martes, 12 de mayo de 2015
Anfibio Arcoiris
Nos unimos a los rìos para ver arboledas.
Aunados a cierta conmociòn despertando
en el pecho, con diferentes escalas en
el latido, en el vibrar, en esa intensidad
en el corazòn que habla de yescas
o el lapso donde el magma detiene
sus cabezas entre
suburbios donde los telefericos
acompañan al agua, con la sed que sòlo
adquiere el hombre.
Llenos de plazas.
De margenes. De ensenadas donde
el barro se precipita ensimismado
a una caleta
complice de si mismo,
anfibio como todo arcoiris,
lunàtico entre cazadores de espuma,
dactilares y secos como toda sinonimia.
Juntamos nuestro pie a la uña.
Detenemos el friso de nylon que respiran los
timpanos.
Tocamos la mesa de viento que recoge
el dìa con un nivel de estaciones
cronometricas,
desenredando melodìas de relojes.
Intentamos tocar los caballos. Nos unimos a la cera.
Ahora que tambièn en ella muerde
el tiempo.
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