sábado, 31 de mayo de 2014

Otoñalidad de una Coordenada








Esta coordenada no es vàlida.
Tampoco lo es, el sigilo romàntico
y miscelanico de su mañana sobrecogedora.
Ni los lienzos donde se estrella un balòn
arrancando el esmalte a los mismos.
Menos el mundo que se alarga desde la costa
hasta un marinero de piedras
donde termina el horizonte de la playa
para dar paso al puerto.
Pero me pregunto: podrìa decirte que allì las raices
son de pàjaro y que no hay
maniobras que la retòrica pueda determinar?
Podrìa llenar de saliva mis manos
y quedar acantonado en ellas
como una minuscula inmaculaciòn del oxigeno
en una serpiente de agua?
O elaborar una mitologìa como el tiempo
en los relojes de madera
que como los salmones ascienden en contra
de la corriente buscando
el principio del universo
en las alturas del pino ò los cedros
me contarìan la condiciòn del azufre o la selva
de acuarelas con la inocencia?
Podrìa yo responder desde las madreselvas
donde sin ninguna duda corren los absolutos
una y otra vez aplastandonos
con su valle de microondas o cisnes?



Guillermo Paredes

Rigor de Travesaños








Esta ciudad del sentido.
Un semidios sin partituras.
-como una tendencia a los travesaños-
Un olimpo de particulas donde los meandros
se despiden a lo lejos de ensenadas
y los archipielagos son santabarbaras
que escriben algo sin puñales
de carne entre ciegos. Esta ciudad. Ese
semidios en ella entregado a las
cartas y menesterosos dìas 
de hoplitas cabalgando 
por el sueño que
posee cada silueta
de la linea en ellas, cada punto y el trafico
que no era letal de los cabellos
en una caricia, ese trafico que llevò a algunos
a la muerte y a otros a presuponer un dìa: logistico
siempre, lirio y tallo de escala despedazada,
poetica de las grandes imensidades
sin curiosidades que no dirigan
el alma o los proyectos
de algunos u otros entre las cavernas
y en esa inspiraciòn de escamas
y fetiches, en esa frontal
direcciòn del tabu y 
los amuletos
o los presupuestos de acero, desvaneciendo
sus mirras entre morteros donde la
savia es polvora para
seguir viviendo y estalla sobre chimeneas
donde la existencia toma
proporciones 
de este mayo sin regiones, ni cancerberos
al lado del alabastro, citando en sus
paginas de fuego los presagios
de la mucosa
transformada por criaturas de fosforo
en ladinos pretorianos; vericuetos
que arden en canciones
de huesos
donde toda astrologìa de dioses y hombres
acaba.





Guillermo Paredes


Expediciòn a los Arabes







De cualquier manera llegamos al nombre.
A su inflexiòn ruinosa en el eter, a sus misterios
de hedor y despuès su ritmo de crateres o erupciones
mientras el amarillo es solar por el instinto hacia
la luz que poseemos, como cualquier animal
de la lluvia. Todo encerrado 
en cualquier ilusiòn o el poder
de un simbolo examinado en la orgìa de una
duna.

Y de cualquier manera procesamos una erudiciòn.
Una fila de reos en el polen.
Una carta de simios dirigida a la idea.

Plateados sustantivos en la uva.
Imperios de escamas donde algunas botellas
irradian la voraz mediatez del ritmo.
La circunvalaciòn del aura.
Los motores donde el final es concavo
como los amplios reveses de un demiurgo
una noche infinita de palidas torres
y hadas.

Y sobre cualquier sentimiento la bolichera
debe ser unida en una expresiòn
a la ola del mar
o la cicuta de la hiena o el arabe,
es menester escribir en el paralelo donde
nos cuenta un amor las historias
que viviò en el tiempo
de la miel
y los angulos cristalinos de la tarde.

Esa que aùn puedes doblar en dos 
como un papel.

Esa que aùn arrojas a los
trasatlanticos.




Guillermo Paredes


Poema







En esta noche vuelvo a creer en la naturaleza.
El tiempo se va juntando hasta adquirir la fuerza
que quiebra nuevamente el espacio.
Los portatropas luchan en algun punto de la 
arena: discolos y extraños. Y rabiosos en el orillar del 
salmo un dìa de titeres y abecedarios en que 
comparamos nuestros equilibrios al
ranking de los acidos con flores
de amoniaco en nuestra mente, saltamos
al eje.

Filamentos que versan sobre la curva antes
de dormir en una guitarra.
La mejor flora del cuaderno elegida con tacto
de sensualidad aminoacida y el encuentro
con la armonìa desprende el epitafio de
ese vaticinio que esparciste por el
universo: para vivir mejor afirmaste.

El circulo de los mandamientos y aquel
donde ignorarìas el sueño; en este despedìas
una menciòn al color azul de la memoria,
al antiguo ajuar de los labios; ves una infancia
aùn morada en el robo, ves la contemplaciòn
del ave antes que la rama fuera ceniza y
tras ojos de supersticiones el tuyo,
domando todo lo sobrenatural asomandose
en el verso.

A una de esas cosas la llamaste poesìa.




Guillermo Paredes Mattos

viernes, 30 de mayo de 2014

Pavimento









Como nombres.

Algunos estropeados por las ojeras.
Otros deslumbrados por escolasticos halcones.

Después la sombra de cada una de estas oraciones 
encuentra su penumbra de hierro.

Su calíz de autopsia.

Tú perteneces a esa prehistoria.

A  la herida sagrada respondiendo a
los himnos botánicos.

A una pradera tanto como al oceano encerrado
en ella.

Tú perteneces a ese ejemplo bajo la noción
de un invertebrado.

O la mitosis del estandarte, antes que juraramos 
por alguien -al final lo hicimos por todos-
es una forma de llegar a la moral
pero no a la axiología.

Con el mayúsculo y cínico ingenio de una rebelión
con terrenos de maquinarias continuas
como la sociedad.

También yo obro dentro de ese masoquismo.

Lo hago sin ninguna respuesta, un poco
uniéndome nada más.

Remotamente oprimido al pavimento.




Guillermo Paredes

miércoles, 28 de mayo de 2014

El Espìritu de una Figura




                                                                 


                                                             


Fuè alimentado por fibras.
Escoltado por ciertas neumonìas terrestres.
Fue un punto suspensivo si las bandadas
dejaban de creer que el presente
era ese punto quiromantico 
que unìa algunas corazas
en frutos de melamina.

Legua e idioma, tambièn fue digerido
por parafernalias
de clanes empiricos en una
aguja inmediata. Las perlas en ese 
momento vivìan incrustadas en los ojos.
Nunca se estrellaron contra los que
nos pertenecìan.

Girò para acechar los velàmenes
con ese mayo personal-violeta que 
secunda a los grillos, lo hizo sin orientaciones
desconcertado y puro como un requien
salvaje.

Hombre lirico de salmos y cabelleras
con un sentido del exilio en los meandros
donde la tierra entra a la existencia
como recogimiento en el barro.

Hombre extraño de azoteas y bolidos en
los topos. Incandescente y sin ninguna temporada
que inclinar a los azotes.

Ser de claraboya y rasgo.

De agiles rascacielos epistemològicos.

Para que el espìritu de la figura
pueda seguir obrando a oscuras.

Como cuando un demonio crea.



Guillermo Paredes

Boceto de un Desfiladero.







Al elevarse pienso en muchas cosas.

Nuevas algunas, otras no me dicen sino aquello
que tomè alguna vez de la realidad.

Otra vez el mundo que llevò sus grilletes
a los cielos, para quedar perpetuado
en ellos, el celeste es uno
de esos casos. Allì tambièn
se pierde.

Miro otro portando la semilla de 
secretos granizos entre los cirros
mientras avisoro ya sòlo su silueta.

Nace una visiòn que llega con ella de los
nimbos.

Las cosas vuelven a disecarse en los
tornasoles de la humedad.

Vive la hojarasca aquì, la tanteo cercana.
Rastrea el tambor su sonido.
Ese sonido que pierde la unidad en una 
de las formas. Se detiene la sustancia
y bajo una caida de flautas
el ùltimo de mis gritos melancolicos se 
transforma en un hueso roto. En un monòlogo.

Todo esto al elevarse de este desfiladero
un ave.

Una que en lo remoto jamàs sabrà que 
este poema es cierto.




Guillermo Paredes

El Rociar de la Espuma






No por el hecho de haber sido gadiformes.
Ni conceder libretos para las aguilas del pleistoceno.
Tampoco por el significado entre silabas o aletas.
Ni comprender menos lo alejandrino o los cultivos
dictados por el torax.

Ni por ser juglares intermediarios de una fosa.
Viciosos crateres en las membranas.
Valles mesolíticos del hombro de una metáfora
cuando la colocamos en los nuestros
y pueda asi pensar en diafragmas.
Morir un poco màs si puede.

No por haber leido o tocado una biblia
intentando vapulear esquimales.

Rociando espuma en los gallos y vinculando
asi ambas cosas que nada tenían en común sino
era en lo disímil. Asi espuma y gallos suspendieron,
entre ellas un mundo que espoloneaba
las antorchas.

Como maniqueista del esqueleto o
los principios con los cuales llegamos al relieve
del tajo sin ninguna estampida.

Tan liberales como para pronunciar 
iceberg de hidrogeno.

En la idiosincracia mas pura del aire.

Cuando llegamos a la noche entonando conciertos para
las espinas.





Guillermo Paredes


martes, 27 de mayo de 2014

El Resplandor del Escarabajo







Bajo un fondo de inmensidad, un piano. 

La autarquía del viento llena de frìsos y cardinales
desde una invicta miseria en las ramas.

Hieráticos verbos de tensión o encrucijadas
poseidas y tejidas por el verde.

El universo noético de la expansión disemina
una luna diezmada por los simbolos.

Lo interpretamos según la traducción de las
dictaduras.

Interpretamos según los puntos del polen
en las ruinas.

Flotas de galeras componen la saeta platonica
del lirio.

El eslabon concede modulos para el insomnio
al mismo tiempo que las citaras.

Batallones de escarabajos suman el excremento
a su experiencia.

Esta noche lo llevan como resplandores sobre
sus espaldas.



Guillermo Paredes

El Girasol del Atlas







Un girasol es algo metàlico
entre la granizada y el mitòn.

Si su apariencia està hecha
de articulaciones volveremos por èl.

Para ello nos reencarnarèmos en todas
las luces con que meditamos y reflexionando
hacia un gameto, tomaremos
otra posibilidad de la niebla
del lirismo automàtico
con que la poesìa
lo hundìa un funerales de brisas. En una soledad sin tonos.


Proviene de constelaciones que sòlo pronunciaron
el atlas y la condiciòn era decir todas las letras
de un alfabeto.

Por eso todos los girasoles que vì en mi vida
nunca tenìan todos sus pètalos.

Ellos no piensan el lenguaje
como lo hace el hombre.



Guillermo Paredes






El Pubis de Orfeo






Hoy la direcciòn es un alfil de dorados pilares.
La trayectoria, un verso, entre el confuso ayer
y hoy de piedra, donde saludabamos al arroyo
mientras detectabamos un olmo. El cipres 
era inaudito. El canto en sus silabas aùn 
visionaba tradiciones de Orfeo en el
pubis, por lo demàs representabamos
un craneo de toda forma, porque
no nos pertenecìa.

Hoy el mar que vemos es una proyecciòn
del nicho cuando enumera sus
ataudes.

Y camina un extraño perfil. Un juicio de
patios dirigiendose a un mundo 
sin cromosomas.

Està la perspectiva lunar con grandes
exegesis donde se baten 
cabelleras.

El mar, ese mar que deletreo instintivamente
con mi metabolismo de curva, con el 
polen roto de la alquimia
incinerando contenidos con grandes llamas
donde el hecho descubre en el vaiven
del tigre
su ùnica caracola.

Hoy toda direcciòn que pueda tomar està
de luto.

Pero eso es natural para un hombre que 
no se alimenta de juicios.

Y sueña entre hogueras.




Guillermo Paredes

Las Agujas mas Cortas









Si algo llegara a suceder
escribirìa sobre agujas màs largas.

Ya no buscarìa oidos ni libèlulas.

Tampoco correrìa maratones con una
tortuga.

No encenderìa antorchas, no irìa
tras atomos.

Dejarìa de insistir en la existencia
intentandola convencer de que en la vida
las penumbras son todo.

Una penumbra que actuara.
Que matizara e interrogara por el amor
entre espejos.

Si algo aconteciera las moscas tendrìan
que cavar para poder alimentarse de 
este cuerpo.

Ya no tendrìa bolsillos.

Terminarìa conformandome con
la poesìa que dejè de leer y
con el hecho aquì o allà
de un telegrama o un hocico.

No me sentarìa en los parques, ni juntarìa 
mis manos en un solo puño en mi frente, intentando
hacerle creer al pensamiento que
vivo pensando.

No tendrìa proyectos, porque jamàs los tuve. No se
puede tener algo que jamàs elaboramos.

Si algo llegara a suceder
tendrìa que entrenarme en otro tipo
de vida con las cosas debajo de la tierra.

Le pedirìa perdòn a la duda por haber
vivido perpetuamente en ella.

Sin que mi espiritu jamàs fuera capaz
de desprender una sola
afirmaciòn de su
existencia.




Guillermo Paredes


lunes, 26 de mayo de 2014

Sentido Crepúscular de los Osos







El fondo del agua es otro.
En ese fondo había una raíz y no era cuestión
de musitarlo ni tocar arenas.
Desde la sombra de esa imagen partimos hacia
las estacas.
Nombre alguno había entrado a la existencia con
nosotros, pero aguardamos el himno de la 
greva junto a la piedra.
Y oímos en ese tacto que la inspiración
debe voltear herraduras.
Habíamos perdido el sentido de los osos y las barricadas.
El conocimiento del alpe y el diminutivo del tacho
en los papeles. Siempre confinados
a los patios, al cartón de la sed, al crimen donde
lo adamantino es como el alma. En el instante 
en que no quedan más pajaros para
sacrificar escenarios.
Y escupimos nuevamente en los carbones.



Guillermo Paredes

Metafisica del Perdigón






No he subido jamás a un peñón.
Eso lo ha hecho alguna cresta de la tierra.

No he subido a una triángulación, pero he desencadenado
mi imaginación en ella, de modo que la trinidad no fuera
el único hombre que acompañara mi fonética.

Ya lo sé. Eso puede ser trivial como los ojos.

A veces pregunto a la distancia porqué es la mirada
y no los ojos quienes llevan con el peso de la misma.

Y no he ascendido ni he escrito con la misma intuicion
de la intuición, cuando piensa en lo profano por
ejemplo.

He vivido como los arreboles. He sangrado como la
intención. He intentado purificar mis sienes en el
barro como perfectamente lo hace la conciencia.

Yo no viví como los objetos entre la gravedad.
Ni siquiera pude llegar a esa gravedad como un objeto.
Me animaron algunas mañanas a ver dentro de mí mismo
que cosas podían ser imitadas. Lo único que hice finalmente
es intentar imitarme a mi mismo. 

Para esas cosas se vive solo. Nos extrañamos solos.
Llegamos a la contemplación con el desasosiego de los 
hombres materiales cuando no alcanzan su objetivo. Eso
acontece conmigo pero en sentido opuesto.

No he ido detrás de una clepsidra.
He sido ignorante como el tiempo en todo lo que
toca y esa es mi única sabiduría.

Una sin alfabetos ni templos ni casacas para 
lograr guarecerla.

Una llena de dulces crimenes cuando la
lucidez nos separa de nosotros.

Para arriarnos silenciosamente entre
las hojas.




Guillermo Paredes

domingo, 25 de mayo de 2014

Las Aristas Verdes








Como una arista verde entre los treboles
impregnando de azucar sus remordimientos.
Como una hoja entre la divinidad ascendiendo
nuevamente entre la hojarasca a la rama.
Como tal prodigio.
O un milagro que llega de los trenes
azotando corazas semejantes al miocardio
o ese corazòn que empujamos a diario
a las aguas
como si no fuera suficiente hacerlo en 
la brea
en el mineral y el salitre
escondido en los oxigenos
en las grandes ballestas de los unicornios
o los gritos que muerden en una sal
de mantis 
una estepa de cruces o naves 
donde los dragones
forman entre naipes someramente
una ilusiòn, un espejo de talismanes 
en una mariposa o el vientre
de un color cetrino
desenfrenado en las liebres o las uñas
impenetrables de los vientos.
Victimas siempre.
Luminosos verdugos que 
encuentran un aspa de locura
en su frente.
Con la cual firmar el ùltimo arquetipo
de sus huesos.



Guillermo Paredes


Los Angeles de la Latitud







Era una latitud. Era el deseo del angel antes que
cayera por la tierra y de ese espejismo a la aurora
caminara entre la tempestad como lo hacìa un carbòn o
el testimonio de gigantes como la piedra,ensenadas
como los abismos al recoger grabados entre los pifanos.

Era en lo profundo un lenguaje, solamente como los lenguajes
cuando acarician un rito y la cabellera desnuca el placer
de una idea descendiendo con el ritmo de gargolas y
enigmaticos templos quemando los faroles, las
linternas del nubarron donde 
se desvanecìan 
intervalos y luces de cosas imposibles
elegìan el trance entre nosotros, la cosa mistica
sin maestrìas revelando una acustica
la percusiòn secreta del ensamble
la armònica agonìa de un libro que antecede
a la punta del caballo antes
del liquido.

Sobreviviendo silenciosamente en la punta
de los algodones.

A todo lo hialino de los aquelarres.



Guillermo Paredes

Continuos Velámenes





Continuos velámenes. El vidrio hecho pedazos
en el suelo. La llegada secreta de la violencia
en ella, insomne como los insectos violetas del
atardecer que aún buscas sobre los matorrales
donde la nieve jamás bañó sus acertijos. Surge
una herramienta que jamás fué engrasada. Una
lámpara oxidada con olor aún a kerosene. El libro 
de Hesse en una de los ángulos para que hallaras
tus propios abalorios, el genesis del tallo cuando
el alma asume la naturaleza del dardo, la pócima
del escrito tomando de los basurales el pájaro que
transparente retorna con un escrito transformado
en lechuza, en origen de plazas invisibles y advientos
de ecos que siendo astrofisicos derraman terrenales
lo que tocan, lo que hieren, al fín del mal, junto al
sur y al desvanecerse, tan sólo numeros de ácido
tocando las raices, como en una remota epopeya.


Guillermo Paredes

Entrada al Alba






No soy poeta y no tendría porque 
serlo, para pensar el lenguaje
cuando no era una palabra.

Lo digo porque a veces pienso
en el interior de una palabra.

Y me pregunto dónde quedó aquella
dimensión donde no era lenguaje.



Guillermo Paredes

sábado, 24 de mayo de 2014

Gas Lacrimógeno







Un dìa despuès del oriente nos percibiremos.

Llevaràs sensibilidades de grandes cuadrilateros
en tus equinodermos.

Cuidaràs de todo lo hieràtico que hay en los
mamiferos, te daràs cuenta que caminaste
siempre igual a un pelo.

Te tocaràn los dinosaurios con documentos
sin identidad.

Traeràs en las cejas una pantomina.

Compararàs tu soledad a otra soledad. Una 
màs firme, de formidables cachorros.

Allì los elementos te diràn
como se convierte en festin, el riguroso
amanecer de los grillos.

La materia trascenderà como una existencia 
que meditarà frisos lejanos.

Fundaràs cicatricez con remordimientos que
dejaste pasar por el azul hasta que
fueran empiricos.

Un dìa avanzaràs entre la niebla.

Y no te importaràn los gases lacrimògenos.





Guillermo Paredes







viernes, 23 de mayo de 2014

Lectura del Jinete






Primero vimos un ancla con testamentos de barro
en sus frentes.

El horizonte trasatlantico de una belleza que debía
ser humana. Las ligas, el sobre donde los dioses
capitaneaban palabras no escritas.

La lectura del jinete delante del terciopelo y las
batallas vacías cuando el neón es de aceite.

Pero los árboles lloraban detrás de tus ojos, con
el amanecer temprano que sólo muere en la boca.

Con las figuras de un solo soplo en el aura, nupcial
como una morgue o los antiguos caracoles
que duermen entre el musgo
sin retórica obediencia.

Después la alabarda debiose a las torres con alas
donde errantes cortinas incendiaban
imperios de langostas.

Refriegas de una bacilica o una multitud de valles
organizados por una boina.

Antes de ponersela sobre la cabeza cada hombre en
el universo, recuerda que no es sino antes donde 
empieza una idea.




Guillermo Paredes


Sobre Peces y Apostolados







Como partes de peces viviendo entre escamas y 
apostoles.

Junto a inmemoriales fisicas en el adios o el temor
de la especie.

Cuando la ambiguedad de los diques merece decir
que poco màs o el interior de la ballena empuja una
sombra con bocinas equidistantes a un pielago,
con pifanos de sacudidas suspendiendose
palidamente en una ràfaga. Asi tocamos 
el viento.

En el insecto abriendose paso entre menhires
y la culata de lunas reales
en los tendones de una caracola
donde la figura cae
como una serpentina.

Y lento se hace el sol en el encefalo grabado
por una colina
entre materiales fecundados por los siglos
o las pronunciaciones del granito
con principios de fe, albañiles y obreros marcando
la suciedad de los bordes, los pretiles, la asonada
del debut de una orquesta de tejidos
junto al mamut. Algùn crater en su erupciòn aplastò
esta imagen con lava. Asi naciò un santuario.


Pero sea el pifano suspendiendose en la
ràfaga. Sea una erupciòn uniendo piedras
y hombres.

Tù y yo, no lo veremos.




Guillermo Paredes

El Oceano de Gorgonas






Poder vivir como un pensamiento: Esos
que nunca logran evolucionar.

Comprender que el espíritu, estuvo muy
cerca de interpretar el de una rosa.

Dedicarme por siempre a un espejo como
no puede hacerlo la vida.

Poseer idiosincracias a modo de la luz junto 
a verosimiles pianos.

Presentir la voracidad del pino cuando
atraviesa el agua y personifica latitudes
entre los meandros.

Inventar un ingrediente en un libro
donde la generación colinda con los liquidos
y el cromosoma es un oceano
de trasto o aritmetica en
los billares.

Poder llamar tentáculo a los cisnes.

Reconocer a la modestia cuando termina
de victimar un escrúpulo. Desear fervientemente
otro musculo para ir repitiendo ese ejercicio
por el mundo, entre flores y batallas
con lo más hermafrodito del
verbo.

Tener un venado florentino en todos
los papeles, salpicado de ruinas y mediterraneas
escencias de bulbos.

Comprender que a fuerza de anhelar
se alejan los juguetes
y el oceano puede ser también una gorgona.

Para llegar a la orilla.

Y quedarnos petrificados ante él, para siempre.



Guillermo Paredes


jueves, 22 de mayo de 2014

Versificidad







No olvidar al aborigen.
Al tiempo incrustados de plastilinas.
A las efectos del agua al transmigrar.
A las crisalidas de los aspavientos.
Al nigromante sin calzado.
Recordar lo nativo, memorizar la triangulaciòn,
la ojera, las que llevan metropoli y nariz,
ser por muchos motivos un tanto o poco
horizontal, vivir debajo de tierras
y polietilenos, orientarse a las
goletas con el mismo desenfado
del escarlata cuando 
abandona al mar
sin decisiòn
y no olvidar el dìa sobrenatural
a medida de los cabellos teñidos y el
hambre incomparable del latigo 
contrastando a lo lejos,
con muy poca 
inocencia.
Olvidarse cabalistico, numerologo
del mar sin evidencias, 
volver a caminar del capitulo al
traje, llevar un discurso
para todo termometro.
Desvanecerse del planeta por largos
periodos de fosas y academias, poseer 
en los ferrocarriles el tacto de almena
el metal de pleamar
la serenidad del vilo en la astilla.
Comprendernos pero no mutuamente.
La naturaleza en funciòn de muchos
no creò la gravedad.



Guillermo Paredes

El Traficante de la Palabra






A las figuras con altas vibraciones de lechuzas.
A los barcos quemàndose en los puertos. -Esos que 
apagamos nunca-En los valles humedecidos por
la brisa que llega de los vientres.
A las linternas y fogatas o un expreso
con clanes de misticismo.

A las plagas o el elastico en los cuadernos que
unimos por sì -llegado el dìa- la soledad nos encuentra y en
acuerdo con ello hacemos tratos con sus palabras
como los que hacen los traficantes
esos donde la ùnica
garantìa para cumplirlos es la vida.

- Asi llegamos al trato con nuestras palabras-

A las superficies con extrañas emociones
de mi vida.

En la poetica de la obra y el tripulante, 
mercenario de las aguas y contenidos,
boca sudorosa que sigue sobre las murallas
sosteniendo cuadros de sombras proyectadas 
por una letra o el incendio; otro electrico 
incendio de focas e interpretaciones 
por donde el mundo intenta vanamente 
suspenderse en  una aguja.

Cuando sabido es que ello sòlo lo consiguen
los hilos.





Guillermo Paredes 

miércoles, 21 de mayo de 2014

Voceo






La palabra sangrando firmemente en la voz no
es la misma. Los centimetros que la separaban
ayer de la vida, hoy la separan de sus entrañas.

Nosotros pensamos en un horizonte que
no deje de ser el nuestro, que hable y sea capaz
en su escritura de pronunciar el singular de un corazòn
tal y como lo hace la existencia. Y que tal singular
muestre la dramatizaciòn sin afectaciòn alguna,
como lo hace un ejemplo sobre determinada
cosa.


Es la ùnica forma en que su mundo 
- ese mundo tan egoista e individual-

nos pertenezca.

Hasta entonces lo ùnico que nos queda es una
palabra -que no le pertenece- sangrando
firmemente en esa voz.



Guillermo Paredes











martes, 20 de mayo de 2014

Creaciòn







He aquì el oceano. Se llama Pacifico.
Si llegara a la otra orilla cruzando todo
el continente tendrìa otro nombre: Atlantico,
ambos emanan sin embargo lo mismo.

Cruzan el hemisferio aves que llevan graznidos.
El pelicano en su inmenso pecho no fue abandonado
por el agua. Cruzan, detràs de ellas, el apogeo de
cielos equilibrandolas. Abajo quien las sostiene es
la gravedad, dictada esta por la armonìa.

Este es el oceano, ningùn hombre se ha despedido
en este atardecer del mismo. Sòlo dos bocas muy cerca
de las escolleras - por la naturaleza de sus ademanes-
parecen sellar con su saliva un adios.

Tal adios es eterno. Ello lo sabe cada ente
este crepùsculo en la naturaleza.

Y es lo ùnico que lo asemeja a la creaciòn.




Guillermo Paredes 

Sentido







Ahora que observo esta carta
no puedo dejar de verla como una premoniciòn.

El viento que acaba de pasar deja algo
sòlo reconocido por la herida en ella.

Sin embargo dudo mucho que sus palabras
aludan a ello.

- Empero algo gime en esta soledad-

Presiento que en sus lineas màs de un pensamiento
tuvo que separarse del jazmin y la astromelia y veo
en ese momento, partes de un universo
que a veces fue organizado por la naturaleza.
Otras por la imaginaciòn.

Ahora que observo esta carta 
escrita por un hombre, llego a otro sentido: es
el de poseerla.

La astromelia me acompaña.
La naturaleza que fuè capaz de ver aquel 
hombre es la misma ahora.

El hombre que en mì toma aquella hoja es
el mismo hombre que la escribiò.

Ahora y es a donde querìa llegar.

Hay otro sentido y es a la vez una
diferencia.

No ha sido leida.




Guillermo Paredes

lunes, 19 de mayo de 2014

La Linea y las Metàforas del Horizonte






Era un punto.
El lenguaje no tuvo que ir demasiado lejos
entre sì, para interrogarlo.
No sabìamos porquè.
Nosotros que creìamos en los galgos y derramabamos
nuestras vidas afirmando
que la lluvia y apostoles eran todo.
Que no habìa nada mas.
Nosotros que juntamos el ozono y enumerabamos
sus ciudades como lo harìa una
reliquia, volvìamos a 
la noesis.
Una encerrada en el punto.

Habìa dejado muchos poemas sobre la nieve.
Atestado de pinos, alimentaba a los
arbustos de huesos y procesos
con las lineas.
Y hasta donde sabìamos la linea seguìa buscando
el horizonte. Pero ambos construìan asfaltos
eran capacez a veces de reproducir 
un poema, de dirigir el transito
cuando no habìan
màstiles.

Yo pensaba en el punto ya que el horizonte para
llegar a èl necesita pocas cosas.
Un brazo de cobre.
Una silaba hermeneutica.

Para mì era necesario algo màs.
Un diàlogo que acaba su vida en el movimiento.
Una torre de citaras.
Un templo oscuro como la carne entre
mandiles y overoles de hierba.
Una sombra menos fugaz que lo
desconocido.

De ahora en adelante. La vertical
- ya que no hablamos de ella-
se dedicarà  a esperarlos.

Guillermo Paredes



domingo, 18 de mayo de 2014

El Arbol







Este crepùsculo es semejante al de hace 10,000 dìas.

Hemos vuelto al silencio con el cual hablaban los objetos.

El botòn tuvo que adherirse al roce de la brisa y fue
llamado flor.

La ventana desde la cual buscaba el sol de mayo ha
sido cubierta por un  indesmayàble àrbol. No sabemos
hasta cuando crecerà. No sabemos què buscan sus 
ramas.

Pero despuès de miles de años en que unos vivieron
y se extinguieron otros, las ramas del àrbol han
seguido desplegàndose y su tronco de hizo mas sòlido.

El balcòn desde el cual me sentaba a esperar
un carbòn, es ahora una inmensa ventana.

Su color es gris como las
cosas profundas de la noche.

No veo a nadie asomarse desde
el mismo. Hasta podrìa deducir que 
allì no vive nadie.

Observo y evoco un mundo que
los caballos trajeron. No fuè en vano.

Miro una y otra vez la casa donde crecì
y conmigo imagenes.

Al igual que el mìo siguieron un destino
que hoy a veces entre lo transparente.

Mientras tanto aquel àrbol fue 
creciendo y sì una de sus hojas
cayò en el otoño, no sucediò sino para
despertar aquel pensamiento que
se entregaba a su copa. El mismo
decìa que habìa un nido donde
un ave veìa de lejos la luz por primera
vez.

Y dado lo profuso de esa copa,
sus ojos no serìan cegados.

Y ante esa idea me toca ahora 
dirigir esta mirada hacia el cielo.

Para descubrir nuevamente que
no sucede lo mismo con la mìa.



Guillermo Paredes

Tectònico







Todavìa.

Ni son necesarios los techos ni los
funiculares para llegar.

Tampoco los trenes ni los mensajes inalambricos
a travès de los rieles. Hecho por el cual
comprenderàs que no sòlo estaban
acostumbrados al peso y el
movimiento de la vida.

Ni las ilustraciones o babosas de barro
con una almeja en el reloj acompasada por faroles.

Ni la borealidad que desvanecimos en 
los cartones.

Junto a los dragones cuando las superficies
eran de olivo.

Reconoceremos las particulas y en ellas
el sacrificio del àtomo al intentar
traducir otro mundo.

Una contusiòn.

Una pared de claveles.

Un vagon de abedules.

Allì es tectònico el hito de la maya.

La volea que extiende la melodìa del cedro
a la percusiòn.

Los travesaños de poesìa sin estrofa o con 
ella.

Todavìa.

Antes que continuen mis huellas.

Disedminadas y entre aparatosas caidas.

Sin otro universo que aquel que encierra
su puñal en un texto.

Guillermo Paredes 

Un Poema






Aquel poema camino del embarcadero.
El tribunal y la evanescencia de expresos
apuntalando notas verbales. Idolos expedicionarios.
Aquí la ostra, la parafrasis del mercenario, la estela con
la voluntad del fogón y del ristre. El daguerrotipo muy cerca
del camello y bajo ello, la mención al corazón
desde un espíritu de avellanas.
Habías pisado dialécticas
Te habías concentrado en el poema de la fiebre.
Marchabas en la identidad del tren
cuando terminan y empiezan
los peces.

Aquel poema que escribía aprendiendo a beber
en si mismo.

Dioses, el sentido lirico de los estuarios.
El ballenero tensado a lo lejos por el fulgor del oceano
y una proa sumergiendo una parte de ella
en las aguas. Allí el mar
ofrecía una visión.

Hasta allí llegó ese aquel poema llevado por
un marinero.

Solido el tiempo sin autobuses.
La inocencia de la herida sin angeles es el
carbón nuevamente del arbol, interceptado
por negras cartografías en el pico.

Descendientes hoy de logisticas y buitres
como un carabinero escarlata ebrio de ladrillos.

Descendientes
de botas tejidas por la espuma
para que sólo puedan vivir 
en las crestas.

E igual a aquel poemacada hombre desde la orilla
sueñe inutilmente las
suyas.







Guillermo Paredes

Mitos







La luz cayendo como un brillo y refulgiendo.

La ola formandose bajo la superficie del oceano igual que
un pàjaro de agua debajo de la corriente de un rìo.

La curvatura del circulo en el hemisferio mostrando
su parte invisible en el celeste. 

Los espacios de arena y en ellos los desiertos sin lograr
separarse de las cosas. 

La escritura con navegantes de piedra en el
granito.

El libido del idioma atravesando un puente.

El idioma del libido perdido en una espada.

La silueta de una membrana con fisuras de
àrboles no muy lejos. Un parpadeo, una bocina.

La caverna y un canto hermètico que busca un jardìn
para encontrar su halo.

Ese cielo que se repite ahora desde un puerto
tan diferente de aquel que contemplaba en 
un morro.

Tan diferente al de una infancia.

Una infancia en un atardecer, cuando eran menos
pesados los mitos.



Guillermo Paredes Mattos

sábado, 17 de mayo de 2014

Terrestre Borealidad






Quedarse aquì.
Desasirse.
Salir al mar a repetirse.
Mirar en una maniobra o un poligono.
Escribir no tan lejos de un animal.
Escarbar en morteros.
Vivir.
Sembrar carbones.
Despertar historias con chompas de 
hierro tan pesadas como la gravedad en
el paso.
Seguir escribiendo.
Terrestre boreal maritimo.
Colocar algo pristino.
Hialino o centrifugo.
Despertar nuevamente en la nieve
inclinado entre las dunas de tanto blancor
que apenas llega a verse.
Entonces es el momento.
Sabes que ha llegado.
Y finalmente la confundes con
un mèdano.




Guillermo Paredes Mattos

Hipnosis de los Amuletos








El olor de la aurora predice una coherencia.
Las condiciones son las siguientes: Existen los
hombres de piedras irreversibles. La denominaciòn
de mastodontes. La definiciòn de una pareja que
pasa llevando explosivos en sus morrales. Esa
definiciòn explosiva y panegìrica del salto
luego que una manzana conceptua biblicos sìmbolos.

En ese sìmbolo es biblico el genesis apuntando a
una noche de exodos. Existe el climax y el vocear
de que creemos en lo solitario como una
filigrana bienaventurada.

Absorve la cueva el hito del asfalto.
La silla pedregal y agujeero negro.
El olor de perfume de tambores.

Cada traqueteo es la clarinada donde son insomnes
los jazmines.

La mucosa esparcida por las escaleras.

Una misa rotando en la clarividencia arrancada
a los hunos.

Y esa chimenea de silencio donde
cigueñas de tropicos cedieron a vitalicias ideas,
parecidas a un edificio o un valle donde la cicuta viajo
hasta el erotismo de una figura.

Esta era sobrenatural.
Paseaba siempre telurica.

Y recorriò la historia del infinito
como lo hace la hiponosis de 
los amuletos.



Guillermo Paredes Mattos

Naturaleza






En esto eres parpadeo del oceano; tu 
recuerdo es la proa de los minerales. La
galerìa de nubarrones formada por los
tornasoles en la punta de los pinos. En los
idearios del torpor, los lechos y la circuncisiòn
del diamante. 

En esto; el logaritmo de pez con 
sacrificios impecables y doradas curvas
paseadas por lo intermitente, deletreadas por
fosas de barro y quìmicas donde el sueño es conciente
hasta los sedimentos de soplos y devenires
como la espesura.

Madreselvas con dolientes oidos de abetos
allì la apariencia del ritmo amarrò el delfìn siniestro
de un simio escarbando el universo.

Dimensiones donde translitera el amor 
liberales examenes de gnosis, junto a
percheras, allì toca el maleficio su
caida de flautas o naturalezas
con armònicas de cascos.

Senderos de estelas como la vocaciòn.
Voceo idealista del crepùsculo en la nociòn
del trance sin miramientos o vibraciones
llegando a la paradoja de una
exegesis que narra literaria
el mediocampo del poeta
concibiendo probetas 
de algùn lado 
como la corteza o la minima trompa
de las escaleras.

Donde buscamos un tambor que adhiera
particulas.

Sombras como los liquidos donde empezaba
este poema.

Y nada màs escaleras.




Guillermo Paredes Mattos

La Esperanza en las Palabras






Este mar llega al eje.

Con el mimo repetirìa las antiguas palabras
del oxigeno.

Tendrìa mi cita con la nieve, ocultarìa un pedazo
de bosques de los prados.

Intentarìa crear un mundo donde no 
se pudiera vivir, pero un mundo, que diga mi nombre
a veces.

-Decir mi nombre no es tan dificil-

Que preguntara por mì cuando sòlo la soledad
lo hace.

Intentarìa pensar que el horizonte està hecho
para percibir un ùnico preludio en la orilla.

Uno donde su mirada se convierte en
cenizas para llegar a la orilla.

- recogerlas es tarea siempre del mar-

No sòlo porque el horizonte para vivir
toma sus palabras de lagunas de fuego.

No. El horizonte es individual al prometer
la humedad a esas palabras.

Es indispensable que ello suceda.

Es necesaria esa esperanza.

Y  con esa ella, nace tambièn
el engaño.




Guillermo Paredes Mattos




viernes, 16 de mayo de 2014

Mar







El mar está allí.

Tú eras su canción por más botellas de arena
en los craneos.

Habiamos escrito que ciertos fasciculos llegaban
como herraduras al desvanecerse.

Eramos susceptibles como las alambradas y las trincheras
cuando en aquellas se incrusta para siempre
un hombre.

En las trincheras la vida aguarda la muerte de otra forma.

Está allí. Es indispensable la aguja
en los vaciós de un dormitorio, el sembrío
de las uvas para verlo. 

Eran necesarios los filos donde
los epistolarios son reencarnaciones 
en cuyas primaveras sutiliza el ión
el nucleo y la argamasa del 
planetario en la orgía
de los ojos.

Es indispensable porque muchos lustros
tendràn que vivir para que te acerques a él
y cantes lo que algunos 
solitarios hombres 
escribieron.

Como lo hago ahora.




Guillermo Paredes

Los Pétalos de los Astronautas






No parecía extraordinario.

Escribir en un adjetivo buscando allí
un silencio que se desplazara desde lo divino.

Alternar con los rostros.

Soñar en el corazón mientras en el otoño atardece
y es igual a un venado que duerme en 
un kartodromo, premunido
de lanzas o lianas sagradas, no era ajeno,
no más que el oceano o el horizonte de una rafaga
con porcelanas que descartan la hegemonìa del
cuadro en una faena de escarcha. No, yo vivì en las ramas
para observar los asteroides acompañado del mono.

Fuí gutural y sobreviví al solfeo de una comprensión
en las silabas. Presione la letra hasta la 
carne morada del crucigrama
descartado por plutón y astronautas que ya no bebían
del agua y desde aqui son siempre invisibles
como unicornios. No, yo me deslize sin el
devenir de los fuertes y los debiles en
una noche en que la poesía contaba
sus pétalos para colocarlos
nuevamente en la rosa
de la cual los había arrancado.

Y me sigo desplazando.

Es la única manera de ver en los pétalos.

De saber cúal de todos los misterios los junta
en una rosa.





Guillermo Paredes 




Paleontologìa






A dònde ibas con tu colina de peine en la boca
y esa ilusiòn de que los pajaros vivirìan mas, 
un poco màs que nosotros.

Què características o atributos 
dejaba en tus labios la sed para que no seas artifice 
de arena o lo uno desmitificando
inmensas raices entre los heliotropos.

Què clase de heterodoxia se pudre en tus
encìas.

Què calles inmediatas o empiricas como el
sol que se bate debajo de la tierra
con un gusano.

Un sol quizà raìz ó a esta altura tallo.

!Nadie sabe què sucede entre las cenizas
mientras escribimos!

Y tampoco nadie se presenta al mundo con su cruz
y organigrama.

O la paleontologìa de gramo o centimetro.

O el cuadro estadistico para saber en que noche
nos verèmos otra vez arrancandole el
calzado a otro hombre.

Sobre lechos vestidos de alquitran y barro.

Durante madrugadas en que el violeta
del murcielago posee otro elàstico para
nosotros.

Otro alabastro de seda.



Guillermo Paredes

Poema





En silencio los pètalos. El infinito procede
y cae bajo un templo que en armonìa con el
rayo vuelve al liquido para ser representado
por la naturaleza.

A manifestar, es una temporada donde al
formarse exodos, creabanse grandes ventanales
que por ahora llamarèmos creaciòn.

Todas deliran o llevan el sello del jinete.

En ellas el libro se desvanece.

Un libro es una civilizaciòn que cojea mientras
los hemisferios vibran.

A su lado, el lirio se fermenta, pero siempre
conservando una mosca.

Tal insecto nos ha llamado desde su crepùsculo
hasta un equilbrio donde la sal es un
periodico, una educaciòn a base
de sobrenombres.

El apodo descansa y contempla.

El estribillo de acido vuelve a despedazarse
al naufragar.

Las bacilicas pertenecen ya a las entrañas
de los emperdibles.

Pequeño se dirà es el mundo cuando
vivimos en un pasadizo.

Hablando a diario con una sombra.




Guillermo Paredes

Preludio del Cartilago







Rieles y escombros.
La avenida del bolido.
La bengala sobrecogiendo un arco.

Pastizales de universos
tomados por la piedra 
para llegar al alba.

En esa soledad nace la escollera. Un
tipo de escarapela deseando un trama.

Una lluvia de sinopsis
despertandose entre prologos.

El delfìn anònimo de 
la garra.

La meciòn a marte y los calendarios.

Grandes estampidas de susceptibles
iguanas.

Abajo telefèricos y rusticas
cavernas.

Donde los soplos descuelgan
mesetas de hidrògeno.

En esa incandescencia de hormiguero 
naciò esta metàfora.

Con huespedes de solar indecible.

En la epifanìa y el preludio
del cartilago.



Guillermo Paredes

jueves, 15 de mayo de 2014

Botànica al Trasladarse





La antologìa pertenece a un microorganismo.

Lo escribimos pues quebrò horas de pubertad con 
mercurios autònomos.

Sobrio, se hizo sobrio invadiendo asi la formalidad,
la postura de menta. La interpretaciòn del mas grave
problema mental, llamado vida.

Etereo, deambulo por los mercados.

Compuso lluvias como la botànica.

Puso precio a la biologìa.

Canto a la erudiciòn de las merluzas.

Mesolitico en la ambiguedad se hospedò
como un barco en el poema.

Y sin ser conciente, adquirio la naturaleza del poema.

Desde ese dìa vive trasladandose en el mismo.




Guillermo Paredes

Sirgadores Numismàticos







Si desarrollamos la idea de un alba sirgadora.

De una plaza en los vortices, acompañadas de regiones
y ramplas de vaivenes. 

Si desatamos un diamante
escrito por un gallinazo, desertando del musgo
y los blindados
donde toda doctrina se une entre los matorrales.

Y mientras las cosas dejan ser propias 
sin temas abstractos como el asta o la muñeca
del apocope.

Y entonces, independientes de yacimientos boreales
nacen relieves de sindicalistas y lirios como la
historia de un megaterio lejos de la 
gravedad.

Prontuariados derechos a las causas se unen
como geografìas de zoroastros
vendiendo telas.

Treguas de la noche con el dìa llamada atardecer
donde ambos dejan de ser uno.

Prontuariado -nuevamente- ciclo titànico.

Metodo atrapado en la gasolina 
del obrero.

Panorama del esbozo numismàtico
o la letra a barlovento.

Biblioteca inorganica de 
peces.

Prensa de antidoto y depresiòn. En ella comunidades
exponen la unidad de la biologìa entre 
raquideas peninsulas con escencias
de bulbo y fantasticos trozos de bueyes.

Pelotòn melanèsico preparando un golpe de
estado entre hormiguero.

Festìn lirico abolido por los faraones.

En arenas de leche que empiezan ahora a 
describir serpentinas.



Guillermo Paredes

Los Carbones del Ambar








Ante lo cual el verso sostiene un lance amarillo.
Una continuidad de suicida y papel decapitado,
el acto desconocido y el acantilado
oprimido por un pez de lata inventando memorias,
recogimientos o valles donde anduvo la tez 
y el sirgador de claras espumas
sin advenimientos.

Serpentinas por la vìa de los asteriscos
con una voz telurica en las escamas aùn tocan
ese peso de roquedal donde al enhebro
sigue una sinfonìa de estampas 
en los colores que deja
el estallido del nùmero.

Y entre tù y los cometas un amplio
sesgo de soledad conserva reminiscencias de
siseo o puntas de animales que
escriben entre las cabellereas con segmentos 
lejos del ambar y las estrellas
asi como debe ser
asi como caes
desde el suelo hacia una huella.

Siempre alineado entre
carbones.




Guillermo Paredes

miércoles, 14 de mayo de 2014

Gnosis de las Sombras






Bajo esta oscuridad la ciudad pertenece a las
sombras. El reino es de penumbras.

Los hombres caminan entre zebras ahora. Pero
no las reconocen. Muchos de ellas sólo
son reencarnaciones.

Igual sucede con ellos, asi que el arquetipo
pertenece a lo que se transforma.

A pesar de ello hubieramos deseado tener una
rama donde especular sobre el sentido
de una chimenea o las estrellas puras de la 
monotonía. Una especialmente donde descansan
arcangeles.

Bajo estos umbrales he vivido creando mitología
tras mitología, sé que al atravesarlas podré
llegar a un concepto.

A los bosques donde nace la definición y los 
neologimos.

Yo sigo creyendo en la ciencia como una botella
encerrada en la higuera.

Eso se desprende después que alguno de nuestros
mitos llegó a lo crepuscular y se sentó con nosotros a 
presionar arreboles. La cita estadistica de un insecto
con el aliento en un estanque.

Mientras ambos dormiamos.



Guillermo Paredes






A Determinada Hora






A determinada hora, los lugares son circunstanciales.
Tales circunstancias nos hablan con presagios y sentimos
que todo ha sido diferente. Las palmeras constituyen 
el delta que muestran desembocadoras donde los fenòmenos
nos hablan del buitre desde otra manera. Tambièn nos 
hablan de fosiles.

A una hora decisiva y aunque no sabemos si serà para
siempre las palabras dejan el manuscrito para encontrar
en la naturaleza ese diàlogo con el eter que las devuelva
a la experiencia.

No puedo imaginar millones de libros en el mundo totalmente
vacìos, sin una conjugaciòn, sin un gerundio.

Y mucho menos puedo imaginar a millones de seres que
creen que esto no sucede.



Guillermo Paredes

Recreaciòn del Extasis







Antes de que el extasis fuera convertido
en flor, fuè atormentado en un pètalo.

Hasta entonces el extasis se separaba del
tallo por simulacros con la providencia.

Asi llegaba a la brisa.

Habìan cultos simultaneos entre los primates
para llegar a las ramas.

En ese entonces no existìan menguantes ni
el solsticio era heraldo de liquenes.

Las feromònas partìan estructurando zafiros
para aquellos que olvidaban los barcos.

Los barcos son rumiantes que una tarde 
abandonamos.

Una naturaleza con reflejos que duermen
en particulas de tigre.

La sangre en la brea que se seca hasta formar
un muelle.

Los diques donde un planetario te deja de escribir
que es de insomnes volar.

Que eso sòlo lo hacen ciertos hombres.

Lo cual es absurdamente plastico.

Ahora sòlo nos queda volver la mirada a ese lugar
donde estan recluidos los planetas.

Y contemplar la forma en que en al volar
se recrean.





Guillermo Paredes


El Himno del Cuervo






Como una enramada donde el cuervo honra
en su canto historias de veletas oscuras en el 
tiempo -esas que nosotros entre la luz
no vimos- aquellas compañeras del acero y 
los yelmos, llevando siniestras indicaciones,
sifonìas compuestas por un pètalo. Y un hondo
latido de prostibulos e inquisiciones 
mostrandoles a su lado, que el hombre muere en 
nombre de la carne y la religiòn, pero en una
de sus visiones presagiaba que tal ave
atravesarìa los siglos. Como en una enramada. Y
banderas de los partidos politicos. Las citas
del talmud en el horizonte trayendo ecos
de Auschwitz o los primeros leones devorando
silabas cristianas en los circos romanos
junto a una carta de mitologìa perdida, errante
como lo que preso pasea su mapa ontològico
por esta cordillera de ballenas. Sin aguas, sin
dientes, sin ya nada que escupir a la tierra
donde se arrastran silenciosamente hacia el
amanecer los caracoles.



Guillermo Paredes

Requien a la Divinidad






Sì, el cerquillo del dado morando en la harina
con el concepto de que dios guarda siempre
una carta en sus labios: Hoy sabemos que 
era el lenguaje.

Poemas de savia y parapetos. Ves personajes
que atraviesan las veredas. Diferencias nuevamente
el pretoriano de algùn errante protopito. Ya sabes
còmo encontrar tus propias cadenas.

Pero aùn en esos casos no serà facil reconocerse.
Encarnarte o ser encarnado en una intriga.
Reclamarle a la divinidad el derecho a las autopsias
que iguales al latido, brotan a cada momento en
las hojas.

Y entonces debes volver al uso y deshuso del peòn.
A la yema completa del roce.
A la sombra que acompañò tu espìritu en una de esas
tantas siglas. Y viendo el pàramo, pronuncias en una mantica
que este brillo puede ser màs solido aùn que aquel
que recuestan por la noche las constrelaciones
en el hemisferio y tomas tu batalla de la hiedra.
Tomas tu lexico, cansado ya de su tufo de vena.
Y solitario entre grandes imprecaciosnes 
de peines.

Lo guìas a una combustiòn de falanges y de tornasoles.




Guillermo Paredes

Episodio de la Inmensidad







Algunas de nuestras cartas escribiràn que esta
noche fuè esporàdica.

Que nuestras sienes eran objetivos diversos
de la anatomìa.

Y entre las bandadas absurdamente elevabamos
lo que podìamos para escarbar entre alas.

Otras se detendràn para ver como empalamos
a un ser a travès del neòn.

Mirarèmos en el grabado, cruzaremos la gota, los
acantilados y elixires desbordandose entre las acacias.

Veremos un niño con ojos de aeropuerto. Llevaba escalas.
Escalas donde la inmensidad no se detiene.

Bien sabemos que de ello se encarga el infinito.




Guillermo Paredes

Tropeles






Se suele creer en un trance como la mìstica de
una amapola. Luego el origen del tulipan bebe
de las lilas y en consecuencia desordenase la
formaciòn visionaria que deberìa tener la proa
de ese marinero que lanza druidas de manera 
primitiva hacia el sueño. Tambièn ignoramos 
las arpas donde algunos manantiales hierven
entre sonidos melindrosos. El atado extraño de
los paquidermos resolviendo problemas con 
las hienas. Una cosa, el dìa del cual hablamos
despidiò una cabala, el dìa forzò horizontes 
entre los cuales no iba a caber  ni el ojo, ni el
alfiler o digamos la aguja derrotada del desierto.
Todo lo contrario, siniestras siguen a los periplos
cabalgaduras que tiemblan o decapitan a la
sombra de los estrabismos ese dulce de coral,
ese filo de pegamentos juntandose en una babosa
o las cartas de vidrio empujadas en lides de
prados con acuarios donde la arena deja caer
la ultima pisada de la marea. Una que muere
bendecida por el brillo de una estrella a lo lejos.





Guillermo Paredes

Perspectiva de un Parpado






Puedo observar este parpado
con una intensidad que ya he conocido.

Una que sin el invierno como fondo
vaga por las plazas convertida en nieve.

Contrastarlo con un poema en ordenes de geranio.

Constrastarlo hasta la dialectica de un ghetto.

Poseer una página e ir por los parques sin que
ello lo conozca la palabra.

Podría vivir en ese parpado sin llamar a la
inmortalidad.

Escribirìa en ese parpado.
Tomarìa nota de sus puentes.
A la llegada de la primavera le mencionarìa
que las cosas son inutiles.
Tan inutiles como cuando no se espera nada.

Y de esa y no de otra forma empieza
el universo.




Guillermo Paredes



martes, 13 de mayo de 2014

Astronomía de la Esdrújula







Nadie excepcionalmente 
explorando en el lunar.

Equivalente a una pista de literas y perspectivas
que boreales cuelgan del lomo de una duna.

Y nadie bajo los dormitorios
con determinadas puestas de clavel
o bebiendo el incienzo del friso o la articulación
que une corceles de gasas.

Aquello
que en la distancia nivela por cadenas era entrevisto
nuevamente con lenguajes
de astronomos en la esdrújula.

Heterogeneos residuos bajan a la compañía
de la poca eternidad en un juguete. La unidad toma 
extasiada la ingenuidad y adquiere el tono magnetico
sobre una iglesia de medallas,
bañadas por inmensidades
de exodos. De zohares y nieblas.

Silenciosas veletas despejan de mitos ahora las batistas.
La cabellera del toro.
El pinar en aquelarres donde el espantapajaros
reconocía la exactitud
de una reliquia que
sólo el sol convertía en pergamino.

El sol que es escarlata cuando dormimos.

El sól que dora nuestra frente lleno de
muecines y osos.

Ese que sigue cantando por la noche entre los
dinosaurios.





Guillermo Paredes



Sobre la Equitaciòn








Ella pensaba oniricamente como las redes de
un bastiòn.

Dominò la percepciòn del poema en las
medusas.

Te dijo adios llena de mariposas borrachas en
su garganta.

Llevò la cabeza de aquella medusa entre ministros
y saqueadores.

Artistica, solìa recuperarse en la gimnasia de
la libelula.

O el campo matriz de su lenguaje era descollante
panaderìa de agujas y otomanos.

El la oyò en silencio al salir de los pavimentos
con asuntos de nieblas.

Con burocracias que resisten mucho tiempo el lado
artero del pergamino.

O las verosimiles cavernas de un match disputando
cisternas a una alegorìa.

Se hizo lùdico en los veranos del payaso junto a una
galerìa de equitaciones.

O el soplo de una temporada escribìa en sus cejas
con poemarios de placenta.

Como liquidos sinoviales de extraordinarios enfermos
entre los ejes, virò.

Fue noticia del regueros en un semaforo con cuidadosas
entregas de frìo.

Donde las granizadas revelaron al traer maldiciònes
de invierno. 

Ella subiò a las escolleras para recibir tormentas.

El la siguiò perpendicularmente hasta dormir como
un cuadro.

Ambos se unieron como un hongo en las praderas 
de los vicios.

Donde igual que ayer, volvieron a escarapelarse los
escepticos.



Guillermo Paredes

Conjunciòn






El jardìn ante ese hombre parece de hierro.

Ese hombre escribe en èl porque 
tarde o temprano un invierno serà atòmico.

Yo voy a gastar esta imagen aquì para decir
que en algun momento tal hombre y 
tal jardìn seràn nucleares.

Como todo nucleo tendrà anafase.

Se acercarà el diluvio para convertirlo en una
celula.

- en lo personal la nociòn de celula està ligada 
escencial y espiritualmente al agua-

En todo caso la celula caminarà tambièn hacia
el nombre.

El agua lo harà hacia la tierra.

Ahogando al hombre que parecìa de hierro
en ella.



Guillermo Paredes

Tacto de Nitrógeno






Soy conciente de este plano.
De la noche o el día para actuar en él.
De mi vida a plazos.
Para aquello encerrado en tal plano
soy una conciencia.
De alguna forma nos separamos al
definirnos.
También es importante reconocer que
soy una superficie.
Que las palabras escritas son por regla
de color negro y se desnudan.
Que particularmente lo único que hago
es escarbar en el cemento a punta
de botines y saliva.
Me alimento de huesos si es que puedo.
Conciente, soy conciente de esta tregua 
que pierde a cada segundo en esa ruleta
consigo misma.
De las tantas contradicciones o algas
de mi humero.
Del servicio de alcantarillado y electricidad
llegando semejante a un navío
de nervios a mi casa.
Del espejo y alfeizar que un grano arrastra
sin fundamentos por un hechizo de
colores.
De mi corporeidad y morteros.
Del demonio acantonado en los reptiles.
Ese que anhelo cada noche.
Una que posea tacto de nitrógeno y llegue también
a la sensibilidad.




Guillermo Paredes

lunes, 12 de mayo de 2014

Lo que Anidas Corazón







Pequeños moluscos, -nihilismos-, graves,
giratorios y al final del relatar una criatura
con prerrogativas de puma entre veranos
de hematomas desconocidos. Curvas de 
expediciones al aire, tomando 
esporas de indecisos fresnos
donde la tormenta bebía hambres de espigas.

Nubarrones en el siglo V del egeo
con luces jónicas en las mandibulas
separanse de las palabras. Eso trae el 
vilo ahora que febrilmente una respuesta
atraviesa el amanecer con un puñal y rosaureo
el calabozo y serpentina junto a la linea original
del vortice, despierta un omoplato.

Ante ello descubrimos una inedita ciudad
en las grevas, en ese ayer anclado por el universo
donde aún respiramos inclinados en las branquias
como enciclopedicos astros. 

Llegan inclitos arreboles de aguilas
donde el hemisferio deja lo implicito
rondando inutiles paises,
en tanto un zodiaco de prosa recorre los minerales,
angustiado en la cita del zaguan 
y epistolarios con un
feudo.

Vertedero donde la silueta es piramidal en
su recreo con una ley desnudándose
en superficies
de azúcar
igual al graznido -secretamente- en las
cúpulas del árbol.

En las cúpulas.

Porque la madera llega a creer que es una
torre.

Y en su corazón anidan sólo las piedras.




Guillermo Paredes





Organizaciones Líricas del Reloj







Terminos de un reloj:

Las cosas errantes en la transparencia. En la 
cola del agua.

Palabras donde debe ser inutil la madreselva. 

Una experiencia del aceite en el anda, la
estatua intempestiva.

Atrás los ritmos de una palmera.

El sonido de la lechuza junto al despuntar de
las piedras.

Aguiluchos o centelleos de brújulas.

Platanos donde el oxido es de abedules.

Dónde -se dirá- están los sauces.

El camino dorado de los dioses.

En qué craneo el pensamiento adheriase
-después de muerto el ser- para conocer las
cosas que se piensa debajo de la tierra.

Hasta qué pifano.

O las aves que muestran frecuencias con que
la naturaleza dota al pulso de un canto.

En parajes remotos de higos donde
nace la existencia.




Guillermo Paredes

Ejercicios Gamados






Se recreaba el ancla.
Era un velòdromo.
Conmemoraba renglones.
Un nombre lunar de gallocresta.
El rinoceronte americano de ningùn
estudio arqueològico.
El sonar maritimo.
El paladar que menguaba sin curva ni rigor.
Ese plasma en los hombres 
dibujado en tensiometros y la densidad
de un tratado con ramplas y hormonas. Mastiles y
efemerides completaban la oraciòn.

Extrañas catedrales de desnudos.
El parapente y la escena del radio.
El ordinario escudo en la vuelta.
Las geografìas diversas junto a la pedagogìa
de un ascetismo fundado por
archiduques de plastilina.

Recreabase lo que en mì vagaba hasta 
el milimetro, deduciendome y volviendo mi corazòn
un tanto lògico, irracional como la simulaciòn
y el invertebrado a quemarropa.

Todo esto era un alerta.
Un sino alarma.

La otra constituciòn de los sentidos.

Entre infinitos sin 
gobernantes.




Guillermo Paredes

Compromiso Elemental







Cuando la poesìa es un margen, dedicase a otras
convicciones.

Trae planetas, baja miocardios, proselitismos 
o jades.

No importa mucho cuanto se dedique a esas
periferias, a carencias de seres
y arbustos. A ese amor de primate por los
gatos. 

Cuando la poesìa es occidental y transgrede
tanto como estructura, organiza los alamos
de manera que el pino pueda caer en una mano.

La elecciòn siempre serà por aquella de aceite.

Lo ùltimo no tiene nada que ver con el destino.

Tampoco con la voz romàntica o medioevos y
en general con todos los capitulos de cera.

Cuando. Indica un momento que es tambièn
estadio o borrasca de una estalactita que
yerra en sueños.

El sueño es un poder elemental en la marea.

Un extasis a modo de aguja y fogata.

Una comparaciòn entre circuitos de 
arena sumandose a la armonìa
que deja la noche ilustrada.

Pero una poesìa de margenes es un valle
que ebrio camina a la academia.

Sucede tarde màs que temprano cuando
uno de nosotros toque las tabernas.

Asi que mira cuan sobrenatural es la gota
que recoges para transformarla en polvo.

Mira cuan dimensional es camino del tensar
a los crateres.

Toma ese caracter de ser velado
en sus ojeras.

Y finalmente escribe, para ver 
que tanto aprendiste en ella.




Guillermo Paredes




domingo, 11 de mayo de 2014

La Interpretaciòn y el Poema







Un poema.
Su corteza palida.
Su verdad con ciudades sin tradiciones
o desiertos posibles.

Pero, ningùn virtuosismo del poema llega
a una limosna. Es lo que aguardamos
y ya que somos genèticos o hereditarios 
como una proposiciòn; una hacienda,
un ejercicio que mengua o caudales
de menhires con vomitos de sed, vagamos 
histrionicos
en los suelos y domesticas calles
fijando el argumento 
hacìa el nubarron
donde la gravedad camina inveterada.

Tal poema tan menos artistico es una goleta,
rotundamente el aire lo llama a los cretaceos
y telèfonos. Entre generaciones de
tintes sin purpuras es estigmatizado.

Descansa en los puentes con burbujas de barro y
dada su idiosincracia se destiñe debajo de 
los generos.

Depila y recopila antes o despuès del
angelus.

Busca el punto de fuga en un cuadro.

Devora -si puede- sobrevivientes.

Vibra como un templo avisorando
una cadena de bruces ebria
como un caleidoscopio, antes de
una liturgia en los babores del hombre.

Precipitandose entre troneras
de aurea identidad.

Donde yerran inviernos
de interpretaciones.







Guillermo Paredes

Los Cordeles y las Moscas








Vadean espejos megàfonos como pretiles ozonos.
Vadean llegando a un gameto con estructuras desde 
una creaciòn semipoètica hasta una pocima
de coro neolitico, precediendo
a sustantivos determinados
en el interior o el aquello con subjetividad de oceano
con aprobaciones de yo presente casi plural; No
es necesaria mas evidencia entre la conjugaciòn, pero
es necesaria como lo indispensable del 
grito natural en un borde. En un 
trapecio.

Vease el horizonte y las capitales dice saturno. Hablese
del gentilicio y los ataudes debajo de este caño. Tomese el
calcio ovalado entre las riberas, aquel con
apariciòn de yacimiento o fuselaje de
madera con honda religiosidad por los idolos.

- la religiòn ante todo es la màs pura idolatrìa-

Tomese el pulgar, recree el indice, el profundo techo
sin geografìa.

Refierase al pilòn o el alamar.

Imaginese solo, fisiologìco y enlazado a una 
velocidad primaria; escolar. Tibieza podrìa ser
pero esa serà una proporciòn exaltandose
en el individuo.

Acerquese a las mestruaciones.

Tomese el tiempo. Hagase corto.
Sea furioso o descompuesto.
Comprenda que hay motivo para impregnarse 
de toda enfermedad. Escupa poco. Escriba fluvial,
pero no tanto, supere estados de traumas
como lo hace un subversivo en un 
literario milimetro.

Alimentese de agua por las mañanas
cuando dios deja la actualidad y algùn burro llega
a las pasarelas donde los recursos necesariamente 
vuelven a la estilisticas para seguir abriendo
un poema.

- èste fue un intento de ello-

Sè, sabemos muy bien que sòlo los cordeles y las 
moscas son los ùnicos que logran terminarlo.




Guillermo Paredes

sábado, 10 de mayo de 2014

Equilibrios Del Pétalo







No conocemos el lugar único del pétalo.
Siempre lo vemos vivir en todos los jardines.
Llenar de sueños a los hombres.

Las horas pasan, una nutria duerme en el jabón.
Un tigre deshoja un hombre que desde un arquetipo
descendía como ser a la vida.
La existencia colgaba una aceituna donde nacían
los espectros.
Fantasmas y ecos de bicicletas dominaban el acuario
desde el cual un adolescente comparaba el equilibrio
con la corona que ésta noche deja
entre nubarrones un brillo por
donde se filtra 
el astro.

Un brillo que deja ver un pubis. Y en el pubis
la onomatopeya es la antinomia que pasea por la
calle esperando un bus y una memoria.

Un artropodo y una maquina de seda como 
selvas ignoradas por el manto
o la catalina donde el muchacho de Gio-Batta
concebía el color de una herida
como una expresión de las venas intentando
adquirir un periodico, la parafernalia
del mundo, la miseria y también la grandeza
de su miscelania.

Y para ello tenía que abrirse paso entre 
la piel.

Sólo tuvo que usar una 
bicicleta.



Guillermo Paredes

Poema







El loto de una flor sostiene entre parpados un alamo.
La imagen podrìa ser insostenible si no vivieramos entre
cigarras. Es màs, si no consultaramos con los faroles y
linternas sobre hechos como la ilusiòn o la corriente
que al desvanecerse, fosforecen en la oscuridad
como una primavera
espeleològica.

Y en esa flor cantidades de sumas y conjuntos
reconocen el mutismo con que una ballena
llegò recordàndonos que el aliento
con que tocamos lo invisible
nos habló destacado para
sumar un vidrio al tornasol. Un vidrio de parajes.
Uno que contrariamente a las hienas
inclinara idolos en una liturgia
y heraldos como barcos negros.

Pero crecí bebiendo en el vientre de una mantis.
Jugué con plantigrados a la hora en que la vanidad 
y el egoismo terminaban en no se qué suma
de estremecimiento.

Y me preguntaba por la edad de la niebla.
Por los lustros que habían en una bota de alambre
o las escaleras por las que subía una grada.
Pregunté en escencia por los huesos
y los higados.

En alguno de ellos irremediablemente noe había
escondido una parábola.



Guillermo Paredes



El Día y su Lirico Sacrificio







El día es acaso este movimiento al completar
un río.

La naturaleza con arquetipos de yelmos en una
voz de pleamar rompiendo con la brisa
o la rafaga que dejamos caer entre
amaneceres donde el cuerpo es
el lirismo de una
conmoción.

También es una casta, donde el vacío inunda
los pliegues que la transparencia
arrastra en forma de bolidos
entre las astas o el molino
presuroso del sueño
o la maldición en
las escolleras.


Pero es el día, quizá el torrente del mineral
bañado por exordios donde el universo
separa el bien del mal por asuntos
burocraticos con la religión
y sus monitores 
dogmaticos.


Y digamos que cada corazón escribe los suyos.
Cada silueta de las entrañas siluetea los
pajaros graficando el abismo en
la mirada de una vida antes
de entregarlo.

Y entre reminiscencias escritas entre
la naturaleza, comprender
- volviendo al día-
que cada uno es sólo un sacrificio.




Guillermo paredes 





La Circunferencia del Antilope







Una circunferencia pertenecía al antilope.
La siguiente al tridente.
Había otra que precedía a ambas entre cerámicas
de agua.
Entre ellas el libro de las agujas era abierto para
una carta.
Una mayolica con porcelanas de barro tejía 
horas de pus en los menguantes.
Sonatas de talismanes donde el universo 
enumeraba silos.
Vortices como sobrecogimientos y sacrilegas puntas
de superficies entre los guijarros.
Leprosarios de venus y al alba, empiricos tanto como alados
quemaban los puentes.
Pronuncié que era momento de buscar una laguna
de hierba.
Indagué en el platano y las uvas donde el imaginar
camina.
Deserté a los profugos y el instante de la rebeldía
formada por crótalos.
Dormí gaviero y husar.
Ví el espíritu crear una catastrofe con la semillas
del legamo.
Cruzé la memoria donde una galgo acaricia aún
un trapecio.
Una cabalgata de esquirlas.

Donde yerran perpetuamente nictalopes.






Guillermo Paredes 

viernes, 9 de mayo de 2014

Ensenadas Carnivoras









El sol quizà donde cruzabamos una culata de sed.
Los espejos entre la luz y los lirios donde la tecnica
ascendìa entre colinas con torres de carne, el paìs
de los cisnes y al abeto desde el abracadabra de
mieses o mirras juntando veranos de petroleo. Sobre
el pecho un dios que desconocìamos ofrecìa 
proemios de otro corazòn para la vida; silentes orfeos
de verosimiles laberintos despedìan un corazòn
hacia las algas. Eramos de porcelana entonces, asi
que la piedra o el conjunto de hiedras nada podìan
reprocharnos, incrustamos espinas en la piel segùn
el proposito de los submarinos y los aneroides. El
fuselaje en nuestras axilas presintiò el nùmero del
coral los dìas domingos de resurrecciòn y si nos
reencarnamos fue en vidrios muy cerca del acromiòn
por sì reclutabamos huesos en el alma. Tìtulos de 
poemas de celulas en el corazòn -los mas hermosos
siempre se alejan con la muerte- titulos que hoy nos
hubieran dado el lugar del miedo en el pètalo, del
pànico en el lecho hecho de luto y espantapajaros.
Yo sigo llevando los que descubrìmos en las olas. 
Yo sigo gritando silenciosamente antes que
el juego de matinales ensenadas carnivoras nos
alcancen.