lunes, 9 de febrero de 2015
Reencarnaciòn
Lo mas cercano a este mundo es aquel
pedazo de hierro. La sensaciòn de que
el mar, no llega del oceano cuando nos
toca la lluvia. La arista en el pelo percibida
por otra geometrìa, por otra forma de
papel en los juegos, donde se bate serena
un tipo de matematica contra bateles
arqueològicos de estambres y ruiseñores
en el cielo...Luego, el tiempo que no es
inmune al todo y aquellas cosas que
empiezan a recorrer nuestras casas de
arena...Y una mañana es de piedra
junto a un fuselaje tomado del graznido.
De los seres que posan su noche entre
la vastedad y los pavimentos donde
silenciosamente se hunden como liebres,
solos, desnudos, sin ningùn rigor, ni
desprecio, reflexionando siempre en
esto o aquello como citas curiosas de
la providencia y para nosotros vuelve
a ser extraño, ese paraje de un mundo
contra la soledad o la libertad, contra
las estrellas donde el universo semeja
por un instante la admiraciòn y lo
asombroso, el espigòn donde el agua
vuelve a ser un caudal, un rascacielo,
en cuyas puertas anuncian el fìn de
las cavernas y los datos pre-històricos
de un hombre, de su inmensidad con
nombres de nada y de otoño, de soledad
triàngular en los cabellos, cuando todo
era de plastico, la noche, la miscelanea
detràs de ella hecha de planetas, un hilo
de tempestad abierto al fìn por lo docil,
el aguila sobre la tormenta, comparando
vortices en esas noches con cantos de
nebulosas donde por un instante una de
tus reencarnaciones asciende para tejer
en el limbo el canto de tu maravillosa idolatrìa.
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