sábado, 16 de mayo de 2015
Las Ballenas Jorobadas
El sol dormía en el cielo.
Despertaba una brisa que traía días de
invierno, una brisa que no era otoñal
ni tenía la identidad del granizo.
Yo acariciaba ese granizo en mi mente,
en alguna de mis islas de fiebre,
en mi enfrebrecimiento y
la psicodelia de una
anónima pantera
en las cruces.
Yo acariciaba, sujeto por el lomo, arriado
por un burro.
El sol dormía, sería increible que esta mañana
despertara, asi que me conformo
con este aire casi gelido,
con su tacto que no es otoñal
con sus pocas ballenas jorobadas.
Y me muevo de una habitación a otra
y preguntando siempre la hora a una mosca,
intento presidir de alguna forma ese
momento, empero, a lo lejos una
cabellera empieza a traer
sus glaciares.
Y en los glaciares se trasladan cosas
diferentes, el tono del pudor, la moral del punto
o eslabones que sin ser concientes de las
estaciones llevan en su espíritu
inviernos y otoños.
Pero nosotros nunca viviremos en ellos.
Nadie dura mas de un día en
los glaciares.
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