jueves, 12 de febrero de 2015
Devenir
Cuando despertaste poseìas un libro.
Luego fuiste esparcido y seguidamente pensaste
en los frutos, como lo hace un forastero.
Eras un vagabundo, pero en el interior de
la nieve, pronunciabas.
Desde ese tiempo hasta hoy, fueron
creados los termometros.
Los submarinos y termometros, las funciones
teatrales de una carta.
La espeleologìa y las sienes, dibujaban el
sentido comun por la noche.
La estructura del sol hizo del oceano
otro heliotropo.
Los plasticos se convirtieron en satèlites.
Las lunas se hicieron antropòfagas.
Las fragatas describieron una foto por la cual
la imaginaciòn se dedicarìa a morir.
La muerte se dice, es la aproximaciòn de
un murciàlago. La ciudadela donde
se agita la providencia.
La muerte es un ion con nociones de nuez
y angeologìa.
La muerte es el plan del oso frente a la cruz.
La teorìa del dado.
La episteme de la diadema en una herradura.
Al abandonar el sueño llevabas un libro.
Te objetaban los cometas por ello, fuiste puesto
al lado del azar de y lo que brota, emergiste
con fuste de zinc y epitafios que ensortijan
en los minerales un lìmite, una armonìa
la crispaciòn de un màstodonte
junto a las fabricas en
la cual giraban las chimeneas.
Entonces supiste nuevamente que estabas
en el devenir y no en la geometrìa.
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