viernes, 20 de febrero de 2015

Poema






Está claro que la vida no es la misma
en cada ser. Es un asunto que puede explicar
la multiplicidad o los eventos de un astro
cuando se muestra entre la diferencia en
el infinito.

También es claro que el momento no 
es definible en tanto es algo que no tiene
caracter ni luces ni traspies ni fuselajes
de los cuales tomamos el verano con
sus aerosoles y veteranos acidos.

Yo no sé si escribiré todo aquello que
espero porque no sé qué cosa aguardo de 
las cosas ni de mí mismo. Hay pocas cosas que
sé, -el botón de agua se está secando sobre
la piedra por ejemplo- eso es desoladoramente
verosimil. Dramaticamente amarillo.

Hay pocas cosas que sé, pocas, que se puede
afirmar según la regulación animal y el orden
remoto de los meteoros, pero dada esa
corazonada el pensamiento puede exigirle
al rigor -sólo al rigor- inviernos como la uva
promontorios como la sinagoga o el preludio
de una gripe amarilla este viernes, llena
de semáforos y estadisticas de 
traslaciones con algun o 
pocas arañas en mi 
ser.

Es seguro que el mar arrastrá los mismos
pasos que la imaginación si buscamos en él
la capacidad de su memoria para narrar sus
historias, citemos el diluvio por ejemplo.

Diríamos, uno biblico.

Uno lleno de acertijos. De pentatetucos.

De contracaratulas y atlas donde intenta el verso
llegar a algo moderno como la sombra de un gitano.

-la sombra de un gitano es siempre moderna-

No es vanguardista, ojo, por ello es moderna.

No lleva anagogías ni parafrasis.

No necesita del oceano para apagar su inspiración.

Sólo necesita un poco de fuego para amarrar sus manos.

Y el árbol mas profundo de la noche, las dirija
al aguila.











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