jueves, 19 de febrero de 2015

Llegada del Oceano




Con la llegada del oceano
empezamos a digerir moluzcos.
Sobre el acuario un ojo de seda
focalizaba la genètica de un universo
escrito alguna vez por veleros y conchas
por hipocampos y ciudadelas de liquida gamuza
en los labios de las algas.

Aguilas y piedras sobre asteriscos
de arena, elevaban pentàgonos de citadino ajuar,
con hienas y ciclos de nieve llegando donde la imaginaciòn
empala a los cisnes, de manera que el sol puede rendir culto
eternamente a la carne que resta en ellos. Carne llena
de travesaños y a veces de retòricas.

Con la llegada del oceano, el verbo llega al cinismo para crear una
metàfora -a veces una sutil forma de superficie- desde ella el lenguaje
deambula en la orilla, evocando alimentos blanquecinos que vagan
en la espuma y la marea, alimentos que rotan entre peces de
plata, elaborando cada amanacer las primeras dianas de
la fantasìa.

Versos de oceano sobre el talante de una hegemonìa
hecha de manantiales en movimiento por animales
sagrados, sobre ellos liquidas inmensidades,
la historia boreal de un hombre en la
orilla del rizo, de una balaustrada
donde tal hombre pasa 
desapercibido para
que este universo en los estuarios empieze.

Y eso tan legendario en èl -para vibrar- terminè.


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