martes, 17 de febrero de 2015

Impersonalidad I




Es martes como un canto.
La rosa es genètica igual a los parques.
Igual a las piràmides y los esguinces.
Se debilita en el volumen y los roces
del artropodo.
Es martes de màstiles y poesìas continentales.
Mediterraneas como la voluntad de las gasas.
Un blindaje de dados llega con su lucida actividad 
de sobrenatural miseria.
Parece rejuvenecer con la noche de las
analogìas en un copo.
Parece que tuviera entre la redenciòn
una reencarnaciòn como
de velos entre la magia.
Como la vida al reencarnarse en la sangre.
Es martes y no es demasiado pedir,
yo soy imperfecto y dada esa exactitud con
lo vago de mi propia gnoseologìa, es 
hora de huir a los periodicos con una
nota de aceite y escafandra,
Pero...
Leo a diario libros de geografìa 
y encuentro semantologìas en todos los 
naipes. En los cantaros.
En todos los cerebros.
Y leo.
Libros como la circunferencia bañan los cantos
y educan los reinos -de esa lectura- donde se pudren otras
playas.
Casos de destellos y diàsporas rodean esas 
constelaciones desprendiendose de lo sinuoso.
Es martes vertebrado y esceptico, residencia
de ideales equilibrios entre figuras de 
incendio.
Santuarios de lampos donde la yesca es
inventario psicologico. Responsable dios que
que se involucra con las cenizas y somete 
la intuiciòn, la formaciòn de minerales
tan modernos que son capaces de
retornar en silencio a una 
profecìa.
A un decalogo donde yacen en devenir los presagios.
Donde crecen verosimilmente los muertos.





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