miércoles, 13 de abril de 2016

La Noche de Violaceos Hemisferios





La noche dice que los hemisferios eran violaceos.
La noche encuentra un jardìn en uno de sus arrecifes.
Los dormitorios enfrentan la penumbra desde la piel.
Los colores del agua se enferman entre adioses.

Idolos de cal aceleran su paso por los felinarios.
donde el rostro de un tigre se fermenta. Cavernas
en una temporada de orgìas aluden a volcanes.

La noche que se lanza a las ensenadas de un gemelo
convertido en picaporte por lo visible.

La noche que no apaga sus sienes y yace entre
litros de laboratorios. 
Que busca el vertigo del agua en una redenciòn
compuesta sòlo por equilibrios.
Pero ningùn equilibrio es duradero tanto como
lo es una caminata hacia el tiempo donde 
los esquimales regresan a la ciudad con un metal
en los labios, uno que no termina en las esquinas
ni se presenta absoluto a una unciòn de andenes
colorados, bajo lo amarillo del todo.

La noche que busca en sus presidios una carta
redonda. La noche como un absoluto que reparte
griales sobre las condiciones de la maravilla e
intenta concluir la obra de la sal en la ciudad
del antimonio.

La noche llevada por unguentos, caminando en
las estacas con las cuales un vellocino llega a
la nube. La noche que proporciona reliquias a los
hombres una vez que hayan dormido en su vacìo.

La noche con pianos de azafran y entre las torres
un periodico de sangre memorizando las letras de
miserables himnos y hojarascas.

Esa noche que no conoce el sol pero aumenta el
nùmero de sus arpas entre lo nocturno, mientras 
nos enlazamos a relampagos perdidos en la ira
de la inocencia.

La noche enlazada a los palacios con una ventana
de grasa en sus subtitulos. Acaparando categorìas de
nihilismo en una manzana. 

Esa noche que irremediablemente se une en el dìa
a las mascaras de una botella.








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