lunes, 4 de abril de 2016
La Enumeraciòn de lo Abstracto
Todo aquello que se encuentra en las pisadas. En los sendos
limites del pelo junto a quiromancias de heraldos en los ejes.
En las caminatas que van a ser crucificadas según la
imitación de los olivos.
Todo eso que es según las circunvalaciones.
La luna en el idilio detràs siempre del viento.
El automovil hecho de flecos.
El territorio de estertor donde los brillos llevan el
significado de una amapola. La flotaciòn de los quistes.
Aquello entre lo cual te interrogas bajo el aire.
El demonio con una manzana en la boca.
El paraiso con una acciòn de leche.
El cielo de langostas y las plagas en tu casa de azucenas
con una dicción de feretros que dictaminan el factor
rosado de las aves.
Eso que se disecciona.
Que se diseca. Que posee maderos aun enumerando
lo abstracto y desnuda las cabezas de los peces en el ala de
un orificio. En el sobrevuelo de un escalpelo.
Todo aquello que es primordial para el que acaricia una
rama o encuentra en los faroles los antepasados de las golondrinas.
Todo aquello que te encontrarà semidormido en los parques
a la hora de los relieves y las estalactitas transparentes
mientras una ardiente prosopopeya inunda los baldes de arena
de los niños.
Esta calles que irradian el mar.
Esta ilusiòn que poco a poco terminò perteneciendo al oceano
y a los bucles que organizan en su frente las lechuzas.
Esa casa que asciende hacia las ojeras sin un razòn
pero sabemos que la misma puede pertenecer al apogeo del
eter en los tejidos.
Esa casa con minerales abiertos por las enredaderas
mientras los yelmos aterrizan en un color de selva y portatropas
exhalado por las branquias.
Esta historia donde tambièn para ti el arroz tiene
un cometa.
Y los pliegues del tigre un pedazo de maìz estancado en
los dientes.
Ese lugar donde lo incandescente aterriza en los matices de una
ceremonia de vidrios en el pelo, cremada por las instituciones.
Este presente en la lluvia llena de galerias increibles
como las que se descuelgan de los ojos de una botella.
Este aposento de nieve en los arrecifes de los techos
donde un gallinazo empieza a desprender un cuervo de su cuerpo.
Y esa primera gota de sangre que busca unirse desesperadamente
-y no sabemos porquè- a los litros de hambre de las
avenidas.
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