lunes, 23 de febrero de 2015

Elegìa






Puedo ver un dìa.
Un dìa sin titulo. 
Aferrado a los faroles
y a la imaginaciòn de una flauta en
las corrientes donde el sonido
escarcha el sueño
de la brisa.

Es un dìa y escribe de manera proporcional
a un cadaver
a un acento
a las batistas que aùn traen
el eco de una rompiente y el panorama de
un navìo que en la distancia
parece una aguja
una estatua de sal pero sòlo un instante;
luego serà devorado por los
cirros.

Dìa de bacìlicas y monaguillos
de tropeles en las crestas y naciones que
embrujan corceles y uñas en las cabelleras
de las olas y como si algo màs en el
silencio nos invitara a grandes
milagros con el hallazgo
desnudamos los
tropos de
esa inteligencia que toca los oceanos
antes de convertirse en
sentidos.

Y la sensibilidad pueda tocarlas.

Diario oceano. Trasatlantico de venenos 
para la realidad, respiraciòn de agua que apenas
dura un dìa ahora que pensamos,
que resignamos la fantasìa
al azogue
y presionamos algo de nosotros
en los andenes de lo
remoto
donde màs de una curvatura florece...

Donde màs de un poliedro

O la pura gramatica de un espeleologo
despertando palabras de
un camello
en el momento en que se despide
de la arena.

Pero no puede cruzar el oceano.




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