lunes, 16 de febrero de 2015
Versión Veterinaria de un Libro
El libro es un árbol.
La capacidad que posee para reflejar lo
antiguo, no siempre proviene de la palabra.
Tiene instrucciones al final de la tierra.
El libro es un oceano.
Una linterna.
Una forma de escribir en las calles que no
es lo mismo que escribir o estar en las calles.
Es un ser extasiado.
El libro es una aparición que no necesariamente
es creada en el alba.
Sólo es desenterrada por ella.
Suele cubrirse de formas temblorosas
y sus escencias, pueden ser
formas elementales como el limbo.
Pienso en esas formas elementales que
proceden en aquel libro, de los limbos.
En la historia de astilla en su cuerpo.
En la errante saga de sus axiomas.
El libro es un veterinario por ejemplo.
Una forma de sacudirse.
Un palacio de imprecisión y cultos a
los talones.
Está hecho para que algunos de los dos
pueda oir en las cosas.
Su existencia tiene sentido si está en
el simulacro exacto del objeto
cuando respira en el interior
del agua.
Eso lo logran sólo los peces.
El libro es un pez sin escamas.
Un silencioso demiurgo
de silbatos y poses.
Verdugo de regimenes de palabras.
Inquisidor mas de una vez
de logias y cofradias en
ellas.
El libro es un pubis cortado por
el árbol.
Un tipo de mestruación.
Un colapso.
Un sintoma.
Una pulsión.
El abracadabra de una chaveta en
las cosas.
Antes que el elixir lo transforme
en objeto.
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