miércoles, 29 de julio de 2015

Tornasoles





Tenìas un puente.
Una soledad de brùjulas en el granizo y bajo
ello las lamparas que de noche incendian los pabellones
de un manicomio; un aguila azul junto al helecho
el evento de acido en la imaginaciòn entonces
provenìa de un lenguaje despertandose
en las anclas.

La antiguedad para cruzarlo un atardecer en que tal
puente era quemado por una vela. Un dios extendiendose
en la voluntad como una lluvia inutil de sargazos o indomables
templos donde las maderas se unen a los halos creando
inconmovibles sacudidas de sol en una legaña.

Lechos de azabache.

La capacidad del elixir que no es la misma al unirse ahora.
Nuestra historia es de una religiòn en los oceanos de 
la espina basada en bozales e inquisiciones, el universo
donde la uña sostenìa una pileta y la poesìa
en la arena oprimiase a los planetarios
como entre irredentas marionetas lunares.

Lances de constelaciones.
Miscelaneas sobre un pedazo de vidrio y galaxias, donde
una noche volvìa a sumergirse en el infinito.

Un infinito de arena para poder tocarlo.
Uno de agujeros negros y pocimas frecuentadas por las cumbres
en citas de heraldos; uno de regiones amarillas de idolos
donde los rìos se unen al pàramo,
el juicio a la corriente; todo esto cuando lo perpetuo
se deja caer entre los arreboles.

Arrojado por los tornasoles y crepùsculos.




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