domingo, 8 de febrero de 2015

Poema





No lo hagas porque el sol sea un aborigen.
O la osa mayor siempre esté incrustada en tus manos. 
Tampoco porque la locura termina por la noche comprendiendo
cosas que sólo pertenecen a la razón.
No lo hagas por las pulseras o relojes de tus abominaciones.
Por los dragaminas y los mundos que intentaste crear vanamente en tu boca.
Tampoco por tu corazón a medias en todos los resortes.
No lo hagas por el sudor de una herida antes de mostrar su sangre.
No lo hagas por los amarillos que han colgado su bota en
las cintas de tu escarcha.
Trata de recibir al oceano con lo que puedas.
Coloca en tu corazón algo empedrado, algo semejante a un guijarro
cuando musita en él, la nieve.
Camina por las rafagas porque en ellas cierto rosicler
arroja al sol semidioses.  
Reconoce a la madera entre el acero y deja una pulga
en sus celulas con la esperanza de que llegue hasta el proximo verano.
Dilata la ambición mientras descalza el onomastico de
una epopeya.
No camines porque tu mirada siempre vea linderos y tampoco toques
al amor mientras sea un reglaje y su voz 
camine con el aliento de un reguero
en el verano de las fresas.
No seas esa catapulta sobre el universo de las catalinas
y el hidrogeno.

Deja que el sol sea un nativo.
Deja que sea el mismo quien ponga zapatos a sus
buitres.






No hay comentarios:

Publicar un comentario