lunes, 18 de mayo de 2015

Una Puerta




Las puertas entornadas, dejando ver
una colina de huesos.

El canto rosado del alabastro agolpado 
en una colina de enjambres, donde 
la citara forma la historia de sus sienes; el
sonido nos dice que es lejano y por ello
logramos oirlo.

Una botella de aluminio sobre la marea
y luego una gigante
concepciòn de los lìmites y helechos.

La espuma es una rosaleda ahora. 

Una forma de pàjaros que reencarnanse 
entre transmigraciones de un poema con lirios
o grevas.

A travès de esas puertas ves el lanzamiento
de un signo por los tallos.

Ves el sumergirse de las corolas.

El verano de aceite entre las supersticiones.

Ves el craneo de amapolas y una constelaciòn
de sal en el corazòn, al mismo tiempo el vibrar que
sacude y apaga una sentina, un yacimiento
de extasis. Los travesaños son tocados
por el insomnio ahora, frecuentados
por otros hallazgos.

Historìas de prolegomenos.
La residencia incautada por un planeta de oidos
al mar.

Ese mar sindicado por una pericia de alambres
ahora que cabalgas entre la nada, con
equilibrios mortales como el vacìo, la contusiòn,
las entrañas.

Pero tù sigues mirando.

Y ves la sed derramada por los artificios.

El siglo de los parpados creciendo en las lamparas.

Las melenas del desierto volviendo al oceano
entre las resacas de las olas.

Tù sigues mirando.

Porque esa puerta que empezaba a ser 
entornada.

Ya fuè abierta.





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