sábado, 31 de diciembre de 2016

Docilmente Ancestral






El dìa pertenece a las hojas.
Al aliento en el mar.
Al perno en el helice.
A una lonja de hierro en el barro.
A las cortinas de bronce en el interior de un 
hemistiquio, cuando algunas cosas entre las silabas
logran ser propulsadas.
El dìa pertenece a esas luces como una emanaciòn 
de un brillo golpeandose en las piedras.
En los cascos de los astronautas.
En el incendio del mundo enquistado en la mandibula
por un arete.
Por un sol de fluor.
Por canteras de serpentinas igualando el paso de
los nomades en los crucifijos.
En las llamaradas.
En las sienes del corcel que une trapecios por la tarde
cuando los crepùsculos leen diarios de inauditos
pelicanos.
Cronicas de veletas y alamares.
Epistemes de cenizas y lumenes de alambre.

El dìa pertenece a las hojas.
Se ha hecho morado en el verso.
Docilmente ancestral como un ladrido.

Buscando regresar al hocico de los perros.





viernes, 30 de diciembre de 2016

Astrologìa






Lleguè a esta plaza con una peninsula en la boca.
Los hombres que habitaban en ella se sorprendieron 
de ello. Tambièn los pàjaros.

En las bancas los peces dormìan con un hueso en
cada una de sus escamas. En algùn instante
se desprendiò un pulso de las mismas.

Lleguè a una plaza con una peninsula y en las 
ramas de los àrboles la primera luz del alba iluminaba
algùn nido.

Esa misma luz descendìa convirtiendose en ser al tocar 
la tierra. Todos eran extraños. 

Los colores del horizonte volvìan a tripular un arrobo.
Un lenguaje de pelicano dormìa en una saeta buscando 
geografìas ocultas en un muelle.
Las bancas poseìan el significado de extrañas iniciales
trazadas por los ideales.

La poesìa en las superficies recogìa un alambre.
Un hemisferio se transformaba en urna segùn los significados
de las cupulas.

En las bancas los peces seguìan a la realidad escoltados
por el olor de los huesos en sus escamas.

Y por alguna indeterminada razòn
pensè que eso era todo el significado de la astrologìa.






La Rotaciòn de las Mareas






Hay dìas en que los templos se alimentan de la
noche como ventanas y animales futuristas.

Dìas como un relampagueo o un culto que asalta
botellas y diarios de linternas; como las que cuelgan
en un himno.

Hay cerraduras y multitudes con espejos devoradas
por la carne. Luces donde la realidad deja de hablar entre
la realidad.

Hay circulos con nombres de leche en su espuma.
Acantilados con epifanìas llamadas a concluir o tejer
en sus brazaletes. Rotaciones de mareas en un lago.

Bozales iguales a los que se inclinan entre las serpentinas
con cierta orientaciòn a la brisa y los arrecifes.

Un universo sordido entre las empuñaduras y un muro
de sol inolvidable en las escamas. 

Existen antiguos racimos donde el sol cuenta las
primaveras de un jaguar olvidado por los oidos.

La existencia de un tronco con una mancha de agua.
El diametro de un peine.
La escalada del sol en un desierto de uvas.

Hay dìas donde las dinastìas trepan el aire con
un solo lunar en la boca y los semàforos buscan en las
sienes trasatlanticos.

Trapecios en los hilos de un àrbol.
Fotografìas de una cabellera denominada de otra
manera por los hemisferios.

Constituciones donde la distancia alarga la imagen
de un branquia. Composiciones de aletas que giran 
hacia una estructura.

Hay un dìa de sal en un pulmòn sin experiencia.
Una caratula uniendose a un almanaque de vidrio.
Un sistema de alcantarillas entre los leprosarios.

Donde -entre otras cosas- las siluetas de esos dìas,
diseminan costumbres magneticas.

Faroles llenos de sed.

Disputando crepùsculos de huesos a las armonìas.





miércoles, 28 de diciembre de 2016

Las Nubes de Apòstoles





Como si fuera un collar que se dobla en  el agua
o los contenidos increibles en el sudor de la carne
encendieran el primer grito del gorjeo. 

En las astillas de ese sudor en la carne transformado
en molino o fotosintesis.

Como si las crestas repitieran los colores de la
identidad en las humaredas, destruidas por misteriosas
espirales de axilas.

O el viento o la capacidad de los nudos para amarrar
un hilo o la profanaciòn de una piràmide, el cuento
de trigo o una nebulosa en la que
se desnudan performances de cachorros. Purpuras
y dorados igual a una tragedia. En esa tragedia
donde volumenes y edades de sueños
caminan sobre una marejada.

En la ortografìa de las acupunturas màs allà de 
una noche dormida en los cabellos. Una noche colocada
allì por un poema que se detiene entre colores
amarillos, igual que los lampos.

Como si la espuma alcanzara la revelaciòn de aquello
cifrado en los picos de las aves. Una tronera digamos.
Un sol de caucho y una estaciòn sin rieles, dotada
de plexos y guiones citados por un nucleo.

Y en esa melodìa de uvas junto al juicio.
Decorada por estacas donde las sienes se incendian.
Allì los eslabones posan un mito de manera ideal
para no alcanzar a los zoològicos.

Igual que una luz en los paises del caucho
cuando el pavimento luce demacrado semejante a la
palabra que camina en las bocas de los 
hombres.

Entre nubes de apostoles y guardianes de citaras.
Entre manadas de ojos que descienden de
las ciudades.

Arrastrando nada màs que cometas de cenizas en
sus miradas.












lunes, 26 de diciembre de 2016

Un Plano





Un plano. Una señal de ubicuidad en la frente.
La corola de trigo antes de llegar a una aurora con
una estrella de carbòn en sus uñas, el silencio
de un presente ebrio de conchas
entre maquinas de vidrio, donde las cosas a travès
de ellas se contemplan con la imaginaciòn
màs que con un pensamiento. Pero no es una forma
del pensamiento la imaginaciòn?

Una imagen; el deseo o el erotismo en una cascara
donde las bengalas pueden reconocer el final de la luna
en una mandarina o el principio de las cascaras
en los labios de una ballena.

Una carta; desde ella los zoològicos derraman gritos
de ansiedad o helechos, canastas o frisos de boreales
hilaciones donde las orbitas fijan un cometa.

La cosmologìas de ciudades con arcangeles que datan
de la identidad y el comercio con los baules, entre
notas de espuma indescifrables.

Los paramos y las cavernas. Los lunes primitivos
en el palacio donde el caracter del idolo
recoge del idioma una fresa
una velocidad de uva
una melodìa entre filarmònicas de yodo calzadas
por el aluminio.

Un plano, nuevamente el sol en las orejas.
La antiguedad del dìa junto a una furgoneta mientras
las plagas toman el exhalo de las edades
del pavimento en sus neumàticos.

Como si ello pudiera ofrecer a la realidad uno de los 
arcanos, someramente entrenado por esferas
de caucho.







sábado, 24 de diciembre de 2016

Limites






Los limites son representados al vivir en una hoja.
Los lìmites seguidamente se encuentran en los relieves
y escaleras. 
En los tonos de azufre en el interior de una fabrica.
En el ser de las celulas junto a una fogata.
Los lìmites son pàjaros que circulan entre la gravedad y las
epifanìas.

Llevan legendarios circulos de pus y aletas.
Deletrean en forma boreal los alfabetos antes de 
llegar a las ojeras. Los lìmites segregan acidos en los
horizontes donde las caracolas llenan de burbujas
sus quimeras.

Elevan en los bozales un tiempo en el cual las clepsidras
vislumbran pasajes del movimiento. De las galerìas que
son transformadas en fragatas por las trayectorias.
Despliegan linternas marinas donde emerge una veleta
con teorìas exploradas sòlo por los jabalìes.

Desnudan edades de peninsulas y corolas.
Pergolas como lo ardiente y la niebla en un solar
sumergido en otra energìa; una energìa completada por
incursiones de hormigas rojas.

Los limites escriben en los troncos y las planicies
llenos de residentes o habitantes. De alambres
y lamparas con picos de arena. Invaden el 
lomo y las contracaratulas. La estaciòn de inauditos
tambores en las expediciones.

Los lìmites perciben que no existen hegemonìas
pero conceden a la escencia un universo que gira 
en las lechuzas, llenos de espirales y vortices.

Son terrestres, pero viven como empuñaduras.

Otean en la naturaleza que arrastra formas de lucidez
debajo de los plasticos, donde a la percusiòn del silencio
se une nada màs que una amapola.

Descifran el cosmos en las bicicletas de un tatuaje.
Golpean la vida lactea de los nùmeros durante la realidad
de los màstiles. Reciprocos desde alguna performance
de poros, llegan al calor con temporadas de brea.

Temporadas de brea que inundan de fuego el pavimento.

Las luces de un arco donde se agitan los eclipses.

Donde llegan al infierno los colores.









Ceremonia de la Orgìa





Aquella es la aguja. La imagen de la arena
detràs de ella deja ver una palmera y un acantilado.
Una pareja reclinada en un amuleto.

En las cosas viejas y amarillas de la playa
sobresale una duna, la historia de un medano y la
capacidad del sonido de la ciudad para alcanzar
la brisa que corre por la orilla.

Aquella es la aguja, casi un alfiler que impulsa 
catapultas en algun iris de la imaginaciòn o en las
dinastìas del eter conjugadas por las helices de
los muelles.

Los iris de la imaginaciòn còmo existen?
Los helices en los muelles son verdad?

No son acaso el instante de un regimen que casi
desconocido fija las coordenadas de los mitos en el
lenguaje de un ser. Uno de estos mitos siempre 
se acerca a las palabras. A los ejercicios de una vida
encerrada en estructuras de cenizas o ingenios; uno
de ellos irrumpe en los objetos.

Pero, es una vida realmente en las estructuras del ingenio?
No es acaso la coherencia de un petalo junto al martillo?
Los semidioses de las algas en un cofre de escamas?

Y el veneno?
El veneno de vidrio atravesando una puerta.
Los ideales del sueño en las imagenes, las brùjulas que
se adormecen quien sabe en què lejano campanario en 
cuyas raices de los muros se pudren las heces.

Aquella es la aguja. Es como decir un velero donde
crecen los alfileres o la ilusiòn empuja un jardìn de 
manzanas adherido a un puente.

Un jardìn tomado de la sal del desierto por la arena.
Uno que en esta mañana reproduce en la orilla sonidos que
llegan de inmensas ceremonias.

Bajo la intensidad de este verano llevaràn el nombre
de orgìas.




viernes, 23 de diciembre de 2016

Episodios de Hiperboles






Algunos llegan a creer en las cenizas.
En las sinopsis y los valles que de una u otra manera
son entretejidos. Algunos caminan debajo
de los puentes porque ello recuerda a las utopìas.
Al polen mientras es cubierto de tigres.

Otros se irisan o reconocen circulos en los edificios.
Se irisan y -que màs da- se alimentan de sortijas 
con estructuras azules, nominadas siempre
por el amor entre los dirigibles. Nominadas para
que?

Estàn los cabellos con sus travesaños.
Las avenidas donde siempre se lucen los labios de
las armònicas. La vispera de un astro con episodios de
hipèrboles llenando de solidos el humo
y las alcantarillas. 

Algunos yerran en lenguajes de lupas.
En los contenidos del azufre en dìas donde la marea
enigmaticamente adquiere el brillo del aluminio y las
azucenas en el pretil sueñan inutiles
el paradero de un brocal en el 
universo; esto no es trascendete pero pudiera ser
hermetico como una esquina que borra sus
raices.

-algunas raices se encuentran en los desiertos
y son semejantes a los desastres-

-un desastre es una ciencia oculta entre la magia-

Se hallan los que poseen en sus nucas àrboles
de magnesio. Los que escupen al fuego con una mandarina.
Los que reparten periodicos en las estelas de las 
casas y seguidamente recorren el himno de un eslabòn.
De un protocolo en los siluetas. En los veleros
donde la expresiòn inunda de mafias
o traficos la vida de los pàjaros.

Los carteles a lo lejos de las escolleras.

Algunos llegan a creer en las cenizas.

Y el universo entero -muy lejos de cada uno-
prepara el aliento de las llamas para que acontezca

sobre la duraciòn del poema.






Conciencia del Soplo





En el eco de un astro o el sigilozo pudor con que
es anunciada una carta. Un hechizo o un otoño
que fuera de ser crepùscular tambièn escribe
de auras o preludios; como los que dilatan
la silueta de un farol en el verano.

Y la arena. La arena donde se humedece una 
sombra en la orilla, màs no asi el cuerpo que le
pertenece ni esos candados que lleva
en las manos iguales a dramas o grietas de
un tiempo escrito en los manantiales 
de las cadenas
junto a un olivo que se precipita o una luz
que crea sus trapecios.

O el horizonte con un resabio de pianos
y secuelas de grevas, mientras algo en los
acantilados desaparece entre la espuma del humo
para incrustar allì su mirada.

Y los timpanos.
El asterisco en las fronteras donde el aliento
es algo pequeño, es decir la distancia
del primer instante de la conciencia a èste
en que separanse las palabras en una 
estrofa 
porque es imposible unirlas.

Y la existencia vuelve a pronunciar que la
distancia de este instante en la conciencia a aquel
que fue el primero
sigue siendo nada màs que un soplo.




jueves, 22 de diciembre de 2016

Regreso al Gladiolo






De cualquier manera una hoja.
La circunvalaciòn de los ferrocarriles en el verano.
La existencia de la brùjula en el ciclo de los
perdigones. Las esculturas de la ciencia bordadas por
policromos tejidos en las ferias de la arena; todas
eran esotèricas.

Y acaso aquella hoja semejando una piràmide, el retrato 
del prisma en los cosmeticos. La estaciòn llena de frigorificos
y aeronauticas, donde campanadas de fuselajes
recogìan historias de carbones,
dramas como la reconstrucciòn del aire en las alas
de una mariposa.

De cualquier forma aquì o en cualquier estela
donde los muelles representan el oido de los barcos y en
las pergolas circulan los voceos de seres
que escudriñan anònimos en las opalos
de los crucigramas 
conquistando inutilmente
el significado del mercurio en una palabra.

Asi semejando aquella hoja en una luz su desencanto, 
sus trapecios cuando toman la apariencia del àtomo
desenvolviendo o proyectando
marejadas entre la realidad.

Asi, desde la escalinata occidental del musgo
en los treboles, donde se ciñen ideologìas de carne
escaneando la violencia de un desamparo.
El hilo de trigo dormido en  la ira.
El tremante que llega lucido
a la mente de un girasol.

De cualquier manera una hoja.
Un sagrado anticuerpo en los idolos de una linea.
De un dìa feriado en las cupulas de las manadas.

Cuando las silabas se separan de las palabras
y regresan de forma maravillosa a los gladiolos.

Y en todo el universo.

Sòlo somos tù y yo quienes no vemos.








miércoles, 21 de diciembre de 2016

El lacteo Proceso de la Individualidad





Una criatura se extiende sobre las autopistas.
Escribe de noche en los participios de las mareas.
Discrimina entre el agua y el aceite.
Se involucra en los monologos de los prismaticos.
Es proclive a las danzas y las incursiones.
Tiene ojeras en sus cascaras.
Una criatura es -posiblemente- tambièn una escama.
El siseo del poliedro en el rostro.
Los ecos lacteos de una individualidad por la noche.

Pero al margen de ello es una criatura; posee espacios
como lo elemental o una peminsula.
Recoge lo espiritual de los vidrios cuando hablan.
Tiene en sus ojos un desierto sin sobrecogimientos
ni profetas. Besa la anilina en una membrana
de agua sobre fulgores domèsticos; iguales a los
que labran los cinismos entre la realidad.

Cualquier cosa que crea de ella es un manantial.
Cualquier idea de ella queda reducida a un pensamiento
de magma en los barcos.

Entre sus cartas una semilla despierta a la poesìa
sin saber porquè.
Entre sus cartas -lugares- donde se encuentran las palabras.
Las mismas que fueron antes que el poema
y sus primeros ladridos.

Eran ladridos acaso?
Acaso no eran imagenes que no conocìan las
reflejos del sonido.

Y recorrìan el universo del lenguaje entre 
misteriosas pronunciaciones.

De las que sòlo han quedado las palabras.











La Inspiraciòn del Hambre





En cada aurora un tallo.
Una nervadura iluminada por huesos.
Un canto arrastràndose entre andanadas de sodio.

El hidrògeno propagandose entre modernos ejes.
Las vanguardias en ellos humedecidas entre escoltas
o bosques de diluvios. Las caparazones de un silencio
imitado por las entrañas entre adornos de
sangre; todos calificados por los ritos para mostrar un velo.
Pero, què cosa era una vanguardia en el hidrògeno.
Què cabelleras o melenas suponìa.
Què amapola desterrada por la intensidad.
Què lunar de arroz.

Y de aquel lunar a la intuiciòn un paìs.
El reloj abriendose paso entre las espesuras de la transparencia.
La estela del oxido en un paraguas con el conocimiento
de adoquines y relieves del agua. La metamorfosis de
la daga en el pecho. La monotonìa con un crater de profundas
supersticiones donde sumergianse los espejismos.
Los palcos del aceite. Algùn escala
de limòn en las uñas. Uno que
otro perihelio.

En cada aurora un tallo.
Un futuro que sòlo pueda marchitarse en los molinos.
Un circuito de alambradas donde se agita una laguna.
La extensiòn de una fonètica en los parpados
o un prologo de amatista lleno de ciencias 
igual que en las costras.

Sombras de escamas desplegandose entre 
las mandibulas. Nocturnos como el apice en mediodìas
semejantes al escalofrìo en el aire
mientras de las corrientes de la atmosfera
emana un papiro.

Una torre con dragaminas de papel contemplando desde
las ventanas.

Donde un dragòn de nieve es inspirado
por el hambre.











martes, 20 de diciembre de 2016

Con Cada Hebra






Con cada hebra.
Con cada astromelia incrustada en el jabòn donde 
los ecos llegan trayendo las metamorfosis de los pianos. 
En el ambiente plagado 
de microfonos y el espacio donde los
los pàjaros se convierten
en una mandibula, en el espìritu del caos 
en aquellos satelites que se dirigen a las escolleras.

En esos satelites que evidencian las primaveras
de una quiromancia dormida en el infinito.
En su despertar.

Sì. En cada plastilina.
En la ambiguedad de una silaba muy cerca
de la llamarada.
En el vaticinio marchitandose para dar paso a otro
en un bosque y el devenir de las gotas en 
una pradera donde acontecieron gènesis y apocalipsis
tocados por los yelmos, por los veleros en los cuales
se humedecen antepasados de diluvios; objetos
como el polen en la tarde.

En lo que es cultural por los alrededores de un
màstil con muros de antorchas.

En aquello que respira en la sed como un heliotropo
y las esquinas de la carne donde el reloj devora un ladrido
y los volcanes tiñen de piel su lava.

Con cada tallo. En cada paso.
No sè porquè en cada nervadura donde una
hipòtesis busca el deterioro de un peine, de una catapulta
en un punto de las olas, donde se apilan gitanos y
obeliscos. 

En los trapecios que inundan las calles de martillos.
En el oleaje completo de la voz en una puerta.
En la marea donde el agua vuelve a la sal impulsada
por luces de prolipopileno.

Durante lo verosimil en las espinas del aire.
En las estrellas encerradas en los galeones con una 
pergola de aluminio llena de incognitas.

Con cada hebra que no es alcanzada por la gravedad
y es tomada por una ràfaga.

Hasta alcanzar nada màs con el sueño de
un celeste descenlace.






Mitografìa Lunar





Allà en la espuma tambièn se encuentran las superficies.
Son como una misteriosa caricia. La imagen de un iman
olvidado por el bronce durante el invierno.

Se encuentran las serpientes con un pàjaro de veneno
en sus escamas.

Los horizontes semejantes a una tesis de bicicletas
y catalinas.

Allà en la espuma antes que los circulos sean tambièn
imagenes y en el viento se reproduzcan lamentos como el
iris.

Y entre los àrboles que pertenecieron a las entrañas algùn
mito roto; encarnizado y lucido como un pètalo; lleva
eventos de carne mientras resucitan los animales
y en los lampos del verso, desfigurase una criatura.

Lamparas de nieve sobre un esbozo.
Y sobre el eter una cortina de hojarasca o de yodo.
De escrituras en las cenizas o los hocicos, mientras el sol
se arrastra entre otras empuñaduras.

Allà. En los hemiciclos con sangre de los anfiteatros.
Donde las venas regresan al misterio con una sombra y los
frutos de los naipes empujan la magia entre corredores y
eclipses. Entre mitografìas que sòlo se deslizan
una vez en el pubis de la luna. Ese pubis
que a veces es habitado por un roce.

Siempre y cuando la luna descienda entre lugares terrestre.

Y solitarias siluetas aguardan.






lunes, 19 de diciembre de 2016

La Pregunta por el Espacio





La pregunta es por la existencia del espacio
en los dìas en que todo era habitado por relojes.
Por las palabras o los sueños.
Por la luz o las sombras.

La interrogante es por las palabras que se confesaron
entre la espuma de noche e incendiaron seguidamente una
herida en las linternas de las playas o un sol de vidrio en las 
lamparas.

Por las telarañas en el corazòn de los pàjaros.
Por las selvas y sus llamaradas.
Por el espìritu que circulò entre las glorietas de algunos
horizontes donde los reflejos de las chimenas 
se encresparon.

La pregunta es si se logra dar respuesta de manera horizontal
a la cultura o se sigue lo atroz y el arpegio, el grial
y la nave donde las construcciones llegan
al recogimiento dorandose en un invisible purpura.

Por el reflejo que resiste o memoriza.
Por un conjunto de ideas en una escalera; sòlo una avanza
entre ellas; las demàs se convierten en clepsidras.

Y alguna extraña criatura las arroja a la arena.







Crepùsculos de Hidrògeno





Es temprano. Las arboledas dejan ver un nido.
En una especie de cresta en las ramas aparece un abismo.
El caos se precipita sobre un universo inmovil.
El viento se convierte en la replica de algùn cuchillo.

Sobre la taza de esta mesa vuelven a golpearse los
invertebrados.
Salas de mamìferos son un cine y en la inmensidad hay
una vereda de humo.
Los objetos empiezan a ser trepanados. Las formas del
agua en sus superficies desenvainan un predicado de sol.
Un escrito sobre el desierto llega guiado por la miseria
y en un pasaje de añil es creado un paisaje.

Los archipìelagos en el rostro son una onda.
Inspiraciones de hiponoticos arrobos escarban en la bruma.
Los elixires que no deseabanse buscan tejidos silenciosos.
Pieles de bronce al lado de un castillo, donde se llega
al bozal una iguana.

Nacen biotipos de fosforo en la luna y todos empiezan
a esparcirse.
Llegan al gorjeo del ave y el pezòn del pelìcano en una 
fragata.

En un rastreo del cosmos los puertos podròian o no ser
inasibles. Tienen una parte con oleajes de juguete.
Suben a organos centrifugos. Llenan sus apellidos de
carne y astrologìas.

Es temprano. Yo sigo desconociendo al sujeto lògico
entre lo irracional.

Yo sigo alimentandome de eslabones.
De collares de agua.
De talismanes sin antepasados.

Rodeade jeringas y de mariposas.

Todas no dejan de elevar crepùsculos de hidrogeno
en sus antenas.







domingo, 18 de diciembre de 2016

Igual que Toda Palabra





El jardìn o el poema.
El papiro en una antorcha donde escriben
aquellos que residen entre los sepulcros. Los habitantes
del lago ahora que en las ciudades se arrastran
millones de paraguas. El jardìn o el poema
y el presente escarbando en un ancla.
Lo hace rodeado de sinagogas y algo asi como un eco
llamado paleontologìa.

La proyecciòn de la luna; como astro o lomo.
La estirpe de los astros dormidos en una cadena.
Los eslabones de los zoològicos en un arete que siempre
fue de agua.
O quizà la estaciòn llena de contenedores y acidos.
Las veredas con  multitudes en sus tatuajes y el invierno de
un olivo con residuos de carne o pianos 
llevando hilos de sangre.

La visiòn de aquello en el barro sumido en la yesca.
Las escaleras brillantes de un atardecer en que las ballenas
arrancaban lo sordido en los pelicanos. El silencio
de las agujas antes de alcanzar los cofres; era un silencio 
derramado tambièn por los tigres en las garras
de los peciolos. En las curvaturas.
En aquello que se convierte en dirigible antes de recorrer
el oceano desde otro silencio robado al
hemisferio.

Inaudito igual que toda palabra.





Impregnados de Cosmos





Recuerdo que los antìlopes eran una especie de sudor.
Debo saber que las grevas se inclinan a las agujas y lo terrestre.
Que entre la fiebre desprendense jabalinas hacia la parte
celeste de una cigarra, dormida en la imagen de una xilografìa.

En ese recuerdo se encuentra un grial suspendido en el
oleaje. En el horizonte siempre y cuando sea teatral 
y folklòrico, completamente ebrio en el hambre.

El concepto y las palabras encerradas entre los pergaminos
de una orilla. Allì el oceano duerme entre interrogantes
y prepara el nombre de las palabras que se agitan antes 
del sueño. Algunas olas conocen sus silabas; ello tambièn
vibra en ese recuerdo.

Las cenizas, los àtomos con ajenas interrogantes. Las
preguntas solitarias donde la hierba presiona una rama,
un cartilago, el reves de la linea o los aluminios, el eje
o el perdigon donde brotan dirigiendose hacia las
piramides las cartas, los botones de nieve en un
arco, la captura del higo en una monotonìa que
reporta la existencia de una tarde, de
una calle en esa tarde donde
los cometas llegan al agua impregnados de cosmos.

De cenizas de galaxias que no son màs que otra forma
de los elixires.










Escritura en la Grieta





Alguien ha escrito sobre una grieta lo cual
es natural; las palabras pertenecen a los cabellos
o al fuego, lo cual tambièn es natural.

Los relojes se sostienen sobre un mundo de 
ferrocarriles. Los huesos
enumeran las fechas en el sonido lo cual es insòlito.
Insòlita ademàs la caverna. El matìz de 
una corola en la ambiguedad. Una lampara percibe
el ùnico cristal en una alegorìa lo cual
antecede a un lenguaje
lleno de prismas y àrboles; alguien creyò que
prismas y àrboles
incluìan teorìas de bosques en alguna de sus
alas.

Y asumiendo una vez màs que un bosque
desplegaba un ala, supongo que en alguno 
de sus pliegues se reconocieron objetos llamados
pròlogos, espejismos o reflejos de una
sombra lunar en la memoria del atlas
conjurado por un culto
o una efigie ante el sol en el dìa 
decorando con martillos
sus escrùpulos.

Alguien escribe sobre una grieta.

Hasta el fondo de las cosas que se fermentan ello 
serà siempre natural.

Y todo lenguaje muerde una y otra vez en las axilas.

En las palabras que pertenecen al fuego y los
cabellos que se pudren.









viernes, 16 de diciembre de 2016

Principio del Ràcimo





Encontrar un significado en las uvas.
En los màstiles que caminan por las silabas.
En los crateres formados por las entrañas de una
intemperie. En las palabras cuando contemplan
superficies inmediatas.

En una especie de eje que posee la luna para repetirse
hasta inundar el eco o las piedras
de un ambar que deletrea. Y hasta allì el eter.
Hasta allì todo persigue el relato de los polos o los limites.
Hasta allì las cosas alrededor de la vida son extranjeras.

En què momento centellean los objetos?
Bajo què imagen de una constelaciòn si todas en el polvo son 
devoradas por las cenizas?
Cùal es el verdadero nombre de esa estrella en la
oscuridad del azul incrustandose en los ojos.

Encontrar una criatura con amuletos
Escribir siempre sobre horizontes con relieves.
En un circulo que lleva el nombre de los hemisferios
mientras su contenido es rojo.

En los daguerrotipos donde el crepùsculo gotea.
En la piel que es despertada por los puñales.
En los nombres de los morteros con extrañas lianas
en un ofertorio, inclinandose a una nupcia
con invisibles carruajes.

En la pronunciaciòn arrancada a un sacrificio.
Mientras la estirpe del velo desgarra una orgìa o la
estilizaciòn es una cosa de brazaletes
o serpentinas.

En alguna mañana durmiendo entre heliotropos.
En los predicados antiguos de las abejas.
Sobre dinastìas imaginarias que rozan los timpanos
de una multitud en su estìo,
con escarabajos y notas de archipielagos que inundan
las sienes.

Entre voraces suelos de plastilina.

Llenos de escamas en sus voces dando origen al
corazòn de los alrededores.

Encontraràs un significado en las uvas.

En las horoscopos del mar.

Sobre todo en los horoscopos del mar porque son el principio
del racimo.







jueves, 15 de diciembre de 2016

Deberìa ser Crepùscular





Deberìa ser crepùscular.
Imitador de inteligencias en una jaula.
Asteroide que roza el eco de las plantas en un preludio.

Suceso que se dirige a los vilos con una elipse.
Con una libelula y un corzo de alfileres, donde las ferias
encienden torres construidas por la arena
junto a una escenografìa reconocida sòlo por el barro,
por los cometas que tambièn entienden de orillas,
de limites o veredictos que se suman a los edificios en
los cuales la idea del vertigo es una cortina
que parece iluminarse. 

Deberìa.
Es decir caminar hasta que todas las cosas se humedezcan.
Hasta que todos los pàjaros aullen.
Y en el aceite cada liquida sombra se convierta en 
reminiscencia. En turbina o motor con campanadas.
Y algo desde los buzos tomara abortos de la nieve.
Contusiones o bosques de seda irrepetibles.
Yo deberìa caminar hasta que no queden mariposas y las
avenidas se hundan en los tatuajes con una
gnostica ala.

Pero eso no sucederà.

Yo deberìa ser crepùscular -ya lo he dicho-
Presentador de jabalinas o lechuzas en una cupula.
Espejo que fisicamente es devorado por la sangre en una
astilla. Poeticamente nada màs que un animal que
teje en las axilas. Un producto de las
ciudades con algunas de sus ceremonias; sobre todo
las que comparten oleoductos con el barro
y las raices.

Pero no serà asi.

Yo vivirè siempre en los peines.

En alguna prestigitaciòn. En una fantasmagorìa.

Dialogando nada màs que con espectros.









Lenguaje





El lenguaje camina de manera amarilla por los conjuntos.
Llena de hipnosis las ramas que ondean desde los automoviles.
Vocea relampagos en las radas, donde el eter pronuncia
en un hemisferio que asciende por las apariencias.
Moniteria la existencia de una caracola con terminos de
mimesis en sus medialunas.
Desfigura las puertas del vapor.
Rota sus telescopios en las mandibulas.
Escarba en aquello boreal que lleva perimetros de cera
en uno de sus diluvios y mientras el infinito amanece
o las latitudes crean ceremonias iguales al oxigeno en
un suburbio, en un tambor, en un rascacielos con
identidad de vidrio en sus faroles, el lenguaje
llega a otro conjunto.

La diferencia es que ahora su silueta arrastra lo abstracto.



Los Cascos de la Tierra





Pienso en la hoja -cubierta de màstiles en
este momento- en la ciudad que algùn antilope
sujetò con uno de sus oidos, en el instante donde las
lianas arrojaban crepùsculos a los acantilados.
En las ventanas dobladas por los 
tatuajes.

Medito en los cirros. En el sabor extraño
de la leche sobre el paraguas. En las performances
que adquiriendo del polvo una sortija, insinuan
con ella misteriosos collares; extraños para quien
es alojado por la pubertad entre los perros.

Oteo en aquellos collares luego de haber atravesado
una linea, un parque lleno de jabones en ella, una circunferencia
donde los murcielagos recorren objetos antiguos de
una efervescencia; la andana de un cartilago
-digamos- cuando se desvanece; el tejido 
de agua cubierto por un prisma en
un palacio de limones.

Oteo en los circulos sirgados por los
espejismos. En mediodìas de corazas donde los organos
unen bozales de yema a la piel, a las palabras lunares
de una antropologìa alojada en un mèdano, en la
ilusiòn encerrada en un hisopo, en una tea,
en los jardines de los vandalos 
con milenarias orgìas de
crateres y enjambres 
de porcelana en sus azoteas.

Pienso en la hoja.
Ya los puentes segregaron teorìas de pus en los claveles.
Ya las antitesis abordaron el nombre de los juguetes 
en los abecedarios y desde las coplas de los
naipes, enigmaticos talones confeccionaron el idilio
de los marginales con serpientes 
que muerden los rostros.

Y llenan de himenes todos los cascos de la tierra.













miércoles, 14 de diciembre de 2016

Criaturas Presilàbicas





La hojarasca junto a una linea.
La naciòn de buitres al final de un punto en ella.
Una expresiòn donde el polen camina por las superficies
del agua como si fuera todo. Y la imagen de ello
bastara. Pero no es asi. En realidad ni siquiera
es el principio de una metàfora.

El verano con sus dotes de plastico en una cortina.
El verano con algunos añiles propios de lo hialino y del acido
en los rumores del azufre, cuando el dìa acaricia
las fronteras y los limites de hidrògeno.

El navìo puramente de hidrògeno en las uñas.
Las estampas de algunos jeroglificos en las cadenas.

El enjambre en la arena dormido entre la continuidad.
El soplo de los màstiles juntando asteroides en una gota de sal
donde se desprenden secuencias de estambres y giros
que encaminandose a un timpano, se incrustan
en un orden de criaturas presilàbicas; las palabras
del odio o del amor en ellas.

La hojarasca, como si reiterandose
en un poema volviera a un principio de alquimias
en los cofres o pròlogos.

Como si sus tripulaciones adquirieran el vicio
de los limones entre agujas de cartulina, donde el espacio
agita una reencarnaciòn de sepia.

Entonces miramos el papel.

Y llegamos a creer en èl como si miraramos el oceano.





Muestra de Sol






Las campanas llegan al parpadeo.
Al proyecto de las andanadas en una escalera.
A las estrellas llenas de contemplaciones que bajan de los osos.
Al sepulcro donde antiguamente soñaban con las
marionetas los jabalies.
A la luz de rapiña apilandose entre la nieve.
A la luz de racimos objetando las sombras de los desiertos.
A los espejos donde se inundan los truenos, a los
relàmpagos o las cenizas de las alcantarillas
con misteriosos megàfonos o serpientes
de celulas.

A los protocolos.
Al vientre de la orilla donde una linterna se incrusta en 
un paralelepipedo.
A la acustica que se descascara o uno de los reflejos del 
carbòn que incendia una antorcha. Un instante o una eternidad 
llena de perdigones o escenografìas de niños
esparciendose en una mitografìa que describe los eslabones
de las gasas, las estructuras del yodo antes
de construir una luna
o presenciar el latido del semaforo en un peine
distribuido de manera coloquial por las murallas y los
conocimientos herviboros.

Las campanas llegan al parpadeo.
Al escrutar del molino, a los circulos donde las helices
arrojan una gnosis diferente en cada uno de sus circulos.
En cada uno de sus despertares. En cada descenlace
de magnesio llevado por el idioma en sus 
heliotropos, sobre todo los primitivos.
En toda puerta que es de aceite en un retrato
magistral de las boinas, con apendices y pergolas que
antaño entre los solidos sugerìan o alternaban
entre citaras con los gestos azules de un
imperio.

De esta muestra de sol en la mesa iluminada por
las grevas de la poètica.

Y los clanes de sangre donde quedan estampados
hasta un celeste de neòn las sinonimias.





La Noche que llega del Calor o del Agua






La noche llega del calor o del agua. Posee
una intimidad semejante a la de un dialogo en una hoja.
Posee el relato de una lupa con ojeras maritimas.
Yo creo que en ocasiones una ojera marìtima logra
trascender a una terrestre y en la orilla llegan a dormir
las bolicheras, oprimidas por la gravedad
y la carne; bolicheras que provienen
de los aniversarios y 
onomastcos; decir aniversario no es lo mismo que
decir onomàstico.

La noche llega de los flecos. Del calor del cemento
entre aquello formado por los adioses en los edificios.
Para cada cual los adioses poseen una forma diferente
de llenar monarquias. Observo aquella donde las cosas
se agitan como plasmas o monopolios transparentes.
Como silos o bacilicas. Para cada cual que se
sienta o no en el barro, despuès de alimentarse
durante siglos del polen.

Alguien observa en ello la intensidad o los ritos
encarnizados de la espuma. Ritos donde la luna
llega al hemisferio o se desvanece en una
vereda con casos afines a los martillos y los cometas.
Yo supongo que hay casos afines tambièn a los
tallos, a los elementos donde la luz queda impregnada
de buzos y paraguas. A los movimientos del mercurio
en una alameda.

En un jiròn. En un opusculo de escencias que rozan
un prado y escarban en sus crepusculos junto a 
una armonìa; crepùsculos con eslabones de iridio
que trazan un eje. Que circulan junto a un ofertorio y
esquirlan llamaradas de acido en el ozono. En los
pendientes donde se ovilla un rayo.

Antes que en los pàjaros lo haga un relampago.







domingo, 11 de diciembre de 2016

El Recorrido del Poema



Recorrido de un poema sin vaticinios.
Recorrido también hecho por los cabellos.
Por una linea crepúscular que llega a una pregunta.
Por los espejos de una habitación en la arena.
Entre cascos intermitentes de vidrio.

Dentro de un ambar encarnizado lleno de átomos.
En la historia de un sol que representaba boinas, tejidos
y simulacros de hiel en la garganta.

Junto a un invierno de costras en las mejillas.
Asordados por miramientos y relojes que descascaran
sus sienes antes de tocar un muelle; es quizá
lo misterioso o desconocido con ruidos de eclipses.
Llevando fotografías de espectros y bengalas.
Enquistados entre sinuosas escalas con instantes de caos.

Recorrido del poema como ave o el ala de una pantera.
Semejantes al silencio de una tiniebla en el timpano.
En los materiales con lamparas y caligrafías que 
desvaneciendose adquieren un sonido cultural de sangre.
Tal vez de idilio o escalofrío disputando al lenguaje un hedor.
Un trino de buho, Un monólogo muy cerca de la lluvia.

Grietas con las cuales se acerca al universo una criatura esta 
mañana. Cristales alrededor de los barcos con bozales.
Numeros de poliedros en el cansancio de una sombra que
adherida a un tallo describe la silaba de una
fotosintesis.

Recorrido del poema en el horizonte que no es tan lejano.

Donde un brillo o la llama vuelven a conjurar palabras
entre los ángulos del hidrógeno.












sábado, 10 de diciembre de 2016

Conjugaciòn Industrial






Lugar del viento y de la soledad, donde los peces hablan
con sus ojos.
Realidad de las cosas que nunca adquieren existencia y
caminan por la tarde como un conjunto de marejadas
en el aire.

Lenguaje de antediluvianos paises en un lugar del trigo
donde los racimos derivan a una peninsula y fronteras
de arena lo hacen al sueño.
Primordiales ventanas entre composiciones de uvas que
se filtran entre los rituales; en los mismos el sol es
purpura como el exhalo de un futuro.

Sitio de escamas con timpanos permanentes, donde
las ciudades quedan solidificadas muy cerca de las espinas
en las alambradas y nombres profanos desde la veleidad
anuncian un farol junto a verosimiles hisopos.

Panorama de acidos una tarde donde se oprimen los
juguetes en un carbòn de hilo.

Panorama este dìa en que las letras elaboran maquinas
y naturalezas de barro en los preambulos. En los
solsticios donde mariposas especificas son de aceite
si pliegan sus alas entre meridianos.

Teorìas de inteligencia en el pico de un pelicano.
Ejemplos del aura en los astros, mientras son tocados 
por crepùsculos o los himnos en el yelmo los alcanzan.
Rumiantes nervaduras ligadas a una escala de eter.
Tal vez recogimientos que poseen una laguna o 
lo inasible que es hidratado.

Conjugado por las industrìas en las epifanìas.













Irreconocible y Empìrico





Como ese vapor ilegible en la distancia
comunicando al horizonte que las palabras 
separan el follaje del conocimiento.
Con ese conocimiento que en ocasiones transforma
en destello una aguja. 

Con esa deseo irrepetible de la
inmensidad tocando los alrededores.

En ese mismo horizonte que es de brùjulas.
-irreconocible y empirico -
En la hojarasca mientras un espìritu se pronuncia
en una litera de aquello empinado en los lingotes de 
barro; quizà sea una lengua, una raìz. Tal vez un
movimiento.

O una espina que es inundada de chimeneas; todas
llenas de descenlaces como una  lògica yesca.

Como ese vapor ilegible y verosimil que trata de
marionetas. De lamparas con misteriosos cuchillos donde
son desfigurados los eventos hasta formar otra
realidad; una de sirtes por ejemplo.

En los puentes; alli los girasoles parecen escribir
en el lugar donde se forman semicirculos
intentando dar origen a un lustro o el erotismo.

En las veredas donde el verano es atroz, igual a 
una mañana de crateres luego de una silaba.

Comprendiendo una intuiciòn entre flores
de magnesio y melenas de higos.

Como ese vapor o la edificaciòn del naipe en
la escalera donde bàsicamente la existencia data
de un universo donde fueron originados los
preludios.

En esos preludios mientras el dìa es ajeno en
todas sus proporciones. En todos sus
arcanos.

Sobretodo en aquellos que emanan de las miradas
de la tierra.





jueves, 8 de diciembre de 2016

Por Alguna Razón





Por alguna razón la nieve está cubierta de circulos.
Por otra razón las mejillas ascienden por las escaleras
y en un plano de circuitos lo visible es deforme.
Luego apariciones de megáfonos gritando tu nombre.
Es un nombre cuya inspiración está llena de cuerdas.
En un nombre hecho de invertebradas escenas que
recogen de la soledad cualquier tono. 
Creciendo siempre entre versiones de estros que fueron
dilatados en las sombras de una lupa; eran tiempos
en que la metafísica recogía sus cartilagos. Eran 
temporadas de lianas y de monos.

Por alguna razón ésta crece entre lo irracional igual
que un prólogo de yodo y en las canteras existe algo fervoroso
desde el fuego de una curvatura; llena de abalorios como
en un sueño de sílice.

Y desde algún edificio los preludios particularizan estacas
llevando un significado de alfabetos que vuelven 
con habitos comunes hacia la dirección de 
algún artropodo; asi se llega al vapor deslizandose en el
interior de un hormiguero. A una cosa tan interior en cada uno
sin edificaciones. Llenas de pirámides y opuestos.

Por algun hecho la nieve está cubierta de circulos, pero aún
no es morada, le falta recorrer estaciones de hojalata
encerradas en lo más profundo del invierno. Es carente
todavía de todo aquello que reproducen los husares en los
museos, cuando la memoria deja de aplazar su muerte
en el olvido.

Y mediterraneas silabas de cera vuelven a pronunciar
sus sonidos.

Sus palabras envueltas en la inmensidad por carbones.

Por alguna razón la nieve vibra en los circulos de la
naturaleza.

Sin importar quien yo sea.






La Hierba Hecha de Lamparas






La hierba está hecha de lamparas.
La linterna es de nihilismo y cubre el horizonte igual
que un atardecer primitivo; organizado por 
nombres de diluvios.

Las grietas se arrastran en un coso de piel
incendiado por la luna durante la imaginación y radas
de papel en el agua, sostienen que allí suspendese
un travesaño, una soga, una laguna que no será
ensordecedora esta vez al mostrar un moluzco, pero
igualmente tendrá un cisne en sus legañas.

En sus cascos. En su roja inercia que es también
violeta y maritima en uno de sus ángulos.

Ascienden idolos por el vapor de una mitología con
casos de formas boreales en sus zocalos; sus figuras aún
parecen episodios de constelaciones.

Sus figuras aún rasgan los árboles. El sueño donde
despierta una hipotesis. La alhambra donde se encrespa
el limbo

y la fosforecencia de una hipotenusa con heraldos
en sus sienes amarillas; absolutamente escarchadas como
un lirismo silueteado por un aliento de nervadura
en un soplo.
En una cupula. En un destello donde el gorjeo avanza
hacia los médanos con una jabalina.

Con misteriosas galerías de barro que encierran en
sí, campanarios de aceite.

Dirigiendose hacia coyunturas de polen.

Hacia cinismos de trigo.

Donde se ahoga el agua.




miércoles, 7 de diciembre de 2016

Semejante a una Poètica






Algunos puntos se encuentran dentro del oceano.
Ello vendrìa a ser una situaciòn geogràfica.
Una superficie o una controversia.
Un sotano heterodoxo desde las mandibulas.
Un lenguaje de agua modificado por un plano de luz
con habitantes y contenidos.
Un silencio inundado por alegorìas, pero no
por siseos ni tulipanes.

Luego se desprenden gotas de sal de una ola.
Pequeñas corrientes de aire a partir de los pliegues
de un ala. 

Algunos puntos escriben en las entrañas de los
jabalìes y el empirico sonido de los naipes.
Aquellos puntos quizà logran caer o reconocerse en 
un crater. En un sistema de ecuaciones formados por
los limites. Por las legiones que regresan 
de las cortezas del mar con un pedazo de helio, con un 
logaritmo que se logra en las raices
de una copla; veridica o azul como un lampo.

En esos himnos habìan forasteros que domaban 
jaguares. Extranjeros con una torre de trigo sobre un
himen; volatiles escencias de hielo.

A veces forman lo sinuoso. A veces raspan el barro
pero no con la intenciòn de crear la arcilla. Simplemente
raspan y luego se alimentan de ella; es una de las
naturalezas de esos puntos.

Què habrà en esa intenciòn. Què buscaràn con ello.

Esos puntos deberìan ser una sintesis. La lògica
de un diàlogo hermetico como resultado de las silabas
en una paràdoja. Pero no es asi.

Son nada màs que la composiciòn de algo que existe
en los objetos. De algo cotidiano semejantes a los izares
o el individuo que mantiene el aprendizaje en los
prologos del barro.

En la historia o la peninsula oprimidas por una bacìlica.

En la sarta y la saeta con lienzos atados por la lluvia
en un mentòn y las performances que continùan
a los idilios de los tigres.

Bajo una inmenso crepùsculo de lamparas moradas
a la deriva, semejante a una poètica.










martes, 6 de diciembre de 2016

La Puerta






Sobre el astro una llamarada rastreando el
infinito y entre la realidad una voz que encuentra 
el dìa entre cortinas de aceite, soñadas por las
chimeneas.

Industriales caminos que se hunden en la linfa
encerrada en la orilla. Entre impulsos y maquinas
creadas por la carne.

Estelas que recogen el agua o las siluetas de la
resaca. Mamiferos de escarcha tomados por una
lupa en el interior de una camisa con trazos de
albumina.

Ciegos minaretes para atravesar un nucleo donde
sòlo las fronteras irradìan una especie de ojiva,
de clanes que perpendicularizan superficies
.
El acento de la luz en un friso con proporcionales
cometas de hidrògeno. La infraestructura del siglo
con lenguajes llegando de una nebulosa. De un 
plastico en el camino. De una bicicleta.

Sobre aquel astro la hora en que las constelaciones
redondean una mirada donde emerge el circulo.

El limite en el aire y los linchamientos en los 
paracaidas de una aguja.

El nombre esceptico que siempre es industrial
como la lluvia o el contenido de un incognito pajaro.

La individualidad del sur con una escala a partir
de un eslabòn, llevando sacrificios o extrañas
mandibulas horadando un genesis.

El pensamiento del angulo: uno hecho de 
esquimales o lineas que exploran el fulgor inusual
del sol en una rada.

En una alameda donde los carruajes vuelven a 

los racimos.

Ahora. Ahora toca escuchar al absoluto.

Y nos dice que todas las palabras aqui no son
todas.

Ni la diminuta lampara que las acompaña la
soledad o la desesperaciòn con que es abierta en
las lianas de un eclipse una puerta.









El Aliento del Pez





Sobre la tierra una hoja con palabras rojas.
El pergamino donde reposa es de ceniza.
El fuego escribìo con sus llamas sobre
las letras de ese pergamino.

La luna recoge las silabas de los equilateros.
Los astros son redondos como las reencarnaciones.

Coronas de barro en el silencio
representaban nuevamente sus relieves.

Escenas de luz descienden en los patios
donde alguna vez los cartilagos humedecieron
el calor de una sombra.

Jabalinas en esta primavera de escombros
duermen en el hambre.

Los nudos vuelven a un segmento de yodo
en los medanos.

Estuarios de sed recogen las helices de
una zona rastrillada por trapecios.

Lamparas que toman los tejidos de un
puente de hiedra; allì los objetos se ciñen 
a las siluetas de planetarios inasibles.

Y en los acantilados el ancla y esa
lactea transparencia propia de un abecedario.

En los acantilados la sensibilidad de una
soledad narra cronicas de biotipos.

De horizontes empujando los bolidos
a una selva.

A un gorjeo de espuma en las bocinas.
En las emanaciones de la hierba y la cinètica del
halo.

Y mientras tanto un ser besa los molinos
con una moneda.

No sè si siempre fue asi.

Lo cierto es que sòlo el aliento del pez es quien
logra llegar a una cascara.

Y describir epiteleos de arcilla desnudandose
en ella.


















lunes, 5 de diciembre de 2016

El Estallido de la Araña






Escribirìa en un lenguaje que llevara temporadas
sagradas donde la luz es un recipiente, una habitaciòn
con pliegues morados de espuma.

Desplegarìa allì un fuselaje de contenidos magneticos
como los higos que caen al mar arrastrando una
cebolla.

Pensarìa en los limones. En los tallos que reclaman 
muy cerca de los oidos una interrogante hecha
de nieve en sus uñas.

Acaso intentarìa comprender que el verbo es 
una huella que junta la arena de las playas hasta
convertirlas en un solido; una extensiòn de piel
por ejemplo.

Caminarìa entre el brillo con la necesidad de un
labrador o una idea que arroja hemisferios a una
lampara. 

Me alimentarìa del barro. Comprenderìa la
nausea de los unicornios.

Escribirìa sabiendo perfectamente que las palabras
podrìan transportarse a un peciolo. A las orgìas donde
emana lo crepùscular una nave.

Incluso disecandose como ancestrales cometas
que tejen un equilibrio en el infinito, lograrìan tocar
el instante en que son cerradas las arcas.

Escribirìa en los baules. 
De los hombros completados por una ubre
o el silogismo que abre el sueño de los espacios
violetas; emanando de los cefiros igual
que enigmaticas llamaradas de ira.

Intentarìa descubrir què clase de silencio es el
que llena la realidad cuando todo se cubre de sonidos.

De epicentros o ramas.

De iguanas que regresan a la marea con un crater 
de pus en alguna de sus heridas.

Mientras una supernova en el infinito descubre
una particula.

Entre estallidos de arañas.







El Alojamiento de la Celula





Tempranamente el sol en las calles ilumina
sus idolatrìas. Sus ventanas de vidrio en las azoteas.
Los confìnes de cemento que tras una primera mirada 
poseen la apariencia de toda ceremonia; la 
mirada en este momento empieza a transformase
en carbòn. Yo pregunto al carbòn seguidamente.

Muy temprano el sol empieza a convertirse en una
alevosìa. En los calendarios a base de culatazos.
A base de suburbios que describen inutiles horizontes
en los parpados.

Luego se crispa un circulo.
Una medalla de sangre que cifra los alrededores.
Una campana que es una prologo.
La silueta de un marginal junto a un helicoptero de
zinc; no hay helicoptero alguno que lo sea.

Lenguajes muy cerca de opuestos con crestas y dialècticas.
Pensamientos de liquidas constelaciones de helio en las 
superficies del sol. Asonadas de hierba en los telescopios que
cuelgan. 

Rituales para una corola en un amanecer donde escupen
los pàjaros. Ritos semejantes a depositos o lunas. Hilos que
dejan de ser estilizados por panoramas de hule
donde los rascacielos elevan un corte, un trazo que vuelve 
a juntar protocolos de polen en un àrbol; allì una
colmena sacude su existencia que es a la vez
un exorcismo; no todo exorcismo es una
existencia.

Tempranamente el sol no puede digerirse a si mismo.
Es como un reloj que duerme encima de los barcos.
Una luz paralela en la memoria. 
Un amor que cruza nuevamente algùn apocalipsis
de hierba. Algùn nucleo de barbas.
Una caravana de liricos leprosos con peines.
La esquina rubia de una tijera.

Muy temprano el sol en las calles muestra de manera
dogmatica sus metamorfosis.

Sus epistemologìas con carne. Sus alojamientos
antes de la llegada de las celulas.

Asi ha sido desde siempre.

Y lo hace antes que algun ser sobre la tierra se
convierta en alga.







domingo, 4 de diciembre de 2016

Detràs del Sueño





Detràs del sueño hay un reloj que es semejante a una lampara.
Ha recorrido el espacio durante siglos con una melena.
Ha creido en los rascacielos con las primeras voces de los clanes.
Poesìa de los cantaros y los baules donde la ilusiòn esboza
el sonido de un cartilago en la tierra. En las cenizas. En los idus
donde las silabas se arquean hacia la imagen de un astronauta
que bebe de la arena. 

Detràs del sueño existe un manantial inundado de manzanas 
y seres. Una orgànica flauta que origina efluvios. Una letra
con escaleras y volcanes donde los cefiros duermen entre
bandadas de carne y desesperados zocalos; alguno de
los veleros encerrados en esos zocalos es àun un paraiso.
Una tarde de jardines colmados de automoviles.
Una homogeneidad desvaneciendose en la cultura que
arranca de la transparencia algun prisma. Algun astro
lleno de orificios o un grafico de lepra en las entrañas.

Como epifanìas que toman los faroles de un hombro
buscando posarlos en el vientre de una muchacha. Como
nombres de eclipses dorando los fanales de un candil 
en las ubres, donde los molinos apagan los brillos
de las luciernagas y todo tacto, todo roce llega 
a una criatura boreal que elige un 
crepùsculo, un circulo de 
nieve en el hollin, una humareda con bolicheras
que lanzan dados al follaje.


Detràs del sueño, cuando otro sueño recrea la realidad.

En un mundo del cual ya no se puede despertar.









Las Urnas de los Adioses





En uno de esos cristales donde la vida es de hierba
y el pasado en los bosques es siempre de madera.

Era un pasado donde los ùnicos que respondìan eran
los àrboles.

Uno semejante a un presente.

Este presente no es el ùnico en los pàjaros.

A veces es el contenido del azufre en una azucena.

En el libro del jazmìn con sus extrañas ventanas.
En el paraje donde el amor suspendìa sus amuletos con
sonidos dorados como aquellos que derrama una entraña
en los muros que son purpuras.

Es un pliegue voceado por los complices y los
trasatlanticos.

En una urna en los bocetos de los adioses.

En el espìritu del agua y la metamorfosis en una
ceremonia de aletas. De pulmones o estructuras de
barro. De cupulas que muestran el nombre pero sòlo
un instante de la noche.

En una cabellera de husares.
En un diametro que separa las esponjas del sol.
En la reencarnacion de una hoja en la anilina; sucia
y descolorida como este tremante. Como este paso que
toma el recorrido del labio para despertar una
palabra.

Sin saber que asi empieza todo maleficio.











sábado, 3 de diciembre de 2016

El Roce del Cartilago






Recuerdo el aire como una sociedad transparente.
La imagen de un astro durmiendo en una estela de la orilla.
La marea con dijes y performances de espumas
alcanzadas por los satelites.

Recuerdo el esbozo de un manantial formado por
un paraguas. El silencio de un dìa astral entre las torres
donde toda sabidurìa encrespaba o tejìa martillos.

Vuelvo a una de esas figuras para evocar todo aquello
que en ellas fue guardado por la memoria. Un tren rojo
iridiscente en los frascos. Una fogata cuyo azul era
la franja de un espectaculo vacìo. El caos propalando
historias de arroz en los pàjaros del aceite. Un puerto 
seguramente con significados de polen.

Recuerdo el eter. Su manera tan extraña de digerir 
las cosas. Su misterioso aliento discrepando con una gota
o la figura que daban los circulos a los diàlogos.

Veo ese diàlogo en una madeja. Tambièn la cavidad
del circulo en una hoja. En un àrbol. En el secreto con 
el cual es atravesado un heliotropo que acaece o
se desvanece entre eslabones. 

Giro hacia esos eslabones con una uña de miel
en el vientre de una araña. Giro inutilmente para 
recoger una legaña.

Recuerdo el aire como una sociedad; no sè ya si
transparente. El olivo en una aurora de màstiles en
la que se transformaba en fosil un juguete.
Una marioneta llevada por la luz hacia el helio
conquistado por el vidrio; allì un pergamino parecìa 
recoger un trapecio. Un prado a lo lejos de muselina.

Una mancha de sauce donde llegan a la barbarie
los botones.

Recuerdo el aire. El estallido de esta primavera
llevando sus asonadas de relieves en un casco.

En una pared de cascaras donde llegan a una
estructura de paises regiònes de apariencias.

Allì tù rozas un cartilago.

Y yo lo bebo.









El Sol Negro





El sol es negro igual que un cuadrado.
Quizà tenga una cupula y el pàjaro colocada en ella
recuerde una arenga.

Flores decimales llenas de dormitorios.
Nombres de soplos que agitan de habitaciòn en 
habitaciòn nada màs que sus pasos; las
palabras lo hacen por si solas.

Nadie ha cortado el hambre en el interior de
la escalera y tampoco los manuscritos del mar duermen
en las sienes de los perros.

El sol es negro y tambièn podrìa ser un artificio.
Un dios que canta debajo de un molino.
Un espantapajaros aguardando la carne de un cuervo.

El sol es negro en una calles completamente ebria
en el atardecer. Lleva carbones. Lleva obeliscos, la
melodìa que deja la porcelana despuès de haber
tocado el diluvio.

Los niños son grises y esperan.
Cuelgan de los cuadrilateros con un violìn en sus
hombros. Esperan la saliva de un murcielago.
La silueta de un inmenso jabalì.

Rozando dìa y noche los ojos de las piedras.










viernes, 2 de diciembre de 2016

Horizonte Medieval






Escribieron debajo de los relojes.
En las cartas de agua que a veces duermen en
el corazòn.
En el humo antediluviano de un cuerpo amarillo
representado de manera esceptica por el higado.
En los organos de barro colisionando en las 
estelas que dejaba un paraiso.

Hablaron a los muelles. A los capitulos encerrados
en los navìos que llegaban desde lejos
con una catapulta o las fantasmagorìas de hierro
en una catalina.

Desprendieron las carnicerìas del hidrogeno
para que vuelva al hemisferio convertido en fuego.

Dormìan en las veredas sin ninguna amapola.
Sujetaban los travesaños y hundìan en sus maderos
la visiòn compuesta de travesaños pertenececiente a
un angel. Una visiòn errante en el canto de una
melena y de una orgìa.

Cubrieron de cascaras las regiones.
El drama donde desciende el mar oprimido por
una cadena; sòlo asi logra descender a una hipòtesis.
A un tatuaje conquistado por el
vidrio. Sòlo asi las ventanas son camellos que
meorizan culatazos o duermen.

Se dirigieron a la forma irracional con que la belleza 
halla una diminuta lucidez en la locura. Pedazos 
de fragmentos, horizontes medievales
de cigarras donde los filamentos
se organizan de manera preambular
o silogistica.

Recogieron los trazos de los nudos en la espuma
hasta develar un tramo de celulas cristalinas,
basadas en todo lo ancestral que puede ser un horizonte.

En todo lo milenario que logra ser un tallo.

Cuando la metamorfosis lo transforma en un evento
de clorofila en la memoria.












Contemplado por los Ojos






Nucleo de arena sobre una brisa que deja
de reproducirse entre las sombras de los medanos.

Vortices durante un atardecer en que los
plasticos abandonan sus ocasos de cera, sus
artificios de misteriosas entrañas en el corazòn
de la arcilla.

Enigmaticos relieves de nihilismos y hegemonìas
en el azufre.

La narraciòn anclada en la calle.
La xilografìa de sueño en el pecho.
El indicio de que aquì antes que el hombre llegò
el mar debido a una corola de agua suspendida
en el barro.

Cefiro que te recortas sobre las sienes con
un pensamiento ancentral donde una laguna posa
los nombres milenarios de los àrboles entre
los bosques.

No todos los àrboles llegaràn a ellos.
No todos los bosques se convertiràn en jaguares.
Ni los soplos de la arena en la orilla derretiràn
los estuarios con voces profanas.
Voces que llegan de los preludios o las maldiciones.
De los espejos donde sòlo se refleja la nuca
de un pàjaro.

Ahora que el reflejo de ese espejo no logra observar 
aquello que es contemplado por sus ojos.











jueves, 1 de diciembre de 2016

El Camino de las Uvas






Un circulo y màs alla su interior; en el mismo
todo lenguaje pertenece todavìa al grito.
A la sal en la espalda. A la intuiciòn despuès
de colocar un reflejo entre los eslabones.
Entre los prologos donde las palabras dejan 
de pertenecer a los capitulos e inician una
marcha que se fermentarà en las sombras.

Un circulo y al lado tambièn los granizos.
Los estallidos de un parque con hemogramas.
La situaciòn de la ubre ya sin coordenadas
ni fòsiles que puedan ofrecer la impresiòn
de una letra ascendiendo emtre minerales
con gravedades propias de un invierno, en
el cual las mariposas aterrizan en la hierba.

Y en su interior los pelicanos. El sueño por
la tarde de una manzana con
aretes en las sienes, con brazaletes de eter
y efigies abandonadas por las libelulas en
una brisa de trigo. Muy, muy cerca de una
nuca.

Las escolleras, el rìo de plastico que a veces
inunda de tragedias los equinoccios y nos toma
de una mesa de agua donde las sinfonìas eran
fantasmas que recorrìan bengalas. Espectros
maravillosos que dateaban sobre figuras
de emperdibles. De minaretes encerrados
en una aguja. En una marioneta de acido.
En un tornasol de escaleras.

Un circulo y màs alla su interior.

Es decir una historia de entrañas transparentes
tomando el dramàtico camino de las uvas.











De la Marea a Esta Casa






De la marea a esta casa hay un vidrio.
El color de la astilla mientras desaparece.
La criatura iluminada por un instante.

De la orilla a los rituales.
A las estructuras de los objetos en el espacio.
Al polen habituado a los oceanos de la hoja.
A las historias de una colmena impregnada de
cordeles y satèlites.

Del universo a este lugar algo nuclear
o cosmico. Lleno de cartilagos y aniversarios.
De paisajes con membranas llenas de
equilateros.

Y ello es confirmado por edificios de hambre.
Por libèlulas que hunden sus alas en los crateres 
de las corolas. De las constelaciones siempre y
cuando sean policromas.

Esto es tambièn confirmado por los puentes.
Por la llegada de la sintesis en los meridianos.
Por el uso del silice debajo de las playas.
De los contenidos violetas que se endurecen
en la resaca, llenos de silabas profanas 
provenientes de los sotanos.

De las disciplinas o los privilegios de haber
dormido en un teatro en el alba.

En los plasticos que son amarillos en los pianos
de un arpa.

Mientras los puertos se estrellan contra hilos
de nieve y desgraciadas fonèticas.







martes, 29 de noviembre de 2016

La Muralla






En algunos idilios se agitan los dragaminas.
Tù no lo sabes porque marchas al compas de una
ilusiòn encerrada en un iris.
-pero què es una ilusiòn- 
Ademàs todo iris es como una gaviota que se manifiesta 
sobre aquello que vive de manera contraproducente 
entre la tarde.
Asomandose a las brujulas de otros cabellos.
Tomando las andanadas del plastico.
Las llamaradas.
La boca celeste de un piano.

Pero lo ignoras. Entre torres y jabalìes lo ignoras
y tocas la puerta donde vive un esquimal
acompañado de un tropo.
De un conjunto de flautas.
De un supuesto.
De un paìs con ordenes de piel.
Creo yo que todo ello significa la piràmide de
un vientre en la arena.

Pero como no se trata de aquello que deba creer
hay que vivir en un oso. 
En el ùnico alimento del peciolo.
En la ùnica soledad de un
màstil con cucharas.

Entre primaveras llenas de paracaidas o especimenes
de vidrio que cruzan el orin de los àngulos.
En el vapor de fiebre con que ciertos objetos en las
lamparas frotan una luz maligna.
Entre equinoccios que manchan de acido los tules
hasta convertir en tendencia ese sonido que en apariencia
surge como un despertar desde una armònica.
Desde una lista de sepia conquistada por 
un espejismo.

Una lista de relàmpagos.

Una lista donde las mandarines vuelven a construir
otra muralla.








lunes, 28 de noviembre de 2016

El Reloj al Fragmentarse






El reloj al fragmentarse y el tiempo recoge una nave.
Una frecuencia enigmatica del mar y las orgìas.
Una direcciòn rosada llena de efigies y tropicos.
Un lecho de vidrio que algunos suponiamos en las ojeras
como un ùnico acto pero en realidad existìa otro
donde era disputado el caos a los suburbios. A las fronteras.
A los origenes del follaje. A los monasterios
y los sauces donde se reclina un otoño lleno de agujas
en el cuello.

El reloj que es un homìnido. Que vuelve de la arena
formando membranas en las cenizas. Que se conmueve
o agita cabelleras ahora que los objetos son de loto.

La vida de las estrellas, especificamente en sus sombras.
El pelicano compuesto de hule en una dialèctica.
El peso del hormigòn en un ala acariciada por los botes.
El escrito detràs de los paracaidistas con sellos de bronce
en el cuerpo. 
El existir de la lepra entre invertebrados con cascos.

La oligarquìa de una barracuda morada. Violeta como un
transparente espejismo. El techo del agua y las marionetas
donde aprisionanse los flancos entre silencios o
hermeneuticas.

La vida inutil de esas hermeneuticas.
El sentido maravilloso de los eclipses en ellas.

La brisa del oido junto a una amapola en el vigesimo puente.
La dimensiòn escarlata de un frasco sobre licencias de telegrafos.
La pared donde escribe de si mismo el neologismo.
La carta de azucar o el acido en una claraboya desde la cual 
algunas veces se distinguen estrellas.
O es nada màs que una individualidad con que el brillo
manifiesta un probocido.
Un mustelido.
Una laguna llena de mangueras robustas y solitarias.

Formando cinicos ademanes de polvo.









Plano Domèstico del Verbo





El plano es cultural. A veces demagògico.
Proviene de incendios y grandes amatistas.
En uno de esos amatistas un nucleo.
Un zoologico de papel.
La vida del torpor y los parpados.
El nombre de las humeros cuando eran pulsos
o lirios escatològicos y ciertas historias volvìan
a ser disecadas en el pubis.
-historias de azules dagas por ejemplo-
Conceptos y fardos que nada tenìan que ver con la 
eternidad, pero entretejìan pasos amarillos en el agua.
En los manantiales donde el universo se inunda
de gaviotas igual que todas las cosas que son tenues.
Y las palabras se arrastran a las arcas.
A los botes.
Debajo de los paraguas donde un estòmago es marròn.
Debajo de las carbones.
Del siseo que empieza a adjetivar un martillo.
De la corona en el pliegue llena de aniversarios y lupas.
El plano es domèstico en relaciòn a la hierba.
Un borde de margenes con castillos.
Posee sepias llenas de escamas.
Valles de trigo ensartados a un avistamiento de hienas.
Al horizonte de una linterna entre soplos de buzos.
De oxigenos màs allà del aire que contiene un instante
el cefiro. Sòlo un instante.
Y despuès se transforma en bandada.
En semidios de aceite. En desasimiento o idolo.
En contenido o labio de jabòn entrenado por el verbo
sobre diluvios ebrios de yuxtaposiciones.
El plano es un verbo. Una encìa de barro en el trapecio.
Un cuento de relàmpagos por la noche que 
desbordan las apariencias.
Un eslabòn y un bozal donde la existencia aplaza
el diario de un violìn o el soplo del alfabeto a base de
lluvias o cigarras.
Desprendiendo de sus craneos infinitas negras humaredas.










sábado, 26 de noviembre de 2016

El Prisma





El prisma elevandose a una ciudad que deja
de reconocer una dimensiòn o un eje. Entre colores 
que dieron sentido al cielo o la oscuridad.
Entre un cervatillo rojo que encontrò una mandibula.
Sobre un seminario lucido de abominaciones.
Allì lo agreste o la soledad de un demonio
compuesto de himnos y sacerdotes.
Caminando a una playa con una escalera.
Buscando el pez que muestra sus ojos en la arena.
Nosotros preguntamos porquè muestra sus ojos en la
arena. Porquè no lo hace en las profundidades
del mar donde extrañas criaturas escriben de la inteligencia
en sus uñas.

Y seguidamente otro prisma elevandose.
Es uno con tendencias de escarcha y nombres de aluminio.
Es uno que reitera las condiciones del àrbol antes
de llegar al hambre.
Uno que simplifica por la tarde millones de mundos
que atraviesan las hojas; en uno de esos mundos 
existen crepùsculares indicios donde dialogan los osos.
Los esgrimas, esos standares que comunican un
acantilado con el vacìo o las grutas
del hemisferio, sin saber que el hemisferio es un
palido calco del infinito. 

Ese prisma estancado en una escena de papel.
En la polaridad de un caño de talco.
Con secuencias de cadaveres fidedignos en el patio
de un cometa. 
Con simulacros de espinas que aterrizan por la noche
en el agua. En los panoramas y las garrochas
de un simil que deshoja los pueblos
y contempla entre multitudes la paciencia
con la cual un sonido crece en el invierno
entre latitudes de polen y circulos de
abejas. Hablo de un invierno escencialmente
natural como las grevas que forma la albumina.
Un invierno devorando las cenizas de esas ya
tautològicas dimensiones.

Ese prisma escondido en el ala abierta de un corazòn.
Incriminandose en las lenguas y los periodicos.
Siendo mitagràfico segùn los periplos del anda
y los animales de sodio.

Agitandose entre zoologicos y andenes donde
los capitulos emanan de las cenizas asi
como emanan los vagones de los trenes.

Y los pàjaros que atraviesan los crepùsculos por la
tarde.

Acompañados de esa soledad donde vibra nada màs
que el fuego de todas las cenizas.





Los Baules Dormidos






Hace muchos años vi en una rafaga.
-el sol era negro, abdominal-
En cada puerto dormìa una raìz diferente.
En cada ciudad apilabanse fardos y lupas.
Los enunciados colocaban sus peciolos
de igual manera que un pulso entre la realidad.
Descendìan de los veleros al musgo 
veredas con rasgos.
Las teorìas propulsaban un camino de ramas
disueltas en un nucleo.
La cientificidad recorrìa neuronas bajo un
culto de eter.
Los àrboles volvìan a ser galeones.
Las voragines diseminaban sutiles barbaries
en las dinastìas de los plasmas y en objetos de
espuma examinados por el verso ancestrales
cabelleras inundaban los hisopos.
Hace muchos años, los astros eran relojes
llenos de desembarcos. 
En un pàjaro con anclas
el universo se hacìa amarillo igual que el
neòn en la peninsula y la cultura del 
higo una vez alcanzado la ley y la 
civilizaciòn en un hilo.
En un crater.
En una gran grieta entre los arrecifes 
y el silencio con que un
un meridiano formaba la existencia
de una utopìa en un hemisferio.
En una transfiguraciòn.
En el reflejo del humo despuès del lenguaje 
convertido en idioma.
En lienzo de trigo cautivado por una corola.
Y su imagen de nervadura 
focalizada por lunas de mentones y sienes.
Agitandose -igual que la palabra- en los
trapecios de los baules dormidos.