martes, 3 de febrero de 2015
Pareciera
Pareciera que todas las cosas hablaran de
alhelies, pero no es cierto, tambièn està
la cruxificiòn del papiro, los segundos en la arena
de mi corazòn, las calles y el maligno voto
de un cirio irreconocible, despuès de un
funeral en la boca, luego que nuestro lenguaje
ha enterrado una palabra.
Tambièn estàn los elementos
que las armonìas del dìa sumergen para que
desaparezcas y la creaciòn deje algo en
la realidad que sòlo tiene la semejanza
de nuestro rostro. Desde èl
hablamos. Con èl citamos
a las aguilas en todas
las primaveras que nos tocò o tocarà
vivir. Esto no deberìa suceder.
Esto deberìa ser en el fondo
un asunto que podrìa resolverse entre
el neologismo y la angeologìa, pero no, nos ha
tocado a nosotros. Y manifiestase en una orilla
de heroes y virgenes como
los que guarda esotericamente
en el fondo de su alma
un heliotropo.
Pero pienso en la sobrenaturalidad de
tal heliotropo.
Y por ello pareciera que el mundo posee un universo
hecho a medida de la imposibilidad que
tenemos para escribir una carta
que es azul, derivada del
heliotropo citado en
la estrofa anterior.
Y que nuestro acontecer
dejara de ser esta hora de la tarde, en
que percibimos regazos, donde las gaviotas
descuelgan solitariamente su helenismo
su casa de jabones
su rapsodia de arpones donde las
galaxias
corrompen una ceremonia de medias.
Pareciera.
Es tan aparente que lo citamos en
un poema con el riesgo de
que no estè sucediendo.
Pero el poema no lo cree.
El poema se convence
-con ello a nosotros-
de que hay un mundo en otro
lado.
Y existe sencillamente porque
no lo vemos.
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