jueves, 14 de mayo de 2015
Poema
La linea es atroz.
Es un siglo dentro del aire.
Una decada comun de asteroides en
el rostro, llegando de la noche con su botella
de arena, con su campo orientado a
los nucleos y el dibujo del plasma
en el sueño del helecho.
Es un ladrido herido por la cruz
en el instante que los eslabones descienden
entre las cigarras confundiendo su sonido
con el de sus magos.
Partes de agua en el corazòn ahora que
sueñas. Ahora que la inmensidad es
propicia a los himnos donde
reflexiona un gaviero
en las puras manifestaciones de
los animales,
en la estela de una colina, en los frutos
de sal colgando de una piramide y la
antigua ciudad del vellocino en
el vientre coronando
criaturas que
desde el fondo del cuerpo empujaban
una palabra.
Citas con el celeste de un demonio
limando los filos de las hojas para que allì
muera una libèlula o sea herida un ave.
Cumbres de dioses alimentados de
estrabismos, de soledades como el mar
mientras enumera las olas y algo igual al
silencio acompaña sus ruidos de exilio, de tremante
que se seca entre albuferas y estuarios
donde no creceràn los manantiales.
Y donde algunas voces creen tener
el derecho a deformar la
corriente de los rìos.
Para que esos manantiales vivan.
Y mueran como archipielagos.
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