martes, 17 de febrero de 2015

Percepciòn de la Hormiga




El dìa lentamente se extiende.
Hay horas de presiciòn en èl y hay raices cuadradas.
Muecas y gestos.
Importancias de luz y barro suspendidas como si se
tratara de platanos suspendidos de una 
palmera.
Se extiende como una cabaña en el pètalo.
Lleno de arañas de primaveras de tallos.
Totalmente incansdescente y mineral.
Temible como un coloso de agua que salta por 
las agujas. Como una rotaciòn de mitones en el
satèlite del parque a donde llegan silenciosamente los
cromosomas, llenando el amanecer de oidos
y secuencias.

El dìa extiendese
como un lenguaje de caucho en un cine,
en el tropel, en la musicalizaciòn
del batel antes de unirse al 
ritmo, junto a un alba de 
liebres yu arpones
ebrias de celentereos y flujos
en la hierba, en la coherencia que deja el
invierno en el mar como la definiciòn de un santuario
de un espectro, de una salva que
hunde minerales pocimas,
inviernos de goma en lo cautivo del zinc en
el hierro o en las señales
de nuestras sienes
adulteradas alguna vez en la orilla,
en los reales rituales de espuma
en los laboratorios de una acequia llena 
de puertas.

Decolora la intensidad de una espoleta y convierte
el significado en astro, justo en el
momento en que impulsamos
un vertigo
una ciudad definitiva en el trecho
un tremante indefinible en el tacto de la hormiga.

Ese donde a veces nacen y no mueren
las palabras.



 





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