viernes, 6 de febrero de 2015

El Espacio de las Imagenes





Alguno de estos parpados es tocado por el espacio.
Jinetes amarillos de agua sobrevivientes del mundo
inundan de barcos las ciudades. 
Una historia se convierte en aceite mientras es borrada
por la espuma en la marea. La historia es traida por
un hombre de muy lejos.
Pienso en el follaje ahora que la anatomìa cae de una
corona, extasiada por una calle donde los 
relojes disipan brisas de anarquìas. 
Busco en los jardines el
abecedario de los amuletos procedentes
del espejo, en la hora centenaria de la niebla. Miro.
La aurora de esta mañana es un inocente basalto,
una melodìa de entes prohibidos oscureciendo los
tropos. 
Atesoro un universo de relampagos donde lo citadino
representa la frecuencia de la memoria
una noche de fabricas.
Observo la chimenea donde el humo desplaza
aborigenes ordenes de exhalos y los objetos toman
el calor de una mantis en un tallo
esperando basilicas y apostolados en el aire.
La ràfaga es continua al viento.
El sol es otro universo desordenado en el hemisferio
sin gravedad y con pocos colores.
Medito en los planetas pero ya no reflexiono.
Entre el meditar y el desnudar grandes fosiles de
iòn no se llega a una hoja.
De repente nace un eco frontal, encabezado por una
linea donde dios ha escrito una prosa del
atardecer en la vibraciòn
de un demiurgo.
Uno que decapita. Que funciona en la brea con
parrafos de arqueologìas unidas
por los perros.
Un amanecer en que el espacio extiende racimos 
en sus imagenes.
Desnudados por la electricidad de las uvas.






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