Aquello que Puede
Hace minutos hubo un estallido.
No muy lejano.
Una ráfaga.
Un instante donde pensó en si misma
la continuidad.
Un árbol creciendo hacia abajo en el pecho
de la tierra.
Bueno, con detalles de sepia empieza esta noche.
Más allá del tuyo o mi pesar.
El tuyo - debo ser enfático - lo ignoro.
El mío hasta cierto punto diré que es mío.
Y no es un asunto semántico.
Tampoco antediluviano.
Por supuesto lo habitan entelequias.
Pero, recuerdo navíos sobre el pavimento.
Tengo esa evocación donde una imagen
alude al movimiento con esas trampas que
solo puede ofrecer la realidad.
Se de formas en que los naipes vuelven
al pasado con esa objetividad que no tuve.
Se parecen a la poesía, mostrando el mismo de
mil maneras.
La realidad sólo puede elegir una.
Para los naipes y la poesía
mi entera gratitud.
No tengo nada más.
Un detalle más, la poesía es lo único que
elige a cada momento.
Un extraño paso me conmueve.
Es uno para el que esa poesía fue la única manera
de cultivar arroz o polen.
Por supuesto fue ello iniciático.
Con el tiempo aprendería a alimentarme
de langostas.
Así me llene de vericuetos.
Me hice citadino.
En mis sienes ví la escalada que supuso en los bosques la identidad del peciolo.
El círculo de vidrio donde el nihilismo acantono
sus palabras con el anhelo de otra era.
La orilla del mar escoltada por la tragedia.
Tenías que verla y vivirla si esperabas el destino.
O algo semejante
si es que existe está suspendido en las sortijas.
Guiado por flancos donde expone
el alba un vórtice.
Esta en los cabellos.
Con esa intensidad de un latido.
O la grieta en la cual el sol se pregunta en la oscuridad...
Si es en la luz o la penumbra donde finalmente
se encuentra el verdadero brillo.