de la lluvia: fue un cuadrado; elixir
escondido del circulo o fue la crónica amuletica de
un grafitti en los labios. No lo hagas por las cosas 
ya hechas que vagan por un río, igual tarde o 
temprano van a quedar atrás. Basta un sol-ocaso
para reconocer que sucede, un día-lenguaje o
una foca-idioma suspendiendose debilmente en el
poema junto a santuarios y rituales: algebras de
heraldos hipnoticos que en eventos de piedras y
crisolitas, derraman las formas de eso tan inutil
y tan subterraneo.

Tan inutil y solitario llamado poema.






El Origen del Corazón






Un sitio portuario da origen a un diferencia 
con nosotros: brota un átomo.

Entre nosotros y el atomo nos
muestra el jaguar un episodio de
veneno.

Extenso el lince que cruza los pañuelos.
Antiguo el hierro en la silueta
de una herradura.


Más allá la tierra que tocaba espirales.
Que unía maleficios hasta
crear una daga.

Cercano ya el momento que nos alejaba 
de ella.

Misterioso el placer con el cual subimos 
hoy a ese encanto. Más misterioso aún
que la tierra cuando posa
el vuelo de un
pensamiento en nuestro pecho.

Y tú y yo pensamos que ese pensamiento
se llama corazón.



Simil de la Naturaleza







Eufonía de civilizado barro. Tradición de insomnio
errante. Composición de laud sobre un esbirro donde 
las campanadas se mecen. Pienso hoy en tus cartas 
y en la nieve, medito en tu deseo; aquel que dejas
antes del placer para que tu espíritu logre llegar
a la sensualidad; aquel que nombras entre
lo voluptuoso.

Hace tiempo fuiste trazado por ese erotismo
y en las silabas del pensamiento conduciste ello
al estadío.

Vibrante silencio de caballo.
Equino responsable de los idolos. Tal erotismo hoy
desciende hacia la lluvia de la tierra para comprender 
sus ventanas: ventanas meditando mas que una 
bujía; consecuencia en la piel hoy que duerme 
en la leyenda de una legua; sintetico trance
donde un ansia llega al centinela y un eden
fugitivo termina de colocar su distancia
en los ojos y los estuarios donde yace 
el hemisferio -no el horizonte- ni 
las temporadas de la fragua
buscando otra forma de 
llegar al erotismo
uno que pueda envolverlo
como las encrucijadas a la belleza.

Uno que nos haga tan objetivos a ese roce.

Semejantes a la naturaleza.





sábado, 25 de octubre de 2014

La Percusión del Pelícano





A determinada hora de la libertad el sol es un himno.
Mira las fosas atrapadas en la canela. Observa con 
detenimiento las manchas de arroz en los cabellos.
A determinada hora el sol es un puerto de lenguajes
aprendiendo entre los idiomas. Se aleja con sus cartas
de polen hacia las sacudidas, mira el torno del grito
y las cenizas de los animales. Aclara el papel de la
luz sobre la mesa. Invade con fantasìa la realidad
para que vivamos un poco màs en ella. Lo último es
una especie de frivolidad, toda una pasarela.

Yo creo que tal sol facilmente es un rumiante.
Y decidido a esbozar un coloquio
logro desatar al mamifero de ese conjunto acariciado
por polietilenos. Intento definir: El que con mucha atenciòn 
creò la conciencia del verbo trasmigar en las sombras.
Y como tambièn creo en el publico entre la multitud
donde se reencarnas las arañas, llego a la concepciòn
del adjetivo como una extensa oraciòn al separarse
de los vilos. Asumamos que tal vilo es un sujeto.

Determinada hora que desciendes sobre los pelicanos
sin un ave. Que recorres el sacrificio de las medusas 
en algun guijarro en la orilla dejando ver sus huesos.
Animal de maleficio que por las noches derramas el
número de tu mochila en una extensa ciudad de nucas
que pertenecieron alguna vez a los cadaveres.

A determinada hora de la libertad el sol es himno
que se oye cabalistico. Lleva esferas de devenir
con cierta cautela por el tamaño del sonido en ellas.

Tal sol -igual que el sujeto aquí- no está preparado 
aún para la percusión. 

Tal cosa antes y después de este poema, debemos 
contarlo a los pelicanos.

En su vuelo -posiblemente- sabrán que hacer con ello.





viernes, 24 de octubre de 2014

Poema






Todavía es un navío y sus anclas son similes de una calle
en lo más profundo de los barcos. Inédito el frío que por
las columnas de agua camina con un plato de hierro. Silencioso el tiempo
que desarticula espacios acuaticos con medidas de tigres o desnudos obeliscos
de plata entre santuarios de vidrio. Y si ello es asi, algo como
el oceano debería despedirse en cada movimiento de 
sus pajaros o esa individualidad que sostiene la
redención de un absoluto acaso ganado al 
poema en la incursión a sus sienes.

 -obviamente
de las que aquí nos observan mientras son escritas-

Pero somos inmediatos en lo que a poetica
se refiere, evitamos siempre la parafrasis e incluso evitamos
que el contenido promulgué legislaciones de infancia
para convertirnos en marionetas de nuestra propia
inocencia. En agitaciones 
semejantes a los pilares que el huerto ilumina
con entrañas que no siempre son contenidos de las venas
ni el artificio, porque ellas provienen de los tráficos.

Asi volvemos a tocar una hoja.

Es una forma de desarrollar un pensamiento.





                       

jueves, 23 de octubre de 2014

Teatro Marginal y Mistico





Día de un autor. Protagónismo equivalente
a la ciudad espacial
de una luna o un astrónomo, día
de efemerides como la inmensidad de helechos
entre sistemas
lucidos invertebrados.

Escama de lumen donde las predicciones
agitan la intima experiencia de una flor
con lo hermetico
y nosotros decimos que ello llega a ser una reliquia
un canto menos actoctono en un modo mistico.

Y deteniendonos a reflexionar
casi dormidos en una gota, evocamos
el pasado de una mandibula
que obediente devoraba las piedras de un
arpa, encallada en un estambre marino donde el
destino del tallo es velado aún por el pistilo.

Espíritu relativo a la mitografía
cuando reconocemos los parques del menguante
en un sonido cualquiera como un
conjunto de semidioses
raspando la vulnerable genética de una
crónica...

-acaso la fragancia del granito virginal
producido por las sienes en la curva de un objeto-

Día de antiguedad puramente esquemática
riguroso como el destino en el momento de conquistar
la vida, iluminado siempre de tatuajes,
agitando continentes en el interior
de sus vidrios. Sólo en un punto. No más. Y
después los jirones llegan con sus faroles. Después
los jinetes nos recuerdan que detrás de ésta
pagina, igual que en la realidad en
algúna visión de si misma, las cosas
son desconocidas. Entonces
sabemos que el momento ha llegado.

Y somos encaminados a los arreboles.





martes, 21 de octubre de 2014

Plano Intelectual





He traido mi cabeza. También mis ojos 
y para razonar el lenguaje de una hormiga 
creo que podría ser necesario y suficiente
como adioses de caballos. Sumo a ello
un coeficiente. Un plano intelectual donde
las superficies crecen aún entre la maldición
de los pontifices que generalmente
son descoloridos. Expresivo o taciturno.
Melancolico o triste como los planetas,
-eso parece importar muy poco cuando no
se vive en el gerundio- los bosques enseñan
alguno de sus frutos, invadidos de tiendas
y arrecifes. Una mancha de uvas memoriza
el arquetipo de los racimos. Un hoplita baja
a los valles llenos de persas. Un mito busca
qué arrancar de una runa. Pero yo, sólo he
traido una cabeza, una inteligencia muy
pequeñas casi sin atomos...

Y en ella la razón descubre, que sólo puede
acariciar la verdad.




Poema Sobre un Jardín-Minotauro






Nada más ajeno que este árbol con pleamares
de coral y balcones que miran una piedra bañada
de placenta y crisolita. -Ante ello me complace
creer que pude no haber sido idolatra- Pero...
Como en una canción que hunde los teléfonos
con un jardín-minotauro ebrio de alambres, llegando
a una equidistancia que escribe universo antes de 
aurora, nada más ajeno ahora que el latido 
de una estrella con serenatas de topacio
arrancando latitudes de pensamiento a los ojos.
Y nada el vestibulo con anchos lunares de almenas.
Nada el estribillo que pasa por el pudor antes 
de galvanizar alerones o nieblas. -Por supuesto
el mar está en el aire- Y por supuesto se me indica
que una calle podría proponernos una casa de 
idolos, una lluvia donde el cretaceo aún recoge
las entrañas de cualquier movimiento o de todo
manantial que emerge treyendo crepúsculos en 
sus pupilas o en todo caso, cómo logro reconocer
que el sonido huye como un trebol en las ojeras
marcando el fín de las sienes junto a un cipres
donde es paralelo hasta casi lo trágico el de 
los minerales...






lunes, 20 de octubre de 2014

La Aguja en el Rosicler






En la clepsidra de ninguna platea, donde la orilla
es de algas y manifiestos como el horizonte.

Mientras la aguja elige el rosicler donde lograrà 
despertar sòlo sì alcanza un propio climax; una casa de vidrios,
la runa del gaviero impregnando de focas boreales
y las antiguas mayòlicas transformadas en anguilas
por los ecos, todos relampagueàntes.

Y una que otra trascendencia despuès del timpano dejan ver
los cabellos del meandro convertidos en sal por otoños
de anilina. Cuando la imagen intenta extenderse desde el sudor
de tal clepsidra con origenes de hombre solitario, muy dado
a las paredes y los talones, lleno de acertijos y mundos dormidos
como el veneno.

En ese armatoste donde miraba el reloj y en tal mirada
preguntaba por sus talismanes escribìendo. Tocando el pulso
a la nieve o el color de la rosa incursionando en amaneceres
donde el diamante confundìa la sed con la fe.

Para ahogarse en ella.



miércoles, 15 de octubre de 2014

Los Génesis del Nihilismo






Creo que aquí vagó el génesis. En cada parte
de esta orilla la imagen mas utópica sella las ruecas
donde labraba su corazón una gaviota -un genesis
siempre recorre una utopía- No sé si un nihilismo,
pero en los craneos la vida diferente del sueño
trae veredas como la somnolencia o la composición,
los puntos que se desvanecen y aquellos que edifican,
un misterio llegando de manera insolita y sin colinas.

Yo creo en esos terminos hasta ser eclipsado neologismo,
hasta cruzar el pulso donde recorre un erizo las
partes de una piedra, el nombre sabio de las estrellas
camino hacia formas de constelaciónes y también
hemisferios infinitos. 

Y pienso en los alamos que cuelgan.
En los origenes del sueño cuando la fantasía duerme
y un libro como la imaginación concibe las edades del cactus
del granizo y en el interior del mismo las estalactitas
ultimadas por transparentes redentores.

Y estimo la cultura desprendiendo maderas
hacia el tomo donde la poesía absorve la libertad
del lirismo para descomponerse, igual y antigua
como una flauta de papel en el barro.

El génesis, aquel que trazó en el alba la silueta
del eufemismo, la vida hiperbolica de un corazón
junto a un patriarca de leña; asi semejante
a la providencia fue buscado en la palabras
del nictalope un simbolo.

Y entonces hacía la nada, brotaron las banderas.
Como una utopica imagen de nihilismo.









El Girasol que se Inunda






En cualquier lugar donde escribas
con un puerto de reptiles y las celestes brigadas
donde los primates impregnan de parafernalia 
la luna.

En los sedimentos donde el viaje del planeta es
un diametro y sus monólogos recorren los carbones
abandonados por la magia en un himno.

Junto a plaquetas y muestras de hormigas
que el invierno cuelga en indómitos tejados y los
vuelos de una gaviota a deshora, primitiva
y rudimentaria como un cisne.

Acompañados de desamparos y evoluciones
donde el apellido descansa insolitas breas y el himen
es astral tanto como geométrico derramandose en las
raices de lluvia.

En todo lugar como en el logos
cuando la poesía alcanza un mientras y después
descabellado y puro como la ilusión del 
magma en las uñas.

Cuando la palabara toma un antílope
y el epicentro del ser en la tierra descuelga una
placa tectonica
un vivir de platino alcanzando
un trineo
mientras éste percibe astrofisicos vagones.

En cualquier lugar donde escribas
extraño y artesanal a ti mismo
con tejidos que sobresalen del hilo 
mientras el oceano desaparece con
su horizonte de soles.

En todo lugar ten presente
que sólo existes mientras reencarnas tu lenguaje
en ese girasol que se inunda.




El Elixir de una Llamarada





A un lado del mar está el mástil.
El eje en él de una reliquia.
El sol de insomnios donde vuelven a la luz
los remansos. Lo legendario del sueño en los cabellos.
La referencia a un dromedario.

También el propósito. La función de sus pergaminos
un amanecer de anclas. Un amanecer en que las 
cigarras y truenos son lo mismo que una herida y el 
evento del reptil llega al recorrido del bucle
con una marioneta de iridio en las manos
y un astro de escarapelas en 
el cuerpo.

El mástil reconociendo un escalofrío.
Una estampida como lo horizontal y lineo en las barcazas.
Una cohorte donde se bañan decimales entre valles
de uranio y manifiestos
de agua.

El mástil con un puerto de arañas que narran 
entre los ángulos el paso fusiforme del prologo 
cuando lo enhebra un relámpago.

El mástil con puntos eternos y sucesivos donde
se agita un polígono. 

Uno desvaneciéndose entre inmensas llamaradas
de moscas.

Uno que aún encuentra el virar del solido
en la polilla.

En el periscopio del abeto y la constelación de ciprés
besando un limite.

Como si este fuera el elixir de sus llamaradas.






martes, 14 de octubre de 2014

Conjugación de la Libélula







A la intensidad le seguía el mar con una cadena.
La primavera y la xilografía. El acorde lapidado por 
fuentes donde se batía una escafandra. Entonces contabamos
la historia del aceite dormido en himnos marrones: pertenecían
a  las madreselvas. El tiempo era lacrimógeno como 
una escritura de fanales observados por la lluvia.

-quizá la poesía era una higuera-

A la intensidad continuaba esa maligna inocencia que 
esconde la palabra cuando agita
la memoria del hipopotamo
en su corazón y los espigones donde la rafaga se convertía
en relámpago, devuelven una bengala
a los tigres y los hombres seguidamente en los veleros. Los esbozos.
Los muelles cuyos periodicos 
llegaban de la electricidad con pajaros de sepia.
Esos muelles de noesis sentenciada por
la vida en fantasías de epitetos con extensiones divinas
de providencia en cajas azules como la ira.

Yo pienso en esa intensidad ahora, en esta primavera
sin árboles.

Donde las libélulas dejan de conjugar mariposas.

Y los meandros se buscan entre
serpentinas.










Reloj de Sol






La aldea está compuesta de contradicciones. En ella
el culto desciende hacia un reloj de sol
disencandose entre un variopinto marginal. Todo
 esto en una estampida.

Concientes de tierra
sobre castillos de polvo con dibujos 
de griales.

Culturas permaneciendo entre la noche y la idea
sobre la adrenalina de una danza
y arcanos moluscos encendiendo una plaza, un lagarto,
la concepción de un corazón sobre la noche
cuando su latido impulsa aún nocturnos oboes
que apagaron el celeste y su diversidad.

Invisibles acordes de miscelaneas
en la paradoja de una dinastía bañandose en
nuestras sienes y en ello la ceremonia de
una piramide varada en la marea
por una ballena.

Idiomas de eter jugando en los naipes
como un acertijo al morir entre la niebla. El coito
de fuego y polvora recreándose hasta la 
locura de la llama en el 
reguero.

Antepasadas danzas de arpas
situando el destino de una hoja en el lugar
donde el apellido del violeta jugaba con el cromosoma
y en ese inutil poder sin adioses parecía
contemplar lo idilico.

Y todo esto que ha terminado de escribirse, sólo es
nombrado aún por la perspectiva sobrenatural
del reloj de sol en el insomnio de 
la arena.









viernes, 10 de octubre de 2014

Poema





La escalera en el tallo salpicada de cadenas.
La tribu de juicios junto a una mancha de
piedras descoloridas. Un tremante.
El destino sobre la oraciòn y su metamorfosis
de cabaña. El escrito del cactus ahora que
el agua cierra un remolino. La espina sagrada
cortando el horizonte con un legendario
resplandor allende a los silencios
al espìritu de los racimos
a lo que florece en una caverna
con sus dìas semejantes a hechos esenciales 
volviendo hacia una particula
o una dimensiòn de centigrados.
Un narrar de goma.
La nomenclatura del itsmo.

La nociòn de un esgrima ahora, llenando
los labios con puntos donde las visagras y las
silabas muestran una consonante sobrenatural
extendiendo un espejo. Un mundo de
fuselajes como la expresion
cuando abre la espuma
reencarnandose en un baùl, en una cisterna, en procesiones
polìticas junto a la espera del ficus.

Las gradas en aquella escalera silbando en el hielo.
La protuberancia del mar cuando muestra
su piel en un cefiro que no es diferente
y conduce poemas hasta la semejanza
con un àrbol. Allì libelulas
de infancias veteranas continùan...

Y los nùmeros se agolpan.
Algebraicos como una inocencia de muelles.
Como una inspiraciòn donde crecen las lilas.

Y el destino en ellas es un significado
de barcos.

Que al perderse, logran perfilarse
con una sola sien entre la aurora.



La Escalera del Pergamino





Un pergamino.
En este amanecer en sus parpados 
palpita un tren. Un confìn inmediato.

Una escalera convertida
en edificio
por la medida de un lago
con adioses de 
dormitorios. 

Los preludios en èl
de una visiòn llevada como vestigio
y andanada de coral.

Pienso en sus frutos con algo de 
azogue, con la lògica 
que desenvuelve una estructura
donde los fluorescentes
navegan...

Archipielagos que ascienden a una
bicicleta.

Cicatrices de barcos dentro de 
un ladrido.

Historias de cromosomas uniendo
avenidas de hierba.

Los atolones donde situamos la
celula y el liquen.

El sedimento de un ideario 
esbozado por un prologo.

La antitesis de los dìas rosados
en el craneo.

Todo ello bajo el estambre linguistico
de una pradera.

Donde una idea del pergamino
es desenterrada.

Y lo mas cercano a esa idea es
un bosque.






La Intensidad de los Bulbos





A què idioma llegamos.
Con cùal de los pàjaros hundièndose en 
las balaustradas?

En què tierra de resplandores con un 
paisaje mìstico de crateres y una evoluciòn
de plastico?

Estos eran los nogales?. Por aquì principiaba
el pètalo del helecho; la cosmogonìa
de la elipse uniendose en
el atardecer a los nucleos?

En cual de todas las preguntas inspirada
en los oboes?

Dònde quedaba el patio, el grial original
del trigo desatando universos de albuferas
y la violenta rosaleda del pino escondida?

-fantasìas de ritos cabalgando entre
la sombra junto al dromedario que
lleva la primavera de un equino-

Cùal de todas era nuestra palabra; el solido
resucitando en la marea y en los cortejos
de niebla sobre dirigibles del cielo.

Cùal de todas no lo era?

En dònde la reencarnaciòn, la intensidad
de los bulbos y el pavimento de polen
invadiendo los carteles de una casa transparente?

Què palabra se encontrò con la nuestra
convirtiendose en sonido y asi volviò a la suya?

A los clanes escarlatas de los espejismos.

A las manifestaciones de bucles que la brea
juntaba esperando en ellos el solfeo
de una vibrante astrologìa.

En dònde la soledad y travesaños donde
las arañas guardan acompañadas
de la mimesis
el plateado rubor de los lustros?

Cùal de todos los eclipses 
representando los aniversarios de
un hoguera en los dequeismos?

En dònde el vaiven de las manadas?

Y la morgologìa del polvo al ser
mezclada con el agua?

Allì donde es formada
la tierra.











jueves, 9 de octubre de 2014

El Pensamiento de la Noche






La noche duerme.
Junto a ella el lenguaje, el jaguar, los lirios de
agua tomados como una hegemonía por 
una voluntad donde esa misma noche
piensa.
El aura de una campana parece conjurar los sentidos.
La hoja y el conocimiento.
El oceano descendiendo a través del incienzo
con una flauta.
Negras alambradas de equipajes descuelgan un pacto
dorado y escarlata con la espuma y las antiguas aletas
del viento: mar y apostoles este amanecer de ritmos
y numeros paganos, derivando a los jardines
con una promesa amarilla y guarniciones de estampas,
estandartes donde la miseria escarcha
dubititivos dones de cienagas. El cielo a estribor de 
una plaza y el otoño por donde yerran heterodoxos respiros; tal
un cadaver, tal un nictalope dentro de anagogías donde
apocalipticos capitulos colman el ansia de profetas.
Allí la cupula renace y entonces el universo
sigue al tiempo con una memoria
disecandose en una tradición de sacrificios
alimentando el pleonasmo, el cipres
el atardecer con modelos oviparos
y puntos sobrenaturales. Cadencias paralelas al
trino del espejo y bardos enigmas anuncian la plasticidad
entre patriarcas donde se forma el lenguaje: esta vez
acto de activistas y exhalos
repitiendose una y otra vez en el infinito.

Todos precipitandose entre orillas de
bozales.




miércoles, 8 de octubre de 2014

Crepùsculo





Al aliento del mar le sucede un color rojo. Està
en el arrobo. Proviene del crepùsculo.

Girasoles de agua en el hemisferio son
tambièn las sienes de una luz vacìa
y corpulenta; cromàtica.

Silenciosos protocolos de enjambres
donde tornasoles y escamas de plenitud 
se digieren. Biologìa del infinito al separarse
de sì mismo. Metabolismo de la creaciòn al encontrar
una distancia.

Una distancia que pueda dar al hombre
un momento.

Y espiritualmente convierta tal
momento en instante.

Naturaleza






La hipnosis con su constelaciòn esmaltada.
El relato de una cabellera fugaz en un ritmo
de hielo. La avenida con presentes de agua
y tropicos elementales de sentidos ante una
apariencia tomada del color en los rangos.
En el aliento absoluto especifico. En el 
cuello de la gravedad astrofisica: Tal
vez un plancton que se mece
en otra orilla;quizà.

El diario universal del manuscrito sin que
el sol tense la tierra y el ideario del oceano
imaginado por los medanos igual a 
inventarios que la tarde
presiona en el musgo
hasta el daguerrotipo de una pradera
o las batistas reclinadas del 
mundo en una requien de acidos; todo esto formando
otro quizà. 

Opalos de vidrio entre estilos
donde los mundos desvanecen una tarde. La
sensibilidad romantica en el dirigible sin titulo
y aquella en el cual diseñamos un epìlogo,
la fiebre del vientre, la absurda heroicidad de lo
gaseoso en un plano furtivo donde las
figuras como manadas literarias
de las hondas diseminan
el brillo del sol que 
sube entre la
madreselva de los acantilados.

En esos trapecios donde sòlo la naturaleza 
permanece.



Poema




Al amanecer llegamos con un naipe de eucalipto
en una orilla donde se forman las cucharas. 

Pequeños
segmentos como la inspiración nos devolvían la inercia,
el día sagrado de los pleonasmos, la callejuela donde
escribía un vagón y tal escritura es vaticinio de 
orillas ahora. Oraciones que unense al papel.
Temáticas de oso que recogen la nieve.

Parecìa la vibraciòn de un objeto silencioso.
Las reencarnaciones de una hoja en los bolidos 
cuando el prologo dibuja el contenido del oceano
lleno de meguantes. Primaverales 
todos, mediterraneos como una
fruición de juicios que miran
el ocaso y reparten en él
la intensidad de un
crucigrama
la voz heliocentrica del llano
el retablo de una adolescencia despejada en
los alamos de granizo por el
viento.

Un viento de corrientes escarlatas como
el agua.

Uno que repite los siglos de las alamedas
en la boca.

Un alguien interior que sigue las estrellas.

En algunas de ellas se queman entre la yesca
los signos de un cometa.





martes, 7 de octubre de 2014

Estaciòn de Ocarina






Tampoco el cielo, el manifiesto del lenguaje o
uno de sus hechos con espacios milimetricos 
derivando hacia grises fotosintesis.

El plano exacto de una dicotomìa que arrastra
una linea al pavimento, con colores de nogales
y horizontes lògicos e incomprensibles. 

Tampoco el agua disecada en los paramos del
interior donde la subjetividad es aùn un pais
con volcanica actividad de elfos.

No es la eternidad que determinamos por el
escrùpulo o el vaiven situado en la punta del
estuario lleno de veleros y bolicheras.

Jamàs el idilio del temple disputando la aguja
de la aurora a los cefiros y mientras tanto una
cofradìa de esquimales lograse misteriosa.

Mucho menos el ancla provista de garrochas
al incriminarse en castillos, donde las figuras
son siempre como rosados ecos cristalinos.

No es la transparencia que hoy termina en 
el espacio con nùmeros de sogas y latigos 
de nieve equilibrandose entre los azufres.

Tampoco la adolescencia del himno en una
meseta donde eventualmente el brillo existe
segùn el poema que empieza a regar el alba.

Y segùn ese poema el contenido del magma
idealiza los imanes por donde alguna vez
descendemos al polvo con una reliquia.

No es el ruido de la estela convertida en
gravedad por un hemisferio y mimeticos
los barcos que empiezan a digerir moluscos.

Tampoco el garfio, la secreta estaciòn de
los cipreses en las estaciones, donde el dìa
consiste en agilizar un vuelo de ocarina.

Un vuelo que desnuda la imaginaciòn, que
es festìn de grises aniversarios con los rieles. 
Allì, donde sòlo el ser de la poesìa empieza.










Recogimiento del Oceano







Morfolinguìstico como una colina en el puerto.
Neoestilìstico como al  buscar un preludio.
Ontosemàntica del regreso al perdigòn y la fabula.
Quiromàntico como un gran espectaculo de sienes.
Ortopedico igual a una revelaciòn de raices en
una metàfora que transmigra desde lo profundo
cuando el mar despierta amputando con su imagen
toda aquella que tenemos del universo.
Metaepifanìa de la fe o la sed
entre anglicanismos y el acrostico ascendiendo a
la valla con grandes tempestades sinòpticas.
Literario en los helechos uniendo 
tropicales cortinas de asfalto y un instante ante
el silencio, vemos morir neologisticos el sentido
del anden, el sentido del caballo, la señal del
augurio, ante detalles de cebras y el simbolo
de sacudida es una conmociòn que
derrama un apriori continuado por
mensajes boreales y los
pergaminos donde inmensos comportamientos
son cebollas de piedra, una espina
en el trigo. Un plasma de zafiros durmiendo
siempre en un àrbol de agua.
Donde el recogimiento es
eternamente de oceano.





lunes, 6 de octubre de 2014

Canto






Hay una estela.
Se que es de glicerina por la forma
en que vibra y sacude
la arena.
En secretos como lo supersticioso
lo confiesa el aceite. El aceite con sus naipes
modificando la lluvia. El aceite con
sus prolegomenos sembrando
gitanos en la marea.
Es una estela con arpones dogmaticos
como los que acarician
un velo.
Llena de sacrificios y tatuajes igual a los
que reinan entre elixires.
Hay una estela que
sobre bacilicas y graffitis trajo
la fragancia de una chimenea
en los pretiles.
Disecò y ofrendò a la noche
nictalopes que raspaban en silencio
una polea, un gris
de rieles por donde jamàs anduvieron las
reliquias ni el temple 
hundiendose entre
la providencia de una muralla.
Nivelada en los vientos de tropeles cientificos
como las ciudades. Envuelta por
cavernas de tradiciones 
amarillas semejantes 
a un juicio.
Sobornada por leyes donde la imaginaciòn
cultivaba de noche un edificio, una
gargola
un perifoneo del mar con sus anclas.
Y los barcos
-como un profano pensamiento-
durmiendo en el fondo
de tales oceanos con ellas.










Las Tùnicas de los Eslabones





Algunas veces las estrellas son lagos. Ello
no es sòlo una silenciosa vanguardia que vive 
entre jardines de piedra. 
-la hierba aqui es de carbono y
su apariencia llega celeste desde el eter-
Ello no es ni siquiera una postmodernidad
que cala en los muelles, es sòlo giro
antropomorfico que rueda en los patios.
Algunas veces las estrellas son una laguna.
Sobre estas y los prados las interpretaciones 
desencadenan lirios y cabellos, un primer
equino subido a un monoplaza. Una raciòn de 
color encima de la nieve y el retazo olvidado 
del tropo en la acuarela. Luego un modelo
platònico y centrifugo buscando en la 
superficie de la aguja, su arquetipo. Pero
la tierra pende de otra manera.
Los trasatlanticos reciben termometros y 
los ciclopes recorren las peninsulas igual que
un bulbo. Parpadeo de sustancia es el
lenguaje en una medusa. Divino como un poder
en movimiento. Sobre las conchas
gnosticos despliegues de uvas
como estelares branquias sin hemisferios, son
el acontecer de los pàjaros. 
Algunas formas
como las estrellas son lagos, perfilan el interior
de una vocal en los vidrios y en las escaleras
donde el cemento aùn reclina preguntas para
un oceano absolutamente imposible.
Un oceano que llena de escamas los peces.
Uno dormido en la estrella mientras
evoluciona hacia los lagos.
Y nosotros corremos solitarios en las tunicas
de sus eslabones.







La Creaciòn de Sal






A pesar de esa flor en la arena que derrama una caja.
De sus cartas sagradas de histologìa.
En la astrologia del ser con un corpusculo.
En los tejidos del mundo cuando algo en los cefiros nos
inunda con el espejismo y la realidad de su climax.
En la belleza de algo monstuoso en los cefiros.
En los elementos de agua encarnados por lo terrestre.
En lo terrestre magnetico y un astro encantado
nuevamente por ninguna iridiscencia.
En la direcciòn de los trigos cuando los llenamos de 
almanaques y un universo de alcantarillas sube
como en eje de amplias sinuosidades escarlatas
o a lo mejor la citara donde una melodìa es biologìa
de carbones y el mundo transformase en radiografìa de fosil.
En una rosa de uranio. En la comunicaciòn de los vidrios.
Junto a los aparejos y velamenes. Bajo
la estampida de periodos donde el desprecio
toma el helecho en una hora de garzas
-simultaneo en un canto de cebras-
y multiplica la acustica de sus siluetas ya graficando
en las sienes, bolicheras y castillos de oxidos. A
pesar del tallo que busca otro en la arena para
construir una rosa y a la par despierta un cine.
Una compaginaciòn cromatica.
O la estrella digerida por los techos. El vidrio somatizado
en la goma; antiguos esplendores donde las
cortinas acercan desde la distancia
vanos rascacielos. Todos ejemplares de una poesìa
que toma la sal para crear su dìa.
Y la sal màs que la poesìa lo 
crea.





domingo, 5 de octubre de 2014

Poema






Hemos definido el amor en el agua por la manera
en que los oceanos duermen junto a la tradiciòn.
Sentados frente a ella, hemos observado en sus
idolos el simulacro con que una aguja
describe los baluartes de un animal frente a una
brizna, compuesto de sabanas. Todas en 
absoluto acuaticas.

Conceptuado la fila de cipreses.
El deterioro de los cardos donde extraños juguetes
transportan entendimientos de helio: esos con
los que elevaban al cielo algunas cosas.
Asi tuvimos una pagina
en la atmosfera
ascendiendo con reglajes de lluvia, alguna vez detràs
del invierno. Asi tuvimos una libelula de liquidas
esquinas y faunas de agua en los
oleajes donde el barro, nos recordaba
silenciosamente sus celulas.

Una era de hidrògeno.

Hasta aquì nuestras definiciones por el amor o los
sueños de agua conforman ese cansancio abierto entre los
pasos, con un pigmento tembloroso de huellas. Ya
no quisiera estar en ellas.

Hasta ahora, porque llegado ese momento, cada 
quien define.

Yo defino el amor por los àrboles o los santuarios.

Por los templos en los acantilados donde aùn
vagan los dioses.

Yo cierro los ojos para que me hable entre
heliotropos.







sábado, 4 de octubre de 2014

Los Tallos de Aceite







Escribimos en una ciudad sin titanes.
En la hierba soñaban los colosos.

Semejante a hierbas de titanes 
escribimos junto a colosos. Ello no nos hizo
menos fiebre, menos abundantes. Ello
sólo volvió a convertirnos en 
coloquios. Diálogos de piélagos
que sólo ven esquinas, tactos de alfileres
con una versión del mundo sin
espejos. 

Inmensos minerales que toman el agua
de los bucles. Vacíos donde el perdigon abre
su silueta en el interior del ancla.

Pinceladas como el sol dentro de un 
estandarte, hasta ustedes llegamos con 
una montaña de leña en los parpados.
Dentro de los ojos los colosos eran
amarillos titanes de los atardeceres en
que un sueño es vacío como la
penumbra para vivir y otro adquiere 
el desierto de una iglesia
la estampida en el sol de algun
volcan profano.

Uno que llena de lava aquel astro.
Uno que eleva extrañas  magnitudes en el universo.

Y se alimenta inutilmente de
tallos

Por donde eleva su gimnasia 
el aceite.






Paisaje








El paisaje finalizaba entre los huesos.
Había sido comparado con aquello que posee
escenas de hierro, variantes sin equilibrio.
Un poco infranqueable a veces, solitario otras.
Yo dormía entre dromedarios y en 
cabelleras de plastilina para verlo.

El paisaje era un pez, tal vez tenía un angulo.
Una escala de sal por donde sueñan marineros
aquel color donde la brea es una palabra; decimos 
a veces que es también lo remoto.
Un sentido en ello articula de manera sintetica
los árboles.
Otro disemina el siseo y los fuselajes donde nace
el oxido.
Hay estrellas pero provienen de otros paralelos.
Sexuales en apariencia como una apología.

El paisaje terminaba en una cresta. En la ondulación de la
estela, en días de poesía cuando el brillo serenado por
la crispación yerra muerto en una fabula, en ello
terminaba el paisaje y a pesar del filo y la bruma
seguía entre las crestas buscando construir una
oración de muchos fracasos, subversiba sólo
en sus cabellos. 

El paisaje -hasta donde sé- era
un cuaderno, un amplio encuentro con
el cinismo y el talisman en el verso
adornado de maniquies.

El paisaje era un salmo.
Había crecido en él, repartiendome entre
los parques. En los saludos del patio original donde
nos muerden las lamparas. Una manifestación 
como el vidrio guarda aún la sangre de
aquellas heridas.

Y dado que todo patio original es de sangre.
Y reconoce que fue herido entre sus
antinomias, podemos recien escribir
como al principio del poema que
todo paisaje termina en los huesos.

Como un solitario esqueleto de otros
abecedarios.






viernes, 3 de octubre de 2014

El Amuleto de la Palabra





Conocemos los nombres y en ellos el significado.
El ritual del lenguaje en el momento de llegar a los signos.
Sabemos de dios porque no necesariamente existe la
idolatra. Prueba de ello es lo divino. Respondemos 
a lo divino con un naipe cuyo destino vuelve a 
destruir la belleza. La belleza se destruye cuando
es coronada de antilopes. Eso lo afirma tambièn
un daguerrotipo flanqueando el antimonio.

Escribimos en los minerales con frutos llegando
desde la porcelana. Silueteamos las sienes donde ese
aliento es practico como un evento de verano a solas
con el sol y la tibieza, con sudor de cinismo
y barcos que son empujados en el 
hemisferio por los asteroides.

Recogemos la fotosintesis y llevamos historias
de plancton mientras la noche escupe solitaria en uno
de los verbos hasta encontrar verdugos y cosmogonìas.

Nosotros amamos tales verdugos en la palabra.

-en el fondo son amuletos-

Es la condiciòn para que vibre una cosmogonìa.










Aproximaciòn de lo Inasible






Quisiera un lirismo que no pudiera habitar.
Con el cual pueda a diario hablar de bucles y
de herraduras. De algas e interpretaciones. 
Quisiera un intelectualismo para lograr existir
segun las condiciones graficas de mi geografìa.
Quisiera especular mas raudo que el yo en todas
las actividades por donde se agitan los cometas.
Reconocer el agua para poder diferenciarla de
la tierra. Yo soy un hombre que nunca pudo
separarlas.Yo soy un animal medio inaudito a 
veces. Sin identidad particular y generalmente
hablando. Bebo de ingredientes, bajo la canela
del repostero como si ella fuera un manifiesto.

Un lirismo que no logre recuperarse nunca.
Sumamente automatico y sobrenatural.
Uno que me acompañe a las panaderìas y con
el que a cada momento pueda despertar de 
los aulos con ese sentimiento profanador de
las tormentas y los programas radiales en 
los vortices: lugar donde nacen gnosticos iones
planteamientos de pleamar y rubor como los
medidos en los valles de una campana, por los
tornasoles.

Un lirismo que no sea lirico ni pueda habitarse
en sì mismo, que salga a las calles para horadar
-tan sòlo horadar- las mareas y placas tectonicas
que existen en las veredas, un lirismo que vaya por
encrucijadas con un acento material en la frente,
lugar donde todos los amuletos brotan.

Yo quisiera un lirismo con el que ocasionalmente
hable de poesìa y tal poesìa quede desamparada
en las cosas igual que un yelmo o el platino al
recorrer un origen. Una calavera. Un dìa de 
hipodromos. Una saeta donde el oceano deja
a la imaginaciòn los arboles y hojarascas.

Y en medio de àrboles y hojarascas lo inasible.









La Luz de Plàstico






El rìo luce un cuadrado en el pecho.
Flotas de plàstico en una avenida nos
recuerdan cuan cercano el tiempo y 
la voluntad en esa aurora donde se
impregnan las estrellas de liebres.

Pienso en las cupulas en la esquina de la flor.
En la luz de plastico del fanal.
En las narraciones de una mariposa violeta en 
su destello por las uvas. Sueño en 
el recogimiento y su poesìa donde
un ritmo no logra dormir enteramente 
por la noche y crear con ella un dìa, un atardecer,
un meridiano abandonandose a una linea
donde florecen los imanes. Vuelvo a 
esos imanes ya casi indispensables.
Teoricos de los astros y emperdibles.
Miscelanicos tropos donde el silencio invita 
a un pez, a una araña, a la procesiòn eterna
del pelo en un craneo.

Por ello escribo que el rìo sòlo luce un
cuadrado en el pecho, es lo mismo que lucir
un dromedario en la arena. Un liquido
saltamontes de centigrados tiene 
poco que oir en este ideario
siempre de puentes y 
lejanas colinas.

Donde el eco ya no puede repetir lo
nuestro.







jueves, 2 de octubre de 2014

Actividad Paleozoica





Podrìas pertenecer a esos dìas que son misteriosos.
Que logran comportarse de manera azul a pesar de los
incendios a lo lejos. Podrìa tocar el fuego con mis ojos
a pesar que ese fuego sobre la arena nunca deja de
formar una orilla y los barcos jamàs de dormir
en ella. Yo sè que tù podrìas crear una placenta
tanto como un nido de avispas. Y de una
u otra forma serìa maravilloso.

Y tambièn podrìas pertenecer a los pelicanos y el himno
que recoge estrellas ahora que las vemos divididas 
y el salmo es una rapsodia que trae en sus espìnas
un ancla, un muelle donde el pensamiento
empieza por definir tu conmociòn y 
despuès esa misma definiciòn
alumbra y define un garfio en tus cabellos. Yo que jamàs
estuve compuesto de cabellos podrìa serlo
ahora.

Podrìas desenterrar una antorcha de libelulas.
Una nave totalmente paleozoica donde el plañido nada
tiene que ver con un poema y lo arrojas a la tarde.
La tarde de sonidos crepusculares.
La tarde de arrobos que algun dìa seràn inverosimiles
para que podamos creer en ellos.
-no es de otra manera-
Lo imposible en el lenguaje nos despierta.

Lo mismo sucede en el amor.





Poema








Y entonces se formó un manantial. Al cuerpo
imaginario sobre el agua le sucedió el real.
Los hechos de fantasía entre la superficie
fueron trasladados por los objetivos
hacia un mundo de espuma y crestas. 
Nuevamente
contemplábamos.

Nuevamente témpanos de sensibilidad
en cada uno de nosotros.
Otra vez los dragones sobre una luz de hierro en 
el horizonte donde los brillos dejaban cosas legendarias
para una casa
 -a ellos nos enlazabamos-
para un ladrido encerrado en
cualquier racimo, para la ilusión donde un puerto
advierte en la individualidad 
los mensajes pasajeros 
del candelabro. Y la curiosidad del aceite en los
labios mientras la pronunciación 
es sagrada como
los estuarios donde algun día los muelles
sueñan despertar otras raices, otros espejos con que
mirar los epitafios donde lo imaginario deja a la fantasía
suceder a lo real.

Y algo imaginario como un manantial nos
encuentra.

Desnudos y misteriosos en
su dialéctica.



El Suicidio de Zinc





Pienso en esta calle: toda ella semicultural.
-como un aniversario de trigo tal vez-
En ella un poco menos que en mis escalofrìos.
Mucho menos aùn que en mis fantasmas.
Pero hoy esta calle posee màs de una escama y
pienso en sus centauros como en sus mitologìas.
En el logos y en el mito vadeando cualquiera
de sus prosopopeyas.
Medito en sus heteronimos 
-necesitarìa otra vida crear los mìos-
Reflexiono en aquellos que nunca crearè
y se desplazan por la hoja buscando una media, un zapato.
La fragata por donde los coleopteros empiezan a navegar
con todo el derecho que la razòn puede ofrecer.
-son muy pocos-
Medito en esta calle.
En sus mandolinas y brujos. En su buho tan individual; tal vez
el ùnico demente en esta aurora en que el hechizo
no es sòlo irracional en funciòn a la locura.
El hechizo es tambièn proposicional y no sòlo ebrio
de relatividad ante ella.
Y dado que mi lucidez concuerda
con un cuervo en lo siguiente: !Tambièn yo puedo ver el mar !
Preveo que tal lucidez debe ser desatada de las cosas.
Me alejo entonces del sonido.
De un paradero de heliotropos.
Del semàforo sostenido en un seno.
Del cerebro con practicas de agujas mientras tejiamos
un planeta de cefiros.
Seguro como insomne de que las ortigas planean
debajo de las caracolas, persigo el aliento 
del cadmio entre la violencia.
Un suicidio de zinc.
Un suicidio de birremes para que sòlo una
goleta te recuerde con paso espantoso en una
cadena donde lo formidable parecìa enhebrar
eslabones. Pero no. No era nada de eso.
Era sòlo una calle y un suicidio de zinc
en ella.